Capítulo 27: Revelaciones y sufrimiento.

Mi cabeza dolía, no recordaba nada de la noche anterior. Suspire y me acomodé en la cama, me pareció un poco más dura que de costumbre, de hecho sentía que estaba encima de una colchoneta. Intenté desperezarme y descubrí que había alguien encima de mí. Supe que no era Demonio porque él era peludo y esta persona solo tenía cabello en su cabeza. Quise abrir los ojos pero noté que tenía una venda que me impedía hacer esto. Intenté ubicarme en el espacio, mi nueva casa no era y la de Castiel... ¿podría ser? Había olor a encerrado y heces, pero podría ser que Demonio no se hubiera contenido y hubiera defecado. Me sentía desorientada y comenzaba a molestarme esto, quise sacarme la venda pero noté que mis manos se encontraban debajo de esa persona que estaba encima de mí. Intenté recordar pero mi cerebro parecía completamente bloqueado, seguramente fuera porque recién despertaba.
El individuo comenzó a moverse, sentí su respiración acercándose a mí y estampándome un fogoso beso en el cuello. Debía tratarse de Castiel, solo él podía despertarse con tanto calor. ¿Calor? Esta persona estaba gélida y mi novio no importaba lo frío que estuviera, siempre tenía la piel que parecía un jodido horno.
-Castiel, ¿estás bien?-pregunte.
-Mjm.-dijo el desconocido. Lo único que recibí como respuesta de él fue una afirmación, pero antes de preguntarle qué era lo que pasaba, sus labios se dirigieron hacia mis labios donde me besó furtivamente. Parecía ansioso de mí, de mis labios, por un momento me pareció mucho más calenturiento de lo que ya era en la cama. Sentí como una de sus manos me soltaba la mía y con ésta recorrió suavemente todo mi cuerpo, apretó con fuerza mis senos hasta que solté un quejido, sentí como sonreía y posteriormente bajó hasta mi estómago donde se detuvo a acariciarme mi ombligo y piercing. Con la otra mano que tenía disponible le acaricié el cabello, el cual me pareció sucio, duro y mucho más corto de lo que siempre lo tenía. Debía recordar, ¿qué me pasaba que no podía saber qué había pasado entre mi novio y yo? Podía recordar muy vagamente una discusión un tanto fuerte entre él y yo, yo estaba llorando y solo podía ver como mis lágrimas caían encima de mis piernas, corriéndose hasta caer en el suelo. En ese recuerdo elevé la vista y vi a Castiel completamente enojado, se le veían las venas de su cuello y su puño estaba listo para golpear algo. De pronto, otro recuerdo se avivó en mi mente mientras acariciaba la espalda de Castiel. Había ido a bailar con Dakota, me estaba divirtiendo tanto con él, la música fuerte, las personas saltando, los tragos, la sonrisa del rubio... ¿Sería eso lo que hizo que Castiel enloqueciera? Lo dudaba mucho, él sabía que en nuestra relación no habían prohibiciones, de lo contrario terminaríamos.
Pero la mano colándose dentro de mi ropa interior y por mi vagina me trajo a la realidad. Castiel estaba colando sus dedos entre mis partes, intentando que yo gimiera pero lo único que estaba causando era que me sintiera incomoda. Estas manos eran toscas y agresivas, además no había ese vínculo que sentí cuando tuve sexo con él.
-Castiel, para. No me gusta.-dije. Él masculló algo mientras me besaba pero fue hasta que le quité su mano de mi entrepierna y la coloqué en mi cintura que volvió a la normalidad. Sus besos parecieron calmarse al igual que sus hiperactivas manos. Le acaricié con la única mano que tenía libre el estómago y noté que sus marcados abdominales se habían disipado a una leve marca de abdominales. ¿Qué mierda estaba pasando?
-Sabes, ayer tuve un sueño muy extraño. En él estabas tú, yo lloraba desconsoladamente mientras tú estabas visiblemente enojado. Después otro sueño me indicaba que yo me fui a bailar con Dakota y...- decidí callarme. Estaba comenzando a dudar si fue un sueño confuso o un recuerdo efímero, mierda. Me detuve mientras Castiel me besaba y mordía el labio a la vez que se quitaba la camisa. Mi mente comenzaba a recordarlo todo, había discutido con Castiel porque Alexy le dijo que me había besado en la cabaña, justo antes que el pelirrojo y yo diéramos nuestro primer beso. Y después de esa discusión Dakota apareció luciendo bastante sospechoso, vi al encapuchado misterioso y en menos de 24 horas me encontré bailando con Dake como si no tuviera novio. Recuerdo que tenía que estar con Violeta y Rosalya, pero en ningún momento aparecieron en el baile. En un momento me quedé sola y sentí como todos me observaban el trasero, los hombres en especiales me observaban con una mirada de depredador, como si quisieran comerme. Recuerdo que me sentí muy mal, pero me sentí peor cuando Dakota apareció con un trago y lo tomé con total confianza. Segundos después sentí como mis piernas dejaron de responderme, me sentí mareada y lo próximo que recordé fue ver dos sombras y a Dakota allí, sonriendo.
-¿Y?-dijo Castiel. La voz de Castiel no sonaba a él, era un poco más aguda y no sonaba con la característica gravedad que él tenía. Tragué saliva, comenzaba a darme cuenta de lo que estaba pasando.
-Y... En el baile estaba pasando bien hasta que Dakota me dio un vaso que me causó perder la conciencia mientras me decía que tú tenías razón, que debía desconfiar de él.-dije. Mi voz sonó completamente llena de nervios, empezaba a sentir que no fue un sueño, sino que fue parte de la realidad.
- ¿Y qué te hace pensar que fue un sueño, preciosa?- dijo Dakota. En ese instante mi corazón se detuvo y de pronto todo tuvo lógica. ¡Castiel había tenido razón desde el primer momento que nos conocimos! Y yo había sido una imbécil por creer que él no era un mujeriego. No pude reaccionar, me congelé del miedo, no se trataba de un beso sino que ahora era algo mucho más elaborado, me habían estado siguiendo dos personas desde que llegué a Florida, sabían perfectamente quién era y no entendía qué demonios tenía que ver yo con este retorcido problema. Es decir, no era una chica linda, era tan normal como cualquiera. Tenía pelo negro, corto y era delgada. Si me siento en la calle por 10 minutos estoy segura que voy a ver más de una persona con esas características. ¿Serian mis ojos? Lo único anormal era eso: mi bicolor mirada.
Pero escuchar la voz de Dakota me hizo estallar.
-Adoro que estés así de sumisa, ojalá pudiera ser Castiel para poder tener sexo contigo cuando quiera.-dijo Dakota. ¿Sumisa? ¡¿Sumisa?! Ya iba a ver lo que es sumisa. Él me besó mientras intentaba volver a meter su mano por dentro de mi ropa interior pero le mordí lo más fuerte que pude el labio hasta que sentí ese adictivo gusto a hierro que soltaba la sangre. El grito histérico de Dakota me confirmó que le había dolido, se retiró rápidamente mientras se llevaba ambas manos a su boca sangrienta. Escupí la sangre que tenía en la boca y puse muy mala cara. Con la mano que tenía libre me quité la venda y descubrí que me encontraba en una especie de calabozo, todo estaba lleno de mugre, herrumbre, por lo que era posible que estuviéramos cerca de la playa. También noté que en la pared habían restos de lo que parecía orina y varios sitios donde atar a personas con cadenas y esposas, había un ambiente horrible, como si me hubiera remontado varios siglos atrás donde contenían a las personas en calabozos. Si bien no era lo mismo, era bastante similar. Se me erizó la piel cuando vi eso, sentí miedo y por un microsegundo pude confirmar que de esta no salía viva.
-¡Maldita zorra! ¡Mira lo que me hiciste!-chilló Dakota.
-Y eso no es nada. ¡Me hubieras dejado en paz! Pero no te bastó, ¿cierto? Tuviste que joderme todo, ¿verdad? No te bastó que te contara todo en el hospital, de cómo unos malditos me habían herido, de cómo me sentía una mierda por creer que Víctor fue el culpable, no. ¡Tuviste que besarme sabiendo que tengo novio y que lo amo! Y tuviste que meterme tus dedos en... ¡Argh!-chillé. Me incorporé dispuesta a golpearlo hasta que estuviera inconsciente. Mi odio se apoderó de mi cuerpo y no pude hacer nada más que dejar que me gobernara, aquí la lógica no podía hacer nada. Al menos no por ahora, quería terminar algo que empezó con violencia. Pero cuando me incorporé solté un alarido provocado por mi brazo. Salí corriendo y nunca me percaté que estaba atada, tenía una esposa en mi muñeca y a su vez esta estaba atada a la pared. Esta esposa y a su vez cadena me imposibilitaba moverme, apenas tenía espacio para mantenerme de pie. Pude ver a Dakota a escasos centímetros de mí, pese a que estaba encadenada, pude ver que mantenía distancia. Supuse que se trataría por miedo o precaución que volviera a atacarlo.
-¡Ja ja! No vas a poder hacerme nada, preciosa. Estas atada y vas a estarlo por el resto de tus días. Deberías agradecerme que vas a morir teniendo sexo. Y creeme, eso no es lo único que te voy a hacer.-dijo él. Se limpió la sangre con la mano y me miró. De pronto toda esa rabia se me fue. Me caí al suelo sintiéndome rendida. No quise preguntar qué me harían o por qué me encontraba aquí, solo quería despertarme de esto. Sabía que se trataba de un sueño, tenía que tratarse de un sueño.
-¡Hey, ven aquí!-chilló Dakota. Miré hacia donde él miraba y descubrí que había una enorme puerta blindada, esto parecía salido de una mala película de terror. Alguien detrás de esta le dio a un comando que abrió la puerta, allí apareció ella: Debrah. Traía una enorme sonrisa y cuando me vio ésta aumentó. Tenía mi celular en su mano y pude ver como cruzó una sonrisa cómplice con Dakota, al cual le lanzó una gaza para calmar el sangrado. Le colocó el codo en el hombro de Dakota y tomó una postura cómoda.
-Vaya, vaya. Miren quien decidió despertar. Extrañaba verte sufrir. ¡Argh! Dakota, ponte una camisa, nadie quiere ver lo delgado que estas.-dijo Debrah.
-¿Si? Pues yo no recuerdo haber sufrido en tu presencia. De hecho, recuerdo haberte hecho una llave que te costó un machucón en el brazo y posteriormente vi como Castiel te gritaba y tú llorabas.-dije. Su sonrisa se borró y se puso histérica. Pude escuchar cómo pese a su dolor, Dakota se reía.
-Tiene su punto.-dijo Dakota.
-¡Cierren la boca! Tú tendrás una patada en los huevos y tú... No dirás lo mismo después de ver lo que Castiel está escribiendo sobre ti. Dejame recordarte ciertas cosas, discutieron muy fuerte, decidiste que no le importabas y pude ver como Ámber te tomaba una foto junto a Dake. Tengo la impresión de que esa foto va a terminar en las manos de Castiel. Oh, y pese a todo ello, tu novio ya te está extrañando. ¿Acaso no es un cielo? No como el imbécil de mi novio.-dijo Debrah.
-Cierra la boca que tu novio está haciendo el trabajo sucio.-dijo Dakota. Debrah soltó un suspiro. No, esa foto no podía terminar en las manos de Castiel. ¿Ámber también estaba implicada en todo esto? No me lo esperaría ni en un millón de años, si era cierto que era una bruja, pero no tan maldita para hacerme esto. Si Castiel veía que yo estaba yéndome a bailar con Dakota mientras él me tomaba de la mano sabía que sería el final de nuestra relación. Ya de por sí nos encontrábamos en la cuerda floja porque Alexy me besó... ¡Demonios! Nunca me había puesto a pensar realmente eso: Alexy me había delatado. Es como mi hermano y no sabía si eso era una traición o si se trataba de una típica pelea de hermanos, afortunadamente era hija única por lo que en verdad no sabía qué implicaba todo eso. Pero mi mente tuvo un dejo de esperanza: Debrah había dicho que Castiel me estaba extrañando. Nunca creí que efectivamente iba a coincidir en algo con ella, pero definitivamente mi novio es un sol.
-¿Por qué tienes mi celular? ¿Qué más piensan hacerme?-dije. Ellos rieron y vi como Debrah se ponía en cuclillas mientras me mostraba mi celular.

