Capítulo 14

Los 90 fue una época influenciada por grupos de rock, de rap, de música grunge y como no, una época en las que las series con protagonistas adolescentes, como Sensación de Vivir, Salvados de la Campana o El Príncipe de Bel-Air arrasaban en todo el mundo y marcaron un antes y un después, dejando como influencia una ropa muy urbana, marcada además por los colores y estampados llamativos.

María Victoria no se tomó en serio las amenazas de su prima, no era más que una tonta ilusionada con su amor platónico, su otra prima Verónica, le comentó que Andreína jamás había tenido un novio, que siempre se interesó en el trabajo de la hacienda.

Había personas que la muerte de un ser querido lo transformaba de una manera u otra; a unos les daba por la rebeldía, otros no lograban superarlo y vivían añorando los momentos pasados y sumergidos en profundas depresiones, mientras que otros como Andreína imitaban en todo a ese ser querido, ella anhelaba ser como Ulises Araujo. Por eso su interés en las faenas de la finca y sus gestos masculinos, aunque lo último fue cambiando cuando entró en El Morichal, Luis Fernando. Estaba obsesionada con él ¿y quién no? Se preguntó Vicky.

—Aquí estás —dijo su padre al verla llegar.

María Victoria sintió un enorme desasosiego, pensó que tal vez la enloquecida de Andreína había hecho una locura, porque Antonio no tenía muy buen semblante.

—¿Me estabas buscando? —Preguntó con cautela y evitó acercarse a su padre.

—Si desde hace un rato. —Respondió Antonio con frialdad.

—¿Y eso?

—Quiero que te pongas preciosa —Volvió a responder con un ligero tono autoritario —hoy vamos a visitar a los Gallardos tenemos una cena con ellos.

Vicky respiró con normalidad. Se quedó viendo a su padre y pensó en salir con una altanería, al final desistió, tenía que actuar con inteligencia y no con ímpetu lo mejor era hacerle creer que se adaptaba a la idea, así ganaba tiempo pensando en una salida.

—Está bien papá. —Contestó con fingida jovialidad

Antonio levantó la ceja y le escudriño el rostro.

—¿No vas a quejarte? —preguntó con sorpresa.

—¿Servirá de algo?

—No —Respondió tajante.

—Entonces prefiero obedecerte sin discutir, porque eso solo me desgastaría —siguió su camino y le pasó, por un lado.

El hombre se quedó asombrado y muy complacido por el drástico cambio, era evidente que no conocía a quien tenía por hija.

Vicky se arregló tal como se lo pidió su padre, esa noche se encontraba enojada con el hombre que le robaba los suspiros, así que decidió esmerarse en su arreglo. Eligió un pantalón negro ajustado de cintura alta, acompañado de una blusa off shoulder corta y ajustada del mismo color, recogió su cabello en una coleta y se maquilló, llevaba días que no lo hacía debido al intenso calor, pero esa noche soportaría el suplicio.

 Salieron de El Morichal en el atardecer, cuando Vicky se montó en el vehículo, Luis Fernando se encontraba allí, era quien conduciría el rústico, a su lado estaba otro hombre encargado de la seguridad su padre, iban armados, ella se sentó en la parte de atrás y Antonio a su lado. Se atrevió a mirar a Luis Fernando por el espejo retrovisor y sus ojos seguían siendo duros y fríos. Vicky desvió la mirada y contempló el paisaje, a esa hora las aves buscando sus nidos sobrevolaban el cielo, gran variedad de especie revoloteaban por el lugar, eso era lo único que le gustaba del Llano.

Media hora después entraron a una enorme finca, nada más en la entrada se podía apreciar lo acaudalado que eran Los Gallardos y que no hacían nada para ocultarlos, las tierras se encontraban repletas de ganados, no había un espacio verde a simple vista, también se apreciaban grandes caballerizas, con animales magníficos. La casa principal era parecida a la casona de El Morichal, era grande, pero nada más allá de lo normal.

Al bajarse de la camioneta, su padre la agarró de la mano.

—Quiero que te comportes y que no salgas con ningunos de tus berrinches y sé amable con Patricio.

Vicky aspiró profundamente y asintió.

Disimuladamente, miró hacia Luis Fernando, que la estaba observando, su mirada era penetrante, ella levantó el mentón tomó el brazo de su padre y se giró para que él no viera lo afectada que la ponía con tan solo mirarla.

