Capítulo 38
La cachapa es un plato típico venezolano muy parecido a las panquecas o a las tortas finas, solo que son hechas de maíz (jojoto) muy, muy tierno molido. Tienen un sabor dulzón y se rellenan casi siempre con mantequilla y con «queso e'mano», con «queso telita» o con queso «guayanés».
La mañana siguiente Vicky despertó en los brazos de su esposo, al abrir los ojos, el radiante sol se colaba en la habitación de invitado, ninguno de los dos tenía prisa por levantarse, ella se giró lentamente para poder observar al hombre que le robó el corazón con más detenimiento. Se pasó un largo rato acariciando con ternura la espalda desnuda de su adormilado marido. Por aquel cuerpo tan majestuoso poseía, desde aquellos amplios hombros hasta la tersa y esbelta curva de la parte baja de la espalda. Vicky estaba maravillada de tenerlo así, únicamente para ella.
Tumbado boca abajo, con el rostro apoyado sobre los brazos cruzados, Luis Fernando fingió estar medio dormido para disfrutar las caricias curiosas de su esposa.
Ella sonrió y se inclinó un poco y besó su espalda. Aquellos besos livianos siguieron el mismo sendero que habían realizado sus manos, hasta que por fin él se dio la vuelta y le mostró el efecto que sus caricias tenía sobre él. La atrajo contra su cuerpo deseando volver a hacerle el amor, pero estaba dolorida aún de la primera vez y se obligó a tener paciencia para que se recuperara.
Vicky se quedó frustrada porque lo que había experimentado esa noche quería vivirlo de nuevo, una y otra vez.
—Aún no preciosa, no quiero hacerte daño —Le dijo con dulzura acariciando su rostro —¿Por qué no me dijiste que eras virgen? —Él le apartó el cabello de la cara.
—Eso no es algo que uno vaya gritando por ahí, además me daba vergüenza, yo era la única virgen que quedaba en la ciudad. — Respondió en tono jocoso.
Él sonrió y Vicky suspiró profundamente.
—Mi nana me hizo prometerle que me guardaría para mi esposo y así lo hice ¿Te molestó?
—Nada de lo que venga de ti, puede molestarme. — Luis Fernando le robó un beso, le dirigió una mirada cargada de adoración, luego se levantó desnudo en toda su magnífica gloria que le volvió a robar otro suspiro a Vicky. Él se alistó para comenzar la faena en la hacienda. Le prometió que pasarían la tarde juntos, antes de irse.
Vicky se quedó en el dormitorio, se aseó y aprovechó para quitarse los enredos de su cabello. Luego de estar presentable se sentó en el alfeizar de la ventana de su habitación y contempló el radiante día, todo le parecía más bonito, más brillante y hasta el canto de los pájaros más nítido. Su ánimo estaba igual de espléndido, sentía una serena satisfacción que llenaba su corazón. La ausencia de Luis Fernando le concedió tiempo para reflexionar. Su futuro era incierto, no sabía que haría a partir de ese punto, solo tenía algo claro, lo que sentía por su esposo era demasiado fuerte y no estaba tan convencida como al principio de separarse de él y cada vez le parecía más factible un mejor futuro para su matrimonio. Aunque había cosas que hasta que no se esclarecieran no tendría paz.
Sus amigas decidieron irse aquella mañana cosa que agradecía, lastimosamente ya ella no se sentía parte de ese grupo, con la única con la que lograba entenderse era con Pamela, además quería centrarse solo en su esposo, le daría una oportunidad a su matrimonio, luego de eso tomaría una decisión, tenía que intentarlo.
Las mujeres querían irse de la hacienda mas no del pueblo deseaban quedarse hasta las fiestas patronales de San José que estaban próximas a celebrarse y a Vicky no le pareció mala idea.
Aquella mañana aprovechó para acompañarlas al pueblo y darse una vuelta por El Morichal, quería ver a su nanita, trataría regresar sin que nadie se diera cuenta, como ya acostumbraba no le dijo nada a su esposo.
Después de dejar a sus amigas en el resbaladero con los otros amigos suyos, a los cuales decidió no bajarse a saludarlo, porque en aquel pueblo, los chismosos abundaban y si la veían con unos de sus amigotes, Luis Fernando no tardaría ni una hora en saberlo y como ya había cometido una infracción, no deseaba cometer otra.
Llegó a El Morichal, saludó a unos cuantos trabajadores con la mano y entró a la casona, desde que pisó la entrada, percibió que se sentía diferente, demasiado silencio, no el silencio de tranquilidad, sino del miedo. Fue hasta la cocina y consiguió a su nana que estaba haciendo cachapas con las demás cocineras.
—María Victoria mi amor —Dolores fue hasta ella y la abrazó.
—Nanita —dijo Vicky riéndose y besando a la mujer, después de darle un fuerte abrazo.
—Que bueno que viniste mi amor, estoy haciendo lo que te encanta.
—No me iré de aquí hasta comerme al menos 3 y por favor nana ponle doble queso telita, ! Oh Dios! Ya se me hace agua la boca.
