Capítulo 24

Aquella noche recibimos una carta de advertencia por parte de Troy diciendo que en menos de veinticuatro horas atacaría a menos que me entregara voluntariamente. Mi idea era entregarme a Troy para acabar con él cuando no se diera cuenta pero mis padres se opusieron a la idea, entonces Wolfang decretó que todos nos prepararíamos para el ataque de Troy.

Según algunos informes que Wolfang recibió por la mañana, Troy tenía a unas cuarenta personas dispuestas a pelear con el fin de romper el trato que crearía la paz entre vampiros y licántropos. Por suerte para nosotros, Elías llamó a parte de su gente que residía en Moon Lake para que vinieran a ayudarnos a parte de la mayoría de vampiros que residían en las cercanías y apoyaban a mi familia.

Nosotros teníamos ventaja frente a Troy y su grupo de rebeldes en cuanto a personas dispuestas a pelear por la paz, pero aún así no terminaba de fiarme de él. Pese a que estaba en minoría, él tenía el Occidit Lamia, el mata vampiros. No sabía como había dado con el puñal, sólo los vampiros teníamos acceso a la biblioteca negra donde estaban los libros más antiguos de nuestra especie.

–Tiene que haber algún traidor en los vampiros. –le comenté a mi padre, él estaba sentado al lado mía junto a Wolfang.

Nosotros estábamos en el despacho revisando cómo podíamos atacar al grupo minoritario de Troy. Entonces recordé que él poseía la mata vampiros y me extrañó que un licántropo supiera de su existencia, además de dar con su localización.

–¿Por qué piensas eso, hija?

–La Occidit Lamia sólo lo sabíamos nosotros, es algo que sólo los vampiros sabíamos de su existencia. Además que su información y localización estaba restringida para el resto de vampiros, y tan sólo los Vatore teníamos conocimiento de su paradero. –expliqué a los presentes algo preocupada.

–¿Estás insinuando que en vuestra familia hay un traidor? –preguntó Wolfang intercalando miradas entre mi padre y yo.

–En mi familia sólo somos mi padre, mi madre y yo. Y no creo que ninguno haya sido el traidor. Pero sí puede ser que algún otro vampiro inconformista con el tratado de paz haya irrumpido en la mansión Vatore y haya accedido a la biblioteca negra.

–¡Eso es imposible! –exclamó mi padre con rabia en su voz, dando un golpe en la mesa con su puño cerrado. –La biblioteca está protegida con un hechizo ancestral que tu abuelo lanzó. Tan sólo un Vatore puede cruzar.

–Pues alguien lo ha hecho. Y quién sea el culpable, le ha dado la información a Troy para que consiga el Occidit Lamia. –le respondí con voz ronca. Me crucé de brazos al mismo tiempo que pegaba mi espalda al respaldo de la silla y veía a ambos hombres mirarse preocupados.

–Deberemos estar atentos entonces. Y tan sólo nosotros tres saber de los planes de ataque, por precaución.

Aquella noche decidimos descansar temprano por si Troy decidiera atacar al alba. Antes de dormir bebí uno de mis sobres de sangre que mis padres habían conseguido traerme. Me tumbé en la cama mientras observaba el colgante que nunca me quitaba y pensé en Kaira, en si estaría bien y a salvo. Algo que esperaba que sí, confiaba en mis amigos para protegerla.

Tal y como predecimos, Troy se presentó con su séquito pasado el alba. No eran muchos los que los habían acompañado, muchos de ellos nos miraban enfadados y con odio mientras que otros parecían preocupados por la situación.

–Troy. –comenzó a hablar Wolfang mirando a Troy desde la seguridad de la puerta. –No hagas una insensatez. Para con esto.

–¡No! El tratado de paz es un error, nunca permitiré que nuestras especies coexistan en paz.

–Eres un insensato, vas a llevar a gente inocente a su muerte. –dijo esta vez mi padre posicionándose al lado de Wolfang.

–Vas a hacer que personas inocentes perezcan por tu egoísmo. –le recriminé mirando como algunos se miraban entre sí y me daban la razón.

