SILLA DE RUEDAS
—Te aprecio Isabel, veo la dedicación a tus padres y no estoy del todo de acuerdo que tú sola te hagas responsable, tus hermanos deben hacerse cargo también y tú independizarte, vivir tu vida.
—¿Por qué me lo dice señor Roberto? Con esta ya van dos veces que lo hace, yo no soy tan valiente para hacer mi vida sola ni siquiera podría dormir, menos pagar una casa o departamento.
—Mira lo que has hecho tú sola, lo que estás haciendo, cree en ti misma.
—No tengo nada, mi casa se la debo a usted a su buen corazón... —Jalo la silla y me siento algo consternada, él se sienta a un lado mío. Me doy cuenta que su cuerpo apunta al mío, sus pupilas están dilatadas y mi corazón se alegra, mi alma estalla... Mis ideas se colapsan.
—¿Porque me miras así Isabel? ¿Piensas que te estoy aconsejando mal?
—No, jamás lo pensaría de usted, lo que me diga le creo ciegamente. Confío totalmente en usted como en ningún otro hombre. —Al tiempo que acerco mi mano a su brazo... él se pone de pie.
—Tengo que irme, más tarde te llamo o me llamas.
Me dejó así sin saber que pensar, sintiendo todo y deteniéndolo todo en un instante.
Ahora tengo una duda, una gran duda en mi corazón ¿Debo dejar solos a mis padres y hacer mi vida aparte como todos mis hermanos? No, mi respuesta es inmediata, no puedo dejarlos solos soy feliz a su lado. Los amo, los acepto con sus virtudes y errores. Como lo que siento por mi jefe también, lo acepto tal como es, no le cambiaría nada.
******
Llego a casa y mis padres están bien, tranquilos en su casa. Me dedico a limpiar, veo los botes llenos de agua. ¡Me extraña!
— ¿Mami no ocupo agua hoy?
—Sí, saqué dos baldes más para lavar los trastes.
—Le dije que no quiero que haga fuerza en sacarla usted, este fin si me alcanza compraré un bote grande para dejarlo lleno, cercas de la puerta.
—Es muy necesario hija.
—Mija ayúdame a ir al baño.—Nos interrumpe mi padre.
—Claro que si papi.
Lo detengo de un brazo lo levanto del sillón él se apoya en su bastón, se sienta en la silla de ruedas.
—No, mejor ayúdame a ir caminando, no importa que arrastre mi pie. ¿Me puedes si me apoyo en ti?
—Si papi, vamos a intentarlo.
Esta pesado mi padre aun cuando no es gordo, se apoya en mí y en su bastón, la ventaja que la casa es pequeña, hizo un gran esfuerzo y lo logró, cuando salió del baño me pidió la silla de ruedas.
—Papi, poco a poco va a lograr caminar, ya puede estar de pie si se apoya en alguien y en su bastón es una gran ventaja.
—Te voy a pedir un favor mija, saca la silla de ruedas al patio, ahorita.
— ¿Cómo?
—Lo que escuchaste, no la volveré a necesitar... Porque si la dejo me acostumbraré a usarla y ya no intentaré caminar por mí mismo, seguiré haciendo este esfuerzo a cada momento que necesite ponerme de pie, una vez hace mucho me preguntaste si yo podía dejar de fumar y te dije que sí, que todo está en la cabeza, pues ahora te digo lo mismo, voy a dejar esa silla y volveré a caminar de la misma forma que dejé de fumar.
—Papi, lo amo y sé que lo va a lograr. —Al tiempo que lo abrazo le doy un beso y saco la silla atrás de la casa, la doblo y guardo.
Me siento tan orgullosa de todo lo que voy aprendiendo a su lado, ninguno de mis padres son amorosos como yo no sé porque yo sí lo soy, me demuestran su amor con otro tipo de detalles que no son besos o abrazos, como preparándome un desayuno, mi padre me prepara un té de manzanilla con dos limones y azucarado cuando me siento mal, mi madre me hace mi desayuno favorito cuando puede, están al pendiente de mí siempre aun cuando ellos mismos están enfermos.
Me llamó Federico para avisarme que se iría a quedar a mi casa unos días para ayudarme con mis padres, mi cuñada podrá ayudarles durante el dia, me puse más que feliz de saberlo, no necesitaban ni avisar, mis padres estuvieron contentos con sus nietas y con mi cuñada, fue una gran ayuda para mi que ella estuviera durante el dia con ellos y mis sobrinas. Así fue durante meses podían llegar y quedarse unos días o hasta una semana con nosotros, en nuestra pequeña casa. Esos días fueron felices para mi al convivir con ellos. Para mis padres no se diga.
*****
Me voy a trabajar... Ya dejé agua y comida para mis padres, me voy mucho más tranquila al saber la decisión tan positiva que tomó mi padre.
Suena mi celular y no respondo porque voy manejando, al llegar a la oficina me fijo y era mi hermana Lourdes, le regreso la llamada. Por un momento pensé no hacerlo, pero imaginé que el motivo era de trabajo y decido llamarla.
— ¿Tú me marcaste Lourdes?
—Buenos días Isabel, yo no fui, fue nuestro jefe.
—Ok le llamaré a su celular, gracias.
—No, aquí está conmigo solo salió con los muchachos, viene entrando te lo comunico.
— ¿Isabel, ya estás en la oficina?
—Si, señor.
—Bien, necesito que mañana vengas a la reunión que iniciamos y por algún motivo se quedó suspendida, será a las 9.00 am.
—Sí, allí estaré.