Dolores se rio.
—Claro que sí mi muchachita, al menos alguien se entusiasma con la comida.
—¿Por qué dices eso nana?
Dolores la agarró por el brazo y la sacó fuera de la cocina.
—Las cosas no andan muy bien por aquí, tu padre se ha vuelto loco.
—¿Por qué? ¿Sigue con la idea de casar a Verónica con el tonto del Gallardo?
—Si y después que tú te marchaste la otra vez, a ese hombre se le metió el diablo —Dolores se persignó —faltó muy poco para que matara a esa pobre muchacha a palo, si la vieras.
—No puede ser nana, si Verónica es un angelito de Dios.
—Si mi amor, a todos nos dolió lo que le hizo.
—Iré a verla. — Dijo apresurada.
—Ve mi amor, quizás contigo se anime un poco, no ha querido comer, naitica.
—Tranquila yo hablaré con ella.
Vicky fue al cuarto de su prima, tocó, pero no escuchó que Verónica hablara, por lo que giró la manilla y la puerta se abrió.
La chica estaba acostada en su cama, viendo a la nada, cuando María Victoria se acercó y la vio —se tapó la boca para no gritar de la impresión, la joven tenía moretones por sus brazos, piernas y marcas de correa en su rostro. Verónica al verla se echó a llorar y Vicky no pudo contenerse al ver a su inocente prima así, de inmediato la abrazó y consoló a la muchacha por largo rato. Una vez más calmada le dijo:
—Verónica prepara un equipaje que te vas conmigo a Los Sauces, no te vas a quedar ni un segundo más aquí con ese monstruo que es mi padre.
—No Vicky te vas a meter en un problema, mi tío es malo, no sabes quién es él.
—Tienes razón no lo conozco, ese hombre al que creí conocer no existe y por eso no voy a dejarte aquí a que te siga haciendo eso, por favor has lo que te pido, no puedo quedarme por mucho tiempo.
Los ojos sin vida de Verónica adquirieron un brillo de esperanza y corrió a recoger sus cosas.
Una vez lista abandonaron el dormitorio de la chica, Vicky se despidió de su nana con la promesa de volverla a ver pronto, no quería que su padre las encontrase, pero la suerte no estuvo de su parte porque justo cuando iban saliendo Antonio iba entrando y lo primero que vio fue la pequeña maleta que tenía su sobrina en la mano.
—¿A dónde creen que van? —Le preguntó con un tono que presagiaba tormenta.
—Nos vamos papá. —Respondió Vicky con firmeza.
Antonio levantó el mentón y frunció el ceño.
—Tú te puedes marchar cuando quieras, pero Verónica se queda.
—No, ella se va conmigo, no voy a permitir que le vuelvas a hacer algo semejante.
—Mira muchachita, tú me has colmado la paciencia, me cansé María Victoria, si tengo que tratarte como debería haber hecho antes, lo haré, no me va a temblar la mano.
—Si ya sé que eres muy macho con las mujeres, gracias a eso yo estoy pagando las consecuencias.
—Cállate —él levantó la mano para golpearla, Verónica se encogió de miedo.
—Pégame, hazme lo que le hiciste a mi prima, golpéame, pero cuando yo llegue a Los Sauces o tal vez no llegue, aquí se desatará un infierno, porque Luis Fernando vendrá y verá lo que me has hecho y no creo que le guste ese trato, así que adelante papá golpéame.
Antonio entrecerró los ojos.
—Eres una traidora, te aliaste con el enemigo para joderme la vida, con el maldito Montenegro, yo que confié y te entregué mi hacienda.
—Tú lo hiciste para engañar a los bancos, no porque confiaras en mí y querías casarme con ese Gallardo sin importarte lo que yo sintiera, me alegro de que Luis Fernando se haya atravesado en mi camino, ya que lo prefiero mil veces a él.
—Lárgate de una maldita vez — Le gritó —pero tu prima se queda y no vuelvas a pisar estas tierras, ya tú no eres una Araujo.
—Tú no decides, soy una Araujo a tu pesar y si Verónica no viene conmigo de aquí no me voy — miró su muñeca donde tenía su reloj — calculo que en un par de horas vendrán por mí —Dijo Vicky sonriendo —Tú decides papá ¿Por las buenas o por las malas?
—María Victoria te voy a dar un consejo, no me subestimes, que yo como enemigo soy muy malo y no me va a importar un coño que seas mi hija.
—Eso ya lo sé papá.
—Después no digas que no te lo advertí —Antonio la miró con un odio que a ella le dolió —la agarró por los hombros y la apartó bruscamente y entró a la casa.
Vicky se recompuso agarró a su prima de la mano y salió rumbo a Los Sauces con una Verónica muerta de miedo, pero con el corazón latiendo frenéticamente de la emoción de escapar de las garras de su malvado tío, sin saber las consecuencias que tendría ese acto de rebeldía.
No vemos el lunes mis amores con otra doble tanda
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