10

Alec estaba en el jardín de su casa, esperando a Magnus. Cuando lo vio, corrió hacia el y lo rodeó con sus brazos y le dio un dulce beso en los labios. Magnus estaba vestido como Alec le había indicado: con ropa que no llamara tanto la atención. Magnus vestía un sencillo pantalón marrón con tirantes y una camisa blanca. Parecía salido del campo.
En cuánto a Alec, este vestía un sencillo pantalón negro con una chaqueta color beige.
-No sabes lo difícil que fue para mi, vestir ropas tan poco esplendorosas.
-Tranquilo, mi amor. Confía en que valdrá la pena.
-Por ti, haría lo que sea. Pero sabes lo mucho que me gusta lucirme.

Alec sonrió y besó a Magnus para hacerlo callar.

***

Los chicos caminaban por la ciudad. Las personas hacían sus rutinas habituales. Entonces, Alec cruzó por un callejón, (los barrios bajos) tomando a Magnus de la mano.
Magnus abrió los ojos como platos, todos los días veía gente muriéndose de hambre o a los soldados que se llevaban a personas delgadas y sucias. Marie le había contado que a los criminales y personas que no pagaban sus impuestos, los llevaban a las prisiones de la Bastilla. Los criminales, solo eran personas que robaban por comida o incluso eran personas que estaban en contra del rey.
Ahora mismo, Magnus estaba sorprendido por la gran cantidad de gente que moría de hambre o les habían quitado sus hogares por los impuestos.
Alec lo vio y le tomó la mano.
-Hago esto con mis hermanos- le dijo Alec- Venir y darle al pueblo algo de comida. Pero hoy quise hacerlo contigo.
-Desde cuándo lo haces?- le preguntó Magnus.
-Desde hace mucho tiempo- dijo Alec.
-Tus padres lo saben?
-No. Prefiero que sea hací. No me gusta ver a la gente sufrir de este modo. Yo tengo para comer y ropa para vestir, mientras que ellos no. Además, no quiero que esta gente me reconozca. Odian a las personas con títulos de nobleza.
-Por eso me pediste que venga hací.
Alec asintió y ambos empezaron a sacar pan y agua de sus bolsos y a repartirlo. La gente lo aceptaba de gustoso.
Una mujer con un bebé y una niña en sus faldas acarició el rostro de Magnus y sollozaba agradecida cuando este le dio pan.

Ambos chicos llegaron a una posada muy vieja. Allí estaba un hombre que atendía un mostrador con bebidas.
Habían borrachos tirados en el piso y otros en el mostrador. Magnus empezó a dudar de que solo dormían.
-Quieren un trago caballeros?- preguntó el hombre- O si gustan, pueden alquilar una habitación.
-Usted es el dueño de esta posada?- preguntó Magnus.
-Dueño, tabernero y cocinero- dijo el hombre- Por el estado de la economía del país, no puedo contratar gente. Y de todas formas, no gano mucho.
-No vinimos por una habitación- dijo Alec- vinimos para darle algo de dinero.

Alec sacó de su bolso, cinco pequeñas bolsitas con monedas.
El hombre lo miró con desconfianza y tomó las bolsas. Abrió un paquete y tomó un par de monedas, seguidamente, las olfateó, como si de esta forma pudiera saber su validez.
En vez de verlo con una cara de agradecimiento, el hombre lo miró con desconfianza.
-De donde vienés, chico?- dijo una voz a sus espaldas.

Magnus y Alec se dieron vuelta y vieron que el hombre que les había hablado era uno de los que estaba dormido.
El desconocido se acercó a Alec y empezó a estudiar sus rasgos.
El desconocido, usaba un traje de militar y la suciedad y la mugre, no pudieron ocultar el brillo de un par de medallas.

-Te conozco, te conozco- dijo el desconocido.
- Maurice- dijo el tabernero- Esto no es necesario. Estos caballeros solo quisieron hacer algo bueno.
-Demasiado!-gritó Maurice.
El grito logró despertar a algunos borrachos.
-Estamos en crisis, Tom- dijo Maurice- En tiempos como estos, como puede ser que alguien quiera ayudarnos. Solo mirarlos, no parecen morir de hambre y mucho menos parecen haber dormido en el piso como muchos de nosotros en esta podrida ciudad. O es que ser sodomita ayuda contra la pobreza?

Alec apartó la mirada, pero Magnus mantenía su mirada firme en Maurice.

-Yo los conozco- dijo Maurice- pero ustedes a mí no. Tú chico- se dirigió a Alec- eres el hijo podrido de Robert Lightwood. Y tú- se dirigió a Magnus- eres un mercader.
Fuera de aquí. No queremos Lightwoods aquí. No queremos nobles. Ustedes, que se cree mejor que nosotros por qué tienen dinero.

Las personas del bar empezaron a acercarse y uno tiró a Alec al piso y se arrojó sobre el para golpearlo. Magnus logró evitar eso, golpeando al tipo en la cara. Una pelea de bar comenzó. Se arrojaban sillas y volaban vasos vacíos. Personas de afuera entraron a la posada y empezaron a gritarle a la pareja.
Frases como largo la nobleza. No los queremos aquí. Viva el pueblo de París.

Alec y Magnus corrían y la gente victoriaba.

Cuándo estuvieron lejos, Alec se desplomó.
-Alec, cariño- dijo Magnus- Todo estará bien.
-No, no lo estará.
-Alec, lo que hiciste estuvo bien. Todo fue con corazón.
-Estos son tiempos de crisis, Magnus. No podemos tomar la opción de pensar con el corazón!- le dijo Alec.
-Pero Alexander- dijo Magnus mientras ponía una mano en rostro del hombre que amaba. Sintió las lágrimas de Alec caer por su pálido rostro y pensó que los ojos del joven eran viejos y estaban cansados por todo lo que habían visto- Es en tiempos como estos cuando no hay que olvidar sentir. Cuando debe haber amor para que halla esperanza. Que exista el amor, para que haya bondad.

Alec abrazó a Magnus.
-Te quiero.
-Y yo a ti- respondió Magnus. Mientras acunaba al amor de su vida entre sus brazos.

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