Capítulo 11: Pasado (parte 4)/ Verdad de Nebraska

Miré a Nebraska, se veía tan nerviosa, tan extraña que realmente me sorprendió que se tratara de la misma chica que hacía unos meses atrás me había enviado al demonio, me observaba mal y tenía ese aura de misterio y maldad. Ahora se veía como una pequeña asustada por un miedo que no podía controlar, por algo irracional que la atormentaba. Había llegado a mi casa prácticamente que rogando ayuda y eso era algo que en todos estos meses en los que fuimos amigas nunca había visto. De todas formas no podía pensar en solo un hecho en concreto, solo podía verle los labios y pensar que ella estaba lastimada, que le corría sangre, estaba asustada y en mi cabeza pasaban miles de motivos por los cuales ella se encontrara así. ¿Habría hecho algo malo? ¿Habría sido parte de una pelea? Recordé el hombre rubio que parecía estar buscándola, ¿sería su padre? ¿Acaso sufriría lo mismo que yo? ¿El padre también la insultaría constantemente? De pronto mis preguntas sobre quien era ella y Ethan volvieron, pese a que éramos amigas hace un buen tiempo, jamás había hablado de ella más que de su edad, que trabajó, que intenta estudiar por su cuenta mecánica y nada más. Ella era un saco de misterios y solo podía pensar en que mierda se había metido.

-Nebrask, ¿qué hiciste ahora?-dije. Mi voz sonó mucho más a regaño de lo que me hubiera gustado admitir, pero debía hacerle entender que no podía meterse en ese tipo de problemas y menos meterme a mí en ellos. Si Felipe sabía que tenía a una chica escondida en mi casa... seria el fin para ambas. Ella sonrió, intentando disculparse. La personalidad de Nebraska había cambiado mucho cuando nos encontrábamos solas a cuando nos encontrábamos con más personas, conmigo se sentía ella misma y viceversa; por lo que nuestro nivel de confianza se elevaba muchísimo más.

-Llevo años metiéndome en la misma mierda, solo que nunca me habían descubierto tan en grande. Y nunca me habían delatado de esa forma. ¡Maldito idiota! Cuando vuelva a verlo lo voy a hacer sufrir.-dijo Nebraska. La mire como si estuviera hablando en chino porque realmente yo no entendía un corno de lo que ella me decía. Suspiró y se calmó un poco más.

-Escucha, voy a buscar algo para curarte ese labio, no hagas ruido y sientate cómoda. Eres mucho más alta que yo y más... voluptuosa, si encuentras algo que te...-dije. Nebraska me interrumpió con una risa.

-¿Me acabas de llamar gorda?-dijo Nebraska. Me reí sonrojada, jamás le mentiría ya que no lo era, me refería a que tenía senos y muchísimo más trasero que yo. Nebraska supo captar de inmediato el motivo de mis mejillas coloradas y me guiñó un ojo. Algunas veces esas actitudes me asustaban, confundían y asombraban demasiado. Me asombraba porque hablábamos de la rubia, la cual era capaz de quebrarte un brazo y a la vez sonrojarme con solo cerrar un ojo, le sonreí e intenté no mirarle los senos. De todas formas me confundía más que otro motivo, toda mi vida había pensado que los chicos iban con las chicas y viceversa, y últimamente... No, era una tontería, seguro hasta era anormal. ¿Cómo se me iba a ocurrir que las chicas estén con las chicas? No... Pero Nebraska hacía algo en mí que nadie había hecho antes. Nunca me había gustado una persona, ni siquiera sabía que significaba eso. Mis padres no se gustaban, ni siquiera sabía por qué demonios seguían juntos, mis amigos nunca habían estado enamorados y aunque lo estuvieran, hablar de amor con alguien como Viktor me daría muchísima vergüenza. Alaska deja de pensar, Nebraska te acaba de hacer una pregunta y como no le respondas va a pensar que le llamaste gorda.

-En absoluto, solo me refería a que... ya sabes.-dije. Ella se rió una vez más, como amaba esa rubia sentir tener el control de todo, sabía que estaba controlando la situación.

-Dilo, si te atreves, nena.-dijo. Ese "nena" lo había dicho de una manera tan provocadora que casi no pude resistirme a lanzarle un almohadón por la cabeza. Ella lo atajó, obviamente pero me sonrió con picardía. No sabía cómo demonios lo hacía, pero era increíble como solo con su rostro causaba sentimientos en mí.

-¿Nena?-dije. Intenté sonar provocativa de la misma forma que ella había hecho minutos antes. Asintió alzando una ceja, casi esperando que contraatacara.

-Sí, nena. Lástima, pensé que eras más... audaz.-dijo Nebraska. Me estaba provocando, y sabía perfectamente cómo hacerme sonrojar. ¡Demonios! La adoraba y la odiaba al mismo tiempo, era muy difícil estar en un punto medio con ella.

-¡Bien! Lo admito, me refería a que tienes senos y una cola infartante. ¿Bien? Lamento haberte visto de esa manera.-dije. Ella obviamente no se sonrojó, era imposible hacer que esas mejillas se tornaran rosadas. Algunas veces no comprendía como hacía para cambiar tanto el humor, es decir hacia minutos estaba asustadísima y ahora estaba prácticamente que coqueteando conmigo.

-Ya te crecerán, pequeña plana.-dijo Nebraska. Se rió claramente bromando pero aun conservando ese tono de "tampoco miento" que algunas veces soltaba con ásperas respuestas. Me reí y le volví a tirar otro almohadón por la cabeza.

-¡¿Qué dices?! ¡Ya vas a ver que serán mucho más grandes que las tuyas!-dije. Me reí mientras la veía, parecía morirse de ganas de decir algo pero aun no sabía muy bien cómo descifrarla.

-Espero conocerlas.-dijo Nebraska. Me sonrió mordiéndose el labio pero esta vez no supe comprenderla.

-Nebrask.-dije. Ella sonrió y puso los brazos como si alguien la apuntara con un arma.-Quedate aquí, no hagas ruido, cambiate y en minutos vendré a curarte.-dije. Ella asintió y se sentó en mi cama con total confianza, adoraba su falta de timidez. Salí de mi habitación, ni siquiera me había puesto el pijama ni nada, mejor, me daría vergüenza que Nebrask me viera con mi pijama. Caminé en completo silencio hacia el baño, miré hacia el pasillo y pude comprobar que la televisión seguía prendida por lo que Felipe también, mierda necesitaba que se hubiera dormido en el sillón. Ingresé en el baño y para mi sorpresa noté que tenía las mejillas aun sonrojadas, mierda Nebraska. Me lavé la cara, no podía sonrojarme por una chica, ¿qué me sucedía? Me calmé, aun debía preguntarle muchas cosas, ella me había dicho que me confesaría algunas cosas y me moría de ganas por saber qué demonios serían. Abrí el gabinete y entre cepillos de dientes, dentífrico, hilo dental, algunos remedios, crema de afeitar y otros utensilios, encontré algo con que desinfectarle la herida y algunas vendas. La verdad nunca jamás había curado a nadie, pero me había propuesto a aprender algo aunque fuera por internet por si algún día debía curarme, o a mi madre. Tomé el desinfectante y todo lo que necesitaba, y tras suspirar una vez más abrí la puerta.

