MIS SENOS...
Ya es hora de cerrar y Enrique no llega... No pienso esperarlo...
Voy por mis cosas y las subo al carro, cierro la oficina. Me dispongo a sacar mi carro para cerrar las puertas del exterior cuando escucho el motor de un carro y música... Volteo y lo veo llegar...
—Pinche vieja ¿Ya te ibas sin esperarme? —Me pregunta Enrique sonriendo a carcajadas.
—ja, ja, ja, ja, ja, ja sí.
—Deja tu carro allí adentro o en la tienda y acompáñame a cobrar un dinero.
—Está bien, lo dejaré en la tienda si me dan permiso. —Cierro y se va atrás de mi carro. Llego con Victor.
—Me darías permiso de dejar mi carro en el estacionamiento en una orilla dónde no estorbe en lo que regreso, no tardaré más de una hora.
—Si claro, lo que se te ofrezca. Es más como es un carro que llama mucho la atención mejor déjalo adentro en la cochera.
Abre el portón y le dejo las llaves por si tiene que salir en su carro pueda mover el mio.
—¡Muchas gracias, Victor!
Me voy con Enrique.
— ¿A dónde vamos? —Le pregunto intrigada.
—A la gloria, cercas de donde vivía con mi esposa.
—¡Ahhh! ¿Entonces quieres que tu esposa te vea con otra mujer, o mejor aún con la hermana de tu novia? ¿Ya presumiste que andabas con las dos?
—Cálmate gordita, ni siquiera voy a pasar por allí tengo restricción del juzgado y no ando con las dos.
—Está bien, no quiero discutir del pasado. Cuéntame. ¿Cómo te va?
—Bien, no me quejo porque sale para mis gastos.
—Qué bueno, pero no te conformes con eso, sigue trabajando para un mejor futuro.
—Espérame voy a comprar un six de cerveza ¿Quieres algo?
—Uno también para mí. ja, ja, ja, ja, ja.
—Eso es todo, ahora vuelvo.
Recordaba lo sucedido por la mañana y no entendía a mi hermana, a mi jefe menos, tal vez estoy exagerando y yo sola me estoy volviendo su víctima con mi permiso. Interrumpe mis pensamientos Enrique.
—Aquí tienes Isabel una bien fría. —Y arranca su carro para continuar el trayecto.
—Está riquísima.
—Ya habías tomado, quiero decir ¿Hace poco tomaste?
—No recuerdo cuándo fue la última vez. ¿Por qué?
—Por nada.
Toma mi mano. Vamos subiendo por la Sánchez Taboada para salir por allí a la gloria y la besa, jalo su mano hacia mí y le devuelvo el beso a su mano.
—Isabel, sabes que está mal lo que hacemos y lo que sentimos ¿Verdad?
—No, si realmente lo sientes no está mal. Y no menciones nada al respecto, quiero, deseo estar tranquila y olvidar ese mal momento de la mañana, no quiero pensar en nadie.
Llegamos a un negocio de herrería, se bajó y regresó. Literal muy rápido, se acerca un señor no muy grande a la ventana del carro.
— ¿No me vas a presentar a la dama, Enrique? Es la segunda mujer con la que te veo muy hermosa, te digo la neta es demasiada mujer para ti.
—Mira que cabrón eres, seguro que... ¿Mujer para ti si?
—Si tuviera 10 años menos la conquistaría, por el simple hecho de verla e imaginar como es.
Yo no había dicho palabra alguna, todo lo contrario. Me di vuelta hacia la ventana y guarde silencio.
—Pues eso es un imposible, los años no retroceden avanzan mi amigo, así que nos retiramos. —Le respondió Enrique algo molesto.
—Cómo te envidio canijo. Un verdadero placer conocerla señorita aun cuando no me la quiera presentar Enrique.
—Gracias. —Respondo sin voltear a verlo.
—¿Isabel, no me vas a reclamar con que mujer me vio? —Me pregunta muy sorprendido.
—No eres nada mío para reclamarte nada, aparte no me interesa.
—¡Ahh chingado! ¿Ahora que te traes?
—Nada, simplemente así es, no eres nada mío. Eres libre de hacer lo que te venga en gana, al igual que yo soy libre.
— ¿Vamos a tomarnos las cervezas a la playa?
—Sí, ¿Por qué no?
—Vamos entonces, te llevaré a una cercana, para que no se te haga tarde.
—Me parece buena idea.
Llegamos a la playa y aún es de día, veo que muchas personas lo conocen, lo saludan y como que es muy común verlo con diferentes mujeres, no me extraña nada, disfruto el olor del mar, la brisa, la neblina, el atardecer.
