Cuarta temporada. Capítulo 15: El encuentro con Dios
Sábado 19 de febrero de 2056. El Cielo.
Encontrarse con alguien a quien solo conocieron a través de su madre, y no de la mejor manera, era casi como volver a pelear con Marsyl. Solo que Dios era mucho más tirano y salvaje de lo que ella era. Tendría sentido si tenía en cuenta que su abuelo seguramente los odiaba por ser hijos de Satanás, el hombre con el que su hija quiso casarse en lugar del otro chico con títulos que había elegido para ella.
En su defensa, contraer matrimonio con alguien solo por su título nobiliario no era algo que Belcebú viera con buenos ojos. Si su madre hubiera intentado eso con él, seguramente la hubiera mandado a la mierda, incluso en aquel tiempo, antes de que empezara a sentirse herido por ella. Sin contar el hecho de que su padre jamás lo hubiera permitido.
—Increíble, al fin conozco a mis nietos—dijo Dios, sonriendo como un abuelo amoroso.
No sabían si era amoroso, pero loco seguro que sí.
—Devuelve a Yanij y Elkanyja, nos estás metiendo en un embrollo de la puta madre solo por las disputas que tienen con Kalrax y mamá—dijo Aamón tenso, preparado para atacar en caso de que su abuelo lo hiciera.
Dios mantuvo la sonrisa, como si todo estuviera bien en el mundo.
—No deberían verse involucrados, después de todo solo perjudicamos a Kalrax.
—Dejando pistas en el Cielo y el Infierno, sí, claro, gracias, abuelo—dijo sarcástico Belcebú rodando los ojos—. Si realmente no querían ocasionar tantos problemas debieron haberse metido solamente con Kalrax y dejarnos a nosotros afuera.
—¿Por qué deberíamos hacerlo? Su madre pecó al destruir a su familia y su pueblo. ¿No debería ella cargar con las consecuencias? Las consecuencias de un pecado no es algo que una sola persona puede cargar, por eso siempre pasa a las siguientes generaciones. Una marca, una maldición.
Sí, como la locura de la familia Divina. Tanto poder no debía hacer nada bueno con sus células cerebrales.
—¿Y Lucifer qué tiene que ver en esto?—preguntó Aamón, la tensión creció en sus músculos, sus garras se retraían y salían intermitentemente.
—El daño colateral es inevitable en una guerra—Dios se encogió de hombros, lucía tan tranquilo y tan dulce que Belcebú solo se sintió más alerta.
—Daño colateral mi culo, lo hicieron a propósito. ¿Qué mierda esperan? ¿Que se destruyan entre ellos?—Aamón se notaba furioso, quizás porque todo esto estaba perjudicando a su familia y eso era algo que su hermano odiaba.
Que se metieran con sus hermanos y su padre era algo que Aamón detestaba demasiado.
—Bueno, eso claramente nos beneficiaría. ¿Por qué no intentarlo?
Belcebú detuvo a su hermano antes de que se arrojara sobre Dios. Dio un paso al frente para cubrirlo y evitar que reaccionara por instinto.
—¿Y para eso tenían que sacar las almas de la Esfera Espiritual?—preguntó Belcebú, más tranquilo que su hermano, pero igual de tenso.
—Necesitábamos gente de nuestro lado, no puedes ir a la guerra sin un ejército. Además...
—¿Dónde están Yanij y Elkanyja?—interrumpió Belcebú, harto de la voz de su abuelo.
Este cerró la boca, manteniendo su irritante sonrisa, y llevó las manos detrás de la espalda.
—No lo sé, ¿dónde están?—jugó con ellos, mientras los miraba divertido.
Sabía dónde estaban, pero no estaba dispuesto a decírselos. Había algo más en su mirada, como un pequeño brillo de condescendencia falsa que le crispó los nervios a los dos. Belcebú todavía recordaba esa condescendencia, aunque genuina, en los ojos de su madre cuando peleaban con ella por el tema de su apariencia. Los trataba como pequeños niños ignorantes que no comprendían sus motivos, pero era amable con ellos porque no la comprendían y entonces ella debía mostrar benevolencia hacia ellos.
