Memorias y Recuerdos
La sostuvo entre sus brazos hasta que no le quedaron más lagrimas que derramas, cuando estuvo tan débil que no pudo estar en pie por si misma y necesito de su ayuda y de su fuerza para no caer.
Nott se sentó en la orilla de la cama con ella sobre su regazo como si fuera una niña pequeña, diciéndole palabras dulces al oído y besándola tiernamente para calmarla.
-Todo estará bien. –Le prometió.
-Nada estará bien, si tu no estas. –Contesto en un hilito de voz, con las lágrimas de nuevo escurriendo por sus mejillas. -¿Qué vamos a hacer sin ti?
-Seguir adelante. –Contesto conteniendo sus propias lágrimas. Lo que menos necesitaba Hermione en ese momento era que viera lo destrozado que estaba.
-No podré seguir sin ti. –Se aferró a su cuello, buscando refugio en su pecho.
-Tienes que hacerlo por ti y por Sebastian. –Sus palabras pretendían ser tranquilizadoras a la par de que la estrechaba con fuerza.
. . .
Por la mañana, cuando Hermione despertó, el desayuno estaba listo. Theo se sentó a su lado y comieron juntos aunque el apenas probo bocado y se mantuvo extrañamente callado. Cuando terminaron y después de tomar un largo baño juntos salieron a caminar antes de regresar a casa con su pequeño hijo.
Fue entonces que tomándola de la mano la guio hasta un parque y la hizo sentarse en una banca para tener la conversación más difícil que hasta el momento habían sostenido.
Le conto que hacia un par de meses había comenzado a sentir fuertes dolores en el pecho que le impedían respirar, aunque al principio todo había comenzado con un malestar pequeño que no tomo muy en cuenta hasta que le causó una sensación tan asfixiante que no le quedo mas remedio que acudir a San Mungo.
Los primeros resultados no fueron contundentes pero le hicieron saber que no era algo tan insignificante como creyó. Siguieron una serie de exámenes más y al final el diagnostico no era alentador. Tenía cáncer muy avanzado en los pulmones.
Las pociones que le dieron le ayudarían a sobrellevar el dolor pero necesitaba seguir un largo tratamiento que no le garantizaba sobrevivir. El tipo de cáncer que tenía era demasiado agresivo y comenzar a propagarse por su cuerpo con mucha rapidez.
A esas alturas Hermione estaba palida y temblaba, sostenía su mano con desesperación, haciendo un sinfín de preguntas que Theo contesto con calma lo mejor posible.
Consulto con los mejores especialistas magos y muggles, pero lamentablemente ya no había mucho que hacer. Los tratamientos eran demasiado agresivos y lo mantendrían en cama con malestares insoportables que con suerte solo le darían un par de meses mas.
Hermione lloro amargamente abrazada a Theo, se negaba a darse por vencida y le había pedido acompañarle con sus médicos quienes le aclararon que no había nada que pudieran hacer para ayudarle.
Por eso estaba desecha después de llegar de la última consulta. No podía, ni quería resignarse a perderlo, no lo soportaría.
-Tienes que ser fuerte. –dijo con suavidad pero firmeza tomándola de la barbilla para que lo mirara. –Siempre has sido valiente y hoy mas que nunca debes de seguir siéndolo.
-¡Te amo!
-También te amo.
-No quiero perderte. –Su voz era suplicante.
El suspiro respirando el aroma de sus cabellos y la beso apasionadamente, con una necesidad casi desesperada de hacerle saber que el tampoco deseaba dejarla.
-Si algo he aprendido Hermione es que no se puede hacer nada contra el destino. Quizas en otro tiempo renegaría de mi suerte pero ahora no puedo, ni quiero hacerlo. Tener la dicha de estar contigo, de ser padre de Sebastian hace que todo valga la pena. Asi tenga los días contados pasarlos con ustedes será el mejor regalo que pudiera darme la vida.
Estuvieron así por largo rato hasta que Hermione se quedó dormida en sus brazos rendida por tanto llanto. Con cuidado la recostó en la cama para dirigirse al despacho debia dejar todo arreglado y no disponía de demasiado tiempo, pero antes se dirigio al cuarto de su hijo, donde lo encontró en su cuna jugando, al parecer acababa de despertar y apenas lo vio entrar al cuarto estiro sus manitas para que lo cargara.
-¡Hola campeón! –Saludo besando sus regordetas mejillas y tomándolo entre sus brazos. -¿Qué tal tu siesta? –Pregunto haciéndole cosquillas. –Te parece si tú y yo nos vamos un rato al jardín para dejar a mama descansar.
El bebe balbuceo haciendo sonreír a su padre.
-Pero creo que antes quiero hacer algo más. -Le dijo como si pudiera entenderle.
Se dirigió a su despacho como había sido su intención desde un inicio, pero acompañado por su pequeño Sebastian que le miraba atentamente tomando con su pequeña mano uno de los dedos de su padre.
Tomo algo de uno de los cajones y con el niño en brazos salio de la casa hacia los enormes jardines que rodeaban su mansión.
