#1. La Sombra del Pasado
28 de marzo, 2020, 5:06 p.m, Canadá.
-¡Mi amor! ¡Tu chaqueta! -un peliazul bajo presuroso por la escalera de caracol, llevaba un delantal blanco puesto y tenía algo de masa embarrada en su mejilla. -¡Troy!
-¿Eh?
-Tu chaqueta, subnormal. -añadio una voz femenina.
-¡Ah! Cierto. ¡Gracias, Jake bebé! -Un hombre pelirrojo y de camisa verde musgo sonrió con dulzura al peliazul de delantal. Tomó la chaqueta que el más bajo le ofrecía en sus manos y le robó un beso rápido de sus labios.
-Que asco, busquense un motel o lo que sea. -exclamo asqueada la pelirroja desde el sofá de la sala de estar, que inspiraba un aire de elegancia y sofisticación. El peliazul le saco el dedo del medio y Troy se echo a reír.
-Ellie, querida hermana, tu eres el parásito que se mudó a nuestra casa. Sabes que somos casados ¿Por qué te quejas de nuestras muestras de amor?
-Primero, estoy aquí temporalmente hasta que pueda pagar mi deuda con el banco. Segundo, claro que me quejo, son muy acaramelados.
-Ni que estuviéramos cogiendo frente a ti.
-¡Troy! -Jake apartó el rostro del más alto con su mano, rojo de la vergüenza. Pero Troy no dejaba de reír, abrazandolo firmemente por la cintura.
-No es necesario, con ese vocabulario es suficiente para traumatizar a alguien.
-Siempre tan hilarante, Ellie. -el pelirrojo mayor rodó los ojos, sonriente. -Bueno, los veré en la noche a ustedes dos. ¿Que cenamos hoy?
-Lasaña, tu favorita.
-Me conoces tan bien. -ambos compartieron otro beso, está vez más largo que el anterior, ignorando el gesto de asco de Ellie desde la sala de estar. -Nos vemos hasta entonces, mi amor.
-¡Cuídate! -se despidió finalmente Jake, viendo a su marido alejarse hasta la puerta de la entrada para cerrarla tras de el. Seguido de eso, el sonido del motor de un automóvil que se hizo cada vez más débil dió a entender que el hombre se había ido a su trabajo como policía.
Jake soltó un suspiro.
-Siento un malestar en el pecho, Ellie... -le dijo este a su amiga y cuñada, quien lo miró extrañada desde su asiento en el sofá.
-¿Estás enfermo o algo?
-No... Es como si tuviera un presentimiento. Cómo si algo malo fuera a pasar.
-Trata de no darle muchas vueltas al asunto. No te ayudará.
-Supongo... -aceptó, resignado.
-Ire a ver a Tess, escuché que su abuela está enferma y creo que necesita de mi ayuda. -la pelirroja se puso de pie y tomo su bolso azul marino. -¿Quieres venir conmigo?
-Claro, de todas formas no tengo trabajo hoy. Solo déjame buscar las llaves del otro auto...
-¿Cuál puto auto? Vamos a caminar, así te relajas y de paso hacer ejercicio. Aunque bueno, con lo flaco que estás si te ejercitas un poco te desapareces.
-No pues ¿Gracias? -Ellie le quitó al peliazul las llaves de la mano, pues ya las había encontrado, y las dejo sobre la mesa del comedor.
-Vamos.
-Si.
Ambos amigos salieron de la lujosa casa, Ellie se adelantó un poco mientras Jake cerraba con seguro para evitar que nadie les robara. Así, ambos empezaron a caminar hacia la casa Mitchell.
Jake y Ellie continuaron su camino hacia la casa de los Mitchell, compartiendo anécdotas y risas para aliviar la tensión que Jake sentía en su pecho. El aire fresco de la tarde les envolvía mientras caminaban por las tranquilas calles del vecindario.
