Capítulo 1
30 de octubre de 1994: Un grupo de guerrilleros del ELN ingresan a territorio venezolano y simulan ser víctimas de un accidente automovilístico. Cuando efectivos de la Guardia Nacional se acercan, abren fuego contra ellos. Tres soldados mueren en el ataque.
Mientras Venezuela sufría una incursión nefasta en su territorio y la nación veía ante sus ojos las muertes de tres de sus militares, conmocionando al país, en tierras llaneras, también comenzaba a levantarse una polvareda de la cual se hablaría por mucho tiempo, todo empezó en Los Sauces en el momento en que el hijo de Micaela Montenegro se encontró con que su mujer lo había abandonado.
Luis Fernando a la hacienda lo primero que hizo fue buscar a su madre, para informarle acerca de los detalles del viaje, luego buscaría a María Victoria, la echaba de menos y eso que solo habían sido unas cuantas horas, que no estaban juntos.
Micaela estaba en su habitación observando por la ventana, esperando la llegada de su hijo al verlo bajarse del rústico, apagó las luces y se acostó en la cama y esperó a que él le tocara la puerta, porque ella sabía que iría a su encuentro.
Tocaron la puerta, ella concedió el permiso y su hijo entró.
-¿Cómo te fue con la compra de los animales? -Le preguntó Micaela al sentir que la puerta se abrió.
-Todo salió muy bien, son unos animales estupendos. -Luis Fernando encendió la luz de la habitación.
-Que buena noticia, una al menos, con esos potrillos, tendremos ejemplares, magníficos.
Él asintió y luego preguntó:
-¿Cómo han estado las cosas por aquí en mi ausencia, madre?
Micaela se levantó de la cama, tocándose la cabeza simulando una jaqueca.
-Hay una novedad con tu mujer.
-¿Qué ocurrió? -Preguntó con una mueca de sonrisa -¿Qué te ha hecho esta vez?
-Se ha marchado, a los pocos minutos de tú haberte ido con tu hermano, esa mujer salió de la casa, yo no le presté atención porque ella siempre hace lo que le da la gana, pero cuando Elsi fue a realizar el servicio de mantenimiento en su habitación se encontró que no estaba y tampoco ninguna de sus pertenencias, inmediatamente me informó la situación, yo fui a verificar y efectivamente, la mujercita esa, se largó de la hacienda.
Luis Fernando frunció el ceño.
-Eso es imposible, ella no pudo irse, debe haber un error.
-Ninguno hijo, ve y compruébalo tú mismo, constata con tus propios ojos que María Victoria Araujo, esa mala pécora, te abandonó.
Luis Fernando salió de la habitación de su madre y fue a la suya, cuando abrió la puerta, fue inmediatamente al armario, solo su ropa era la que ocupaba es espacio, abrió las gavetas de la cómoda y nada de las pertenencias de su mujer estaban. Miró hacia donde se encontraba su madre observándolo.
-¿Qué le hiciste? - Preguntó sin rodeos.
-Yo no le he hecho nada -respondió con falso asombro -puedes preguntarle a cualquiera de esta casa y te dirá lo que yo he dicho, esa mujer se marchó al poco tiempo que tú saliste y no regresó.
Luis Fernando no dijo nada más, sino que al salir de su habitación fue a hablar con unos de sus peones de confianza, a uno que había dejado al cuidado de la hacienda.
Micaela lo seguía a cierta distancia.
-Pablo viste a María Victoria salir de la hacienda. -El hombre dejó de hacer lo que estaba haciendo y se irguió derechito al escuchar la voz autoritaria de su patrón.
-Si la vi, salió esta mañana acompañada de su prima y Julio.
-¿Cuánto tiempo después que yo me marché?
-Al poquito tiempo, iba ajilaita*
-¿La viste con algunas maletas o bolso grande, algo que te indicara que se marchaba?
-Yo vi nada de eso, patrón.
-Búscame a unos cuantos hombres, le das las armas que vamos a salir, los quiero listo en 5 minutos. -La voz de Luis Fernando no admitía queja.
Pablo salió corriendo apurado a acatar la orden de su patrón.
-¿Qué piensas hacer? ¿Para qué quieres hombres armados?
-Voy a buscar a mi mujer.
-¿Para qué necesitas a los hombres armados?
-¿Para qué crees?
-Tú no tienes nada que hacer en El Morichal.
-No me digas lo que tengo que hacer, madre.
-Yo iré contigo y Jared también.
-No, iré solo, yo soy un hombre y mis asuntos lo arreglo yo.
-Luis Fernando, hijo, no cometas una locura, mi amor. -Dijo agarrándolo de la camisa, pero él le quitó las manos.
- Hablamos luego, no deseo discutir contigo.
Al poco tiempo él y sus hombres se subieron a las camionetas y salieron rumbo a El Morichal.
Mientras iba en el vehículo se maldecía una y otra vez por haber dejado sola a María Victoria, él más que nadie sabía como estaban las cosas, mas ella a pesar de todo lo hacía sentir tranquilo, nada en ella le indicó que se iría, algo debió ocurrir, pero si tenía que poner el pueblo patas arriba para conseguirla, así lo haría.