–¡Nunca aceptaré vivir junto a los vampiros! ¡Vas a morir, Elnora!

Ellos comenzaron a tomar su forma de lobo mientras que algunos lo hacían algo cohibidos, por nuestra parte Wolfang y el resto hicieron lo mismo mientras que los vampiros que habían venido a apoyarnos se preparaban para atacar mostrando sus colmillos.

Por suerte en el lugar no había ningún niño que pudiera salir herido, muchas familias que no se veían capaces de luchar se marcharon a nuestro territorio para estar a salvo. Paul, Pablo y muchos otros se encargaron de escoltarlas durante la madrugada para evitar que sufrieran algún tiempo de daño.

Miré a Wolfang y a mi padre quiénes me asintieron con la cabeza, Troy me miraba con un odio indescriptible, podía saberlo con tan solo verle a los ojos. El grupo de Troy se lanzó para atacarnos mientras que nosotros reaccionamos igual, los licántropos se lanzaban unos contra otros atacando al cuello del contrario con el fin de morder el punto débil. Los vampiros por nuestra parte sobrevolábamos la zona y atacaban a los lobos montándose en ellos para intentar morderles el cuello, aunque al tener tanto pelaje les era imposible.

Troy no había cambiado a su forma de lobo, al parecer quería enfrentarme en su forma humana para que fuera más justo. Algo que realmente no me esperaba y me sorprendió, no sabía que tenía ese honor, algo que me hizo sonreír y él al verme le enfadó.

Mientras más continuaba mirando a Troy más sentía que esta pelea algo entre él y yo, sin más gente peleando a nuestro alrededor. Él comenzó a correr hacía mí haciendo que sonriera mostrando mis colmillos, una vez estuvo cerca de mí intentó golpearme en la cara pero le detuve con mis brazos cruzados delante de mi cara.

–Voy a acabar contigo, y una vez lo haga Kaira vendrá conmigo de nuevo. –gruñó Troy con la voz llena de rabia e hizo más fuerza en mis brazos haciendo que retrocediera.

–No creo que nadie volviera contigo después de todo el caos que estás causando. Esto es entre nosotros, no hagas que gente inocente pague por tu egoísmo.

–Ellos también lo desean.

Troy saltó hacia atrás mirándome con odio mientras que me mantenía en alerta. Alrededor nuestra había demasiada gente peleándose y no podría pelear contra Troy sin que ningún otro licántropo interfiriera entre nosotros. Tuve una idea y sonreí. Comencé a correr hacia una llanura que conocía, estaba bastante cerca del Clan Grimmwolf, habían árboles altos rodeando el lugar además de un terraplén bastante rocoso que daba en un pequeño río, el cuál atravesaba la ciudad y desembocaba en el puerto.

–¡Regresa aquí Elnora! –gruñó Troy tras de mí.

Una vez llegué a la llanura me paré en el centro de dicho lugar, escuchando los pasos de Troy desacelerar hasta escuchar como se encontraba tras de mí. Me di la vuelta lentamente mientras mantenía una sonrisa arrogante en mi cara, él me miró con el mismo odio de siempre y sonrió. Sacando del bolsillo trasero el puñal de plata. Mi sonrisa se mantenía en mi rostro causando que Troy suspirase furioso al ver que su intento de intimidación no causó efecto en mí.

–Puede que tengas el puñal. –hablé con seriedad y con mi rostro inexpresivo mientras le miraba. –Pero no vas a conseguir que me amedrante.

–Ya lo veremos. –sonrió con malicia, al mismo tiempo que alzaba el puñal a la altura de su cara y me apuntaba.

Troy comenzó a correr hacia mi manteniendo el puñal elevado mientras por mi parte me quedé parada en el sitio. Cuando él se lanzó hacia mi con la clara intención de apuñalarme por el cuello, le agarré su brazo dominando donde tenía el puñal, y rápidamente le lancé contra un árbol, él rebotó en el para luego caer al suelo.