Era enloquecedor.
Belcebú sabía que continuar con la conversación no llevaría a nada. Dios no diría nada y solamente los haría dar vueltas en círculos hasta que quisiera matarlos. Por eso, lo mejor era pelear.
Soltando al perro rabioso de su hermano, dejó que se lanzara a Dios mientras él le seguía de cerca. Ese despreciable hombre sonrió aun más, manteniendo sus manos tras su espalda. Belcebú intuyó el peligro así que tomó a su hermano de la ropa y lo jaló hacia atrás, a tiempo antes de que una lluvia de agujas cayera sobre ellos. Agujas brillantes de energía que se levantaron en el aire, rodeando protectoramente a Dios.
—Mis amados nietos, ¿jugamos?
Belcebú y Aamón apretaron los dientes.
¿Por qué nunca nada podía ser fácil?
Ángel&Demonio
Sábado 19 de febrero de 2056. El Castillo del Infierno.
Kalrax había mantenido el control sobre sí mismo durante varios días, pero mientras más tiempo pasaba, sentía que se volvía menos capaz de continuar así. La paz que se había forzado a sentir solo era una forma de mantener su cordura intacta y no caer en la extrema locura. Sin embargo, de seguir así, no podía asegurar no sentirse tentado por volverse loco.
Su esposo y su hija pequeña estaban en vaya a saberse dónde, sufriendo vaya a saberse qué. Kalrax no podía mantenerse muy tranquilo si su familia estaba siendo perjudicada. El amor de su vida y su pequeña princesa habían caído bajo las garras de un viejo enemigo que le había arrebatado la vida a su padre. Dyker no se conformó solamente con matar a su padre, sino también con volver y secuestrar a su adorable esposo y su dulce hijita.
Ahora comprendía mejor que nunca por qué los terranos se habían negado a darle a la familia Divina los secretos y el control de la Esfera Espiritual. Todos estaban tan locos y estúpidos que Kalrax no podía comprender cómo carajos Marsyl pudo llevar adelante un reino completo sin que este cayera en la miseria. Al menos sus hijos habían salido con mayor materia gris que ella.
Miró a Satanás, el hombre que había permanecido a su lado y que había sido herido por ella, por su indiferencia y su estupidez. ¿Cómo un hombre como este podría haberse rebajado a una mujer...así? ¿No se valoraba ni un poco?
Satanás era un hombre culto, con una fuerza inconmensurable y una habilidad en batalla envidiable. No era un guerrero hueco que solo pensaba con los bíceps, era inteligente, astuto, capaz de conversar de diversos temas sin sentirse perdido.
Cómo un hombre así que, para rematar, era guapo, terminó con una mujer como Marsyl, era un misterio. No era como si Marsyl fuera una mujer fea. Era hermosa y fuerte, pero su estabilidad mental dejaba mucho que desear.
—¿Algún motivo por el cual me estés observando demasiado?—preguntó Satanás volteando a verlo.
—¿Por qué estás con ella?—preguntó directo Kalrax, señalando a Marsyl que estaba a varios metros de ellos, pensativa con la Esfera Espiritual en sus manos.
—¿Y a qué viene esa pregunta?
—Eres un hombre competente, con los pies en la tierra. ¿Por qué estás con ella?
Satanás miró a Marsyl, alejada de ellos. Kalrax notó que, a diferencia de Lilith y Lucifer, Satanás y Marsyl no parecían gravitar hacia el otro de ninguna manera. Ella parecía esquiva, manteniendo la distancia, mientras que él parecía indiferente.
—¿Hablas de ahora o de antes?
—Imagino que antes ella era diferente, una mujer digna para enamorarse. Pero ahora ¿por qué?