Para mi sorpresa me encontré a mi madre completamente cansada, con inmensas ojeras, un machucón en la mejilla y los ojos rojos de tanto llorar. Apenas cruzamos miradas ambas nos sorprendimos, ella de que la descubriera llorando y yo de que me viera llevando medicina cuando me encontraba bien. Pese a que mi madre no era la mejor y muchas veces discutíamos, odiaba verla en ese estado.

-A-Alaska... ¿qué haces despierta a esta hora? ¿Hay tormenta? ¿Y esas medicinas?-dijo Lucy. La mire confundida, sabía que estaba mal, pero en ese momento mi prioridad fue que no descubrieran a Nebraska. Había visto a mi madre tantas veces así que... lamentablemente ya no me sorprendía.

-¿Otra vez él? No entiendo por qué no te separas de él.-dije. Ella intentó ahogarse un llanto, me acarició la mejilla con amor o un intento de ello.

-Divorciarse es un proceso muy largo, hijita. No es algo de la noche a la mañana, y mientras eso sucede seguro él empeoraría con las dos. Además, mira si se queda con la custodia, no podría dejarte sola con ese animal. Aunque sabes defenderte bien.-dijo Lucy. Le sonreí como pude, tenía razón, pero para empezar no entiendo que mierda le vio a Felipe, era un idiota en toda su regla. Mi madre miro las medicinas, tenía que inventar una excusa rápida para esto.

-¿Esto? Oh... es... ¡son para curarte! Escuche lo que paso y pensé que podría curarte.-dije. Mi mamá sonrió y me abrazó, cada vez le contenía menos aguantarse las lágrimas. No le negué el abrazo pero sinceramente no me encontraba cómoda y necesitaba que me soltara.- Mamá, ya está. Poniéndote sensible todo va a ser peor, el idiota te va a afectar más. Ahora dejame pasarte desinfectante.

-Perdón cielo, sé que no te gustan los abrazos. Muchas gracias Alaska, pero es solo un machucón, no necesita desinfectante para eso. ¿Cómo nos escuchaste? Te di pastillas para que te durmieras, sabes bien que si hay discusiones tienes que tocar la guitarra lo más fuerte que puedas, ponerte los auriculares, no importa Alask. Tomate las pastillas cuando te las doy, porque si sé que me mande una cagada intento al menos evitarte el hecho de escucharnos.-dijo Lucy. La mire casi regañándola.

-No tomo las pastillas porque si ese idiota te hace algo juro que lo voy a lastimar mucho más. ¿Ves? Por estar tocando la guitarra no los escuche y te golpeo. No entiendo por qué no lo abandonas, ya te lo dije, deberíamos irnos a otro estado, a un lugar donde nunca nos encuentre. ¿Qué tal Florida? Algo de calor, lejos de este frio de mierda, a usar bikini y principalmente lejos de él.-dije. Ella me acarició el pelo y me colocó el cabello hacia atrás del ojo, algo que odiaba porque mostraba ese ojo distinto, feo.

-Va a ser para peor, sabes que no gano muy bien y él es el que consigue más dinero, iniciar de cero nunca es fácil y menos cuando se tiene poco. Tienes 14 años, no tienes que preocuparte de esto.-dijo Lucy. Fruncí el ceño, sabía que intentaba hacerlo lo más leve para mí, pero no era imbécil, me daba cuenta de las cosas.

-A los 16 años es legal trabajar, ya casi cumplo 15, podemos ir ahorrando este año y cuidarnos más mutuamente. Tú deja de darme pastillas para dormir y yo estaré más pendiente a sus discusiones.-dije. Ella me dio un beso en la frente y pareció calmarse.

-Trato. Te prometo que apenas pueda me pongo a revisar alguna casa donde podamos quedarnos al menos hasta que tengamos algo de dinero para algo mejor. Gracias, Alaska.-dijo ella. Le sonreí, necesitaba convencerla para irme de una buena vez de este lugar de mierda, sabía que sería horrible despedirme de Alex, Vik y Nebrask, pero necesitaba irme, no aguantaba más.

-Trato.-dije. La saludé con la mano y me encamine a mi habitación con las medicinas, hasta que mi madre me habló.

-¿A dónde vas con eso?-dijo Lucy. Mierda, por favor que no fuera a mi habitación por nada del mundo.

-Yo... Quiero tenerlas en mi habitación por si algún día te sucede algo, mañana compro más en la farmacia así tenemos repartidas por toda la casa, ya sabes por cualquier emergencia.-dije. Ella asintió y tras saludarme y desearme buenas noches, se encerró en el baño. Supuse que iría a llorar refugiada bajo el ruido del agua de la ducha, o tal vez simplemente se bañaría.

Toque la puerta dos veces sumamente bajo para darle algo de tiempo a que si Nebraska estaba desabrigada, se abrigara.

-Adelante.-dijo Nebraska. Abrí la puerta y la cerré con tranca, suspiré apenas me encontré segura refugiada en mi habitación.

-Mi madre casi nos descubre.-dije. Me volteé y observé a Nebraska, se encontraba sin remera, apenas con un sostén y se estaba poniendo lentamente un pijama mío que a mí me quedaba larguísimo y a ella le dejaba el estómago al descubierto. En ese momento sentí algo que jamás había sentido: atracción hacia una mujer. Tenía senos voluptuosos pero sin ser demasiado, definitivamente muchísimo más que yo. Su estómago revelaba un intento de abdominales en proceso de formarse. Tenía un piercing azul en el ombligo, y en su espalda baja tenía dos hoyuelos hermosos que me causaron una sensación en todo el cuerpo. La observé, me había dejado entrar en mi habitación aun sabiendo que se estaba cambiando. Mierda, ¿qué estaba haciendo con mi vida? Era mi amiga, ni Alexy ni Viktor se miraban de esa forma. Miré hacia el suelo de inmediato, intentando no sonrojarme obviamente en vano porque nunca había estado tan ruborizada en mi vida.

-¡Nebrask! No me avisaste que aun te cambiabas.-dije.

-¿Esto? Es normal, tampoco me viste nada, Alask. Algunas veces suenas tan inocente que me das ternura. ¿Conseguiste todo? Porque Giles dejo de seguirme hace unos minutos.-dijo Nebraska. Me acerqué a ella y le di las cosas, ¿Giles?

-¿Quién es ese Giles?-dije. Ella cerró los ojos con fuerza, casi como si la hubiera cagado.

-Mira, me pongo el pijama y te cuento todo, ¿bien? Pero debes prometerme que no le contarás a nadie, mocosa. Voy a confiar en ti al punto que solo en una persona confié y porque básicamente lo vivimos, no fue mi elección contar con él o no.-dijo Nebraska. Asentí, por fin sabría todo, aunque seguramente con mi suerte algo pasaría que nos interrumpiría. Apenas ella vio que le había asentido, siguió cambiándose. Se desabrochó el pantalón, oh no, por favor que no lo hiciera.

