Capítulo 33: Una propuesta caliente
10 de noviembre 1717, Hanseong, Joseon
Cada día iba a rendir honores a los restos de su familia que se encontraban enterrados, cada día el príncipe se inclinaba a su lado y le pedía perdón a la madre de Jeongguk por no poder salvarla, cada día que había pasado desde el fin de octubre es que la complicidad de un amo y su guardián se iba afianzando.
Cuando tenía alguna crisis de angustia relacionada con su pasado y los días en los que su padre había sido violento, Kim SeokJin se acercaba y capturaba su cuerpo con tanto amor mientras le susurraba que era un hombre valiente. ¿Cómo sentir asco de tener sentimientos hacia el príncipe cuando él era tan considerado con su persona? No dejaba de tener miedo o sentir que cometía un pecado, sin embargo bastaba que el príncipe estuviera cerca para que todos esos pensamientos negativos se fueran bien lejos.
Con respecto a la muerte de su familia, nada podía quitar de su cabeza la sospecha que Kim Yeon estaba implicado, la sonrisa orgullosa de alguien que comete un delito la tenía él cada vez que lo observaba. No habían vuelto a tener un encuentro tan fuerte como ese día pero era evidente que se detestaban mutuamente.
¿Quería vengarse? necesitaba averiguar la verdad aún cuando esta doliera.
Antes de salir se había acercado a la biblioteca personal del príncipe donde este leía un libro de historia, cruzado de piernas detrás de una pequeña mesa de madera. Suspiró al reparar en pequeños detalles, como la manera en la que fruncía el ceño cuando se concentraba en la lectura, la manera en la que apretaba los labios, la forma de sus ojos.
Al sentirse observado, Kim SeokJin bajó el libro y le dedicó una sonrisa preciosa de esas que curan cualquier enfermedad.
—Jung Jeongguk ¿Qué haces allí parado? puedes sentarme aquí conmigo ¿Deseas beber un té?
El guerrero suspiró ¿Cómo podía ser tan lindo?
—No su majestad —inclinó el cuerpo hacia adelante antes de sentarse de rodillas frente a la mesa— venía a comunicarle que saldré, tengo respuestas que buscar.
Kim SeokJin lo observó en silencio antes de pararse, dar un par de pasos y arrodillarse al lado de su guerrero, era hermoso, varonil y de un buen corazón y era suyo, SUYO.
Estiró la mano hacia su rostro y acarició el costado izquierdo de este, los primeros días Jung Jeongguk se había mostrado un poco difícil para estar las muestras de afecto entre ambos pero desde que él le había enseñado que dejarse llevar era lo mejor para el alma, es que el guerrero aceptaba el cariño y lo brindaba espontáneamente. Sonrió para sus adentros, Jeongguk parecía tardarse menos en este proceso de autoaceptación comparado con él cuando viajó al siglo 21.
—Sé qué buscas respuestas —besó su mejilla con ternura, Seo suspiró— pero te pido no cometas una locura, no ahora.
—¿Por qué? su majestad —se le quebró la voz, el lado sensible de un hombre que era considerado un peligro con su espada solo se mostraba con el príncipe, SeokJin tenía la capacidad de sacar a flote la ternura y delicadeza de Jeongguk— mi familia fue asesinada sin piedad por los pecados que yo he cometido ¿De qué sirve tener piedad por el asesino?
El príncipe acarició el rostro con ambas manos, el cuerpo de Jeongguk lo abrazó por la cintura para tenerlo más cerca, eran cómplices dentro de un ambiente donde nadie podría molestarlos. Con timidez acercó su boca a los labios del guerrero esperando que este tardara en aceptar el beso, sin embargo fue instantánea la manera en la que ambos cerraron los ojos y fueron fundiendo sus bocas en una caricia preciosa y hambrienta.
Para ser un hombre que nunca había besado antes, Jung Jeongguk era un experto, como si supiera de forma inconsciente la manera en la que debía abrazarlo o moverse. Todo su ser encajaba bien.
Jeongguk o miró con angustia creyendo no ser merecedor de la pureza y sentimientos de su alteza ¿Qué había hecho para corresponderle? No era justo que un hombre tan increíble como Kim SeokJin se tuviera que enamorar de un hombre, no, él merecía crecer, contraer matrimonio con una mujer preciosa y traer lindos bebés al mundo que gobernaran Joseon con justicia, no estar aquí preocupándose de alguien que no iba a ser feliz, un asesino, un condenado.