-Pues, te contaré. Estuve hablando por mi cuenta con Castiel, fingiendo que eres tú, y pude comprobar que definitivamente él te adora. Y ya no me cuesta decirlo porque sinceramente tengo un novio que es mejor; bueno, no sé si es mejor, ¡pero no es el punto! Lo que sucede es que él habló con su madre sobre ustedes y me dijo que ella estaba preocupada por su relación. ¿Qué crees? Le respondí "¿Quién es Val?" Así Castiel pensará que sigues drogada o que intentas olvidarte de él y su familia.-dijo Debrah. No pude evitar soltar una risa sonora, Dakota se puso histérico y de pronto Debrah pareció confundida.

-¡¿Eres idiota?! ¡Debrah!-chilló Dakota. Ella no parecía entender nada y yo apenas podía parar de reírme.

-Sí que eres idiota. ¿En verdad todo este plan lo hicieron ustedes dos? Porque Debrah deja mucho que desear. Escucha infeliz, no importa qué novio sea mejor, tú deberías enfocarte en tener uno que al menos te tolere. Y en todo caso, Castiel es incomparable. Segundo: acabas de darle una enorme pista a mi novio de que no soy yo, y no va a pensar que estoy drogada o que me olvidé de él de un día para el otro, sino que va a darse cuenta que definitivamente algo malo pasa conmigo. ¿Sabes lo que va a suceder? Si se encuentra con sus amigos grabando el sencillo, les va a decir que desconfía de mí y seguramente comiencen a investigar: cuento con que Lysandro lo traiga a la realidad. No sé cuánto tiempo pasé drogada, pero tengan en cuenta que donde Castiel se encuentre con Lys, en cuestión de poco tiempo los tendrán aquí, si es que no consigo escapar primero.-dije. Sabía que mis oportunidades de escapar eran completamente limitadas, no tenía ni idea de donde me encontraba, no sabía cómo volver ni tenía un medio de como volver. Pero eso honestamente por el momento no me importó, sabía que con lo que estaba diciendo le había causado miedo a Debrah y Dakota, ver sus rostros de pánico me dio alegría. Dakota le dio un golpe suave a Debrah en el hombro, ella le dejó mi celular a Dakota, tomó el suyo y se fue inmediatamente de la habitación mientras marcaba el número de alguien. Dakota se tomó de la cabeza mientras caminaba histéricamente por el salón a la vez que se había llevado su celular al oído.

-¿Nervioso? Escucha, si me dejas salir, prometo no ser tan ruda contigo cuando te meta una denuncia en la policía.-dije. Él me sonrió, se acercó a mí con algo de cuidado de no terminar herido y me miró. Quiso acariciarme pero se retractó al ver como lo miraba con cara de pocos amigos.

-Tú vas a morir aquí, no importa lo que hagas, no importa lo que digas, no importa quien venga a ayudarte. Yo mismo me voy a encargar de que mueras aquí. Es una pena, en verdad, tienes un rostro muy bonito. Y un cuerpo aún mucho más espectacular.-dijo Dakota. Me observó con detenimiento, me incorporé e intenté lastimarlo, su celular cayó al suelo y él me tomó con violencia del cuello. Mi respiración se cortó y sentí como me elevaba unos centímetros del suelo, intenté defenderme, pero él rápidamente me puso en la única mano que tenía libre la otra esposa. Podía ver en su rostro que se encontraba completamente enojado, sus venas se notaban y la facción de él se cambió completamente, no parecía el amistoso Dakota que conocí desde siempre. Me soltó y me caí al suelo, en búsqueda de aire, sentía que me estaba ahogando. Mierda, nunca antes me había sucedido esto.

-¿Por qué me haces esto? ¡¿Qué te hice yo a ti?! Nos llevábamos bien, nos reíamos en clases, ¿dónde está el compañero que tanto me agradaba? Dake, llegué a discutir con mi pareja por defenderte. ¿Por qué tienes que hacerme esto? ¿Es por Castiel?-pregunté. Me masajeé el cuello, no podía verlo pero podía apostar a que me encontraría con una marca cuando pudiera verme en el espejo. Dakota tuvo por un momento un destello de lucidez, suspiró y se observó las manos, pero el celular en el suelo lo trajo a la realidad, volviendo a mirarme con puro odio.

-No te importa.-dijo Dakota. Atendió su celular y me quedé en silencio escuchando como hablaba.-Sí, Debrah la cagó. ¿Le aviso a él? Bien. Cuando esté todo bien te aviso, espero que Kentin no la cague.

Kentin... ¿Dónde había escuchado ese nombre? Observé a Dakota, caminaba completamente inquieto, terminó su llamada y me miró mientras marcaba otro número en su celular.

-¿Puedes decirme qué pasa? Sé que tuviste un destello de lucidez, no eres un mal chico, por favor. Sé que no vas a matarme, algo en ti me muestra que el sujeto que fuiste hace unos instantes es solo el producto de algo en tu pasado. Por favor, Dake.-dije.

-¡No pongas esa dulce voz! No lo hagas. Usas la misma estrategia conmigo que con Castiel y no soporto al histérico de tu novio. No hagas preguntas porque si te digo algo, después el jefe las verá conmigo. Y vi lo que le hizo a un compañero de trabajo, ese hombre está mal de la cabeza.-dijo Dakota. En su teléfono una voz le respondió y nuevamente ingresó en su papel de chico malo.-Deja de seguir a Castiel y los demás, mañana cuando estén en la radio le enviaré un mensaje al pelirrojo besando a su novia. Será cuestión de segundos para ver como él explota de rabia.

-¡No! No, no, no. ¡No se te ocurra! No voy a dejar que me toques. ¿Quieres que te vuelva a morder el labio? ¡Dakota! ¡No seas hijo de puta!-chillé. Me incorporé y comencé a gritar como una demente, intenté zafar las esposas de mi mano, pero nada parecía dar resultado. Él me observó con maldad en su mirada y por un instante tuve miedo, hasta que le devolví la mirada mientras escuchaba como él hablaba por teléfono. Confrontarlo pareció una idea genial, con cualquier otra persona seguramente se trataría de una estupidez, pero él parecía no tener las agallas para hacer algo conmigo. Apenas finalizó él me sonrió, se agachó hasta tener mi mirada frente a la suya y vi maldad: pura y eterna maldad.

-Veremos si mañana cuando le envíe la foto a tu novio sigues chillando, zorra.-dijo él. Estaba peligrosamente cerca de mí, tanto que podría pegarle una patada pero no lo hice, en cambio me abalancé hacia él y le di un puñetazo en todo el ojo, me dolieron los nudillos, pero no me importaba. Las cadenas a las que estaba sujeta me pesaban y me ralentizaban en enormidades. Escuché como la puerta se abría y de allí solo escuché pasos, alguien me clavó algo en el cuello y de pronto un fuerte golpe en mi rostro me desorientó.

-¡Basta! ¡La vas a matar!-chilló Dakota.

-Se lo merece. Si le doy una dosis baja te matará a ti.-dijo Debrah.

Las voces se escuchaban distorsionadas, lentas, lejanas, como si mi cerebro se hubiera descargado, como si de pronto no tuviera energía. Dakota me empujó de encima de él, haciendo que me quedara tirada en el suelo, no tenía fuerzas para moverme, vi como Debrah ajustaba mis cadenas de los brazos, haciendo que me quedaran prácticamente inmovilizados. Me ató unas enormes cadenas en los pies y redujo mi movilidad al máximo, casi que no podía hacer ningún movimiento. Vi todo nuboso, como si mi vista hubiera sido distorsionada. Ella sacó la jeringa de mi cuello y me miró con odio.

-Ve a buscar hielo, tu ojo está en un pésimo estado. Yo me encargo de ella.-dijo Debrah. No podía moverme, pero de poder hacerlo le hubiera puesto cada de asco. Odiaba con todo mí ser a esa mujer. Dakota rió y vi cómo se tapó el ojo, me observó mientras hablaba entre susurros con Debrah. Ella finalmente se fue, dejándome sola con el rubio.

-Debo admitirlo, tienes un carácter de mierda. Pero espero que estés feliz, pudiste golpearme, bravo. Mañana cuando Castiel admita públicamente que eres su novia y vea como te beso, veremos qué opina de la imagen. Y veremos si esa hermosa sonrisa que tenes sigue en pie. Sigo diciendo que es una pena que estés con ese imbécil, tal vez cuando el jefe te vea decida perdonarte la vida, a cambio de que estés conmigo.-dijo Dakota. Puso su mano en mi mejilla, estaba frío, muy frío. ¿Acaso estaba intentando convencerme de ello? Su tacto intentaba indicarme que, efectivamente parecía estar diciéndolo en serio. Esta vez Dakota tenía precaución, como si tuviera miedo o se encontrara precavido que podía herirlo. Y de hecho, lo hubiera hecho de haber tenido algo más de fuerza, sin embargo apenas podía moverme. No dije nada, simplemente lo miré con odio.

