¡MAL NACIDO! ¡HIJO DE PUTA!


Ese día viví la angustia universal, imaginando mil y una tontería, como el que mi hija estaba sufriendo, que la estarían golpeando, lo sola que debía sentirse. Recordar su llanto me martirizaba cada segundo después de la llamada. 

Durante el día platiqué con Claudia y le dije que iba a ir al siguiente día por mi hija, que si no había problema el llevarla conmigo a su casa. Me respondió que en absoluto, pero que era mejor no ir por ella, que mis padres la estaban cuidando, que yo sabía que los niños eran muy exagerados, que debía seguir acudiendo a la escuela, que éste trabajo duraría una semana más, que no me desesperara, que pensara en el gasto aparte de todo el ir a Tijuana por un berrinche de mi hija.

Lo pensaba ese día, sabía que la retrasaría en la escuela, pero también sabía que sus calificaciones eran excelentes y se recuperaría rápidamente, debía poner en una balanza todas mis dudas, pero al final del día comprendí que solo eran dudas, que nada tenía más valor que la integridad en todos los sentidos de mi hija, al siguiente día me desperté muy temprano y a las 9.00 am ya estaba en mi casa abrazando a mi princesa hermosa. Ella estaba tan feliz de verme, nos abrazamos por varios minutos, me besaba el rostro y yo la besaba, la llevé a nuestra habitación y le dije que nunca olvidara que nada, ni nadie era más importante en mi vida que ella, su sonrisa, y su felicidad eran mi prioridad y que había venido por ella para llevarla a trabajar al lado de su mami.

Ese día había faltado a la escuela, ella no quería que nadie la llevara sino era su mamá, nadie le invitaba un helado a la salida, no la hacían reír, no le llevaban un perrito como sorpresa, no se sentía tan feliz como con su mamá y sus locuras.

Llamé a la escuela para avisar que faltaría unos días, trataron de hacerme cambiar mi decisión. Hicieron notar que ya había faltado mucho durante la semana, que no me estaba comportando como una madre responsable, prácticamente me dijeron que era una madre alcahueta cuando honestamente les dije el motivo de las faltas. Aun así no me importaba lo que pensaran de mí, primero estaba mi hija. Primero su felicidad, su integridad, ellos debían comprender que no era muy fácil para dos adultos mayores de 74 años el ir manejando por la carretera para llevar a su nieta a la escuela y volver por ella, que era peligroso. Pero no me preocupaba si lo entendían o no, solo estaba avisando la decisión que ya había tomado.

Desayunamos juntas, se bañó y se puso feliz al hacer su maleta. Mientras tanto yo hablé con mi madre, pero con ella pocas veces se puede hablar tranquilamente, así que terminamos discutiendo, le pedí que NO volviera por ningún motivo a pegarle a mi hija porque me iría de MI CASA, no estaba dispuesta a que la infancia de mi hija fuera con lágrimas por ningún motivo. Trató de hacerme ver que solo le dio dos nalgadas. Pero no justificaba en absoluto le tuviera prohibido el llamarme, los golpes, mi hija nunca, nunca daba motivos para llegar a esos extremos que para mí eran demasiados. Odio los golpes, odio que las personas sientan sufrimiento, odio que haya lágrimas y soledad. Mil veces yo lo viviría para que ella siguiera siendo una niña completamente feliz.

¿Pero porque debiéramos sufrir?

Nosotras somos miel, somos felices, sonreímos todo el tiempo, cantamos cuando manejo y ella va a mi lado, nos llevamos perritos si así lo quiere ella, vemos películas, jugamos videojuegos, lo que ella quiera, mi vida completa es para hacerla feliz, porque yo soy inmensamente feliz al verla. A sus nueve años nunca la he golpeado, castigado, y estoy segura que nunca lo haré. Recuerdo que cuando me desesperaba por asuntos míos y ella no me dejaba de hablar le grité varias veces y fue motivo suficiente para que corriera a esconderse debajo de la mesa llorando muy asustada, me prometí que no lo volvería hacer. Desde ese momento no recibía llamadas estando en casa, cuando le dedicaba mi tiempo, cuando salíamos a comer, desayunar o pasear al parque apagaba mi teléfono o lo dejaba sin timbre. 