Entraron a El Morichal y se armó un alboroto, las mujeres comenzaron a pegar gritos, algunos empezaron a correr al ver a los Montenegro arribar a la hacienda armados. Jared iba al lado de su hermano, no quiso dejarlo solo, él comprendía que Luis Fernando lo necesitaba
y allí estaría apoyándolo en todo.
El Montenegro entró a la casona, una sirvienta que estaba en el pasillo lo vio e hizo el intento de salir corriendo, pero él la agarró por un brazo.
-¿Dónde está María Victoria? -Preguntó Luis Fernando, airado.
-Ella no está... a...quí -contestó la mujer aterrorizada.
-Mientes -gritó.
La mujer negaba con la cabeza asustada.
-¿Qué significa esto? -Preguntó Antonio que entró seguido de Andreína, sus peones le dieron aviso que sus enemigos habrían irrumpido en la casona -¿Qué haces tú aquí miserable?
Luis Fernando soltó a la mujer, que no dudó en salir corriendo, santiguándose varias veces, cuando los Montenegro y los Araujo se juntaban, nada bueno podía salir.
-Vine a buscar a mi esposa y quiero que me la entregues en este mismo instante.
Antonio soltó una carcajada.
-A mí ningún Montenegro me da orden ¿Tan rápido se te perdió la mujer? -Preguntó Antonio con ironía.
Luis Fernando lo agarró de la camisa con la intención de darle un puñetazo en la cara.
-Aquí no está María Victoria -dijo Andreína rápidamente tratando de evitar un enfrentamiento-ella estuvo aquí temprano, pero duró muy poco y por las mismas se marchó.
Luis Fernando en ese punto comenzó realmente a preocuparse, porque él estaba plenamente convencido que su esposa estaría allí en la hacienda.
-¿Y ustedes suponen que les voy a creer? -Preguntó Luis Fernando con sarcasmo, al tiempo que soltaba a su enemigo -registren toda la casa, que no quede sitio donde buscar -les ordenó a sus hombres.
Antonio hizo el amago de sacar su pistola mas Luis Fernando y Jared fueron más rápido y no
dejaron que él reaccionara.
-Hijo de puta, mi hija no está aquí, así que agarra a todos tus malnacidos y lárgate de mi hacienda. -Bramó Antonio.
-El Morichal es mío y así será por mucho tiempo y más te vale que encuentre a mi mujer porque si me entero de que tú tienes las manos metidas en su desaparición, te juro que te levantaré la piel a punta de cuerazo y luego te mataré como el perro que eres.
-No si yo te mato primero. -Replicó Antonio.
-No cuentes con eso, maldito. -Le respondió Jared dándole un cachazo con la pistola en la cabeza, dejándolo inconsciente en el piso.
Después de buscar por toda la hacienda, los hombres de Luis Fernando le indicaron que María Victoria no se encontraba en el lugar. Sin perder tiempo salió de El Morichal, estaba seguro de que algo le había ocurrido, por su cabeza jamás se le cruzó por el pensamiento que ella lo hubiera abandonado hasta que llegó de nuevo a Los Sauces.
Se encontraba angustiado, desesperado, no tenía ni idea de donde pudiera estar, había peinado toda la zona, nadie sabía nada.
Volvió a buscar a Micaela, esta se encontraba en el comedor, acompañada de Alecia y Hadassah.
-Quiero que me digas en este mismo instante, madre, ¿dónde está María Victoria? -Dijo golpeando la mesa, haciendo que las copas de vino se desparramaran por el blanquísimo mantel.
-Hijo, ya te lo he dicho, yo no sé a donde fue esa mujer.
-Mientes, maldita sea.
-Te estoy diciendo la verdad.
Alecia, que había permanecido callada, decidió hablar en ese instante.
-Yo sí sé que pasó.
Inmediatamente, ella capturó la atención de Luis Fernando.
-Habla.
-Ella se fue con el caraqueño, todos en el pueblo están hablando de eso, el tal Octavio ya no está en el resbaladero desde anoche dejó el hotel, es demasiada casualidad que hoy Vicky también haya desaparecido ¿No crees?
-Yo estuve en el pueblo y nadie mencionó eso.
-Por supuesto, porque a nadie se le va a ocurrir decirle al hijo de Micaela Montenegro que su mujer le puso los cuernos y se marchó con su amante.
-Eso es mentira, ese cuentito lo han inventado ustedes dos -respondió Luis Fernando señalándolas.
Alecia se rió maliciosamente.
-Lo que ella dice es cierto hermano-Hadassah interrumpió la conversación.
Luis Fernando se le quedó observándola.
-¿De qué estás hablando? -Preguntó con sorpresa.
- Vicky se fugó con Octavio esta mañana, ella misma me lo dijo antes de marcharse.
A Micaela y Alecia él no les creía ni una palabra, pero con su hermana era diferente, porque Hadassah jamás le mentiría, por lo que aquellas palabras fueron tan certeras y tan contundentes que se clavaron como un puñal en el corazón de Luis Fernando.
¿Qué le ocurrió a Hadassah? ¿Por qué mintió? Espero sus comentarios, mis bellas lectoras, nos vemos mañana con otro capítulo. Ah, y no olvides darle a la estrellita si te gustó el capítulo.
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