—Alguien debe evitar que se vuelva a equivocar—Satanás se cruzó de brazos—. Creí que todavía había amor, luego de todo...lo que te contaron que pasamos. Pero ella...ella no deja de arrepentirse de elegirme. Y yo me cansé de insistir en alguien que ya no me ama. Si sigo a su lado ahora, es precisamente porque no quiero que genere más problemas.
Kalrax lo miró. Pensó que hallaría dolor y tristeza en los ojos de Satanás, pero este demonio claramente ya había pasado por eso años atrás y no mostró más que indiferencia hacia el tema.
—Eso es muy triste.
Satanás se encogió de hombros, dejando de mirar a Marsyl para centrar su vista en cualquier otro lugar.
—No puedo hacer gran cosa al respecto. Tampoco estoy interesado en buscar a nadie más por el momento. Hacerse cargo del Cielo es una tarea dura, me mantiene mayormente ocupado. Creo que prefiero eso, me hace sentir mejor.
—¿Y por qué tú no tomas el mando del Cielo? Creo que en manos de alguien más que no fuera ella, estaría mucho mejor.
Satanás lo pensó antes de responder.
—Ella no sería capaz de permitirlo.
Entonces, quizás, ella debería morir. Deshacerse de la plaga que era la familia Divina y dejar solo los buenos brotes, sería un cambio refrescante para todos en el Cielo.
—¡Trajimos a alguien!—gritaron de repente.
Kalrax se giró, el grupo que fue enviado al Vaticano había regresado con un pequeño grupo de cuatro cazadores en sus manos. Tenían pulseras que suprimían sus poderes por lo que no podían hacer más que obedecer, a menos que quisieran que empezaran a romperles los huesos. Kalrax no tendría problemas con eso.
—Creo que estás más que ansioso de sacarles respuestas, ¿verdad?—preguntó Lucifer acercándose a él.
Oh, sí. Estaba ansioso por saber de una vez dónde estaban su esposo y su hija.
Ángel&Demonio
Mientras Kalrax le sacaba información a los cazadores, vigilado por Satanás y algunos de sus vástagos, Lucifer se quedó en la sala, supervisando que los que habían ido hubieran llegado lo suficientemente bien. Sus hijos apenas tenían rasguños, para su suerte, y los demás que no formaban parte de su familia estaban lo suficientemente bien. No había nada de lo cual tuviera que preocuparse...
—Encontraron a Dios—bueno ahora había una cosa.
Lucifer se giró para ver al enviado de parte de Belcebú. El ser celestial jadeaba agotado y tenía heridas en su cuerpo. Claramente se había visto metido en la batalla.
—¿Cómo que encontraron a Dios?—preguntó acercándose al ser celestial.
—En el Cielo. Belcebú y Aamón están luchando con él.
Lucifer no necesitó más. Miró a Marsyl quien se sorprendió con la noticia, pero se quedó paralizada en su lugar. Bueno, mierda.
Corriendo hacia los calabozos, fue por Satanás y Kalrax. Ellos serían más útiles.
Ángel&Demonio
Sábado 19 de febrero de 2056. El Cielo.
Belcebú y Aamón habían decidido mandar a la mayoría de los seres que fueron con ellos a que buscaran a Yanij o Elkanyja en lo que ellos distraían a Dios. La fuerza de Dios era sin dudas mucho mayor que la de todo ese grupo y su experiencia no era poca. Si ellos se quedaban, seguramente terminarían muertos. Aamón y Belcebú, que estaban mucho más entrenados que ellos, decidieron tomar la responsabilidad de luchar contra su abuelo. Con sus fuerzas y sus experiencias, no tendrían demasiadas dificultades para entretenerlo.
