Capítulo 36

—Chama te estoy hablando, no te pareces en nada a la Vicky alborotada y habladora que estaba en Caracas.

Y es que Vicky no dejaba de pensar en su esposo y en lo que habían estado a punto de hacer la noche anterior. Por un lado, agradecía la interrupción y se recriminaba lo débil que era ante él, aunque sabía perfectamente que Luis Fernando no estaba enamorado y que tal vez todo aquello era un ardid para usarlo en su contra, no encontraba la manera de hacerle entender a su cuerpo que él era su enemigo, su verdugo. Por el otro lado se moría por recibir todo lo que le ofrecía, ese deseo, ese anhelo, lo quería, lo necesitaba. Se hallaba en una difícil encrucijada.

En el momento en que los interrumpieron, los dos estaban renuentes a separarse, pero la algarabía de Pamela y de las otras mujeres, no dejó que ellos terminaran con lo que tanto deseaban.  

Él se separó solo un poco de ella.

—¿Qué hiciste esta vez María Victoria? —le preguntó con el ceño fruncido.

Ella lo empujo un poco para poder escapar de la tentación, se cubrió con la sabana mientras se levantaba rápidamente de la cama.

—Invité a mis amigas a nuestra casa.

Él la escudriñó con la mirada.

—¿A cuántos invitaste? Yo escucho un infierno allá afuera.

—Tengo muchas amistades.

Luis Fernando también se levantó de la cama y se comenzó a vestir, Vicky sintió un desasosiego, porque le vio las intenciones de marcharse y ella no quería.

—Yo intento hacer las cosas bien contigo —le dijo él en un tono serio —te doy el puesto que te mereces en esta casa, he tenido discusiones con mi madre por ti y tú que haces, sabotear todos mis intentos. —Había elevado la voz haciendo que Vicky se alterara también.

—Ya sabes lo que tienes que hacer, ese era tu objetivo desde el principio, de que te quejas ahora.

—¿Eso es lo que quieres María Victoria? —Le preguntó con frustración — ¿La anulación? ¿Deseas que llame al abogado para salir mañana de todo esto?

Él clavó los ojos en ella, esperando su respuesta.

Era tan fácil decir que sí, era su meta, acabar con aquello, una firma y se iría de esa casa y todo volvería a la normalidad, una firma y ella sería libre al igual que Luis Fernando. Pero no pudo responder.

—Tengo que recibir a mis amigos — cogió una ropa del armario. —Esta discusión la terminamos otro día.

Él se le acercó y le dijo:

—Arregla ese desastre que tienes allá afuera, porque si yo intervengo lo vas a lamentar.

Dicho eso salió y tiró la puerta haciendo un fuerte ruido.

—La tierra llamando a Vicky. —Le dijo Pamela para llamar su atención,

María Victoria se despabiló y se concentró en su amiga.

—Disculpa es que anoche no dormí bien y hoy he tenido que levantarme muy temprano para coordinar todo, tu llegada y de las chicas me tomó por sorpresa.

—Mira que eres loca, si tú misma me invitaste y yo traje a la patota, y eso que soy prudente y solo he traído aquí a las mujeres, los chamos se quedaron en un hotel horroroso, por cierto, ¿a quién se le ocurre ponerle un nombre tan grotesco? Imagínate “el resbaladero”

Vicky soltó una carcajada.

—Aquí es así, a mí me costó un mundo a adaptarme y aún no lo consigo del todo.

—Chama no puedo creer que te hayas casado.

—Si ya va a ser un mes de eso.

—¿Por qué no me invitaste?

—Todo fue muy repentino y es una historia larga, hoy no quiero hablar de eso… Vamos a levantar a las demás, hoy deseo divertirme.

—Niña, las otras desde cuando se levantaron, no han dormido, dicen que vinieron fue a disfrutar y que el dormir es para después y que ellas quieren saborearse a unos cuantos llaneros a ver que tal son.