Después de recibir consuelo del príncipe salió de allí rápidamente y sin ser visto por los guardias, no importaba que trabajara en el palacio, no quería ser descubierto por ellos, Kim Yeon podía sacar información de cualquier parte para usarla en su beneficio.
Recordó la primera y única vez que trabajó para una persona que quería que robara algo de la casa del primer ministro, fue en esa misma ocasión que descubrió el retrato del príncipe Kim SeokJin en el dormitorio de Kim Yeon cuando aún realizaban su búsqueda ¿No era evidente que lo había robado solo para admirar su imagen? El tipo estaba enamorado, ese hombre no tenía ni un ápice de interés por la princesa.
Cuando estuvo allí casi trepó por el tejado tratando de no ser visto por los guardias que la familia Kim tenía en su hogar, descendió con la gracia de un felino sobre la tierra sin emitir ruido alguno y caminó por fuera hasta donde sabía que había una ventana de la habitación de Kim Yeon.
1 de la madrugada, los pajarillos descansaban en la rama de los árboles juntos para pasar el frío, las personas estaban bajo algunas mantas en sus camas sobre el suelo ¿Sería el mismo caso de ese desgraciado? Abrió con extremo cuidado la ventana para comprobar que efectivamente la habitación estaba vacía. Miró hacia la puerta que daba al pasillo, suponía no tener tiempo, él podía llegar en cualquier momento.
2 días después
Dejó su caballo atado en un árbol de aquel cerro. La iluminación no era tan buena a las 5 de la tarde gracias a las nubes grises y al sol que se escondía temprano, de todas formas no fue impedimento para salir un poco y buscar a Jeongguk, su guardián había nuevamente desaparecido. ¿Le habrían hecho daño? La sola idea de que lo hubiesen atrapado en su investigación le dolía el pecho, Lee Yoon podía estar nuevamente implicado.
Sentía miedo de seguir compartiendo con ese hombre fingiendo frente a todo el mundo en el palacio, su cuerpo y su mente estaban preparándose para recibir el final de su vida pero ¿Cuándo? "Tiene que suceder algo suficientemente malo para darle sentido a la reencarnación" pensó angustiado cuando abrazó su propio cuerpo tras temblar ¿Era el extremo frío o el miedo que sentía?
Agudizó la vista al darse cuenta que alguien cortaba leña en medio del bosque, podía ser normal, claro, pero no era común que alguien lo hiciera sin algún tipo de ropa que cubriese la parte superior de su cuerpo en un día que parecía invierno. Su alma sabía perfectamente quién era esa persona .
Con un solo movimiento el hacha le daba a la leña que caía partida en dos al suelo y una tras otra las iba acumulando. Si creyó que con eso la rabia y las crisis de angustia desaparecerían estaba equivocado pues solo aumentaban. ¿Qué más podía hacer? Escuchó un murmullo que lo hizo voltear al instante, allí vio parado con su fastuoso traje al príncipe Kim SeokJin.
Vaya, lo había encontrado aún cuando tenía intenciones de estar solo luchando con sus propios demonios.
—Su majestad —jadeaba, podía hacer frío y estar a punto de nevar pero la rabia y el ejercicio lo tenían acalorado— por favor por su propia seguridad salga de aquí, desde el palacio sospecharán que no está
—Pues —se suponía que no debía sorprenderle verlo con sus ojos color chocolate-miel llenos de lágrimas, estaban enrojecidos, incluso habían en su mejilla— nadie me ha visto llegar a este lugar... vamos, Jeongguk, puedes confiar en mí
—¡No! —gritó— si me atrevo a confiar en usted su vida estará más que en peligro, sería incapaz de hacerle eso.
Temblando se dio la vuelta para irse pero el muchacho lo sujetó de la muñeca y lo arrastró hasta unas rocas llenas de musgo. Sus cuerpos estaban pegados el uno al otro ¿Qué tan bueno esto podía ser? En silencio SeokJin lo miró tan fijamente que poco a poco él se fue deshaciendo en su angustia, apoyando su espalda desnuda en un árbol detrás mientras agachaba la cabeza y se ponía a llorar.