-Si sobrevives la noche, consideralo. Es la mejor oferta que podrás tener.-dijo Dakota. Se incorporó y me besó en los labios rápidamente, chillé y me opuse, pero no controlaba mi cuerpo. La droga estaba dentro de todo mi organismo y no había nada que pudiera hacer para controlar esto. Espera, ¿si sobrevivo la noche? El rubio se separó de mis labios y me sonrió a la vez que me guiñaba un ojo. Se dirigió lentamente hacia la enorme puerta, allí Debrah le abrió la misma y pude ver cómo me sonreía con odio, me levantó el dedo del medio y cerró finalmente la pesada puerta. Comencé a observar mí alrededor en alguna búsqueda de liberarme, pero no había nada. Solo cadenas, un bol de perro con agua y nada más. Las luces hacían un fuerte y molesto ruido, pero alguien las apagó. No había una ventana ni nada que me indicara si era de día, de noche, en la tarde, si me encontraba en un sótano, en un ático o lo que fuere. Solo me encontraba yo con las cadenas lastimándome las extremidades, completamente drogada al punto que no podía ni moverme, aprisionada por un sujeto del cual mi novio me había advertido desde el primer día. ¿Cómo podía empeorar? Oh sí, de pronto comenzó a hacer frío, mucho frío. No era un sitio común, era una cámara frigorífica. Mierda.

Suspiré, debía calmarme porque hiperventilando no ganaría nada.

-¡Dakota! ¿Vas a dejarme morir así? ¡¿Encerrada como un pedazo de carne?! ¡Ven aquí, maldita sea!-chillé. No obtuve respuesta, seguramente mis gritos no se escucharían del otro lado, pero debía tener esperanza en algo.- ¡Dakota!

Nada, simplemente el silencio. El frio comenzaba a helarme el cuerpo, se calaba por mis huesos y comenzaba a dejar un rastro en cada vez que hablaba, de mis labios salía un humo que por un segundo me recordó al de un cigarrillo. Mierda, mataba por uno.

Me quedé viendo como mi aliento se dispersaba en el ambiente mientras pensaba todo: Castiel. Sí, Castiel era todo. Me encontraba en un momento de mierda, me veía desesperanzada, dudaba que saliera de esta y aun así solo quería estar con él. O al menos decirle que no era yo, que toda la mierda que estaba recibiendo de mi celular no provenía de mí. Demonios, sentí como una lagrima se me resbalaba desde mi ojo por mi mejilla. Esto me pasaba por terca, Dakota me lo había dicho: me sucedía esto por creer que el mundo era bueno. Ya no lo soporté más, comencé a llorar llena de miedo. Sí, tenía pánico de no poder salir viva de aquí, de morir completamente congelada, de no poder volver a besar a mi novio, de nunca más poder ver esos ojos grises acercándose a mi o de simplemente sonreírle. Debía admitir que el amor no era lo mío, nunca lo había sido y por esa mierda llamada amor había lastimado a mi mejor amigo. Oh Alex, lo siento tanto. Suspiré, pero también debía reconocer que el amor me había sacado de miles de situaciones de mierda, el amor que Castiel me había dado o el amor que me habían regalado todos mis amigos. Rosa, Violeta e Iris habían hecho todo por mí, Li rompió con sus "amigas" por mí, Viktor se ha comportado como un hermano mayor y Lys... Lys merecía el cielo, se estaba transformando en uno de mis mejores amigos. Y nada de lo que estaba pensando me iba a volver a suceder, todo porque no quise escuchar a mi novio, el cual seguramente esté hablando con Debrah o con Dakota, pensando que soy yo. Debo mejorarme para mañana, no voy a permitir que le rompan el corazón con la foto que el rubio piensa tomarme. El imbécil podrá hacer lo que quiera conmigo, pero no con mi novio o con cualquiera de mis amigos.

Recosté mi cabeza contra la pared mientras intentaba dormir, debía estar bien, mañana iba a escapar fuera como fuera. Comencé a ver las luces, tenía agua, si podía causar un cortocircuito tal vez podría lograr algo, o una estupidez o un plan brillante. De todas formas, dudaba mucho que estos imbéciles fueran a matarme, Dakota parecía estar obsesionado conmigo y Debrah... No creía que fuera capaz de ser una asesina, si era una basura y una zorra, pero no asesina. O al menos eso esperaba. No sé cuánto tiempo pasé observando la mismísima nada, solo sabía que había comenzado a temblar del frio y no sabía si eso causaba que mi estómago doliera, pero sentía que cada vez me dolía con mayor intensidad y frecuencia. Me pregunté si lo que me habían inyectado era algo para intensificar los movimientos gastrointestinales, pero sentía que era más cerca de los ovarios.

-¡Dakota! ¡DAKE!-chillé. No sabía de donde sacaba fuerzas para chillar tan fuerte. Pero no me iba a callar, proseguí gritando como una demente hasta que alguien abrió la puerta con muy mal carácter, era él.

-¡¿Qué mierda quieres?! Estoy en una reunión con el jefe y si no te callas te juro que te meteré mordazas para que te calles.-dijo Dakota.

-¿Qué me hiciste? Me duele el estómago. Dakota, por favor, liberame. No diré nada...-dije. Él se acercó con total brutalidad y me dio un cachetazo en la mejilla, no me lo hubiera esperando nunca. Lo observé algo asustada, mi respiración se aceleró y mi corazón también, no debía mostrarme débil ante él pero ya no podía más. Sentí como mi mejilla ardía por el fuerte golpe, de un ojo me salió una lágrima completamente involuntaria. Lo miré petrificada, él pareció arrepentirse de inmediato pero volvió al papel de chico malo.

-Debe ser hambre, hace 12 horas que no comes nada. El jefe me prohibió darte comida, así que aguantalo. ¿Por qué no tomaste agua?-dijo él. Me pareció ver un rastro de preocupación, menudo hijo de puta. No aguanté más, intenté zafarme nuevamente.

-¡No es hambre, imbécil! La porquería de Debrah me metió algo en el cuello que no correspondía, me drogó Dakota. ¡Y tú eres un sumiso de mierda! ¡No quiero tomar agua, quiero irme de aquí! ¡Quiero irme!-chillé. Él se tomó la cabeza e intentó callarme.

-Desconocido: ¡Dake! Calla a esa hija de puta, estoy hablando con Kentin sobre algo importante.

La voz de un hombre hizo que tanto el rubio como yo diéramos un brinco, completamente asustados. Yo me estremecí porque no me esperaba otra voz masculina, de hecho me esperaba que volviera a entrar Debrah con su jeringa. Pero algo me llamó la atención de esa voz, la conocía, la había escuchado antes. ¿Quién era? ¿Kentin? ¿Dónde había escuchado ese nombre antes? ¡Estaba cansada de tantos enigmas! ¡Quería la verdad y la quería ahora! No lo toleraba más, me dolía el estómago, me dolía el cuerpo en general, estaba cansada, tenía miedo, estaba incomoda y no iba a soportar más de esta porquería. Observé a Dakota, supo de inmediato que iba a hablar, en un instante sacó mi celular y pareció que iba a amenazarme con él.

-¡No me voy a callar, así que ven y callame tú! ¡Da la cara! ¡Juro que voy a hacer que pasen encerrados toda su vida en la cárcel!-dije.

-¡Alaska, callate! ¡Mira, mira! Te dejo que le envíes un audio a Castiel, ¿bien? Solo cierra la puta boca.-dijo Dakota. Mi mirada se postró en sus ojos verdes. Cerré la boca, él se agachó junto a mí y me mostró la conversación que estaba teniendo con Castiel. Dakota había hecho como que yo le deseaba suerte a Castiel, ¿ya era la mañana? ¿Ya iban a grabar el sencillo? Mierda, la noción del tiempo se perdía estando aquí. Pude notar que él envió miles de emoticones y si había algo que odiaba, era precisamente eso: no faltó ni dos segundos para que Castiel se diera cuenta de ello. De inmediato el pelirrojo le notificó a Dakota que no se tragaba que yo fuera "yo", es decir, estaba comenzando a dudar. Le sonreí al rubio, estaba jodido.

-Dime algo que tú le dirías.-dijo Dakota. Le sonreí con completa maldad, estaba en mis manos.

-¿O qué?-dije. Adoraba este aspecto de demente que tenía algunas veces. Se supone que debería estar aterrada, estaba secuestrada, pero no me importaba. Recordé como la primera vez que fui con Castiel a mi casa él me dijo que no debía tener miedo. Me había confesado que algo que le había llamado la atención de mi era precisamente eso: mi ausencia de temor. Voy a cumplir por ti, Castiel.

-O te disparo en la cabeza. Adiós Castiel, adiós Lysandro, Rosa, Alexy... Todos.-dijo Dakota. De detrás de su espalda se sacó una pistola, de su bolsillo extrajo un aparatejo pequeño, parecía una tuerca, la puso en el arma y no fue hasta que se unieron que me di cuenta de lo que era: un silenciador. Se supone que esto haría que el disparo no se escuchara, por lo que podía suponer que si querían ocultar un tiro era porque nos encontrábamos en un lugar donde al menos había casas cercanas. Genial, si lograba salir de aquí tal vez podría refugiarme en la casa de esa gente, seguramente no llevaría una buena pinta. Seguramente alguna persona me vería así y se compadecería de mí, sería todo aún mejor si me encontraba en una ciudad. Pero escuchar como Dakota recargaba balas me trajo a la realidad, tenía el arma a nada de mi cabeza, lo miré directo a los ojos. No sentía miedo, no entendía qué me pasaba, pero no tenía temor.

-Dile que soy su amorcito, su bombón, que lo amo. Ya sabes, las típicas cosas cursis que nos decimos los enamorados. Oh, es cierto, eres un tanto acosador y dudo que tengas novia. Pobre Dake.-dije. Él refunfuñó y me golpeó con la culata del arma en el rostro, chillé de dolor mientras sentía como una gota de sangre se resbalaba de mi frente directo hasta mi mejilla. Él pareció disculparse con la mirada, tomó parte de mi vestido, lo rompió y me lo puso en la frente para que me limpiara mi herida.