Fue en ese momento que Vicky comprendió que aquella visita tal vez no era buena idea y el lugar de hacerle la vida imposible a Micaela, era ella la que la iba a pasar muy mal y lo comprobó cuando salió de la casa y vio a tres de sus amigas hablando con su esposo y él parecía muy encantado con la compañía y ni hablar de Jared que también se encontraba rodeado de unas chicas que lo miraban como a un dios.

Ella se acercó a Luis Fernando y lo fulminó con la mirada, pero se colocó a su lado.

—Hola Génesis, tiempo sin verte, veo que has conocido a mi esposo —Hizo hincapié en esa palabra para que todas comprendieran. —Ella le acarició el rostro a Luis Fernando y lo besó en los labios.

Él le susurró al oído.

—Quiero saludos como este más a menudo.

—Ni lo sueñes —le dijo entre dientes, pero sin apartarse de él.

—Si chama, Luisfer ya nos había comentado eso —Respondió Mariana.

—Nos quedamos en shock —comentó Mónica —el pobre Octavio se va a morir cuando se entere, tan emocionado que se encontraba al venir.

—¿Quién es Octavio? —Preguntó Luis Fernando.

—Un exnovio —comentó Vicky rápidamente. —Como pueden ver mi esposo tiene que trabajar, las he venido a buscar porque quiero enseñarle la hacienda.

Las mujeres aplaudieron emocionadas.

—Ay si vamos y después pasamos el día en esa fabulosa piscina que vimos hace un rato —comentó Mariana.

Las mujeres se despidieron con un beso en la mejilla a Luis Fernando haciendo que María Victoria sintiera un terrible malestar.

Ella iba a unirse al grupo de mujeres cuando su esposo la agarró del brazo.

—No vas a salir de la hacienda sin mí —le advirtió en tono áspero —espero que acates esa orden.

—¿Y si no quiero Luisfer? —Preguntó Vicky imitando la voz de Génesis.

Él sonrió muy a su pesar.

—Ya sabes como me cobro yo tus desobediencias.

María Victoria se le quedó viendo los labios, luego meneó la cabeza y se separó de él rápidamente.

—Si deseas salir lo harás solo conmigo. —Continuó él — si no esta vez no seré tan indulgente.

Ella no dijo nada, se dio media vuelta y se unió al grupo de mujeres, que no hacían más que hablar de lo maravilloso que era su esposo y las otras de su cuñado.

Vicky pensó que a quien quería molestar andaba desaparecida, Micaela no se encontraba por la hacienda y eso no era típico de ella, lo que hizo que Vicky se sintiera más frustrada.

Ya no se sentía parte de sus amigas, ellas hablaban de moda, novios, chisme, quien era el cantante más famoso de la actualidad o la música del momento y ella solo pensaba en Luis Fernando y en lo mucho que deseaba tener un matrimonio real con él.

—Vicky cambia esa cara, vamos a pasar el día en esa fabulosa piscina, deja el aburrimiento, sé que quieres estar solita con ese esposito tuyo que por cierto ¿De dónde sacaste a ese hombre? —Le preguntó Pamela.

—Ay si chama, está buenísimo, yo como que me voy a quedar por estas tierras porque si aquí los hombres son así, pues yo quiero uno igual. —Dijo Génesis riéndose.

—¿Y Jared? Ese está para chuparse los dedos y ese si es soltero —Todas aplaudieron emocionadas.

Al menos respiró con alivio cuando desviaron la atención de Luis Fernando y eso la dejó un poco más tranquila, aunque los celos no disminuían.

Génesis no dejaba de insinuársele a su esposo, su humor se fue al carrizo viejo, cuando la descarada se colocó un traje de baño que le faltaba casi nada para andar desnuda y caminó por toda la hacienda así para que todo hombre que por allí anduviera se quedara con los ojos pegados en su cuerpo, antes no se había dado cuenta, pero ella era exactamente igual, le encantaba ser el centro de atención, hacer que los hombres babearan por ella, ahora solo le interesaba uno.

