Tercera temporada. Capítulo 10: La historia de Marsyl Parte I
La familia Divina era venerada y respetada por todos. No había quienes no los conocieran y valoraran el trabajo que el gran monarca, Dios, llevaba a cabo. Era un hombre benevolente y generoso, de larga barba blanca y ojos celestes cristalinos. Su pueblo del Cielo lo adoraba y esperaban ansiosos a que cuando la hija mayor del monarca, Marsyl, tomara el poder pudiera llevar todo a cabo como su padre lo hizo.
Aunque la princesa y futura monarca no estaba muy feliz con el puesto que cargaba desde su nacimiento. Sus demás hermanos eran felices por ella, pero ignoraban el hecho de que realmente Marsyl no quería el trono. Ella prefería que su hermano, el segundo sucesor al trono, tomara su lugar. Zyborh era el más indicado para gobernar. Tenía el corazón piadoso de su padre y su generosidad también. Él sin dudas era el mejor. Incluso se lo dijo a Dios, pero él simplemente le dijo que solo tenía miedo y se dejaba llevar por eso.
-Princesa-la llamó su guardián, Satanás, acercándose mientras ella perdía el tiempo jugando en el arroyo.
A esa hora debía estar estudiando política y economía, pero ella realmente no quería. Solo tenía trece años y lo único que deseaba era jugar y disfrutar de los bellos paisajes del Cielo.
-¿Ha ocurrido algo?-preguntó ella mirándolo, tenía su vestido completamente mojado al igual que su cabello que parecía una cascada de negras aguas.
-El rey la solicita en el palacio. Debe cumplir con sus deberes. Tiene clases de política y economía, ¿lo ha olvidado?
Marsyl resopló y se sentó en la hierba, con los pies en el agua. Satanás se acercó a ella y se sentó a su lado. Ella odiaba tener guardián, algo impuesto desde sus cinco años. Al menos Satanás era cinco años mayor que ella y podían entenderse mejor. Su guardián anterior tenía más de cuarenta y era un aburrido que no entendía sus chistes.
-No lo olvidé, solo que no quiero.
-Tienes que ir, serás la futura reina.
-Mm…-Marsyl lo miró-Si soy la futura reina, ¿tú seguirás a mi lado?
Satanás sonrió y Marsyl casi suspiró enamorada. Satanás era guapo, con el cabello hasta los hombros de color blanco y los ojos azules más bonitos que Marsyl había visto jamás. Aunque además de ser atractivo, Satanás era respetuoso, educado y simpático. Sabía cómo aceptar una broma pero se mantenía serio cuando la situación lo ameritaba para no perjudicarla.
-Reina o no, yo siempre estaría a su lado, princesa.
-Dime Marsyl, estamos a solas.-Satanás sonrió y asintió-Todavía no quiero ir a estudiar.
-No esperaba que cambiaras de opinión.-Satanás se levantó-Le diré a tu padre que no te encontré por ningún lado.
Marsyl sonrió y observó a Satanás marcharse.
Ángel&Demonio
A los dieciséis años de la princesa Marsyl, hubo una gran fiesta. Todos en el pueblo estuvieron invitados a la fiesta, no por nada formal sino porque se anunciaría que en pocos meses Marsyl sería coronada reina. Ella no se sentía preparada pero su padre, Dios, había insistido en que fuera reina.
-Marsyl-dijo Satanás ingresando a su habitación, donde Marsyl ya estaba lista con un precioso vestido blanco y su cabello peinado hermosamente-, en media hora debes salir.
-Es demasiada fiesta por un simple cumpleaños.-Marsyl se acercó a Satanás y lo abrazó-Preferiría estar contigo a solas, leyendo libros o jugando al ajedrez.
Satanás sonrió y acarició su largo cabello. Era un secreto la relación que comenzaron cuando Marsyl tenía quince años. Por el momento no quería que sus padres se enteraran, ella sabía que no lo tomarían demasiado bien. Por eso, cuando fuera la reina, podría decidir casarse con Satanás libremente.
