INCENTIVO...


—¿Te dio permiso tu jefe de salir temprano?... Llamó tu hermano Roberto para saber cómo estábamos, pero me pregunto que si has llegado tomada y le dije que no me he dado cuenta.

— ¿Por qué le preguntó eso mamá?

—No lo sé. Solo te digo que no quiero que estés tomando y menos en su carro, porque te lo quitaré, él no lo trajo para eso.

— ¡Ay mamá! Si lo quiere aquí están las llaves. (Las dejo sobre la mesa) ¿Por qué todo lo tienen que condicionar? Mañana yo me iré en taxi y después hablaré con mi hermano, dígale alguno de sus hijos que vengan a llevarla al seguro.

—No tienes motivo para llegar tarde, te quiero aquí a más tardar a las 7.00 pm y te puedes llevar el carro de tu hermano. Una hora en llegar es suficiente.

—No, usted no me entendió, nadie me va a condicionar NADA no estoy dispuesta a permitirlo más en mi vida, mientras me desvelaba llevando a María a su casa no le importó a usted ni a nadie más que no comiera, que me desvelara, que me sintiera cansada, pero si salgo de vez en cuando ya soy borracha y no tengo derecho a usar el carro de mi hermano, está bien, no nací en un carro. Ya podré comprarme el mío.

Me voy a acostar a mi recamara enojada, decepcionada, ¿Porque siempre la gente actúa a conveniencia? Estoy tan harta de eso, quiero ser libre y volar por donde me plazca. Soy independiente en todos los sentidos y autosuficiente para hacer lo que me venga en gana, he cuidado el carro de mi hermano bien.

AL SIGUIENTE DIA...

Me despierto temprano para irme en taxi, pero me dice mi madre...

—Acuérdate que hoy me tienes que llevar al seguro, llévate el carro para que vengas por mí. Federico no se puede salir sin avisar con anticipación y Lourdes lo mismo.

—Está bien.

Llego a la oficina y me reporto con mi jefe, aún está serio conmigo.

Transcurrió el día aburrido, sentía nervios irme sin permiso pero no tenía opción por miedo a que me dijera que no, y por escucharlo tan serio conmigo. Así que me fui media hora antes de mi hora de salida pidiéndoles a todos los santos no se diera cuenta. Me fui por mi madre a mi casa y de allí al seguro, pasamos a la cita. ¡Que maravilla!  La oftalmóloga que la atenderá es la esposa del subdirector, el mismo que me atendió aquella vez que le dio la embolia a mi padre.

"Querido jefe, si algún día lo llega a leer usted sabe que fue por una buena causa, y que se dejaba llevar por todo lo que le decía mi hermana, por eso no le pedí permiso. ¡Ahh lo adoro! Sí... todavía."

Continuando con la Doctora...

— ¿Cómo te llamas?

—Isabel.

—Me imagino que tú eres la responsable de tu mami.

—Sí, así es.

—Necesito operar a tu mami lo más pronto posible, tiene cataratas muy avanzadas y el diabetes está haciendo su propio daño que es irreversible, te voy a decir a donde vayas a comprar el lente intraocular que debes traerme el día de la operación, cuesta aproximadamente $150 dólares el de marca buena para que la visión sea mejor, de todas maneras allí le harán una prueba para que ella elija los adecuados. Primero compras uno, solo le operaré el ojo derecho y en unas semanas  el otro.

—Si está bien, deme la dirección, yo la llevaré a la prueba del lente.

No imaginaba que tenía que pagar algo, menos que necesitaba operación ¿Cómo lo voy a pagar? No tengo dinero, menos podré pedirle a mi jefe aun no termino de pagar la casa, lo que menos deseo es que siga pensando que solo de esa forma me interesa o me estoy aprovechando de él cómo dijo Lourdes que él mismo le dijo y es algo que yo nunca pensé que él podría sentir. ¿Qué carajos voy hacer?

Afortunadamente estaba cerrado en la óptica que nos envió, deberíamos volver otro día e ir a visarle a la doctora cuando ya hubiera comprado el lente para programar la cirugía.

AL SIGUIENTE DIA...

No tuve que pensarlo mucho, la única opción que tenía era mi hermano Roberto y aún con toda la pena que sentía al pedir algo que NO era para mí le llamé, le expliqué lo que me dijo la Doctora, a la semana ya me había enviado el dinero, fuimos a la óptica y le hicieron la prueba con diferentes lentes, con el envío de dinero de mi hermano nos alcanzó para unos de buena marca, ella veía muy bien con ese lente en la prueba. Se programó la cirugía dentro de una semana debíamos estar a las 6.00 am en la sala de operaciones.

Suena mi celular...

—Gordita ¿Cómo estás?

—Bien Lourdes, ¿Y tú?

—Un poco preocupada, ayer me llamó un cliente para decirme que estaba cerrada la oficina en la tarde, no le he dicho nada a nuestro jefe. ¿Quieres decirme porque?

