Capítulo 24
María Victoria no dejó de sonreír por mucho rato, ya que no tenía nada que hacer en aquel lugar, decidió dar un paseo por los alrededores, Los sauces era una hacienda muy similar a la de su familia, todo orientados en hacer lo suyo, solo que allí la gente solamente se enfocaba en su trabajo, no andaban pendiente de un chisme como era en El Morichal, ahí no había los cantos a las vacas para ordeñarlas, en Los Sauces tenían una especie de sistema de ordeño mecánico y a Vicky no le pareció nada divertido; tenían el doble de ganado que su padre, se acercó al corral, porque los animales todavía permanecían allí y vio que una cuantas vacas eran de El Morichal y para tapar el robo le habían colocado la marca de ellos. Eso hizo que la ira comenzara a bullir en su cuerpo.
De pronto un hombre la agarró por un brazo con poca delicadeza.
-¿Qué hace usted aquí? -Le preguntó de muy malas maneras.
Ella se soltó con fuerza del agarre.
-¿Quién eres tú campesino infeliz para tocarme de esa manera? Yo soy la señora de esa casa. -Habló con la altanería de una reina.
-Aquí la única señora es Micaela Montenegro -respondió el hombre con el mismo desdén y escupió en el piso. - La hija del perro Araujo no tiene autoridad.
Ella levantó la ceja.
-¿Así que eres alzado? -preguntó ella con sátira. -Lástima que me importa nada, lo que un peoncito de quinta categoría piense.
-Sifrina tú no eres de estas tierras, una recién llegada no va a tumbá a la doña de Los Sauces, prontito saldrás de aquí -el hombre la miró de una manera extraña.
Unos peones se le acercaron.
-Eusebio hay un problema en los potreros.
"Eusebio" ya se encargaría de averiguar quién era ese que se atrevía a hablarle de esa manera.
-Pronto seguiremos hablando sifrina, si es que sigues aquí.
-Yo digo lo mismo, quizás este es tu último día trabajo.
El hombre soltó una carcajada y la miró con rabia.
Una mujer salió de la casa para avisarle que tenía una visita.
Ella sonrió y corrió rápidamente hacia la casona.
Ya sabía de quien se trataba.
-Buenos tardes -La saludó un hombre joven muy apuesto vestido de traje. -Soy el abogado Javier Ascanio, mi padre está quebrantado de salud por lo que yo atenderé sus casos, estoy al corriente de todo. -Dijo al ver la cara de contrariedad de ella.
María Victoria respiró con alivio.
-Buenas tardes, doctor -ella le extendió la mano.
Él se la recibió y le regaló una sonrisa encantadora.
-Yo sé que lo usual es que lo reciba aquí y le explique mis dudas, pero dado el entorno casi hostil en el que me encuentro, le pediré que me acompañe a mi habitación, no quiero que nadie escuche nuestra conversación.
-No es tan inusual como usted se lo imagina señora. -Comentó el hombre risueño en tono muy formal.
-Llámame Vicky, eso de señora me hace sentir como una vieja -respondió ella sonriendo. -Sígame doctor.
-Dígame usted Javier, eso de doctor también me hace sentir viejo.
Ella le volvió a sonreír.
Él hombre cogió su elegante maletín y la siguió, una vez el entró ella cerró la puerta, mas no colocó el seguro, le ofreció que se sentara en el sillón mientras Vicky tomaba asiento en la esquinita de la cama; el olor de Luis Fernando la seducía y odiaba sentir esa sensación, quería odiarlo con todas sus fuerzas, no sentir nada por él, pero era imposible.
-¿Qué es lo que necesita Vicky? -Le preguntó el abogado al ver que ella se quedaba ensimismada en sus pensamientos.
-No sé si estará enterado que me casé ayer.
-Si su padre nos informó.
-Perfecto, lo que deseo saber es ¿si hay alguna manera de deshacerme de este absurdo matrimonio sin perder el patrimonio de mi familia?
-Estuve revisando el documento minuciosamente y la única salida que puede existir es que él señor Luis Fernando Montenegro pida la anulación.
-Si hay una anulación él se quedaría con todo y eso es exactamente lo que no deseo -le explicó ella.