-Si él sospecha aún más de ti, será peor el golpe que viene, y así hasta que estés inconsciente. Como se nota que te encuentras mal, en otro momento me hubieras atacado. Oh, pobre Alaska, no puede moverse.-dijo Dakota. Lo miré con odio mientras veía como se retiraba, antes de cerrar la puerta vi como presionaba algo y eso hizo que las luces se prendieran y que a su vez la cámara frigorífica se detuviera. Sentí alivio al estar un poco mejor, no iba a aguantar mucho más el frío, por razones biológicas. Pasé mi vestido por mi frente y vi apenas unas gotas de sangre, afortunadamente no era demasiado profundo el corte. Recosté mi cabeza en la pared, observé el agua, mi garganta comenzaba a estar seca pero no creía que tomar esa agua fuera una buena idea, pese a que se veía limpia. Mi mayor preocupación era mi estómago, dolía y mucho, demasiado para tratarse de un dolor de panza. Había estado teniendo drogas en mi cuerpo durante un corto tiempo, entre ayer y hoy me habían drogado dos veces, supuse que podría tratarse de eso. ¿Y si no era eso? ¿Y si en verdad me habían hecho algo? Mierda, mierda, mierda. Vamos, Castiel, debes descubrir lo que sucede aquí. No sé cómo va a adivinar dónde me encuentro porque ni yo sé dónde estoy. Debo conseguir un celular, de ser posible el mío, allí podría enviarle la dirección donde me encontraba a alguno de mis amigos, a quien sea. Odié pensarlo, pero tal vez si conseguía besar a Dakota por un tiempo prolongado, podría tomarle el celular y a su vez hacer lo que tenía pensado. Lo siento, Castiel, pero era por una fuerza mayor. Suspiré, no quería hacerlo, esto no parecía real: ¿cómo esto podía pasarme? Soy una persona normal, no debería pasarle a nadie, pero menos a mí que pertenezco a ese enorme margen de personas que son tan comunes como cualquiera. Observé todo, buscando constantemente algo para escaparme, pero no parecía tener ideas.

No sé cuánto tiempo pasé observando la nada, hasta que escuché como la puerta se abría, allí aparecieron Debrah y Dakota, ambos con una sonrisa. Me pregunté si serian pareja, estaban todo el tiempo juntos. Recordé que en mi trabajo Dakota me había ayudado a plantarme contra Debrah, había sido todo una farsa, obviamente. Ella permaneció parada mientras me observaba con recelo, mientras que Dakota se acercó a mí y se sentó en el suelo. Tenía una radio consigo, la puso en el piso y tras cruzar una mirada con Debrah, encendió la misma. En la emisora se podía escuchar una voz que también me parecía haber oído antes, estaba presentando a un grupo: Demons. Escuché la voz de cada uno de mis amigos presentándose, Lysandro habló un poco sobre su relación con Violeta, a lo que no pude evitar sentirme extraña. De pronto sentí como si nunca más fuera a volver a escuchar la gruesa voz del peliblanco, o la suave y dulce voz de Nathaniel, o la clamada voz de Viktor y aun peor: la de Castiel. Grandullón... Los ojos se me empaparon en lágrimas pero al escuchar la risa de Debrah las contuve como pude. No le iba a dar la satisfacción de verme así, mal. Suspiré.

-¿Por qué no lloras? ¿No te importa? Nunca te importó, lo sabía. Castiel se interesó por ti y lo único que hiciste fue jugar con él.-dijo Debrah.

-¡No estás en posición de decir absolutamente nada! Tu sí jugaste con él, lo hiciste mierda y por tu culpa él quedó destruido. Tuve que reconstruirlo, hacerle entender que las mujeres no todas somos malas, que algunas estamos dispuestas a hacerlo todo por él y yo no soy la excepción.-dije.

-Lamento decirte que sí, lo serás. Le vas a romper el corazón en este instante.-dijo Dakota. Él se acercó a mí con mi celular en la mano, me tomó de las mejillas dispuesto a darme un beso. Intenté resistirme, pero razoné lo que había pensado momentos antes, debía dejarme para al menos intentar quitarle el celular e intentar conseguir algo de información. Vi sus ojos verdes, intenté hacer de cuenta que nada de esto estaba pasando y que simplemente estaba besando a un chico lindo. Imaginé que no tenía novio y que solo sería un beso, como solía hacer en Oregon cuando salía a bailar sola. Sí, solo un beso. Sus fríos y muertos labios se chocaron contra los míos, su mano me tenía con fuerza y cerré los ojos. Recuerda, es un chico lindo, es un chico lind...Castiel... Los labios del pelirrojo, aquellos hermosos e hipnóticos labios, aquella sonrisa hermosa, la picardía y el amor que había en cada beso. Una lágrima se me escapó y sentí el sonido del celular captando una foto. ¡Deja de pensar, actúa! Le acaricié la espalda y mis manos se dirigieron lentamente hacia sus bolsillos, ¡bingo! Su celular. Podía escuchar de fondo como Castiel hablaba de mí por la radio. Abrí los ojos, Debrah estaba comiéndose las uñas, intentando parecer desinteresada pero en verdad se veía que estaba llena de rabia. Mejor, estaría distraída y podría sacar el celular sin que nadie se enterara.

Castiel: Sí, del grupo solo Lysandro, Alaska y yo tenemos una pareja estable y que parece ser duradera.

Castiel, cariño... Iba a confesarle a todo oyente que él era mi novio. Lo amaba, no contuve mis lágrimas y Dakota comenzaba a sentirlo. No lloraba por el beso, sino por lo que iba a hacer para intentar disimular que le iba a meter la mano en el bolsillo al rubio. Le desabroché el pantalón como pude, mientras él me besaba pude ver como sonreía. Comencé a llorar con mayor intensidad, tomé con una de mis manos a su pene por encima de su calzoncillo. No podía creer lo que estaba haciendo, por más que se tratara de, posiblemente mi única esperanza, se sentía horrible. No quería hacer esto, me sentía extraña haciéndolo con Castiel quien era a quien amaba, se sentía aun peor con Dakota quien era un hijo de puta. Recordé como mi novio me había advertido sobre esto, el rubio quería que le hiciera sexo oral y tampoco le creí al pelirrojo. Y ahora lo haría únicamente para conseguir su celular.

-Debrah, enviale la foto a Castiel. ¿Qué te pasa, Alaska? ¿Por qué te detienes?-dijo Dakota. No me había percatado, pero había dejado de masajeársela. Mi estómago me dolía cada vez más, comenzaba a sentirme muy mal: culpa, con dolor físico y emocional. Me limpié una lágrima mientras veía a Dakota.

-¿Por qué haces esto? Por favor... Él es mi novio, si tienes algún problema resuelvelo conmigo, no con el amor de mi vida. Es lo que más quiero en el mundo.-dije. Mi voz fue casi un susurro, de hecho ni Debrah pudo escucharlo. Sentí como el pene de Dakota, el cual comenzaba a estar firme, de pronto comenzó a estar algo más flácido. Sin embargo la voz del locutor nos trajo a todos a la realidad, Castiel había quedado en silencio y el locutor le estaba pidiendo que se quedara en la sala. Ya no había vuelta atrás, Castiel se había creído con toda razón de que Dakota y yo estábamos juntos. Miré al rubio directamente a los ojos, yo estaba llorando desconsoladamente mientras escuchaba la risa satisfecha de Debrah.

-Eres un monstruo, Dakota.-dije. Él se quedó petrificado, simplemente me miraba bastante horrorizado. Pareció darse cuenta que lo que había hecho no estaba nada, nada bien. Debrah le puso una mano en el hombro y me observó, apenas me vio así de destruida sonrió con completa felicidad.

-Vaya, vaya. Al final sí lo quieres. Que dulce, pensar que él ahora te odia, a fin de cuentas, nadie termina con su novia por la radio. Oh que pena, supongo que tendrás que conformarte con esto.-dijo Debrah. Me lanzó una camiseta, la cual en el momento que se impactó contra mi cuerpo me pareció similar, tanto por el color como por el hermoso aroma que desprendía. Me limpié una lágrima y vi con claridad que se trataba de una remera roja, era de Castiel. Me incorporé como pude al tiempo que empujaba a Dakota, observé histérica a Debrah.

-¡¿Qué le hiciste?! ¡Como tú o alguien le haya hecho algo, juro que la van a pagar, y muy caro!-chillé. Ella se rió mientras se iba dirigiendo hacia la puerta.- ¡Debrah! ¡Vuelve aquí de inmediato! ¡DEBRAH!-Dije. Mis piernas comenzaban a temblar por la droga que aún estaba en mi cuerpo, pero no me importaba. Comencé a intentar zafarme tanto de pies como de manos, estaba gritando tan fuerte que mi voz hacia un molesto eco en el lugar, Dakota me observaba algo atónito por la fuerza de mis pulmones.

-Callate, en serio. No le hizo nada.-dijo Dakota. De pronto su voz se escureció, se abrochó los pantalones y me miró. La puerta se abrió bruscamente, de allí apareció Debrah con nudillos de latón ya puestos en sus manos. Mierda. Se acercó a mí y me empujó contra la pared, quise defenderme pero no tenía fuerza.

-Sostenla fuerte.-dijo Debrah. Dakota me sostuvo de ambas manos, inmovilizándome. Ella me miró con odio y prosiguió hablando.- ¿Recuerdas cuando me dejaste mal enfrente de Castiel? El mismo día que le confesaste toda la verdad, que yo había separado su amistad con Nathaniel, que casi consigo hacer lo mismo contigo y con él. El mismo día que le dijiste que yo rompí su guitarra, ese día me trataste como la mierda y ya que mi venganza pareció ser una porquería, pienso vengarme ahora. Esa camisa la robé de su casa mientras Demonio no estuvo en la misma, el perro de mierda parece saber que estoy obsesionada con él. Y bueno... al menos agradece que te dejo sentir algo similar a Castiel.

-No te voy agradecer nada, zorra. Aun no respondiste mi pregunta, ¿qué le hiciste?-dije. Ella me observó con odio, cerró su puño y me golpeó con los nudillos de latón en el rostro. Sentí como mi piel ardía y la sangre brotaba de mi mejilla y nariz. Me caí al suelo y en segundos tuve a Dakota sosteniéndome una vez más. Debrah ahora se veía un poco más imponente, me observaba con clara superioridad. Escupí algo de sangre y comencé a asustarme, en ese momento mi estómago me dio un retorcijón, haciéndome retorcerme en mi dolor.

-¡La zorra eres tú! Te revolcaste en la cama con él.-dijo ella. Iba a volver a golpearme pero Dakota se lo detuvo.

-Calmate, un golpe bien, pero la idea no es matarla antes de que el jefe llegue. Mira el estado en el que se encuentra.-dijo Dakota. Ella resopló, pero yo no pude contenerme.

-¿Y? Es mi novio, puedo hacer lo que quiera con él en la cama. ¿Estas celosa porque tu no pudiste? Seguramente te encontrabas orgullosa de decir que tú te habías acostado con él, cuando nunca fue así.-dije. Ella iba a golpearme, esta vez Dakota la tomó y la alejó de mí.

