HIPERGLUCEMIA
Llegamos por fin a casa le pedí dejara todo al final del terreno, obvio ya no me dejó ayudarle a bajar las cajas, otro día acomodaré todo.
Casi amanece, no dormiré de nuevo.
—Mamá me despierta si no lo hace la alarma me siento un poco mal, no se si pueda despertar con solo escuchar el timbre para irme a trabajar... Por favor.
—Sí, pero lo mejor sería que pidieras el día para que descanses.
—No como cree, no le he dado el enganche de la casa como para pedirle un día de descanso a mi jefe.
—Le explicas que te sientes mal estoy segura él lo entenderá.
—No, no debo faltar.
Me despierto a las 10.00 am ¡No puede ser!
—¡Mamá!... ¿Porque no me despertó? ¡No escuché la alarma! Me van a regañar de nuevo.
Le marco preocupada a mi jefe.
—Sr. Roberto necesito pedirle disculpas, se me hizo tarde y no he llegado a la oficina, en una hora llego.
—¿Por qué se te hizo tarde Isabel?
—Me desvelé cambiando los muebles a mi casa, usted sabe por dónde vive mi hermano es una hora de camino. Estamos de punta a punta y un día anterior no había dormido bien.
—¿Te quieres tomar el día? Solo te lo descontaré.
—¿No le afecta mucho si falto? Sí me encantaría, así descanso y aprovecho para hacer algunas cosas en casa
— Entonces descansa y mañana nos vemos.
—¡Mamá! Mi jefe hermoso me dejó descansar hoy.
—¡Qué bueno mija vente a desayunar!
—¡Que rico! Me hizo mi omelette de huevo con jamón y queso.
—Gracias mita. (Mita, es de mamita)
— De nada.
Desayunamos juntas platicando de la casa y de mi padre.
Afuera parecía que hubiera pasado un huracán.
—Mami me voy a dormir un rato más no quiero que haga nada, lo hacemos juntas.
—Te esperaré. Voy a ir plantando los árboles y plantas.
Me desperté de nuevo a las 3.00 pm asustada de esas veces que te despiertas y no sabes dónde estás. ¡Que rico descansé! Me siento mucho mejor pero aún con poca taquicardia a ratos.
Mi desobediente madre ya había acomodado los trastes en la cocina, sacado la ropa de las cajas. Bueno al menos eran cosas pequeñas.
Aprovechamos el resto de la tarde para acomodar la mayoría de nuestras cosas, vaya me rindió mucho el día.
Ya no dormiremos en el piso tenemos dos juegos de cama, pero solo una recámara así que encimé los cuatro colchones y quedó una cama altísima, ja, ja, ja me encantaba correr de la sala a mi recámara y saltar a mi cama cuando me perseguía el perrito de mi madre un rottweiler con ojos de cocodrilo y dientes afilados, le encantaba morder mis manos y pies si lograba atraparme. Se lo regaló mi hermano Federico.
Buenos recuerdos, soy una niña grandota felíz a mis 28 años.
Veo llegar un taxi que no es el de mi padre. Pero allí viene él.
—Papá ¿Qué le pasó?
—Tuve un accidente pero estoy bien, no tengo nada grave.
—¿Cuánto le debo? —Le pregunto al taxista.
—Nada señorita yo aprecio mucho a su papá siempre me ha ayudado pero si puede y tal vez estoy mal con decirle esto, no lo deje trabajar ya, yo perdí a mis padres en un accidente y diera lo que fuera por volver a tenerlos a mi lado, usted es muy afortunada de tenerlos.
—Lo entiendo y no se lo tomo a mal, yo amo a mis padres pero entiendo que él por su adicción al alcohol no entienda.
—Me dijo que usted lo corrió de la casa.
—Sí, lo hice ¿Y le dijo el motivo?
—Sí, de verdad lo siento mucho que usted sola se tenga que hacer cargo de ellos, si necesita algo y yo la puedo ayudar llámame, le dejo mi número de celular y el de mi casa. Tenga paciencia su padre no es malo.
—Yo no dije que lo fuera pero le agradezco mucho su tiempo y su hermoso cariño por mi padre.
Entro a casa y le pregunto:
—¿Dígame que paso? ¿Hay que pagar algo?
—No, no hay daños a gente, solo la camioneta quedó muy chocada pero mi jefe me dijo que ya no me quería ver trabajando que no le pagara nada.
—Espero papá que con esto aprenda la lección y la gran oportunidad que le está dando la vida de convivir al menos conmigo que vivo aquí, con mi madre, ahora juntos en nuestra casa podremos vivir tranquilamente los tres.
—Sí perdón, les pido perdón a las dos, no volveré a tomar. Ayudaré en la casa y veré como puedo trabajar para ayudarte con los gastos.
—No me tiene que ayudar con nada, comida no nos faltará y sé que mi hermano Roberto nos ayudará, él siempre lo ha hecho.