-¿No quieres que me vaya?-dije. Ella me miró, se veía tan confiada con su cuerpo, normal, yo si tuviera su físico también estaría así.

-No, de hecho quería preguntarte algo. ¿Esta parte es la de abajo?-dijo Nebraska. Me mostró un pantalón rosado con puntitos verdes, con mucha vergüenza asentí.-Oh nena, nunca te pegó tan bien este apodo. Eres una niña, solo tu usas esas cosas. Descuida, me quedaré así.-dijo Nebraska. Se quitó del todo el pantalón, revelando una ropa interior que era prácticamente un culotte, se le veía demasiado. Alaska, para, es tu amiga. No, no podía sacarle los ojos de arriba. Tenía un trasero muy atlético, formado, sumamente redondo y parecía muy firme. No tenía ni un rastro de celulitis o alguna imperfección, por supuesto que no, si físicamente era perfecta. Ella se sacó los lentes y se sentó junto a mí, tomó la manta que estaba encima de mi cama y se cubrió, aun dejando su estómago al descubierto, mierda Alaska deja de mirarlo. Ella me miró y se rió, parecía orgullosa que no pudiera sacarle los ojos de encima. Desvié mi mirada y la enfoque en los medicamentos, debía curarla al menos para desenfocar mi mirada de ella. Me senté de piernas cruzadas y me acerque lentamente a ella.

-Voy a desinfectarte, puede que te arda un poco, mientras cuentame qué sucedió.-dije. Nebraska asintió, coloque un poco de desinfectante en una gaza y se lo pasé con muchísima delicadeza en el labio. Supuse que le ardería pero no ni siquiera rechistó, parecía estar acostumbrada a los golpes y heridas. Ella suspiró, la sentía cerca de mí pero a la vez conservábamos cierta distancia que no lo hacía incómodo.

-Ni siquiera sé por dónde comenzar...-dijo Nebraska. La miré, se veía extraña, dolorida y triste. Realmente parecía estar pensando por donde comenzar, al verla tan mal intenté bromear.

-Empieza por el principio.-dije. Intenté sonar idiota para que se notara aún más que estaba bromeando, afortunadamente conseguí sacarle una sonrisa a Nebraska.

-Menos mal que no quieres ser comediante, porque morirías de hambre niñata. Estoy huyendo de Giles, él es el director del orfanato en donde vivo hace ya un tiempo. No pongas esa cara, estoy bien, es solo un orfanato. Solo que el idiota ese se toma muy en serio la dirección de ese lugar de mierda.-dijo Nebraska. Me sorprendió saber que vivía en un orfanato, aún más teniendo 18 años ya cumplidos. Sin embargo con el paso del tiempo Alexy y yo habíamos deducido que ella debería ser huérfana, Viktor más o menos lo sospechaba. Nebraska hablaba de ello como si fuera algo completamente normal y no fuera triste.

-Lo siento, si necesitas algo...-dije. Ella se rió, algunas veces me desconcertaba esas actitudes extrañas que tenía.

-No me mires así, es algo que pasa, no debes sentirme pena. Sigo siendo yo, no me mires con esa carilla que todos ponen cuando uno le dice que es huérfano. De cierta forma, tú no tienes padre porque por lo que escuché recién, no es que su vínculo sea el mejor de todos. Así que de cierta forma me comprendes.-dijo Nebraska. Tenía razón, pero de todas formas no era lo mismo no tener un padre que no tener ninguno de los dos. Me pregunte si estaría bien preguntar por sus padres, y Ethan, pero no tuve tiempo a nada porque Nebraska comenzó a hablar.

-En fin, es complejo de explicar. Mi vida al comienzo era normal, tenía una madre, un padre y un hermano. Éramos la típica familia feliz, llegaba del jardín de infantes sumamente contenta, mi madre me preparaba la merienda y cuando llegaba mi padre corría a abrazarlo. Cada tanto me peleaba con mi hermano pero lo normal, supongo que si tuvieras un hermano comprenderías que cada tanto surgían algunas peleas del estilo de "eres adoptado" o "a ti te encontramos en la basura", pero todo eso se solucionaba tras 5 minutos sin hablarnos.-dijo Nebraska. Le sonreí.

-Suena todo muy hermoso, muy feliz...-dije. Nebrask sonrió con melancolía.

-Lo éramos, realmente lo éramos. Hasta que un idiota por robarle 20 dólares a mi madre la asesinó, fue cuando yo tenía 12 años. Ese fue el primer acontecimiento que me hizo odiar a los hombres. No recuerdo cuantas noches lloré, era horrible ver mi casa vacía, sin su risa, su ropa aun desprendía el aroma a ella. Y no tenerla causó un quiebre irreparable en mi familia y en mi.-dijo Nebraska. Ella hizo una pausa, ahora se la veía mal, pero ni siquiera llegaba al punto de sentir los ojos húmedos, era realmente irrompible. Le puse una mano en la suya y dejé de limpiarle la herida, de todas formas ya no era necesario, estaba limpia. Nebraska esbozó un intento de sonrisa y tras tomar aire, siguió hablando.

-Yo pasaba llorando, deje de ser una pequeña gordita a estar prácticamente en los huesos, no comía, no me divertía, no hacía nada, me encontraba casi en estado catatónico. Solo lloraba y me encerraba en mi cuarto. Las chicas que se denominaron mis amigas me dieron la espalda y me quedé completamente sola, en ese entonces mi hermano era mi única compañía porque mi padre estaba demasiado ocupado ahogándose las penas en algún bar de mierda.-dijo Nebraska. La miré triste, sabía que no quería que la miraran así, pero era imposible no sentirse mal por ella. Me pregunte que hubiera sido de mi vida y de mi si me sucedía eso, sentí miedo por quedarme sola con Felipe. Le puse una mano en su pierna y le hable lo más suave que pude.

-No tienes que hablar de ello si no quieres.-dije. Ella me miró, de pronto pareció un poco molesta, nuevamente: era muy difícil descifrarla.

-Quiero hablarlo, quiero que veas lo mierda que son los hombres. En fin, crecer sin mi padre me hizo muy mal, y a mi hermano mucho peor. Yo como dije, me quedaba en silencio en mi habitación, sin molestar a nadie. Pero Ethan no era así, en absoluto. Él comenzó a tener problemas de comportamiento, se metía en problemas frecuentemente y cada vez buscaba un pretexto más idiota para atacar a alguien.-dijo Nebraska. Ethan, había hablado de Ethan. Ahora captó absolutamente mi atención, no podía quitarle los ojos de encima.

-Un día saliendo del colegio, ya con 14 años yo y él con 16 vi como lo golpeaban unos compañeros, él tenía sangre en el rostro y por el miedo me metí en la pelea. No me preguntes como, pero logre sacarle de encima 3 chicos mucho más grandes que yo. No sabía que tenía esa fuerza, no sabía que tenía ese poder, no lo sabía. Mi hermano me miró sorprendido y allí fue cuando comenzamos a meternos en problemas los dos. Sabíamos bien que estaba muy mal, pero no podíamos evitarlo, sabíamos que así conseguíamos algo de atención de nuestro padre. –dijo Nebraska. La entendía, mejor que nadie porque yo hacía exactamente lo mismo, me metía en problemas para que mis padres dejaran de discutir y se enfocaran de una extraña forma en mí.