-Es un evento formal, cuando seas reina tendrás que acostumbrarte a eso.-Satanás acarició su mejilla con dulzura-Es bueno si empiezas ahora, mi vida.
Marsyl se escondió en su pecho por el apodo. Su pecho martilleaba con fuerza y sus mejillas se colorearon. Cuando Satanás la trataba de esa manera tan especial, ella se sentía capaz de lograr cualquier cosa. Se sentía verdaderamente una reina. Y deseaba que él fuera su rey.
-¿Estarás a mi lado toda la noche para evitar que los aburridos duques y condes me maten de aburrimiento?-Satanás sonrió y la separó para besar su frente.
-Tranquila, yo evitaré que te maten de aburrimiento-aseguró antes de que sus manos abandonaran su cuerpo.
Pero Marsyl tomó su muñeca y lo acercó a su tocador donde lo obligó a sentarse. Satanás la miró desconcertado pero simplemente se dejó hacer. Ella tomó su cepillo para el cabello y lo pasó con suavidad por el blanco cabello suelto de su novio secreto. Luego tomó un lazo de color azul marino y recogió su cabello en una coleta baja, atrapando los mechones albinos que caían por el contorno de su rostro.
-Listo, así te ves mejor. Se puede apreciar más tu rostro-opinó ella sonriendo feliz por su trabajo.
Satanás sonrió y se levantó.
-Te espero al pie de las escaleras del gran salón, no hagas esperar demasiado. Solo un poco.-tomando su mano, besó el dorso-Debes hacerte desear.
Marsyl sonrió sonrojada y cuando él se marchó, suspiró emocionada.
Ángel&Demonio
Satanás conocía a la perfección la vida en el palacio, principalmente porque desde pequeño había sido educado ahí. Sus padres, dos duques, optaron que lo mejor para él era entregarlo a la familia Divina para que entrenara y formara parte del palacio. Mientras más cerca estuviera de la familia Divina, mejor era para su familia. Así que tenía pocos recuerdos con ellos. Había sido criado más por la nana que le pusieron al llegar a los cuatro años que por sus dos padres.
La vida en el palacio no era fácil, menos cuando había sido elegido para ser entrenado como parte de la guardia personal de la familia Divina. Él, junto con otros tres niños (cuatro más se unieron después al entrenamiento para los otros cuatro hijos del monarca), serían los guardianes de los hijos de Dios. Dependiendo de su nivel de entrenamiento, sería el sucesor del trono al que serían entregados como guardián. Él fue el mejor incluso cuando no se lo había propuesto. Era como si hubiera nacido para el puesto de guardián de la princesa Marsyl, futura heredera al trono.
Cuando sus padres se enteraron, solamente le enviaron una carta diciéndole lo orgulloso que estaban de él. No recibió más, siquiera una visita. Se había sentido horriblemente decepcionado. Esa noche pensó que las familias no eran como se leían en libros. Algunas solamente tenían hijos para mantener un estatus y no por amor.
Él de verdad desearía tener hijos por amor. Y últimamente, en sus sueños, la persona con quien los tenía era Marsyl. Su bella reina.
El silencio se hizo presente cuando la princesa Marsyl apareció. Él la observó descender con su precioso vestido blanco y le ofreció su brazo cuando estuvo cerca. Ella lo aceptó sonriendo amable para luego mirar a los demás con la cabeza en alto, como le habían enseñado desde que era muy pequeña.
No hubo quien no la elogio por su belleza y su inteligencia al momento de debatir con los adultos presentes sobre temas políticos, económicos y sociales. Hablaba con la madurez que muchos chicos de su edad no poseían y eso atraía a todos. Satanás era el único que podía ver la incomodidad y las ganas de irse de ahí que cargaba Marsyl. Intentó evitar reírse de ella por su cara (más que nada porque sabía que ella iba a matarlo después) y se quedó cerca cuidándola, a pesar de que Dios le dijo que no era necesario que la cuidara en esa fiesta donde había tantas personas. Pero él se lo había prometido así que siguió con ella.
