Capítulo 20
El Moriche o morichal es una palma abundante en los llanos orientales de Venezuela. El agua del Morichal es el hogar del pez temblador, el Pavón y la Guabina. En sus riberas viven el pato real, los loros y Guacamayas, el pájaro vaco y hasta uno que otro jaguar. Pero el Moriche es tan dominante que también influye en la cultura de los indios Cariña, quienes hacen maravillas en cestería con las fibras de sus hojas al tiempo que también aprovechan sus frutos comestibles. Para los Cariña, la palma Moriche es como el maná.
Todos los presentes se quedaron expectante ante tales acontecimientos, el grito airado de Antonio cortó el breve silencio que se hizo en aquella habitación.
—Eso no puede ser posible mi hija no se pudo haber casado con este miserable, que lo metí en mi casa, al que le di mi confianza, que lo puse a resguardar la seguridad de Vicky, era un Montenegro.
—Si Antonio, un Montenegro, el hijo del hombre al que tú asesinaste para poder violar a mi madre. —La voz de Luis Fernando era letal y anunciaba tempestades.
—Oh —exclamó Verónica que rompió el silencio y se tapó la boca de inmediato para no soltar otra imprudencia, lo menos que quería era aparecer en un problema de proporciones bíblicas.
—¿Eso cierto eso papá? —Preguntó Alejandro asombrado.
—Claro que es cierto —Respondió Micaela —ese degenerado el día que me iba de luna de miel con mi esposo Luis Gustavo Montenegro nos quedamos accidentados en las afueras del pueblo, nos agarró la noche, allí nos consiguió este miserable con las otras basuras de sus hermanos, tenían el diablo adentro y llegaron buscando problemas y Gustavo los encaró...
—Cállate no sigas —Gritó furioso Antonio.
—¿No quieres que tu familia conozca la inmundicia que eres? ¿No deseas que tus hijos se den cuenta de que tú eres mierda hecha hombre? Pues se van a enterar, esta noche, es la noche de las revelaciones.
—Maldita —Antonio se le encimó, pero Alejandro lo atajó porque vio la mirada asesina de Luis Fernando quien estaba armado y él conocía muy bien lo diestro que era en el manejo de las armas.
—Cálmate no cometas una locura —le advirtió.
—Los miserables Araujo —continuó la mujer — agarraron entre los tres a mi esposo y lo molieron a golpe y ese que ustedes ven allí sacó su pistola y lo asesinó... —Micaela temblaba de la ira y el dolor de los recuerdos, pero nadie lo percibía porque con su mentón erguido y la mirada fría desprovista de emoción, no evidenciaba la agonía de volver a revivir aquello. — No conforme con eso me llevó a los matorrales y me violó al igual que Ulises y Víctor —Miró directamente a Antonio a los ojos —Tu gran error fue dejarme viva, ya que el odio y la venganza es lo que me mantiene respirando y no descansaré hasta verte arrastrado sufriendo, suplicando por una misericordia que nunca obtendrás, maldito.
—Eso es mentira mi padre nunca haría eso —dijo Andreína con vehemencia.
Micaela soltó una carcajada.
—Niñita —contestó la mujer en tono despectivo —Víctor era un cerdo que solo pensaba con lo que tenía en las piernas, por eso recibió lo que merecía.
—¿Papá es verdad lo que está diciendo Micaela? Habla, di algo, defiéndete.
Micaela miró al menor de los Araujo, era el único de esa familia al que no le haría daño. A Alejandro lo conoció en unos toros coleados, ella había ido para ver a varios peones de su hacienda que participaban, de repente se tropezó con él y de inmediato quedó cautivada por aquel hombre, su temperamento recio e indómito la sedujo en ese instante y él quedó flechado por ella. Cuando se enteró de que era el hijo de Antonio pensó que lo usaría en su venganza y así fue hasta que la llevó a la cama, allí el muchacho la enloqueció y se le metió en el cuerpo y en la sangre porque él tenía algo que le recordaba al gran amor de su vida.
—No le crean nada ella miente, nada de lo que dice es verdad, ustedes me conocen jamás haría algo semejante.
Micaela abandonó las reflexiones sobre su amante y se concentró en el maldito que tenía enfrente.
