EMBOLIA... 1
—Entonces si me quieren aún cuando no fuí un buen padre...
—No diga eso todos lo amamos por ser nuestro padre, lo demás es parte del pasado y no se puede cambiar, solo nuestra actitud y forma de verlo como aprendizaje.
—Ya se terminó el tiempo señorita. —Me dice el guardia de seguridad.
Le doy un beso en su coca pelona (Así le decimos) y salgo para que entre mi madre.
—¿Qué pasó? ¿Por qué no salías? ¿Ya están a tendiendo a tu padre? —Me pregunta mi madre angustiada.
—Si madre no se preocupe, ahorita le cuento.
Llega Federico y abraza a mi madre, me abraza a mí y dejo salir mis lágrimas que tenía reprimidas en las horas transcurridas...
—Tranquila Isabel nosotros debemos darles fuerza a nuestros padres, no te vayas a sentir mal tú también.
—Sí, solo que ya no podía estar sola con todo encima de mí, no soy tan fuerte.
—No estás sola aquí está mi madre, yo y más tarde vendrán todos.
—Sí... Madre ya puede pasar a ver a mi papá.
—Pasa tu hijo si quieres o ¿Paso yo?
—Yo paso mamá. —Le dijo Federico.
—Sí, cuando me vió me preguntó por ti. —Le repetí lo que me dijo mi padre.
El celular se me descargó... Van llegando mis hermanos. Ya estamos juntos los seis con nuestros padres. Cuando llegó mi hermano Roberto lo abracé aferrándome a sentir seguridad, tranquilidad, le platiqué lo que me dijo el subdirector y me felicitó por haber subido hablar con él, me recargué en su brazo y me acarició la cabeza.
Me hacía falta la protección de mi jefe, sentir su abrazo. Con él puedo sentir paz, seguridad, y me hace sacar la fuerza, valentía que yo no conocía en mi interior. Después me reproché pensar en él en este momento de angustia.
—Me voy a regresar más tarde a Ensenada no puedo quedarme porque salgo fuera de la ciudad, pero estaré al pendiente de tu llamada Isabel para que me informes cómo evoluciona nuestro padre, si necesitas algo avísame, te voy a dejar poco dinero quiero que estén tranquilas y sobre todo que descanses. —Me dijo mi hermano Roberto.
—No necesito dinero, le pedí a Lourdes fuera a pagar a la cruz roja y recogiera mi licencia no quería hacerlo pero eso es lo de menos ahorita, yo te avisaré lo que me diga el neurólogo.
—Gracias Isabel por cuidar a nuestros padres, después quiero que me cuentes todo con detalles.
—Sí, yo lo haré Roberto no creo olvidarlo nunca.
Vemos salir a Federico oliendo una bolita de algodón mojada en alcohol.
—Odio el olor de los hospitales, me maree.
—Siempre te sucede lo mismo, yo tampoco aguanto el olor y la depresión que se siente dentro. —Le digo mientras lo dejo se siente al lado de nuestro hermano Roberto.
—¿Puedo pasar a verlo? —Nos pregunta Roberto.
—Sí, el subdirector me dijo que todos podíamos pasar a verlo para estar tranquilos. —Le aseguro a mi hermano.
Vemos entrar a nuestro hermano y platicamos de la depresión que tiene mi padre, está triste, pensando que no volverá a mover la mitad de su cuerpo.
—Me dijo que no quiere ser una carga para ti Isabel. —Me comenta Federico.
—Jamás lo sería, yo lo voy a cuidar a darle todo mi amor, a los dos como siempre lo he hecho.
Sale Roberto y pasa mi madre... Lourdes... Después Claudia, cuando es el turno de María no la dejan pasar alegando ya era muy noche para recibir visitas.
Me acerco al guardia de seguridad de la puerta.
—Puede llamar a recepción del subdirector y preguntar las instrucciones que dejó, fue que pasen todos los hijos y la esposa ¿Acaso no entiende usted lo importante que es para mi padre saber y ver a su familia reunida?
—Yo sólo obedezco órdenes.
—Pues hágalo, ésta es una orden del subdirector.
María ya estaba hablando con un Doctor que iba pasando en ese momento, el cual la dejó pasar con él.
Todos reunidos a la salida ya muy noche se despedían para irse a sus casas cada uno.
—Yo no me voy a ir, me voy a quedar aquí por si se ofrece algo, no voy a dejar solo a mi padre. —Les afirmo a mis hermanos.
—Tienes que irte a descansar, vamos a necesitar cuidarlo más que nunca, sobre todo por la depresión que tendrá. Todos te ayudaremos a cuidarlos. —Afirma María, asintiendo todos su comentario.
