Capítulo 43

Bochinche es sinónimo de alboroto, y como es costumbre los venezolanos tienen ese toque.

María Victoria no le interesaba en lo más mínimo lo que Octavio le estaba diciendo, además se encontraba ebrio y por eso hablaba puras estupideces.

—Mira este niño —Le dijo con desdén —mi esposo no es ningún llanerito, es todo un hombre y cuando se entere que estuviste molestándome, no le va a gustar en lo absoluto, te recomiendo que vuelvas a buscar a Génesis, que hasta buena pareja hacen y a mí me dejas en paz, que tú no me interesas en lo más mínimo.

—Eso lo dices porque estás celosa, chama —Le dio otra calada a su pitillo y le echó el humo en la cara a Vicky.

Ella lo fulminó con la mirada y su humor se ennegreció.

—Para tu información Octavio, tú fuiste para mí un bochinchito*, un vacilón, algo sin importancia, un capricho más, nunca te quise, jamás pensé en tener algo serio contigo porque no eres mi tipo, ahora que estoy casada y amo a mi esposo, estaría de psiquiátrico si dejara a mi hombre por un imbécil como tú —Le dio un empujón que hizo que él se tambaleara y cayera en el piso.

—Por eso me gustas, chama, porque eres puro fuego — le gritó riéndose mientras la veía caminar sin regalarle ni una sola mirada.

María Victoria buscó a Julio que había avanzado en el recorrido, se encontraba todo sudado, pero contento, zapateando como un loco, seguido de Elenita que no se quedaba atrás siguiéndole el paso, después de casi dos horas, el evento concluyó, el hombrecillo no ganó, mas se encontraba feliz y más cuando la atrevida le dijo que lo esperaba en la noche en los toros coleados.

Después del alpargatazo caminaron un rato para curiosear quienes eran las candidatas para

ganarse la corona de la reina de las fiestas ese año, había muchachas muy bonitas y otras no tanto, todas estaban que no tocaban el piso y es que la que ganara el certamen se convertía en casi una celebridad y la mujer más deseada entre los hombres del pueblo.

Cuando era más de mediodía regresaron exhaustos a Los Sauces, Vicky estaba aturdida, Julio no había dejado de cantar por todo el camino, al llegar fue a descansar para recuperar fuerzas porque la locura continuaba en las próximas horas.

*****

—¿Vicky no crees que es muy atrevido? —Le preguntó Hadassah viéndose en el espejo.

—Por favor Hada nada de lo que llevas puesto es atrevido, si estás estupenda con esos jeans ajustados y esa camisa de cuadro anudada sobre tu espectacular cintura, y ese cabello maravilloso que tienes, cariño, acompañado de esos ojazos azules, solo puedo decir que estás hermosísima y esa es la idea, que salgas, que te diviertas, como lo hacesn las chicas de tu edad.

La muchacha sonrió complacida, luego la mirada se le borró al recordar a su madre.

—A Micaela no le gusta que yo vaya a esas fiestas, ya sabes que nosotros no profesamos esa religión.

Vicky la miraba a través del espejo mientras se maquillaba.

—Tu madre es una amargada que no le gusta que los demás se diviertan, pero puedo apostar todo lo que tengo, que ella estará allá.

—¿Tú crees? —Preguntó Hadassah sorprendida.

—Estoy segura.

—Tal vez tiene razón, la doble moral de la señora Montenegro no es nada nuevo.

María Victoria alzó una ceja y se giró para ver a su cuñada y recordó la vez en que Hada hizo fuertes acusaciones a su madre.

—¿Por qué dices eso? ¿Qué es lo que tú sabes? —Le preguntó con con cierto tono de

intranquilidad.

—Nada, son cosas mías. —Contestó la muchacha que se puso nerviosa de repente.

—No, no, estoy segura de que no son cosas tuyas... ¿Quién es el amante de Micaela? ¿Por qué no lo quisiste decir esa vez? Por la cara de espanto de tu madre tiene que ser alguien a quien tus hermanos nos les iban a agradar ¿No es cierto?

Hadassah abrió los ojos, temiendo que Vicky descubriera la verdad.

—Debes apurarte, se nos hace tarde —le dijo abruptamente, retorciendo sus manos — mi hermano va a participar esta noche, así que no puedes retrasarte.

Vicky dio un suspiro de resignación.

