Capítulo 25
Las tetas son helados de bolsa muy populares en Venezuela, donde en una bolsa transparente rectangular se vierte el jugo de fruta, y se refrigera hasta obtener un helado en forma de teta.
María Victoria después de que Luis Fernando abandonara la habitación, se quedó con el cuerpo agitado y con todo su ser ardiendo en llamas, la mente comprendía exactamente que no debía bajar la guardia como lo acababa de hacer, pero su cuerpo clamaba por más, esa manera que tenía ese hombre de besarla hacía que olvidara todas las razones por las que tenía que rechazarlo, sentir los poderosos brazos de su verdugo era un absoluto placer, se dio un par de cachetadas en la cara cuando sus pensamientos se iban desbocados a recordar otra vez ese beso y todos los que se habían dado.
Se quedó viendo la cama, se encontraba muy agotada y no deseaba pasar otra noche en ese estúpido sillón, necesitaba dormir una noche completa, quieta y reposadamente, así que obviaría el delicioso aroma de ese hombre, no pensaría que esas sabanas envolvieron su magnífico cuerpo desnudo, no dejaría anidar tales pensamientos en su mente en la que solo podía existir un único objetivo, hacerle pagar su traición y librarse de ese matrimonio falso lo más pronto posible.
Después de darse un baño reparador, se colocó su ropa de dormir, levantó las sábanas y se acostó, se quedó pensando en todo lo que había ocurrido ese día, las palabras del abogado se repetían una y otra vez.
Tenía que hacer que Luis Fernando se arrepintiera de haberla convertido en su esposa y que decidiera anular el matrimonio. Tomó una almohada y hundió el rostro para y la inhaló su aroma varonil y delicioso, no pudo resistirse, pensó mucho esa noche sobre todo sobre lo que más podía ofenderle a un hombre con él y solo obtuvo una sola respuesta. Sonrió imaginando lo que haría en los próximos días, en el momento que ya tenía la jugada en su mente fue que por fin logró dormir.
Al día siguiente se paró bien temprano ya se le estaba haciendo costumbre, se sentía renovada y con ganas de hacerle la vida más feliz a su adorada suegra y todos en Los Sauces.
Esa mañana hacía mucho calor por lo que se vistió con unos pantaloncillos cortos, una camiseta que la anudó a la altura del pecho, se soltó el cabello y se colocó unas sandalias sencillas.
Salió a dar una vuelta por la casa y se encontró con la copia de Micaela, pero con 30 años menos.
La joven le sonrió y Vicky sintió curiosidad por aquella chica.
—Hola —la saludó sonriendo.
—Hola— le contestó la muchacha sonriendo y se acercó a ella con timidez. —Soy Hadassah la hermana de su esposo.
María Victoria le tendió la mano.
—Me lo imaginé, eres igual a tu madre.
—Solo por fuera, ella y yo no nos parecemos en nada —a Vicky no le pasó desapercibido el tono de amargura de su cuñadita.
—¿No me digas que Micaela es tan simpática contigo como lo es con los extraños? —le preguntó con sarcasmo.
—Digamos que para la doña solo existe tres personas en este mundo, Luis Fernando, Antonio Araujo y ... —Hadassah se cayó abruptamente.
—¿Y quién? —preguntó Vicky con curiosidad al ver que ella no continuaba.
—No importa... no me hagas caso, me alegra que estés aquí, traes muchas emociones a esta casa, tan fría, el odio y la venganza ha secado sus dinteles.
María Victoria se fijó que la muchacha hablaba con mucha amargura.
—Me encantó no que hiciste ayer, le diste una merecida lección a Micaela.
—Se ve que quieres mucho a tu madre. —Comentó Vicky con ironía mientras caminaban por la casa y ella admiraba los cuadros de algún artista del extranjero.
—La adoro —respondió Hadassah con el mismo tono.
Las dos se rieron.
— Te voy a dar una información que quizás pueda interesarte —la joven se miraba las manos mientras hablaba —Micaela odia que alguien se inmiscuya en su cocina y cambie los menús que ella ha establecido, todo aquí —señaló la casa —está bajo su estricto control, cuando algo se descontrola, ella se desequilibra.
María Victoria sonrió con picardía.
—Interesante ese dato que me has dado, en ese caso como la nueva señora de esta casa debo hacer unos ajustes ¿No crees? Pero antes creo que voy a ir a San José a comprar unas cuantas cosas ¿Te gustaría acompañarme?