—Jung Jeongguk, por favor dime qué está sucediendo, qué sucedió esa noche —se arrodilló en el césped sorprendiéndose cuando su guardián lo abrazó fuertemente y rompía a llorar desesperado. Su angustia era tal que el príncipe terminó por llorar en silencio— llore todo lo que quieras... hazlo por favor.
—Me estoy volviendo loco, por favor sálveme de mí mismo ¡Antes que termine por cortarme el cuello con esa hacha!
—Si se quita la vida el siguiente en hacerlo seré yo —masculló contra el cabello húmedo de Jung, no le gustaba ver al amor de su vida sufrir de esa manera— por favor confía en mí.
—No he comido ni dormido desde el día que finalmente fui al hogar de Kim Yeon —se separó para mirarlo, apenas entraban rayos de luz entre los árboles del bosque— cuando busqué sigilosamente entre sus pertenencias... Me —apenas se le entendía entre balbuceos y lágrimas— me encontré con la cadena de mi madre.
—Lo siento tanto, perdón, yo... yo no puedo... ¡Dios era su familia! —retrocedió inquieto— por mi culpa, por mi culpa mataron a lo que usted más amaba... —no podía tranquilizarse— por que un hombre enfermo está enamorado de mí mataron a su preciada familia... su madre, sus hermanos.
Jeongguk lo miró fijamente durante un par de segundos en los que sus lágrimas habían cesado, los ojitos del príncipe estaban perdidos alrededor suyo mientras la culpa llegaba a su alma, una culpa que no le correspondía.
Sí, Kim Yeon había matado a la gente que amaba, no había duda alguna que ese infeliz tenía sentimientos por el príncipe ¿El amor hacia el mismo género era más común de lo que pensaba? tal vez. Se acercó un poco para colocar una mano en el príncipe, no iba a permitir que una bestia los hiciera sentir peor.
—No... solo es la culpa de un hombre cerdo, aquí —puso la mano del príncipe sobre su torso desnudo justo donde latía el corazón—aquí está el deseo más profundo de matar a un hombre, de estrangularlo con mis propias manos o cortarle la cabeza con mi espada, de acabar con la vida de Kim Yeon como lo hizo con mi familia
Se miraron unos segundos y por un instante mutuamente se secaron las lágrimas, para ser alguien que aún luchaba con sus deseos homosexuales, Jung Jeongguk le entregaba mucho afecto.
—No lo hagas, no condenes tu alma al pecado, deja que el destino se encargue de hacerle la vida imposible a Kim Yeon —se le oprimía el pecho pensando que hablaba de esa manera sobre la vida pasada de Taehyung.
—Pero mi familia... —se le quebró la voz— no puede quedar esto así —sus rostros estaban muy cerca el uno del otro, este tragó saliva— ¿Existe alguna forma de poder hacer justicia sin matarlo de forma agónica?
—Existe... creeme que existe y sé que es real porque lo veo en tus ojos —alzó la mano para tocar con delicadeza las cejas y el contorno de los ojos de su guerrero, él suspiró de placer— y sé que es real porque es lo que siento aquí —sostuvo la mano de Jeongguk y la dejó sobre su pecho.
—¿Qué trata de decir su majestad? —masculló, cada célula de su cuerpo estaba respondiendo al contacto que tenía contra la piel de él.
—Necesitamos hablar a solas ¿Puedes pasar por mi aposento a la media noche cuando todos estén durmiendo? pero necesitamos un código —su labio inferior desapareció bajo sus dientes— te esperaré tras la puerta a la que debes dar solo 3 golpes, solo así sabré que eres tú ¿Entendido? y por favor, vuelve al palacio... te lo imploro.
Gran parte de lo que quedaba de día estuvo dando vueltas, ansioso sin dejar de pensar en lo que se iba a venir. Apenas había escuchado a su hermana cuando tuvo la oportunidad de reunirse con ella y su madre la reina para beber un poco de té. Las palabras de los ministros e incluso la odiosa presencia de su padre, el rey Kim Donghae, no le había afectado en lo más mínimo.
Tenía miedo, pero consideraba también la opción de que él no llegase por temor a ser sorprendido o por temerle al hecho de estar solos.