—Yo sé cuál es mi verdad y me importa muy poco si ustedes lo creen o no, ahora lo que realmente importa es el matrimonio de Luis y María.
Antonio miró a su hija.
—¿María Victoria tú te casaste con este infeliz?
Vicky dio un respingo ante el grito enfurecido de su padre, ella se encontraba en shock, no comprendía lo que estaba sucediendo.
—Contesta maldita sea —volvió a gritar el hombre.
Ella solo asintió
—Antonio mira su mano — le señaló Micaela — si lleva el mismo anillo que yo llevaba el día que mataste a mi marido y me violaste ¿Ahora si recuerdas?
María Victoria miró su dedo y la realidad la impactó, recordó las iniciales en los anillos, y reconoció que esa mujer decía la verdad.
Ella levantó la vista y miró a Luis Fernando y sus ojos azules parecían el doble de grandes de lo habitual y hostiles como nunca los había visto.
—Te lo dije Antonio que lo que me hiciste me lo ibas a pagar con sangre y donde más te duele.
Antonio caminó hacia su hija y la levantó de la silla, agarró su mano y le sacó el anilló y lo lanzó al suelo.
—¿Dime que tú no te casaste? —la agarró por los hombros con rudeza y la sacudió.
—Yo no sabía —dijo sollozando.
—¿Cómo pudiste? —Le gritó levantó la mano para darle una bofetada al ver como ella se encogía, cerró el puño y la soltó.
Luis Fernando que permanecía quieto, esperando que Micaela terminara con aquello, hizo un amago de ir hacia ellos, pero Micaela lo detuvo.
—Lo que le ocurrió entre ustedes es un asunto de su pasado en lo que ninguno de lo que estamos aquí excepto mi tío tiene nada que ver, así como que el que la insensata de Vicky se haya casado con Luis Fernando no la da el derecho sobre la hacienda que le pertenece a mi tío —soltó Andreina con altanería.
—Antonio cuéntale a tu familia, toda la verdad, dile por qué trajiste a tu princesa donde la tenías resguardada para que no cayera en mis garras, para casarla con el títere de Patricio Gallardo al que pensabas manejar a tu antojo ya que pasaste la hacienda a nombre de tu niña para evitar el embargo de los bancos.
—Cállate —dijo el hombre enfurecido que se encimó hacia ella.
—Si das un paso más, te mueres. —Dijo Luis Fernando que había sacado su arma.
—Está enfurecido porque lo ha perdido todo al igual que ustedes, ahora dependen de la misericordia de mi hijo, ya que Antonio colocó una cláusula muy importante sobre los documentos de esta casa ¿No es así?
—¿Qué quieres decir? —Preguntó Andreína.
—Decidió poner El Morichal a nombre de María Victoria Araujo, si ella llegaba a casarse la hacienda pasaba a nombre de su esposo, para evitar que la niña malcriada —Micaela la miró con altivez— se divorciara, estipuló que debía permanecer un año casada para que pasara nuevamente a sus manos y en ese tiempo, aprovecharía lucrarse con los imbéciles de los Gallardo, saldaría las deudas y la hacienda volvería a ser suya, en caso de divorciarse de inmediato o anular el enlace matrimonial, como será este el caso El Morichal pasará a manos de esposo. —Soltó la mujer triunfante.
Fue en ese momento que María Victoria comprendió lo que había ocurrido, Luis Fernando la engañó, todo el tiempo, desde el principio. Recordó cuando hubo el suceso en el pueblo.
El hombre que la quería secuestrar, Jared Montenegro era su hermano, le hicieron una jugarreta para que ella confiara en él. Todos aquellos besos, la dulzura de sus caricias, las tardes que pasaban hablando, las noches que salían a cabalgar, todo era un vil engaño para quedarse con las tierras y vengarse de su padre. Nunca sintió nada por ella.
Su corazón se rompió en mil pedazos, porque no lo había querido reconocer antes, pero ella estaba ilusionada y completamente enamorada del que ahora era su verdugo y fue en ese momento que su mirada se nubló y las lágrimas salieron a raudales.
—Aquí están los papeles de anulación —ella colocó el documento sobre la mesa —Ya saben lo que tienen que hacer.