La joven asintió emocionada, luego su rostro perdió la alegría.
—Micaela no dejará que vaya a ningún lado contigo, te odia, es más no creo que tú puedas abandonar la hacienda tal y como está la situación.
—Nadie se enterará y si se dan cuenta, nosotras ya estaremos en San José —le dijo Vicky riendo. —Yo me haré cargo de todo y me enfrentaré a quien tenga que enfrentarme por eso no te preocupes.
—Está bien iré.
—Ok, ve a cambiarte y te espero, no le comentes nada a nadie.
La joven asintió y salió corriendo a su cuarto.
María Victoria fue a buscar a Julio que se encontraba en la cocina desayunando al verla se levantó rápidamente.
—Buenos días patroncita.
Vicky no lo saludó con cariño como acostumbraba aún seguía enojada con él.
—Sígueme. —Fue todo lo que le dijo.
El hombrecillo la siguió y una vez fuera, le explicó lo que quería.
—No, el catire me va a matar si yo la saco de la hacienda sin su consentimiento, fue lo primerito que me prohibió.
María Victoria se quitó una pelusilla imaginaria de su pantaloncillo.
—Mira Julio sin en este mismo instante no consigues un vehículo y me llevas a la ciudad, iré a buscar el cuchillo carnicero y te cortaré las bolas que por lo visto las tienes de adorno, no me jodas la paciencia —Le advirtió enojada — porque Luis Fernando lo máximo que puede hacerte es echarte de la hacienda, en cambio, yo soy más vengativa... recuerdas los hijos con Elenita, si me obedeces te ayudaré para que la lleves el sábado al pueblo a comer unas tetas* en donde la Queto Queto.
Julio tragó grueso.
—Elenita me ha dicho que ya no quiere comerse unas tetas donde la Queto Queto, que ya está aburrida.
María Victoria se mordió los labios para no reírse del tonto de Julio.
—Es que, la verdad que tú eres de lo último como pretendiente, búscame el bendito vehículo y seré generosa contigo y te brindaré un rico pollo frito donde Clarita para que deslumbres a la ciega de Elenita.
—¿De verdaita usted hará eso? —preguntó emocionado.
—Si, ahora has lo que te digo y si te atrapan, puedes ir haciéndote a la idea de dejarle los cuatro trapos que tienes a tus ahijados, porque descendencia no vas a tener.
—No patroncita, no diga eso, ya mismitico busco la camioneta, espéreme a la salida de la hacienda, váyase por los corrales bordeaíto por ahí naíden la va a ver.
Hadassah y Vicky siguieron el camino que les indicó y a la salida ya se encontraba Julio que, al ver a la hija de Micaela, casi se orina en los pantalones.
—No, no, no, yo no puedo ir con la señorita jadasa.
—Hadassah, se dice Hadassah —Lo corrigió Vicky.
—Igualito si yo saco a jadasaaa, la doña me va a matar y ahí si ni Elenita ni hijos, ni casorio, ni pollo frito en donde Clarita.
—Bájate yo conduciré —le dijo Vicky con fastidio — di que te golpeamos y te quitamos la camioneta.
El hombrecillo pensó que le convenía más y eligió quedarse con las mujeres porque si algo le pasaba a la mujer del catire, no se lo iba a perdonar y el Montenegro era su amigo y no podía quedarle mal.
—Yo las llevo —dijo al fin y arrancó la camioneta.
Hadassah estaba emocionada era la primera vez que desafiaba el puño de hierro de su madre, sabía que esa pequeña rebeldía le traería consecuencias, pero no quería detenerse a pensar en eso.
María Victoria iba viendo el paisaje, sin ver nada, en su pensamiento únicamente estaba él, antes del matrimonio se imaginaba la manera que iba a ser su vida de casada al lado de Luis Fernando, ella era una persona pragmática, pero muy dentro se imaginó, escenas de los más cursis juntos, tomados de la mano, él diciéndole palabras bonitas al oído y haciéndole el amor, ella deleitándose con su cuerpo. Era una idiota como no se dio cuenta de que él jamás pareció un peón de hacienda, su forma de comportarse, nunca le llamó patrón a su padre al menos que ella recuerde, su dialecto era diferente, su porte se veía que era de buena cuna y esas manos grandes y fuertes no eran callosas como la de los hombres que dependen de ellas para sobrevivir. Hasta una ciega tenía que haberse dado cuenta que ese hombre no pertenecía a ese lugar y que algo ocultaba, pero el corazón no entiende de clases sociales, ni de odios, ni rencores, ni venganzas, porque allí se encontraba ella como una idiota recordando una y otra vez el sabor de sus labios.
