Capítulo 33
Raúl Amundaray fue un actor venezolano, uno de los más importantes de la televisión venezolana, Conocido como el «eterno galán»
Una vez que María Victoria ordenó que sacaran a Alecia de los predios de El Morichal fue inmediatamente a buscar a su cuñadita porque ya se le había hecho tarde y no deseaba otro encontronazo con ninguno de los Montenegro, su lema era un conflicto a la vez, todo en exceso era malo, hasta los conflictos.
Al entrar en la recámara las dos chicas se encontraban nerviosas y le explicaron lo que les ocurría.
—¡Dios mío! ¿Estás segura de que Alejandro no te reconoció? —Preguntó Vicky con preocupación.
—Completamente —Afirmó Hadassah— si deseaba conocer mi nombre, pero Verónica lo sacó de la habitación y le dijo que yo era una amiga.
—Nadie puede enterarse qué estás aquí, los ánimos están caldeados, tenemos que irnos cuanto antes. —Vicky caminó hacia la puerta.
—No espera —La agarró Hadassah por la mano —Tienes que ayudar a Vero, tu papá quiere casarla con Patricio Gallardo.
María Victoria suspiró.
—Si ya lo sé.
—¿Ya lo sabes? —preguntó su prima.
—Si, mi nana me ha contado el nuevo disparate de mi padre, pero no te preocupes prima, ya se me ocurrirá algo para ayudarte, tú no te casarás con ese bobo de Patricio.
—No sabes el alivio que me dan tus palabras, porque me sentía muy sola y a merced de los designios de mi tío, pensé que no tendría escapatoria.
—Claro que la tienes prima, tú no estás sola, además mi hermano te adora y estoy segura de que él no está de acuerdo con semejante locura y a su manera él también intervendrá.
—Alejandro no lo sabe porque, mi tío lo prohibió.
—¿Ah sí? Ya me encargaré de que mi hermanito se entere de las loqueras de mi papá, tú quédate tranquila y resiste como la Araujo que eres ¿De acuerdo?
Verónica asintió animada y muy esperanzada que su terrible situación cambiaría.
****
—No te quedes atrás Hada, que ya vamos muy retrasadas.
—Camino lo más rápido que puedo. —Respondió la joven con la respiración agitada, por el esfuerzo de caminar a paso rápido.
—Ya me imagino a Julio con el lloriqueo de aquí hasta Los Sauces. —Comentó Vicky poniendo los ojos en blanco.
—Ahí sí que fastidio, una que está tranquila, pero al escucharlo, uno llega igual que él, muerta de miedo.
Al llegar a la salida encontraron al hombrecillo hablando con Elenita, que lo miraba con aquella cara de enamorada, mientras se enrollaba la punta de la trenza del cabello en su dedo y movía su pie en la tierra, con las mejillas encendidas.
—¿Todavía aquí, Elenita? —Le preguntó Vicky.
—Es que Julio tenía mucha sed y se bebió todita la jarra de papelón con limón.
—¿No me digas? ¿Muy acalorado Julio? —Le preguntó Vicky con ironía.
—Ahí patroncita es que las limonadas de Elenita son las mejores de todo el llano —él tenía el sombrero en la mano y miraba a la muchacha de reojo y le sonreía con disimulo.
—Disculpen interrumpir su momento de amor, pero tenemos que irnos.
—¿Tan rápido patroncita? Todavía no me he comío las galletas que me trajo Elenita —volvió a mirar a la joven, subió y bajó las dos cejas y le sonrió.
Vicky resopló de manera poco femenina.
—Agarra las benditas galletas, despídete y vámonos ahora mismo.
—Como usted diga patroncita, no se me ponga bravita. —Julio agarró todas las galletas del plato y se la metió dentro de los bolsillos. —Pronto nos volveremos a ver Elenita, la patrona me prometió invitarnos pa' donde Clarita a comer un rico pollo, se acabaron las tetas, ahora es pollito. —Repitió el gesto de las cejas haciendo que Hadassah se riera.
La Elenita se sonrojó y no dijo nada, pero antes de irse le dio un beso en la mejilla a Julio que se quedó estático por un buen rato.
Vicky tuvo que darle una palmada en el hombro para que despabilara.
—¿Será que el señor Julio se termina de mover para largarnos?
—Claro Vicky como tú digas — Le habló con voz de poeta refinado y se montó en su caballo con una sonrisa.