—Ven, tengo un amigo que es el dueño de esa casa vive en USA y yo tengo la llave.
—Vamos.
Nos quedamos en la terraza, quiero sentir esa calma al escuchar la melodía de las olas, el canto de las aves. Y tomé estas fotografías.
El entra por la parte de enfrente y me abre por el lado de la playa, hay una mesa redonda de herreria tapada, la descubro y nos sentamos. Hay antorchas de bambú. Se acerca a mi como era de esperarse y me besó, nos besamos, en el arrebato de la pasión dejé caer mi cerveza en su pantalón pero continuamos, fueron subiendo de tono los besos, las caricias, raro en mí porque no sentía miedo, quizás en mi dolor, mi decepción o mi coraje fue mi salida para no pensar en lo sucedido en la oficina, el creer que este hombre si sentía algo por mí, me dejé llevar con sus besos, con sus caricias, fue desabrochando mi blusa y dejó al descubierto mi sostén que tenía el broche al frente, me mira fijamente y acaricia al tiempo que va desabrochando mi sostén, lo mismo hacía yo con su camisa, adoré sentir la suavidad de su piel morena, mis dedos recorrían su espalda, su pecho... Pero se detiene a verme fijamente mis senos y se retira de mí.
—Cúbrete por favor.
Instintivamente abrocho mi sostén y mi blusa.
—¿Pensé que querías algo más? ¿Qué pasa? —Le pregunto desconcertada.
— ¿Acaso no me ves como estoy por ti? Claro que te deseo, me muero por hacerte mía, pero me doy cuenta que ningún hombre ha besado esos senos perfectos de piel rosada, no los merezco.
—¿Cómo sabes eso? Sí he estado con otro hombre. —Recordando la violación que sufrí de niña, pero ahora que él lo menciona, ese desgraciado me penetró, acarició, pero es verdad no recuerdo me haya besado los senos.
—Me doy cuenta en tu pezón... Vámonos.
No tenía intención de preguntar nada más, ya sentía mucha vergüenza, ya me invadía la melancolía con ese sinsabor, mi tormento había vuelto a mi al recordar mi niñez. Había vuelto abrumar mi instante, como mi vida.
—¿Quieres otra cerveza? —Me pregunta al ver que sólo me había tomado dos.
—No, solo quiero que me lleves por mi carro.
¿Cómo era posible? Que éste hombre que era un patán, un mujeriego sin educación me respetara así... Si es que era respeto viéndolo desde el punto que era la pareja de mi hermana y que ambos no teníamos vergüenza ni pudor al saberlo y besarnos.
Llegamos con Víctor por mi carro, me bajo del auto y cierro de golpe la puerta a lo que él responde...
—Te espero a que salgas con tu carro, vamos para el mismo rumbo Isabel.
—No es necesario, ya te puedes ir.
—¿Me das un beso? ¿Me perdonas?
—No te doy nada, no tengo nada que perdonarte.
Saco mi carro y me voy a casa con incertidumbre y miles de preguntas ¿Por qué me pasa esto a mí? Me lo merezco por traicionar a mi hermana aun cuando no se mereciera mi fidelidad por comportarse conmigo como una enemiga y no como la hermana que soy. ¿En realidad como me estaba comportando yo?
¡Que tristeza! Cuanta decepción de mi misma ¿Por qué si sus besos me desean, me rechazó? Me lo merezco por tonta, por sentir lo que no debo sentir, por ingenua.
Llego a casa y me quedo un rato dentro del carro sintiendo miles de emociones, reproches, coraje, ¿Amor? Tal vez tenga razón mi madre y ningún hombre me deseará, mi hermana no se merece mi traición mucho menos yo, pero tengo tanto coraje por sus acciones, por la manipulación con mi jefe, me siento tan avergonzada conmigo misma por mis acciones, no quiero volver a verlo. Entro a casa...
—¿Dónde estabas Isabel? —Me pregunta mi madre.
—Fui a casa de Karla un ratito ¿Cómo están ustedes? ¿Cómo se sienten? —Voy por el glucómetro y el aparato para medir la presión de mi padre, inicio con mi madre y está bien, al igual mi padre.
—Nosotros ya cenamos ¿Vas a cenar? —Me pregunta mi padre.
—Ya comí con Karla, voy arreglar mi ropa y a sacar agua de la pila, si necesitan algo me hablan.
Termino mis quehaceres de casa y me recuesto en mi cama a pensar, sé que no debo hacerme daño ni mucho menos sentirme rechazada pero así me siento. Escucho el timbre del teléfono de casa y mi madre responder.
