Capítulo 9
Simón tenía los ojos bien abiertos, acababa de recibir una gran noticia.
—Espera, ¿qué... qué has dicho? ¿Emba...embarazada? —Simón no salía de su asombro, no creía lo que acababa de escuchar, la chica afirmaba con su cabeza.
—Sí, lo estoy —afirmó Izzy—. Solo... solo espero que no te enojes —dijo con miedo, Simón la abrazó.
—Jamás —contestó el cazador—. Escúchame bien... —sujetó el rostro de su novia—. Nunca podría enojarme por eso, yo... lo siento —dijo apenado—. No debí reaccionar así, yo... —fue interrumpido por los labios de la pelinegra.
Izzy besó a su novio, lloraba muy emocionada, sabía Simón que tenía razón de estar enojado, pero a la vez estaba feliz de verle contento por la noticia. Simón acarició el rostro de su esposa y secó con sus dedos las lágrimas que ella derramada; sí, estaba enojado por lo que se había enterado sobre Alec, pero comprendió que ella no lo había hecho a propósito; y cómo iba a serlo si era su hermano, entendió también que ella estaría sufriendo por no decir nada, dejó de pensar y se dedicó abrazar a su novia, quién diría que en algunos meses tendría un hijo o hija, que podría enseñarle acerca de los cómics, series espaciales; le agradaba la idea de solo pensarlo, miró nuevamente a su mujer y...
—Izzy Lewis Lightwood —dijo Simón mirándola a los ojos, Izzy le miraba atenta—. Gracias —continuó el cazador—. Gracias por hacerme el hombre más feliz de la tierra —la cazadora sonreía ante lo que había escuchado—. Y —prosiguió Simón—. Sé que ha sido muy duro no hablar y decir nada referente a lo de Alec, por eso, discúlpame —se volvieron a besar, sellando así de nuevo su amor.
Salieron de aquella oficina tomados de la mano, pero esta vez estaban más felices que nunca; en el camino se encontraron con Jace y Clary quienes venían en su dirección.
— ¿Todo bien? —preguntó la pelirroja
—Todo perfecto —dijo Izzy tocando su vientre, Clary al ver ese gesto saltó emocionada, primero abrazó a su cuñada y luego se dirigió a su parabatai.
Mientras que ambos parabatai se abrazaban y hacían sus gestos de emoción, Jace se acercó a su hermana, colocó su mano en su vientre.
—Así que tendremos un rarito en la familia —Izzy hizo un gesto de molestia—. Pero —continuó el rubio—, tendrá la belleza de su madre —ambos empezaron a reír.
—Será niño... —todos voltearon y vieron a la bruja azul—. Y tendrá mucho de ustedes dos —dijo apuntando con el dedo Izzy y Simón, ambos sonrieron.
—Y... —todos dirigieron su mirada a Jace— ¿Tienes la ubicación de Magnus? —todos esperaban la respuesta de Cata.
—Sí y debemos darnos prisa, si no... —no podía continuar hablando.
—Si no ¿qué?, continúa, por favor —pidió Izzy.
—Si no, no lo encontraremos con vida y no solo hablo de Magnus, sino de ese joven también —les informó Cata.
—Bueno nuestra prioridad es Magnus —dijo Jace muy seguro—. El otro no me interesa —Izzy al escuchar hablar así a Jace, miró a Simón y ambos miraron al rubio—. ¿Qué?, ¿qué pasa? ¿Por qué me miran así? —preguntó incrédulo.
—Pues... pues... —tartamudeó Izzy, no podía hablar, tomó aire y continuó—. Pues debería importarte, porque es nuestro hermano, es tu parabatai —terminó casi en un grito.
Jace la miró extrañado, pensó que el embarazado le había afectado, pero esos ojos jamás decían mentiras, miró a Simón y el castaño asintió, Jace miraba a los dos como esperando una explicación, sujetó con ambas manos a su hermana y la sacudió, Simón quiso alejarle, pero recibió una mirada amenazadora de parte del rubio.