Ella se fijó en Luis Fernando a ver si se quedaba mirando a la exhibicionista de Génesis, pero él no le prestó atención y eso la hizo sentir tranquila, aunque ya deseaba que la incómoda visita saliera de Los Sauces para su paz mental.

Era casi la medianoche cuando las mujeres al fin accedieron a irse a dormir, después de beberse unas cuantas cervezas, ella no bebió nada.

Cuando regresó a su cuarto Luis Fernando no se encontraba allí. Sintió un vacío en su pecho, era muy fácil acostarse en la cama e intentar dormir, pero no podía.

Salió de su recámara y fue a la de al lado, que era donde él se quedaba a dormir desde que ella llegó a Los Sauces.

Tocó la puerta, no escuchó nada, movió la perilla y se encontró que estaba abierta, no dudó y entró, la luz de la habitación era tenue y Luis Fernando se encontraba recostado, al sentirla se quedó observándola y le preguntó:

—¿Qué haces aquí?

—Vine a hablar contigo.

—María Victoria no he tenido un buen día, lo último que deseo es otra discusión.

—No quiero discutir. —Le dijo en tono bajito.

—¿No? ¿Entonces que quieres? —Le preguntó él en el mismo tono.

Él se sentó en la cama, llevaba puesto solo los vaqueros, Parecía que él había absorbido todo el oxígeno de la habitación, ya que a ella le costaba tragar y tenía la boca seca y olvidó por qué estaba ahí en su cuarto ¿a qué realmente había ido hasta allí?

—No sé lo que estoy haciendo, no me hagas caso —se volteó para abrir la puerta y salir de allí, pero Luis Fernando que ya se había levantado, fue rápidamente hasta ella y con su brazo izquierdo bloqueó la puerta, se pegó a su espalda y la agarró por sus caderas.

—Tú no te vas, tú no quieres hablar y yo tampoco.

Él sintió que se ponía tensa.

–¿Qué es lo que quieres María Victoria?

—No lo sé —admitió.

Las manos de Luis Fernando fueron subiendo poco a poco y se situaron en su cintura.

—¿Te ayudaría si te dijera lo que yo quiero? —Le preguntó con voz ronca.

—¿Qué es lo que quieres? —le preguntó ella con los ojos cerrados abandonándose a las caricias de él.

–Te deseo a ti. Y tú me deseas a mí.

Vicky respiró hondo y pronunció las únicas palabras que consiguió formar con su boca:

–Sí te deseo. —Susurró bajito.

Él la giró lentamente y tomó el rostro entre sus manos, sin que sus ojos rompieran el contacto y cuando sus alientos se mezclaron, sus bocas se unieron en un beso inolvidable.

Sus labios se acariciaron…

Sus bocas se besaron…

Sus lenguas se encontraron y un gemido parejo salió de sus cuerpos.

Sus corazones latieron como locos.

Luis Fernando la estrechó contra su cuerpo. Ella le acarició el torso y disfrutó de la libertad de tocarlo. Él metió la mano bajo su camiseta para acariciarle los pechos a través del brasier, ella gimió al sentir como sus pezones se erguían a su contacto.

María Victoria deseaba más, así que, sin pudor alguno se quitó la camiseta. Después, él le retiró el sujetador y le acarició los pezones.

Vicky le acarició el torso y se arqueó hacia él. Al sentir que su esposo capturaba uno de sus pechos con su boca, gimió.

Luis Fernando la tumbó sobre la cama, le levantó la falda y se colocó entre sus piernas. Él tomó el pezón con la boca al tiempo que lo masajeaba con la mano, primero con suavidad y luego con más fuerza.

Vicky se retorció y lo agarró por los hombros. Ella gimió de nuevo. Era maravilloso… No sabía que se podía sentir algo así.

