Capítulo 23: Lemon.


Me encontraba encima de mi novio, él tenía el torso completamente desnudo y yo semi desnudo. Le sonreí con picardía, él se encontraba "inmovilizado" ya que yo sostenía sus manos, pero ambos sabíamos que si él quería moverse, fácilmente podría voltearme y tomar ventaja de la situación. Le sonreí y me coloqué completamente encima de él, dándole besos en su cuello, pasando mi lengua mientras sentía su respiración agitada. Le mordí suavemente el cuello hasta que decidí que era tiempo de bajar, hice un recorrido de besos. Pasé por sus clavículas pronunciadas, bajé por su pecho mientras le acariciaba el mismo y le daba besos cortos y rápidos. Crucé una mirada y él me sonrió con picardía, lo adoraba. Me mordí el labio mientras le lanzaba otra mirada llena de picardía, esta vez bajé un poco más hasta llegar a su tieso estómago. Y al escuchar pequeños ruidillos de Castiel, decidí bajar un poco más. Le desabroché el cinturón del pantalón y lo bajé poco a poco, debía admitir que había algo de erótico en ver su mirada apurada, casi rogando que me apresurara de una vez por todas. Debía dejar de ser tan cruel, por lo que de una buena vez me decidí a bajarle un poco el pantalón. Mi corazón comenzaba a acelerarse, nunca había llegado tan lejos con un chico y en verdad nunca había tocado siquiera lo que me encontraría una vez que el bóxer de mi novio se fuera.

-¿Sucede algo, niña?-preguntó Castiel.

-No, solo que nunca hice esto a un chico así que... ya sabes, ten piedad conmigo.-dije. Él soltó una risilla que no supe interpretar, ya que comencé a quitar el bóxer para encontrarme con el miembro del pelirrojo. Lo tomé con delicadeza y comencé a masajearlo a la vez que le daba besos, no necesite mucho más para saber que al menos parecía que lo estuviera haciendo bien, ya que comenzaba a tener más firmeza y a estar erecto. Además, como si fuera poco podía escuchar ciertos ruidos provenientes de Castiel que comenzaban a decirme que de hecho, o fingía o le estaba gustando demasiado. Pasé mi lengua por su órgano y eso pareció bastar a Castiel, ya que me observaba extasiado mientras me hacía caricias en el pelo. Sentí como mis mejillas se sonrojaban cada vez que él me observaba, no sé por qué sentía vergüenza, seguramente porque esta era la primera vez.

Introduje definitivamente su miembro en mi boca y pude ver como él sujetaba las sabanas con fuerza, probablemente o le gustaba o le dolía. Escuchar los gemidos de él me confirmó que estaba haciéndolo más que bien.

No sé cuánto estuve así, sentía las manos de Castiel en mi pelo haciéndome constantemente caricias, por más que estuviera ocupada, eso me relajaba y mucho. Hasta que me quité el órgano reproductor de él de mi boca y volví a hacer el mismo recorrido, subí lentamente hacia sus labios, atravesando una vez más su estómago hasta llegar a su cuello. Allí el me volteó, se subió encima de mi teniendo cuidado y me sonrió pícaramente.

-Mi turno.-dijo. Algo en su voz denotaba que era un juego, pero a su vez que lo decía muy en serio. Me sostuvo fuertemente los brazos mientras me daba besos fuertes en mis labios, yo no pude resistirme y le rodeé la cadera con mis piernas, sentí en mi pelvis algo duro que comenzaba a hacerse cada vez más y más tieso. Las manos de Castiel bajaron desde mis muñecas hasta detrás de mi espalda, donde me desabrochó rápidamente mi sostén, exponiendo de una vez por todos mis senos. Rápidamente el pelirrojo se concentró en ellos, llenándolos a besos. Sus besos en mis labios me erizaban y me llevaban a otro mundo, sus besos en mis pechos era otra galaxia. Su lengua se movía lentamente, pero a su vez con agilidad. Involuntariamente comencé a hacer sonidos que nunca antes había escuchado en mí, se sentía bien, demasiado bien. Él mordió suavemente uno de mis pechos, a lo que chillé y me reí, observé a mi novio el cual con la mirada se disculpó. Pero pronto volvió a su papel, prosiguió jugando con su boca y mis pechos mientras con una mano acariciaba mi estómago y con la otra el otro seno que no tenía ocupado. Por mi parte le hacía mimos en el cabello mientras hacía sonidos sumamente suaves.

-Se siente tan bien.-dije. Él sonrió orgulloso. Eso le bastó para bajar hasta mi abdomen y continuar mordiendo mi estómago, jugaba con su lengua a la vez que me daba besos. Se concentró en jugar con el piercing de mi ombligo mientras comenzaba a desprender el short que tenía. Rápidamente lo sacó, pero en vez de bajar hacia mi entrepierna, prosiguió jugueteando con mi vientre. Observé hacia abajo, me sentí completamente agradecida de que le gustara mi cuerpo a tal punto que no le desagradara besar mi piel aun machucada por el fuerte golpe que había recibido. Además se me notaba un poco los huesos de la cintura cuando me acostaba, pero nada de eso parecía molestarle a Castiel, el cual seguía empecinado en besarme con fuerza a tal punto de dejarme marcas en el estómago. El tacto entre su lengua y mi panza hacían que comenzara a sentir algo nuevo en mi órgano reproductor, un sentimiento de extremo agrado. Demonios, si con solo pasar su lengua en mi vientre hacia que me excitara, ¿qué sentiría cuando bajara? ¿O cuando insertara su parte en la mía? Oh demonios, eso sería como tocar el cielo con las manos.

Hasta que finalmente se me dio, Castiel me quitó el short y la ropa interior, dejándome completamente desnuda. Lo vi relamerse sus labios y de inmediato se acercó a mi entrepierna, lo próximo que sentí fue su lengua masajeando mis partes. No pude evitar soltar un chillido de placer, agarré las sabanas exactamente igual a como Castiel había hecho minutos antes. Comencé a gemir y apenas podía controlar mi cuerpo. Mis manos se dirigieron hacia el cabello de Castiel donde le acaricie, mis piernas comenzaron a moverse al igual que mi torso, el ritmo de mi cuerpo parecía responder al ritmo de la lengua de mi novio. Sentía que mi vagina comenzaba a humedecerse y aun no sabía si el causante de esto era Castiel, mi cuerpo o ambos. Solo sabía que me gustaba, me encantaba y podía hacerlo todo el día. Comencé a hacer sonidos cada vez más y más fuertes por cada vez que la velocidad de la boca de mi novio se aceleraba, mi respiración se agitó y pude sentir las manos de Castiel presionando uno de mis senos y con la otra mano acariciando mi vientre.

-Demonios, sigue así Castiel.-dije. Mi voz sonó mucho más fuerte de lo que me hubiera esperado, nunca hablaba demasiado alto pero ahora parecía que necesitaba exclamarle al mundo que me sentía bien, complacida, que mi cuerpo después de tanto se sentía bien nuevamente.