Hasta que luego de la cena, Dios se levantó con su copa en mano para dar su discurso. Satanás se mantenía de pie detrás de Marsyl, él había comido antes de la fiesta. Estaba acostumbrado a esa rutina. Aunque deseaba algún día poder cenar con Marsyl y no antes o en otra habitación.
-Quiero agradecer, antes que nada, a todos los presentes aquí por habernos bendecido con sus presencias. Esta fiesta de cumpleaños no solamente ha sido organizada para que compartieran con nosotros los dieciséis años de mi primogénita, sino que también fue organizada para dar una noticia especial.-todos prestaron atención, Marsyl ya sabía la noticia que su padre deseaba decir-Como saben, mi tiempo de reinado ya está llegando a su fin luego de setecientos años al poder. Aunque me queda energía para continuar y gobernar por mil años más, creo que es momento de dejar el lugar a alguien más joven y con ideas renovadoras para el pueblo. Sí, como ya deben imaginar, es hora de que mi hija Marsyl tome mi lugar y gobierne el pueblo que tanto amo. Por eso, será un honor para mí decirles que en seis meses Marsyl se convertirá en la reina del Cielo, el mismo día en donde contraerá matrimonio con el duque Sylba de Gönzyjer.
Satanás disimuló la sorpresa por la noticia del casamiento, pero quien no pudo mantener la compostura fue Marsyl quien se levantó mirando a su padre. Su madre la miró desaprobatoriamente, pero ella ni siquiera se dio cuenta de la mirada de su madre.
-¿Casamiento? ¿Por qué no me dijiste que pactaste un matrimonio sin mi consentimiento?-preguntó ella molesta.
Sus hermanos menores simplemente desviaron la mirada. Parecían desear estar en otro lugar que no fuera ese.
-Marsyl, vuelve a sentarte-dijo Dios mirándola.
Aunque sus ojos parecían serenos y amables, era claro que estaba dando una orden que esperaba fuera obedecida cuanto antes.
-No, no me sentaré. No estoy de acuerdo con el matrimonio con el duque de Gönzyjer. Yo no deseo casarme con él.
Hubo un pesado silencio tras las palabras de Marsyl. Los invitados no sabían dónde meterse y los duques de Gönzyjer se sentían ofendidos por el rechazo. Satanás los conocía, ellos estaban orgullosos de su ducado y su poder. Seguramente consideraban a su hijo un buen pretendiente para ser rey del Cielo.
-Marsyl, tú y yo hablaremos después de eso-intervino Dina, la madre de Marsyl y la reina del Cielo-. Ahora siéntate, no nos hagas pasar más vergüenza.
-¿Vergüenza? Vergüenza estoy pasando yo al saber que planean casarme con un desconocido que ni siquiera me interesa. Cuando recuperen la cordura aceptaré hablar con ustedes, pero antes no.
Saliendo con la cabeza en alto, importándole poco lo que los demás cuchicheaban de ella, Marsyl abandonó el gran comedor. Satanás la siguió sabiendo que ella lo necesitaba ahora.
Ángel&Demonio
Marsyl estaba indignada. Su padre había planeado una boda para ella sin consultarle. Si bien eran normales los matrimonios arreglados, Marsyl sabía que su padre jamás lo haría sin consultarle antes. Claramente le hablaría de su futuro esposo y ella podría decidir si lo consideraba un buen pretendiente o no. Y sabía que si lo rechazaba tendría que ser con argumentos válidos y no un simple “no me gusta”.
Se sentía traicionada.
Satanás la siguió hasta su cuarto, donde ella gritó y arrojó cuantas cosas pudo. Él intentó tranquilizarla, frenar su arranque de ira, pero ella con su poder lo mantuvo lejos para no lastimarlo. Era en esos momentos donde ella consideraba inútil a los guardianes ya que su trabajo de proteger a la futura reina era estúpido teniendo en cuenta el poder que ella poseía. Seguramente él se sentía un accesorio. Aunque según el monarca, los guardianes aseguraban que los poderes de los príncipes no fueran utilizados en sus contras y de manera innecesaria contra quienes quisieran atacarlos. Y en todos esos años…nunca nadie quiso atacarla.