-¿Nunca te cansas, cierto?-dijo ella. La odié, sentía que cada palabra que salía de su boca hacía que la odiara mucho más. Ella me sonrió, tomó mi celular y mientras escribía iba recitando lo que ponía en mi móvil.

- "¡Cariño! Suenas increíble, la guitarra que te regalé está dando sus frutos, ¿verdad?" Listo, con esto Castiel no dudará más.-dijo ella. De pronto su rostro se transformó, le mostró algo a Dakota y él también pareció preocupado. Cruzaron unas miradas y se fueron de la habitación. Sonreí, ellos no se habían dado cuenta que yo había visto de lo que se trataba, Castiel les había respondido "Vamos a por ti, hijo de puta. Tocale un pelo a mi novia y te quedarás sin huevos." Oh sí, ese era mi novio. Por un segundo no me importó sentir la sangre recorriendo mi rostro, o que me encontraba con un dolor de estómago espantoso, ni mucho menos que estaba encadenada, no. Nada de eso importaba, solo era redundante que mi novio sabía que yo no estaba haciéndole esas maldades y que, seguramente si salía de esta, podríamos estar juntos nuevamente. Me limpié la sangre con mi vestido y me acurruqué con la camiseta de Castiel, su olor entre todo el aroma de porquería que había aquí adentro hacía que me trajera un recuerdo a casa, a hogar. Él era mi hogar. Cerré los ojos y simplemente me digné a esperar, debía esperar a que me encontrara completamente sola y así podría intentar encontrar algún tipo de información en el celular de Dakota. Me sorprendí que no se hubieran dado cuenta de que en verdad lo había tomado.

Pero eso ya no importaba, solo cerré los ojos y fingí que me encontraba en el pecho de Castiel, siendo rodeada por sus enormes brazos. Adoraba cuando eso sucedía, era algo sumamente idiota pero parecía que cuando me abrazaba se creaba una muralla enorme de la cual nada podía hacerme mal. Suspiré, solo rogué estar pronto así con él. ¿Era mucho pedir? Dada mi situación, sí, probablemente lo fuera. Hubiera dado todo por volver a estar así con él, no lo sabía pero en ese entonces era feliz. Quería ahogarme en mi llanto, pero tampoco quería llorar, maldita sea. Me volteé en dirección a la puerta, no se escuchaba absolutamente nada, pero tenía la impresión de que nadie volvería en un tiempo. El celular de Dakota se encendió, observé la hora, era apenas la 1 de la tarde. Mi estómago gruñó, ahora estaba sintiendo los efectos de no comer y del propio dolor. Observé el agua, ¿qué más daba? Si no tomaba seguramente me deshidrataría y eso nunca era bueno, menos si quería tener alguna posibilidad de escapar. Hice un cuenco con mis manos las cuales llené con agua y tomé de allí, no quería tocar el bol del perro, prefería beber directamente de mis manos. Pude ver en el reflejo del agua que me encontraba en un pésimo estado, tenía sangre cubriéndome todo el rostro, mi mejilla comenzaba a hincharse, mis manos comenzaban a tener marcas de las esposas, al igual que las otras marcas restantes. Sin mencionar que tenía todo el maquillaje corrido, estaba con los ojos hinchados por llorar y me encontraba completamente despeinada. No importaba, solo importaba conseguir datos. Encendí el celular de Dakota y de inmediato noté que tenía patrón de desbloqueo, mierda, esto sería imposible. Comencé a probar, una tras otra vez, la pantalla se me bloqueó varias veces pero seguía intentándolo. Podía ver como las horas transcurrían, mi estómago cada vez hacia más y más ruido y pese a todo, me sentía feliz poder tener un celular en mis manos. Podía ver como el tiempo transcurría y por más que eso me causaba ansiedad, se sentía real, sabía que no perdía la noción del tiempo.

Hasta que de pronto, una notificación llegó al celular: era del "jefe." Pude leer algo de ésta, decía "Kentin y yo vamos para ahí, abr..."

-¡Mira quién tiene mi celular!-chilló Dakota. Una fuerte voz me alertó, era Dakota que se dirigía con todo el enojo del mundo hacia donde yo me encontraba. Pude ver que traía los nudillos de latón en la mano, pero nunca me hubiera esperado que efectivamente él los usara contra mí. Me tomó del cuello y comenzó a golpearme fuertemente en la mejilla, yo empecé a gritar del dolor e intenté defenderme en vano. Le enterré las uñas en la cara a Dakota, éste dejó de golpearme y de la nada se quedó simplemente quieto. Mi respiración estaba muy acelerada, sentía pánico y tenía tanto miedo que sentía que me orinaría encima. Nunca había tenido un episodio de violencia tan fuerte... Lloré, lloré como una demente mientras sentía las lágrimas mezclándose con la sangre que ya recorría mi rostro y caía por la punta de mi barbilla. Dakota soltó los nudillos de latón y me miró.

-¿P-Por...qué? Para, p-por favor. Dejame en p-paz...-dije. Mi voz sonó como un hilo. Pude ver detrás a Debrah como sonreía y disfrutaba del panorama, noté que dejó la puerta abierta. Intenté zafarme lentamente pero pude ver mis muñecas completamente magulladas y destrozadas de intentar forzarme.

-Tomaste mi celular. ¡¿Qué hiciste con él?! ¿Pediste ayuda? ¿Llamaste al 911? ¡¿Qué hiciste?!-chilló Dakota.

-Nada, no hice nada. Solo quiero irme, por favor. No iré a la policía, ni siquiera iré a un médico. Déjenme tirada en una desolada carretera, yo llegaré por mis medios a mi casa. Solo quiero irme, se los ruego.-dije. Noté que Debrah me estaba filmando mientras sonreía y se deleitaba con mi angustia.

-¡Mierda! Esto vale oro, Alaska Blue rogando.-dijo ella. Quise golpearla, pero no podía, no valía la pena.

-¿Sabes qué? A la mierda, el jefe me lo prohibió pero no lo aguanto más. Además, así te funcionará como castigo: nunca más vuelvas a tomar nuestras cosas o siquiera intentarlo.-dijo Dakota. Debrah al comienzo puso sus ojos como platos, pero posteriormente sonrió con maldad, como si supiera exactamente de lo que se trataba o lo que iba a hacer. Dakota sonrió, me miró de pie a cabeza y esa fue la segunda vez que sentí pánico, mi respiración se agitó, mi corazón bombeaba con tanta fuerza y tanta velocidad que fácilmente podría salirse de su curso. No, no, no, conocía esa mirada.

-Dakota, no. Ni siquiera lo pienses.-dije. Mi voz tembló, estaba petrificada. Miré a Debrah en un intento de auxilio, pero lo único que conseguí fue que me observara. El rubio me miró con unos ojos de depredador, se quitó la campera, la camisa y se desabrochó el pantalón. No, por favor que no hiciera lo que pensaba que realmente iba a hacer. Extendió una mano hacia mí, dispuesto a quitarme el vestido, pero no pudo porque comencé a gritar como una enferma. Intenté golpearlo con pies y manos, pero lamentablemente no logré herirlo. En segundos sentí un fuerte picor en mi pie derecho, era la cerda de Debrah drogándome aún más.

-Vas a terminar matándola.-dijo Dakota.

-Se lo merece, la zorra solo quiere ser cogida por Castiel. No todo lo que brilla es oro, pecosa.-dijo Debrah. De inmediato mi cabeza comenzó a dar vueltas, me sentí mal, cansada, mi estómago no daba más. No, Alaska, vamos. ¡Vamos! Intenté moverme, pero lo próximo que sentí era como Dakota se me tiraba encima mientras me besaba furtivamente. Sentía su lengua en mi boca, sus delgados labios me molestaban, todo en él me molestaba. Quería morderlo, pero no parecía tener fuerzas para hacer nada. Mis labios se encontraban resecos, solo quería golpearlo y zafarme de esto. Él se alejó de mí y me observó con una sonrisa, la sangre que brotaba de mí se había chocado con su rostro, él se limpió en mi vestido y posteriormente me limpió la cara.

-Sí que eres linda, es una pena que nunca me hayas dado una oportunidad. Estamos predestinados, preciosa.-dijo Dakota. Su mano se posicionó en mi mejilla y poco a poco descendió hasta mis senos, intenté chillar y de hecho algo pude chillar, peor él me tapó la boca. Rompió mi vestido y de inmediato expuso mis pechos, los cuales apenas eran cubiertos por mi sostén. Comencé a llorar, me sentí horrible. Odiaba mi cuerpo, me encontraba exageradamente delgada, mis clavículas se veían muy pronunciadas, al igual que mis costillas y vértebras, pude ver como a Dakota y a Debrah les generó asco verme así. No me gustaba que otras personas vieran mi cuerpo, me había costado mucho sentirme cómoda con Castiel mientras hacíamos el amor, ser violada por este imbécil era algo espantoso. No soporté más, comencé a llorar y a intentar resistirme. Dakota hizo fuerza contra mí mientras me besaba uno de mis senos a la vez que se iba desprendiendo el pantalón.

-Dake... Por favor.-dije. Él sonrió, pude ver como estaba disfrutando de esto, tenía su miembro ya completamente erecto, maldito hijo de puta.- ¡Dakota! ¡No me toques!-chillé.

Nada, no sirvió de nada, prosiguió rasgando el vestido hasta que ahora expuso mi ropa interior por completo, se veía mi estómago agitado por mi respiración y mi entrepierna. Él quiso poner la mano directamente por debajo de mi ropa interior, queriendo tocar mi vagina pero algo en mí nació y creció: logré darle una patada directamente en los huevos. Sonreí y estallé en una furia inaudita.

-¡Te dije que no me tocaras! ¡Vete a la mierda! ¡Prefiero que me mates ahora mismo antes de que vuelvas siquiera a tocarme!-dije. Me encontraba llorando, ya no sabía que sentir, tenía miedo, pánico, temor, ira, enojo, ansiedad... Lo odiaba, no podía creer que había discutido con mi pareja por defender a este violador. ¡Había considerado a Dakota como mi amigo! Maldita sea. Él se llevó sus manos directamente hacia su entrepierna luego de algunas maldiciones, pero posteriormente me observó, me enterró la mirada y me tomó con total violencia.