—Eso era todo, bye.
Veo venir a Daniel.
—Isabel ¿Porque no había venido a trabajar? ¿Se enfermó de nuevo?
—No Daniel, le dio una embolia a mi padre. —Y le cuento lo sucedido.
—Le puedo decir algo... ¿Y no se molesta conmigo?
—Según lo que sea, no le puedo prometer algo que no se de que se trata, pero al menos lo intentaré.
—Adelgazo mucho ¡Se ve muy bien!.
—¡Hay Daniel! A ustedes los hombres solo les importa en la mujer que esté delgada ¿Por qué me lo dice?
—Solo porque se ve muy bien, no se lo digo con morbo es mejor para su salud, muy seguramente no comió bien ahora que su padre estuvo enfermo.
—Ojalá que encuentre a un hombre en mi vida que no le interese que sea gorda o delgada, simplemente que vea en mi interior lo maravillosa que soy y se enamore de eso.
—Que bruto ya se enojó conmigo, no lo dije en mala intención solo se ve muy bien, es un cambio notorio en muy poco tiempo. Estoy seguro lo va a encontrar y será el hombre más afortunado del mundo.
—No me enojé. Gracias por decirme, fue sin ninguna intención simplemente no comía, aparte de todo he estado devolviendo la comida, pero empecé a comer poquito para no devolverla y me ha funcionado. Ojalá encuentre a ese hombre Daniel porque si no me quedaré de cotorrita como dice mi padre. ja, ja, ja, ja, ja.
—Ojalá que no, que sí lo encuentre. Me gusta verla de nuevo contenta, ya extrañaba escuchar su sonrisa y platicar.
—Yo no tuve tiempo de extrañar nada, estuve muy preocupada, a decir verdad si... A ya sabe quién ji, ji, ji, ji.
— ¿Sigue pensando en él?
Aun cuando nunca le confirmé mis sentimientos era notorio de quien hablábamos.
—Sí, no hay un solo día que no lo haga, sueño mucho con él.
—Me gustaría saber si él siente algo por usted, yo pienso que cualquier hombre se enamoraría muy fácil de usted al conocerla.
—Mejor cambiemos de tema Daniel.
—Solo dígame algo ¿Usted le correspondería sabiendo que es casado, si él le dijera que siente amor por usted?
—Sin dudarlo lo haría. Me da pena decirlo, pero es lo que siento y deseo.
—Siempre he admirado su sinceridad, ojalá que algún día realice su amor o encuentre a uno mejor que él.
—Gracias Daniel.
Le avisan que tiene un trabajo y se marcha.
*******
Llegué a casa, veo a mi padre sentado en el patio viendo regar a mi madre sus plantas.
—Papi ¿Mi madre lo ayudó a salir?
—Sí, ya me aburrí de estar siempre en la casa quiero moverme hacer algo útil, veo y hay tantas cosas que hacer me desespero mucho al ver a tu madre hacerlo todo ella sola.
—Acuérdese que es poco a poquito, véngase vamos a caminar un poco.
Lo levanto y se apoya en su bastón, despacito con todo mi amor y paciencia lo acompañé hasta llegar al final del terreno, caminó 20 metros a mi lado.
—Acércame la silla para descansar un poco mija.
Le acerco la silla y se sienta, recuerdo las palabras del neurólogo "Que haga ejercicio, es su terapia".
—Papá vamos a caminar de regreso a la entrada de la casa.
—Déjame descansar un poco más Isabel.
—No, vamos. —Lo pongo de pie y caminamos un poco más lento.
—Ya llévame dentro de la casa.
—Si. —Subimos muy lento las escaleritas y se acostó en su sillón.
Le marcó a mi hermano Roberto y le platico el esfuerzo que está haciendo mi padre, después le aviso a Federico. Se alegran tanto como yo.
Sé que lo va a lograr si no se desespera y lo sigue intentando, me da muchísimo gusto ver la determinación que tiene. Si esa misma determinación hubiese tenido con el alcohol mi padre fuera un gran comerciante. Pero no es bueno lamentarse del pasado y él puede cambiar su forma de vivir actual si lo decide, y ya lo decidió.
Dejo limpia la casa, aun cuando mi madre ya la tiene limpia, veo la televisión un rato con ellos. No me gustan las novelas pero a mi madre le encantan. Me enfado y me despido de ellos para irme a dormir, me pongo mi pijama, me detengo un momento para verme en el espejo y recuerdo las palabras que siempre me dijo mi madre desde los 13 años que empecé a engordar...
—Nunca ningún hombre te va a querer por gorda, los hombres solo se burlaran de tus lonjas, les dará asco tu celulitis. Nunca... Y de mi te acordarás. Ningún hombre se enamorara de ti.
Me causa tanto dolor recordar esas palabras, darme cuenta que en realidad ningún hombre se ha enamorado de mí, que soy una estúpida soñadora ilusionada con mi jefe ¡Cuánto se debe burlar de mí él también! Pues no voy adelgazar voy a comer más, quiero estar gorda, quiero que si algún día un hombre se enamora de mí me ame completamente como soy y como estoy.
Es verdad he adelgazado un poco pero a mí me da igual, vuelvo a llorar y me acuesto a pensar en mi vida. ¿Mi vida? ¿O la que he me han hecho vivir?
*******
Me despierto temprano, he descansado mucho. Mi padre se levanta sólo al baño, está haciendo un gran esfuerzo, dejo agua... No desayuno, no puedo volver hacerlo desde que enfermó mi padre y me voy a trabajar.
*-*
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