Mi madre me dijo que ella también quería ir para cuidar a los niños en casa de Claudia, no quería que mi hija estuviera expuesta al calor aterrador, le dije que estaba bien. También estaba muy contenta al hacer su maleta. Mi padre se quedaría en casa con Lourdes que vivía con nosotros, ambos estarían al frente del negocio y la casa.

Nos fuimos varias horas después a Mexicali, las invité a comer antes de llegar a la rumorosa a la cabaña del abuelo, mi hija estaba feliz, iba a un ladito mío sujetando mi mano. Con sus ojos plenos de amor mirándome, seguramente sintiéndose amada, protegida. Así mismo me sentía yo a su lado. 

Sé que los abuelitos aman a sus nietos, que de igual manera tienen días de paz y otros de intranquilidad, pero me dolía mucho la acción de mi madre, sobre todo al recordar mi infancia. Unos días la llevé conmigo a trabajar, pero terminaba regresándola a casa de Claudia por el abrumador calor. Ella estaba encantada jugando con sus primos, sabiendo que yo llegaba cada tarde, que dormiremos juntitas abrazadas, así que no sintió más miedo.

Al cabo de una semana y media de trabajo ya habíamos entregado 12 salones móviles habilitados, pero aún no firmaba el contrato con la secretaría de educación, le avisé al ingeniero Méndez que debían pagarme los 3 meses de renta por adelantado que habíamos pactado, para transportar más aulas que ya tenía en el condado de San Diego. Me respondió que ya no requería ningún salón más de mi parte. Que había llegado otro proveedor que entregaría 30 salones sin pedir ningún adelanto económico. Me pareció muy extraño porque cuando le pregunté el nombre de la persona me dijo que era confidencial. Conozco a todos los que nos dedicamos al mismo negocio, ninguno tenía el capital suficiente para entregar tal cantidad de salones, la inversión es inmensa. 

Me aseguraba que era una empresa americana. Si era cierto, era muy posible saber quiénes eran, yo conocía esa empresa americana, cuentan con yardas enormes repletas de salones móviles. Lo que me parecía extraño era que transportaran e importaran tantos salones solo para rentarlos, no obtendrían ganancia, ya que los gastos son muchos, al menos que hubieran pactado al igual que nosotros la compra al terminar el contrato.

Sentí coraje y envidia al saber que una empresa americana vendría a entregar su mercancía en territorio mexicano, aparte que me hacía pensar que eso significaría que se instalarán en la ciudad, que rentarían una yarda para dejar salones para su transporte y posiblemente a la venta en general cuando se terminara el contrato de arrendamiento ya no podrían ingresar a territorio americano esos salones. Y justo fue lo que sucedió. Yo solo era una migaja de una borona de pan, ellos eran el pan. Tenían los salones, camiones, trabajadores y bastante dinero. El encargado de los transportes era Enrique.

Reflexioné a los días y pensé que sería lo mejor, al fin de cuentas nuestra ganancia alcanzaría para hacer crecer mi negocio y muy seguramente para que cada quien emprendiera el propio. Federico deseaba iniciar una ferretería cerca de su casa, Roberto comprar más carros para su yarda y compraríamos casas para mi yarda asociados todos por igual. 

Habíamos platicado los cuatro que los salones que no nos compraran los instalaríamos en un terreno grande para hacer una kínder y una escuela primaria, teníamos el conocimiento para hacerlo, contratariamos maestros calificados para hacer una buena escuela privada con nuestra administración, seríamos una asociación de cuatro hermanos emprendedores, acudiríamos con nuestro abogado y un notario público para hacer todo legal y en partes iguales, pensando que si nos sucediera algo todo estuviera por escrito para dejarlo a nuestros beneficiarios.

Prácticamente habíamos pensado en todo lo que podríamos hacer y todo sería juntos. Independientemente lo que cada quien decidiera hacer con su parte de ganancia, decidimos que primero se pagaría a quienes invirtieron dinero en efectivo, pagaríamos el dinero que solicitó Federico con sus respectivos intereses, a mi hermano Roberto y yo decidí ser la última en recuperar su inversión al tener la ventaja de mi negocio, creí justo fuera así, todo lo llevábamos anotado en una libreta exclusiva de gastos. Le pagaríamos al transportista americano porque no le pagamos debido a que no nos entregaron el anticipo como se había comprometido el funcionario al cambiar lo pactado alegando que fue porque al declararse la ciudad como zona de desastre entraba en uso el dinero del fondo para desastres naturales (FONDEN) y eso llevaba otro trámite que ellos no habían previsto, por ese motivo mi contrato ya no sería con la secretaría de educación, sino con el inife. Ellos se encargarían de elaborar el contrato como las requisiciones para ser cubierto con dinero del fonden.