-Marsyl, detente de una vez-dijo Dina ingresando a la habitación y usando sus poderes para detener el desastre de su hija-. Estás haciendo todo este alboroto por nada.
-¿Por nada? ¡Quieren casarme con un duque sin mi consentimiento!
-El chico es el indicado, se llevaran bien y gobernarán sin problemas el Cielo.
-No, no quiero casarme con él, yo ya estoy enamorada de alguien más. No pueden obligarme a casarme con alguien por eso. Me dijeron que si me enamoraba respetarían mi decisión y podría estar con aquel a quien le perteneciera mi corazón.
-Eso fue-dijo Dios ingresando al cuarto-hasta que descubrí que tu corazón le pertenecía a tu guardián. Sé lo que dije, lo recuerdo bien, hija. Pero esto es inaceptable. Él no puede ser tu esposo.
-¿Qué?-Marsyl no se molestó en ocultar su sorpresa-¿Por qué?
-Él es tu guardián, su deber es protegerte y dar la vida por ti en caso de que lo ameritaran las circunstancias. Si él fuera tu esposo entonces no podrá cumplir con su deber, el reino necesita dos reyes, no solo uno. Es inconveniente que ambos estén juntos cuando él fue entrenado para mantener tu seguridad.
-Lo cual es estúpido, papá. Nadie ha intentado atentar contra mí jamás.
-Eso ha sido porque él no te lo ha dicho.-Dios señaló a Satanás quien simplemente desvió su mirada-Mientras tu vida esté en peligro, ustedes no podrán estar juntos. Eso complicaría su relación y la vida de uno de los reyes si se casaran. Así que lo mejor será que te cases con Sylba, es el mejor para ser el futuro rey.-tomando a Dina del brazo, Dios dio media vuelta para salir-Así que ve preparándote, en seis meses serás la reina y esposa de Sylba.
-Entonces no quiero ser la reina-dijo antes de que su padre saliera-. Deja el lugar para Zyborh, él ha estudiado tanto como yo, está preparado para ser el rey.
-El poder de Zyborh no se compara al tuyo. Solo el primogénito de la familia Divina hereda el poder suficiente para gobernar el Cielo. Así que Marsyl, solo tú eres la indicada para gobernar el Cielo. Eso está fuera de discusión.-y sin esperar a escuchar su respuesta, Dios salió de la habitación.
Al salir Marsyl cayó de rodillas al suelo, dejando que las lágrimas de impotencia cayeran por su rostro. Era injusto que solo por ser la primera hija del monarca tuviera que gobernar sin que se tuviera en cuenta sus deseos. Ella podría proteger el Cielo, podría cuidar de los ciudadanos con su poder, no era necesario que tuviera que gobernar para eso.
-Marsyl-Satanás se acercó a ella para abrazarla, pero ella lo empujó enojada.
-¿Por qué no me lo dijiste? ¿Por qué no dijiste nada cuando mi vida estaba en peligro?-Satanás se quedó callado apretando los labios-¡Dímelo!
-Tu padre me lo ordenó. Él creyó que era lo mejor para que te concentrarás en tus deberes como la futura reina y no te preocuparas por tu seguridad.
A Marsyl no la sorprendía el hecho de que su padre tuviera algo que ver en eso. Después de todo solía meterse en donde no lo llamaban.
-Tu vida… ¿ha estado en peligro algunas de esas veces?-de nuevo Satanás apretó los labios, pero esta vez en lugar de hablar decidió mostrarle.
Se quitó las prendas superiores hasta quedar sin nada. Era la mejor forma para mostrarle a Marsyl las cicatrices que cubrían su piel, donde una de ellas se veía realmente profunda y grande. Ella, impactada, pasó sus dedos por esa cicatriz que debía tener un par de años ya. Sus ojos se llenaron de lágrimas antes de conectarse con los de Satanás.
