Mi Trabajo Esta Hecho
Draco no entendía que estaba ocurriendo, con el transcurso de los días Hermione se fue distanciado poco a poco hasta que parecía que entre ambos existía un abismo insalvable. Toda intimidad desapareció escudándose en un sinfín de escusas que fueron enfriando su relación. Cada vez que intentaba acariciarla Hermione rehuía de su toque como si le molestara que estuviera cerca.
No entendía que ocurría, de lo que si era consciente era de que su mujer no era la misma desde aquella primera tarde que regreso de la madriguera. Hubiera pensado que su visita no había sido agradable, pero si eso fuera cierto no entendía, porque se empeñaba en ir allá todos los días en compañía de Sebastián.
El embarazo de Hermione iba evolucionando de manera satisfactoria, no asi su estado de ánimo que cada vez era más y más triste. No entendía por que Draco se empeñaba en seguir manteniendo una mentira como esa. Cada acercamiento la hería profundamente pues creía que solo la estaba utilizando por la fortuna que habían heredado de Nott.
Hermione estaba en el octavo mes de embarazo cuando Draco no pudo contener más la angustia que había experimentado en los últimos meses por el distanciamiento que había surgido entre ambos.
Se encontraban los dos en la habitación conyugal y como siempre Hermione fingía dormir para no ser molestada por su marido, sin embargo, esta vez Draco no se conformaría con seguir dándole espacio y guardando silencio.
-¿Qué ocurre Hermione? –Pregunto sentándose a un lado de ella. –Sé que no estas dormida, que solo finges estarlo para evadirme.
La angustia era notoria en su voz mientras hablaba. Retiro un mechón de cabello de su rostro con su mano acariciando en el proceso su mejilla.
-No sé qué está pasando entre nosotros, pero estoy enloqueciendo.
Hermione tembló al sentir el toque de las cálidas manos de Draco. Abrió los ojos tratando de contener todo lo que se guardaba en su interior.
-No pasa nada. –Pudo decir apenas en un susurro.
-No mientas por favor, sé que pasa algo. De otro modo no entiendo por qué te alejas cada vez que me acerco.
-Eso es mentira.
-Sabes que es cierto Hermione y quiero saber ¿Por qué? ¿Qué ha cambiado entre nosotros?
-¡Nada! –Repitió enderezándose lentamente pues le costaba ya moverse por lo avanzado de su embarazo.
-¡No mientas! –Suplico intentando abrazarla, pero estirando sus brazos lo alejo de ella. -¡Ves cómo ni siquiera toleras que te toque!
Tomando valor Hermione se decidió a hablar.
-Sabes muy bien que ocurre. –Sentencio con los ojos llenos de indignación.
La castaña se negaba a dejar salir las lágrimas, pero a cada instante se volvía más difícil lograrlo.
-No sé de qué hablas.
-Te vi con Catherine. –Fue la respuesta.
-¿Qué?
-Descubrí tu amorío. Ya no es necesario que sigas fingiendo. –Una lagrima rodo por su mejilla pero se apresuró a limpiarla con el dorso de su mano. –Así que ahórrate todo el teatro de que me quieres, yo sé que es mentira.
-No sabes lo que dices. Entre ella y yo no pasó nada.
-Ahora eres tú quién miente. Yo mismo los vi en tu despacho; estaba desnuda y se besaban.
Por fin comprendía todo Draco.
-Si hubieras visto lo suficiente habrías comprobado que la rechace.
-No soy tan estúpida para creerte.
-Te juro que digo la verdad. Ella me busco no lo niego, incluso me ofreció acóstame con ella a cambio de que nos dejara por fin en paz.
-Entonces lo hiciste pensando en mí. –Dijo con sarcasmo. –¡Que amable! ¿Debo estar agradecida? –Cuestiono.
-No pasó nada entre nosotros. –Exclamo desesperado.
Los dos se encontraban ya de pie discutiendo. Hermione estaba furiosa.