—No creas, que no me dio cuenta, que estás evadiendo el tema, me duele que no confíes en mí.

Hadassah se acercó compungida.

—No pienses eso, es que es muy delicado ese tema y nadie lo debe saber.

—¿Por qué?

—Cuñis por favor no hagas preguntas, no insistas, en su momento te lo contaré, pero ahora no.

Vicky iba a replicar, pero Luis Fernando entró en la habitación, ceñudo, y Hadassah aprovechó el momento al ver a su hermano, para escapar de su cuñada y de su sutil interrogatorio.

Vicky miró a su esposo y se quedó sin aliento.

—María Victoria tengo exactamente una hora esperándote. —Le recriminó él.

Ella se levantó y caminó lenta y seductoramente hacia él, que no perdió tiempo para recorrerle el cuerpo con su mirada, se veía preciosa, sonrió al verla caminar contoneando esas caderas que lo volvían loco.

Y es que después de que ellos estuvieron juntos por primera vez, Luis Fernando se había obsesionado con su esposa, pasaba más tiempo al lado de ella que trabajando en la hacienda y es que desde que llegó del extranjero, se abocó solamente a los negocios de su abuelo y de su madre, se sumergió tanto en el trabajo que la diversión había pasado a segundo plano, pero María Victoria se colocó de primera en la lista de sus prioridades, ahora él buscaba cualquier excusa para ir al lado de su mujer y pasar tiempo con ella.

Una mañana la vio dirigirse al sitio de siempre a contemplar el amanecer y apreciar las pocas aves que merodeaban por el lugar.

—Patrón reinita también está preñá —le dijo un peón mientras sacaba su brazo envuelto en un guante de plástico del trasero de la vaca.

Él tenía la vista clavada en María Victoria, el hombre tuvo que llamarlo varias veces para que le prestara atención.

— ¡Gua! patrón usted si que anda despitado hoy.

Él sonrió apenado.

—Está bien Cheito, pasa a la siguiente vaca y comprueba si también está en estado.

Así continuó distraído toda la mañana, hasta que decidió ir a buscarla.

Se encontraba en la cocina aprendiendo a preparar un dulce de lechosa y es que Vicky se la pasaba acosando a las cocineras para que la enseñaran a realizar postres caseros para después en las noches en la intimidad de su habitación dárselo a probar para consentirlo, porque ella sabía que él le encantaban los dulces y más los de su tierra.

Las mujeres se asustaron al verlo, Vicky se encontraba muy concentrada escuchando la explicación de una de las muchachas mientras picaba la fruta verde en lonjas, al ver que su maestra no habló más, ella miró por encima del hombre y lo vio, al instante le regaló una encantadora sonrisa, se levantó de su asiento y fue hacia él.

—¿Qué haces aquí? —Le preguntó con coquetería— no ves que tu sola presencia alborota el gallinero como dice Julio.

—Vine a secuestrarte —le dijo él, mientras bajaba sus manos bajaban de la cintura hasta sus caderas, lentamente —y, por cierto, no quiero alborotar a ningunas gallinas, sino a mi hembra —le dio un beso en el cuello que la hizo ronronear.

—¿A dónde iremos? —Le preguntó con una radiante sonrisa.

—A un lugar que te encantará.

La llevó a Camaguán, una tierra prodigiosa que se situaba a escasas tres horas del pueblo, era un lugar majestuoso con sus enormes ríos, el Guárico y el Portuguesa, además de poseer un inmenso tesoro, una gran reserva de flora y fauna silvestre, que ofrecía una enorme diversidad.

Llegaron al embarcadero el indio, donde se subieron a un peñero para recorrer el río portuguesa, el guía comenzó a hablarle del lugar, Vicky no sabía por qué la había llevado allí exactamente, pero cuando vio la gran variedad de aves que nunca había visto se le tiró encima y lo besó.

Había más de 20 tipos de aves, de las cuales destacaron las autóctonas venezolanas, la corocora, el águila, el gavilán amarillo, las cotúas y la garza real, que fue el ave que la que enamoró. Durante el paseo contemplaron también las juguetonas toninas que salieron a chapotear en el río. Verla tan emocionada y feliz lo hizo sentirse plenamente satisfecho, le encantaba darle gusto, le gustaba su entusiasmo y esa energía que brotaba con cada paso que daba.

Se sentía orgulloso de ella, de cómo había enfrentado la situación en la que se encontraba, como no se doblegaba ante nada y la manera en que luchaba para darse su puesto.