Este fue el primer inconveniente, debía pagarle a mi transportista más de siete mil dólares. ¿Quién carajos te confía esa deuda? Solo ése caballero que me conocía sin conocerme, solo ese hombre que confiaba en mi palabra.

Afortunadamente por recomendaciones de mi abogado quien me hiciera los contratos para la venta de mis casas, ya me había hecho un acta de recepción y entrega, para cuando entregara mis casas, siempre debían de firmarlo los clientes al recibir a satisfacción, sin confiar en ninguno, eso me lo había dejado muy claro. Así que en cada escuela al recibir mis salones terminados, funcionales totalmente quien estuviera a cargo en ese momento me firmaba mi acta de entrega y recepción. Asumiendo que era lo mismo entregar una casa o un salón, nunca lo consulté con mi abogado, pero en el escrito se describe correctamente. 

Terminamos nuestro trabajo, solo faltaba entregar las actas de entrega al inife y firmar el contrato, durante esos días recibí la llamada de la directora del colegio de mi hija, avisándome que si al siguiente día no se presentaba mi hija a clases sería dada de baja del colegio y tendría que repetir su año escolar, eso ya era algo muy grave y no le causaría ese atraso a mi hija, acudí a la oficina de inife para firmar el contrato explicándoles que debía regresar a Tijuana, lo terminaron en mi presencia al cabo de una hora, lo firmé únicamente yo, ya que los directivos estaban revisando otras obras. Le pedí a Claudia al siguiente día entregara las actas de recepción que hacían falta para yo regresar a Tijuana, me respondió que ella se encargaría de entregarlas. A mi me entregaron una carta firmada por varios funcionarios donde se especifica la dirección de las escuelas, las que eran estatales y municipales, como federales, la cantidad de salones recibidos. Esa misma tarde nos regresamos a Tijuana mi madre, mi hija, Federico y yo.

Al siguiente día me presenté en el colegio porque la psicóloga había solicitado hablar conmigo, yo era la peor madre para todas las miss y no se diga para la directora. No hubo una sola que comprendiera el amor por mi hija, aun así no me preocupaba, no me hacían sentir mal, porque solo yo sabía, solo yo entendía lo importante que es para mí que mi hija se sintiera feliz, segura y amada. El amor no es visto, no es entendible desde el mismo sentimiento de quien lo posee.

A los días debí volver a firmar nuevamente el contrato a Mexicali ya que habían hecho falta estipular unas cláusulas, entregué el que ya tenía y revisé que estuviera bien escrito la cantidad de salones entregados, la cantidad de la renta y la promesa de compra, la cual ya no aparecía en el nuevo contrato, solo como renta por un año. En mi estupidez y confianza ya había entregado mi anterior contrato y no había sacado copias. Claudia me había acompañado, hicimos varias llamadas pero simplemente se desistieron de la compra, faltaban a su promesa, al contrato que inicialmente habíamos pactado. Debía firmar o terminaríamos perdiendo más de no hacerlo.

Me reconfortaba pensar que al final del año algunas debieran ser compradas, no todas me las regresarían intactas y eso sí estaba muy bien especificado, yo debía recibirlas en condiciones óptimas de uso, con el único deterioro del uso respectivo. Pero NO más. Durante esas horas en la sala de espera, escuché hablar a dos hombres de una empresa que les estaban haciendo contratos falsos para sacar cantidades de dinero exorbitantes del fonden, un robo descarado, más eso era algo que no me importaba, no debía entrometerme, todos los mexicanos lo sabemos y desgraciadamente lo permitimos por miedo hablar y señalar a funcionarios corruptos y rateros. Pero NO era yo la única imbécil allí, por error el lic. colocó los contratos encima de otros documentos cuando ya estaban firmados y por la tardanza y el trabajo acumulado me entregó todos los documentos como si fueran míos, yo lo noté y no dije nada. Como no diré el nombre de las empresas fantasmas, de esos documentos que un día quemé para no arriesgarme a tener problemas con los "poderosos". De nueva cuenta el director no se encontraba en sus oficinas, estaba en ocupaciones de campo como les decían ellos, solo firmé nuevamente solo yo el contrato y me entregaron el original, pero ya tenía firmado el acta de entrega por los 12 salones así que no había problema.