—Sí, tuve que cerrar para llevar a nuestra madre con la oftalmóloga a su cita del seguro, como nuestro jefe está molesto conmigo no quise que se molestara más y no le pedí permiso, pero si quieres decirle no hay problema, igual le explico a él.

—No le diré nada solo por esta vez, pero NO lo vuelvas hacer, si él se llega a dar cuenta te va a despedir, ya me lo ha dicho.

—Lo entiendo, gracias. ¡Ahh!  Por favor no le digas nada a mi madre ella no sabe nada. Ya debes de saber que la operan de su ojo en unos días por si quieres acompañarnos, será por la mañana a las 6.00 am debemos estar en el seguro.

—Sí claro, si puedo allí estaré. ¿Ya les avisaste a nuestros hermanos?

—Solo a nuestro hermano Roberto es quien siempre está al pendiente de mis padres, el que pagó el lente que le van a colocar y quien me ha ayudado.

—Pues NO deberías de ser así, todos tenemos los mismos derechos, tu obligación es avisarnos porque tú estás con ellos.

—Quizás tienes razón, pero más obligación es la suya de estar al pendiente de sus padres y no esperar a que yo les avise.

—Lo que te sucede Isabel,  es que te tomas derechos que no te corresponden y no tienes.

—Solo los justos por cuidarlos, darles de comer, casa, amarlos y traerlos con el doctor, cuando tú quieras hacerlo ven para que te des el derecho que te corresponde.

—Estas muy mal y eres muy agresiva, así no vas a llegar a ninguna parte, bye.

¡Ay! ¡Ay! ¡Ay!   Que coraje siento, pero más me da el no saber defenderme, no tener esa habilidad para responder como se merece.

Le llamo a mi jefe... Con una confusión tremenda si decirle o no mi falta de salirme antes de mi hora.

—Buenas tardes señor Roberto, ya me voy, muy seguro mañana venderé una casa le aviso cuando depositen y si usted quiere podemos volver hacer la cuenta de mi casa, para saber cuánto le he abonado. 

—Felicidades Isabel, ¿El cliente es tuyo o de tu hermana?

—Es mío... ¿Por qué me hace esa pregunta?

—Por curiosidad, mañana hablamos Isabel.

—Hasta mañana.

¿Y ahora de que me hablara? Me da miedo.  Es feo sentir esa inseguridad donde tengo la plena seguridad que yo no salgo beneficiada.

AL SIGUIENTE DIA...

Llego a la oficina y allí está mi jefe, siento miedo, nervios entre felicidad y tanto amor.

—Buenos días señor jefe. —Le sonrío y corresponde de igual manera.

—Buenos días Isabel, siéntate. He platicado con tu hermana de las comisiones y estoy de acuerdo con ella de darles solo un incentivo cuando tú mandes al cliente a su yarda y  compre la casa que ella tenga en venta. 

— ¿Cómo? ¿Ya no, nos va a dar la mitad de la comisión a cada una? 

—No, ella tiene razón. Cuando tu mandas un cliente y compra la casa con ella es justo que ella obtenga toda la comisión, lo mismo aquí contigo. Si ella te manda un cliente y tú vendes la casa la comision es solo tuya y ella recibirá el incentivo. Ya que quien la venda se encargará de hacer el contrato, seguir en comunicación con el cliente hasta la entrega.

¡No lo puedo creer! No puedo decir nada, estoy tan enfadada de la manipulación de mi hermana, pero... ¿Cómo es posible que él mismo no se escuche hablar?

— ¿Tendremos la misma calidad de casas? ¿La misma cantidad de casas? Si usted toma esa decisión o ella le sugirió deseo pensar que tendremos la misma oportunidad con las casas, que no haya preferencia solo para ella. Yo no estoy de acuerdo pero sé que no cambiaría en nada su decisión.

—Estas en lo cierto, no voy a cambiar mi decisión. Y así será a partir del próximo mes. Respecto a las casas trataré de tener lo mismo en ambas yardas, eso es todo, me avisas si viene tu cliente y hasta saber hacemos la cuenta de tu casa.

Solo asiento con mi cabeza mientras lo veo desilusionada, molesta con él por no darse cuenta de lo que hace Lourdes. Creo que tendré que salirme de trabajar, no voy a poder continuar con estos problemas pero será en cuanto termine de pagar mi casa.

En medio de mi decepción, enojo, frustración, mis lágrimas salían de nuevo por no saber qué hacer, de sentirme insegura, rechazada por él, ignorada en mi trabajo.

Me voy a casa y no les digo nada al respecto a mis padres no los voy a preocupar, se supone que mi hermana me debería ayudar y si no quiere al menos no perjudicarme. 

Ya en la madrugada como a las 2.00 am suena mi celular...

—Bueno...

—Tía, perdóname por despertarte, ¿Puedes venir acompañarnos?

—Si Fernanda, ¿Qué pasó con tu madre, dónde está?

—No lo sé tía. —Escucho sollozos.

—No llores, ahorita voy para allá.

Me levanto de mi cama, me pongo mis zapatos y me llevo un cambio de ropa. Les aviso a mis padres que me voy a casa de Lourdes.