—Explícate, Izzy Lightwood —Jace sujetó fuertemente a la chica.
—Yo... yo… —Izzy comenzó a llorar—. Lo siento —Jace al verla llorar la soltó—. Es que... lo... veía feliz, con ella —decía llorando—. A mí... también... me dolía... no... sabes... cuánto.
—Jace —el mencionado miró a quien le hablaba—. Izzy se enteró recién cuando trajiste al chico, mejor dicho, a Alec herido en el ataque en el parque —Simón trataba de calmar al rubio, Jace solo asintió y abrazó fuerte a su hermana que se aferró a él en el abrazo.
—Entonces... —Clary vio como todos la miraban y continuó hablando—. Debemos hallarlos, Cata, ¿sabes quién podría tenerlos?
—Sí, y me temo que no es nada agradable —el tono de la bruja la hacía sentirse algo asustada.
—As... Asmodeos —dedujo horrorizada Clary, la bruja asintió.
—Entonces, es mejor darnos prisa, tenemos que rescatar a mi hermano y a Magnus, lo más rápido posible —les hablo Jace—. Y tú... —miró a Izzy—. Te quedas aquí —recibió una miraba de reproche por parte de la pelinegra.
—Nunca pensé decir esto —dijo Simón—. Pero Jace tiene razón, en tu estado no sería bueno —Izzy le miraba con las manos en la cintura—. Te prometo que, si necesitamos ayuda, te llamaremos —a la cazadora no le quedo de otra que aceptar.
—Está bien —respondió—. Pero eso sí, deben mantenerme informada —Simón afirmó con la cabeza y la besó.
—Entonces, nos vamos —Cata llamó la atención de todos—. No es tan fácil de llegar a Edom —al mencionar ese nombre, todos se tensaron, pero Jace como todo guerrero fue quien tomó la iniciativa.
—Bien, equipo, tenemos que ir por nuestra familia —al terminar de dar su pequeño discurso, se dirigieron al cuarto de armas.
Cada uno tomó sus equipos, al salir, Izzy que los esperaba en el pasillo, se puso a tras de ellos, llegando a la sala donde se encontraba la bruja terminando de hacer sus hechizos, al ver a los cazadores listos, movió sus manos y creó el portal, en él se podía ver Edom, Cata fue quien pasó primero, Jace miró a sus compañeros y empezó a caminar hacia el portal seguido por los otros dos, pero antes de cruzar los tres miraron a Izzy que tenía una cara de preocupación, los tres cazadores sonrieron y se adentraron al portal, la pelinegra dio dos pasos hacia el portal, tocó su anillo que colgaba del cuello.
—Estarán bien, estarán bien —lo decía más para ella misma. El portal se cerró.
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Magnus despertó y dio con la sorpresa que estaba encadenado, sí, su padre le había encadenado mientras estaba desmayado, pero ¿a quién engañaba? Hablamos de su padre, cuánto odiaba llamarlo así, sabía que no le iba a tratar como un visitante, empezó a querer quitarse la cadena cuando de la mesa cayó una flor azul, el brujo miró la flor.
—Pero, qué cosa tan bella —Tomó la flor en sus manos y la observó con admiración, en él recordó unos ojos azules, el brujo se tensó—. Alec... Alec... Alexander —gritó a todo pulmón.
—Veo que ya estás despierto, hijo —hablaba Asmodeos—. Pero qué cara tienes, ¿no te gusta tu habitación? —Magnus odiaba el sarcasmo de su padre.
— ¡¿Dónde está?! ¡¿Dónde está Alexander?! —gritó el brujo.