-Si con 14 nos metíamos en peleas idiotas, con 16 años nos colábamos en lugares, solíamos colarnos en conciertos a ver a nuestros artistas favoritos. Una noche nos subimos al techo de un bar y observamos todo el show desde un tragaluz. Él era increíble, hubieran simpatizado y hasta si tuvieras mi edad intentaría tenerte de cuñada.-dijo Nebraska. Me dio un suave codazo, intentando incentivarme porque mi rostro estaba más triste que el propio de Nebraska. Le sonreí muy triste, y al ver que no conseguía hacerme sonreír, ella siguió hablando.

-En fin, éramos problemáticos. Una noche nos metimos en problemas por unos chicos que querían golpear a Eth y terminamos huyendo a un desguace, entre toda la chatarra encontramos una moto prácticamente funcional. Él me había enseñado un poco de mecánica y de él aprendí lo que se, sumado a lo que fui aprendiendo por mis propios medios. La moto que tengo era de él, la fuimos reparando entre los dos. Realmente era el mejor hermano del mundo, con 18 años podría estar perfectamente buscando novia, intentando alejarse de mi familia, huyendo de este sitio de mierda, pero sin embargo se quedaba conmigo siempre.-dijo Nebraska. Le sonreí con ternura, era muy extraño verla tan sentimental, normalmente nunca dejaba mostrar absolutamente nada de su personalidad. Nebraska de pronto se rió con mucha nostalgia.

-De hecho, entendía que no tuviera novia porque a la primera aprovechada que le pusiera un dedo encima a mi hermano... Oh lo siento, soy muy celosa con gente que amo, o bueno, lo era. En fin, mis 16 años fueron claves porque allí fue cuando todo mi odio se detonó. Una noche llegábamos a las 4 o 5 de la mañana a nuestra casa, como era costumbre nuestro padre no estaba y sin sorprendernos demasiado nos fuimos cada cual a nuestra habitación. Al siguiente día tampoco lo vimos, solo notamos que su cuarto estaba cerrado...-dijo Nebrask. Hizo una pausa, oh no, tenía la impresión de lo que estaba sucediendo.

-No nos preocupamos demasiado, pero tras una semana de no verlo comenzamos a sentir que algo malo pasaba, por lo que abrimos su habitación y ¿qué crees? El muy hijo de puta se había ido. No había ropa, las llaves de su auto no estaban, no había objetos personales, solo una carta en la cama que nos informaba que nos dejó.-dijo Nebraska. Sonrió con mucho rencor y resentimiento acumulado. De pronto ella me dio miedo, puso un rostro completamente sacado de si, parecía que quisiera golpear a alguien, o a algo.

-¿Te encuentras bien?-dije.

-Perfectamente. Solo me causa odio hacia ese hijo de su puta madre. La carta decía "Eth, Nebraska, los dejo. Ustedes se encuentran fuera de sí, Nebraska es una decepción constante y no me sorprende si siguió tus pasos, Ethan. Quise abandonarlos apenas falleció su madre, pero ahora que tienen edad para cuidarse, están por su cuenta. Adiós."-dijo Nebraska. Parecía cada vez más sacada de sí, le presione con fuerza la mano, intentando calmarla.

-Nebrask, estoy aquí. Ya está, ya pasó, tu padre no es precisamente el padre del año pero se fue y te encuentras mucho mejor sin él.-dije. Ella me miró e intentó calmarse. De pronto sus ojos se pusieron vidriosos y ahí fue cuando comprendí todo. Ella no era malhumorada, no era maleducada, solo tenía muchísimo rencor acumulado y su método para descargarlo era mediante el enojo, meterse en problemas, buscar un pleito aposta para que si golpeaba a una persona no se viera tan mal. No quería justificar que lo que ella hiciera fuera correcto, pero comprendía un poco más su manera de actuar. La miré, le acaricié la mano con delicadeza, sus ojos parecían querer contener las lágrimas, lágrimas que no pudo aguantar por mucho tiempo.

-¡Es que estoy cansada! Alask, no tienes una idea de lo difícil que es. Él fue el siguiente golpe horrible que me dieron los hombres, ¡se fue sin siquiera decirnos nada! ¡En su puta carta ni siquiera nos decía te amo! ¿Sabes lo difícil que es crecer con dos figuras que te demuestran amor a cada segundo y de pronto que uno desaparezca y el otro te odie? ¡No lo sabes! No sabes lo que es no tener a nadie, porque tienes a Alexy y a su hermosa familia. Yo solo tenía a mi hermano, y aun así él se fue en un momento a otro. –dijo Nebraska. Ella ahora se largó a llorar, lejos de juzgarla, sorprenderme o hacer algo, simplemente la abracé sumamente fuerte. Le acaricié el cabello y procure hacerla sentir lo más segura posible. Escuchaba el sollozo de ella, intentaba nuevamente contenerse pero le costaba mucho, y podía entenderlo a la perfección. Se veía tan triste, tan derruida que solo quería hacerla sentir bien, o al menos que dejara de llorar. No parecía Nebraska, la dura chica que conocía.

-Nebrask, calma. Me tienes aquí, no hables más de esto. Hey, vamos a hablar de algo más, ¿quieres cantar conmigo un tema de Manson? Tengo la guitarra justo allí.-dije. Le acaricié los rulos que se mezclaban entre mis dedos y me hacían imposible hacerle mimos. La rubia me soltó y se limpió los ojos, se repuso prácticamente que de inmediato, solo parecía necesitar soltar todo eso.

-Gracias nena, pero ya estoy bien. Necesito hablarlo, no hablo esto con nadie hace... desde Eth. Y aun no te explique por qué huía de Giles. Después si quieres cantamos aunque yo canto muy mal, pero ahora necesito hablarte de esto.-dijo Nebraska. Le sonreí y asentí, intentando hacerla comprender que la comprendía. Ella se abrazó a sus piernas y se recostó contra la pared, adoptando otra posición un poco más cómoda que la anterior.

-Bien. El día que mi padre se fue sin dejarnos nada más que una letra de mierda, no supimos que hacer. Eth se fue directamente a buscar un empleo pero al no tener el colegio terminado le iba a ser imposible mantenernos. Yo intenté pero me fue imposible. Y los días pasaban, no conseguíamos nada con que mantenernos y el dinero escaseaba, por lo que no nos quedó otra opción que meternos en el orfanato. Ese orfanato admite personas hasta los 20 años, por lo que estábamos cubiertos ambos al menos por un tiempo.-dijo Nebraska. Por un segundo me sentí la persona más egoísta del mundo porque solo me preocupe por una cosa: que Nebraska estaría en problemas de aquí a 2 años si no conseguía algún empleo o algo con que mantenerse, al menos para conseguir un pequeño apartamento, tal vez un monoambiente. Por un instante se me pasó por la cabeza el trato que había hecho con mi madre, me sentiría horrible abandonar a Nebraska, solo sería otra persona que la heriría. Las posibilidades de que nuestra amistad resistiera la distancia no eran buenas, y menos con su carácter.