Su lengua comenzaba a moverse cada vez con más ritmo y mi cuerpo se acomodaba a éste, gimiendo y sintiéndome increíble por la boca de mi novio. Él parecía cada vez más orgulloso de que yo chillara cada vez con mayor éxtasis, y honestamente apenas podía contenerme.
Hasta que de pronto él comenzó a subir hacia mí, volvió a besarme por mi estómago, por mis pechos hasta que llegó a mi rostro y me besó mientras tomaba de la mesa de luz el condón. Lo abrió como pudo mientras me besaba y se lo colocó, no pude evitar pensar que me encontraba algo nerviosa. Era la primera vez que esto iba a pasarme, y pareció que Castiel se percató de ello. Dejó de besarme y me observó con algo de ternura.
-¿Que sucede?-dijo.
-Nada, es mi primera vez con un chico.-dije. Él pareció sorprendido ante mis palabras, y una vez que meditó sobre ellas se rió.
-¿O sea que estás conmigo porque te recuerdo a una chica? De haber sabido este dato antes, hubiera invitado a una chica a un trio.-dijo. Me reí, pero me volteé encima de él.
-Sobre mi cadáver, grandullón. Tú -lo besé.- eres-lo besé nuevamente- mío.-dije. Me senté encima de su entrepierna y sentí como su órgano se metía lentamente dentro de mí, pude ver su rostro complacido. Permaneció inmóvil por unos segundos hasta que yo comencé a moverme suavemente. Puse una mano en su pecho y no pude evitar contener un chillido de dolor, Castiel por el contrario parecía extasiado. Comenzaba a mover su pelvis contra la mía, una de sus manos subió por mi espalada y me acercó a él para unir sus labios contra los míos a la vez que el ritmo de su cadera se elevaba. Ahora ya no podía contenerme, estaba gimiendo con una intensidad que no era ni normal, de hecho tenía miedo que se escuchara desde fuera del apartamento. Agarré con fuerza las sabanas mientras besaba a Castiel con fuerza y sentía su respiración sumamente agitada, podría apostar hasta que su corazón estaba tan agitado como el mío.
-te amo.-dije en un susurro. Él me besó nuevamente y con la voz agitada me respondió.
-yo mucho más, niña.-dijo. Ahora comenzó a mover con tanta fuerza su miembro que causaba una agitación en mis senos, al punto que casi rebotaban con la intensidad y la fuerza. No podía creer como estaba soportando la velocidad con la que él le daba a mi cuerpo, había que destacar que la diferencia de físico era enorme. Castiel me sacaba unos 30 cm de altura, sus hombros eran enormes al punto que podrían caber dos Alaska y todo eso se notaba a la hora de tener sexo. Sin embargo no me dolía, solo quería estar así por mucho tiempo. Me sentía bien y podía escuchar por los gemidos de Castiel que él también estaba más que satisfecho. Comenzó a rodearme con sus brazos y poco a poco me cambió de posición, él quedó de costado junto a mí y detrás de mí. Su brazo me apretaba de la cintura fuertemente contra él, sentí una vez más su miembro metiéndose detrás de mí y esta vez dolió, no pude contener un grito de dolor.
-Lo siento.-dijo Castiel.
-mas.-dije. No podía controlar mi boca, parecía que dentro de mí se hubiera desconectado un cable entre mi cerebro y mi boca, como siempre. Castiel soltó una pequeña risa, pareciera que me conociera mejor que yo misma lo hacía ya que su cuerpo disminuyó la violencia con la que arremetía a mi cuerpo. Insertó su pene con mucho mayor cuidado, esta vez prácticamente no dolió, y la velocidad con la que su cadera atacaba a la mía fue gradualmente. Poco a poco mis chillidos pasaron a gemidos, en mi oído podía escuchar la respiración agitada de Castiel, al igual que sus gemidos casi disimulados. Volteé mi rostro hacia él y lo besé, pero el ritmo con el que nuestro cuerpo iba contra el otro se nos hacía imposible besarnos. Por lo que tomé una de sus manos que se encontraban en uno de mis pechos y con la otra mano apreté la sabana.
-¿Castiel? Más, necesito más.-dije. Él sonrió mientras me besaba el cuello y su cuerpo hacía sus últimos esfuerzos para darme más velocidad y con más fuerza, comenzó a dolerme, pero ni siquiera me importaba. Era casi como un dolor bueno, como el contener el dolor de un tatuaje, o el pinchazo de un arito. Era muy similar, dolía pero en el fondo el sentimiento era mejor que lo que vivía.
-niña, necesito un descanso.-dijo Castiel. Él extrajo su miembro suavemente de mí, y se colocó aún de costado pero encima de mí. Lo rodeé del cuello con mis brazos a la vez que le daba más besos, observé el reloj que tenía en su habitación, habían pasado 45 minutos. Demonios, el tiempo volaba cuando la pasaba bien. Sin embargo, un beso de Castiel me distrajo, le sonreí y puse aquella mirada que tanto le gustaba.
-oh vamos cariño, un poco más.-dije. Él se rió y a duras penas accedió.
-eres una sádica de mierda, niña.-dijo él. Se colocó encima de mi mientas me volteaba boca abajo, pude sentir ambas manos a los costados de mi rostro. Trague saliva, este anormal me iba a romper al medio. Volteé lo más que pude mi rostro hasta poder verlo, me guiñó y lo próximo que sentí fue como algo enorme se insertaba dentro de mí, chillé y mordí de inmediato la almohada mientras agarraba las sabanas, sentí como mis dedos de los pies se enrollaban intentando contener mi dolor.
-¡Castiel! ¡Castiel!-comencé a gritar su nombre, él arremetió con muchísima violencia y se podía escuchar como ahora jadeaba con placer, yo parecía salida de una película para adultos ya que no podía detenerme en gemir. Mi novio incrementó la velocidad en la que su cadera golpeaba contra la mía, ese sonido hermoso indicaba el ritmo en la que estaban teniendo relaciones sexuales. Yo comenzaba a jadear, hasta que algo en mi entrepierna me indicó que estaba llegando un momento hermoso, mi cuerpo de pronto se aceleró y comencé a gritar con mayor fuerza.
-Mas, grandullón. Por favor- prácticamente grité. Las piernas de Castiel parecían perder fuerza, yo apenas podía chillar porque mordía cada vez más fuerte la almohada. Hasta que de pronto, Castiel tuvo el mismo ataque de éxtasis que yo: sabía exactamente por lo que estábamos atravesando, estaban en el clímax. Su fuerza se incrementó y prosiguió arremetiendo fuertemente contra mi cuerpo, con una velocidad que no era ni normal. Podía escuchar como el cabestrar de la cama se golpeaba fuertemente contra la pared, al ritmo de nuestros órganos reproductores. Mis gemidos y los de Castiel se coordinaban de una forma que ambos parecíamos completamente unidos en un ritmo único, nuestras caricias acompañaban el acto del amor. Pude escuchar como Castiel decía algunas palabras por lo bajo, entre ellas que me quería, que me necesitaba y repetía cada tanto mi nombre. Sin embargo, yo prácticamente que chillaba el suyo mientras agarraba con cada vez más fuerza a las pobres sabanas que estaban sufriendo nuestra furia. Sentía que si no mordía la almohada, todo el complejo de apartamentos se enteraría de lo que estábamos haciendo, aunque estaba bastante segura que quien sea que viviera al lado de nosotros, ya se habría enterado de lo que estábamos haciendo. ¿Con qué cara los miraría mañana? Qué vergüenza. Pero el pene de Castiel entrando y saliendo de mí con intensidad me volvió a la realidad, en una hermosa realidad donde nada más que él y yo importaba. Esto era lo que necesitaba, perdernos el uno en el otro.

Hasta que, de pronto él me embistió por una última vez con mucha violencia. Esta vez chillé, pero no era de dolor, sino de placer. Sentí como Castiel también gemía de satisfacción. Nuestras respiraciones parecían querer volver a la normalidad, pero al menos mi cuerpo no quería. Yo quería seguir sintiendo a mi novio dentro de mí, necesitaba que nuestros cuerpos se unieran y se coordinaran para hacer el amor. Necesitaba sentirlo, tocarlo, mimarlo, amarlo. Busqué la mirada de Castiel, pero lo único que encontré fue un chico que estaba exhausto. Me observaba mientras me hacía caricias en mi espalda. Él sacó su órgano dentro de mí y se dirigió hacia la cocina a tirar el preservativo mientras le iba haciendo un nudo. Yo me acurruqué entre las sabanas mientras iba viendo esa formada cola desapareciendo de su habitación, no podía evitar admitir que tenía adoración por su trasero. ¡Debían entenderme! Me gustaban las chicas por su formada cola y por otros motivos, en eso debía admitir que Castiel era toda una mujercita. No pude evitar reírme ante mi comentario, hasta que sentí un peso extra en la cama. Observé que el pelirrojo se estaba acurrucando también entre sus sabanas, puse la misma apenas tapando mis pechos, de hecho cuando me volteaba estos parecían un poco más grandes. Me acerqué a Castiel y me acurruqué encima de él.
-¿Qué tal un second round?-dije. Él se rió, tomó mi comentario por broma pero una vez que vio que hablaba completamente en serio, pareció algo asustado.
-¿Estás loca niña? ¿Quieres matarme? Dame al menos unos minutos para recuperarme.-dijo. Le sonreí y simplemente me quedé con el rostro apoyado encima de su pecho mientras se lo acariciaba y él a mi cabello. Cada tanto podía sentir como él me daba besos en el pelo y pude sentir como una mano me acercaba hacia el por la cintura. Su pecho se movía rápidamente, ambos aun estábamos bastante agitados.

-Vaya noche, lamento haberme comportado como una autentica imbécil. Algunas veces ya sabes, me pongo algo estúpida.-dije. Él sonrió y me elevó el rostro con suavidad, me dio un suave beso en los labios y sonrió.

-Debo admitir que sí, eres una imbécil; pero si te sirve de algo, así de inútil me encantas. Debes hacerme recordar que debo decirte que te amo cada vez que quiera sexo.-dijo Castiel. No pude evitar reírme, le sonreí con ternura. Honestamente, no supe cuánto tiempo pasamos así, hasta que el móvil nos distrajo, era Lysandro. Leí el mensaje que había caído en mi celular.

Lys: Hey, no supimos nada de ti, Violeta y yo estamos bastante preocupados por ti y Castiel. ¿Pasó algo más con el fantasma?

Yo: Descuida, estamos bien. Seguimos en tu casa, decidimos dormir aquí, fue solo un malentendido. Mañana si van a ayudar a mi casa les cuento, sino les diré mañana en un mejor horario. Cuídense ambos.

