Capítulo 35
“Cachicamo trabaja pa´ lapa”
Refrán Venezolano.
Esta expresión popular se usa para referirse cuando alguien realiza un trabajo con esfuerzo propio, pero es otra la que disfruta de los beneficios de ese logro, sin realmente merecerlo.
Micaela se encontraba en su habitación caminando de un lado para el otro, ya faltaba muy poco para salir, Eusebio la estaría esperando cerca del río para ir al rancho de Celustriano; no había hombre ni enemigo que ella no pudiera vencer, cuando no se podía derrotar de la manera humana, usaba las artes mágicas para doblegar a quien se interpusiera en su camino. Alejandro volvería a ella, arrastrado pidiéndole que volviera con él y María Victoria Araujo pasaría muy pronto a reunirse con sus antepasados ya que a esa mujer tenía que quitársela de encima lo cuanto antes. Pero no podía matarla de la manera convencional porque ella sería la principal sospechosa, debía hacerlo a la antigua, sin dejar rastro, como las veces anteriores.
La puerta de su habitación se abrió de golpe, Alecia entró agitada.
—¿Qué quieres? —Le preguntó Micaela de muy malas maneras a su cuñada.
—Tenemos que hablar.
—En lo sucesivo toca la puerta antes de entrar a mi cuarto.
—Toqué, pero como no contestaba, entré.
—De que quieres hablar. —El tono autoritario de Micaela no amedrentaba a Alecia.
La mujer se acercó a donde se encontraba Micaela sentada.
Alecia era la hija menor de los Robles, por ser mujer su familia la desechó, toda la atención se la llevaba su hermano, para sus padres ella no era más que un objeto sin valor de la casa, su deber era encargarse de los quehaceres, fue entrenada solo para parir y obedecer al hombre que quisiera casarse con ella, o cuando llegara el momento en alguna transacción que diera beneficios a la familia, su padre la entregaría al mejor postor. Mas la joven muchacha que por fuera era muy obediente, dentro de sí la lujuria la invadía, desde muy temprana edad siempre sintió deseos, al principio no sabía que era, pero en el momento que pasó de ser una chiquilla a una mujer y uno de los peones de la hacienda se fijó en ella y se la llevó para la lejanía con la intención de abusar de ella, pero llegado el instante no hizo falta porque Alecia cooperó de la mejor manera y los encuentros furtivos se fueron incrementando y luego ya no era un solo peón sino no varios. Así lo joven comprendió que era lo que le gustaba y como conseguía la atención de un hombre.
Y mientras daba una cara de santa a su familia, en las noches repartía amores a unos cuantos trabajadores se la hacienda.
Al morir sus padres y quedar bajo la tutela de su hermano, las cosas mejoraron considerablemente para ella, ya que hacía lo que quería, Simón se encontraba entretenido con los negocios y con su nueva novia, al fin Alecia tenía el mando, pero al casarse con Micaela, todo se fue al traste, y según las estipulaciones del testamento de su papá ella debía vivir bajo el cuidado de su hermano hasta que consiguiera marido, pero el problema era que Alecia no quería ser la mujer de un solo hombre, la vida mundana y la promiscuidad le gustaba demasiado para atarse a uno solo.
Al morir de manera repentina su único familiar vivo quedó a la deriva y dependiendo de la lástima de Micaela Montenegro, una mujer fría y calculadora, que no perdió la oportunidad de usarla para sus planes, su cuñada no le dejó alternativa o la ayudaba o se largaba de la que era su casa.
Una joven de buen apellido miembro de una de las mejores familias tuvo que rebajarse y pedir trabajo en El morichal como sirvienta y con el tiempo acostarse con Antonio, no la pasaba mal con el viejo, porque ese si sabía cómo complacerla y ella a él, pero cuando conoció al hijo de Micaela, sus intereses cambiaron, Luis Fernando tenía el paquete completo, era un hombre en toda la extensión de la palabra, todo en sus rasgos y en la forma de ser le decía que ese hombre era un sueño en la cama y quería probarlo además era el heredero, si se casaba con él, ella sería la dueña de todo y recuperaría lo que le pertenecía y que Micaela le había arrebatado.
—Ya yo cumplí con lo que me pediste, me acosté con el viejo de Antonio, te conseguí información valiosa, gracias a mí le saboteaste muchos negocios al Araujo, hemos hecho muchas cosas en el pasado.
—¿Y qué con eso? —Le preguntó Micaela con altanería.
—Quiero que cumplas con lo que me prometiste.
Micaela sonrió y se levantó de su mullido sillón donde se recostaba para pensar.
—¿No te diste cuenta de que mi hijo sigue casadísimo con la mujercita esa?
—Si, pero será por poco tiempo, Vicky no es de esta vida, es una sifrina insufrible que solo está esperando el momento para largarse a la capital.
—Ese demonio es capaz de quedarse aquí solo para joderme la existencia, la subestimé y le puse a mi hijo en bandeja de plata.
—Ella no lo quiere.
—Y tú tampoco.
—Pero tú me prometiste que, si te ayudaba con los Araujo, intercedería para que tu hijo se casara conmigo, no me rebajé todos estos años siendo una asquerosa sirvienta para nada.
—Yo no he dicho que no voy a cumplir, pero las condiciones no están dadas para que yo hable con mi hijo acerca de ti —Micaela se pasó las manos por su rubio cabello y se lo puso encima de su hombro, luego se quedó pensativa mirando a su cuñada se arriba abajo con detenimiento. —Para que Luis Fernando se case contigo primero hay que hacer que se divorcie de esa mujer, como estás tan ansiosa, tendrás que acelerar las cosas tú misma, seduce a mi hijo, hazlo que se separa de Vicky y será tuyo
—¿Hablarás con él para que se case conmigo? Porque no solo deseo acostarme con él, quiero que sea mi marido.
Micaela se le quedó mirando con fastidio.
—Si hablaré con él.
Alecia sonrió complacida, lo que ella no sabía era que Micaela jamás permitiría que su hijo se casara con la que consideraba una puta ponzoñosa. Solo la usaría como una pieza más, como lo había hecho todos esos años.
Y lo que no sabía Micaela era que su cuñada también tenía sus propios planes y por lo cual no era bueno subestimarla.
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