-¿Te encuentras bien?-dijo Nebraska. Su voz me despistó, pensé en decirle la verdad, de todas formas había escuchado la conversación entre mi madre y yo, pero ahora ya tenía demasiadas cosas en la cabeza como para agregarle una más.

-Sí, sí, de hecho estoy peor yo que tu.-dije. Ella sonrió, era difícil hacerla sonreír pero algunas veces me sorprendía de la cantidad de veces que sonreía conmigo.

-Años de práctica, pequitas. Cuando te rompan el corazón verás que sentir es algo que no es bueno. ¿Dónde me había quedado? Ah sí, en fin, mientras estuvimos en el orfanato sufrimos de todo. Eth se encontraba muy mal por lo que había hecho nuestro padre, se sentía culpable por estarle fallando a Viktor. Sí, Viktor y Eth eran amigos. Es decir, estaba tan ensañado en "hablar" con el idiota que nos engendró que muchas veces se olvidaba de visitar a Vik. A mí me molestaban por los lentes pero ya a esta altura de mi vida ni siquiera me importaba comentarios como "cuatro ojos".-dijo Nebraska.

-Te hubieras quitado los lentes y te ahorrabas la pena de ver a esos idiotas.-dije. Nebraska esta vez estalló en risa, adoraba cuando se ponía así porque me hacía sentir... no lo sé, ¿Alexy? Ella apenas terminó de reírse me observó y prosiguió hablando.

-Volviendo a donde estaba, Eth y yo solíamos fugarnos porque realmente no soportábamos estar allí mucho tiempo. Solíamos irnos al precipicio donde me encontraste la segunda vez que nos vimos. Él me enseñó a hacer fogatas, defenderme y todo lo que sabes que sé hacer. Allí pasábamos las horas, juntos hablando de lo que fuera. Hasta que una noche, cuando ya yo tenía 17 y él 19, casi a punto de cumplir los 20 me informó que se iría en búsqueda de mi padre.-dijo Nebraska.

-¡¿Qué?! Dime que no lo hizo, no podía dejarte sola.-dije.

-Es exactamente lo que le dije, él era lo último que me quedaba y no podía perderlo. Sin embargo me hizo entender que con 20 años lo echarían del orfanato, más conociendo a Giles, el director. Estaba deseando que él y yo cumpliéramos la edad suficiente para enviarnos al cuerno. Se encontraba tan ensañado que me costó mucho convencerlo, pero logré persuadirlo de que me dejara conseguir empleo y que se quedara.-dijo Nebraska. Le sonreí, sabía que era una persona sumamente dulce y solo lo ocultaba tras una máscara. No podía creer que ella hubiera hecho eso por su hermano, sin dudas era una dulzura cuando se lo proponía.

-¿Lograste convencerlo?-pregunté.

-Más o menos. Conseguí empleo como camarera, te lo había dicho. Pero se me hacía muy difícil con el colegio, los exámenes, mi vida y todo. Me abrumaba completamente. Mentí diciendo que tenía 18 pero realmente en ese entonces tenía 17 años. Me hacían vestirme con una minifalda asquerosa que hacía que prácticamente se me viera todo. Algunos asquerosos de mierda me chiflaban, me tocaban la cola o me decían cosas que no deberías escuchar, pequeña nena.-dijo Nebraska. La miré apenada, realmente la había pasado tan mal, no podía ni siquiera comprender como es que seguía estando aquí tan bien. Yo seguramente me hubiera quebrado en llanto o no lo sé, seguro no estaría tan calmada como ella se encontraba.

-Ese fue el tercer indicador que me dio la vida que los hombres son un asco. Llegaba cansadísima al orfanato, me acostaba a hacer tarea y estudiar. A la mañana era irme a trabajar, de allí ir a estudiar y de nuevo. Para peor muchas veces Giles nos obligaba a hacer tareas como cuidar a los más pequeños, lavar los pisos, barrer, cocinar y otras tareas domésticas. Yo realmente me estaba consumiendo. Eth tenía discusiones sumamente fuertes con Giles, le pedía que lo dejara a él hacer mis tareas y yo descansara, acto que Giles no le gustaba en absoluto.-dijo Nebraska.

-Tu hermano sin duda parecía increíble.-dije. Ella sonrió feliz, con nostalgia.

-Lo era. Hasta que una noche me pidió que me fugara con él, obviamente obedecí. Me llevó al risco en el que te conocí y hablamos para contarme que se iría en búsqueda de nuestro padre. Ya no soportaba más verme en ese estado, de todas formas mi salario no alcanzaba para nada. Quería buscar a nuestro padre para que nos diera algo de dinero, se había ido para siempre sin dejarnos nada más que una casa alquilada y gastos a pagar.-dijo Nebraska. Se veía triste cada vez que hablaba de su hermano, era completamente entendible. Nuevamente la acaricie para hacerle sentir que si necesitaba llorar, detenerse o hablar de idioteces, contaría conmigo.

-Estoy bien. El plan de Eth me gustaba, irse unos días y buscarlo, volver con algo de dinero, intentar alquilar algo para nosotros. No nos importaba la zona, el tamaño, nada, solo queríamos estar juntos y bien. Por lo que accedimos, nos dimos un fuerte abrazo y ese fue el último día que lo vi.-dijo Nebraska. Ahora parecía tan dolida que pensé que se pondría a llorar nuevamente. Me acerqué a ella y me puse junto a Nebrask, recostada contra la pared unto a ella.

-Tres días después, el tiempo que acordó volver a casa, llega un amigo de él diciéndome que él se había metido en problemas con unos chicos, uno tenía un arma y... Ya te imaginas. A la mañana siguiente su nombre apareció en los obituarios.-dijo Nebraska. Esa información me tomó por sorpresa, no pude evitar abrir los ojos como platos. Es decir, había sospechado que él o había huido o había fallecido, pero nunca pensé que Nebraska pudiera decirlo con aquella frialdad, más cuando antes se había puesto notoriamente mal por su hermano. Me impacto saber que él estaba muerto, algo en mi me decía que podría ser que tal vez volviera a saber algo de Ethan, pero no. Confirmado, él ya no estaba entre nosotros.

-¿Te encuentras bien?-dije. Nebraska asintió.

-Sí, tenía que soltar todo esto. Gracias, por escucharme. Y bueno básicamente desde que Eth se fugó, Giles ha sido un completo idiota conmigo. Yo cada vez me meto en más problemas y todo se complica aún mucho más. El idiota no es capaz de entender que perdí a mi hermano, me despidieron y solo necesito un día de paz. Nunca me había descubierto fugándome, sabía que lo hacía cada tanto pero bueno... Hace unos instantes me descubrió metiéndome en el orfanato.-dijo Nebraska.

-¿Es por eso que le huyes?-dije.