. . .
"...Sebastian, hijo mío, esta es tu casa. Es la misma mansión en la que yo viví mi infancia pero hasta que tu madre entro aquí fue por primera vez un hogar. Se que ahora no me entiende, pero algún día sabrás a lo que me refiero.
Muchas personas creen que un hogar la hacen 4 paredes, pero lo cierto es que un hogar lo hacen las personas que viven en ella. No importa la grandeza de una mansión, los ostentosos muebles que la llenen o los ornamentos que la engalanen, seguirá estando vacia si no hay amor que una a los que viven en ella, si no hay ese calor que te arrope en las noches o la seguridad que te da tomar la mano de quien está a tu lado.
Nuestro hogar es todo eso hijo, aquí esta todo el amor que siento por tu madre y por ti, esta la paz que da llegar y encontrarse con que alguien te espera con los brazos abiertos y una sonrisa en los labios. El hogar no es un lugar, son tus seres queridos..."
Nott hablo en voz alta a su pequeño mientras caminaba por el jardín meciéndolo entre sus brazos, acariciándolo y llenándolo de besos. Sabiendo que no tendría el tiempo suficiente para que llegara el día de contarle de viva voz sobre las cosas importantes había decidido tener esas platicas ahora y dejarle una colección de recuerdos en pequeños frascos que pudiera ver cuando fuera mayor.
Cuando el dia comenzaba a refrescar entraron a la casa y antes de dirigirse a la habitación conyugal hizo una parada en su despacho para dejar un pequeño frasquito ya lleno en uno de los cajones donde estaba organizando lo que sería sus memorias y el último regalo para su hijo.
. . .
Los días pasaban con demasiada rapidez para la familia Nott. Aun asi intentaron disfrutar al máximo cada momento.
Hermione pidió una licencia en su trabajo para pasar el mayor tiempo posible al lado de su marido. Se permitieron ser felices, como lo habían sido en los últimos tiempos, disfrutando uno del otro, amándose, cultivando en el corazón del pequeño Sebastian ese mismo amor que los unia.
La vida de Theo se consumía con el correr de los días, pero eso no hizo que su ánimo decayera, había aceptado su destino y por tal, asumía que aun cuando su vida terminara demasiado pronto el decidiría la manera de irse.
Tenia mucho que agradecerle a la vida, por eso mismo se tomaba con filosofía lo prematura de su partida. Se decía a si mismo que preferia haber tenido ese tiempo con Hermione y su hijo que toda una eternidad sin ellos.
Cuando los días eran buenos parecía que Theo no estaba enfermo, entonces se pasaban el día fuera de casa paseando por Londres, disfrutando de días de campo al aire libre, viendo juntos los atardeceres. Y cuando los días no eran tan buenos y tenía que permanecer en cama, Hermione organizaba un campamento en la habitación para jugar con Sebastian ante la atenta y divertida mirada de Nott y al final del día cuando su pequeño terminaba dormido, se acurrucaban los tres juntos, arropados con una cálida cobija, platicando por largas horas ya fuera de trivialidades o de cosas importantes hasta que el sueño les vencía y dormían como benditos.
Hermione no volvió a llorar no por que hubiera dejado de doler la realidad que vivian, sino porque le había prometido a Theo ser fuerte y alejar la sombra de la muerte de sus vidas lo mas posible.
. . .
Una tarde llamaron a la puerta de la mansión y fue Hermione quien atendio el llamado. Al otro lado de la puerta estaba Draco Malfoy. Se miraron en silencio unos minutos hasta que ella recobro el aplomo y se hizo a un lado para que pasara.
Theo le había puesto al tanto de la conversación que había tenido con Draco aquella tarde en la cafetería muggle, donde le pidió que cuidara de ella y de Sebastian. Entre ellos no habia secretos, solo habia esperado el momento oportuno para abordar el tema.
No era difícil suponer que se resistió en un principio con todas sus fuerzas a la mera insinuación de volverle a ver, mucho mas cuando supo que su marido pretendía que se casara con Malfoy después de su muerte. Pero en el momento que supo las razones por las que le habia pedido que cuidara de ellos, se dio cuenta que no había salida alguna.
-¡Pasa! –Le invito con una fría cortesía.
-A pasado mucho tiempo de la última vez. Sigues tan hermosa como siempre.
-No quiero ser grosera Draco, pero comprenderás que esto es demasiado para mi en este momento.
-Comprendo.
-No, no comprendes. –Estaba haciendo un gran esfuerzo de contener las lágrimas. –Theo está en el despacho, creo que sabrás llegar sin ningún problema. –Intento irse pero Draco la tomo por el brazo para impedirlo.
-En verdad lo siento. Te quiero y rogué a todos los dioses me otorgaran una nueva oportunidad de estar a tu lado. Pero te juro que nunca hubiera querido que fuera de esta manera. Daria cualquier cosa por tomar su lugar, el mas que nadie merece vivir y ser feliz contigo. Pero no puedo hacer nada que no sea cumplir mi promesa, además es la única manera de proteger a tu hijo.