—No me puedo ir y dejarlo solo. (Insisto.)
—Ve a casa a darte un baño para relajar tus músculos y te regresas muy temprano, solo duerme un poco, tu eres quien estará acompañándolo una vez que lo den de alta tienes que estar bien. —Me dicen cada uno de mis hermanos.
Voy a la ventanilla y pregunto si es necesario que me quede.
—No es necesario, su papá ya está controlado. Solo déjeme su número de celular para llamarle en caso de necesitarla.
—Si por favor, se lo encargo muchísimo.
Nos vamos a casa tristes pero un poco tranquilas mi madre y yo, al saber que mañana lo atenderán y le harán sus estudios. Llegamos a casa y todo está bien, no cerramos con llave la casa por el susto. Mi madre se dio un baño y se acostó a dormir, yo hice lo mismo.
Aproximadamente a las 7.00 am ya estábamos en el seguro mucho mejor con lo que dormimos y con el baño, no desayunamos pero yo aun cuando el día de ayer no comí más que el desayuno por la mañana me sentía bien, en realidad no recuerdo si mi madre comió algo.
Pero qué cabeza la mía no hablé con mi jefe solo le pedí a Víctor lo hiciera ¿Qué le habrá dicho mi hermana? Seguramente le platicó que la ofendí pero no creo que ella le haya dicho lo que me respondió o quizá sí para hacerle ver su lealtad. Yo no puedo ser leal arriesgando la vida de mi padre y una cosa ni la otra tiene nada que ver pero si fuera el caso, la vida de mi padre está primero antes que mi trabajo. No puedo, no me interesa ser hipócrita.
Le llamo a mi jefe...
—Buenos días señor Roberto, necesito pedirle perdón por no llamarle ayer por...
—No te preocupes Isabel te entiendo perfectamente, ayer me llamó Víctor y él se encargó de cerrar las puertas de la yarda, tu hermana me ha tenido al tanto de la salud de tu papá solo te llamé en dos ocasiones pero al darme cuenta que no respondías no intenté volver a molestar, dime algo ¿Cómo estás?
—Yo estoy bien, ya estoy un poco más tranquila. —Respiro profundo sin que me escuche y continuo— Necesitaba hablar con usted, pedirle perdón por salirme sin avisarle y porque usted me da paz, tranquilidad, me hace sentir segura, discúlpeme por decírselo.
—No te disculpes Isabel, sabes que te aprecio mucho y quiero que estés tranquila.
—Muchas gracias, no tiene idea lo importante que es para mí escucharlo decirme eso, no podré ir hoy a trabajar pero mañana me presentaré.
—No te preocupes por eso, allá están los muchachos. Avísame cuando le hagan los exámenes a tu papá y volvemos hablar del trabajo ¿Ok?
—Sí, gracias de nuevo.
—Cuídate Isabel.
Que maravillosa paz deja en mi escuchar su voz, escucharlo decirme que me aprecia aun cuando quisiera escuchar que me quiere, pero entiendo que a la mayoría de gente le cuesta decir Te quiero, así sea una amistad más un amor prohibido, o en mi caso que él sepa que yo siento algo más que admiración, respeto, y no desea ilusionarme.
Escucho mi nombre en la ventanilla de urgencias.
—Me acerco afirmando... Yo soy Isabel.
—Puede pasar con el especialista que atenderá a su padre. Del pasillo a la derecha, en la tercera puerta allí la espera. —Me dirijo hacia allá.
—Buenas tardes...
—Pase, buenas tardes.
Veo a un doctor joven.
—Soy hija de Manuel Covarrubias, dígame ¿Cómo está mi papá?
—Ya hablé con el subdirector y le expliqué el caso de su padre, ya le hicimos los estudios, todos los necesarios. No tiene coágulos, su corazón está algo crecido pero dentro de lo que cabe es normal por la presión alta, no tiene infección en la orina, sus análisis de sangre salieron excelentes para su edad, le recomiendo lo esté viendo un cardiólogo y siga viniendo conmigo a consulta, yo lo solicitaré en su historial clínico. No quiero que repose del todo, si no que venga a terapia para tratar de recuperar la movilidad de su medio cuerpo. Lo voy a ver en una semana, los medicamentos que va a tomar son de por vida, se los daré cuando lo dé de alta que será pasado mañana, ya solicité le hagan un electrocardiograma y dos estudios más. Puede irse a descansar la veo cansada y me sucede seguido que primero tengo a un familiar y por estrés, preocupación me llega el que se supone va a cuidar al enfermo. ¿Tiene alguna duda?