-Sí, es un tanto riguroso con las tareas y siempre que encuentra a alguien haciendo algo indebido le da más tareas. Una vez expulsó a un compañero de 15 años por besarse con un chico, solo por ser gay ese chico se quedó sin hogar. Es un hijo de puta, se aprovecha de los que están desesperados por un hogar para mantener todas sus reglas en orden. Entiendo que él nos da refugio, pero no es necesario que sea imbécil.-dijo Nebraska. Suspiró, completamente molesta. Podía entender a lo que se refería, entendía que seguramente el orfanato tuviera muchos chicos y dependiendo de las edades deberían hacer una u otra actividad para cooperar con las tareas. Pero lo que Giles hacia no tenía sentido alguno. Mire a Nebraska, se veía tan molesta, era claro que había estado acumulando muchas cosas por mucho tiempo.

-Espera, dijiste que Giles te descubrió... ¿Y? él no... ¿no te lastimo cierto?-dije. Nebraska miró hacia otro lado.

-Lo que sucedió hoy fue que me encontró metiéndome al orfanato, me tomó fuertemente de la muñeca y entre forcejeos me lastime. Logré huir pero estaba muy nerviosa porque podía escuchar como decía de todo, que me iba a obligar a limpiar, que era una mocosa de mierda, que entendía cómo es que mi padre se fue al demonio abandonándome. Obviamente todo eso me afectó, pero no me detuve hasta encontrarme muy lejos. El corte del labio... en verdad es por algo muy tonto.-dijo Nebraska. Mierda, odiaba verla así. Quería abrazarla, quería decirle que todo estaba bien y que no era ninguna decepción. Lo que había hecho su papá fue horrible, pero lo que le hacía Giles... Sin embargo la sonrisa de Nebraska me sorprendió, ¿qué demonios? ¿Estaba sonriendo en la mitad de un relato triste?

-¿Nebrask?-dije. Ella me miró y se rió.

-No puedo creer que vaya a contarte esto pero qué más da, ya me conoces como nadie que no sea mi hermano hasta este entonces. Estaba corriendo entre el follaje de los árboles, huyendo de Giles cuando por voltear a verlo, no vi una rama y... me golpeé. ¡Qué vergüenza admitir que me lastime con una condenada rama! Seguro pensabas que había estado luchando o algo, hubiera sido mejor decirte eso pero no me gusta mentirte, nena.-dijo Nebraska. Guiñó un ojo y me sonrió. Le devolví la sonrisa y estallé en una sonora risa. ¿En serio? ¿Se había lastimado con una rama?

-No voy a mentirte, pero no te imaginaba así.-dije. Me reí imaginando a Nebraska corriendo y estampándose contra una rama. Ella sonrió, pero no se reía. Al ver que no paraba de reírme me golpeó suavemente con un almohadón, haciendo que me callara. Tomé mi almohada y se la estampé en la cara. Ella se rió y me devolvió el golpe inmediatamente. Antes de que pudiera darme cuenta nos encontrábamos riendo, golpeándonos suavemente y pasando un tiempo agradable, pese a todo. Apenas conseguimos tranquilizarnos, se formó un silencio extraño. Nebrask se acostó en mi cama mirándome mientras yo seguía sentada encima de la misma.

-Gracias por confiar en mí, sé que no te debe ser fácil contarme esto pero lo creas o no me siento más unida a ti que nunca. Lamento mucho lo de tu mamá, tu papá me parece un maldito hijo de puta y tu hermano... lo siento mucho. Sé que no puedo ayudarte mucho, tengo apenas 14 años y como verás también tengo problemas en mi casa. Pero si sientes que no puedes más, dimelo. Soy tu amiga, mirate estas acostada en mi cama, metida en mi casa, con mi pijama y conmigo. Sé que las personas e hirieron en el pasado, pero hay gente buena, sé que no te llevas demasiado bien con Alex pero él es bueno, Vik es bueno, yo intento serlo. Si necesitas escapar de allí, no te quedes vagando por las calles, hace mucho frio. Ven aquí, avisame y podemos estar juntas un tiempo, como ahora. Inclusive puedes traerte algo de comer y puedes estar aquí. Siento no poder convidarte con algo, esta Felipe abajo y... sería un desastre si me ve. De nuevo, gracias por confiar en mí.-dije. Nebraska se quedó algo atónita, parecía confundida, de hecho parecía que no podía creerse que por fin, después de tanto tiempo, alguien finalmente confiara en ella y la hiciera sentir bien. Le sonreí y ella me devolvió la sonrisa, verdaderamente agradecida.

-Gracias a ti, por soportarme. Y lo tendré en cuenta.-dijo Nebraska. Le sonreí y nuevamente nos quedamos en silencio, no me sentía incomoda y realmente creía que ella tampoco. Miré la hora en mi reloj, eran las 6 de la mañana.-Nebrask, tal vez deberíamos descansar.

-Seguro. ¿Tienes algo donde pueda dormir? ¿Una colchoneta? ¿Una bolsa de dormir?-dijo Nebraska. Me incorporé y me fui a buscar mi pijama mientras le hablaba.

-¿Te importa dormir conmigo? No molesto, según Alex no ronco así que no te impediré conciliar el sueño.-dije. Nebraska alzó una ceja, con su característica actitud picara. Apenas encontré mi pijama, escuché la voz de ella.

-Mirate nena, ¿Quién diría que eras tan así? No me importa en lo absoluto.-dijo Nebraska. Le sonreí, me alegraba saber que ella tenía ese nivel de confianza conmigo.

-Genial, descansa, yo me iré a cambiar al baño y vuelo.-dije. Salí en dirección a la bañera pero aun podía escuchar a mi madre llorando. Mierda, eso significaba que tenía que cambiarme en mi habitación. Levanté mi campera y note que tenía ropa interior roja a conjunto, agradecí no traer ropa demasiado infantil como algo con lunares o corazones... de otra forma me moriría muchísimo más de vergüenza enfrente a Nebraska. Ingresé a mi habitación y ella estaba acomodándose en la cama, tapada apenas hasta la cintura, aun exponiendo su hermoso estómago y piercing. Rogué que se encontrara dormida pero apenas abrí la puerta volteó a verme.

-Esto... ¿te importa que me cambie aquí? Mi madre sigue con el baño ocupado.-dije. Ella se alzó los hombros y me dio a entender que no le molestaba en lo absoluto. Abrí una puerta de mi armario e intenté usarlo de puerta para que ella no me viera.-Volteate.

-Nena, ¿qué demonios? ¿Qué sucede? ¿No traes puesto nada abajo?-dijo Nebraska. Habló con un tono de voz algo burlón y pícaro, era una especie de fusión entre ambos. Me sonrojé y la mire.

-Me da vergüenza, nunca nadie me vio con tan poca ropa y menos en ropa interior. ¿Puedes voltearte?-dije. Ella se rió y accedió.

-Sé que te quieres ir a Florida, ¿qué crees? Si fueras a la playa irías en bikini y es exactamente como te ves ahora. No deberías sentirte mal, tienes un cuerpo lindo, aun eres adolescente y te falta crecer.-dijo Nebraska. Me sonrojé.

