Capítulo 18

"Era el mes de mayo, mes de espantos y de aparecidos, época de lluvia, cuando la sabana se viste de flores y el terrenal se remoja. Llano en mayo con sus noches oscuras y caminos llenos de agua"

"Llano es llano y a nosotros nos gusta de esa manera, supersticiosos y todo puede que seamos, pero con un corazón que no nos cabe en todo el ancho de la sabana y en esa misma sabana, que no alcanza para arroparle el corazón al llanero, es donde se ven todas estas cosas que le estoy contando....."

"La tarde llegó con nubarrones de lluvia y viento fuerte que sacudía los chaparrales asustando la sabana. Los caminos fueron llenándose de agua y las aves se recogieron temprano"

Fragmentos de El Silbón por Damaso  Delgado

María Victoria fue hasta la casa del capataz, intentó abrir, pero estaba cerrada, esperó una hora, luego otra y cuando más oscura se iba haciendo la noche y los ruidos extraños característicos de una madrugada llanera, recordó las historias que le contaba su nana sobre espantos y espectros que salían en cierta época del año, aunque ella era una mujer del siglo XX eso no evitó que sintiera un poco de temor, por lo que decidió devolverse a la casona. Se sentó en el alfeizar a esperar, pero se quedó dormida, el cansancio hizo mella en ella; el cantar del gallo la asustó por lo que dio un respingo, adormilada quitó de la ventana y se acostó en su cama, ya ajustaría cuenta con su catire, fue lo último que pensó antes de caer en un profundo sueño.

A media mañana cuando los rayos matutinos se colaron en su habitación fue que se levantó.

Dolores le dejó su ropa lavada y planchada en una silla, le pareció extraño que su nana no la hubiera despertado temprano como lo hacía a diario, quizás por lo que había ocurrido el día anterior tuvo un poco de consideración y la dejó descansar, gesto que agradecía. Su ánimo aquella mañana era de felicidad, dentro de tres días sería la esposa de Luis Fernando. Al pensarlo sonrió ampliamente. La espera se le haría eterna, pero valdría la pena.

Después de vestirse y desayunar en su habitación, ya que no le apetecía ver ciertas personas, decidió salir un rato a caminar por la casa, tenía que ajustar unas cuentas y aprovecharía que don Antonio había salido y no se encontraba en la hacienda.

Caminó por el corredor, era lo que más le gustaba de la casona, su piso siempre pulido, con ese toque colonial y a la vez sofisticado. Se encontró a su prima Verónica sentada en uno de los sillones, llevaba puesto un vestido gris que no le hacía competencia al hábito que acostumbraba a llevar.

—Hola prima —la saludó.

La joven tenía los ojos clavados en un libro que sostenía en las manos al verla sonrió.

—Hola Vicky.

—¿Te puedo hacer un poco de compañía?

—Por supuesto —la joven cerró el libro y los puso a un lado.

María Victoria detalló a su prima sin el traje de monjita, era la primera vez que la veía así y ella se sorprendió gratamente porque, la joven era muy bonita, con su cabello castaño, su piel era blanca al igual a la de su madre Carmela, unas pecas en la nariz que le daba cierto encanto, sus ojos eran marrones claros de pestañas gruesas rasgo común en los Araujo y lo más resaltante en Verónica era su boca que tenía la forma de un corazón y parecía que llevara labial.

—¿Y tu hábito? — le preguntó con curiosidad.

—Hace mucho calor, en esta época prefiero llevarlo solo cuando salgo de la casa, aquí suelo llevar algo más cómodo, todavía tengo esa libertad hasta que no haga la ceremonia formal.

—¿Y cuánto tiempo falta para eso?

—Falta un poco, la madre superiora, no considera que esté preparada.

—¿Y eso? —preguntó Vicky con gran interés.

Verónica era una persona muy tímida, por lo que pasaba desapercibida en la casona, nadie la tomaba en cuenta, ni su propia madre, ya que Carmela solo vivía para complacer a su tío, hecho que la avergonzaba en gran manera. Ninguna de las personas de la casa se sentaba a hablar con ella, solo su primo, no le preguntaban cómo se sentía, ni si estaba bien o mal, así que apreció el hecho que Vicky le regalara unos minutos de su tiempo.

—Ella cree que mi vocación no es genuina.

—¿Y por qué ella cree eso? Claro si quieres contármelo.

Verónica asintió.

—Lo que sucedió fue que cuando me dejaron plantada en el altar, a los pocos días yo decidí tomar los hábitos, ella piensa que yo lo hice para no afrontar la vergüenza que pasé.

—¿Y es cierto eso?

Verónica se sonrojó y bajó la mirada.

—Al principio sí, ahora con el pasar del tiempo siento que es lo que debí hacer desde el comienzo.

Vicky quería conocer más de los detalles de ese matrimonio fallido, pero no consideró correcto seguir indagando al menos por el momento.

—Si es lo que siente entonces debes hacerlo, pero si no estás completamente segura, deberías pensarlo mejor.