—Sí, ya llegó hace rato ¿Quieres hablar con ella? Yo la vi bien ¿Por qué me preguntas eso? ¿Dime que pasa?... ¡Isabel!
—Mande mamá. —Ya había colgado el auricular.
—Me dice tu hermana que causaste un problema en la oficina con ella y tu jefe por Enrique ¿Qué está pasando contigo?
—No pasa nada, no es verdad. No quiero que se preocupen por mentiras, si discutimos pero fue ella quien empezó y habló de su relación sentimental que debería ser privada, me humilló, me dejó como tonta con mi jefe, ya no voy a volver a esas estúpidas juntas.
—¡Hey! cállate ya, sí eres una tonta al no cuidar tu trabajo, al no corresponder la ayuda que has recibido de tu jefe, le estás demostrando lo tonta que eres y claro que volverás a esas juntas cuantas veces te ordenen es parte de tu trabajo, deja de discutir con tu hermana frente a tu jefe, deja de entrometerte en su relación y de comportarte como niña.
—Mamá ¿Podemos hablar sólo las dos? Para no preocupar a mi padre.
—Sí, vamos a la recámara. Dime te escucho...
Por un momento pensé no decir nada, pero algo dentro de mí me obligaba a sacar todo lo que tenía acumulado. La manipulación de mi hermana con mi jefe. El haberme robado el amor de Enrique. El no permitir que yo llevara una buena relación de trabajo con mi jefe y lo hice... Se lo dije en mi afán de ser honesta, sincera al decir lo que siento y pienso, el resultado... Una linda bofetada que sacudió mi cerebro y mis estúpidas fantasías de amor con mi jefe.
—Nunca vuelvas a repetirme que sientes amor por la pareja de tu hermana ¿Qué clase de hermana eres? ¿Así te eduqué? ¿Acaso no te enseñé a tener principios? ¿A respetar y amar a tu hermana antes que a nadie más? De veras que eres una tonta desgraciada... Estúpida... ¡Maldigo el día que naciste!
—Usted nunca me ha querido madre, siempre me ha hecho sufrir, siempre me ofende y ni siquiera me pregunta lo que siento, mucho menos le importa lo que yo estoy sufriendo, él se acercó primero a mí...
—Eso no importa, él está con ella no contigo, es claro a quién escogió.
—Ella sabía lo que yo sentía, ella sabía que nos besábamos, ella se metió entre los dos ¿Eso no le importa? Para usted sólo la culpable soy yo ¿Y ella que?
—No, eres peor que las putas, eso eres al pensar siquiera en él siendo pareja de tu hermana.
—No me diga eso porque bien sabe que no lo soy, nunca he estado con un hombre y cuando me interesa uno "mi hermana me lo quita y yo soy la puta" la malnacida, la mala, la bruja. Lo peor y mi propia madre me lo dice y mi hermana que es ¿Angelita? No volveré a confiar en usted para hablar de mis sentimientos nunca más lo haré para que me vuelva ofender como lo está haciendo y sí... Soy una estúpida, tonta, malnacida, hubiera decido entonces abortarme y ya.
Salgo corriendo de mi casa, camino por los cerros oscuros, le doy una vuelta a la manzana y otra, me siento en la tierra a llorar a gritos, reclamando tanta injusticia a la vida, a Dios, deseo morirme si así es la vida. No me interesa vivir, mi propia madre me lo desea. Ya un poco más calmada al paso de los minutos, pero sollozando escucho que me hablan.
—Señorita ¿Está bien? ¿Le pasa algo?
Levanto la vista y veo a un señor joven dándome la mano para levantarme.
—Sí, estoy bien gracias.
— ¿Eres la hija de Don Manuel verdad?
—Sí, ¿Lo conoce?
—Sí, platico mucho con él y él me habla muchísimo de ti, de lo que te admira, de lo que has hecho para cuidarlos y tenerlos bien.
—No es nada, son mis padres los que me dieron la vida, lo hago con todo mi amor.
—Yo voy hacer tu vecino, me van a traer una casa móvil mañana, lo que se te ofrezca házmelo saber Isabel.
— ¿Cómo sabe mi nombre?
—Por tu papá.
—Que tonta, es verdad.
—¿Quieres que te acompañe a tu casa?
—No gracias, me quedaré un rato más ¿Cómo se llama usted?
—Edmundo.
—Gracias por visitar a mis padres Edmundo.
—Es un placer escucharlo hablar de ti. Hasta luego.
Camino un poco más en la oscuridad, mis perros vienen detrás de mí a encontrarme, entro a casa y me voy directamente acostarme. Me duermo pensando que odio a mi hermana, que es mentirosa, traidora, manipuladora y no le volveré hablar.
51 *-*
53
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top