—Solo quiero saber si mi padre ¿Podrá volver a caminar?
—Tiene que venir a terapia e intentarlo, pero la verdad no le doy esperanzas por la edad de su padre por el tiempo perdido en la cruz roja. Conozco al doctor que lo recibió en Rosarito un excelente médico general, pero la cruz roja imposible de creer el tiempo valioso que perdieron al no checar inmediatamente la presión pero no culpo a nadie, solo tráigalo a terapia y esperemos que evolucione bien el señor.
— ¿Me recomienda decirle la verdad? O simplemente dejarlo así.
—Siempre debe ser primero la honestidad, si algo cambia será maravilloso pero hay que hablar con la verdad.
—Así lo haré, gracias.
Salgo y veo que llegó temprano Federico, le explico lo que me dijo el doctor detalladamente.
—Debemos esperar a ver cómo reacciona él, nada está escrito Isabel.
—Tienes razón mi padre es sano y fuerte, confiaré en eso.
Nos quedamos toda la tarde y nos fuimos a las 9.00 pm a casa mi madre y yo, nos dimos un baño y yo me fui a dormir, mi madre me intento levantar para cenar pero no lo logró. 2 dias sin comer.
Al siguiente dia...
Le hicieron su electrocardiograma y salió excelente. La resonancia magnética y todo se encuentra perfecto. Mañana lo darían de alta pero mi padre platicó con el neurólogo y basándose en los resultados de los análisis lo dejo irse hoy a casa.
Pedimos prestada una silla de ruedas y se quedaría con la sonda unos días más, Federico vino para ayudarme a subirlo y bajarlo en casa, ya habíamos preparado mi madre y yo su sillón de la sala para que durmiera, el doctor me entregó las recetas y una hoja con las indicaciones a seguir meticulosamente.
Llegamos a casa y para subirlo por las escaleras batallamos un poco mi hermano y yo, pero lo dejamos en el sillón, en parte era bueno que nuestra casa fuese chica, el problema sería cuando no esté mi hermano para llevarlo al baño, llevarlo a la terapia y la consulta yo sola, pero ya vería como lo solucionaba.
Preparé un caldo de verduras y pescado a vapor, comimos juntos y mi padre no estaba muy gustoso, estaba estresado y demasiado triste. Fue cayendo en depresión al sentirse inútil para ir por sí mismo al baño o bañarse, no me dejaba ayudarle en nada por verguenza, solo mi madre lo hacía. Salí a la calle a devolver el estómago, no me cayó nada bien la comida, tenía dos días sin probar alimento o fue mucho tal vez lo que comí. No quise decir nada ni que se dieran cuenta para no preocuparlos más.
Le llamé a mi jefe...
—Buenas tardes señor Roberto, hoy dieron de alta a mi padre, ya estamos en nuestra casa.
—Excelente notica Isabel ¿Cómo te sientes tú?
—Muy bien de tener a mi padre en casa, no se puede mover por sí mismo pero con la terapia espero se recupere.
—Así será, ten fe. Te voy a dar una SEMANA de descanso para que cuides a tu papá en lo que se acomodan, organizan, los primeros días son muy importantes para su rehabilitación y te va a necesitar mucho.
—Pero no quiero afectar el negocio y no puedo dejar de trabajar. Yo le agradezco mucho su hermosa intención pero mañana me presentaré a trabajar como ya le había dicho, no quiero que se enfade de mí.
—Isabel eso no pasará, no quiero que vengas a trabajar. No te voy a descontar tu semana, quiero que estés tranquila y te espero el próximo lunes en tu oficina señorita, cuídate y descansa.
—No tengo palabras para agradecerle todo lo que hace por nosotros, gracias. Mil gracias, que Dios lo bendiga hoy y siempre a usted y a su familia.
—Gracias Isabel, con esos buenos deseos es suficiente, cuídate.
Si, ese hombre maravilloso de nuevo demostrando su humanidad, su bondad, su respeto a la vida, a mis padres, demostrándome su cariño, su buen corazón como ningún otro hombre lo hizo y ha hecho en mi vida hasta el día de hoy. No tiene comparación con nadie su ayuda desinteresada, su apoyo, no sé qué más decir. Simplemente que es maravilloso, mi príncipe eterno, mi caballero, mi cielo.
Me quedo un poco más de tiempo contemplando la carretera a lo lejos y llorando de felicidad, por amor. De agradecimiento por tenerlo en mi vida, su presencia fue crucial en esos momentos.
*-*
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