Min Yoongi llevó último jarrón con agua fría para dejar el baño a una temperatura adecuada donde su príncipe pudiera bañarse. Con apuro el muchacho le dijo que saliera, no quería perder tiempo en preparativos sin sentido. Era de los pocos que gozaba del baño y que tenía tan buenos hábitos de higiene.
Como ya se había quitado la ropa no podía volver a ponerse todo el aparataje que usaba porque tardaba mucho, así que se colocó su gran pijama de seda blanca alrededor de su cuerpo y caminó hacia el dormitorio real pidiendo estrictamente que no quería a nadie cerca.
Al llegar cruzó sus piernas sobre su cama, su cabello oscuro estaba humedecido pero olía increíble. Sostuvo un libro que hablaba de los grandes hechos que marcaron Goryeo ¿A quién engañaba? Ni dos líneas podía concentrarse antes de volver al principio de la página. Miró a su alrededor, el cuarto era tan grande que no podía divisar con claridad las cosas en las esquinas cuando había oscuridad, tembló de solo pensar que podía estar Kim Yeon escondido con alguna espada para matarlo. ¿Cómo poder recompensarle a Jeongguk por todo el daño que le estaba causando la muerte de su familia?
De pronto escuchó algo en la puerta, ansioso miró y se dio cuenta que podía ser medianoche en punto. Se quedó en silencio esperando un poco más hasta que 3 golpecitos se volvieron a escuchar. Rojo como una rosa de primavera se levantó de la cama y de puntillas llegó hasta la entrada, abrió lentamente y lleno de temor ¿Sería su futuro "cuñado"?
Allí parado estaba el guerrero con su cabello atado tras su cabeza y algo escondido tras su espalda, con sus ojos tan "asesinos" como siempre ¿Era consciente que su aire de misterio y sus ropas negras le daban un toque fatal?
—Pasa por aquí —susurró, cuando él caminó a su lado sintió un aroma tan exquisito que hasta la boca le tembló.
—Alteza ¿Desea usted que mantengamos una conversación de pie? —miró a su lado nervioso.
—No, no... aquí —le indicó una mesa de madera preciosa— ¿Desea algo para comer? Tengo algunos dulces y té —negó nervioso con la cabeza, tendría que calmarlo de alguna forma para mantener una conversación sin ir cesando cada 10 segundos— no se preocupe, la habitación ha quedado asegurada, nadie puede interrumpirnos
—¿De qué desea hablar su majestad? —ambos se sentaron de rodillas bajo la luz de las velas—Es para mí una bendición estar aquí junto a usted pero a la vez no puedo evitar sentirme lleno de pavor
Dejó la espada sobre el suelo con calma antes de observar al príncipe fijamente, estaba cubierto con las sedas de su pijama blanco. SeokJin miró por un segundo las velas de cera que había en la mesa, el aire con ese tipo de luz era mucho más "sensual".
—Daría tanto por poder devolverte lo que te ha sido robado, sé que sonará artificial pero de verdad hubiese dado mi vida para que fueses feliz lejos de este palacio, feliz junto a tu familia y los seres que te aman... no siendo mi guardián
—¿Qué me aman? Su majestad —susurraban— en esta vida nadie me amaba excepto mi madre y mis hermanos que ya están muertos, además ofrecer su vida, fallecer por culpa del futuro esposo de la princesa Kim Su Bin solo para darme felicidad también hubiese sido en vano... —cerró los ojos con dolor, tenía que ejercer autocontrol para no gritar cuando la rabia era tan grande contra ese puerco— lo que sucedió ya está hecho ¿Qué puedo hacer? Quitarme la vida ha sido una deliciosa opción por aceptar cada vez que veo mi espada
SeokJin abrió levemente los labios dada la sorpresa de sus palabras. Nervioso miró hacia el techo porque la mirada de su guerrero estaba siendo demasiado intensa, incluso en esta vida la pasión entre ambos era agobiante.
—Jung Jeongguk —susurró— si yo te dijera que hay personas que están destinadas a estar juntas, ya sea en esta o en otra vida ¿Me creerías? —en silencio él lo miró desde la punta de sus descalzos y bellos pies hasta los ojos, luego asintió lentamente— y si yo.. y si yo —ansioso coló ambas manos en la mesa y se inclinó sobre sí mismo para verlo más de cerca— si yo le dijera que he querido quitarme la vida en muchas ocasiones después de mi secuestro —Jeongguk gruñó— pero que.. que solo la idea de compartir un poco contigo me ha frenado por completo ¿Qué me diría? Yo...