Terminamos juntos de acomodar algunos muebles, mi padre subió las cosas pesadas que faltaban, ya de noche platicamos y nos dormimos temprano, no hay luz no se puede hacer más nada.
Él se durmió en un sillón, ja, ja, ja, ja adora dormir en los sillones hasta la fecha.
Me fui a trabajar al siguiente dia. Llegué antes de mi hora de entrada es lo menos que puedo hacer por el favor que me ha hecho mi jefe al dejarme faltar sin importar que me descuente el día. Las buenas acciones se hacen sin que sepa el beneficiado, con amor y en silencio, eso se hacerlo perfecto.
Estaba a punto de llamarlo cuando suena el celular:
—Isabel ¿Ya estás en la oficina?
—Sí, ya llegue. —Ya tenía como media hora.
—¿Cómo sigues?... ¿Te sientes mejor?... ¿Ya estás lista para otras cervezas?...
—¿Porque me dice eso? No me sentí mal por tomar, me sentí mal porque no me he alimentado bien.
—¿Estas segura que no has tomado?
—Claro que lo estoy.
Solo escuché su susurro —mmm—
—Más tarde paso por allá.
—Está bien.
Veo venir a Daniel.
—Oiga ya me dijo su jefe que ayer no vino porque se sintió mal ¿Qué le pasó?
—A ver Daniel... ¿Usted le dijo a mi jefe que tomé? —Mi instinto de bruja salió.
—Sí, yo le dije que tal vez por eso se sintió mal, que usted me había dicho que le dolía la cabeza y no había dormido.
—¡Ay Daniel no sea chismoso! No me sentí mal por eso. Pero ni modo.
—¿La regué verdad?
—No, no pasa nada. Ya no podré hacerle ver que no me sentí mal por tomar un méndigo vaso de cerveza si no por otras circunstancias, me preocupa que no confía en mí porque piensa que soy mentirosa y ahorita le afirmé que no tomé, pero yo me refería a tomar mucho, no solo un vaso pero ni modo.
—¿Quiere que le explique?
—No para nada, ni se le ocurra, pensará que yo le dije y será peor. Déjelo que piense lo que quiera.
—Discúlpeme, no volverá a pasar.
— No lo hizo con mala intención Daniel no se preocupe, no pasa nada.
—Está bien, pero no esté molesta conmigo.
—No lo estoy.
—La veo más tranquila.
— Sí lo estoy, pero déjeme platicarle lo que le pasó a mi padre...Chocó el taxi que rentaba y su jefe le perdonó el costo de la reparación, está en casa con mi madre, ya no se podrá ir a tomar. Ya no estaremos solas pero me siento mal conmigo misma, siento que yo tuve la culpa por correrlo y pensar cosas malas. No le desee que le fuera mal, pero si pensé mal.
—No se sienta mal por eso, no todos nos comprenden a los borrachos, para nosotros es muy difícil dejar de beber por eso comprendo a su padre pero si yo tuviera una hija como usted o una esposa como su madre, créame que no seguiría aquí estaría en mi casa con ellas.
—Hágalo Daniel tiene un mujer que ama, unos hijos hermosos, la vida es muy corta para vivir lamentándose de lo que hubiéramos hecho y no hicimos. Conquiste de nuevo a su ex esposa, visite más seguido a sus hijos, sorpréndalos llegando por ellos a la escuela, invítalos a comer o que lo inviten a su casa, si usted aún quiere a esa mujer y ya la conquistó una vez puede una segunda.
—¿Puedo abrazarla Isabel?
—Sí Daniel.
Me conmovió muchísimo verlo así, sentirlo así, lo vi llorar y sentí sus manos temblar.
Nos sentamos de nuevo y me prometió que buscaría a esa mujer que aún lo hacía despertar el amor en él.
No entiendo porque dos personas que se aman pueden estar separadas.
El amor une, no separa.
El amor nos hace sentir felices no tristes.
El amor vive en nosotros, no viene de afuera. No se encuentra en nada ni en nadie, solo dentro de nosotros.
Por este motivo no hace falta tener una pareja para estar completos, no nos hace falta sentirnos amados porque debemos amarnos a nosotros mismos y respetarnos.
Llego a casa y veo a mis padres en el patio sentados descansando de plantar tantas plantas de mi madre y los veo felices.
—Siéntate mija ¿Mira cómo vienes de cansada? —Me dice mi padre entre sonriendo y preocupado.
—Sii, no aguanto subir este condenado cerro. Me hace falta hacer ejercicio ¿Cómo les fue? Platiquenme... ¿Que hicieron en todo el día?
—Disfrutar de esta hermosa tranquilidad y plantar... Y plantar. —Me responde mi madre con una sonrisa de felicidad.
Veo llegar a mis perros con medio cuerpo negro, se la pasan felices correteando conejos no sé a dónde se van, pero regresan muy sucios y apestosos.
