CAPITULO 16
CAPÍTULO 16
Nada especialmente interesante pasaba hoy en el kínder. Aquella niña, Hannah, estaba observando fascinada a su hermosa profesora mientras ella pintaba y mezclaba colores, luego mientras Hannah observaba a sus compañeros, notó que algunos pintaban sin mucho interés, simplemente por pasar el tiempo, y otros se dedicaban a cantar la música infantil que había puesto la maestra.
Hannah vio a un niño dibujando a su familia, y su dibujo le parecía muy bonito. Inspirada por esto, decidió pintar a su abuelita y a ella misma. La maestra, que siempre tenía una sonrisa cálida, salió un momento del aula porque la directora la había llamado.
— Pequeños, volveré en un minuto, no me tardo — dijo la maestra, guiñándole un ojo a los niños.
Mientras ella se iba, una compañera de Hannah comentó con desdén:
— Esa pintura no está bonita.
— ¡Sí, tienes razón! — se rieron los demás niños.
Hannah, con el corazón en un puño, se sintió insegura. Lo único que quería era dibujar a la persona más especial para ella, y ver a los demás burlarse le rompía el corazón.
— Teamin, mira, ¿verdad que esta pintura está fea? — preguntó una niña con voz burlona.
Taemin, que también estaba ocupado pintando a las personas especiales para él, se levantó de inmediato. Con una mirada decidida, dijo:
— Para mí está bonita, ¡más bonita que la de ustedes! Solo rayas, solo rayas dibujaron.
Aquel gesto fue el primer acto de amistad entre ellos, y fue en ese momento cuando comenzaron a conocerse realmente.
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Cada día en el kínder era una aventura para Taemin, porque podía ver a la niña de las mejillas rojas, Hannah. El día era normal hasta que llegó la hora de receso, Taemin buscaba su lonchera en la mochila sin éxito. Recordó que la había dejado en el auto de mamá y se encontró sentado, sin comida, esperando a que terminara el receso.
— Espera, barriguita, ya termina la hora — murmuraba para sí mismo.
De repente, una silueta se paró frente a él.
— Ten mi lonchera, podemos compartirla juntos — dijo Hannah con una sonrisa cálida.
Los ojos de Taemin brillaron de emoción. ¡Finalmente, podía comer!
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Eran las primeras semanas del kínder Taemin y Hannah se estaban adaptando muy bien. La maestra anunció que se acercaba una actividad especial, la actividad consistiría en una representación de "Romeo y Julieta". Los pequeños estaban vestidos con disfraces adorables de estos personajes clásicos, lo que los hacía parecer aún más encantadores.
Era un día soleado. Hannah salió a tomar agua del aula, pero se distrajo con una mariposa que volaba hacia el jardín. Desafortunadamente, tropezó con algo y cayó al suelo, derramando lágrimas sin fin.
Taemin, al encontrarla sentada en el jardín con la carita roja y mojada de lágrimas, se acercó con preocupación.
— No llores, no llores — le decía con voz suave, envolviéndola en un abrazo cálido.
Se apartó ligeramente y limpió las lágrimas de la pequeña con ternura.
— Yo estoy aquí — decía sonriendo, y luego se inclinó para darle un beso en la frente. — ¿Te duele el tobillo? — preguntó, a lo que Hannah asintió con un pequeño sollozo. — Sana, sana, curita de rana, si no sanas hoy, sanarás mañana.
Aquel gesto de cuidado sincero los unió aún más. Se volvieron muy buenos amigos, pero la vida no siempre es un cuento de hadas.
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En un día lluvioso, Taemin llegó llorando. Las lágrimas fluían sin parar porque no quería dejar a su mamá, era algo inusual en él, ya que se había acostumbrado al kínder.
— Cariño, tu madre vendrá a recogerte, ya no llores — intentaba consolarlo la maestra después de que su madre se fuera.
Hannah, viendo a Taemin tan angustiado, se acercó con una sonrisa compasiva.
— Eres un llorón — dijo Hannah con un puchero en los labios, intentando hacerle una broma para animarlo. — Así no me podrás cuidar — añadió, con un brillo juguetón en sus ojos.
Mientras la maestra daba su clase, Hannah observaba a Taemin con atención. Cuando llegó la hora del receso, se le acercó y dijo:
— Al parecer, yo seré la que te cuidaré — dijo Hannah con una risa suave. — Ven, te mostraré un lugar especial.
— Hannah — dijo Taemin con un poco de tristeza en los ojos cuando habían llegado a un jardín verde
Hannah lo miró con ternura, notando que seguía llorando. Le dio un abrazo reconfortante, similar al que él le había dado a ella en el pasado. Después de un momento, se separaron y se miraron a los ojos. Se acercaron lentamente y compartieron un dulce beso en la mejilla, riendo después.
— ¡Guacala! — dijeron ambos, riendo juntos.
Era un amor inocente, experimentado por niños que aún no sabían mucho sobre el amor verdadero. Sin embargo, ese era el último día que Hannah iba a ver a Taemin. Mientras caminaban tomados de la mano hacia su aula, un niño mayor los empujó. Hannah cayó al suelo, el niño responsable rompió una taza y tenía en la mano un pedazo de vidrio amenazante. En el intento de quitarle el vidrio, Taemin se cortó la mano. La sangre comenzó a salir y los demás niños gritaron aterrorizados. Hannah, con los ojos llenos de lágrimas, miraba a Taemin con la mano ensangrentada.
Aquel incidente dejó una cicatriz en la mano de Taemin, un recordatorio de valentía así como de la inocente amistad que compartieron.
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