Salvo que, a pesar de que tenían la fuerza y la experiencia, por algún motivo no podían bajar un mínimo la guardia. Dios parecía conocer mucho más de lo que ellos habían conocido. Parecía incluso más entrenado que su madre, y su madre, pese a todos sus problemas mentales, era una buena guerrera. O bueno, de las veces que Belcebú la vio en batalla, era realmente buena. No estaba seguro si, tras mandar a un mensajero, vendría en persona a enfrentar a su propio padre, el hombre que mató a su primogénita, quiso matar a Satanás y casi la obliga a casarse con alguien más.
Belcebú creía que cualquier persona medianamente normal querría venganza contra este hombre. Luego de haber visto el descenso mental de su madre...no estaba muy seguro de que ese fuera el caso.
Era mejor si no venía.
Aamón retrocedió varios pasos cuando Dios lo atacó, un hilo de sangre descendiendo de la comisura de su boca. Los golpes eran letales y Dios siempre buscaba darlos en lugares mortales. Belcebú había conseguido evadir varios con éxito, pero algunos sí lo rozaron lo suficiente como para abrir una herida.
—¿Cómo se supone que luchemos contra este loco?—preguntó Aamón escupiendo la sangre acumulada en su boca.
—Eso estoy intentando averiguar—resopló Belcebú.
—¿Ya se cansaron de jugar con el abuelo? Ay, ay, que nietos tan flojos que tengo—Dios negó con la cabeza, su voz nunca pasando a nada más que un murmullo dulce y suave.
Lo odiaba tanto. Era desquiciante.
Belcebú pensó en una manera de atacar, una manera efectiva. Pero pese a su entrenamiento, parecía no tener la manera de luchar contra este hombre. Solo podía arriesgarse, pero arriesgarse podría ser peligroso. Podría terminar más lastimado o...
De repente, Dios estaba a un paso de su rostro. Belcebú, instintivamente lanzó a Aamón hacia atrás para protegerlo. ¿En qué momento este hombre llegó tan cerca de él? ¡Ni siquiera pudo predecirlo!
Alzó sus brazos para protegerse del ataque. Una luz tenue brillando en los puños de Dios, una luz que había visto causarle heridas a su hermano. Belcebú se preparó para aguantar el dolor y no permitir que estos golpes llegaran a Aamón.
No fue necesario. En el momento que Dios iba a golpearlo, terminó retrocediendo varios pasos para que la flecha que volaba hacia él no diera en el blanco. Casi al mismo tiempo, Satanás descendió de un gran salto, su mirada desafiante a Dios.
—Ya mataste a una hija mía, no dejaré que dañes a ninguno otro de mis hijos—la voz de su padre estaba teñida de ira, una más profunda que la que alguna vez sintió por su madre.
—Satanás, el guardián que no pudo guardarse el pene para sí mismo y tuvo que meterlo en mi hija—comentó Dios, desdén en su voz, en su mirada—. Gracias a ti terminé muerto.
—Claro, porque seguro tú tomaste las mejores decisiones—comentó Lucifer, acercándose—. Aunque por lo que tengo entendido, en tu familia la locura es algo bastante normal. Aunque debo suponerlo que en los primogénitos—se giró para ver a Belcebú y Aamón—. Estos salieron bastante normales.
—Porque no los conoces—comentó su padre casualmente, haciendo tronar su cuello—. Pero no quiero perder el tiempo hablando de sus locuras.
Igual que como Dios se acercó a Belcebú a una velocidad inimaginable, Satanás se acercó a Dios de la misma manera. Pero a pesar de la rapidez y la precisión, Dios tuvo el tiempo suficiente de cubrirse del ataque directo. Y aunque retrocedió varios pasos, no se vio muy afectado. Lo único satisfactorio es que ya no sonreía. Su mirada se había endurecido con tanto odio que era increíble que no fuera capaz de asesinar con ella.