—Vente vamos a comer los tres, te estábamos esperando. —Me dice mi padre.
— Hija me siento mal. —Dice mi madre asustada, la veo pálida, sudando.
—¿Que tiene mamá?
— No sé, pero creo me voy a desmayar.
—¡No mamá! No me diga eso.
Marco a emergencias y pido una ambulancia. No tardó mucho en llegar. Nos llevó a la cruz roja de Tijuana de allí al seguro social, mi hermana Lourdes los había dado de alta.
Yo caminaba como león enjaulado por el pasillo largo del seguro, les avisé a mis hermanos pero aun no sabía que tenía mi madre.
Llegó mi hermano Federico y me sentí más tranquila con su compañía.
Mi hermano Roberto de Ensenada llegaría al siguiente día.
Dejaron internada a mi madre.
Hasta que le dió su gana a la enfermera salió a avisarnos que ya estaba mejor mi madre.
—¿Mejor de qué? —Le pregunta mi hermano molesto y preocupado.
—¿Que tiene mi mamá? —Le pregunto yo también.
A lo que ella nos responde:
—No les estaré avisando a todos, solo a uno para que él le explique a sus hermanos así que díganme con quien vive la Sra. ¿Quien es la responsable de cuidarla?
—Yo. —Respondí inmediatamente.
—Acompáñame.
Me pasó a una oficina donde ya estaba dentro un doctor y comenzó a explicarme lo sucedido.
—Su mamá sufrió una hiperglucemia... Una severa subida de glucosa. Afortunadamente no causó daño cerebral, un infarto, una embolia o en el caso grave un coma diabético. Tiene que tener mucho reposo y estar checando sus niveles de glucosa. Tomar ciertos medicamentos diario, le haré una lista de lo que puede comer y lo que no debe ni tocar, de ustedes dependerá lo que desean que viva su madre sobre todo estar tranquila, esta enfermedad cada vez es más común en México y NO hay cura, debe ser muy estricta en su alimentación y con su medicamento, debe estar viniendo cada mes a consulta, por ser una emergencia la atendí yo que soy endocrinólogo pero debe ir con su médico general a la clínica que le corresponde y pedir cita conmigo para darle seguimiento yo.
Ya con los ojos llorosos, asustada, preocupada, pensando cómo le haré para cuidarla si trabajo, pero de alguna forma lo haré.
Salí y le explique a mi hermano, iba llegando Lourdes y más tarde llegó María.
Al siguiente día llegó mi hermano de Ensenada Roberto y mi hermana de Mexicali Claudia, todos sus hijos reunidos, como le gusta vernos, siempre hemos sido muy unidos.
Si bien es cierto unos están mejor económicamente que otros, pero mi hermano Roberto siempre ha sido quien más ayudado en casa, él les da dinero a mis padres a cada uno sin importarle si tienen o algún hermano ya les dió.
Mi hermano Roberto sin pensarlo sacó dinero y me dio una buena cantidad.
—En cuanto puedas ve a comprar un aparato para estar checando su glucosa, todo lo que debe de comer, verduras, algo de fruta, nopales, vitaminas, si te hace falta más dinero solo me llamas y me avisas.
—Si, yo me encargo de hacerlo en cuanto pueda.
—¿No tienes carro verdad?
—No.
—¿Que le paso a la camioneta?
—Dijo mi papá que le falta algo al carburador y esa pieza no la hay.
—Si debe de haber pero por el año es más difícil encontrarla, yo me encargo de eso. ¿Cuando la dan de alta?
—Mañana en la tarde me dijo el Doctor.
Les pregunta a mis hermanos:
—¿Quién puede venir por ellas para llevarlas a la casa?
Federico respondió.
—Yo puedo venir, solo que un poco más tarde.
—Está bien te dejo para la gasolina y me avisan cuando lleguen a la casa.
—Sí, pero guarda ese dinero lo ocuparemos para nuestros padres, ya trae gasolina mi carro.
Suena el celular y es mi jefe. ¿Qué habrá pasado?
—Bueno.
—Isabel me avisó tu hermana que tu mamá se puso mal de salud ¿Cómo estás?
—Ya la atendieron se le subió el azúcar, es diabética desde hace varios años.
—¿Entonces ya está controlada?
—Si.
—Pero yo te pregunte ¿CÓMO ESTÁS TÚ?
—Bien, preocupada. —Comienzo a llorar— No sé cómo le voy hacer para cuidarlos.
—No es solo tu responsabilidad, es de todos tus hermanos, Por eso me preocupas, sé que eres muy sensible, trata de ser más fuerte, no llores, tu mamá ya está siendo atendida o ¿Quieres ponerte mal y hacerle compañía?
—No, yo debo de cuidarlos.
—Sí y cuidarte tú también, no vengas mañana a trabajar te voy a dar tres días de descanso para que te acomodes en tu casa y atiendas estos días a tu mamá.
ZkqE8L"*-*
B.
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