El fantasma, me había olvidado completamente de que Castiel había pretendido engañarme siendo un fantasma para que no fuera a ver a Dakota el fin de semana. Argh, demonios. Lo observé, se estaba quedando completamente dormido, me arropé con él y permanecí acariciándolo por no sé ni cuánto tiempo. Solo sabía que me encontraba más que feliz. Cerré mis ojos y dejé que el aroma de Castiel me invadiera, tal vez tuviera algún sueño feliz después de todo. Sin embargo, escuché como comenzó a llover, con truenos y relámpagos, no me importó. Era la primera vez en mi vida que estaba lloviendo torrencialmente y ni siquiera me molestaba, de hecho era todo lo opuesto. Hasta me calmaba escuchar la lluvia, me sentía en paz siempre y cuando estuviera en los brazos de mi novio. Lo observé, estaba durmiendo y tampoco podía creer que él hubiera conciliado el sueño encontrándose en la oscuridad. Aunque debía admitir que me costaba creer que estuviera tan cansado, ¿acaso al hombre le implicaba un mayor trabajo tener relaciones? Lo dudaba mucho, de hecho opinaba lo contrario. Pero como no era hombre, no podía confirmarlo.

Suspiré, vi nuestra ropa desperdigada por todo el suelo, me incorporé suavemente y me puse la ropa interior, tenía un hábito de dormir vestida, no podía dormir desnuda, ni siquiera en los días de verano donde había 30 grados por la noche. Afortunadamente hoy había unos 15, por lo que estaba increíble. Finalmente me volví a acurrucar con Castiel, el cual ni siquiera se percató de lo que había sucedido. Mire la hora antes de irme a dormir, eran las 2 de la mañana. Tendría apenas 6 horas de sueño antes de comenzar a mudarme oficialmente. Suspire una vez más y dejé que el sueño me invadiera.

Hasta que de pronto un sonido me alertó que debía despertarme, ¿la alarma? ¿Ya? No habían pasado ni 5 minutos, odiaba las noches que eran tan cortas que en verdad parecía que se hubiera dormido unos 10 minutos. Observé el reloj, eran las 2:30 de la noche. ¿Qué demonios? Miré mi celular y no noté ninguna señal de alarma, tenía un par de mensajes de algunos amigos, pero nada fuera de lo normal. Me pregunté si alguien habría llamado a Castiel, pero rápidamente decidí sacar ese pensamiento de mi cabeza. No iba a mirar el celular de mi novio.

Otra vez ese sonido me alertó, y esta vez no solo fue a mí, sino que a Demonio, el cual comenzó a ladrar histéricamente hacia la puerta. Me levanté suavemente y miré al pelirrojo, el cual dormía plácidamente. Me puse la primera prenda que encontré que, casualmente era su camisa, la cual me quedaba enorme. Me llegaba a cubrir perfectamente la cola, así que así decidí ir a abrir la puerta. Me pregunté si sería la vecina del grandullón que habría escuchado nuestros chillidos, rogué que no. Por un segundo deseé que la puerta tuviera mirilla, pero como carecía de esta, tuve que tomar a Demonio por su collar y abrir la puerta. Apenas hice eso, me llevé una extraña sorpresa al abrirla. Vi una mujer bastante alta, de rasgos hindúes y con una brillante placa de policía. ¿La policía? ¿Qué demonios estaba pasando aquí? Demonio enloqueció y le mostró los dientes.

-Calma, Demonio. ¿Quién eres?-dije. Si en verdad era la policía llevaría al perro a la habitación de Castiel, pero de no serlo dejaría que éste atacara, ella no me daba ninguna buena vibra. Además, no había motivo para llamar a la policía. ¿Carmen habría pensado que mis gemidos en verdad eran chillidos de miedo? ¿Habría pensado que me estaban atacando?

-¿Alaska Blue? Soy la oficial de policía Priya Duval. Lamento mucho la hora en la que la vengo a interrogar, pero me fue imposible encontrarla y sus amigos sugirieron que tal vez estaría aquí. ¿Puedo pasar?-dijo ella. ¿Mis amigos? ¿Qué? ¿Quién habría llamado a la policía? ¿Lysandro había tenido tanto miedo que habría llamado a la policía?

-¿Puedo ver su placa?-dije. Sonaba sumamente sospechoso, pero no podía evitarlo. Ella asintió y pude corroborar que en verdad era ella. Me hice paso y le indiqué que se sentara en el sofá.-voy a llevar al perro a un lugar donde esté más calmo y no la ataque, un segundo.-dije. Ella asintió. Llevé rápidamente a Demonio al cuarto de Castiel, donde él seguía dormido profundamente. No pude evitar sonreír dulcemente, parecía un niño cansado.

-¿Se está por mudar?-dijo ella. Asentí sin dar demasiados detalles.

-No sé mucho de leyes, pero la invité a pasar, no que investigue mi casa. Para eso, necesita una orden.-dije. La observé de brazos cruzados. Ella soltó una pequeña risa.

-Tengo entendido que esta no es su casa, es la de Castiel y Lysandro. Mentirle a un agente del Estado es delito, y puede ser penalizado con cárcel. Pero descuide, no vengo a hablar sobre eso. Nos llegó una denuncia hace varios días sobre Castiel, el mismo Castiel que es guitarrista en su grupo de rock y con el cual se cree firmemente que son pareja. Y viendo la ropa que trae, el olor que posee y que fácilmente puedo ver que no trae nada puesto debajo de esa camisa, puedo ver que estuvo al menos, fornicando con él. ¿Se encuentra en el hogar?-dijo ella. Me encaminé hacia la cocina, dudosa. ¿Una denuncia? Castiel, ¿qué mierda hiciste ahora? Me pregunté si tendría algo que ver con su padre. Rogué que no se hubieran peleado con puños.

-¿Quiere algo de tomar?-dije. Ella me pidió un café, el cual comencé a hacerle.- ¿Puedo saber de qué se trata ello? Castiel y yo somos pareja, pero agradecería que lo mantuviera en secreto. Si quisiera acostarme con un chico, podría hacerlo perfectamente. Castiel y yo no solo "fornicamos", nos queremos. Por ende, quiero saber de qué se trata esa denuncia y quien la hizo.-dije. Ella sonrió mientras veía como le hacia el café.

-El comisario, gran fanático de la banda Demons, me advirtió de su mal carácter. Antes de venir hacia aquí vi varios comentarios en los que todos señalaban que se ponía a la defensiva muy fácilmente. Puedo verlo claramente ahora.-dijo ella.

-No soy estúpida, y cambiando de tema no va a ganar nada. Hable, por favor. De lo contrario le tendré que pedir que se vaya de la casa.-dije. Ella sonrió, sabia los ases que tenía debajo de la manga y los estaba utilizando muy bien.

-Las denuncias son anónimas, sin embargo necesito que Castiel esté presente para poder observar su reacción, y en caso de que pueda confirmar lo que dice la denuncia, será llevado a la comisaría. ¿Sabes que nunca debes proteger a alguien que golpea?-dijo ella. Solté una carcajada. No necesitó nada más para confirmarme que había sido Francis quien había hecho la denuncia, él mismo me lo había advertido.

-Castiel no me ha golpeado y nunca lo haría. De hecho, es precisamente lo contrario. Podría perfectamente desnudarme y no encontrarías absolutamente ninguna marca de ello. Además, no soy especialista, pero si en verdad me hubiera golpeado, dudo que me encontrara tan segura y tan a la defensiva sobre él.-dije. Escuché unos pasos y vi a Castiel saliendo de su habitación en bóxer, sumamente adormecido. Me observó confundido y cuando vio a Priya volvió en un santiamén hacia dentro y se puso unos pantalones. Dejó a Demonio dentro de su habitación y me rodeó de la cintura por detrás de mí, sentirlo tan cerca me daba ganas de seguir en lo que estábamos antes de que Castiel se agotara. Ella nos observó y claramente notó que Castiel tenía marcas en el estómago y en el cuello, marcas que le había dejado de tanto besarlo, el clásico chupetón.

-¿Quién eres y qué haces en mi casa?-preguntó. Normalmente no le hubiera hablado así de rancio a un desconocido, pero al ver la placa y probablemente al sentir mi cuerpo tenso, pareció tomar la defensiva.

-Agente de policía Priya. Vengo a investigar una denuncia de violencia domestica que se le puso a Alaska sobre usted. Un testigo anónimo señala que vio marcas en el cuerpo de Blue que apuntaban claramente a violencia doméstica. ¿Puede responderme algunas preguntas?-dijo Priya. Castiel me miró sumamente confundido, para después soltar una carcajada.

-¿Yo? ¿Golpearla? ¿De qué mierda hablas? Acabamos de tener el mejor sexo de toda la vida, miranos. ¿En verdad te parece que podría golpearla?-dijo Castiel. Ella lo observó detenidamente. Parecía que estaba inspeccionando los chupones que tenía en el estómago y en el cuello, algo que a Castiel le pareció sumamente molesto ya que la miraba con una mirada asesina. Yo le puse una mano en la suya y decidí hablar.