-Eres un bastardo mentiroso. Sigues siendo el mismo de antes.
Sus palabras lo hirieron más de lo que hubiera imaginado.
-Siempre fui un bastardo arrogante, un estúpido superficial que no sabía valorar las cosas que en verdad importan en la vida, pero te he demostrado que he cambiado y que te amo.
-Eso también es mentira, si me amaras, no me traicionarías con la mujer que quiere destruir a mi familia y separarme de mi hijo.
-Nunca haría tal cosa Hermione. Admito que debí contarte lo que ocurrió ese día en el despacho, pero no deseaba que te alteraras en tu estado, pero eso no quiere decir que te esté mintiendo, entre esa mujer y yo no pasó nada, le deje claro que no estaba interesado. No tendría por qué entrar a su juego sabiendo que en poco tiempo saldría de nuestras vidas cuando naciera nuestro hijo.
-No parecía eso.
-Me importa un demonio lo que parecía, lo importante es que nada paso. –Le dijo con dureza tomándola por los brazos para que le mirara.
-No te creo, no puedo creerte. –Los ojos de Hermione estaban cristalinos por las lágrimas que retenía.
-¡Por favor! –Suplico –Sé que a lo largo de mi vida he cometido muchos errores, que en el pasado te lastime mucho y te hice infeliz, pero ya no soy la misma persona, primero me mataría antes de lastimarte de nuevo. No quiero perderte.
-¡Quisiera creerte! –Le dijo exhausta con el dolor latiendo en su corazón.
-Te amo Hermione. Necesito que me creas.
Un grito salió de repente de la boca de la castaña que se dobló del dolor. Draco tuvo que sostenerla para que no cayera.
-¡Mi bebe! –Exclamo en medio de un nuevo grito. –¡Draco aún no es tiempo! –Exclamo asustada al sentir como un líquido corría por sus piernas.
-Todo estará bien. –Prometió conteniendo su propio miedo, la abrazo.
En poco tiempo se encontraban en San Mungo. Draco movió cielo, mar y tierra para que le permitieran estar a lado de su mujer mientras daba a luz a su hijo. Tomo su mano para darle fuerza en los momentos más críticos a pesar de que Hermione casi le destroza los dedos de tan fuerte que los apretaba.
Se culpaba a si mismo por lo ocurrido, debió de haber esperado antes de hablar, con eso solo había logrado alterarla innecesariamente y hacer que su parto se adelantara. Si algo le pasaba a ella o a su hijo jamás se lo perdonaría.
El pequeño Sebastián había quedado a cargo de Narcisa en la Mansión Nott. La madre de Draco no sabía a ciencia cierta que había ocurrido pero sospechada por la actitud de su hijo que estaban teniendo serios problemas.
Narcisa se encontraba angustiada por lo que había decidió salir a los jardines para despejarse un poco con Sebastián. En ese lugar fue donde la encontró Catherine.
-Señora Narcisa. –Le dijo a manera de saludo.
-Señorita Smith. –Contesto a su vez con frialdad, asiendo sonreír a Catherine.
-Lamento mucho haberlos conocido en estas circunstancias.
-Si tanto lo lamenta no debió venir nunca.
-Supongo que en ese caso se sentirá aliviada ahora que le diga que me voy.
-Esa es una gran noticia.
-Solo vine a avisarle de mi partida, ya que Hermione y Draco pronto tendrán a su heredero ya no tengo nada que hacer aquí, mi trabajo está hecho. Adiós señora Malfoy.
Narcisa la vio alejarse con cierto alivio, por fin su hijo podría ser completamente feliz sin la sombra de esa mujer acechando su hogar. Lo que no tenía muy claro era a que se refería Catherine con "mi trabajo está hecho".
. . .
A pesar de que la fecha de parto se adelantó un mes el bebe de los Malfoy nació sin mayores contratiempos. El pequeño Scorpius Malfoy llego a este mundo con un potente llanto que hizo sonreír a su padre y conmovió hasta las lágrimas a su madre, los hizo olvidarse por un momento de las penas que los habían agobiado en los últimos meses.