-Marsyl, lo siento…pero era por tu bienestar…el rey…
-Me importa una mierda lo que el rey diga-dijo Marsyl molesta-. Tu vida…tu vida estuvo en riesgo…
Ahora ella comprendía las veces que Satanás no podía verla por días. Ella creía que tenía alguna misión inofensiva, como acompañar a alguien hasta otro pueblo (no era raro que se solicitara en ocasiones seguridad extra). Pero jamás eso.
-Es mi deber, por esto me entrenaron durante tantos años.-Satanás tomó sus manos-Y lo haría siempre si eso me da la seguridad de que tu vida estará a salvo, mi amor.
-No…se supone que tú…tú no debes… ¡No! Tú no tienes que pasar por esto, nadie debería atentar contra mi vida, se supone que…-Satanás la besó, callando sus quejas y tranquilizándola.
-Sé que ahora estás enojada y no lo ves con claridad, pero cuando te calmes sabrás que todo lo que hace tu padre es por tu bien.
Marsyl lo dudaba, pero asintió para no preocupar a su guardián.
-Puedes… ¿puedes quedarte esta noche conmigo?
Satanás le sonrió dulcemente y asintió. Marsyl le devolvió la sonrisa antes de acercarlo a ella y besarlo.
Para olvidar las penas de un matrimonio arreglado, Marsyl creyó que lo mejor sería hacer el amor por primera vez y olvidar que posiblemente lo de ellos tuviera un final.
Ángel&Demonio
Marsyl sospechaba que algo así podría pasar. Ella lo vio venir incluso días antes. Lo difícil ahora sería decirle a sus padres y, sobre todo, a Satanás. Él todavía no sabía de su embarazo y ella no sabía ya cómo seguir ocultando su vientre de cuatro meses. Las ropas grandes habían sido buenas, pero su madre había notado su rostro más redondo y Satanás comenzaba a sospechar ya que ahora no aceptaba muchos abrazos como antes. Era cuestión de tiempo para que lo supieran.
Con sus poderes había descubierto que tendría una niña y eso la había emocionado. En su imaginación ella soñaba con que su niña fuera parecida a Satanás, con el cabello blanco y los ojos azules. Sería preciosa y seguramente talentosa.
El único problema era que estaba a dos semanas de su boda con el duque Sylba y ella cada día se sentía más ansiosa. ¿Por qué el duque no rechazó la oferta sabiendo que ella no lo quería? ¿Es que tan importante era el poder que no le importaba no ser amado? Se preguntó qué pensaría el duque si supiera que su esposa ya no era virgen.
Una semana antes de la boda, su padre mandó a llamarla antes de que ella se probara el vestido. Ella obedeció y fue a su encuentro, pero cuando Dios se le acercó demasiado, ella dio unos pasos hacia atrás.
-¿Para qué me llamaste?-preguntó intentando mantenerse seria.
Alguien más ingresó y cuando ella se giró se sorprendió de ver a Satanás. Pensó que su padre deseaba hablar con ella a solas.
-Señor ¿qué…?
-¿Cuándo iban a decírmelo?-preguntó directo viendo el vientre de Marsyl.
-¿Decirle qué, señor?-preguntó desconcertado Satanás.
Dios lo analizó antes de pasar su vista a su hija, quien bajaba la mirada nerviosa.
-Marsyl ¿Puedes explicar todo esto?
Era claro que su padre no le estaba dando opción. Él quería una respuesta independientemente de sus deseos.
-No hay nada que explicar, estoy segura que ya lo sabes.
-¿Sobre tu embarazo? Por supuesto que lo sé.-de reojo, Marsyl vio la sorpresa en los bonitos ojos de Satanás-Lo que no entiendo es qué buscabas al ocultarlo sabiendo que tarde o temprano todo se sabría.
-No lo sé-dijo sincera-. Creo que no buscaba nada más que…cuidar a mi hija. Yo…sabía que no te gustaría la noticia, así que…
-Tienes razón, me disgusta saber que desobedeciste a tu padre y que complicaste más tu situación-la interrumpió-. Pero todo tiene una solución, Marsyl.