-Conozco el juego, no he visto demasiadas películas de policías en vano. Si quieres me desnudo completamente, inclusive estoy dispuesta a que tomes evidencia de que Castiel no me hizo nada. Siempre y cuando mantengas el anonimato, hace poco en un concierto una chica filtró una foto mía semi desnuda y en verdad, agradecería que tal acontecimiento no se volviera a reproducir.-dije. Ella sonrió y Castiel se mostró imparcial, agradecí que pareciera haber captado mi idea. Si ambos nos mostrábamos seguros, ella no debería de poder decirnos nada. No actuábamos sospechosamente. Aunque si accedía quedaría muy mal porque tenía aun el estómago machucado y la espalda me dolía bastante.

-No, está bien. Creo poder conseguir suficiente evidencia con lo que grabé, el comisario debería poder refutar la denuncia. Tengan una buena noche, jóvenes.-dijo ella. Priya antes de irse le dio un vistazo a la ouija que aun yacía encima de la mesa, las cajas de mi mudanza y finalmente se dirigió hacia la puerta. Abrió la misma y se fue tan rápido como había llegado, la observamos ambos con cara de pocos amigos. No habíamos notado que traía una grabadora, pero honestamente no me importaba. Me volteé y observé el rostro de Castiel, se veía completamente serio hasta que sintió una mano mía en su rostro, acariciándolo. Me puse de puntillas de pie para intentar besarlo, pero no llegaba por lo que le besé el cuello. Él ahora se rió.

-¿Quién te dio permiso para ponerme mi camisa? Eso merece un castigo.-dijo Castiel. Me comenzó a hacer cosquillas y no pude contener mi risa, pero aproveché para besarlo lo más que pudiera. Me subí al sillón y Castiel me sujetó con fuerza, me tomó de las piernas y me elevó como si apenas pesara 10 kilos. Rodeé a Castiel por la cintura y con mis manos del cuello para evitar caerme. Él me llevó así hasta la cama, donde me soltó con algo más de fuerza, me quitó la blusa y me besó con fuerza el cuello. No pasaron ni dos segundos de que sus labios comenzaron a besarme que yo ya había comenzado a gemir nuevamente, deseé que esto se hiciera rutinario. Mientras él se enfocaba en mi garganta, intenté quitarle nuevamente el pantalón, pero Castiel me lo impidió.

-No sabía que eras tan ninfómana, pero creo que me saqué la lotería contigo. Sin embargo, estoy algo cansado, pero te prometo que mañana de noche en tu casa la estrenamos de la mejor manera.-dijo Castiel. No pude evitar sentirme desilusionada, quería más de Castiel ahora, pero debía comprenderlo.

-Me lo debes, grandullón. No obstante, al menos dejame descargarme con tus labios.-dije. Él se rió pero no se esperó que lo volteara y me pusiera encima de él, ahora fui yo quien arremetió contra su cuello, mi lengua le hacía entender que necesitaba más de él. No podía negar que con mi ex la pasaba muy bien en la habitación, y las mujeres me encantaban a su única forma de verlas, pero tenía que reconocer que lo que Castiel me había hecho sentir en una noche era increíble. Lo observaba, sentía sus manos haciéndome caricias en mi trasero y como cada tanto sentía una suave nalgada de la cual hacia que mi boca dejara escapar un suave chillido. Él parecía orgulloso de lo que estaba haciendo, hasta que me dirigí hacia sus labios y los mordí con suavidad, podía ver cómo me sonreía y como estaba disfrutando del momento. De pronto sentí que había perdido mucho tiempo de mi vida, si hubiera sabido que Iris y él eran hermanos, podíamos haber hecho esto muchas noches anteriores. Ya no importaba, de ahora en adelante podríamos hacerlo la cantidad de veces que fuera necesario.

-Sí que necesitaba esto, niña.-dijo Castiel. Le sonreí, debía reconocer que era sumamente extraño verlo tan enamorado. Me pregunté si él me vería de la misma forma, es decir, normalmente no era una persona sumamente enamoradiza pero él me tenía completamente hechizada. Le di un suave beso en los labios y me acurruqué en su pecho, nuevamente.

-Yo te necesitaba a ti, grandullón.-dije. Él sonrió y me dio un beso en la frente. No sé cuánto tiempo pasamos así, solo supe que en cuestión de minutos me dormí en el pecho de mi novio, en ropa interior y sintiendo como sus manos me acariciaban. Eso sumado a la poderosa lluvia que comenzaba a descargarse fuera del edificio, hizo un poderoso calmante en mí y me dormí como si se tratara de un bebé.

La luz de la mañana me despertó, como siempre. Me pregunté qué tan seguido tendría la suerte de tener esta hermosa rutina, es decir, noche con Castiel, mucho cariño, mañanas donde podía despertarme y ver ese rostro que me tenía completamente enamorada. Agradecí profundamente que él no pudiera leer mentes, de lo contrario seguramente estaría roja de la vergüenza. En verdad lo estaba, solamente que Castiel no se percataría de ello porque estaba completamente cansado. Me volteé para poder verlo mejor y descubrí que él me tenía sujeta de la cintura, no pude contener una sonrisa, demonios era la primera vez en mi vida que me despertaba de buen humor. Normalmente las mañanas para mí eran algo atroz, pero ahora era distinto: él estaba conmigo. Me acerqué poco a poco hacia él, le acaricié el cabello mientras le daba besos suaves, intentando que no se despertara. Algo que no había notado hasta ese entonces es que el cuerpo de Castiel era un horno, no importara que hubiera 10 grados o 30, siempre estaba caliente. Una idea malpensada se me cruzó por la cabeza, pero rápidamente la eliminé, no podía estropear un momento tan romántico como ese con ideas ridículas. La suave respiración de Castiel me trajo a la realidad nuevamente, me acurruqué una vez más encima de su pecho, todo se sentía bien cuando estábamos así. Era irónico, el amor para mí nunca había significado nada y ahora parecía serlo todo. Le di un beso en la mejilla, hasta que vi como la pantalla de mi celular se encendía. Lo tomé y me quedé hablando un poco con algunos amigos, la mayoría estaba o trabajando o estudiando. Vi que tenía un mensaje de Rosa, peor no sabía qué me sucedía que no quería abrirlo. Ayer la había visto con Alexy, él estaba sumamente incómodo y yo no pude evitar ponerme celosa. Me pregunté si mi amistad con ella estaría flaqueando, ya que no me dijo nada. Suspiré. Vi mi cámara y no pude evitar tomarme una selfie junto al somnoliento Castiel, una vez que vi la imagen decidí que debía ponerla automáticamente de fondo de pantalla. Él era hermoso no importaba en el estado que se encontrara, y dormido lo era mucho más, por lo que era imposible que saliera mal. Y yo pude ver en el reflejo de mi celular que parecía que todo el cansancio acumulado que tenía se había disipado, solo necesitaba un poco de cariño e intimidad con mi novio. Debía comenzar a estar con él y hacer estas cosas más seguido, se notaba que nos hacía bien a los dos. Ayer seguramente si él no me hubiera dicho que me amaba, nuestra discusión habría terminado mal, al igual que cuando la oficial de policía vino a su casa. Tomé mi celular de inmediato y le escribí un mensaje a mi madre, noté que desde que me había ido de mi casa ella no me había escrito. Y no es que lo fuera a esperar, pero por ejemplo, la madre de Castiel se había mostrado más interesada en mí que mi propia madre. Me pregunté si habría hecho algo mal en la vida como para merecerla o si simplemente eran caprichos del destino. Ya no importaba, el destino o lo que sea trajo a Castiel a mi vida y él podía reparar cualquier cosa que la idiota de mi madre rompiera dentro de mí.

Yo: Puedes decirle al imbécil de tu novio que deje de meterse en mi vida privada, que la denuncia hacia Castiel le salió mal porque pude demostrarle a la policía que él no me había hecho nada. De hecho, me ha estado ayudando desde que me separé de ti y de tu novio. Si vuelven a intentar algo con nosotros, les diré que Francis intentó golpearme cuando volvíamos hacia Florida, y tengo a todos mis amigos de testigo. Así que alejate de mis amigos y de mí.

Lucy: Hija, hola. ¿De qué hablas? ¿Qué hizo Francis?

Yo: No te hagas la imbécil, sabes perfectamente de lo que hablo. Y si no lo sabes, tal vez deberías averiguar un poco con quien sales.

Antes de enviar el mensaje observe a Castiel, sentía que lo conocía de toda mi vida y no podía ser tan desconfiada con alguien que me dio todo, pero lo conocía hace 4 meses, casi 5. ¿Podía ser amor con apenas tan poco tiempo? Argh, no importaba. Castiel no era Francis, él nunca me lastimaría. Afortunadamente, el ladrido de Demonio me trajo a la realidad, aunque no le presté demasiada atención. Es un perro y es totalmente normal que ladre, además algunas veces se empecinaba en intentar comerse a las ardillas que trepaban por los árboles. Pero comencé a prestar atención cuando me di cuenta que alguien intentó poner unas llaves en la cerradura, pero parecía no poder. Me pregunté quién sería, pero al no escuchar nada más supuse que se trataría de mi imaginación hiperactiva. Dejé mi celular en la mesita de luz y me volví a recostar contra Castiel, le acaricie sus piernas con las mías. Noté que normalmente los chicos eran mucho más peludos que él, supuse que sería mejor para mí. Y otro detalle que noté es que se depilaba, este chico era el cielo. Por un segundo me pregunté si le crecería barba, ya que sus mejillas eran excesivamente suaves, y de hecho de tanto pensar en ellas no pude contenerme y lo llené a besos. Agradecí profundamente que él tuviera un sueño sumamente pesado y que no se percatara de ello.