Llegaron al pueblo, ya Vicky no sentía temor porque ahora sus enemigos eran sus custodios, así que anduvo por San José con la mayor tranquilidad, además su cuñada, tenía más conocimientos sobre los lugares que debían visitar.
—Dime Hada, te voy a llamar así porque tu nombre es muy largo, claro que si no te gusta.
—Me gusta —respondió la joven radiante de felicidad.
—Perfecto, entonces dime que es lo que tu madre no le gusta comer —le pasó el brazo por los hombros mientras Hadassah le comentaba todo lo que quería saber.
Julio iba detrás de ellas, saludando a todo que se le cruzaba por el camino.
Dos horas después de caminar, ya ni hablaba.
—Patroncita ya estamos cerca de la Queto Queto, una tética de parchita me aplacaría este calor, ya los pies me duelen de tanto camina' apiádese de mí.
María Victoria puso los ojos en blanco y le dio dinero para que se comprara el bendito helado.
Después de comerse 3 tetas de parchita el elocuente hombrecillo siguió acompañándolas, por cada lado que pasaban la gente las veía y no le quitaban la mirada ni cuando ya iban lejos y los hombres desnudaban a Vicky con la mirada, a todos los establecimientos que entraban María Victoria compraba y compraba, gastando una buena cantidad de dinero que le fueron sumadas a la doña de Los Sauces, nadie protestaba ni hacía preguntas por qué cuando se trataba de Micaela nadie se atrevía a decirle que no. Cuando terminaron de comprar y la camioneta no le cabía un producto más, decidieron regresar.
Julio no dejaba de rezar el padre nuestro y el ave maría por todo el camino y por más que Vicky le gritaba que se callara él no paraba de decir sus letanías.
Al llegar a la hacienda Jared Montenegro estaba hablando con unos peones al verlos se acercó a ellos de muy malas maneras.
—Ustedes no intervengan déjeme esto a mí. —Les dijo Vicky bajándose del vehículo para enfrentarse a su cuñado.
—¿Qué coño crees que haces llevándote a mi hermana? —le gritó furioso e intentó amedrentarla con su tamaño.
—Estábamos en el pueblo realizando unas compras, no veo cuál es el alboroto. —Ella se puso las manos en la cintura y levantó el mentón.
—Eres una arpía, Araujo tenías que ser, quieres perjudicar a Hadassah, pero no te lo voy a permitir, zorrita.
—La única zorra que existe aquí es tu madre.
Él la agarró por el brazo haciéndole daño.
—Suéltame animal ¿Te duele que te diga la verdad?
—¿Jared que haces, Vicky y yo no hemos hecho nada malo?
—Tú cállate —le gritó él, luego observó a su cuñada que lo miraba con una sonrisa ladeada. —No vuelvas a referirte a mi madre de esa manera o la pagarás muy caro.
—¿Sí que me vas a hacer? —Preguntó Vicky provocando a su cuñado.
—Suéltala —la voz de acero de Luis Fernando hizo que Jared la dejara en el acto. —Llévate a Hadassah sin que mi madre la vea. —Le ordenó.
Jared la soltó y cogió a su hermana sin ninguna delicadeza de la mano y se alejaron.
Julio pretendía hacer lo mismo, sin que lo vieran.
—Tú no te muevas —Le advirtió Luis Fernando.
El hombrecillo al escuchar la voz de enojo del catire, perdió los colores en el rostro y se desmayó.
—¡Julio! —Vicky corrió hasta él y se agachó. —¿Por qué le hablaste de esa manera? —le recriminó a su esposo —El pobre estaba aterrado, tanto que se desmayó, vamos a llevarlo al médico —dijo ella preocupada.
—No hace falta —Luis Fernando agarró una cubeta de agua del abrevadero de los caballos y se la vació encima al pobre hombre que casi se ahoga.
De inmediato Julio volvió en sí tosiendo.
—Piérdete de mi vista, más tarde tú yo arreglaremos cuenta. —Bramó el Montenegro al pobre hombre que salió corriendo todo empapado.