Al llegar a la casa de los Mitchell, Jake sintió un escalofrío recorrer su espalda. Una sensación de inquietud se apoderó de él, recordándole su presentimiento anterior. Sin embargo, trató de apartar esos pensamientos de su mente y concentrarse en la visita a Tess.
Al acercarse a la puerta principal, Jake notó que algo no estaba bien. La puerta estaba entreabierta, oscilando ligeramente con la brisa. Un nudo se formó en el estómago de Jake mientras se acercaban con cautela.
Ellie tocó la puerta suavemente y llamó a Tess, pero no hubo respuesta. Jake se sintió cada vez más inquieto, sus sentidos alerta ante cualquier señal de peligro. Decidieron entrar, con Ellie a su lado para apoyarse mutuamente.
Al entrar en la casa, fueron recibidos por un silencio opresivo. La casa estaba oscura y parecía desierta. Jake sintió un escalofrío recorrer su espalda mientras avanzaban por el pasillo hacia la sala de estar.
De repente, un ruido en el piso de arriba los hizo detenerse en seco. -Espera, Ellie. Algo está mal... -Jake agarró instintivamente el brazo de Ellie, el corazón de ambos latía con fuerza en su pecho. Con paso lento y cauteloso, subieron las escaleras, preparados para lo peor.
Al llegar al piso de arriba, se encontraron con una escena que los dejó sin aliento.
Tess estaba arrodillada junto a un cadáver, el de su novio, estaba sentada en una esquina de la habitación y todo estaba lleno de sangre. La pelinegra tiritaba llena de terror mientras sostenía el cadáver de su difunto novio. Y ni Ellie ni Jake se atrevieron a moverse del marco de la puerta.
-¿Tess...?
La nombrada giró lentamente su cabeza hacia donde estaban sus dos amigos. Respiraba entrecortadamente mientras los veía con las pupilas muy pequeñas.
-Chicos... -su voz fue como un pequeño murmuró que se perdió en medio del silencio de la habitación. Siendo lo único que se escuchaba su pecho, subiendo y bajando. Ellie estaba por preguntarle que había sucedido, Pero el sonido de unos pasos tras su espalda y la de Jake, acompañada por una respiración pesada, la hizo por instinto voltearse a ver.
-¿Señora Michell...?
Pero esa, definitivamente, no era la amable señora Mitchell.
La figura que se acercaba a ellos era una anciana de aspecto demacrado y desaliñado. Su piel arrugada estaba cubierta de manchas y su mirada era salvaje, desprovista de cualquier rastro de cordura. Sus ropas estaban rasgadas y manchadas de sangre, dándole un aspecto aún más aterrador.
Jake se interpuso entre la anciana y Ellie, tratando de protegerla de cualquier posible amenaza. La anciana avanzó hacia ellos con paso tambaleante, emitiendo gruñidos guturales y mostrando los dientes en un gesto amenazador.
-¡Tess, Ellie, largo de aquí! -gritó Jake, empujando a Ellie hacia la salida.
-¡Pero...!
-¡Largo, corran! -repitio, en medio de su forcejeo contra la anciana.
Incapaz de negarse y maldiciendo entre dientes por la estresante y desconcertante situación, fue rápidamente hacia la esquina de la habitación donde se encontraba la pelinegra. Estaba llena de la sangre de su pareja y no dejaba de llorar.
-¡Tess, ponte de pie! ¡Rápido! ¡Debes dejarlo! -insistia la pelirroja, jalando la mano de la otra mujer.
-No puedo dejarlo, no puedo... -murmuraba Tess, sollozando mientras forcejeaba contra Ellie, quien trataba de arrastrarla hacia la puerta. -No, Hunter...
La anciana se abalanzó hacia Jake con un grito gutural, sus manos extendidas como garras. Jake se preparó para el enfrentamiento, su corazón latiendo con fuerza en su pecho mientras se preparaba para defenderse.
Con un rápido movimiento, Jake esquivó el primer golpe de la anciana y contraatacó, lanzando un puñetazo hacia su mandíbula. La anciana retrocedió, pero rápidamente se recuperó y volvió al ataque con renovada ferocidad.