María Victoria entró a la casa y observó el lugar  se dio cuenta que adentro la situación era muy distinta, aunque por donde se mirara se podía apreciar que eran personas adineradas, pero con un muy mal gusto en lo que a decoración se refería, tenían tantos objetos de valor que daba un aspecto recargado, porque un mueble al estilo Luis XV que era costoso y se encontraba en diversas mansiones de millonarios, allí en el Llano ese sillón estaba completamente fuera de sitio, así como los jarrones chinos, cubertería de plata y demás enseres; era la forma de los Gallardos decir que tenían dinero pero de una manera chabacana* y vulgar.

—Bienvenido a mi humilde hogar —dijo Eulalio Gallardo dándole un fuerte abrazo a Antonio.

Luego la miró a ella y le tomó la mano y como si de un caballero se tratara le dio un beso en el dorso.

—Estamos encantados con su presencia jovencita. —Dijo el hacendado con jovialidad.

—Gracias —respondió Vicky sin ninguna expresión.

—Patricio ya llegaron los invitados —Gritó el hombre haciendo que ella diera un respingo.

A los pocos segundos apareció la réplica de Eulalio, es que hasta se vestían igual, María Victoria reprimió las ganas de poner los ojos en blanco al ver tanta ordinariez junta.

Patricio se acercó y le dio un beso en la mejilla.

—Bienvenida a la que será tu casa en poco menos de un mes — le dijo el hombre sonriendo ampliamente, un olor fétido salió de su boca que llegó directamente a las fosas nasales de Vicky que se fijó un poco más en el tal Patricio y vio que en sus dientes tenían una sustancia adherida de color marrón.

Su estómago se revolvió y faltó muy poco para que ella se pasara la mano de su mejilla para quitar cualquier rastro de ese asqueroso hombre.

Sonrió muy a su pesar, más no contestó nada.

Se sentaron en lo que era una especie de sala de estar, Patricio se encontraba a su lado e intentó cogerle la mano, pero ella la quitó inmediatamente.

—Esa mujer intentó mover las cercas que limitan con sus tierras —comentó Eulalio. —Pero a plomo limpio sacamos a sus hombres de nuestro territorio.

—Esa maldita Micaela no tiene límites. —Contestó Antonio negando con la cabeza.

—Mientras sea la barragana del gobernador, estamos jodidos, solo impera su ley.

María Victoria centró la mirada en los dos hombres e ignoró al que se encontraba sentado a su lado, que le decía lo bonita que estaba, o que, si deseaba algo, ella rechazaba con la cabeza y se negaba a regalarle una mirada a Patricio.

Su padre al darse cuenta de que ella se encontraba reacia a hablar con su prometido, tomó el toro por los cachos.

—Futuro yerno que te parece si le muestras la hacienda a Vicky, que seguramente nuestra conversación la encuentra aburrida.

Al Gallardo se le iluminó el rostro mientras que ella se indignó con Antonio por obligarla a estar con ese hombre, se mordió la lengua y se obligó a hacer obediente.

Acompañó a Patricio, muy a su pesar salieron de la casa, Luis Fernando y el otro hombre se encontraban afuera, él la miró con sus gélidos ojos y su expresión no era para nada cálida.

—Por aquí se encuentra el jardín de mi madre — dijo el Gallardo que al terminar la frase escupió en el piso, ella se fijó y vio que era un líquido negro el que salió de su boca, María Victoria tapó la suya y se giró para que no viera su cara de asco.

—Muy bonito —logró balbucear.

—Cuando vivas aquí puedes hacer las remodelaciones que quieras.

—No me gusta la jardinería —respondió malhumorada.

Patricio volvió a escupir y no dejó de hacerlo en todo el momento que anduvo con ella, instante que duró muy poco porque Vicky alegó que tenía una jaqueca muy fuerte.

—¿No vas a esperar la cena? —le preguntó el hombre asombrado.

—No, necesito irme a El Morichal y encerrarme en mi habitación para que se me quite este mal que me aqueja cada vez que hay cierta emoción en mi vida. —Se excusó haciendo la mejor actuación de su vida.

—Voy a avisarle a tu padre. —Dijo Patricio preocupado.

—No —ella lo agarró por las manos — no lo molestes, deja que él se quede, yo le diré a uno de los hombres de mi padre que me regrese a la hacienda.

El Gallardo la agarró por los hombros y Vicky abrió los ojos y sintió un susto tremendo.

—Regálame un beso, antes de irte.

Ella se contorneó para soltarte de su agarre.

—Yo no soy una mujer fácil —contestó con falsa indignación — Patricio Gallardo yo soy una dama.

El hombre sonrió y María Victoria le faltó muy poco para no devolver su almuerzo en sus pies, al ver esos dientes marrones.