-Si usted pide la anulación sí, pero si él decide que ya no desea seguir unido a usted, eso dejaría la situación como al principio.
Ella se levantó de la cama.
-¿Él nunca hará eso?
-Es la única salida o también la convivencia por un año, ya después de eso, todo se conservaría igual.
-No puedo quedarme un año aquí, no lo soportaré.
-Entonces no le queda otra alternativa de convencer a su esposo que él solicite la anulación.
****
Luis Fernando llegó a la hacienda y de inmediato, Micaela solicitó su presencia, él al ver su rostro comprendió que su alborotada esposa había hecho una de las suyas.
-Quiero a esa mujer fuera de mi casa hoy mismo. - Le dijo airada.
-¿Qué sucedió?
-Se atrevió a abofetearme, dice que ahora es la dueña de Los Sauces, se ha atrevido a amenazarme con echarme.
-Hablaré con ella.
-No hables con ella, quiero que la saques, de la hacienda, no soporto su presencia, no quiero a una Araujo viviendo bajo mi techo.
-Ya ese tema lo hemos discutido.
-Los discutiste tú y tomaste tú la decisión -le aclaró enojada.
-De acuerdo, hoy ella ya no estará aquí, pero me iré con mi esposa. - Le respondió Luis Fernando con tranquilidad.
Él caminó hacia la puerta, pero la voz de su madre lo detuvo.
-¿Qué significa que te vas con ella? -Preguntó Micaela contrariada.
-Yo estaré con María Victoria hasta que se cumpla el plazo, no la dejaré.
-No tienes que quedarte con ella, déjala en su maldita casa y vuelve aquí. -contestó con firmeza -ya te lo dije, ella permanecerá a mi lado hasta que logre persuadirla que anule el matrimonio.
-No lo hará, es una perfecta hija de su padre y nos joderá la vida a todos y sobre todo a ti, si tengo que renunciar al El Morichal lo haré con tal de alejarla de ti.
-Ya es demasiado tarde, madre.
Luis Fernando salió del despacho, le preguntó a una chica que limpiaba que si había visto a su esposa.
-La señora está en su habitación, con un señor que llegó a visitarla.
-¿Un familiar?
-No, era un sifrino muy elegante.
*****
María Victoria se encontraba sentada al lado de Javier revisando el documento de propiedad de la hacienda cuando apareció él.
-¿Qué hace este hombre en la habitación? -Preguntó en muy malos términos.
Los ojos de él atravesaron los de ella como una daga que llegó hasta lo más profundo de su ser. Luis Fernando mostraba un aspecto amenazador. Su mandíbula estaba tensa, sus puños, apretados. Vicky pensó que la discusión con Micaela lo había puesto de esa manera, así que levantó el mentón y se le enfrentó.
-Es mi abogado.
-¿Desde cuándo se reciben a los abogados dentro de las habitaciones? -Volvió a preguntar él con un marcado sarcasmo.
-Desde que yo lo decidí. -Respondió ella de malas maneras.
Javier tosió para llamar la atención.
-Señora Vicky tengo otro compromiso y debo irme, si necesita de mi asesoría ya tiene mi número personal.
-Claro que volveré a llamarte Javier -Le contestó Vicky con coquetería -de eso puedes estar seguro, muchas gracias por venir, te acompaño a la salida.
Luis Fernando la agarró por el brazo.
-Tú no vas a ningún lado, el abogado puede encontrar la salida perfectamente.
El hombre se encontraba muy apenado presenciando la escena de los peculiares recién casados.
-El señor tiene razón. -Contestó Javier en tono formal, saludó a Vicky y se marchó, rápidamente.
-Suélteme ya te he dicho que no me toques, que me das asco.
-Eres mi esposa y te toco cuando me dé la jodida gana -él la agarró por los hombros y la pegó a su pecho.
-Una esposa de mentira, tus derechos sobre mí son nulos.
-¿Según quién? ¿Según tu abogado?
-Según mi criterio.
-Te prohíbo que vuelvas a meter a ese hombre en nuestra habitación.
-Tú a mí no me prohíbes nada y estás muy equivocado si piensas que voy a hacer lo que me digas.
-Lo harás, no me provoques María Victoria -Le advirtió en tono fiero.