A los días me llamaron de una preparatoria en Mexicali para solicitarme 12 salones móviles, no habría licitación por la urgencia, entrevistarían a los proveedores y decidirían por el mejor precio, mejor calidad, simplemente a quien tuviera mejor mercancía y ofreciera garantías. Allí radica mi ventaja, ninguno de la competencia ofrecía mis garantías, eso me alegraba, Federico me acompañó a la entrevista con 5 personas de la preparatoria incluida el director. Le pedí lo hiciera porque ellos estarían incluidos en la venta sí se nos favorecía, le pedí me acompañara para no ir como una mujer sola, quería que ellos al ser todos hombres sintieran la seguridad que les pudiera brindar la presencia de un hombre.

Fui yo quien explicó mi trabajo, fui yo quien los dejó sin dudas, Federico también explicó del tema eléctrico y aire acondicionado, como el tipo de voltaje que yo no recordaba, su experiencia solo partía de los salones recién entregados. Mi experiencia es de años. Expliqué la forma de nivelación, que fue inventada por mí y nunca lo patenté, de esta manera garantizaba la nivelación por 2 años y  me comprometía por escrito, soy la única que entrega un seguro contra fenómenos hidrometeorológicos e incendio, pagado por un año del inmueble más el inmobiliario dentro, mis garantías son únicas, como ellos mismos me lo confirmaban, fué un éxito la entrevista, al finalizar nos dijeron que era un hecho nos beneficiaran con la compra, que habíamos sido los mejores al explicar de una forma muy diferente, por nuestras garantías y personalidad. ¡En todo se habían fijado!

Regresamos a Tijuana muy felices, al siguiente día me apresuré en ir con mi proveedor para ver los salones que tuviera disponibles y enviar fotografías. Al llegar y haber confirmado la hora en que me recibiría el dueño de la empresa, me cambió el lugar y fue en su oficina, no en la yarda donde guarda los salones, no le di importancia y me dirigí a su oficina.

—Señora Isabel que gusto saludarla, ¿Cómo está su hija? ¿Cómo están sus padres?

—Todos muy bien, gracias por preguntar.

—Dime cuántos salones necesitas y en cuánto tiempo.

—Necesito 12 salones grandes, y sería cuestión de días la compra. Solo necesito tomarles fotos para que mis clientes los escojan.

—No tengo ninguno disponible, ya vendí los que tenía libres.

En ese momento lo interrumpió la esposa, ella es americana y de muy mal carácter, le avisa que debe tomar una llamada y lo hace frente a mí disculpándose. Lo escucho hablar atónita.

—Buenas tardes. Ya salieron 6 salones. Los dejaré de lado americano, yo le aviso el nombre de la yarda. Mañana mandaré otros 6 y si alcanzan a regresar los choferes mandare los que me sea posible. No se preocupe señor "Méndez."

¿Méndez? ¿Méndez? ¿Méndez? 

¿Méndez? ¿Méndez? ¿Méndez? ¿Méndez? ¿Méndez? ¿Méndez? ¿Méndez? ¿Méndez? ¿Méndez?

Sentía como el calor de mi sangre corría por mis venas como lava ardiente, veía mi palidez sin verme en el espejo, me faltaba el aire para respirar, no. Soy una malpensada, no debe ser el ingeniero Méndez del gobierno, no, no. Al finalizar la llamada le pregunté, no podría quedarme con esa gran duda.

—Disculpe la pregunta, ¿Está enviando salones a Mexicali?

—Sí, este caballero me compró 40 salones, pero por ahora solo ha pagado 20, son los que le estoy entregando. ¿Te ocurre algo?

Me imagino que mi rostro cambió completamente, mi sorpresa, mi indignación, los recuerdos venían a mis pensamientos, el coraje me ardía en la cara como mi grandísima estupidez al haberle entregado los datos de mi proveedor. ¡Soy una pendeja, mil veces pendeja.!

¡Mal nacido! ¡Hijo de puta! ¡Malparido!

Todas las groserías imaginables en mi poco conocimiento de las groserías vinieron a mi mente como diccionario parlante, todas, todas eran pocas para lo que yo sentía en ese momento. Deseaba ir a buscarlo y abofetearlo, golpearlo en su parte baja como me lo estaba haciendo a mí ese...   ¡Mal nacido! ¡Hijo de puta! ¡Malparido!

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