Él se levantó adolorido pero continuó atacándome cuando lo único que hacía era esquivarle los golpes, algo que realmente comenzó a molestarle. Me preparé para su siguiente ataque cuando vi que retrocedió escondiéndose en la maleza del bosque, intenté localizarle para seguirle el ritmo cuando sentí que estaba detrás de mí y antes de que pudiera girarme, él rodeó mi cuello con sus brazos y el puñal rozando mi cuello comenzando a sentir como hacía presión y notaba que la plata comenzaba a hacerme un pequeño corte.

–¿Últimas palabras? Le puedes dejar un mensaje a Kaira, se lo diré. –me dijo con soberbia y sintiendo como sonreía detrás de mí.

–¿Qué tal va tu miedo a las alturas? –le pregunté con una sonrisa a Troy dejándole confundido. Noté como Troy miró y vio que estábamos a unos cincuenta metros de altura suspendidos en el aire, sentí que su agarre se intensificó. –Debes estar más atento a tu alrededor, Troy.

Troy estaba tan cegado con hacerme daño con el puñal que no se percató de que había comenzado lentamente a volar parándome a una altura de unos cincuenta metros, que sería un quinto piso de altura. Antes de que pudiera reaccionar con mi brazo derecho le golpeé en el estómago haciendo que me soltara y cayera hacia el suelo con bastante rapidez.

Suspiré relajándome mirando desde las alturas como se escuchaba barullo a la lejanía, seguramente provenían los ruidos del Clan Gimmwolf, aún no había terminado esto. Miré hacia abajo para ver si Troy había caído al suelo, desde esta altura un humano habría muerto inmediatamente pero un licántropo tenía algunas probabilidades de sobrevivir. De pronto sentí como algo filoso atravesaba mi abdomen, llevé mi vista donde sentía aquel fuerte dolor viendo que era el puñal. Troy debía haberlo lanzando mientras caía.

Sentí un gran dolor recorrer mi cuerpo a la vez que notaba como la plata quemaba mi piel. Debido al dolor que sentía perdí la concentración para volar por lo que comencé a descender con un vuelo irregular. Cuando llegué a los árboles me golpeé con las ramas hasta caer de golpe contra el suelo haciendo que gritara de dolor.

–Parece que mi puntería aún es buena. –dijo Troy con una sonrisa adolorida. Su rostro estaba lleno de cortes y de su labio salía un fino hilo de sangre que caía hasta su barbilla. Él comenzó a caminar cojeando hacia donde estaba tumbada. Le gruñí aún llena de dolor, al acercarse me sonrió orgulloso, se arrodilló y en un rápido movimiento me sacó el puñal haciendo que gritara de dolor y llevase mis manos a mi abdomen para tapar la herida. –Es hora de acabar con esto.

Sonriéndome con una sonrisa maliciosa Troy alzó el puñal por encima de su cabeza, él comenzó a reírse mientras preparaba su ataque. Intenté incorporarme en el suelo con la fuerza que aún me quedaba esperando poder pararle. Él bajó el brazo con rapidez pero como si la situación fuese en cámara lenta, vi como mi padre se interpuso entre el puñal y yo, haciendo que Troy se lo clavase en el pecho a mi padre.

–¡Padre! –grité con fuerza escuchando como mi grito resonó por todo el lugar.

–Podrás ganar esta batalla, pero no la guerra. –gruñó mi padre cogiendo a Troy por el cuello y comenzar a ahogarlo. –Tu obsesión será tu fin.

Comencé a sentirme débil por la falta de sangre, tenía que beber sangre para que la herida comenzara a cerrar y a sanar pero sabía que no tenía a mano ningún sobre. Cansada, me acosté en el suelo viendo como mi padre se arrancó el puñal del pecho y se lo clavó a Troy en la espalda haciendo que él gritara de dolor para después quitarle el puñal y con gran fuerza lanzarlo hacia el aire hasta que le perdí de vista.

Vi como mi padre cayó de rodillas soltando el puñal, este cayó al suelo con un ruido metálico, él colocó su mano en su pecho mientras jadeaba adolorido. Sintiendo el cuerpo pesado comencé a arrastrarme hasta mi padre para tomar su mano, él me miró con una triste noticia mientras sentía lágrimas formarse en mis ojos, y luego caer por mis mejillas.

–Serás una gran líder, Elnora.

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