—Sí, se me olvidaba tu lindo cazador de sombras —mostró una sonrisa diabólica a su hijo—. Está con Malac, al escuchar ese nombre Magnus se horrorizó, sabía lo que ese demonio hacía con sus prisioneros—. Pero no te asustes, tu cazador está bien... bueno… eso creo —decía mientras se sentaba en uno de los muebles, con un chasqueo de sus dedos, Magnus quedó liberado, se puso de pie y su padre habló nuevamente—. Tienes que arreglarte, tendremos visitas y tienes que estar presente, así que largo —dijo haciendo una señal para que se retire—. Pero me olvidaba algo, si intentas escapar, sabes que le irá mal a tu bello cazador —Magnus tragó saliva, hizo una pequeña inclinación y salió de la sala.
Así pasaron las horas, hasta que un sirviente de Asmodeos llamó a la puerta donde se encontraba Magnus, el brujo abrió la puerta de mala gana.
— ¿Qué deseas? —preguntó enojado el brujo.
—El amo dice que ya tiene que... —no terminó de hablar porque Magnus le cerró la puerta.
Después de unos minutos, Magnus bajó y se dirigió al comedor, su sorpresa fue enorme al abrir la puerta y ver a sus "tíos" sentados en la mesa, quien se llevó su atención fue Malac, quien le sonreía como si fueran amigos. Magnus tomó asiento al lado de su padre, quien, por precaución, le puso un grillete de metal, el cual no le permitía usar sus poderes, él iba a protestar, pero su padre se acercó a su oído.
—Es mejor que no hagas nada, estúpido hijo —dijo mientras pasaba sus manos en el cabello de su hijo—. No querrás que le pase nada a tu cazador de sombras —El demonio se alejó del brujo, cogió su copa y pidió hacer el brindis—. Estoy agradecido de que estén aquí, es un día de fiesta en mi casa, mi hijo ha decidido gobernar junto conmigo —decía mirando a Magnus, que no hacía ningún gesto—. Así que salud por eso… —todos los invitados se pusieron de pie y dijeron salud. Al ver que Magnus no se ponía de pie, el demonio le hablo en su mente. —Magnus... —El brujo de mala gana se puso de pie, hizo un gesto con la copa y bebió de mala gana de ella y todos sonrieron.
Pasó alrededor de una hora, Magnus no hacía o decía nada mientras estaba sentado en esa mesa y cuando se daba cuenta de que alguien le quería hablar miraba sus uñas para no hacía caso, así pasó el tiempo cuando Malac alzó la voz.
—Bueno… es hora del postre —decía mientras chasqueó los dedos y la puerta del comedor se abrió, Magnus se acomodó mejor en la silla y fue cuando lo vio, esos ojos azules, que ya no brillaban lleno de vidas si no eran opacos, pero seguía siendo hermoso, solo cubría su parte baja una especie de falda, su torso estaba desnudo, tenía al igual que el grillete, pero en ambos tobillos y llevaba en su mano una bandeja llena de postres, sin embargo, caminaba como zombi, no hablaba, no hacía ningún gesto, todos en el comedor se quedaron asombrados pues quien no conocía al gran Alexander Lightwood, quien era un héroe en el mundo de las sombras.
—Te gusta lo que miras Magnus Bane —dijo Malac—. Es hermoso, en verdad, lo es, ya sé para qué lo querías y en la cama por Dios es… —fue interrumpido por un fuerte sonido.
—Será mejor que te calles —gritó Magnus, quien no pudo controlarse, su padre le interrumpió.
—Magnus, si haces algo estúpido ya sabes las consecuencias —gritó su padre.
Magnus no tuvo opción más que calmarse y sentarse de nuevo, todos en la sala se reían, sabían muy bien que aquel cazador y el brujo eran pareja y sobre todo Malac que hacía todo por hacer enfadar a Magnus. Alec por su parte era como un muerto viviente, no decía nada, no se movía si su amo no le decía y cuando le tocaba, tampoco se negaba, por otro lado, Magnus hervía por dentro, pero tenía que contenerse por su bien y sobre todo por Alec, ya después haría pagar a Malac por todo y sabía cómo iba a hacerlo, ya lo había pensado. Así había pasado dos horas que fueron de tortura para el brujo, cuando por fin escuchó esas palabras que fueron música para sus oídos.