Ya en la habitación con él bebe en brazos de Hermione, Draco se acercó para abrazarlos a ambos.
-Te juro Hermione que te digo la verdad, los amo demasiado como para arriesgarme a perderlos.
La castaña lo miro a los ojos aun con la duda sembrada en su pecho. Había sufrido en el pasado tanto por su causa que ahora no sabía si debía confiar en el de nuevo.
-Te amo Hermione, lo que siento por ti y mis hijos es lo mas autentico y real que he sentido en toda mi vida. Daria todo lo que soy y todo lo que tengo por ustedes.
-¿Tus hijos? –Pregunto conmovida al darse cuenta que consideraba a Sebastián también hijo suyo.
-Mis hijos, los dos lo son. Sebastián sabrá cuando crezca que tuvo un gran padre que lo amo y que partió demasiado pronto, pero que también tiene en mi un padre que lo ama y velara por su felicidad.
Alguien llamo a la puerta interrumpiendo la conversación que tenían.
-Adelante. –Dijo el rubio con algo de fastidio.
Por la puerta entro con una enorme sonrisa Catherine Smith.
-¿Qué demonios haces aquí? –Siseo furioso Draco dispuesto a echarla del hospital.
-¡Calma Malfoy! –Dijo con las manos levantadas en señal de rendición. –Vengo en paz.
-Sera mejor que te vayas. –Esta vez era Hermione quien le pedía que se retirara.
-Lo hare Hermione, te lo prometo. De hecho ya he sacado mis cosas de su Mansión. –Asevero con suficiencia. –He venido solamente a despedirme.
-No era necesario.
-Sí que lo era. No quiero irme sin aclararle a Hermione que entre nosotros no hubo nada.
Hermione y Draco se miraron sorprendidos ante la sinceridad de la rubia.
-Yo intente seducirlo. –Dijo mirando su uñas al ver la expresión de molestia de Hermione. –Pero me rechazo dejándome en claro que perdía mi tiempo, el solo tiene ojos para ti. –Aclaro mirándole por primera vez a la cara a la castaña.
-Esperas que te agradezca tu confesión. –Soltó indignada Hermione.
-Solo espero enmendar lo que provoque. –Algo en la voz y la actitud de la rubia había cambiado como si se tratara de otra persona y no la fría mujer que siempre había intentado despojarles de todo y hacerlos sufrir.
-Gracias. –Fue Draco quien hablo al fin acercándose a su esposa y a su hijo.
-Les deseo una vida feliz y plena, les prometo que no volveré a molestarle. –Sin decir nada más salió de esa habitación dispuesta a cumplir con su palabra.
Por un momento Hermione observo la puerta cerrada por la que acaba de marcharse Catherine, tenía la sospecha de que algo se le estaba escapando, pero no sabía que era.
El pequeño Scorpius se removió en sus brazos haciendo que su atención regresara a su hijo. Draco beso sus labios con dulzura y orgulloso dijo. -Es tan perfecto como su hermano. Sebastián estará feliz.
Hermione fijo sus ojos en la mirada acerada de su marido. Se dio cuenta que lejos de reprochar su desconfianza estaba haciendo de cuenta que nada había pasado. Habían perdido demasiado tiempo juntos por su estupidez como para seguirlo desperdiciando por algo que no valia la pena, después de todo Draco comprendía que en el pasado había sido un patán y que era normal que su mujer se sintiera insegura. Lo importante era que estaban juntos y tenían por fin una verdadera familia.
-Soy muy feliz. –Dijo Hermione entre lágrimas acercándose de nuevo a Draco para ofrecerle un cálido beso.
-Yo soy el hombre más feliz del mundo por tenerles, no me alcanzara la vida para agradecerle al destino ponerte de nuevo en mi camino. Te amo. Los amo. –Agrego acariciando las mejillas regordetas de su pequeño.
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