—Eso hago todos los días —dijo Verónica suspirando, luego se le quedó viendo a su prima —¿Quieres acompañarme hoy a la iglesia? —le preguntó entusiasmada.

Vicky al no tener nada mejor que hacer, aceptó salir con su prima.

—Si me encantaría. —Respondió sonriendo.

A la joven se le iluminó el rostro.

—Alejandro suele acompañarme, pero últimamente está tan ocupado que me ha tocado ir sola, además quisiera que conocieras a alguien.

—¿Sí? ¿A quién?

—A mi mejor amiga, pero no se lo digas a nadie porque es un secreto.

La monjita tenía secretos, eso sí era una novedad

—Está bien, mi boca está sellada… Otra cosa ¿Sabes dónde se encuentra Andreína?

—Donde siempre se la pasa en los establos o donde esté el capataz.

María Victoria sintió como cierto malestar se alojó en su cuerpo.

—Tengo algunos asuntos pendientes, ahora nos vemos para ir al pueblo —le comentó mientras se levantaba del sillón.

—Está bien prima. —Respondió Verónica ilusionada.

María Victoria salió de la casona y recorrió los corrales, no encontró a Andreína pero si a Luis Fernando.

—Buenos días, señorita —la saludó con cortesía, ya que se encontraba rodeado de otros trabajadores.

—Buenos días —respondió ella en tono seco, tenía que hacerlo sufrir un poco, hasta que no supiera a donde había ido la noche anterior.

Él levantó una ceja. Ella lo ignoró y siguió caminado en búsqueda de su querida prima.

Pasó un buen rato buscándola y no la encontró, entró en una habitación que servía para guardar herramientas e implementos que usaban los trabajadores, recorrió el sitio con su mirada, al no encontrar nada se disponía a salir del lugar cuando chocó con un poderoso cuerpo.

Luis Fernando cerró la puerta tras sí.

—Me das un permiso, busco a alguien, hoy no estoy para juegos. —Fingió indiferencia, aunque lo que deseaba era que le regalara uno de sus deliciosos besos.

—¿Qué sucede? —Preguntó él con suspicacia, escudriñándola con la mirada.

Ella se giró para no verlo, no quería que viera como su embrujadora mirada la seducía en segundos.

—A mí no me sucede nada.

—¿A no?

—No

Él se pegó a su espalda.

Vicky se separó muy a su pesar.

—¿A dónde fuiste anoche? —Preguntó sin rodeos.

—¿Eso es lo que te tiene así? —Le preguntó él sonriendo.

—Si tu novio se desaparece a mitad de la noche y no regresa, por supuesto que tengo una tiene el derecho de molestarse.

—Así que mi futura esposa es celosa.

—Si y mucho. —Respondió ella mordiéndose el labio para no reírse, le encantó como sonó esa frase salida de su boca.

Él la miró fijamente y metió los dedos en la cinturilla de sus pantalones y la atrajo hacia si, pegándola completamente a su cuerpo.

—Cuando entres a tu habitación sabrás lo que estaba haciendo.

—¿Qué hay en mi habitación? —Preguntó con curiosidad.

—Una sorpresa.

La besó, sus labios suaves al principio, pero el calor se elevó rápidamente entre ellos. Él se volvió más exigente, casi devastando su boca, y ella respondió con una dulzura ardiente que prendió fuego a su sangre. Luis Fernando terminó el beso abruptamente, pero no la soltó, sino que la mantuvo abrazada.

Ella colocó la cabeza en su pecho, pensando porque él siempre se contenía, su voz ronca la distrajo.

—Me ausentaré por un par de día para arreglar todo, no quiero que a mi regreso en esa cabecita tuya se haga ideas equivocadas.

—No lo haré, me portaré muy bien tanto así que hoy iré al pueblo con Verónica a la iglesia y luego me presentará a una amiga suya.

Luis Fernando la tomó por los hombros y la separó de su cuerpo para verla a los ojos, tenía el ceño fruncido.

—¿Qué amiga?

—No lo sé, no me dijo su nombre.

Él la soltó y se pasó una mano por el cabello.

—No puedes ir al pueblo.

—¿Por qué?

—No es conveniente.

—No iré sola, dos hombres de mi padre que acompañan siempre a mi prima irán, así que no correré peligro no me arriesgaré te lo prometo.

—Dos hombres no son suficiente, lo mejor es que te quedes.

Vicky estaba cansada de que le prohibieran las cosas sin ninguna explicación.

—¿Qué es lo que sucede? ¿Poe que tengo que estar presa aquí? ¿Por qué me busca esa mujer? Estoy cansada de tantos secretos.

—Nos casamos en dos días por favor, no salgas de aquí ya luego las cosas serán diferentes y lo sabrás todo.

—¿Tú sabes lo que sucede?

Él asintió.

—¿Me contarás todo?

—Te lo prometo una vez que nos casemos, sabrás toda la verdad María Victoria.

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