Abrió la boca para decir algo, pero tan pronto lo hizo, Satanás ya había vuelto a atacarlo, obligándolo a callar y concentrarse en los ataques. Lucifer se mantuvo cerca de ellos, con Kalrax a un costado, escuchando a Aamón explicándole que habían enviado a los demás a buscar a su esposo e hija mientras distraían a Dios. Estando su padre ahora en la tarea, Belcebú no creía que tuvieran que seguir peleando. Menos con Kalrax y Lucifer a un costado, vigilando la batalla. Los tres serían más que suficientes para pelear contra Dios. Belcebú y su hermano solo serían un estorbo en el camino, a pesar de que su fuerza podría llegar a serles útil, pero eso solo sería si conseguían alguna ventaja contra Dios.
—Kalrax—dijo de repente Lucifer—, iré a buscar con los demás. Al igual que ellos, conozco bastante bien el Cielo, no cambió mucho desde que me fui de todas formas. Marsyl no tiene mucha imaginación.
Y dejando sus palabras todavía volando en el viento, se marchó sin dejar rastro. Belcebú consideró que sería bueno que alguien como él buscara a Yanij y Elkanyja por el Cielo. Sería mucho más efectivo que los otros seres celestiales que enviaron a realizar esa tarea.
Solo esperaba que los dos, o al menos uno de ellos, estuvieran ahí arriba.
Ángel&Demonio
Sábado 19 de febrero de 2056. El Castillo del Infierno.
Kumiko estaba con el celular de Luzbel, usándolo como si fuera suyo. Bueno, no era como si al pequeño engendro fuera a molestarle, después de todo con lo que estaba pasando no tenía muchas opciones. Cuando todo terminara se lo devolvería, mucho más protegido y actualizado que nunca, por supuesto.
Purnix estaba a su lado, viendo los mensajes que intercambiaba con los contactos de Luzbel. No entendía qué buscaba ella, imitando la forma de Luzbel de comunicarse para que nadie sospechara nada. No sabía si sería útil o no, pero al menos hasta el momento había estado recibiendo respuestas de estas personas como si no tuvieran idea de lo que habían descubierto. Incluso dos de ellos le comentaron sobre los desastres ocasionados en el Vaticano y los múltiples videos que estaban corriendo por la web. Kumiko ya los había visto, curiosa por el desastre que su familia causó en la Tierra. Habían sido entretenidos.
—¿Crees que consigamos algo así?—preguntó Purnix apoyado en su costado.
—No lo sé, solo espero que sí. Pero es difícil decirlo—respondió bajando el celular—. Solo es cuestión de ver si caen en la trampa.
—¿Crees que se crean estos datos falsos que les estás dando?
—No dudo que ellos sí, pero no sé si Dyker o el hacker de Dyker se lo crean. Si creen que soy Luzbel, posiblemente sí. Además no estoy siendo muy obvia, intento ser sutil para que no se vea muy falso. Pero es difícil, Luzbel no escribe con caritas y siempre pone puntos al final de la oración. Este chico es muy seco—se quejó Kumiko, resoplando—. No es como yo.
—Bueno...¿no se supone que las oraciones terminan con punto? No está escribiendo mal.
—Suena cortante—se quejó Kumiko dejando el celular en la mesa en la espera de respuestas—. ¿Quieres ir por algo para comer? Seguro tienes hambre.
—Uh, ¿quieres algo?—preguntó Purnix levantándose del sillón de la habitación de Kumiko.
—Trae lo que haya, no soy muy exquisita con la comida. Mientras no sea venenoso, puedo comerlo.
Purnix sonrió y se marchó, dejándola sola en la habitación. Kumiko miró el techo, dejando la mente en blanco para calmarse un poco.
Mente en blanco.
Mente en blanco.
BL.
Mente en blanco.
Más BL.
Mente en blanco.
Hualian, Bingjiu, Wangxian.
Mente en blanco.
Más hualian.
Mente en blanco.
—Mejor leeré algo—se dijo a sí misma, levantándose del sillón para buscar algún manga o algo similar para leer.
—¿No tenías que continuar con la historia esa del husky y el gato blanco? La de maestro y discípulo—dijo Mammón ingresando a su cuarto.