Antonio se agarró el pecho, nunca ni en sus peores pesadillas imaginó que perdería el legado de su familia, había dejado a los suyos en la calle, pero lo prefería antes que humillarse antes esa mujer.
— Firma María Victoria, no te quiero ni un segundo casado con un malnacido Montenegro —dijo en tono autoritario luego miró a su rival —hoy ganaste maldita, pero esto no ha terminado.
—Ya sabes dónde encontrarme. —Respondió sonriendo triunfadora, tienen un día para abandonar la hacienda, si no te has largado te echaré como el perro que eres y a todos los tuyos... Muchachita firma los papeles y evítale más vergüenzas a tu asqueroso padre.
Dolores la tomó de la mano, la mujer quería agarrar a su niña y llevársela de allí, sacarla de ese horror, lo que le habían hecho no tenía nombre, una vez que firmara, la sacaría de esa casa y no dejaría que le volvieran a hacerle daño.
María Victoria se limpió las lágrimas y se acercó a la mesa, cogió los papeles y los rompió.
—No voy a firmar.
—¿Qué has hecho? —preguntó su padre aún más furioso —es que me quieres matar, yo no voy a permitir que tú sigas casada —miró a Luis Fernando —con ese.
—Permaneceré casada por un año, eso te dará el tiempo de recuperar esta hacienda, porque no se la vamos a ceder, porque El Morichal no es de Antonio Araujo es de Alejandro, Andreina, Verónica y mío y ningún Montenegro va a arrebatarnos los que nos pertenece por derecho. —Miró a Luis Fernando con la misma frialdad que él lo hacía y a Micaela —así que pueden largarse por donde vinieron porque mientras yo siga casada El Morichal sigue en poder de los Araujo.
—¿Así que quieres poner la situación más difícil muchachita? —Preguntó Micaela con sarcasmo. —Por mí está bien un año más o un año menos igual estás tierras ya tienen la marca de Los Sauces... Vámonos ya no tenemos nada que hacer aquí.
—Aún no —dijo Luis Fernando —Ya que María Victoria no quiere la anulación, entonces debe cumplir con su deber de esposa y estar donde yo esté. — Afirmó con autoridad.
—Mi hermana no saldrá de esta casa —Le advirtió Alejandro —Lo que has hecho es una canallada, porque ella era inocente de toda esa mierda y te equivocas si piensas que vas a seguir humillándola.
—Nadie va a impedir que me lleve a mi esposa.
Alejandro sacó su arma, dispuesto a defender a Vicky.
Micaela miró a Luis Fernando porque eso no era lo que habían acordado, pero no dijo nada por el momento.
María Victoria sintió terror de que a su hermano saliera herido, ya había cometido un error catastrófico, tenía que detener esa locura donde ella los había metido por sus arrebatos.
—Yo me iré con él. — Habló con firmeza.
—Mi niña no puedes irte con ese hombre —soltó Dolores angustiada.
—Tengo que hacerlo nana si no lo perderemos todo.
—Mi hija no sale de aquí —Antonio también sacó su arma y apuntó a Luis Fernando, que lo ignoró y caminó hasta ella y la tomó del brazo.
—María Victoria se viene conmigo —rugió, en ese momento entró Jared y los hombres de Los Sauces fuertemente armados.
Aunque quisiera Antonio y Alejandro no pudieron hacer nada para evitar que se la llevaran.
—No se lleven a mi niña —gritaba dolores, Verónica y Andreína la sostenían.
Vicky se le destrozó el corazón al voltear y ver a su nana llorando, a la que consideraba su mamá, su confidente, su amor verdadero, nunca se habían separado. No podía llevársela consigo porque no sabía lo que le esperaba y su nanita se merecía lo mejor.
Al salir de la casona Vicky se soltó del agarre de él y se limpió las lágrimas.
—No vuelvas a tocarme —Lo miró a los ojos, esta vez el odio lo abrigaba ella en todo su ser y Luis Fernando lo percibió —lo que sentía por ti lo mataste hoy, te vas a arrepentir de haberme hecho sufrir y de haber jugado con mis sentimientos Luis Fernando Montenegro —escupió el nombre con asco — y yo siempre cumplo lo que prometo.
¿Que creen ustedes que debería hacer Vicky ahora? Quiero leer sus chispeantes comentarios...
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