-Voy a hacerlo, lo quieras o no, te guste o te disguste, te voy a hacer el amor porque es algo que quise desde el primer día que vi tu trasero. En mis 24 años nunca vi una cola tan perfecta y tan formada, pese a que tienes esos ojos raros, es lo que más linda te hace: tu mirada y tu cola.-dijo Dakota. Me atrajo hacia él e intentó quitarme la ropa interior, lo que sucedió allí fue algo muy confuso. La droga estaba haciendo efecto en mi cuerpo, mi enojo también y mi vista comenzaba a traicionarme. Alguien grande tomó a Dakota, lo lanzó contra el suelo y le hizo una llave. Pude ver como Debrah se preocupaba y observaba a estos jóvenes horrorizada, sabía que se trataba de un hombre y uno grande. ¡Castiel! ¡Debía tratarse de él!

-¡Castiel! ¡Grandullón!-dije. De inmediato sentí esperanzas, todo iba a estar bien, todo. No iba a morir, él me quería, ¡aun le importaba! Y no solo eso, sino que vino a buscarme. Demonios, odiaba tener el papel de damisela en peligro, pero honestamente no me importaba una mierda.- ¡Castiel!

-¡¿Estás loco?! ¡El jefe te avisó que venía para aquí y tu haciendo esto! ¿Quieres que vuelva a quemarme por tu culpa? ¡Esta vez no asumiré tu responsabilidad! Comportate, ¿quieres?-dijo Kentin. Esa voz... No era Castiel, era bastante más suave que la de él y con mucho menos enojo. Cerré los ojos fuertemente e intenté visualizar mejor, busqué un cabello rojo pero lo único que encontré fue un cabello rubio y dos castaños. ¿Castaños? ¿Castiel, donde estás? Allí encontré a un chico de ojos verdes encima de Dakota, el cual estaba incorporándose gracias a que él le tendía la mano. Se levantaron y los tres me miraron, el castaño miró hacia otro lado, Debrah comenzó a grabarme y Dakota puso cara de asco.

-Descuida, de todas formas no haré nada con ella. Mira, está toda menstruada.-dijo Dakota. ¿Qué? Observé hacia mi entrepierna, tenía mi ropa interior aun puesta pero se podía ver como estaba visiblemente roja. ¡Sí! Nunca creí decirlo, pero mi período me había alegrado el día, nunca pensé alegrarme tanto por tenerlo. Pero eso no invadió mi mente, sino que fue reconocer al chico que estaba observando hacia otro lado.

-¡Tu! Tú eras el fanático que me vendió la guitarra de Castiel... ¿Qué haces aqu...? No, no. ¿¡En serio eres parte de esto!? ¡¿Qué demonios está pasando aquí?! Por favor, ya no doy más. Quiero explicaciones, quiero despedirme de Castiel y mis amigos y luego mátenme. A fin de cuentas, es lo que me vienen diciendo que harán y nunca lo hacen.-dije.

-L-Lo siento, esto es todo un gran malentendido. Ten...-dijo Kentin. El desconocido no tan desconocido se quitó su campera militar y me la dio para cubrirme al menos desde mis senos hasta parte de mis piernas.

-Creo que yo puedo darte explicaciones.-dijo una voz. Una voz me llamó la atención, provenía desde fuera del recinto, los cuatro miramos en dicha dirección. Allí apareció él, caminando lentamente. Entró a la habitación con una sonrisa inmaculada, se lo veía contento, orgulloso, como si la persona que se encontraba atada no fuera yo y se tratara de un premio. Odio, fue lo único que pude sentir.

-Hola, hija.-dijo Felipe.

-¡¿Hija?!-Chilló Kentin.

-Hola, hijo de puta.-dije. Felipe, mi padre, se puso de cuclillas, observándome. Le lanzó rápidamente una mirada a Dakota y a Debrah y estos dos salieron corriendo hacia fuera del salón, el primero se fue poniéndose los pantalones y una camiseta. El castaño estaba completamente atónito, pero una vez que vio que sus compañeros se iban, él pareció querer imitarlos. Pero mi padre no se lo permitió, le tomó el brazo fuertemente y se quedó en silencio observando el suelo. En segundos apareció Debrah con un Martini, el cual se lo entregó a Felipe. Le dio un suave sorbo mientras Dakota aparecía con una silla, mi padre se sentó enfrente a mí y me sonrió, oh cuanto lo odiaba.

-¿Y? ¿Qué esperas? Dejame ir.-dije.

-Se nota que tu madre no te ha puesto mano dura, este comportamiento es intolerable en mi casa.-dijo Felipe.

-¿Qué haces libre? ¡Se supone que debías pudrirte en la cárcel! Mi vida fue un jodido alivio cuando supe que los policías te habían arrestado, sabía que te ibas a pasar el resto de tus miserables días en la cárcel y de hecho lo esperaba. Esperaba que te violaran, que te hicieran todo el mal posible, que te lastimaran, que te pegaran hasta hacerte todo el daño que me hiciste a mí. Ya mi madre no me importa, es una basura como tú. ¡Debías pudrirte en la cárcel, pedazo de escoria!-dije. No me contuve y le escupí directamente en el rostro. El soltó el vaso al suelo, rompiéndose en mil pedazos y me pateó el estómago. Solté un alarido y pude ver como el castaño ponía cara de dolor mientras veía como hacía algo en mi celular. Me observaba con completa pena mientras mi propio padre me golpeaba a más no poder. El dolor que tenía por mi periodo parecía inexistente en comparación a esto, sentía que una de mis costillas podría perfectamente quebrarse en breves, estaba llorando y chillando como una demente.

-¡Alejate de mí! ¡Ayuda, por favor!-chillé. Miré la verde mirada del chico y vi como suspiró y le puso una mano en el hombro a Felipe. Eso pareció calmarlo, se arregló el cabello y se sentó delicadamente en la silla. El castaño se fue observándome mientras parecía escuchar algo en mi móvil.

-¿Cómo puedes hacerle esto a tu propia hija? ¡A tu hija! Es claro que nunca fui una figura como tal para ti, pero ¿por qué? ¿Por qué ahora? ¿Por qué así? ¿Por qué espiarme? ¿Cómo conseguiste dar conmigo? Quiero explicaciones.-dije.

-Sigues siendo igual de ansiosa como siempre. Solo que ahora estás un poco más... Crecidita. Está bien, al final de lo que te voy a explicar te voy a proponer un trato y sé que te vas a negar, por lo que podré contarte todo. Di a ti gracias a alguien que nunca creerás quien fue: Alexy.-dijo Felipe. ¡¿QUÉ?! ¡¿ALEXY?! Mierda, no, no podía serlo. ¡Alexy! No, él no podría haberme traicionado, entendía que para él que yo estuviera con Castiel significaba como una traición, pero nunca haría tal acto de maldad. ¿O sí? A fin de cuentas, ¿conocía a las personas? aquí estaba, atada, maltratada, casi violada, hambrienta, menstruada, sedienta, de todo y todo gracias a mi padre. ¿Podía decir que conozco a las personas?

-¡Ja, ja, ja! Mirate la cara. Sí, fue Alexy, tu mejor y querido amigo Alexy. Pero primero debemos remontarnos a cuando me pusiste esa denuncia. Fui a la cárcel, conocí gente maravillosa, me emití en el mercado negro y la mafia y ahora gracias a ellos soy la mente de esta ciudad de mierda. Todo está en mis manos, el sistema, el gobierno, la policía, todo. Allí comencé a buscarte, los inútiles de Dakota y Debrah secuestraron a varias chicas antes de llegar a ti.

-¿Qué?-dije. Coincidía con lo que Castiel me había dicho, él había visto como Dakota había secuestrado a alguien, pero supuso que ella estaría borracha. Mierda, todo tenía sentido.-Espera, ¿y a Dakota de donde lo conociste?-dije.

-Es amigo de Kentin, a él lo conocí en prisión, descubrimos algo que nos unía y desde allí ha estado obligado a estar conmigo. Debrah es la novia de Kentin y ya sabes, la muy zorra por dinero hace lo que sea.-dijo Felipe.

-No me sorprende, pero espera. ¿Alexy? Él no lo habría hecho.-dije.

-¿Cómo puedes asegurarlo? No lo vi especialmente contento cuando se enteró que te estabas revolcando en la cama como la puta que eres con Castiel. Oh que por cierto, dejaré esto aquí únicamente para que te sientas aun peor.-dijo Felipe. Dejó su celular en el suelo mientras se podía escuchar una radio, en ella una voz presentaba el primer single de la banda: Love bites. Allí se podía escuchar como Viktor tocaba las baquetas unas cuantas veces y después iniciaba la canción, reconocí de inmediato la guitarra de Castiel y la de Nathaniel, puesto que el pelirrojo la tocaba con un odio mucho mayor al que yo era capaz de reproducir en las notas. Comencé a sentirme mal, ya no era dolor físico, sino que emocional. Quería verlos, quería tocar con ellos, divertirme, reír... No me había dado cuenta hasta ese instante que anteriormente me había rendido con mi vida, les estaba pidiendo que me mataran, ¿para qué? ¿Para nunca más ver a mi novio? No, ni loca. Desde este instante iba a luchar, no me iba a rendir. Escuché como Lysandro con su característica voz grave comenzaba a cantar, era increíble su voz, su odio la ambigüedad del peliblanco era impresionante. Oh Lys, daría mucho por volver a tocar una canción contigo en el escenario. Suspiré, observé a Felipe y él me miró algo sorprendido.

-En verdad pensé que te ibas a largar a llorar. ¿No te sientes mal? ¿Saber que nunca más volverás a verlos? Vaya, sí que te has vuelto dura con el tiempo. Bueno, te contaré todo mientras escuchas por última vez a tus amigos. Alexy nunca me ayudó como tal, simplemente sabía que él había sido tu mejor amigo o tu novio, honestamente no me importa, y sabía que seguía enamorado de ti. Por lo que nunca lo espié directamente, pero sí estuve pendiente de él. Sabía que lo adorabas, así que nunca te despedirías de él, por ende lo espié mediante las redes sociales. Hasta que un día, en una de ellas subió una foto de un dibujo sumamente especial: eras tú y él. Y conocía tus dibujos, debo decir que admito que mejoraste y mucho. Me mantuve alerta hasta que él subió otra foto, una imagen sacada de una polaroid en la que ambos estaban abrazados en...-dijo Felipe.

-En un árbol en el parque... ¡Mierda! Siempre nos tuviste bajo la mira. ¿Por qué? ¿Por qué todo este empeño en buscarme? Nunca te importé, nunca te importó Lucy, nos hacías mierda todas las noches, nos gritabas, nos pegabas, no sabes todo lo que tuve que atravesar. Se supone que eres mi padre, pero obviamente no te veo como una figura así. ¿Por qué nunca pusiste tanto empeño en ser un padre? O un esposo... Hubiera sido mucho más fácil. No sabes lo mal que la he estado pasando, los hombres me aterran por tu jodida culpa. ¡El imbécil con el que Lucy sale intentó golpearme y yo no me...!-dije.

