Capítulo 12
Después que María Victoria salió de la caballeriza entró con el mismo sigilo con el que había salido de la casona, aunque faltó muy poco para que se tropezara con su tía Carmela que salía medio desnuda de la recamara de Antonio. Su nana alguna vez le había insinuado que su tía, la viudita del tío Ulises tenía quien le hiciera ciertos favores, lo que nunca se imaginó es que era su propio padre.
Como andaba prófuga no podía hacer lo que se le antojaba en ese instante, que era ir a donde su papá y decirle unas cuantas cosas. Ya arreglaría ese asunto otro día, en ese momento debía regresar a su cuarto sin ser vista.
Esa noche durmió muy poco porque sentía algo dentro de ella que nunca había sentido, era una emoción, un anhelo, un suspiro... Pensó en unos ojos azules intensos que la abrazaban donde se posaban, los tenía clavados en su mente, al igual que su boca jugosa y deliciosa de la cual no podía borrar el rastro que había dejado en sus labios y en su piel.
Vicky había tenido unos cuantos novios en la Capital, una vez que le ponía el ojo a uno de ellos no descansaba hasta que con sus sutiles encantos los atraía, una vez aburrida, los desechaba sin miramientos para ella solamente era diversión. Tal vez con Luis Fernando era lo mismo, solo que lo que sentía cuando estaba con él era más intenso, ninguno de ellos le provocó lo que él le provocaba únicamente con mirarla.
Se levantó tempranito, cuando el bicho comenzó a cantar, se esmeró en vestirse, eligió, una minifalda de jean, le encantaba enseñar las piernas y por lo que pudo percibir, a su sexy vaquero le gustaba admirarlas, una blusa corta y sin manga le hizo juego, se soltó su hermoso cabello que también notó que le gustaba, miró las botas que le había regalado su padre, y negó con la cabeza, no le agradaban, por lo que se puso sus tenis preferidos.
Camino hacia la cocina y se encontró en el corredor con Alecia, la criada que María Victoria no toleraba.
-Buenos días, señorita ¿pa' dónde va tan buenamoza? -preguntó la criada.
-Mira que eres entrometida, eso no es tu problema, a ver si te ubicas. -Le dijo fulminándola con la mirada y terminó de hacer el recorrido hasta llegar a la cocina donde todos acostumbran reunirse para tomar la primera comida del día.
Al llegar se encontró con el dueño de sus suspiros, se encontraba desayunando, enseguida un cosquilleo recorrió su cuerpo, él clavó sus penetrantes ojos en ella y cuando nadie lo vio, le regaló un guiño, una excitación rugió en su interior por ese simple gesto, ella le sonrió disimuladamente.
-Buenos días -dijo Vicky tomando un mechón de su cabello con coquetería.
-Buenos días, señorita -respondió él con una voz rasgada, un pequeño estremecimiento estalló a lo largo de toda su columna vertebral, ese timbre lento y pausado hacía estragos en la muchacha.
Dolores que estaba en una esquina terminando de hacer unas arepas, se dio cuenta de miradas, gestos y sonrisas que acababa de ocurrir.
Dejó lo que estaba haciendo y tomó a Vicky y la sentó alejada de Luis Fernando.
-Nana -se quejó la joven.
-¿Qué haces tú levantada tan temprano? -Le preguntó ceñuda.
- Después de lo que ocurrió anoche no pude conciliar el sueño, además no es lo que siempre me dices que el que se levanta de madrugada recoge agua clara.
-¡Gua! Eso sí que es un milagro. -Respondió Dolores mirándola con desconfianza, luego miró al capataz que en ese momento estaba intentado reprimir una sonrisa.
María Victoria esperó a que le sirvieran el desayuno y se fijó que todas las mujeres que trabajaban en la cocina, se encontraban allí y no dejaban de mirar a Luis Fernando, ya había escuchado alguna vez que las mujeres llaneras eran enamoradas, fue hasta ese momento que lo comprobó, la más descarada era Alecia que se comía con los ojos a su catire, ya que para Vicky después de ese beso compartido, le pertenecía al menos hasta que se aburriera de él, tal vez el capricho durara un poco más, porque Luis Fernando no se parecía a ningún hombre que hubiera conocido antes.
Lo que se presentaba como una mañana maravillosa se opacó cuando su prima Andreína entró a la cocina, saludó a todas las presentes como si de sus comadres se tratara, menos a ella que nada más al verla la fulminó con la mirada.
Vicky muy poco le importó, lo que no le agradó fue que se sentara al lado de Luis Fernando y lo saludara con un beso en la mejilla.
Todo lo que había comido se revolvió en su estómago.
-¿Estás listo para llevar hoy el ganado al abrevadero? -le preguntó con esa voz dulzona que Vicky comenzaba a detestar.
-Por supuesto.
-Estoy emocionada, por primera vez estoy al mando.
-Lo harás muy bien.
-¿Tú crees? -le preguntó tocando su brazo.
A Vicky se le encendió la sangre, pero se quedó callada observando a la melosa de su prima.