—Bueno es hora de tomar una copa —habló su padre—. Magnus —dijo mirando a su hijo—. Te puedes quedar si gustas, pero sabes bien lo que pasa si intentas algo —el brujo asintió.
—Tú también te quedas, Alec —le dijo Mala, quien dio un beso al cazador, Magnus con todas sus fuerzas se controló.
Así todos los demonios salieron del comedor y Magnus no perdió tiempo en hablar en su cazador, sabía que no se podía a acercar a él, ya que lo tenían vigilado, así que solo podía hablar desde la distancia con él.
—Alec... Alec... Alexander —gritaba bajo, el brujo para no llamar la atención, pero este no reaccionaba, así que le lanzó un dulce que encontró en la mesa y este por fin lo miró.
— ¿Desea algo, señor? —decía Alec inclinado, eso a Magnus le dolió mucho.
—No... —trataba de no quebrarse—. ¿Recuerdas quién eres Alec? —como quería escuchar un sí como respuesta.
—Uhmm... No, Señor, no... sé... quien soy —decía triste.
Magnus no pudo evitar llorar, puso sus manos en su rostro, eso llamó la atención de Alec, quien se acercó al brujo llevando un pañuelo en su mano, sacó las manos del brujo de su cara y empezó a limpiar las lágrimas, era una tortura para Magnus sabía que si le ponía un dedo encima al cazador su padre, quien seguro los observaba haría algo, así que con todas sus fuerzas se contuvo, cuando estalló en la pared del comedor, Magnus cubrió a su novio con su cuerpo y ambos cayeron al suelo, grande fue la sorpresa al ver a esos tres cazadores que sonreían.
—Les dije que funcionaban los explosivos —dijo Simón quien sacudía su pantalón del polvo.
Jace por su parte se acercó a su hermano, lo abrazó no quería soltarlo, pero al ver que este no reaccionaba, se preocupó, miró a Magnus.
—No recuerda quién es —dijo Magnus, quien vio como el rubio quería llorar, pero se contuvo, Magnus no quería admitir eso, pero admiraba ese lado del teñido como solía llamarlo.
La puerta se abrió bruscamente y todos los presentes salieron volando por los aires, Asmodeos se acercó a su hijo lo cogió del cuello y lo pegó a la pared, los cazadores y la bruja se pusieron de pie y Jace se aseguró que sus acompañantes no estuvieran heridos al ver que no había ningún herido, se aproximó a Alec que cayó lejos de él y lo llevó a su lado, al ver a Magnus atrapado por su padre quería ayudarlo, pero una persona se puso frente a él, si era Mala, y el rubio se puso en posición de pelea.
—No me hagas reír estúpido cazador de sombras, no eres rival para un príncipe del infierno.
—Eso es lo que tú crees demonio —le contestó el cazador—, ya tengo experiencia con demonios como tú.
Por otro lado, Clary y Simón estaban en posición de pelea, observaban como los demonios tenían fijos sus miradas en ellos, mientras Cata no dejaba de ver a su amigo, su padre no lo soltaba y se dio cuenta también del grillete en su muñeca, así que utilizó su magia y le quitó esa cosa a su amigo para que pudiera defenderse, ya que ella sabía que no era capaz de luchar sola contra el padre de Magnus. El brujo, al ver que ya no tenía el grillete, se liberó del agarre de su padre y utilizó su magia para inmovilizar a los demonios.
—Catarina —gritó Magnus, la bruja sabía lo que tenía que hacer. Así que abrió un portal.
—Cazadores —gritó Cata mirando a los demás, quienes se encaminaron al portal.
Jace arrastraba a Alec que no se movía, Simón le ayudaba y Clary iba junto a ellos, lograron pasar el portal, Cata esperaba a Magnus antes de cruzar, mirando al brujo hacer un movimiento y correr para alcanzar el portal que se cerraba, logrando pasar todos justo antes de que el portal se cerrara, dejando a los demonios muy molestos y gritando de frustración.
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