-Claro, para ti es fácil decirlo. Tienes un cuerpo de envidia.-dije. Nebraska se volteó, me enterró la mirada con una picardía que juraría que si no fuera mi amiga, me iría directo a comer los labios. Me tapé como pude, ya me encontraba sin camisa y me estaba poniendo el pijama lo más rápido que podía.- ¡Nebrask!

-Lo siento. Pues ahora que te vi mejor retiro lo dicho. Antes de verte casi desnuda pensaba que tenías un cuerpo normal, ahora que te vi así creo que tienes un cuerpo hermoso.-dijo Nebraska. Le di la espalda de inmediato porque mis mejillas tomaron un tono tan rojo que sentía que me ardían. Me coloqué todo lo más rápido que me dieron mis manos y de inmediato me acosté, dándole la espalda a ella. No quería que me viera con las mejillas así, me daba mucha vergüenza y timidez. ¡Odiaba cuando me sonrojaba de esta forma! ella se rió y se quedó mirando el techo.

-Se siente lindo pretender que vivo en un lugar similar a un hogar.-dijo Nebraska. Sonreí y no respondí, aún estaba demasiado ruborizada como para responder a eso.

-Me alegra, Nebrask. Solo... procura descansar.-dije. Ella asintió y cerró los ojos. Me quede pensando de inmediato en todo lo que había sucedido hoy. Había sentido atracción física por una mujer, Nebrask me había contado toda su verdad y ahora la entendía mucho más; solo era una persona que había sufrido mucho. No podía entender cómo demonios la tenía junto a mí, sentía un cosquilleo extraño por todo el cuerpo. Quería abrazarla y no como quería abrazar a Alexy cada vez que lo veía, era otro tipo de abrazo. ¿Y si le preguntaba? Tal vez ella pudiera decirme algo.

-Nebrask, nunca te lo pregunté pero... ¿tienes novio?-dije. Ella soltó una carcajada que me despertó de un sobresalto. Esa risa tan honesta me volvía loca de ternura.

-¿Novio? Alaska, ¿Qué tan despistada puedes ser?-dijo Nebraska. La mire esperando que me explicara por qué seguía riéndose pero solo conseguí que se riera aún más.- ¡Mirate! Eres tan inocente y dulce.-dijo Nebraska. Me apretó una mejilla y se comenzó a calmar.

-No entiendo, ¿es evidente que tienes novio?-dije. Ella sonrió.

-Vaya, sí que vives en tu mundo. Soy lesbiana, Alask. Esta noche te dije unas 4 veces que me dan asco los hombres.-dijo Nebraska. La miré, no me esperaba esa confesión, de hecho me parecía tierno como se ignoraban con Alexy.

-¿En serio?-dije. Ella asintió con completa honestidad. La miré directo a los ojos, se veía tan cómoda hablando de eso.- ¿Puedo hacerte una pregunta muy personal? ¿Cómo supiste que te gustaba alguien del sexo opuesto?

-Es algo que no sabes, Alask. Es como tú, ¿tú sabes que te gustan los chicos? A mí nunca me llamaron la atención los chicos, y no lo sé. Es algo que está en ti, es como definir porque te gusta un género musical. Es muy difícil explicar y solo sabes que está en ti. Pero si te sirve de algo, realmente me di cuenta que me gustaban las chicas cuando mi compañera de piso en el orfanato se cambió enfrente de mí, sentí una atracción que no supe explicar. Y comprendí que me gustaban las chicas. ¿Y esa pregunta, pequitas?-dijo Nebraska. La miré, sentía todo lo que me sucedió a mí con ella. ¿Y si a mí me gustaban las chicas? ¿Y si ahora entendía por qué nunca me habían llamado la atención los chicos? Nebraska parecía esperar una respuesta certera.

-No importa, curiosidad. Descansa.-dije. me volteé y me dediqué a descansar. Nebraska parecía desconcertada, como si no supiera demasiado qué demonios hacer. Se sentó en mi cama y me miro, realmente por un segundo pensé que me iba a estampar un beso en la mejilla pero simplemente suspiró y se decidió a dormir.

-Descansa nena.-dijo Nebraska.

Una vez más, esa noche abrió paso a muchas otras noches en las cuales Nebraska se metía en mi casa, algunas veces nos quedábamos acostadas viendo películas, a veces tocaba la guitarra mientas cantábamos, la dibujaba, ella me ayudaba con la tarea, otras hablábamos de la vida. Algunas veces pensábamos que sería de nuestro futuro pero lo más importante era que pasábamos un tiempo increíble, riéndonos como nunca y sintiéndonos sumamente unidas. Pese a todo, debía admitir que algunas noches sentía que quería quedarme en el balcón hablando con Alexy, él desde que estaba con Nebraska se veía un poco más distante a mí, casi que celoso. Sin embargo seguía siendo el mismo pequeño adorable de siempre.

Mis padres seguían discutiendo, pero mi madre ya había puesto en marcha el plan irnos de una buena vez de este sitio de mierda. Ahorrábamos lo más que podíamos, de hecho en todo ahorrábamos, siempre procurando que Felipe no se percatara que de hecho estábamos salvando dinero.

Nebraska había estado aconsejándome mucho en cómo ahorrar, pese a tener 18 años, realmente sabia manejarse muy bien en la vida. Pero eso no era lo más importante, lo que me tenía muy nerviosa era que mis "sentimientos" por Nebraska aumentaban cada vez más. Mi atracción física a ella cada día era más notoria, ella se quedaba en ropa interior frente a mí como si fuera algo normal y debía admitir que tras la última vez, yo también había ganado mucha confianza con mi cuerpo y con ella. Siempre que se reía se me dificultaba no mirarle los labios, cuando dormía conmigo me costaba no abrazarla. Se me hacía imposible no pensar en ella, realmente no podía sacármela de la mente. Las tonterías que hacíamos juntas, todo parecía perfecto a su lado. Pero sabía que estaba mal, tenía 18 años y nunca se fijaría en alguien como yo. Tampoco me encontraba segura sobre mis gustos u orientación sexual, de lo único que estaba segura es que ella me atraía.

-¿Azul? ¿Nos estas escuchando?-dijo Alex. La voz de mi amigo me desoriento y me trajo a la realidad. Me encontraba en el parque donde siempre nos reuníamos después de clases junto a Viktor, Alex, Nebrask y yo. Los mire a cada uno de ellos, Viktor sonreía como siempre y era el más callado del grupo. Alex se veía contento, estaba sentado al lado de Viktor en unos bancos de madera que había en la plaza, siempre contaba chistes y bromas. Nebrask por otro lado se encontraba tirada en el suelo intentando arreglar algo de su moto con algo que creía que era una llave inglesa.

-¿Me estaban hablando?-dije. Alex se rió y Nebraska me miró con ese rostro que decía a millas que dejara de ser tan despistada.

-Sí, hablábamos de qué mierda quieres hacer para tu cumple de quince. Es pasado mañana y ni siquiera tú pareces recordarlo.-dijo Nebraska.