-Si -contestó él que terminó de beber su café y se levantó de la mesa -con su permiso señoritas, que tengan un buen provecho - salió del lugar llevándose el entusiasmo de todas las féminas presentes.
Vicky estaba segura de que escuchó varios suspiros.
-¡A trabajar! que mi padre no les paga para estar babeándose por un hombre. -Dijo molesta y dio un par de palmadas.
-La primera que debería dejar de babear eres tú -le dijo Andreína con malicia -no creas que no me di cuenta de tu artimaña anoche, pero el tiro te salió por la culata porque igual en dos meses te casas con el partidazo del Gallardo -soltó la joven con absoluta maldad.
-Te vas a quedar con las ganas de verme casada con ese veguero y yo no babeo por un hombre, ellos lo hacen por mí y no tengo que estar arrastrándome ni pegándome como una babosa para que me presten atención.
-Yo no soy ninguna babosa, estúpida.
-Mírate en un espejo y verás a una verdadera estúpida, enamorada de un hombre que ni la mira.
-¿Estás segura que no me mira? -Preguntó con perversidad en la voz
-¿No es evidente? -Respondió Vicky, no permitiendo que su ponzoña le afectara.
El tono se fue incrementando, al igual que la discusión.
-Ustedes dos me dejan la pelea o si no la voy a amarrar barriga con barriga en el patio de la hacienda, para que todo el mundo las vea, inclusive ese por el que andan peleando.
-¡Ni se te ocurra nana! -Exclamó Vicky horrorizada.
-Entonces dejen la tontería, que no las vuelva a escuchar sino prepárense para mi castigo.
Andreína se le quedó viendo riéndose con malicia, sin que Dolores la viera.
-¿A quién van a castigar? -Preguntó Alejandro que llegaba en ese momento.
-A nadie -soltó Vicky malhumorada.
María Victoria se le quedó mirando a su hermano, cuando se sentó a su lado, que tenía un ligero moretón en su mejilla, luego algo llamó la atención en su cuello, eran unos rasguños y un gran chupetón.
-Tienes que tener cuidado con esa gata salvaje con la que te peleaste anoche -le dijo señalándole el cuello - un día de esto te va a venir sacando los ojos... ¿Quién es esa leona?
-No es asunto tuyo. -Respondió con enojo.
-Que carácter -Dijo ella riéndose -quizás el escarceo amoroso con la felina no te resultó tan bien.
-Enana deja de joderme la paciencia que hoy tengo muy poca. -Le advirtió Alejandro.
-Ese es mi trabajo Alejandrito, joderte la paciencia.
-¿María Victoria que has dicho? - Preguntó Dolores.
-Nana, Alejandro fue el que dijo la grosería. -Se excusó la joven riéndose.
-Tu hermano es un hombre, si te vuelvo a escuchar diciendo una palabrota te voy a enjuagar la boca con jabón.
-Hoy estás muy gruñona.
-Tú me haces poner gruñona, jovencita.
Después de un desayuno muy ameno María Victoria fue al despacho de su padre.
Tocó la puerta y escuchó la voz de Antonio dándole el permiso para entrar.
-Hola papá bendición -dijo acercándose y le dio un beso en la mejilla.
-Hola mi amor Dios te bendiga ¿Te caíste de la cama?
-No me caí de la cama, sino que las sorpresitas con las que me he encontrado últimamente no dejan que pueda dormir bien.
Antonio la miró ceñudo.
-No vamos a tener esta discusión de nuevo, ya conoces mi decisión y no hay vuelta atrás, yo te he tenido muy alejada de todo y es por eso que no estás enterada de nuestra situación.
-¿Cuál situación?
-Con el pasar de los años la gloria de los Araujo ha ido menguando al igual que nuestra fortuna con el robo de ganado, perdidas de tierras y perdidas en la cosechas, por lo que decidí invertir parte de mi dinero en otros negocios que no fuera la tierra, todo marchaba bien o eso yo pensé, hasta que el banco Latino se declaró en quiebra llevándose todo mi maldito dinero, a Dios gracia me quedaba la fortuna que me heredó tu madre, la cual no es mucha y es la que nos ha mantenido a flote, una alianza con los Gallardo nos daría grandes beneficios porque están dispuestos a cederme su hacienda y a mí con eso me basta.
-Muy enternecedor tu discurso, lo cual no oculta que me estas vendiendo, que mi precio es una maldita hacienda ¿eso es lo que yo valgo para ti papá?
-Me aseguro que tengas un buen futuro y todos vamos a salir beneficiados.
-Me asombra tu altruismo.
-Deja el sarcasmo, además mi decisión ya está tomada.
-Si ya me lo hiciste saber anoche.
-No quiero que estés enojada conmigo, esto lo hago por tu bien.
Vicky suspiró profundamente y se mordió la lengua, para no seguir diciéndole lo que sentía, más bien decidió hablar de otro tema.
-Papá sabes que anoche, como no podía dormir, salí de mi recamara a beber un vaso de agua y vi a mi tía Carmela saliendo de tu habitación ¿Qué hacía ella en tu cuarto a esa hora?
Antonio la miró con suspicacia.
-Eso no te incumbe.