-¡Crees que no lo se! –Casi le grito con rabia, soltándose de su agarre salió corriendo.
Draco se quedó parado en medio de la estancia viendo la puerta por la que habia salido huyendo Hermione.
-No te sientas mal. –Escucho una voz a sus espaldas. –Trata de ser fuerte, pero esto es demasiado incluso para ella.
Cuando el rubio se giro para ver a su viejo amigo, se llevó una desagradable sorpresa. LA enfermedad lo estaba consumiendo tan rápido que ahora no se parecía en nada al hombre con el que se habia entrevistado la ultima vez. Estaba demasiado delgado, su rostro era de un color cenizo y apagado, oscuras ojeras se mostraban bajo sus ojos tan oscuros que parecían moretones.
-¿Tan mal me veo? –LE pregunto a manera de broma.
-Perdón, es solo que yo... -Intento disculparse.
-No te preocupes, no pasa nada. –Contesto sonriendo. –Hace rato que te esperaba, quería presentarte a alguien.
Theo condujo a Draco por la mansión a paso lento pero seguro, cada vez le costaba mas trabajo respirar por lo que tenia que cargar a donde quiera que fuera con un pequeño tanque de oxigeno.
Pronto llegaron a una habitación con una puerta blanca de madera, la cual abrió con cuidado de no hacer demasiado ruido.
-Pasa Draco. –Le invito para que pasara primero.
Era la habitación de Sebastian. El niño dormía apacible en su cuna cubierto por una cobija de color azul cielo.
-Creo que llegaste demasiad tarde y termino durmiendo.
-Lo siento, pero es que tenia algunos pendientes.
-No mientas, no es necesario. Imagino que tu tardanza es debido a que no sabias como enfrentar a Hermione.
Un silencio incomodo fue la respuesta.
-Ella te necesita aunque no quiera admitirlo.
-La heri demasiado, dudo mucho que llegue a perdonarme.
-Hermione te perdono desde hace mucho. El mismo dia que hablo contigo la última vez en tu departamento.
-Dudo mucho que sea asi. –Suspiro el rubio con nostalgia.
-No olvides que en su corazón no hay cabida para el resentimiento. Hermione no es como nosotros, ella ama desinteresadamente y perdona con facilidad a pesar de todo.
Su plática a pesar de ser a un bajo volumen despertó al pequeño.
-Hola dormirlo. –Le hablo con cariño a su hijo quien miraba con atención al visitante con una sonrisa curiosa. –Este de acá es Draco, el va a cuidar de ti y de mama.
Sebastián se enderezo y tomando como apoyo los laterales de la cuna se puso de pie, estirándose todo lo que podía para que lo cargaran.
-Quiere que lo cargues.
-Yo, no se cómo.
-Pues estas a punto de aprender. –Le dijo cargando el mismo al niño para colocarlo en los brazos de rubio que lo cogió torpemente. –Lo harás bien, serás un buen papa si aprendes a dejar tu orgullo a un lado.
El niño soltó una carcajada mientras tiraba de un mechón del cabello de Draco.
-Eres un digno hijo de tu madre. –Dijo a manera de broma.
Desde afuera Hermione escuchaba la conversación, no habia tenido el valor de entrar, pero se mantuvo en el mismo lugar escuchando como Theo presentaba a Draco a su hijo y le decía que el los cuidaría.
A partir de ese día, Draco fue una constante en sus vidas. Un amigo de juegos para Sebastian y un apoyo incondicional para Hermione conforme la enfermedad de Theodore avanzaba.
. . .
Theodore Nott murió en un mes de Febrero, simplemente se quedó dormido. Se fue tranquilo habiendo conocido el amor a través de Hermione, se fue en paz al saber que dejaba a su familia en buenas manos.
Aunque la lucha para Draco seria ardua no permitiría que nada malo les pasara a Hermione y Sebastian.
Como había previsto Theo, su prima lejana Cassandra Morris intento hacerse con la fortuna de los Nott a costa de quedarse como albacea del patrimonio impugno el testamento donde se cedía todo sus bienes a su esposa e hijo, alegando que existían leyes que protegían la legitimidad de los sangres puras, que si bien Sebastian era hijo legítimo de Theodore, este no podría disfrutar de ningún beneficio hasta cumplir la mayoría de edad, porque su madre era una hija de muggles y por tanto de manera provisional todo pasaría a las arcas del único pariente vivo de esa larga dinastía, quien tendría a cargo también la guardia y custodia del menor.
Con lo que no contaba Casandra era que Draco y Hermione se habían casado poco después de la muerte de Theo invalidando asi la aplicación de las clausulas, pues siendo Malfoy de sangre pura y el nuevo esposo de la viuda el sería el encargado de manejar la fortuna de su hijastro. Aunque no todo seria tan simple, pues antes tendrían que confirmar que su unión era legítima y eso implicaba cumplir con algunos requisitos que ninguno de los dos tenía contemplados en sus planes.
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