-Ya que no quieres ni puedes festejarlo, pensamos en hacerte algo sencillo nosotros 3, ¿qué te parece? Queríamos hacer algo mañana así a las 00:00 te podemos felicitar.-dijo Viktor. Le sonreí a mis amigos, eran increíbles, realmente eran únicos en su especie.

-No es necesario, solo quiero tenerlos a ustedes.-dije. Le sonreí a cada uno de ellos, pero obviamente Alexy no podía tomar un no como respuesta.

-¡Por supuesto que es necesario, Azul! Son tus 15 años, y lo vamos a festejar. Ya que no quieres nada en grande, ¿qué tal si nos reunimos mañana y hacemos algo pequeño? Podríamos ir a bailar, ¿qué tal? Como la noche en que conocimos a Nebraska, vamos tú solías ir a bailar antes de quedarte casi todas las noches con ella.-dijo Alex. Nebraska soltó una risa burlona.

-Creo que tu novio está celoso, Alask.-dijo. Le guiñó un ojo a Alexy y él se sonrojó.

-No es mi novia, solo digo la verdad. ¿Qué tal un baile?-dijo Alex.

-¿Y si hacemos una mezcla de ambos? Podrían venir a mi cochera y de paso conocer mi casa. En el garaje podemos improvisar una especie de baile, con luces música pero algo muy pequeño, para nosotros 4. Podríamos complacer a Alexy con la idea del baile y para Nebrask y yo que somos más perfiles bajos, nos sentiríamos cómodos de bailar entre nosotros. Claro que pueden venir más personas si Alaska lo desea.-dijo Viktor. Le sonreí, debía admitir que esa idea me encantaba. Fusionaba a la perfección ambas ideas.

-¡Me encanta! ¿Crees que tu madre nos dejará usar tu cochera? Tampoco somos tantos y podemos portarnos bien.-dije. Viktor se rió.

-Mi madre casi nunca está en casa por trabajo, además si su hijo toca la batería, dudo mucho que le moleste la música. ¿Hacemos eso? Cada cual pone algo, una bebida, un poco de comida y entre todos cubrimos una hermosa fiesta para Alaska.-dijo Viktor.

-Cuenten conmigo, yo llevo el alcohol.-dijo Nebraska. Alexy la miro casi regañándola, yo no pude evitar contener una risa. Nebraska era todo un personaje.

-No podemos tomar, yo ya cumplí los 15, Alask recién va a cumplirlos y bueno, ustedes son mayores de edad, pueden hacerlo. Yo si quieren hago unas pizzas que me quedan bastante bien y luego limpio la cocina, de todas formas si quieren llevo algo.-dijo Alexy. Nebraska le hizo una burla con el rostro.

-Yo aporto algo de comida y bueno, la casa.-dijo Viktor.

-Yo llevo lo que me pidan.-dije.

-Entonces genial, ¿mañana a qué hora?-dijo Nebraska.

-No lo sé, ¿a las 10 de la noche?-dijo Alex. Todos acordamos que a ese horario nos sería genial. Le sonreí y los abracé, eran realmente únicos. No podía creer que tras 14 cumpleaños de mierda, por fin tendría uno increíble.

-Bueno, nos vemos mañana chicos. Gracias por todo, nuevamente.-dije. Alex y yo saludamos a todos, tras enterarnos que Viktor tenía que hacer un mandado y que Nebrask lo llevaría, decidimos irnos Alex y yo caminando hacia la casa. El atardecer estaba increíble y milagrosamente ese día no había nevado, de hecho estaba "agradable" con unos 5 grados, cualquier temperatura que superara los 0 grados para mí ya era increíble.

-¿Te encuentras contenta por la fiesta de mañana?-dijo Alexy. Lo miré, se veía tan sonriente, tan alegre, tan único que no pude evitar abrazarlo mientras caminábamos. Si bien Alex nunca había sido demasiado alto, comenzaba a crecer poco a poco, dejándome más pequeña de lo que ya era. Alexy sonrió y me abrazo de vuelta.

-Mejor imposible.-dije. Lo miré, recordé como hace un tiempo Alexy me había preguntado si había dado mi primer beso. Él era y siempre seria mi mejor amigo, sentía que debía confesarle lo que sentía por Nebraska, pero no sabía cómo. La rubia tenía la ridícula teoría de que Alex gustaba de mí, por lo que si le hablaba que me gustaba otra persona seguramente le haría mal. No estaba nada segura sobre qué hacer. Pero debía hablárselo, no había secretos entre él y yo.

-¿Alex? ¿Puedo preguntarte algo?-dije. El asintió, con su característica sonrisa de siempre.-Sabes que nunca he tenido novio, nunca me gustó nadie y sin embargo sé que a ti sí. ¿Qué sientes cuando te gusta alguien?

La pregunta pareció tomarlo por sorpresa a mi amigo, se sonrojó apenas y miró hacia otro lado.

-¿A qué viene esa pregunta, Azul?-dijo Alexy. Me alcé de hombros, necesitaba que me respondiera eso para saber si avanzar en mi pregunta o no.

-Curiosidad.-dije. Él suspiró, de pronto se lo veía mucho más nervioso que de costumbre.

-Es extraño, sabes que no puedo decirte la chica que me gusta, pero lo que siento por ella es único. Es decir, cuando la veo siento una sensación en todo el cuerpo, como un cosquilleo fuerte. Cuando la abrazo siento que quiero tenerla en mis brazos para siempre, adoro su perfume y cuando me queda en mi camiseta es el sentimiento más hermoso del mundo. Cuando ella se encuentra triste solo quiero hacerla sentir bien y aunque me tome todo el día, siempre consigo sacarle una sonrisa.-dijo Alexy. Le sonreí, quienquiera que fuera esa chica, sería muy afortunada.

-Quiero abrazarla todo el tiempo y hacerla sentir más especial de lo que ya es, pero lo que no puedo parar de hacer es mirarle a esos hermosos labios que tiene. Me vuelve loco de amor, Alask, algunas veces siento que debería decirle todo. En fin, ¿tú que crees?-dijo Alex. Lo miré y comencé a analizar todo lo que me había dicho. Creo que lo que él sentía era amor por esa chica, yo no llegaba tan lejos pero muchas cosas coincidían con lo que sentía por Nebraska. Suspiré, sabía que yo era como una hermana para él y no se iba a enojar porque me gustar alguien, seguramente sería lo contrario, se sentiría feliz de que encontrara a alguien que me hiciera feliz. O eso esperaba.

-Yo... tengo que confesarte algo. Te pregunte eso porque me gusta alguien, y tras un tiempo viendo a esa persona me di cuenta que era tan evidente que fui una ciega todo este tiempo.-dije. Aún seguía abrazada a Alexy y sentía como su corazón se aceleraba a un ritmo vertiginoso. ¿Qué le sucedía? Él se sonrojó y comenzó a acercarse peligrosamente a mí.

-¿Quién es ese chico?-dijo Alexy. Le sonreí completamente ruborizada, lo tenía apenas a unos centímetros de mi rostro, supuse que se acercó para que al contarle la verdad nadie escuchara.

-Ese es el problema, no me gusta un chico. Me gusta una chica, y su nombre es Nebraska Hudson.-dije. 

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