En la casa ella tomó el control con mucha madurez y con una cercanía hacia los empleados que ellos no tenían con su madre, también era una mujer que le gustaba aprender, aunque hiciera creer a los demás que lo hacía a regañadientes; aprendió al fin a ordeñar una vaca, él personalmente la enseñó y ya la que se quedaba embobada viéndolo no era ella, sino él.

En la cama, ella era una alumna mu aplicada dispuesta a aprender todo lo que él le

enseñara, María Victoria era cariñosa y abierta. Destilaba una serena sensibilidad y un fervor absoluto por él y, muy a su pesar, descubrió que ella ejercía cierto control sobre él. Luis Fernando se sentía increíblemente indefenso cuando lo miraba, se encontraba dispuesto a hacer cualquier cosa por ella. Sin embargo, de algún modo, era siempre él quien disfrutaba de mayores satisfacciones.

— ¡Epa guapetón! Estás distraído ¿En qué piensas?

—En ti cariño, en lo que me gusta tenerte así.

Ella lo miró complacida.

—¿Qué te parece si mejor nos quedamos aquí y no vamos a esa fiesta? —Le preguntó María Victoria, mientras le desabotonaba los primeros botones de la camisa.

Él sonrió seductoramente y Vicky sintió las mariposas revolotear en su estómago.

—¿Por qué no quieres ir? —Le preguntó él al tiempo que detenía sus manos traviesas y se las besó.

Ella se separó y frunció el ceño.

—Las mujeres de este pueblo son unas descaradas, saben que estás casado e igual no dejan de usar sus encantos femeninos contigo, no quiero que esas fulanas se te acerquen.

Él volvió a sonreír.

—¿Ah y de paso te ríes?

—Cariño, ven aquí.

María Victoria se acercó a él y puso las manos en su pecho.

—Yo soy el que no quiere que nadie se te acerque, esta noche serás una gran distracción para mí, porque lo único que voy a estar pensando es salir rápido de ese compromiso y aceptar esa propuesta indecente tuya. —Luis Fernando la estrechó entre sus brazos y la besó con vehemencia.

Cada momento que pasaba con su mujer era una autentica delicia.

*****

Llegaron a la manga de coleo donde estaba a reventar, era lo más esperado del día, Hadassah se encontraba emocionada, era la primera vez que se hallaba en un evento como aquel.

Al ser la esposa y la hermana del coleador principal, las mujeres Montenegro tenían un lugar apartado en las gradas, todas las miradas de los lugareños caían sobre ellas y por supuesto por el hijo de la doña. María Victoria escuchó más de un suspiro por donde su guapo esposo pasaba, sin importarle que la llevaba tomada de la mano.

Luis Fernando se separó de ella para unirse a los demás coleadores, Vicky estaba orgullosa de él, sabía que nadie podía ganarle, era cierto que su esposo no había nacido en aquellas tierras, pero su abuelo había hecho un fantástico trabajo, ya que no tenía nada que envidiar a ningún llanero, manejaba a los caballos con maestría y elegancia, era una pena que su hermano y él estuvieran compitiendo, porque, aunque amaba a Alejandro, su corazón se encontraba del lado de su hermoso catire.

Hadassah presenciaba aquel deporte por primera vez, como era una muchacha tan hermosa, no pasaba desapercibida ante las miradas masculinas y más de uno quiso acercarse, pero ella estaba entretenida observando todo, de un momento a otro, escuchó por los parlantes el nombre de los siguientes coleadores y sintió una emoción en su pecho al oír el nombre de Alejandro Araujo.


Quería verlo mejor, así que se alejó un poco de su cuñada y se pegó a la grada, Alejandro estaba montado en su caballo, se veía regio, guapo, arrebatador, las mujeres gritaban y Hadassah de la emoción deseaba hacer lo mismo, se acercó tanto que pudo apreciarlo en todo su esplendor, por su parte el Araujo se encontraba acomodándose en su montura y repasó la manga de coleo para ver y saludar a sus conocidos cuando se encontró con unos ojos azules curiosos que llevaban muchos días anclados en sus pensamientos y sonrió con picardía porque al fin la había encontrado y esa vez no se le iba a escapar tan fácil.


Mis chicas bellas espero sus chispeantes comentarios y no olviden regarlarme una estrellita si te gustó el capítulo .

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