—Me tengo que ir —dijo apresurada.

Fue hasta Luis Fernando y sin ninguna delicadeza le dijo:

—Llévame a la casa, no soporto ni un minuto más aquí.

—¿Qué sucedió? ¿Te hizo algo? —Preguntó mirando a Patricio que se encontraba unos pasos más alejados viendo a la joven.

—No me ha hecho nada, pero ya no deseo estar aquí.

Él la escrutó con la mirada.

—Sube al vehículo —ella asintió. —No le digas nada a mi padre porque me va a obligar a quedarme y no quiero.

Luis Fernando habló con su compañero y en unos minutos se subió a la camioneta.

Cuando salieron de la finca de los Gallardos, María Victoria dejó de sentir la opresión en su pecho.

—¿Qué sucedió con Patricio? —Le preguntó Luis Fernando sin rodeo.

—¿A ti que puede importarte? —Le preguntó con rencor —si estás enojado conmigo desde esta mañana.

—Yo no estoy enojado contigo. —Respondió en voz baja.

—¿No? ¿Y entonces por qué me mirabas como me mirabas desde que salimos de la casona?

—¿Cómo te miraba? —preguntó observandola para luego centrarse en el camino.

—No te hagas el tonto… ceñudo y con tu mirada fría.

Él sonrió.

—No puedo estar contento cuando la mujer que me gusta se pone preciosa para encontrarse con otro.

María Victoria no pudo evitar que una sonrisa escapara de sus labios y sintió el revoloteo en su estómago, uno pocos minutos con él y ya había olvidado la pesadilla de Patricio.

—No es por mi gusto que fui a ese lugar y no sabes cómo me arrepiento.

—¿Qué sucedió? —Volvió a preguntar.

—Ese hombre es un asqueroso.

—¿Se atrevió a tocarte? —su voz se volvió dura.

—No, si lo hubiera hecho, habría vomitado, ese Patricio es un asqueroso, no se cepilla, tiene una cosa horrible en los dientes, no sabes lo mal que la pasé y de paso cada vez que habla escupe como si de una *Llama se tratara.

Luis Fernando soltó una carcajada.

—Yo no le veo el chiste. —Dijo malhumorada viéndolo disfrutar de su desgracia.

—¿Nunca has visto a nadie mascar chimó?

—¿Qué es eso?

—Es tabaco curado, una especie de pasta que se colocan en la boca y lo mascan, por esa razón escupen a cada momento.

—Que asco, por el amor de Dios ¿cómo alguien puede usar algo así?

—Muchos hombres de por aquí lo consumen.

—¿Tú usas esa asquerosidad?

Él sonrió y negó con la cabeza.

—Igual yo sabía la respuesta.

—¿Ah sí? ¿Y cómo lo sabes?

—Porque tus dientes son blancos y tu aliento delicioso, nada que ver con ese Patricio… No lo quiero cerca de mí —dijo con asco.

—Va a ser tu esposo —su voz y expresión volvieron a cambiar.

María Victoria se le quedó mirando.

—¿Te molesta?

—Si y mucho.

Ella sonrió y se sintió pletórica.

—Yo no me voy a casar con él. —Afirmó con contundencia.

—Tu padre no aceptará tu negativa.

Ella se quedó callada mientras miles de pensamientos cruzaban por su cabeza.

—Me fugaré, así no va a poder obligarme a nada.

—Te encontrará en poco tiempo y cumplirá su propósito, no hay nada que lo haga desistir.

—Tiene que haber una salida, porque yo no me voy a casar con ese hombre asqueroso —Dijo angustiada.

Él le agarró la mano y se la besó, la instó a que se acercara, ella se acurrucó en su pecho, mientras seguía conduciendo.

No hablaron más hasta que llegaron a la hacienda, se bajaron del vehículo, ella se acercó a él.

—No quiero entrar en la casa todavía.

Él la envolvió entre sus brazos y una calma inexplicable se apoderó de ella y tuvo la certeza que no accedería a los designios de Antonio así le costara la vida, porque como podía casarse con otro si su corazón comenzaba a sentir algo más que un capricho por Luis Fernando.

* Chabacana (o) significa que es grosero, ordinario o de mal gusto.

* La llama (Lama glama), que pertenece a la familia de los camellos, adopta un comportamiento muy singular cuando es molestada o acosada. En situaciones de peligro, este animal oriundo del continente sudamericano puede tenderse en el suelo, silbar, morder e incluso escupir con una precisión exquisita al instigador.

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