—No le hagas nada, yo soy la única responsable de lo que ocurrió, no veo cual es el alboroto que yo quiera ir al pueblo ¿es que estoy presa y no me enteré?
—Me estás colmando la paciencia María Victoria.
Ella sonrió.
—Eso tiene solución, anula nuestro matrimonio y todos quedamos en paz.
—¿Eso es lo que quieres? —Le preguntó con sarcasmo.
—Si — afirmó con vehemencia.
—Solicítalo tú entonces —ahora fue Luis Fernando el que sonrió con picardía. —Yo también he leído muchas veces el documento que hizo el ingenioso de tu padre y de mí jamás vas a conseguir una anulación, así que te aconsejo que no incluyas a mi hermana en tus jueguitos, que ella no tiene nada que ver en esto.
—¡Ah! ¿Yo si tenía que ver en esto? —Le preguntó ella dolida.
—Lo tuyo es distinto.
—¿Por qué? Porque soy una Araujo y no merezco misericordia, aunque no tenía ni idea de nada lo que había hecho mi padre.
—María Victoria —él se acercó y levantó la mano para acariciarle la mejilla.
Ella se alejó.
—¿Qué te hice para que me engañaras?
Él se volvió a acercar a ella.
—No vamos a discutir eso aquí.
—Claro para que darle una explicación a la hija del perro Araujo.
—No vamos a hablar eso aquí.
—Te avergüenzas que todo el mundo se entere, el modo despreciable que ustedes actúan.
—Ya basta, no me hagas perder la maldita paciencia. —Él acortó la poca distancia que quedaba y su cuerpo se agitó y tuvo miedo de su reacción, porque Luis Fernando estaba buenísimo, pero enojado era otro nivel y se le antojaba demasiado, por lo que optó por la huida.
Vicky entró en la casa y escuchó unos gritos una de las voces era de Hadassah, ella siguió las voces que provenían de la habitación de la joven, ella abrió la puerta y vio que Micaela tenía arrodillada a su hija y su mano se encontraba enredado en el cabello de la muchacha, las mejillas enrojecidas le decían que ya había sido golpeada.
—¿Qué haces bruja por qué la tratas así? —preguntó asombrada.
Micaela se encontraba cegada por la ira, Hadassah a pesar de la humillación de su madre, no soltó ni una lágrima.
—Es mi hija, tú no te metas desgraciada, que todo esto es por tu culpa.
—Si es mi culpa arregla las cosas conmigo que yo sí puedo defenderme.
Micaela aceptó el reto, soltó a su hija y se acercó a Vicky que no retrocedió.
—¿Qué quieres? ¿Usar a mi hija para vengarte? ¿Piensas que eso me vas a hacer daño?
—Yo no soy como ustedes, que no les importa llevarse por el medio a personas inocentes con tal de cumplir sus propósitos y es más que evidente que tú no tienes corazón.
—Tienes razón yo no tengo corazón, que no se te olvide, tu maldito padre mientras me violaba enfrente del cadáver de mi esposo destruyó todo sentimiento en mí, por lo que no me tiembla el pulso a la hora de acabar con ustedes.
Esas palabras la golpearon a Vicky por la crudeza y en cierto modo comprendió la amargura de esa mujer.
—Por eso no descansaré hasta acabar con toda tu maldita familia —Continuó Micaela.
—Que hipócrita eres madre —gritó Hadassah furiosa detrás de la mujer —¿De verdad vas a acabar con todos los Araujo?
La muchacha se levantó del suelo, con un brillo extraño en sus ojos.
—Cállate —Micaela la volvió a abofetear.
—No me voy a callar —contestó la muchacha poniéndose una mano en la mejilla —todos tienen que enterarse hasta donde eres capaz de llegar con tu venganza, Jared y Luis Fernando tienen que saber lo que usted hace por las noches.
Micaela iba a volver a golpearla porque tenía que evitar que su hija hablara, pero Vicky la detuvo agarrándole la mano.
—¿Por qué no quieres que ella hable? ¿Qué escondes?
—Dile madre tu secretito.
—¿Qué secreto? —preguntó Luis Fernando que acababa de llegar atraído por los gritos de las tres mujeres.
Micaela miró a su hija y por primera vez sintió que ya no tenía dominio sobre Hadassah y eso la desconcertó.
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