Capítulo 30
María Victoria se estaba dando por vencida, pero logró reaccionar y empezó a arañar los brazos de su atacante, quién se desconcentró un poco al ver que ella luchaba y aflojó el agarre en su garganta y Vicky tomó una bocanada de aire y gritó pidiendo auxilio con todas sus fuerzas y literalmente como si su vida dependiera de ello. El individuo al ver que iba a ser descubierto, se quitó de encima y corrió hacia la ventana, la abrió y escapó, segundos después alguien abrió la puerta de la habitación y encendió la luz, era Luis Fernando quien corrió hacia ella cuando la vio aterrorizada, Vicky lo abrazó y comenzó a llorar.
—¿Qué sucedió? —Preguntó él con preocupación.
—Quisieron matarme. —Respondió ella entre sollozos.
Luis Fernando se separó un poco de ella para observarla, tomó el rostro de Vicky en sus manos.
— ¿Estás bien? — La revisó para ver si tenía alguna herida.
— Intentó estrangularme — Logró decir ella entre sollozos.
— ¿Pudiste ver algo, lo reconociste?
Ella negó con la cabeza.
—Estaba muy oscuro, solo pude forcejear con él y cuando grité escapó por la ventana.
Luis Fernando la volvió a abrazar, en ese momento entró Jared y Hadassah,
— ¿Vicky que ocurrió? Pregunto la joven preocupada.
Su esposo se separó de ella e hizo el amago de levantarse.
—No te vayas, no me dejes sola —Le suplicó María Victoria.
—No tardaré —él cogió el rostro entre sus manos —Hadassah se quedará contigo —le dijo con ternura —pondré hombres a cuidar la puerta y la ventana, pero es necesario que salga detrás de quién hizo esto y atraparlo.
Ella lo volvió a abrazar y él le dio un tierno beso en los labios antes de salir con Jared.
Al salir de la habitación y se encontraron en el pasillo con Micaela.
— Adelántate Jared enseguida te alcanzo. — Le dijo Luis Fernando.
— De acuerdo hermano.
—¿Qué sucede? —Preguntó con tranquilidad—¿Cuál es el alboroto?
—Quisieron matar a mi esposa, espero mamá que tú no tengas las manos mentidas en esto.
—¿Yo? ¿Cómo te atreves a acusarme? Es cierto que a esa mujer la detesto, pero de eso a matarla ¿Esa hiena te dijo que era yo?
—No me ha dicho nada.
—Entonces no veo a que vienen esas acusaciones, me duele que pienses así de mí, hijo.
—Ahora no tengo tiempo para esto, si consigo al que intentó estrangular a María Victoria me encargaré de sacarle toda la verdad y quién haya sido pagará por su osadía — le advirtió Luis Fernando.
—Ve no pierdas tiempo, todos corremos peligro, quizás no era a esa arpía a quien quería sino a mí.
Luis Fernando se le quedó mirando con suspicacia y luego salió de la casa, ya su hermano lo esperaba acompañado con varios peones, uno de los trabajadores vio a alguien correr hacia el norte al lindero con los Gallardos, por allí comenzaron la búsqueda, cabalgaron por unos cuantos minutos cuando encontraron un caballo sin su montura, era de la hacienda y ya había emprendido el camino de regreso.
—No debe estar muy lejos —dijo Jared bajándose de su caballo y sacó su arma.
Luis Fernando hizo lo mismo y anduvieron muy despacio sin hacer ruido, una noche con luna llena les facilitaba la visibilidad.
—Allí hay algo —susurró Jared, caminaron hacia allí y encontraron a un hombre tirado bocabajo.
Luis Fernando se agachó y le dio la vuelta y se encontraron con una escena dantesca, uno de los peones le entregó una linterna pudo apreciar que era un jovencito que con dificultad llegaba a los 20 años de complexión fuerte, yacía muerto, le habían rebanado la garganta, el corte fue realizado de una oreja a otra.
—Ave María purísima —murmuraron algunos.
Luis Fernando soltó un juramento.
—Lo mataron para que no hablara — comentó Jared tocando el cuerpo que todavía se encontraba caliente y la sangre manaba por la horrorosa herida.
—Recójanlo y llévenlo al pueblo para que le den cristiana sepultura — ordenó Luis Fernando — quiero que averigüen quien era, donde vivía, su familia, todo.
—Se hará como diga patrón. — Contestó uno de los peones.
Cuando Luis Fernando llegó a la casa su inmediatamente fue hacia donde su esposa que ya se encontraba más tranquila en la compañía de su hermana.
Hadassah al verlo se despidió de ella y salió de la habitación cerrando la puerta tras sí.
Él se sentó a un lado de la cama, Vicky estaba recostada, Luis Fernando le quitó un mechón rebelde de su rostro.
—¿Cómo te sientes? —Le preguntó con ternura.