Ella procuró no ver su boca cuando su brazo rodeó su cintura, ni tampoco quería caer en el embrujo de sus ojos azules que le abrasaban la piel allí donde se posaban, su determinación y el enojo se comenzaban a derretir con esas pupilas cargadas de electricidad que empezaron a turbarla.
Luis Fernando tenía su nariz tan cerca de ella que todo lo que podía ver era todo lo que quería poseer. Las largas pestañas, tan espesas que se enredaban las unas con las otras; sus ojos como pozos negros semejantes a una noche sin luna a la medianoche. Sus voluptuosos labios, enrojecidos por los nerviosos mordiscos. La necesidad comenzaba a inflamarse en el cuerpo de Luis Fernando.
-Suélteme -ella lo empujó para tratar de alejarlo.
Tuvo el efecto equivocado. Él la apretó aún más, sin darle oportunidad de quejarse, la besó. Vicky separó los labios para soltar una barbaridad, pero él aprovechó para introducir su lengua en la dulce, húmeda y deliciosa cavidad. Las rodillas de ella se convirtieron en gelatina al reconocer su adictivo sabor que le nublaba el pensamiento, por unos segundos se dejó llevar, jadeó cuando notó las manos de Luis Fernando se posaron sus glúteos y los presionaba, él profundizó el beso y ella respondió con la misma pasión. De repente todo vino de golpe a su cabeza, su traición, su engaño, la mentira...
-No vuelvas a besarme - Lo empujó e hizo el amago de darle una cachetada, pero Luis Fernando la detuvo en el aire y la volvió a acercar a él.
-Te beso cuando a mi me de la gana y te toco en el momento que yo quiera y si no deseas que existan estos encuentros entre tú y yo no vuelvas a meter a nadie en nuestra habitación. -Dicho esto la soltó.
Vicky agradeció el espacio para poder pensar mejor y no enfocarse en el estado febril que se encontraba su cuerpo.
-Lo volveré a hacer una y mil veces porque es el único lugar a donde puedo tener privacidad y donde no me miran con asco.
-¿Quién te mira con asco? -Le preguntó él.
-Aquí todo el mundo me ve como un bicho raro, comenzando con la diabla de tu madre, pero están muy equivocados si piensan que van a humillarme, no me voy a dejar y hasta ese Eusebio se atrevió a insultarme.
-¿Qué te dijo Eusebio?
-Me insinuó que yo no seguiría aquí y con el desprecio que lo dijo, me faltó totalmente el respeto ¿para eso me quieres aquí para que cualquiera venga y me insulte?
-Nadie puede insultarte porque eres mi esposa María Victoria, quien te ofende, me lo hace a mí y eso tiene consecuencias, por lo demás creo que sabes como defenderte en tu nueva casa.
-¿No has hablado con tu madre? -le preguntó con suspicacia.
-Si hablé con ella.
-¿Y no vas a insultarme? ¿No estás molesto?
-Estoy molesto por muchas razones, pero tu enfrentamiento con mi madre no es ninguna de ellas.
Vicky se le quedó mirando y se obligó a no ceder ni un ápice ante su verdugo que estaba mostrando un ligero toque de humanidad.
****
-Esa maldita me las va a pagar. -Micaela no encontraba sosiego desde su desafortunado encuentro con la encantadora esposa de su hijo.
-Esa sifrina no es una mosquita muerta, de lejos se le ve lo víbora que es. -Comentó Eusebio
-Tengo que sacarla de aquí.
El capataz se sentía desplazado desde que Luis Fernando llegó a la hacienda, su señora solo miraba por los ojos de su hijo y él había pasado a segundo plano, porque Eusebio, sentía un cariño leal y servil por Micaela y quería toda su atención para él.
-Su hijo no quiere llevársela.
-Está empecinado en tenerla aquí y me amenazó con irse con ella.
-¿Entonces que va a hacer doña?
-Como he hecho con todo lo que me ha estorbado en mi vida, eliminarla, quiero a María Victoria Araujo, muerta y de esos te vas a encargar tú, negro.
El capataz sonrió complacido, le encantaba hacer feliz a su señora y que más quitándole de en medio a un hijo del perro de Antonio.
-Cuente con eso, esa sifrina no le joderá más la vida y será un Araujo menos en este mundo.
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