-Me incumbe y mucho, me parece algo horrible que mi tía sea tu amante -dijo con asco.
-María Victoria yo soy un hombre y tu tía una mujer, lo que hagamos ella y yo, no es tu problema, me arrepiento haberte dejado en la Capital, porque te has vuelto contestona y altanera.
-¿Te molesta que te diga la verdad?
-Ya basta, no sigas si no voy a tener que darte las nalgadas que te debí dar de pequeña.
-Ni se te ocurra papá, porque te juro que nunca más volverás a verme y te advierto que yo siempre cumplo mis promesas.
Después del altercado con su padre decidió salir a caminar un rato por los alrededores de la hacienda y se llevó a Julio para que le hiciera compañía.
-¿Señorita pa' que quiere que yo la acompañe?
-Julio ya te dije, no me gusta andar sola ¿ya viste lo que pasó anoche?
-Si, pero a usted naitica le va a pasar tu taita ha puesto más seguridad y si un Montenegro se atraviesa le vuelan la cabeza.
-Que problema contigo, acompáñame y has silencio, solo habla cuando yo te diga
-Ta bien.
-Caminaron por un largo rato hasta llegar a un riachuelo.
-Dime algo Julio ¿el capataz tiene novia?
-No, está solterito, yo se lo dije la otra vez ¿Pa' que quiere saber?
-No es tu problema, que metiche eres... ¿A él le gusta mi prima Andreína?
-¡Gua! yo que voy a saber.
-No te hagas el tonto conmigo, tú sabes muchas cosas, para que veas que yo te tengo aprecio, te he traído este chocolate, mi nana dice que a ti te encanta.
-Señorita ¿que si me gusta? Me vuelve loco.
Ella le entregó un paquetico que tenía en el bolsillo trasero de su falda.
-Contéstame lo que te pregunté.
-El capataz no tiene amores con ninguna mujer de esta hacienda señorita, aunque hay muchas que quisieran ser más que su amiga. -Comentó mientras se metía un pedazo de chocolate en la boca. -¿A usted le gusta él señorita?
-No me gusta, es solo curiosidad. -Mintió con descaro.
-Ah bueno si usted lo dice. -Respondió el peón sabiendo que la joven mentía.
-Yo creo que usted si le gusta al capataz.
El corazón de María Victoria se aceleró de repente.
-¿Y por qué dices eso? -Preguntó con curiosidad.
-Porque no le quita la mirada de encima, por donde usted pasa, él la contempla.
-¿Tú crees? -Volvió a preguntar emocionada.
El hombre asintió mientras metía otro trozo de chocolate en su boca, continuaron caminando, cuando escucharon los cascos de unos caballos, ella se giró para ver quien era y se quedó sin aliento, era él.
Montado en su semental ese hombre se veía, imponente, no tenía la estampa de un trabajador sino del que se sabe dueño de todo, con una inquebrantable seguridad, la recorrió con esa mirada salvajes de esos hermosos ojos azules y le regaló una sonrisa perezosa derrochando un encanto masculino que se estaba volviendo en ella una debilidad.
Se apeó de su montura.
-Julio llévate el caballo -le dijo al peón -yo caminaré con la señorita de regreso.
-Como usted diga -dijo el hombre, guardó su golosina y se montó en el animal.
-Ni una palabra a nadie -Le advirtió Luis Fernando con voz severa.
-Mi boca está sellada.
-Más te vale.
Una vez vieron a Julio alejarse, él tomó a Vicky por la cintura
-Anoche no quedé satisfecho con tu agradecimiento, quiero más. - La cogió de la nuca sin delicadeza y se comió sus labios con un beso hambriento. Vicky había deseado con fervor tenerlo así nuevamente, pero no supo cuánto era su deseo hasta que tuvo la boca de Luis Fernando sobre la suya. Su brusquedad en lugar de alejarla, la dominaba y la seducía, su mano comenzó a acariciarle el vientre desnudo, mientras que la otra descendió hacia sus nalgas y la acercó a su rigidez, haciéndola cómplice de su fuego. María Victoria soltó un gemido al sentirlo. La fricción de sus sexos, aunque era a través de la ropa la atravesó como un rayo, jadeo en su boca, y se apretó más a él, Luis Fernando correspondió a su anhelo besándola con más fiereza, si se podía, el beso era un enredo de lenguas que se encontraban para acariciarse dulcemente solo cuando él lo permitía. El hombre recorrió la línea lateral que revelaba el ritmo de su pulso con la lengua, apartándole el pelo con una mano y tirando de él para exponer su desnudez. Besó un punto de su garganta con la boca abierta y succionó ligeramente, reprimió el impulso furioso de dejar su huella en ella. María Victoria se encontraba tan obnubilada de deseo y por primera vez no le importaba incumplir la promesa que le había hecho a su nana, porque el fuego de la pasión estalló por completo en su cuerpo, era una llama que se había convertido en un incendio salvaje que él había provocado y que solo él podía apagarlo.
Chicas espero que les haya gustado este capítulo, les deseo un feliz año nuevo y me incorporo el 03 de Enero con un Maratón de esta grandiosa historia
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top