Su mirada no le gustó en absoluto. Satanás pareció notarla también ya que se puso delante de ella.
-Señor, prometo que me haré cargo, yo puedo cuidar de Marsyl y mi hija. Usted me conoce, sabe que estoy entrenado y podré protegerlas. Por favor, solo…deje que estemos juntos, no les haga daño a ninguna de ellas.-Dios lo miró elevando una ceja, Satanás apretó los puños y se arrodilló ante él-Por favor, majestad, se lo suplicó.
Apoyó su cabeza en el suelo, cerca de los pies del rey, humillándose por el bienestar de la mujer que amaba y su futura hija. Por ellas era capaz de tirar su orgullo y dignidad por el caño si eso las mantenía a salvo.
Pero el rey, sordo a sus suplicas, lo pateó lejos. Marsyl, angustiada, quiso ir con él. Pero fue cuando su padre la tomó del brazo y la detuvo.
-Lo siento, hija. Pero algún día sabrás que es por tu bien.
Marsyl no supo qué pasó, solo que perdió el conocimiento y, al despertar, ya era de noche. Miró a su alrededor pero no había nadie, estaba sola en su cama. Su mano tocó su vientre por instinto, pero lo descubrió tan plano como meses atrás.
Asustada tanteó buscando a su bebé, pero nada. Su poder ya no detectaba la dulce niña que crecía en ella.
En su desesperación bajó de la cama y corrió para salir del cuarto en busca de Satanás. Ella lo necesitaba en ese momento para buscar una explicación a lo ocurrido. Pero al abrir la puerta había un soldado grande que le prohibió el paso.
-Princesa Marsyl, debe regresar a la cama-pidió sin moverse de su lugar.
-¿Dónde está Satanás?-preguntó mirándolo, él no se inmutó por su orden.
-En el calabozo, será ejecutado mañana por traición.-sin darle tiempo a reaccionar, la empujó de nuevo al interior de su habitación y cerró la puerta con fuerza.
Marsyl se dejó caer al suelo impactada por la repentina noticia que el soldado estúpido le dio sin el más mínimo de tacto. Cerró los ojos para calmarse cuando los recuerdos de lo que había pasado antes de perder el conocimiento bombardearon su mente. Su padre no solo había asesinado a su hija, sino que también iba a matar al amor de su vida. Marsyl no creía que había sido jamás una mala persona, siempre intentó obedecer tanto como pudo a su padre e intentar ser la reina que él esperaba que fuera (a pesar de que no era su sueño). Sin embargo, eso no le había bastado a su padre.
El odio y el dolor comenzaron a inundar su cuerpo, calentando su sangre y nublando su juicio. Marsyl solo quería ser feliz, pero parecía ser que para poder serlo tendría que deshacerse de todos aquellos que fueran un estorbo. Su familia era su principal motivo de infelicidad y el pueblo…solo sería un estorbo más. Nadie estaría feliz de saber que la reina era capaz de matar, aunque tampoco parecían serlo ahora que había intentado ser buena.
Bien, que todos se fueran a la mierda.
Marsyl perdió por completo la noción de la realidad. No supo qué pasó ni cómo. Cuando despertó de su propio arranque de locura, estaba de pie en la plaza principal del pueblo. A su alrededor los cadáveres descuartizados de todos los habitantes del Cielo y en su mano derecha la cabeza de su padre muerto.
-Marsyl-la llamó una voz conocida.
Ella tardó en darse cuenta de que Satanás estaba detrás, abrazándola con fuerza de la cintura.
-Satanás…yo…
-Shh, está bien, no te preocupes, estoy aquí contigo.
Satanás hizo que soltara la cabeza de su padre y diera la vuelta para abrazarla. Ella enredó sus brazos cubiertos de sangre ajena en la cintura de Satanás y escondió su rostro en su pecho buscando consuelo.
Y él la consoló en el silencio de un mundo donde solo vivían ahora ellos dos.
Esperen a la segunda que explica un poco más, es que sino me quedaba el capitulo muy largo :v
Nos vemos! Besos ❤️
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