Hada y María Victoria se miraron sorprendidas, luego se montaron en el animal y comenzaron el viaje de regreso a Los Sauces.
Julio empezó a cantar por todo el camino.
"Ahora me están criticando la mayoría de los copleros.
Porque no tengo vida con la mujer que quiero,
ella una linda muchacha y yo un veguero.
Eso no combina fue lo que me dijeron,
eso a mí no me importa, porque eso no es problema de ellos.
Lo importante es que los dos nos queremos,
me gusta mi muchachita, por ella es que me desvelo,
su cuerpo es muy bonito, sus ojos son dos luceros"
—No sé qué es peor que vayas todo el camino rezando o cantando. —María Victoria le dijo a Julio.
—Tranquila Vicky ya yo no le tengo miedo a la muerte, si el catire me mata, moriré siendo un hombre feliz.
—Mira Julio deja la ridiculez y quita esa voz de Raúl Amundaray de quinta y si de verdad no quieres morir, olvídate de llamarme por mi nombre porque a mi esposito no creo que le guste.
—El catire es amigo mío, chico, ese incapaz de hacerme algo, estoy tan contento que le voy invitá una cervecita esta noche. —Seguía con la voz de actor de telenovela.
Hadassah y Vicky no aguantaban la risa, el beso de Elenita había vuelto loco a Julio.
Llegaron a Los Sauces sin problema alguno, Hadassah regresó a su habitación y Vicky permaneció en la suya por el resto del día.
****
Antonio Araujo ardía en ira ante la osadía de su hija y más porque tenía las manos atadas, no podía sentarse a esperar un año a ver si Vicky recuperaba la tenencia de sus tierras y si lo lograba, quisiera devolvérsela, ya que su hija no parecía muy triste con su matrimonio, si más bien estaba más alzada que antes, maldijo la hora en que la consintió demasiado ahora se encontraba pagando las consecuencias, porque María Victoria según él, estaba sin control y pensaba que lo peor que podía ocurrirle era que se enamorara del maldito Araujo y se quedara con lo que era suyo, por eso tenía que andar un paso adelante, su única salida era casar a Verónica con Patricio Gallardo y aprovechar el dinero que le darían por ella, para saldar las deudas y comprarle un boleto a su hija si era posible a África y dejarla un buen tiempo, alejada y si Dios lo ayudaba o tal vez el diablo, se casara y le dejara su vida en paz.
Fue a la habitación de su sobrina, tocó y la muchachita de inmediato abrió, asustadiza como siempre como un cervatillo al borde de la muerte.
—Quiero que te pongas presentable que hoy vamos a la hacienda de los Gallardos.
Verónica abrió los ojos, ella nunca se negaba, pero esta vez, decidió negarse ante las órdenes de su tío.
—Yo no voy a ir, no tengo ganas.
Antonio achicó los ojos, fue un mal momento para la joven negarse a la petición del hombre que no se encontraba muy contento ante la visita de su hija.
—Vas a ir porque yo lo digo, si no ya sabes lo que te espera.
Verónica temblaba por dentro, no le gustaba desobedecer, pero era eso o su determinación de tomar los hábitos.
—No iré y no me voy a casar con el señor Patricio, porque yo soy una novicia que pronto iniciará el proceso para ser monja.
Antonio se le quedó mirando y de manera imprevista le dio una cachetada con toda su fuerza que hizo que Verónica cayera al piso, no conforme con eso se quitó el cinturón de cuero y allí en el suelo el hombre comenzó a darle correazos a la asustada muchacha que le suplicaba que no la golpeara.
—Yo te voy a enseñar a ti muchachita a obedecerme, ya con Vicky tuve suficiente, tú a mí no me vas a joder la paciencia, así sea a punta de palo te enseñaré a respetar a un Araujo y a entender que cuando yo hablo eso es una ley.
—No tío por favor no me pegue. —Suplicó Verónica.
Antonio no escuchó, no hubo sitio donde la correa no marcara la piel de la joven que nunca en su vida había sufrido un castigo semejante.
Carmela su tía acudió a su habitación al escuchar los gritos, al entrar se puso las dos manos en las mejillas a ver a su sobrina en semejante estado.
—Antonio déjala que la vas a matar —gritó la mujer al ver que algunas de las marcas comenzaban a verse hilos de sangre.
—Cállate si no tú y tu hija serán las siguientes.