Llego a su casa y le toco la puerta, en cuanto me ve sus manitas me rodean por la cintura.

—Gracias tía por venir, tengo mucho miedo de estar solita con mi hermano, mi mamá no me responde el teléfono.

—No te preocupes, no le pasó nada malo debe de andar con Enrique.

—Si tía, ¿Pero porque nos abandona así? ¿No le importamos? ¿No piensa que alguien puede entrar y hacernos daño?

—Lo siento mucho, esto no debe de pasar, vente... Vamos a ver la televisión y esperemos a que llegue.

—Me da mucho miedo me vuelva a regañar tía, sabes... Me dijo... ¿Qué quieres para que no vuelvas hablarle a tu tía cuando yo no llegue a dormir? Para que me dejes andar con Enrique... Y me avergüenzo tía, le pedí una computadora y ya me la compró, pero ya no la quiero si nos estará dejando solos, a mí me da mucho miedo.

Demonios, que le digo a una niña que no entiende nada de lo que le pasa, que solo sufre el abandono de su madre y siente el miedo de estar sola, por escuchar ruidos, de imaginar cosas por sus miedos, por intercambiar su silencio. Porque su madre la compre. ¿Que le está enseñando hacer en un futuro a su hija?

—No te sientas mal Fernanda ya tienes tu computadora, ya hablaremos con tu mami para que no los deje solos, que los lleve a mi casa, que deje a alguien cuidándolos, no quiero verte así con tanto miedo, mira tus manos, ¡Están temblando!

—Se va enojar mucho conmigo por haberte llamado. Mejor no le digas nada por favor.

—No te preocupes, le diré que yo andaba por aquí y llegué a saludarnos y me quedé esperándola. No quiero que estés nerviosa ok.

Se acurruco en mis brazos y se quedó dormidita, del otro lado tenía a mi gordito. ¿Cómo es posible que lo vuelva hacer, por tercera vez? ¿Qué no piense en sus hijos? ¿Qué haya vuelto con ese desgraciado de Enrique? ¿Pero acaso con ella si podrá estar íntimamente?

No sé a qué hora me quedé dormida yo también, me despertó mi alarma, me los llevaré conmigo a la oficina porque no tengo suficiente gasolina para ir a casa y volver a mi oficina.

Los despierto y se arreglan en lo que les sirvo un cereal que se desayunan con mucho apetito. Llegamos a la oficina y los llevé a la tienda, con lo poco que me quedaba de la semana les compré papitas, jugos, pan y unos dulces. 

Durante el día jugamos basta, dibujamos, jugamos gato y todo lo que se nos ocurría, el gordito entretenido jugando con sus carritos. Más tarde fuimos por comida china, no tenía idea que no habían cenado la noche anterior esperando a su madre.

Llegamos a casa y estaban felices, les medio expliqué a mis padres...

—Tu hermana estaba muy preocupada y molesta porque te llevaste a los niños sin su consentimiento.

—Así debería de haber estado por haber vuelto a dejarlos solos, que poca madre la de ella.

Los niños jugaban en el patio con los perros.

—No te metas en eso Isabel yo voy hablar con ella, te aseguro que no lo volverá hacer.

—Como quiera mamá yo no le diré nada, se lo dije a Fer y lo cumpliré. Pero si se atreve a volver a dejarlos solos la demandaré ante el DIF y más le vale que entonces no diga nada.  Yo me traeré a los niños a vivir conmigo, no sé qué tiene en el cerebro que solo le funciona para hacer maldades con nuestro jefe hacia mí.

— ¿De qué hablas?

—De nada mamá, de lo pasado.

Me retiro al patio con los niños, me siento en la escalera y los veo jugar, su inocencia es tan maravillosa, amo verlos jugar sin tener ninguna preocupación así debería de ser con todos los niños, vivir cada etapa de su infancia en plena felicidad, con seguridad y bastante amor.

Durmieron conmigo los dos. Mi madre le llamó a Lourdes para avisarle que los niños se quedarían en casa, ella estaba de nuevo en los Cabos, ¿Quiero saber qué pretexto le dirá de nuevo a nuestro jefe? En fin no es asunto mío, pero no iré a trabajar a su oficina.

AL SIGUIENTE DIA...

Me voy a trabajar. Rumbo a la oficina paso por la calle donde trabaja Adrián y veo que se va bajando de su carro, me saluda con la mano y yo de igual manera.

Suena el cel. Y es él... Adrián.

—Bueno...

—Isabel te invito un café en la tarde.

—No puedo, tengo visita en casa, gracias Adrián.

— ¿No volverás a salir conmigo?

—No.

—Está bien, no te volveré a molestar.

—Muchas gracias, que seas muy feliz.

—Gracias Isabel deseo que tú también lo seas y encuentres el  amor. 

Aquí termino mi historia con él, solo lo volvi a ver hace unos años y ambos fingimos no conocernos. Yo estaba acompañada y muy seguramente pensó sería mi pareja, lo cual NO era así.

*-*

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