Hasta que sentí como el pomo de la puerta se abría lentamente, como si nadie quisiera hacer ruido. Allí lo único que se me pasó por la cabeza fue taparme, no defenderme ni despertar a mi novio, sino cubrirme. Lo irónico es que estaba en ropa interior menos reveladora que mi bikini, pero mi cerebro no puede pensar demasiado bien, por lo que en vez de taparme con las sabanas, moví a Castiel encima de mí, cubriéndome con mi novio. Allí él se despertó y ambos pudimos ver como Lysandro era quien abría la puerta, bastante confundido. Demonio se coló por la puerta y se subió encima de nosotros, dándonos besos y moviendo la cola histéricamente.

-¡Lysandro! ¿Qué mierda haces? ¡Vete! Alaska esta semi desnuda.-dijo Castiel.

-¡L-lo siento! No fue mi intención, no vi nada, lo prometo.-dijo Lysandro. Rápidamente cerró la puerta y se fue, pude escuchar como susurraba algo a alguien, la cual di por hecho que era Violeta. Solo rogaba que fuera ella o Rosa, deseé con todo mi corazón que no se tratara de Alexy, o alguien peor: la madre o padre de Castiel. Seguramente pensaran que era una puta. Pero por el momento podía estar tranquila que en la habitación de Castiel nadie más entraría, observé los ojos grises de mi novio, se lo veía bastante molesto. Le sonreí llena de vergüenza por lo que acababa de sucedernos y a pesar de que estaba muy enfadado, me soltó una suave sonrisa. Rápidamente me besó en los labios y me sonrió.

-¿Puedo decir algo asquerosamente cursi? Buenos días, plana durmiente.-dijo. Solté una risa y le di un suave y largo beso en los labios, mis manos se dirigieron hacia su cabello donde lo acaricie con suavidad. Pude sentir como sonreía mientras me besaba. Comencé a besarlo en el cuello y pude sentir como una de sus manos se dirigía hacia mi cola y me la apretaba con fuerza, seguramente me hubiera dejado la marca de su enorme mano, pero rápidamente me detuvo.

-¿Acaso insinuas un second round?-dijo Castiel. Me reí y con un beso le afirmé que era precisamente lo que quería.-Lo siento niña, está Lys a nada y por más que no es mala idea tener otro rato de intimidad, debemos ayudarte con tu mudanza.

-¡Mierda! La mudanza, me había olvidado completamente. En verdad, no es que me había olvidado, sino que no me percaté de ello porque estaba demasiado concentrada observándote.-dije. Le di un suave y rápido beso en los labios, a lo que Castiel me respondió con una sonrisa. Me incorporé y busqué mi ropa, la cual mi novio ayer me habría arrebatado antes de hacer el amor. No pude evitar sonrojarme, pero rápidamente volví a la normalidad. Hasta que, recordé que había dejado mi ropa en la sala, o al menos mi remera. Mierda, no podía salir en ropa interior a buscarla.

-¿Castiel? Hay un inconveniente, necesito que me vayas a buscar mi camiseta a la sala de estar porque... la dejé allí.-dije. Él sonrió con picardía, pude notar que sus ojos se desviaron de mi mirada y terminaron en mis senos casi al descubierto. Le guiñé un ojo, no estaba acostumbrada a que hombres me observaran con esa cara de depredador sexual, sin embargo no me molestaba. Todo esto era algo completamente nuevo para mí. Castiel abrió su armario y pude confirmar que el 90% de su ropa era roja y negra, el otro 10% consistía en ropa bordó y gris. No pude evitar reírme, y pensar que Rosa se quejaba de mi armario. Pero una cosa volando hacia mi cara me trajo a la realidad, Castiel me acababa de lanzar una de sus camisas. La tomé en el aire con rapidez y la observé, era completamente roja y era enorme. En verdad no lo era, de hecho no parecía entrarle al pelirrojo de lo pequeña que era, sin embargo para mí era gigantesca. Castiel me llevaba unos 30 centímetros de altura y sus hombros eran enormes, por lo que cualquier ropa de él me quedaría enorme. Me la puse rápidamente y descubrí que se me caía por el hombro, dejando al descubierto una tira de mi sostén. Él me miró con cara de "no pensarás mostrar tu hombro al mundo" pero mi cara le dijo que sí.

-Oh vamos, Castiel. Es solo el hombro, ¿qué harás cuando vayamos a la playa y yo esté en bikini? Además hay 27 grados.-dije. Le mostré la temperatura que indicaba mi celular y fui tan imbécil de no notar que también le revelaría el nuevo fondo de pantalla que había puesto. De inmediato pude ver como tomaba mi celular y se sonrojaba completamente, me mostró el fondo de pantalla con una picardía nata de él.

-Vaya, vaya. Mira lo que tenemos aquí, ¿acaso la ruda Alaska se ha enamorado?-dijo Castiel. Vi su sonrisa, lo odiaba. Solo él podía hacerme sentir una completa idiota, mis mejillas se enrojecieron como si de fuego se tratara e intenté sacarle el celular a Castiel pero él lo elevó de forma que jamás llegaría.

-¡Castiel! ¡Dame eso! Vamos, que nos tenemos que ir.-dije. Él estaba aguantándose la risa. Detestaba que le causara ternura cuando me enojaba, ¡no soy tierna!

-Aún no respondiste mi pregunta, bonita.-dijo.

-¿Si lo hago me darás mi móvil y me ayudarás a mudarme?-pregunté. Él asintió con el rostro. Suspiré- No, no me enamoré. ¿Listo?-dije. Castiel de pronto pareció sumamente triste, su sonrisa se borró y vi como pareció decaer. Le había afectado, era visible. Me acerqué a él lentamente, le puse una mano en la mejilla y le hablé suavemente al oído.-No me enamoré porque siempre estuve enamorada de ti, tonto. Y no debo pronunciar ese verbo en pasado, porque en el presente estoy sumamente enamorada de ti, y en el futuro espero seguir estándolo. Pero dejaré de estarlo si no me das mi móvil y un beso en este instante.

-¡Serás hija de puta! Me diste un susto de muerte, niña. Ven aquí.-dijo Castiel. Me tomó de la cintura y me acercó a él, me besó poderosamente, casi como si lo hubiera necesitado por años. Sus manos me rodearon de la cadera y con suavidad me alzó unos centímetros del suelo, ahora ambos estábamos a la misma altura y pude rodearle el cuello con mis manos mientras estábamos en silencio besándonos, solamente interrumpidos por nuestras respiraciones, los corazones agitados y el ruido del beso.

-¿Ves? ¿Cómo no podría estar enamorada de un tontico como tú?-dije. Él me sonrió y me dejó con suavidad en el suelo.

-Vamos, que los chicos no van a esperar mucho más por nosotros.-dijo Castiel. Me tomó de la mano y abrió la puerta a la vez que se iba poniendo una camisa. Al hacerlo, vimos a Lysandro, Violeta e Iris. Mierda, mierda y mierda. Mi cuñada estaba allí y a juzgar por la cara de Lys, seguramente se habría enterado de lo que pasó. Me cago en todo. Noté que los pómulos de Violeta se ruborizaron una vez que nos vio salir, Lys estaba prácticamente rojo de la vergüenza y yo comenzaba a imitarlo. Castiel parecía orgulloso, hasta que vio mi blusa y ya suya en el sofá y cruzó una mirada con su hermana, allí él se puso tan rojo como su propio pelo. Vaya, esto sí que es incómodo. Pero afortunadamente Iris nos interrumpió.

-¡Chicos! Por favor, somos todos adultos. No pasa nada, son novios y está más que bien lo que hicieron. Bien hecho, hermanito.-dijo. Se le abalanzó encima y le revolvió el pelo como si de un niño se tratara, en eso pude ver cómo me guiñaba el ojo, me sentí agradecida que supiera comprender que se trataba de algo normal. Le devolví la sonrisa y pude ver que mis amigos ahora parecían un poco más normales. Las mejillas de todos parecían volver a la normalidad y no pude evitar susurrarle a Iris que me encontraba sumamente agradecida.

-¡Iris! ¡No me toques el pelo! Que hermana insoportable que eres, ¿cómo te fue con papá? ¿Qué te dijo? ¿Sabías que vino a casa a hablar explícitamente con Alaska?-dijo Castiel. Iris me observó atónita, Lys y Violet no tanto porque ya lo sabían.

-¿Qué? ¿Qué te dijo?-dijo Iris.