—La dejé en pausa hasta que me digne a volver a leerla.
—¿Te aburrió?
—No, solo que tengo miedo de leer más drama y llorar más—dijo ella, buscando entre sus cosas mangas y novelas que ya leyó—. ¿Qué me recomiendas releer?
—¿Alguno de los libros de esa saga de lobos? ¿Green Creek?
—Ah, ya, sí. Haré eso. Mm... ¿cuál de los cuatro leeré?
Mientras los dedos de Kumiko pasando por los lomos de los cuatro libros, distraída en su tarea de elegir, una mano cubrió la suya más pequeña y detuvo sus movimientos. Mammón la miró, inclinando la cabeza porque era un poste a comparación de ella. Así que Kumiko hizo una mueca de disgusto.
—¿Podemos hablar? Hay algo que quiero hablar contigo.
—Ah, bueno, te escucho—dijo Kumiko dándose la vuelta.
Mammón soltó su mano suavemente, pero mantuvo la distancia corta entre ellos. Kumiko dio un paso atrás solamente para no levantar tanto la cabeza y mirarlo de manera más cómoda.
—Tú... ¿qué piensas de nuestra relación?
—Bueno... ¿debo ser sincera?—Mammón asintió—No me desagrada, es entretenido estar con alguien que me escucha cuando hablo. También me agrada tu presencia, no me haces sentir incómoda. Eso es bueno, no suelo sentirme así con nadie más que no sea mi familia.
—Y... ¿qué piensas de mí?
—Mammón, ¿estás bien? ¿Tuviste alguna epifanía?
—No evadas con chistes la respuesta—Mammón frunció el ceño—. Responde.
—Mm...bueno...eres un demonio agradable. Yo... no sé, ¿qué se supone que debo decir? Me caes bien, me gusta pasar tiempo contigo, no se me ocurre qué más decir.
Mammón suspiró, pero había una pequeña sonrisa en sus labios.
—Sí, es algo que me esperaba que fueras a decir—la sonrisa se borró lentamente, Kumiko solo podía verlo sin saber cómo reaccionar—. Estuve pensando...sobre nosotros. Llevamos años así.
—Mm, sí. Como veinte, ¿no?
—Sí y pensé que...si quieres, por supuesto, podríamos empezar a...—Mammón se trabó en esa parte, como si dudara de sus palabras.
—¿Empezar...?—lo instó Kumiko a seguir.
—Yo... ¿alguna vez pensaste en tener pareja?
Kumiko lo miró, como si fuera la primera vez que lo hacía. Alguna vez lo pensó, sí, pero se había resignado a no encontrar jamás a alguien a quien fuera a amar y se conformó con ser feliz con su familia. Ellos la amaban, ella los amaba, ¿qué más necesitaba?
—Alguna vez, sí. No lo pienso ahora, ¿por qué? ¿Tú sí lo piensas? ¿Te gusta alguien? ¿Alguno de mis hermanos o mis primos?
Si lo pensaba, Mammón siempre estaba cerca de ella, siendo pocas las ocasiones en que se separaron por más de una semana y solo porque Mammón tenía cosas que resolver en el Cielo. Kumiko nunca se molestó con eso, porque a pesar de estar lejos siempre se mandaban mensajes a pesar de todo así que era como si no lo estuviera. Por lo que posiblemente, durante ese tiempo, Mammón conoció a alguien y no se sentía preparado o seguro de confesarse. Quizás podría ayudarlo, aunque el único consejo que podría darle sería el de sé sincero, después de todo en temas románticos, Kumiko no sabía mucho qué hacer.
—¿Es en serio?—resopló Mammón— ¿Por qué me gustaría alguno de tus hermanos o tus primos?
—Entonces alguien del Cielo—concluyó ella encogiéndose de hombros.
—Kumiko, en serio, he sido obvio durante todos estos años, no puedes decir esa estupidez.