Ellie finalmente logró desviar la atención de Tess de su difunto novio y la arrastró hacia la puerta, mientras la anciana y Jake luchaban en la habitación. Tess seguía llorando y sollozando, resistiéndose a dejar atrás el cuerpo de su amado.
-¡Tess, tenemos que irnos! -gritó Ellie, tratando desesperadamente de arrastrar a su amiga fuera de la casa. Pero Tess se resistía, aferrándose al pasado con todas sus fuerzas.
Finalmente, con un último esfuerzo, Ellie logró arrastrar a Tess fuera de la casa, mientras Jake continuaba luchando contra la anciana en el interior. El sonido de su lucha resonaba en la oscuridad, mezclado con los sollozos de Tess y los latidos acelerados del corazón de Ellie.
Fuera de la casa, Ellie y Tess se detuvieron para recuperar el aliento, mirando hacia la oscuridad con miedo y preocupación. Sabían que Jake estaba enfrentando algo terrible dentro de la casa, pero no podían hacer nada más que esperar y rezar por su seguridad y la de ellas: pues en medio de la oscuridad, se oían gritos y los automóviles pasaban a toda prisa, chocando entre ellos y provocando explosiones que dejadon incendiadas las calles. Ciertos individuos se lanzaban contra los desafortunados expuestos en plena carretera, aumentando el pánico. Una terrible situación.
Y sin saberlo siquiera, ambas mujeres se volverían fieles testigos de lo que se volvió el fin de los tiempos.
___
09 de abril, 2030, 7:04 a.m . Actualidad.
La invasión de los infectados fue controlada prácticamente gracias a Jake. Quien fue el que hizo todo el trabajo sucio.
-Ugh, que asco.
Por desgracia, matar infectados incluía ensuciarse de su sangre contaminada, algo que Jake odiaba. En su opinión, resultaba mucho más satisfactorio matar a un cerdo miembro del gobierno corrupto y escucharlos implorar por misericordia que francamente no merecían.
Y es que si bien, Jake era más que un simple soldado fiel a su gente: era un asesino cuya jefa confiaba plenamente en el y constantemente le encargaba misiones en el exterior, desde conseguir rehenes para negociar con los corruptos hasta matar a los más influyentes. Desde hacía años que perfeccionaba su técnica a la hora de asesinar, pues la verdad, mucho no hacía, y consideraba importante tener tanta experiencia como le fuera posible.
El peliazul se encontraba en los baños privados del edificio central del campamento de su sociedad, "Las Luciérnagas", y que era además la sede donde funcionaba todo. Trataba de limpiarse la sangre que tenía manchando su pantalón gris porque simplemente le provocaba mucho asco. Su pelo azul, atado en una pequeña cola de caballo, descansaba sobre su hombro, y aparte del pantalón ancho, tenía puesta una camisa de cuello alto color negro y sin mangas. Dejando ver la musculatura de sus brazos y también algunas varias cicatrices.
Una vez hubo logrado limpiar la apestosa sangre de infectado de su pantalón, Jake salió de los baños con paso firme, decidido a enfrentar lo que sea que le esperara en la oficina de su jefa. El edificio central del campamento de Las Luciérnagas se alzaba imponente frente a él, con sus paredes de piedra oscura y ventanas reforzadas con barras metálicas. Era el corazón de la sociedad clandestina, el lugar donde se tomaban las decisiones más importantes y se planeaban las misiones más peligrosas.
A su alrededor, podía ver a varios miembros de Las Luciérnagas ocupados en sus labores diarias. Algunos entrenaban en el patio de armas, practicando sus habilidades de combate bajo la atenta mirada de instructores expertos. Otros reparaban barricadas y fortificaciones, asegurando la seguridad del campamento ante posibles ataques de los infectados.