Jeongguk tenía la boca abierta, ya las manos las tenía calientes con el deseo prohibido, pero la verdad absoluta que alguien tan maravilloso como el príncipe lo quisiera lo ponía peor, pues nadie en su vida lo había querido de esa forma.
— Yo te amo Jung Jeongguk, te deseo, te estimo... te necesito incluso si tú aún crees que esto que sucede es repulsivo —sus ojitos oscuros estaban húmedos al decir aquella confesión, temblaba por completo con el temor al rechazo.
El guerrero tragó saliva, "repulsivo" sonaba mal en cualquier aspecto incluso cuando a él le costara asumir con libertad su condición "homosexual". Nervioso sostuvo las manos cálidas de su príncipe y las dejó sobre su rostro.
—Ya dije que tengo miedo de lo que siento hacia usted porque aún creo que no es normal, jamás me atrajo una sola mujer y... preferí vivir en soledad antes que asumir lo que parece que soy... —susurraba al borde de la amargura— pero aunque quiera borrarlo no puedo dejar de desear el contacto con su persona ¿Usted me dejaría libre? por favor —cerró los ojos pero en ese momento sintió como unos labios calientes se posaban sobre su mejilla derecha, de inmediato las lágrimas se asomaron en sus ojos— su majestad.
—Y te repito Jung Jeongguk, a ti y todos tus temores —susurró en la comisura labial— te amo, te amo a ti, te amo con tu marca de guerra en la espalda, te amo con tus temores, te amo a pesar de que nadie en este siglo pudiera comprenderlo.
Lentamente su cuerpo se fue aferrando a la de su guardián cubierto de ropas negras, se sentó a horcajadas sobre sus muslos y acarició con apacibilidad sus preciosos rasgos, incluso en esta vida Jeon Jungkook era jodidamente guapo. Su hombre, suyo.
—¿Querías una opción para vengarte de Kim Yeon sin manchar tus manos con su sangre? —el guardián no asintió porque realmente quería matarlo, simplemente lo escuchó— solo quiero escuchar una cosa y no seas respetuoso conmigo, tampoco cedas ante esa voz en tu cabeza que te dice que esto está mal... —besó el contorno de su oreja, la respiración del guerrero era más pesada— si pudieras tenerme en todas las formas posibles ¿Lo harías?
Tembló completo al inclinar la cabeza y ver su cuello desnudo. Esto era jodidamente antinatural, aberrante, el desear a un hombre siendo uno rompía 1000 reglas bajo cualquier sociedad que pisara la tierra. Sí, pero lo deseaba como el infierno aún cuando luchara contra ese delicioso impulso.
—Si pudiera tenerlo sería solo mío —jadeó.
—Hágalo... —besó lentamente su barbilla, regó un camino de besos arrastrando sus labios hasta el lóbulo de su oreja, sostuvo unas hebras de su cabello largo— véngate, no respetes, sé tú mismo... —Jeongguk posó ansioso y tan lleno de lujuria las manos sobre su espalda que quemaba— si me quieres y a pesar que sea antinatural, no me sigas torturando, saca el animal que guardas en tu corazón para tenerme de todas las maneras que quieras, haz lo que Kim Yeon desearía pero nunca podrá... —rozó sus labios—yo... soy... solo tuyo.
Viernes 16 de marzo 2019, Seúl, Corea del Sur, 1 mes después
Aún podía recordar lo que le había dicho Jimin en ese tiempo cuando su pequeño le había dicho la verdad. Kim Jin había sido juzgado, todo el mundo sabía quien era el agresor pero no quién había sido el asesino de este, su identidad se protegió por ser menor de edad. Durante el proceso de investigación que duró 6 meses, a Jin lo llevaron a un centro de detención de menores, lugar donde de alguna u otra forma consiguió drogas para hacer de la experiencia más llevadera.
Cada vez que tocaba realizarse examenes de sangre él dejaba de consumir 1 semana antes con tal de que no lo descubrieran, pero los cambios de humor, estado físico y salud no pasaron desapercibidos para sus padres.