-No te defendiste, lo sé. Mi equipo y yo estuvimos rastreándote por varios meses para saber si definitivamente se trataba de ti. Te estudiamos mucho, buscamos tus puntos débiles para que cuando este día llegara, tú accedieras a lo que te voy a proponer. Y como no accedas...-dijo Felipe.

-¡Yo no voy a acceder a nada de lo que tú me quieras dar! ¡Nada! ¡Voy a luchar por mi vida cada instante, Castiel me necesita, mis amigos me necesitan! Inclusive el perro de mi novio me necesita, quiero ser feliz y mi felicidad está muy lejos de estar contigo. ¿Ves esa radio? ¿Escuchas lo que suena? Esas personas tienen mi felicidad, Rosa, Violeta, Alexy, Iris, Valerie... Todos ellos, ellos son mi felicidad. ¡Tú solo traes desgracias para todos nosotros! Desde que huimos de ti mi vida fue un infierno y un paraíso, atravesé mil mierdas y recién ahora pude conseguir una fam...-dije.

-¿Una familia? ¿Y qué me dirías si es lo que te puedo ofrecer? Sabes, la cárcel, los narcotraficantes, el mercado negro, asesinar chicas, todo eso es muy divertido. Pero extraño llegar a casa y fingir que las quiero.-dijo Felipe.

-¿Nos quieres? ¡¿Nos quieres?! Tú mismo lo estás diciendo, nunca nos quisiste, siempre fue una farsa. ¡Ya deja de mentir! Mi familia no es contigo, mi familia es con cada uno de mis amigos, mi familia está en mi casa, donde pasaré noches enteras con Castiel, con la banda, con mis amigas, con mis suegros, con mi cuñada, ellos son mi familia. Tú nunca lo fuiste.-dije.

-¿Y si te ofrezco un hermano?-dijo Felipe.

-¿Qué?-dije. En ese instante apareció el tal Kentin. Observó el ambiente, apagó el celular del cual ya la música no se escuchaba y bajó la mirada. Felipe le dio un suave toque en el estómago y lo miró. Le pidió algo con la mirada que no pude comprender, él suspiró algo molesto y me enterró la mirada. Allí dirigió sus dedos a uno de sus ojos y de allí se sacó un lente de contacto. Lo que vi allí me sorprendí en enormidad: teníamos la misma mirada bicolor. Él la escondía su ojo azul bajo un lente de contacto verde, haciendo que sus ojos estuvieran del mismo color. No podía creerlo, ¿acaso era cierto? ¿Acaso de verdad tenía un hermano? Él me mostró una suave sonrisa, era como verme en un jodido retrato. Mi respiración se aceleró, observé a Felipe el cual sonreía orgulloso. Se incorporó y le pasó una mano por sus hombros, a Kentin pareció molestarle tal acto pero se aguantó.

-Miren, mis niños por fin reunidos.-dijo Felipe.

-N-No entiendo.-dije. Kentin suspiró.

-Escucha, yo tampoco entiendo nada. Me acabo de enterar hace nada que tú eras mi hermana y me siento una mierda por haberte hecho todo lo que te hice. Y más, cosas que no sabes que hice o que seguramente te haré. Lo siento, ordenes son órdenes. Yo conocí a papá en la cárcel, me enviaron allí por un crimen que no cometí. Un día él me dijo que había tenido un hijo hace 19 años, me dijo que la señora se llamaba Carmen. Coincidía conmigo, al describírmela supe de inmediato que se trataba de ella: de mi difunta madre. Él planeó un escape, nos fugamos y descubrimos mediante pruebas de ADN que en efecto, éramos padre e hijo. Lo siento, Alaska, nunca supe que se trataba de ti.

-Espera, ¿cómo era tu madre?-dije. ¿En serio, cerebro? ¿De toda la información que deberías procesar, esa fue la más redundate? Él intercambió una mirada con Felipe y describió a su madre.

-Era muy delgada, sumamente pequeña, casi como tú. Tenía el pelo corto, por los hombros y llevaba siempre ropa vieja, pero en verdad era muy jovial. Tenía unos enormes ojos negros y una piel muy blanca.-dijo Kentin. Se lo podía ver bastante triste, casi que se le escapaba una lagrima. Felipe le puso una mano en el hombro, intentando controlar su perdida. Carmen... ¿Carmen? ¡Carmen! ¡Sí! La vecina de Castiel era la madre de él, todo coincidía, nos había dicho que había perdido a su hijo y tenía todo el perfil de una persona que se encontraba sola. Quise decirle la verdad, pero decidí reservarme ese comodín para otro momento.

-Y bien, tienes un padre y un hermano. ¿Qué más puedes pedir?-dijo Felipe. Sonreí con maldad.

-Una vida. Quiero que me dejes ir.-dije.

-Si admites que soy tu padre, te dejaré ir. Pero te mudarás de vuelta a Oregon conmigo y tu hermano. De otra forma tu muerte será lenta y horrible.-dijo Felipe. No, no, no, todo menos eso. Él comenzó a caminar hacia mí, de pronto todo me dio miedo y todos mis recuerdos volvieron a nacer dentro de mí. El miedo, el terror... no, no, Castiel me había dicho que tener miedo estaba mal. Vi como Kentin sostenía mi celular con algo de culpa, como si estuviera escuchando algo del otro lado que no le gustaba.

-¡No, no te acerques a mí! ¡Dejame en paz, te lo ruego! Por favor, solo quiero ser una chica medianamente normal. No iré contigo ni con él, dejame en paz.-dije. Mi voz se quebró y comencé a llorar, me causaba pavor el simple hecho que se acercara a mí. No quería tenerlo cerca, sentía que en segundos podía desatar su locura y golpearme. Me arrastré hasta toparme con la pared, tomé una posición fetal en completo miedo. Me estaba deslizando en mi propia sangre, me dolía moverme por todos los golpes que había recibido. Felipe se encontraba a nada de mí y me miraba con muy mala cara. Levantó la mano y me amenazó con esta completamente abierta. Comencé a gritar del miedo, mi voz sonaba desgarradora y atrofiada. Tenía el más mayor de los miedos, Felipe pareció darse cuenta de eso y dejó de amenazarme con su mano, pero si lo hizo con su voz.

-Si no admites que soy tu padre y te vas conmigo, mataré a Castiel y luego te mataré a ti.-dijo Felipe.

-¡NO! ¡NO LO TOQUES! Solo... Ni siquiera lo pienses. Me iré a vivir contigo, todo será como antes. P-pero no toques al amor de mi vida, te lo ruego. Solo dejame despedirme de él, un último adiós.-dije. Chillé de una forma que no era ni normal, las lágrimas desbordaban mis ojos y sentía que quería vomitar, no me encontraba nada bien. El simple hecho de imaginar que a Castiel lo herirían me hizo perder el control, no, a él no. No podían lastimarlo, ¡no tenía nada que ver conmigo! Comencé a toser del miedo, del pánico de que a él le hicieran algo, la desesperación me estaba jugando una mala pasada. No veía absolutamente nada de lo que tenía enfrente de mí debido a mis lágrimas, pero pude ver como Felipe se acercaba a mí, me sonreía y me puso una mano en el hombro. Ante su tacto chillé como una demente.

-Tranquila, no te hice nada. Mañana nos iremos a Oregon, descansa que lo necesitarás. Debo admitir que no creí que fueras a aceptar, pensé que preferirías morir antes que irte conmigo. Me alegro de que en el fondo aun me quieras, Kentin, quedate vigilándola.-dijo Felipe. Él se retiró de la habitación y Kentin se quedó observándome en silencio. Me tapé el rostro y comencé a llorar como una demente. No me importó nada, solo quería llorar.

-E-escucha, ¿Alaska?-dijo Kentin. Me volteé y lo observé, la puerta estaba completamente cerrada, volví a mirarlo y una furia salida de no sé dónde se apoderó de mí.

-¡Escucha nada! Tú no eres mi hermano, tú eres un hijo de puta que sigue a ese imbécil como si fuera un dios. ¡Abre los putos ojos! ¡¿No lo ves?! Es un infeliz que disfruta con el dolor de otros, abre los malditos ojos de una vez.-dije. Él hizo un gesto con las manos para que me calmara, se sentó en el suelo cerca de mí.

-Calmate, estoy de tu lado. No creo que lo hayas notado, pero mientras papá te decía esas cosas, yo estaba utilizando tu celular y no estaba haciendo nada extraño. Castiel te acaba de llamar, ha estado como loco por ti estos días. Y le mostré lo que estabas sufriendo aquí, además le pedí ayuda. No puedo darte tu celular, pero puedo mostrarte todo lo que Castiel se ha estado preocupando por ti. Seguramente te ayude a pasar este infierno.-dijo Kentin. De inmediato me incorporé, y lo observé esperanzada. Lo miré directamente a los ojos, si me estaba haciendo una broma lo iba a lamentar. Él me dio mi celular y se sentó al lado de mí, obviando la sangre, supuse que haría eso para evitar que llamara a las autoridades o algo similar. Leí todo lo que había estado diciendo Castiel, había descubierto enseguida que no era yo. Mierda, lo amaba demasiado. No me contuve y comencé a llorar, se veía tan mal en los mensajes que les había estado enviando, se veía que me quería, que estaba preocupado por mí, demonios. Sentí una mano en mi hombro y del pánico me sobresalté, era Kentin que intentaba hacerme de apoyo. Como pude le sonreí, me limpié una lágrima.

-¿Por qué lo obedeces?-dije. Él suspiró, parecía que iba a contarme algo que nunca se lo había dicho a nadie.

-No se supone que deba decírtelo, pero... Felipe es un tanto gruñón. Trabaja con gente que si desobedecen es asesinada, sin más. Y las dos veces que lo desobedecí, me sucedió esto.-dijo. Se quitó la camisa y me mostró su espalda, allí tenía su piel bastante quemada. Me horroricé y llevé una mano a mi boca del pavor que me causó. Se volvió a poner su camisa y me miró, asintió como queriendo indicarme que lo que estaba pensando, en verdad pasó: Felipe lo había quemado.

-¿Cuál es su jodido problema? ¿Por qué no puede querernos?-dije. Kentin se alzó de hombros pero me sonrió.-No quiero causarte otra herida, pero ¿podría enviarle un audio a Castiel? Como despedida.-dije. El suspiró.