-Vamos juntando las cosas y cuentales, Viktor, Nathaniel y Kim nos esperan abajo.-dijo Lys. Les sonreí, no podía creer que ellos estuvieran al tanto de que me mudaría y yo no. Tomamos algunas cosas y las fuimos bajando, una vez que vi a Kim y Nathaniel sentí que hacia miles de años que no los veía, los extrañaba tanto. Kim notó de inmediato que traía la blusa de Castiel, por lo que no pudo evitar guiñarme un ojo cuando la abracé, Nathaniel me saludó con la mano pero también lo uní en el abrazo de mis amigos. Noté como Nath observaba a mi novio por encima de mi cabeza, preocupado. La última vez que había abrazado al rubio Castiel había intentado golpearlo, y de hecho de no haber sido por Iris que lo calmó, seguramente él tendría un buen moretón en el ojo. Una vez que me despegué de ellos, pude notar que el rubio también se dio cuenta que traía la blusa del pelirrojo, mierda, todos parecían darse cuenta que él y yo habíamos tenido sexo la noche anterior. No pude evitar sonrojarme levemente, pero la bocina de un auto me distrajo. De allí bajaron los padres de Castiel, Laeti y Chris. De inmediato crucé una mirada con Iris, la cual se sonrojó. Le lancé una mirada a Viktor para que comenzara a simpatizar con Laeti, era la única chica que tenía en mente para él. Pude ver como comenzaba a aparecer cierto rubor en las mejillas de él. Busqué con la mirada a Rosa y Alexy, pero ninguno de ellos parecía estar allí, debía reconocer que los extrañaba, a ambos.

-Viktor, ve a saludar a Laeti, luego los presento. Dejame saludar a los padres de Iris y luego te ayudo, ¿sí?-dije.

-Dime que es una broma. Esa chica debe tener 18 años. ¡Yo tengo 23! Es demasiada diferencia de edad.-dijo Vik.

-Hola chicos, ¿hablan de mi hermana? Tiene 22 años. Odio admitirlo, pero ella es mayor a mí. Ven, los presentaré, sino Alaska me golpeará.-dijo Chris. Nos había estado hablando en susurros para que ella no dudara, de inmediato se acercó a hablar con Castiel y Lysandro, los cuales eran prácticamente la cara de Demons. Chris se fue a hablar con su hermana seguido por Viktor, pude ver que Castiel estaba considerablemente molesto de que Laeti le hablara con tanta energía y positivismo, no pude evitar reírme. Aunque lo que me pareció muy extraño es que Violeta parecía sumamente celosa de que Laeti estuviera hablando con su novio con total confianza, pude ver como lo tomó de la mano. ¿Quién lo diría? La pequeña Violeta celosa. Hasta que sentí una mano tocándome el hombro, era Valerie. Me volteé con una sonrisa inmensa y saludé a mis suegros. Pude ver como Iris se acercó a mí de inmediato, como si tuviera miedo que se desatara otra pelea nuevamente.

-¡Hola! ¿Cómo estás, cielo? ¿Cómo van los aprontes de la mudanza? Vinimos a ayudarte con la misma. ¿Alguien de aquí sabe cómo llegar a tu nueva casa?-preguntó Valerie. Le sonreí amistosamente y no pude evitar sentirme completamente agradecida a los amigos que tenía.

-Oh, no hace falta. Muchísimas gracias, aunque si quieren pueden acompañarnos hasta la misma así la conocen. Es preciosa, y sí, Chris, Laeti, Castiel y yo sabemos cómo llegar. Pero puedo darles la dirección, está a unos 20 minutos de aquí en automóvil.-dije.

-De ninguna manera, vinimos los cuatro a ayudarte. Así que, vamos a empacar rápido.-dijo Louis. De inmediato saludó a todos con la mano, le dio una palmada en la espalda a Castiel, tomó sus llaves de la mano e ingresó a la casa. Pude ver a todos hablando con todos, por lo que decidí seguir a los padres de mi novio para mudarme de una buena vez. No era que estuviera pasando mal con Castiel, al contrario, los días que habíamos pasado juntos habían sido inigualables. Pero debía admitir que quería estar en mi casa y pronto. Comencé a escuchar pasos detrás de mí, y eran todos mis amigos que estaban subiendo las escaleras para ayudarnos. Les sonreí y una vez que llegamos al apartamento 10, comenzamos a llevarnos todas mis pertenencias. Los chicos se encargaron de bajar lo más pesado, Valerie y yo ayudamos, hasta que sentí una punzada en mi estómago, recibiendo automáticamente una mirada cargada de reproche de Castiel. Solté con cuidado el mueble que estábamos bajando y vi como lo tomaban Lys, Vik, Nath, Kim y Chris. Noté que Castiel me observó con preocupación, pero rápidamente tomé una caja y la bajé hacia la calle, pude ver como él ponía los ojos en blanco. Seguramente estuviera pensando que yo era testaruda, y tenía razón, pero no iba a quedarme de brazos cruzados mientras veía como todos ayudaban.

Una vez que llegué a la calle, descubrí que había un camión enorme para llevar mis cosas, observé confundida a mis amigos y de allí bajaron Arnaud, Vitoria y Alexy. Apenas pusieron un pie en el suelo, descubrieron que habían muchas personas que no conocían, y pude ver que Alexy estaba sumamente sorprendido de que los padres de Castiel estuvieran allí, mierda, deseé que fuera lo suficientemente distraído como para no captar la clara referencia de que estábamos juntos.

-¡Cuánta gente hay aquí! Hola, un gusto. Yo soy Vitoria, él es mi esposo Arnaud y ambos somos los padres de Alexy. Trajimos este camión para ayudar a llevar lo más pesado a la casa de Alaska.-dijo Vitoria. Ella me abrazó por los hombros y rápidamente Alexy me saludó con una cálida sonrisa, presenté a todos con todos y proseguimos rápidamente haciendo lo nuestro. El auto de Viktor estaba prácticamente abarrotado, al igual que de los padres de Castiel. Por un momento rogué que el edificio de Lys y Castiel tuviera ascensor, pero desgraciadamente no era así. Los chicos seguramente al llegar a sus respectivas casas estarían sumamente cansados por todo lo que habían tenido que bajar y subir, afortunadamente para ellos, la casa de mis amigos quedaba en un tercer piso, era al menos mejor que estar en un décimo piso sin elevador.

Comenzamos a cargar mis pertenencias hasta que ya no hubo más lugar, en el auto de Viktor fueron Chris, Laeti, Kim y Nath. En el auto de los padres de Castiel fueron Iris, Valerie, Louis, Lys y Castiel. Y finalmente en el camión fimos los restantes. Decidí ir atrás con Violet y Alex, los cuales no parábamos de hablar.

-Aun recuerdas que hoy cenamos con tus padres en mi casa, ¿cierto? Si es que terminamos de acomodar medianamente todo. Y si no están muy cansados...-dije. Él me interrumpió.

-¡Por supuesto! Hemos estado planeando esta cena por mucho tiempo. No sabes lo contento que me siento. Ayer me sentí muy extraño con Rosa, sentía que ella quería decirme algo importante y realmente era muy incómodo todo. Por favor no se lo mencionen.-dijo Alex. Cruzamos una mirada llena de incertidumbre con Violeta, sabíamos que seguramente Rosa querría decirle que le gustaba. Esta vez no sentí celos, sino culpa. Probablemente mi amiga habría podido decirle la verdad a Alex de no haber sido porque él nos vio ayer por la noche.

-¿Y por qué te sentiste incomodo? Seguramente si es algo importante, deberías haberla escuchado. Tal vez tenía que ver contigo.-dijo Violeta.

-¿Qué estás ocultando, pequeña? No lo sé, en verdad sentía que me iba a confesar algo, y no es por sonar creído pero me dio la impresión de que ella quería decirme que gustaba de mí. Normalmente Rosa es sumamente alegre, pero ayer estaba mucho más melosa de lo normal. Y honestamente no sabría cómo reaccionar, aun... aun no puedo sacarme de la cabeza a una persona y tampoco podría herir a Rosa. Es todo demasiado complicado, y por favor no se lo mencionen a nadie.-dijo Alex. Noté que me observaba constantemente, como queriendo decir que yo era quien no salía de su cabeza. Oh Alex, por favor no me hagas esto. Me sentí muy mal repentinamente, iba a decirle una de las peores noticias que le podría pasar: esta noche le confesaría que estaba oficialmente de novia con Castiel, un chico al cual nunca había querido demasiado. Mierda. Y para colmo, seguramente en su cabeza pulularía el beso que tuvimos en Minnesota. Maldita sea.

-¿Estás bien, Alaska? Normalmente eres pálida, pero hoy te luciste.-dijo Alex.

-Oh no, no. Es simplemente nervios de mudarme por primera vez sola. Esto, quería comentarles una invitación para el sábado en la noche. Dake, mi compañero de trabajo me dijo que le gustaría salir conmigo el sábado de noche, y accedí con la condición de que ustedes, Rosa, Kim, Iris e inclusive Li vinieran conmigo. ¿Les parece bien?-pregunté.

-¡Por supuesto que sí! Me simpatizó mucho Dakota y me gustaría volver a verlo, parecía ser un excelente chico. Cuenta conmigo.-dijo Violeta.