Cuando el proceso de investigación había terminado, él no fue condenado dada su edad y el historial de abuso sexual detrás, sin embargo tenía que ir a un centro de rehabilitación para superar su adicción a las drogas. Fue allí que conoció a Park Jimin.
Con respecto a Hoseok, le había dicho la misma excusa que a Taehyung, el fotógrafo lamentaba que todo hubiera ocurrido así pero estaba entusiasmado a conocer su nueva faceta.
Miró hacia el frente cuando lo vio llegar con las mejillas sonrosadas. Incluso si lo había visto hoy en el centro de ayuda y ayer donde los ancianos, nunca se cansaba de su persona.
—Me gusta como luces, pareces un muñeco.... —sonrió para sus adentros pensando en SeokJin— te llamaré "Muñequito"
—Siempre creo que hay algo demasiado familiar con esa palabra —apretó sus puños y colocó una mano en la solapa de su traje antes de alzar un poco el rostro para rozar sus labios— estás muy apuesto —susurró.
—No más que tú.
Lo abrazó completamente antes de asaltar su boca con fuerza, era adicto al sabor de la boca de Kim Jin, a sus labios, a su delicadeza, a lo juguetón que podía ser con su lengua cuando se tocaban. Cuando lo soltó se dio cuenta de cuan brillante estaban sus labios tras el beso, mierda, no podía saciarse de ese hombre.
—¿Entramos? mis padres ya llegaron pero les dije que nos esperaran adentro
—Dios... ¿Y si no les agrado? —Jungkook descansó una mano al costado de su cintura.
—Pequeño, ellos te amarán.
Durante estos días les había contado a sus padres la misma historia que a Taehyung y Hoseok, su padre le había creído, pero el instinto especial de una madre no fallaba, algo ahí no le cuadraba. Cuando ingresaron al restaurante a la sección privada, los pudo ver sentados con una sonrisa de oreja a oreja, ambos se pararon.
Jin se sorprendió, el señor Jeon lucía muy joven, la señora Jeon era guapísima, ahhhh, algunos nacían preciosos y en cuna de oro.
—Buenas noches señor y señora Jeon, es un honor conocerlos —estiró su mano pero la madre de Jungkook lo abrazó con tanta fuerza que le sorprendió, parecía conocer el contacto. Si su hermana supiera que estaba saliendo con el modelo y que ahora estaba conociendo a su familia lo mataría.
—Que agradable conocerte.
—Comparto el sentimiento de mi esposa, es agradable conocer a la persona que ha confiado tanto en nuestro hijo y lo ha regresado a la vida —las mejillas de Jungkook se enrojecieron tanto que no pasó desapercibido, sus padres se rieron ¿Querían avergonzarlo? los amaba.
Durante la comida Kim Jin se dio cuenta que todos los prejuicios que había tenido con la gente famosa no eran ciertos, al menos la familia Jeon tenía una dinámica muy parecida a la de una familia normal, reían de chistes comunes, hablaban banalidades, incluso habían impuesto la regla de no hablar de trabajo mientras estuvieran en la mesa para no hacer monótona y repetititva la experiencia.
Algunas veces durante la comida, Jungkook apretaba su rodilla bajo la mesa pero no con la intención de provocarlo, solo para decirle que ante cualquier pensamiento negativo que cruzara su cabeza él estaba allí para él. ¿Estaban saliendo? ¿Eran novios? quería preguntarle pero temía una respuesta negativa, quizás era demasiado inseguro ¿Y si le preguntaba a Jimin? ¿Lo querría Jungkook con sus pesadillas del pasado? Mierda, quizás si tendría que ir donde Kim Namjoon a terapias.
—¿Te sientes bien? —susurró el modelo.
Alzó los ojos a Jungkook y comprendió que estaba en buenas manos, la sinceridad entre ambos era importante, si tenía dudas debía preguntarle. El padre de Jungkook, Jeon Jon Hee, sonrió para sus adentros mientras que su madre apretaba los labios.
¿En qué momento iba a decirle a su hijo que no era necesario que le siguiera mintiendo? Incluso cuando todo parecía normal, Jeon Sung Ryung sabía que tenía frente a sus ojos al príncipe heredero Kim SeokJin.
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