—Aterrada, nunca me había sentido, tan cerca de la muerte como hoy ¿Tú tuviste que ver con esto? —Vicky se sentó en la cama y se tapó con las sábanas, hundió su mirada en la de él.
—¿Cómo puedes pensar que te haría algo así? — Le preguntó sin poder creerlo.
—Si yo muero no haría falta anular nada, te quedarías con todo, que mejor venganza que esa, mi hermano me lo advirtió que yo aquí corría peligro.
Él intentó tocarla, pero huyó de su contacto.
—Yo jamás te haría daño. —Afirmó él con vehemencia, ella pudo apreciar que su acusación le dolió. —Lo que te hice fue una maldita canallada lo acepto, yo nací respirando, comiendo y bebiendo venganza, solamente un nombre era el objeto de ese odio, si tuviera la oportunidad no vacilaría en matar a tu padre por lo que hizo, no lo dudaría ni un solo instante, es un bastardo sin corazón, mas lo haría de frente delante de todos, como se cobran las deudas, pero a ti María Victoria, nunca podría herirte.
Él le acarició la mejilla y ella cerró los ojos.
—Por ti me dejaría matar sin dudarlo en ningún momento.
El corazón de Vicky latía como loco, retumbaba en sus oídos. Abrió los ojos y sus miradas se entrelazaron, ella se deshizo de su contacto. Estaban los dos solos y ella se encontraba vulnerable y él diciéndole esas cosas que la hacía derretirse por dentro.
—Será mejor que te vayas, ya yo estoy bien —Dijo poco convencida, estaba aterrada, pero más temor sentía de tener a Luis Fernando tan cerca y ella tan llenas de ganas.
Él levantó la ceja y sonrió.
—¿Segura que estás bien? — Le preguntó poco convencido.
—Si —mintió ella con descaro, ya estaba haciendo un cálculo mental de cuantos objetos utilizaría para bloquear la puerta y las ventanas, no antes de ir a la cocina y armarse con varios cuchillos bien afilados. —Perfectamente bien.
—Entiendo... En ese caso, creo que es hora de descansar —él se levantó de la cama.
Vicky sintió un vacío y estuvo a muy poco de rogarle que no se fuera, que no la dejara sola.
—Si es lo mejor, mañana hay que madrugar.
Pero Luis Fernando no se fue como ella imaginó, sino que comenzó a quitarse la camisa bajo la mirada horrorizada de su esposa.
—¿Qué haces? — Preguntó asombrada.
—Voy a descansar —Contestó él con tranquilidad.
—Vete a tu habitación,
—Esta es mi habitación.
—Entonces me iré yo, porque no pienso dormir aquí contigo.
Ella se levantó, Luis Fernando la repasó con la mirada, su camiseta corta y de tirantes y su diminuto short hizo que se sintiera desnuda ante sus ojos de depredador, de inmediato le encendió la piel, intentó pasar por su lado, pero él la detuvo.
—Te quedas aquí, ya basta de tonterías — le dijo en tono serio — tú y yo vamos a dormir en esa cama y no sucederá nada que tú no quieras que pase ¿De acuerdo?
Ella se soltó rápidamente de su brazo y corrió a la cama, estaba entre emocionada y aterrada, dormir en la cama con su esposo era demasiado para una pobre cristiana pecadora como ella. Agarró todas las almohadas y las colocó en el centro de la cama, miró disimuladamente a donde él se encontraba y casi se atraganta al verlo solo con ropa interior, aquel cuerpo era una cruel tentación, se arropó completamente y le dio la espalda.
Escuchó la risa profunda de Luis Fernando.
—Pareces una damisela asustada que nunca ha visto un hombre desnudo.
—No me apetece ver tu descaro eso es todo.
Él no dijo nada más, sintió como apagaba la luz y luego la manera en que se hundía la cama bajo su peso, el corazón de Vicky iba a salirse de su pecho.
Sintió como quitaba las almohadas que ella había puesto, se pegó a su cuerpo y pasó su poderoso brazo por la cintura.
Ella intentó despegarse, pero él no se lo permitió.
—Quieta, no te vas a librar de mí tan fácilmente. — Le susurró seductoramente y Vicky sintió un anhelo dentro de sus piernas y sus pezones se endurecieron.
—Eres un abusivo, no tienes derecho a tomarte esas atribuciones. — Le reclamó para pensar en otra cosa.
—Soy tu esposo, tengo todo el derecho del mundo... ahora duerme que hoy tuve un día pesado, a menos que quieras que yo...
— Yo no quiero nada abusador.
Él se rio y ella sintió desfallecer de deseo.
El calor de su cuerpo la invadió de inmediato, él le dio un beso en el cuello y toda su piel se erizó, no se atrevió a moverse si un solo milímetro, solamente cuando la respiración de Luis Fernando cambio y se hizo más acompasada entendió que él se había dormido y fue en ese momento que se relajó y pudo amoldarse más a su cuerpo y disfrutar de una noche entre sus brazos.
En un ratito publico el siguiente capítulo mis amores
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