-¿Alask? ¿La casa es esta?-preguntó Vitoria, la cual iba manejando. Me moví como pude para observar en la dirección que señalaba y pude ver que en la puerta de la misma había dos personas con pelo exageradamente blanco, por lo que no necesite demasiado para corroborar que se trataba de Rosalya y su madre, Crystal. También pude ver a su padre, Peter y finalmente a Li. Me sentí bien al saber que Li había venido, la última vez que la vi había visto como me enfurecía contra Ámber, y prácticamente huyó despavorida, por lo que no pude evitar pensar que tal vez mi corta amistad con ella se había ido al caño. Una vez que Vitoria estacionó el camión, nos bajamos y de inmediato escuchamos el chillido de felicidad de Rosa, corriendo hacia mí. Ella no sabía que anoche nos habíamos visto, pero en verdad sentía que no la veía hacia miles de años. Me abrazó con fuerza y pude ver como se acercaban los padres de ella y Li hacia nosotros, nos quedamos unos minutos hablando hasta que vimos como Viktor y Louis estacionaban sus respectivos autos. De allí bajaron todos mis amigos, de hecho parecía una convención más que una mudanza, porque no era ni normal la cantidad de gente que había. Salvo Castiel, Vik y Chris, quienes eran los de personalidad más seria, los demás hablaban abiertamente todos con todos. De hecho, pude notar como Viktor y Laeti hablaban sobre la banda, ella lo observaba prácticamente maravillada. Le guiñé rápidamente un ojo a Viktor, el cual me vio y se puso completamente rojo, algo que a Laeti pareció gustarle porque también se ruborizó. Noté que Castiel me estaba mirando, me sonrió con una alegría enorme, y casi podía ver en esa sonrisa el sentimiento de "deja de ser celestina y ven a darme amor a mí." No pude evitar reírme mientras tocaba timbre al apartamento 2, el que me correspondía. En segundos escuché como Crystal se me acercaba para poder husmear sobre lo que le decía a su amiga, Sarah Thompson.

-Sarah a través del comunicador: ¿Hola? ¿Quién es?

-Hola señora, habla Alaska, la nueva inquilina de aquí y...-rápidamente Crystal me interrumpió.

-¡Sarah! Hola querida, soy Crystal. ¿Cómo estás? Vine a supervisar a estos chicos, para que no te destrozaran la casa con todos los muebles que traen. Ya sabes, son todos grandes pero siguen siendo unos niños para mí.

-Sarah a través del comunicador: ¡Crystal! Hacía mucho tiempo que no te veía, esperame unos segundos que ya salgo a abrirles.

Para ese entonces, todos estábamos atumultuados esperando a que nos abrieran. Se sentía la ansiedad de conocer la casa, más que nada de Rosa, Iris, Alexy y Valerie, los cuales apenas podían contenerse. Noté que Castiel estaba lo más lejos de mí y no sabía si era para ayudarme a que Alex no sospechara nada o si había dicho o hecho algo que lo enojara. Pero afortunadamente el sonido de las llaves en la puerta me distrajo, era Sarah quien comenzaba a abrirnos la puerta. Una vez que nos vio a todos, casi le da un ataque. Todos la saludamos y le sonreímos, pero Crystal en especial se le abalanzó para saludarla a lo que ella también le devolvió el saludo. Peter y Rosa también la saludaron. Se quedaron hablando unos minutos hasta que finalmente nos dejó entrar para comenzar a poner algunos muebles. Antes de hacer eso, les mostré rápidamente la casa a todos, menos a los padres de Rosa que se quedaron hablando afuera con la dueña del apartamento.

-Una vez que atraviesan el largo pasillo, llegan al apartamento 2 el cual es el mío, ese de allí es de Chris y Laeti.-dije. Observé a los chicos y le lancé una mirada cómplice a Viktor, tenía la impresión de que lo iba a ver más seguido de ahora en adelante. Puse las llaves que me había dado Sarah en la cerradura y la abrí, allí de inmediato daba a la sala de estar. Todos mis amigos pasaron y pude escuchar las frases maravillados de ellos. Todos estaban tanto o más alegres que yo, y no podía evitar pensar que mis sábados comenzarían a ser así: llenos de amigos, con alguna cena romántica con mi novio, o con mis suegros y cuñada. En familia, mis amigos no solo eran eso sino que formábamos todos una extensa comunidad que a fin de cuentas, éramos familia. Castiel les hizo un recorrido rápido por la casa, la cual no era demasiado grande puesto que era un mono ambiente. Hasta que yo salí para mostrarles el porche y el jardín. Allí todos me observaron maravillados, Alexy, Rosa, Li, Nath y Kim estaban absortos con la piscina, Lys, Violeta y Li estaban fascinados con el porche y la tranquilidad que esta emanaba, noté que los adultos estaban observando la cocina y el apartamento en general.

-¡Esto es increíble! Me fascina tu casa, Alask. Felicitaciones, lo tienes más que merecida.-dijo Alex. Él me acarició el hombro mientras me sonreía.

-Y lo mejor, es que aquí podrá tener un perro. Todo no puede ser mejor para ella, por fin la vida te sonríe un poco, mocosa.-dijo Castiel.

-Gracias, a todos. Nada de esto habría sido posible sin ustedes, en especial por ti, Rosa.-dije. Le acaricié el hombro y de inmediato me sentí una falsa de mierda. Violeta y Rosa eran mis mejores amigas, pero ayer había tenido un auténtico ataque de histeria cuando la vi abrazando a Alex, ¡a Alex! Ni siquiera a Castiel, el cual era mi pareja.

-Gracias, Alask, te lo mereces. ¡Pero vayamos a descargar todo! Quiero ver esta casa con todo pronto.-dijo Rosa. Salió disparada hacia dentro de la casa para posteriormente ir afuera, comenzó a traer cajas y todos los demás la imitamos. Así, lentamente se nos fue pasando el tiempo. Acomodamos cajas, limpiamos un poco aunque debía admitir que lo que menos había en esa casa era precisamente polvo. Una vez más los chicos acomodaron todo y para las 8 de la noche, la casa parecía estar completamente terminada.

Sentí como alguien me tocaba el hombro: era Sarah, le sonreí y me hizo un gesto para que la siguiera fuera de mi casa, donde estaban todos mis amigos. Una vez que nos quedamos en el pasillo ella habló sumamente bajo, aunque podía perfectamente gritar que nadie se percataría de ello ya que dentro de mi apartamento todos hablaban, y al ser bastantes se generaba un montón de ruido.

-Dime, Sarah. ¿Qué sucede?-dije.

-Quería darte oficialmente las llaves de tu casa. No me imaginé que tuvieras tantos amigos, te pediré una última cosa, si piensas hacer reuniones como estas por favor utiliza la terraza. Es más que nada para no molestar a los vecinos. Yo ya me iré porque no quiero llegar demasiado tarde a donde vivo, pero nos estaremos hablando. Pidele a Crystal mi número y cualquier cosa me dices por allí. Nos estaremos comunicando, mucha suerte y felicitaciones por tu nueva casa.-dijo ella. Le sonreí con completa gratitud, y una vez que tuve mis llaves en la mano, sentí que un nuevo capítulo de mi vida había comenzado. Ya no habrían más padres borrachos, ni machistas, ni golpeadores, tampoco habrían madres sumisas y dominadas. Ya no. Hoy empezaba mi vida como completamente independiente. Se sentía bien, aunque era un nuevo desafío al que iba a enfrentarme, esta vez sola. Sin embargo escuchar el griterío que tenían mis amigos dentro me hacía pensar que no estaría sola, nunca más tendría que refigurarme dentro de mí, sino que esta vez estaría completamente unida a aquellos seres que quería y en un caso, que amaba.

-¿Disculpa? ¡Hola! Yo soy Noemí, soy la vecina del piso de arriba. Aquella que todos dicen que es anciana. Quería saber dónde puedo encontrar a la nueva inquilina de aquí, Laeti me dijo que se llamaba Alaska.-dijo. La voz de la señora me llamó la atención, la observé, tenía el pelo canoso, era medianamente corpulenta y parecía sumamente simpática. No era anciana, de hecho tal vez tendría 55 años. Llevaba lentes y pude notar que tenía un audífono que seguramente la ayudara a escuchar mejor, pero eso no era lo que más resaltaba de ella, sino su alegre sonrisa y buen ambiente que emanaba de ella. Le devolví la sonrisa.

-La está viendo, un gusto Noemí. Yo soy Alaska, tu nueva vecina. ¿Quiere pasar? Están unos amigos en mi casa, ya sabe por la mudanza y eso.-dije. Ella de inmediato se transformó. Su sonrisa creció mucho más y me abrazó como si me hubiera conocido de toda la vida. Rogué que esto no estuviera pasando, no toleraba el contacto físico de alguien que no conocía. Pero sin embargo, ella parecía tan alegre que prácticamente no me molestó.