En una esquina, un grupo de médicos y enfermeras atendía a heridos y enfermos, tratando de mantener a todos en condiciones óptimas para el combate. Y en otro rincón, un equipo de ingenieros trabajaba en la construcción de nuevos dispositivos y armas, buscando siempre mejorar las defensas de Las Luciérnagas contra la amenaza de los muertos vivientes.
Jake pasó junto a ellos, su mente concentrada en la tarea que tenía por delante. Sabía que la jefa Hernández no convocaba a nadie sin un motivo importante, y estaba preparado para escuchar lo que fuera necesario para proteger a su sociedad y a sus amigos.
Finalmente, llegó a la puerta de la oficina de la jefa. Respiró hondo, se ajustó la chaqueta de cuero y entró con determinación. En el interior, encontró a la jefa Hernández sentada detrás de su escritorio, rodeada de papeles y mapas estratégicos. A su lado, un hombre de mediana edad con uniforme militar escuchaba atentamente mientras tomaba notas en un bloc de notas.
Jake se detuvo frente a ellos, manteniendo una postura de respeto pero sin bajar la mirada. Sabía que la jefa Hernández era una líder fuerte y decidida, y que no toleraba la incompetencia ni la debilidad.
-¿Me quería ver, jefa? -preguntó con voz firme, esperando instrucciones.
-Si, siéntate.
Mientras el peliazul acataba la orden, la jefa mantuvo fijos sus ojos oscuros en Jake con una intensidad que no dejaba lugar a dudas sobre su autoridad. Rosa Hernández era una mujer decidida, la mente detrás de la operación y que no dudaría en eliminar cualquier amenaza que atentara contra la vida de su gente y la de su pequeña hija. Jake le tenía un alto estima a la mujer mexicana y siempre mostraba sus respetos ante ella.
-Allen. Necesito que te encargues de una misión muy importante. -dijo, su voz resonando con autoridad en la pequeña oficina. -Sin embargo, no puedo decirte todavía de que se trata. Pues tú compañero de misión aún no llega.
-¿"Compañero de misión"? -repitio, sin poder evitar fruncir el ceño. Pues la idea no le agradaba. La mujer se dió cuenta rápidamente, ya fuera por lo perceptiva que es, lo fácil que era leer a Jake o sino simplemente lo conocía desde que empezó a matar para ella y sabía que no se lo tomaría tan bien como le gustaría.
-Escucha, se que prefieres mil veces trabajar en la individualidad, Pero está misión es diferente a cualquier otra cosa que te haya pedido en el pasado. Y no puedes hacerlo solo. Está vez, en particular, llevamos un paquete valioso.
-Comprendo, señora. -asintio Jake, tratando de ser comprensivo. -¿Al menos puedo saber quién es mi compañero?
En ese momento y antes de que hablara la mujer pelimorada, la puerta de la oficina se abrió y dejó entrar a una figura alta y musculosa de ojos cían y cabello oscuro. Jake miró con horror a su jefa.
-¡Ya llegué, jefecita! Buff, si hubiera visto la cantidad de infectados que venían desde el exterior de la barricada y el muro no me creería, Pero gracias a su hombre de hierro ¡No habrá más bajas por hoy! -exclamó, presumido. Jake se acaricio la cien con su mano, buscando paciencia donde no había. -Vaya, lindura. Así que ya estabas aquí. -dice Tom, sonriendo con picardía y burla mientras le picaba la mejilla con el dedo. Jake no dijo nada y solo tomó su mano, torciendola, provocando un quejido por parte del de ojos cían. -¡Ouch! ¿Que mierda está mal contigo?
-Eso fue exactamente lo que dijo el doctor cuando te vio nacer. -responde, sarcástico. Soltó la mano del pelinegro y se cruzó de brazos en su asiento, sin embargo el recién llegado, molesto, tomo del cuello de la camisa a Jake y lo acercó a su rostro. Ambos compartieron miradas serias y llenas de rabia, y de no ser porque su jefa y su segundo al mando estaban ahí mismo (Jake ya tenía su mano sobre su navaja y Tom habia tomado su revólver).