-Espera un segundo aquí, debo notificarlo, ya sabes... Oh, y necesitaré tu celular, no puedo confiar en ti, aun.-dijo Kentin. Se incorporó y le tuve que dar mi celular. Sabía que podía estar entregando mi única posibilidad de escapar, pero no podía más. Algo en él me decía que podía confiar en él, mi familia no podía ser más mierda, confiaba más en un extraño que en mi propio padre o mi propia madre. Increíble. Suspiré, Kentin ahora parecía mi mejor opción. Obviamente podía tratarse todo de una trampa aun mayor, pero ¿qué más daba? Si me iba con Felipe sería como morir porque nunca más volvería a ver a mis amigos y morir... Por un instante no pareció una mala opción. No sé cuánto tiempo pasé observando la mismísima nada, solo pude concentrarme en pensar.

Hasta que la puerta me indicó que alguien entraba, era Kentin. Traía agua en un balde, ropa y comida. Me incorporé como pude cuando vi la comida, era un sándwich, mataba por lo que fuera. No sabía cuánto había estado aquí metida, asumía que más de un día, un día entero sin comer... él me dio el alimento y lo tomé con desesperación. Mientras lo desenvolvía y lo engullía, noté que él cerró la puerta. Estaba demasiado hambrienta para sospechar si la comida tenía algo o no, solo necesitaba comer. Él se sentó junto a mí y me observó engullir en segundos algo que debería llevarme al menos 10 minutos en comerlo como una persona normal y civilizada. Apenas terminé de comer, me encontré un poco mejor, como si el alimento ya hubiera descendido a mi estómago.

-¿Te gustó?-dijo Kentin. No supe si se trató de sarcasmo o no, pero al verlo allí supuse que sería completamente honesto. Asentí.

-Sí, muchas gracias. Lo estaba necesitando.-dije. Él me sonrió y me alcanzó algo de ropa. Encontré una campera que me quedaba enorme, pero me sirvió para al menos taparme los senos.

-Lo siento, no encontré nada más. Aquí no es un lugar donde precisamente tratemos a las personas bien. Esa campera es mía, pero descuida, quedátela. Te traje algo de agua para que si querías pudieras lavarte un poco, le pregunté a Debrah si tenía algún objeto femenino pero me envió al cuerno.-dijo Kentin. Se lo vio bastante sonrojado al decir algo referente al periodo, lo cual me sorprendió bastante. Le sonreí como agradecimiento.

-Gracias. No pareces el tipo de persona que sería tan tímido, de hecho pareces un asesino serial. Sin ánimo de ofensa.-dije. Él se rió tímidamente y pareció coincidir conmigo. Tras unos segundos de silencio completamente incomodos, decidí volver a hablar. –Escucha, no quiero ser insistente, pero realmente necesito despedirme de Castiel. A menos que me quieras ayudar a planear un escape.

-De ninguna forma, ten. Hablale a él.-dijo Kentin. Le agradecí con la mirada, tomé mi celular y fui directo a mis conversaciones, allí me quedé unos segundos viendo la conversación. ¿Qué decirle? Tenía poco tiempo para despedirme definitivamente de él. Me volví a sentir mal, sentía como si tuviera un enorme peso en mi cuerpo. Maldita sea, había tantas promesas que no podría cumplir y otras que no eran promesas pero que tampoco se cumplirían. Cerré mis ojos y por un instante imaginé como sería mi vida con Castiel, no necesitaba a un extenso futuro. Sabía que ya no podría ir a su casa, ni él podría venir a la mía, ya no habrían noches de arrumacos, de películas o de sexo. Todo lo que habíamos hablado que haríamos en mi casa ya no se podría hacer, no podría tocar en la banda ni pasear a Demonio, no podría conocer a fondo a su familia y muy a futuro, no podría tener uno con él. Nunca había creído en el amor, pero pese a nuestras discusiones, sentía que podía creer que él era mi persona especial para siempre. Nunca me había puesto a pensar en casarme y mucho menos tener hijos, pero por un segundo recordé la fotografía que me había mostrado la madre de Castiel de él de pequeño. Por un instante ese futuro se desvaneció, nunca podría tener un pequeño Castiel o una pequeña Alaska junto a él. Me pregunté si algún día podría rehacer mi vida, y si lo hacía ¿sería igual? La mano de Kentin en mi hombro me distrajo.

-Sé que es difícil, sé que te gustaría estar sola en este instante, pero no puedo. Solo piensa que podrás tener una segunda oportunidad de... empezar de nuevo.-dijo Kentin.

-No quiero empezar de nuevo. Mi vida aquí es genial, sé que tú has hecho mierdas de las cuales ahora mismo me encantaría poder darte muchos puñetazos, pero puedes redimirte. Un nuevo comienzo algunas veces es la solución, pero no siempre. Quedate conmigo, forma parte de mi familia, de mis amigos. Escucha, esto no quería decírtelo aquí, pero conozco a tu madre, ella está bien, de hecho es vecina de Castiel. Es una señora que se nota que está muy sola, pero a pesar de ese enorme vacío que tiene, se nota que es una delicia de persona. Siempre está pendiente de mi novio y de mí, como queriendo tener el lugar del hijo que le arrebataron. ¿Quién te dijo que falleció?-dije. Kentin estaba absorto, parecía salido de su cauce. Se incorporó y me señaló.

-No, esto es una broma. Papá me advirtió de esto, me dijo que eras capaz de crear cualquier cosa para escapar. Me advirtieron que no te escuchara porque eras una arpía, una...-dijo Kentin. Su voz se quebró por completo. Esta vez fue mi turno de incorporarme y como pude ponerle una mano en el hombro. Él puso su mano en la mía, como agradeciendo el gesto.

-No es una broma. Tú puedes ir a corroborarlo, Castiel vive en el apartamento 10, ella vivirá en el 9 o en el 11. Nunca le presté demasiada atención a eso. ¿Quién te dijo que había fallecido?-dije. Él titubeó. Parecía confundido, estaba hiperventilando.

-Papá...-dijo Kentin. ¿Papá? Oh, por supuesto. El imbécil de Felipe le había dicho eso. Le sonreí con honestidad, él se sentó junto a mí mientras se tomaba la cabeza.

-Escucha, sé que lo quieres porque se nota. Yo le hubiera partido un fierro en la cabeza si me hubiera quemado, además le sigues diciendo papá cuando claramente no lo es. Un padre no es quien da su esperma y listo, se genera vida. Un padre es aquel que cuida, que quiere, que ayuda, etcétera. Lo mismo que una madre, aunque a Carmen también le contaron que tú habías fallecido, ella no te sigue buscando porque bueno, es imposible. Pero sin embargo te sigue queriendo, yo nunca entré a su casa pero Castiel sí, y podrías preguntarle si tiene algún cuadro de ti. O no lo sé, ir a su casa. Pero antes de hacer lo que sea, simplemente escuchame. Mi vida está aquí, aunque me vaya con Felipe nada va a ser lo mismo y voy a intentar escaparme todos los días de mi vida, por lo que voy a ser una molestia para ti. Te voy a ser completamente honesta: te odio. Por todo lo que me hiciste, y si bien no tienes ninguna excusa real para lo que me hiciste, puedo llegar a perdonarte y a empezar de cero contigo. He hablado muy poco contigo pero siento que puedo confiar en ti. Puedo convencer a mis amigos que tú eres una buena persona y puedes integrarte a nuestro grupo. Yo vivo sola, puedes quedarte conmigo el tiempo que sea necesario. Solo, ayudame. ¿Sí?-dije. Él pareció meditarlo, se tomó de la cabeza, se paró y comenzó a dar vueltas. Sentía que me estaba aprovechando de él, estaba casi segura que se trataba de Carmen, ¿y si no lo era? Me sentía una basura, pero en verdad tenía la necesidad de estar con mis amigos, era lo único que me importaba. Observaba a Kentin mientras pensaba y daba vueltas, hasta que de pronto él se detuvo en seco. Se acercó a mí y me susurró.

-Escucha, tu enviale el mensaje a Castiel como si nunca más lo fueras a ver, en caso de que papá lo escuche debe sonar creíble. Yo iré a ver a Carmen en este momento, si no me estás mintiendo, te habrás ganado mi lealtad para siempre y podrás confiar en mí. Tienes razón, yo no quiero ni un poco a Felipe, pero le tengo mucho miedo. No sabes lo que duele que te quemen. Se supone que hoy debía secuestrar a Castiel para matarlo o al menos para extorsionarte con él, pero si lo de Carmen es real, no lo haré. En su lugar lo sedaré para que parezca que lo tengo fuera de juego, le enviaré las pruebas a Felipe y lo que en verdad haré es, no lo traeré aquí. Diré que se me escapó o que vinieron sus amigos y lo ayudaron, no importa. Le daré la dirección donde estamos y si tiene dos neuronas vendrá a ayudarte con todos tus amigos. Pero necesito que les digas que me defiendan, no sabes con los recursos que cuenta Felipe. Es muy arriesgado, en un segundo puede tener muchas armas. ¿Sabes que puede morir alguien?-dijo Kentin. Era demasiada información para procesar, no podía creer que había puesto a alguien en contra de mi propio padre. Suspiré, me quedé unos minutos en silencio hasta que lo observé y asentí.

-Asumo las consecuencias, explicáselo a Castiel, por favor. Kentin, gracias, por todo. Creo que podría decirte lo mismo, si lo que me estás contando no es una trampa, podremos ser una mini familia, algo que nunca tuvimos y en verdad supongo que siempre nos merecimos.-dije. Él sonrió, me hizo un gesto para que enviara un audio a Castiel. Solo me bastó pensar en el futuro que me arrebatarían para ponerme a llorar.

-C-Castiel, cariño. Ésta es la despedida, m... Me iré del país para nunca más volver. Castiel, te amo. Lamento no poder decirte lo que pasa, pero simplemente no puedo. Es por tu bien, grandullón. Te amo, cuidate mucho. Por más que no volveremos a hablarnos o a vernos, prometeme que seguirás sin fumar, te mereces algo mejor que esto. Y definitivamente mereces algo mejor que yo. Y-Yo... Lo siento, te amo.-dije. El audio se me cortó y observé a Kentin con los ojos lloros, él me limpió una lágrima y me sonrió.

-Todo va a salir bien, confía en mí.-dijo Kentin. Tomó mi celular y se fue, no sin antes ponerse el lente de contacto que hacía que sus ojos fueran de un unísono verde. Me quedé en silencio observando todo. Había tanta información y tan poco tiempo... tenía miedo. Me quedé repasando las últimas palabras que me había dicho Kentin: alguien podría morir. ¿Y si era Castiel? ¿Y si era Lysandro? ¿Alex? ¿Rosa? ¿Violet? Mierda... No quería que nadie muriera, excepto mi padre.

No, todo iba a salir bien, o al menos eso esperaba. Suspiré y le deseé suerte a mi hermano. 

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