—¡La vas a matar! —Carmela insistió, veía a Verónica con horror, la pobre muchacha de la paliza que su tío estaba descargando sobre su humanidad, temblaba y ya ni lloraba suplicando que se detuviera, la mujer al ver aquello, salió corriendo en busca de alguien que parara a Antonio.
Cuando salió de la casa encontró a Alejandro.
—Tienes que venir —Le dijo Carmela de inmediato agarrándolo del brazo —tu padre va a matar a tu prima a cuerazo.
—¿A Andreína? —preguntó asombrado.
—No a Verónica, la pobre está muy mal.
Alejandro la miró con incredulidad y corrió hacia la casa y cuando entró en el cuarto de la joven, se encontró a su padre que no cesaba de golpear a la muchacha, hasta en el rostro tenía una marca.
—¿Qué estás haciendo? —Le preguntó Alejandro horrorizado al ver a su prima, el vestido lo tenía pegado a la piel, algunas manchas de sangre manchaban la tela, su rostro estaba bañado en lágrimas y sollozaba, un gran círculo de color amarillento la rodeaba, ante el brutal ataque la muchacha no había controlado los esfínteres; tan ciego de la ira se encontraba Antonio que pretendía seguir golpeándola, pero su hijo le detuvo la mano.
—Ni un golpe más, ni ahora ni nunca, no hagas Antonio Araujo que se me olvide que tú eres mi padre y pierda el poco respeto que te tengo, que sea la última vez que tú haces algo así, porque te lo haré pagar, eso te lo juro —se llevó el dedo índice unido con el pulgar y lo besó —palabra de Araujo y nosotros cumplimos lo que prometemos.
—¿Me estás desafiando?
—Si papá te estoy desafiando.
Los dos se retaron con la mirada y Antonio no aguantó él desafío y salió del cuarto, furioso. Carmela que fue prudente y se escondió en un rincón al ver salir al enfurecido hombre entró en la habitación y ayudó a Alejandro a levantar a Verónica que se quejaba de dolor.
Carmela que era una mujer llanera que había pasado por tantas vicisitudes y su alma se encontraba endurecida por los golpes de la vida, no pudo aguantar las lágrimas al ver a la pobre muchacha en aquel estado y pensó que Antonio Araujo era un demonio que no tenía corazón.
****
Vicky fue llamada por Amelia la sirvienta para que fuera a cenar con el resto de la familia, ella no deseaba salir de su habitación estaba viendo televisión, ya que era su único entretenimiento en esa casa, pero si la llamaban seguro era algo importante, además pensó que Micaela estaría por allí y ella nunca desperdiciaba un momento para molestar a su suegrita.
Caminó hasta el comedor, su esposo no había llegado sintió una decepción al no encontrarlo, solo estaba Hadassah, se sorprendió al verla.
—¿Tú me mandaste a llamar? ¿No estabas castigada?
—Yo no te he mandado a llamar y si estoy castigada, pero Amelia me dijo que mi madre solicitó que estuviera en la mesa.
—¿Micaela te mandó a llamar?
—Si yo la mandé a llamar —la mujer entró al comedor tan altiva como siempre vistiendo una camisa blanca ajustada con una falda larga de mezclilla con un cinturón de cuero negro al igual que sus botas, su cabello largo y rubio lo tenía suelto e iba perfectamente maquillada. Vicky la detalló con detenimiento y tuvo que admitir que esa mujer era muy hermosa, pero la maldad opacaba su belleza —¿Hay algún problema? —Preguntó con sarcasmo mientras se sentaba en la mesa.
—No ninguno —Respondió Vicky con naturalidad —lo que si me llama la atención es que tú estés aquí Mica, porque creo recordar que dijiste que no cenarías más aquí hasta que yo me marchara.
—Sigo pensando lo mismo, solo que esta noche hice una excepción porque ha llegado alguien importante a nuestra casa y he mandado a preparar una cena especial.
—¿Quién ha venido mamá?
—He venido yo sobrina —Contestó una mujer y de inmediato esa voz Vicky la reconoció.
Buscó de donde provenía y se quedó de piedra al ver a la cachifa arribista vestida con ropa fina y sentándose a la derecha de Micaela.
Mis amores nos vemos el lunes, ya a partir de la semana que viene comenzaré a actualizar más seguido, ya que culminaré con mi otra historia, así que le pido solo un poquito de paciencia que serán bien recompensada y más ahora que viene la etapa cumbre de esta historia.
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