—¿Por qué no? No estoy metida en tu cabeza todo el tiempo como para saber qué piensas. Sería normal que te guste alguien del Cielo o de mi familia.
Mammón iba a replicarle, su ceño frunciéndose en frustración, cuando de repente Eleazar ingresó a su cuarto, como normalmente hacía, siempre sin permiso.
—Encontraron a Dios.
...
Eso no era bueno.
Ángel&Demonio
JiHoon no podía hacer más que esconderse en el castillo en lo que resolvían todo este gran embrollo. Lo único en lo que podía pensar era en que deseaba volver a Canadá, al lado de Edward y seguir su mundana y tranquila vida. Estaba todo tan en paz, pero el pasado de Marsyl tuvo que tocar la puerta y arruinarles la existencia...otra vez.
Mientras daba vueltas en su cama, pensando en qué mierda podría hacer y en si Edward estaría bien o no allá en Canadá, tocaron la puerta de su habitación. Fingió estar dormido para que nadie pudiera seguir molestándolo, pero cuando pasaron veinte minutos y la persona en su puerta no se iba, todavía tocando incesantemente, se levantó de un salto y abrió.
—Sabía que no te habías quedado dormido—sonrió Luzbel ingresando al cuarto como si fuera suyo.
—¿Y qué si estaba dormido y me despertaste?
—De todas maneras me abriste, ¿importa pensar en eso?—Luzbel se sentó en el sillón, cruzándose de piernas mientras estiraba sus brazos por sobre el respaldar—Quería verte.
—Luzbel, verás, no estoy del mejor humor. Así que si lo que tienes que decir no es importante, mejor ni te molestes.
—Es importante para mí, ¿eso cuenta?—Luzbel sonrió, como un niño travieso.
JiHoon sintió ya el dolor de cabeza que se avecinaba.
—Luzbel, por favor, vete.
—¿Ni siquiera puedo decirte por qué vine?—preguntó Luzbel, frunciendo el ceño y dejando atrás su posición relajada en el sillón—Extrañaba ver a Hoonie Honey, todo está tan sombrío afuera. Tu presencia es un rayo de luz entre tanta niebla.
—Gracias, pero sería bueno que te vayas, Luzbel. Realmente estoy de malhumor.
Luzbel se levantó, pero en lugar de acercarse a la puerta, fue hacia JiHoon. Sus manos acariciaron sus mejillas, de manera suave y gentil.
—Puedo quedarme y ayudarte a calmarte, sé cuánto te gustan los mimos—dijo grave y roncamente Luzbel, acercando su rostro al de JiHoon.
JiHoon frunció el ceño y se alejó, el toque no se había sentido correcto ni tampoco había sido deseado. Quizás antes, hubiera aceptado los mimos de Luzbel. No era una mentira que los mimos lo tranquilizaban. Pero ahora, no quería recibir mimos de él porque realmente no los deseaba.
Muy a pesar de Luzbel, quizás nunca lo deseó realmente y solamente fue su culpa cegándolo como un idiota. Eso lo hizo pensar, ¿qué hubiera pasado con Luzbel si jamás hubiera aceptado estar con él? El chico había desarrollado una obsesión insana por él desde temprana edad, ¿la habría abandonado tras ver que JiHoon no lo quería como él esperaba que lo hiciera?
Realmente, ya no importaba.
—Vete, Luzbel—dijo serio, abriendo la puerta de su habitación.
Luzbel tardó un momento en darse cuenta de que lo estaba echando y se quedó de pie unos segundos, mirando en su dirección. Luego, con una sonrisa amarga, pasó por su lado y se fue sin mirar atrás.
Luzbel y Marsyl se pueden dar la mano, ambos tienen severos problemas mentales con los que nadie puede tratar XD
Casi me olvido de traerles el capitulo :v
Nos vemos el viernes 20/10 para el capitulo 16 :3 Besos :D
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