Él sonrió contra su piel, que olía a miel, a brisa fresca, era tan dulce que lo enloquecía. Tomó el otro pecho. Se lo acarició, lo mordisqueó y el gemido de su esposa estuvo a punto de hacerle perder el control. Vicky notó que se le humedecía la entrepierna y contuvo la respiración al ver que él se arrodillaba y comenzaba a besarla por el cuerpo, acariciándola hasta que tembló de deseo.

Ella no sabía aquello fuera así. Él provocaba que lo deseara con intensidad.

Con cuidado, Luis Fernando le separó las piernas y le acarició la entrepierna, le quitó las bragas y luego la acarició con los dedos, antes de saborearla con su boca y con su lengua.

Ella se agarró al borde de la cama y echó la cabeza hacia atrás. Una ola de calor la invadió por dentro y trató de no perder el control.

La lengua de Luis Fernando era implacable.

Juguetona.

Aquello era maravilloso o tal vez era él que la hacía sentir así.

Se sentía indefensa y hambrienta de deseo. Sus caricias la estaban deshaciendo, y el placer era cada vez más intenso hasta que él metió las manos bajo su trasero y la levantó para cubrirla con la boca.

Vicky le sujetó la cabeza y por instinto comenzó a moverse cada vez más deprisa. Entonces, se le tensaron los músculos y comenzó a jadear con fuerza…

–¡Oh cielos! –gritó al notar que llegaba al clímax por primera vez.

Y él lo sintió de manera tan íntima que tuvo la sensación de que el placer era suyo.

Estaba tan excitado y sensible era todo un desafío para él contenerse.

Ella lo observó con la mirada aturdida. Sus ojos negros eran un potente afrodisiaco. Tenía las piernas sin fuerza, él le quitó lo que le quedaba de ropa e hizo lo propio con la suya, una vez completamente desnudo se colocó entre sus piernas y apretó los dientes al notar que sus cuerpos se tocaban. Se inclinó hacia delante, apoyándose en un brazo, y la penetró de una sola embestida.

Vicky soltó un gritito.

Él la miró asombrado al sentirla tan estrecha.

Ella abrió los ojos.

—¿Eres virgen? —Le preguntó con incredulidad.

María Victoria asintió.

Luis Fernando intentó retirarse, pero ella se lo impidió.

—¿Te he hecho daño? — Volvió a preguntar angustiado.

—No —contestó ella sonriendo —solo fue como un pinchazo, pero ya dejó de doler, no quiero que pares.

Él se sintió aliviado, la besó profundamente y empezó a moverse lentamente. El calor del cuerpo de Vicky estuvo a punto de hacerle perder el control.

Entonces, la vio sonreír, como si fuese consciente del efecto que tenía en él.

Cuando María Victoria lo rodeó con sus piernas para apretarlo más contra su suave cuerpo, como si le gustase verlo así, estuvo a punto de volverse loco.

Eso era precisamente lo que él quería, olvidarse de todo estando dentro de su virginal cuerpo.

Luis Fernando la golpeó con las caderas y Vicky dejó escapar un grito ahogado. Sintió que la tensión se apoderaba de él, que solo le quedaban unos segundos antes de terminar. Metió la mano entre ambos hasta encontrar su clítoris y se lo apretó una y otra vez.

Y sintió aquella explosión de ella como si fuese suya, haciendo que se le derritiese el cerebro mientras seguía moviéndose y el fuego lo consumía a él también.

La sensación era tan exquisita que rozaba el dolor y Luis Fernando se zambulló en el éxtasis mientras Vicky gritaba su nombre.

****

Afuera de aquella habitación se encontraba Alecia escuchando lo que allí sucedía, furiosa, pensando que no podía perder tiempo, ahora más que nunca tenía que dar marcha a su plan antes de que fuera demasiado tarde, dejó de escuchar y se marchó a lo que tenía que hacer.

Mis amores nos vemos el jueves con otra doble actualización...

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