-Repite eso. A ver, muy gallito. -Tom contempló con una mirada fría al peliazul, sin soltar su agarre del cuello de su camisa. Dejo de lado su actitud soncarrona y ahora mostraba una faceta mucho más fría y molesta.
-¿Eres tan tonto que debo deletrearte cada cosa que te digo? Parece que lo único bueno que tienes es la fuerza bruta. Un mono es más inteligente que tú. Y das pena ajena tratando de parecer gracioso.
-Tu, pedazo de...
-He tenido suficiente, cállense. -les espetó la jefa Hernández, quien peino su morado cabello hacia atrás y soltó un pesado suspiro, mostrándose molesta y cansada. El hombre a su lado, un moreno de lentes y traje con corbata, reprimía una gran carcajada con una sonrisa temblorosa. Se trataba de Alec, su esposo y segundo al mando, algo así como el vicepresidente de su sociedad.
Jake y Tom se mostraron avergonzados por su conducta irrespetuosa frente a su superior. El azabache soltó resignado al peliazul y tomo asiento junto a este, con las manos en los bolsillos de su pantalón holgado.
-Bien, ya que están los dos, puedo continuar con lo que iba. -la mujer hizo un gesto a su marido, quien sin necesidad de palabras asintió con la cabeza, comprendiendo lo que la mujer quería, y se dirigió hacia un armario de madera al fondo de la oficina. -Ustedes dos entan entre los 10 mejores soldados que tengo entre mis filas. Es a ti, Allen, a quien le debemos nuestra seguridad tras los muros. Y a ti, Rogers, te debemos nuestros nuevos conocimientos sobre el virus que acecha nuestras vidas desde el 2020, además de la expansión de nuestras tierras.
Tom le dedicó una sonrisa de burla (una vez más) a su compañero a su lado, y este soltó un bufido.
-Es por ello que, a ustedes dos, siendo mis principales hombres de confianza, he decidido encomendarles una de las misiones más importantes hasta la fecha. No daré demasiados rodeos, así que iré directo al grano: Existe la posibilidad de una cura.
Ambos hombres se pusieron serios, ahogaron un grito de la impresión y contemplaron atónitos a la mujer.
-¿Cómo dice? ¿Una cura?
-Crei que una vez que el virus entraba en contacto con el cerebro, mataba al huésped en menos de 11 horas. No trato de cuestionar su autoridad, mi señora, Pero ¿Realmente es posible tal cosa como una cura? -inquirio Jake, poniéndose de pie y viendo fijamente a su jefa.
-Cariño, lo mejor será que lo vean ellos mismos y se lo expliques más a detalle. Si dejaremos que este par se haga cargo de ella, debemos decirle al menos lo primordial. -sugirio Alec, acercándose a la pelimorada.
-¿"Ella"? Jefa, ¿De que habla?
Rosa suspiro.
-Siganme. Les diré todo lo que sabemos de camino a los laboratorios.
Tom y Jake compartieron miradas, sin estar seguros de qué les esperaba.
___
Solo quiero aclarar unas cuantas cosas:
1. En este universo, Rosa y Alec son esposos desde antes de que iniciara el apocalipsis, y su diferencia de edad es solo de 3 años (34 y 37). Contrario a Tom y Jake, cuya diferencia es de 7 años (32 y 39).
2. Soy fan del rosalec ¿Va? Pero también del Connor x Alec jaja, así que no me funen 🤠.
3. Cómo podrán haber confirmado, Troy era el hermano mayor de Ellie y el esposo de Jake, volviendo a ambos amigos cuñados.
4. El nombre de troy lo inspire del ex-novio de Jake del universo original de campamento desventura.
5. Y si, Hunter está muerto.
¡Nos leemos pronto en un nuevo capítulo! No duden en decirme que les parecio y recuerden que siempre leeré sus sugerencias ✨💐
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top