13
Los días pasaron y junio se acercaba. Magnus y Alec descansaban en la cama de Magnus en la posada donde el primero de instalaba.
Hubo noches de pasión y otras en las que solo se quedaban abrazados y terminaban dormidos. Las noches en las que Alec se quedaba a dormir con el, Magnus buscaba el desayuno y lo traía a la cama, entonces el y Alec lo compartían. Magnus despertó y se encontró con una bandeja de desayuno en una silla cerca de la cama. Magnus salió de la cama y Alec empezó a moverse entre sueños, buscándolo. Magnus encontró un sobre en la bandeja del desayuno y con curiosidad, la leyó.
Magnus:
Te escribo desde Londres, para darte la mala noticia de que tu madre está en terribles condiciones de salud. Ella requiere de tu presencia con temor a que le suceda algo y no pueda volver a verte antes de tiempo.
Willian Herondale.
Magnus parpadeó, sorprendido. Tenía que partir a Londres de inmediato, pero no sabía cuándo se recuperaría su madre.
Alec logró despertarse y vio a Magnus. Alec temía por la cara de tristeza de su novio.
-Magnus- dijo Alec- que sucede, mi amor?
Magnus le tendió la carta a Alec y la leyó.
-Entonces, iré contigo- dijo Alec.
-No, ángel- dijo Magnus.
-Por que?
-Por que no se cuándo podré regresar y no quiero que te pierdas la boda de tu hermana.
-Entonces ve- Alec lo dijo comprensivo- Se que quieres mucho a tu madre. Espero que se recupere y quiero que me escribas.
-Nunca olvidaría escribirte, mi ángel.
***
Era de tarde y todos estaban empacando para marcharse.
Clary le había dicho a Magnus que quería quedarse con Jace en París. Magnus no lo repuso.
Ahora, Alec y el estaban en el muelle, despidiéndose.
-Te amo, ángel- le dijo Magnus a Alec- Se que nos veremos pronto.
-Escribe cuando llegues- Alec tenía tomado a Magnus de la mano- Viaja bien.
Ambos se besaron una ultima vez. Magnus subió a su barco y este empezó a alejarse de la costa.
-Te amo- le gritó Alec a Magnus, mientras se alejaba.
-Yo también te amo- le gritó Magnus.
No despegaron la mirada del otro, hasta que el barco se alejó del muelle.
-Te amo- volvió a decir Alec. Aunque Magnus ya estaba muy lejos para escucharlo. El chico se tocó los labios y susurró-: Hasta que nos volvamos a encontrar.
***
París, Francia. 10 de julio de 1789.
El carruaje cargaba las pertenencias de Jace y Clary.
Alec le sonrió a su hermano y la novia de este. Jace y Clary irían a Londres para pedir el permiso de los padres de la chica para casarse. Se reencontrarían con Isabelle y Simon quienes estaban en Londres.
Magnus y Alec habían mantenido contacto como habían prometido. El joven Lightwood llegaría a Londres unos días después de Jace y Clary, también se les unía el pequeño Max, quién iba a ir junto con su hermano mayor. Alec estaba emocionado por conocer a la madre de Magnus (quién ya estaba en perfectas condiciones de salud, como le había dicho Magnus por carta). También estaba emocionado por decirle que su padre aceptó la relación con Magnus, después de haber tenido una charla.
-No vemos en unos días, hermano- le dijo Jace a Alec.
-Nos vemos- le dijo Alec.
-Adiós, pequeño monstruo- le dijo Jace a Max.
Max lo abrazó y luego se despidió de Clary.
***
París, Francia. 14 de julio de 1789.
-Hoy es el día- gritaban las personas en el pequeño bar en que se juntaron.
Tanto los hombres como las mujeres, estaban llenos de júbilo. La furia y la emoción estaba en sus venas. Hombres, niños y ancianos, estaban unidos por la misma causa.
Tomaron lo que pudieron como arma y todos se unieron en una misma voz.
Desde hacía un tiempo habían planeado el asalto, pero ese momento (su momento), el momento del pueblo. El momento en el que harían historia.
No eran una masa cualquiera. Eran el grito de la revolución y la voz de la libertad. En futuro, la horda del terror.
Tomarían la bastilla y liberarían a los siete prisioneros. Habían escuchado los gritos del gran Marqués de Sade y sus declaraciones en contra de la corona.
Al ver que sus armas no eran eficaces contra los muros de la fortaleza, usaron los cañones y lograron entrar.
Los revolucionarios avanzaron como un solo ente y con la pasión que encendía la llama de su furia y deseo de justicia, tomaron la pólvora y liberaron a los prisioneros.
Claro que el rey había mandado soldados para que acabaran con la gente, pero fue inútil.
El gran De Launay, el hombre que dirigía la bastilla, fue apresado por los revolucionarios y decapitado allí mismo. Aclamaciones fueron proclamadas por el pueblo. Su cadáver, sería el primero de muchos.
Ese día, inició un época oscura en Francia. Una época en la que la sangre, el terror y la muerte dominaban las calles de París y en todo el resto de Francia.
***
Mientras, Max Lightwood gritó al despertarse de una pesadilla.
Alec logró llegar a tiempo con su hermano y lo tomó en sus brazos. Con una voz tranquila, intentó calmarlo.
-Tranquilo, Max- le dijo Alec- Todo estará bien.
-Tuve una pesadilla- dijo el pequeño. Lágrimas empezaban caer de su dulce rostro infantil.
-Quieres hablar de ello?
-Soñé con fuego y que venían por nosotros. Vendrán por todos nosotros.
Fin de la primera parte
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