-¡Bienvenida! Ven, te daré el mejor recibimiento posible. Ya conociste a Laeti y Chris, el vecino que vive junto a mi casa nunca está así que dudo que pueda recibirte.-dijo ella. Me hizo una seña para que subiera las escaleras, accedí algo confundida, y apenas me topé con el apartamento 3 pude ver una canasta con un cartel que decía "¡Bienvenida!" Eso no podía ser para mí, no había forma de que eso fuera para mí. Noemí lo tomó y me lo entregó, la canasta contenía algunos alimentos y una torta casera que decía lo mismo que el cartel.

-¡Bienvenida! Si necesitas algo, avisame. ¿Tú eres la cantante de rock?-preguntó.

-Sí, esa soy yo. Pero, señora, no puedo aceptar esto. Su alegría es más que suficiente.

-¡Ay, calla preciosa! Conservala, te la hice especialmente para ti. En caso de ser quien creo que eres, ten. Oh y si puedes tuteame, no me gusta que me digan señora. Sigo siendo una adolescente internamente.-dijo ella. Abrió con suavidad el paquete que me había dado y sacó dos llaveros, uno de ellos decía "Demons" con su respectivo logo y otro era un llavero minúsculo con la forma de un beaucerón. Sonreí de una forma que pocas veces lo había hecho antes, esa señora parecía conocerme de toda la vida. Le extendí la mano a modo de agradecimiento pero me volvió a abrazar. Una vez que me soltó, comenzamos a bajar las escaleras.

-Aquí somos una especie de familia. Laeti y Chris fueron emancipados hace unos años porque sus padres perdieron la patria potestad sobre ellos, así que yo funcioné como una madre o abuela para ellos, lo mismo para ti. Y yo perdí a mi hijo en un accidente de tránsito, así que son como mis hijos, sientete parte de la familia. Oh, y también puedes hacer todo el ruido que quieras que si a mí me molesta apago el audífono y no me entero de nada. De todas formas, si eres Alaska Blue de Demons, seguramente me guste tu música. Siempre la escucho porque Laeti es sumamente fanática de ti y tus amigos, pero nunca te había visto.-dijo ella. Una vez que estuvimos enfrente de mi casa, ella se detuvo. No pude evitar sentirme como nueva, tenía los mejores amigos del mundo, el mejor novio del universo y ahora hasta mis vecinos eran lo mejor. Sin duda mi vida había cambiado completamente, me sentía una persona renovada.

-Muchísimas gracias, Noemí. Por favor, entre a la casa con nosotros. Está toda la banda de Demons aquí, por si quiere alguna foto o algo.-dije. Ella sonrió, accediendo, pero la puerta de mi casa se abrió antes de que yo pudiera abrirla y de allí salió Castiel. Se lo veía ansioso y sumamente apurado.

-¡Aquí estás! Ven, niña. Te necesito.-dijo Castiel. Me tomó rápidamente de mis mejillas con ambas manos, me presionó mis enormes mofletes haciendo que mis labios se formaran una especie de "duck face" o pico y me dio un suave y rápido beso. Por mí, seguiría besándolo eternidades, pero tenía la canasta entre medio de nosotros y para peor, estaba la señora allí, observándonos.

-Castiel, tenemos compañía.-dije. Mi voz sonó como un susurro, rápidamente Castiel se detuvo, se volteó y observó a la señora que permanecía impasible, de hecho parecía hasta orgullosa de nosotros.-Lamento lo que tuvo que ver, Noemí. Como habrá adivinado, él es mi novio y guitarrista de la banda Demons, Castiel. Grandullón, él es Noemí, la vecina de arriba y la cual nos regaló esto.-dije.

-Un gusto, Noemí.-dijo Castiel.

-¡Mirate! Nunca imaginé que fueras tan grande, tus papás deben estar orgullosos de ti, se nota que comes bien. ¿Puedo tener una foto contigo? Cuando Laeti vea esto se va a quedar boca abierta.-dijo Noemí.

-Sí, claro. Aunque Laeti creo que se va a ennoviar con Viktor, el baterista de la banda. ¿Quiere pasar a la casa de mi novia? Está Lysandro, Nathaniel y Viktor. Ella y yo en unos minutos entraremos. Muchas gracias por la canasta.-dijo Castiel. Le abrió la puerta y ella entró maravillada, debía reconocer que me daba algo de gracia saber que una persona adulta y seria le gustaba nuestra música. Hasta el momento habíamos visto que a todo tipo de personas le gustaba lo que hacíamos, pero eso no fue lo que ocupó mi mente en ese momento, sino que era Castiel quien se acercaba peligrosamente a mí. Me sonrió con amor y me arrinconó contra la pared, puso una mano en mi cintura y la otra en mi mejilla. Yo lo rodeé del cuello con ambas manos y nos unimos en un beso, el cual pareciera que no nos lo hubiéramos dado en meses. Podía escuchar como la respiración de Castiel se elevaba y mi corazón comenzaba a palpitar rápido, muy rápido. No importaba la cantidad de veces que hiciera esto, el tacto de Castiel seguía causando el mismo efecto en mí. Él comenzó a mover sus labios con mayor intensidad, pero yo interrumpí el beso para decirle algo que me urgía.

-Te amo, no me cansaré de decírtelo.-dije. Él me acarició mi nariz con la suya y me observó, lo tenía tan cerca, tan adorable, tan... Castiel.

-Y yo a ti, niña. Necesitaba encontrarte, me costó mucho tenerte cerca y no poder besarte. Sonará poco a mí y por ende muy estúpido lo que diré, pero te extrañaba, incluso cuando te tenía a un par de metros de mí. Se me hará muy difícil el lunes tenerte en clases y tener que disimular que somos amigos.-dijo Castiel. Le sonreí, pero no me dio tiempo a responder ya que volvió a besarme con mayor anhelo. Me tomó con suavidad de la cintura y me elevó unos centímetros del suelo, quedando casi a su altura.

-¡Chicos, chicos! Por favor, calmen las hormonas. Suerte que fui yo quien te vio y no tu padre, sino le iba a entrar un ataque. O tu hermana, seguramente te molestaría por el resto de tu vida. O el peliazul, me di cuenta que ambos fingen que no son nada por él, no tengo un pelo de tonta. ¿Pueden entrar a la reunión? Los estábamos buscando para sacarnos una foto todos juntos.-dijo Valerie. Apenas escuchamos la voz de alguien, Castiel me bajó con suavidad al suelo y yo rogué que no se tratara Alexy. Por un segundo se me detuvo el corazón, pero al ver que se trataba de una voz femenina me calmé. Apenas vi los rojos ojos de Val, mis mejillas se enrojecieron y las de Castiel también.

-S-Sí, lo siento. Es que...-dije. Ella se rió.

-Querida, también fui adolescente y también tuve mi primer amor, lo sigo teniendo. Descuida, los comprendo a ambos. Pero si quieren ser discretos, no lo están siendo. Vayan antes de que alguien más los descubra.-dijo Valerie. Castiel entró primero ya que fue el que pudo conseguir calmar sus mejillas ruborizadas antes, la madre del pelirrojo me guiñó un ojo e ingresó, y una vez que mi piel volvió a su estado natural, los seguí yo. Apenas entré a mi casa, descubrí que había grupitos formados y parejitas también. Para comenzar, todos los adultos hablaban juntos en la cocina, Alexy, Li, Violeta, Nath, Kim e Iris hablaban sentados en el porche. Lys, Chris, Viktor, Laeti, Noemí y ahora Castiel hablaban sentados en la sala de estar. Una vez que entré, Arnaud me puso una mano en el hombro.

-Felicitaciones por tu casa, para celebrarlo traje la cámara polaroid, así que si quieres nos sacamos una foto todos juntos, no sé aun como haremos para entrar.-dijo Arnaud.

-Oh no te preocupes, yo me encargo de ello. ¡Chicos! Vamos a sacarnos una foto todos juntos con una cámara instantánea, por ende cada foto sale cara porque necesita papel y tinta, así que debemos salir bien. ¿Les parece ir al porche? ¿O al jardín?-dije. Todos comenzaron a hablar juntos, pero rápidamente decidimos que el jardín era la mejor idea. Nos amontonamos todos como pudimos, Noemí quería proponerse para sacar la foto, pero no podía excluirla. Así que dejamos la cámara con temporizador en la mesa del porche y nos juntamos para que la foto saliera bien. Una vez que vimos el flash, corrimos a verla. Habíamos salido increíbles, y esa foto significaba tanto para mí que de inmediato la puse en un marco de fotos, justo encima de una mesa de luz. Era un punto estratégico ya que, viera de donde se viera, la fotografía se lucia y de hecho era lo primero que llamaba la atención al entrar a la casa. Les sonreí a cada uno de mis amigos y me quedé observando la foto. No había notado, pero estaba entre Castiel y Alexy. ¿Acaso toda mi vida estaría ligada a estos dos? No pude evitar suspirar.

-¿Alask? Creo que es hora de que comencemos a irnos. Mi hermana está castigada y no puedo dejarla sola demasiado tiempo. Ya sabes cómo es, además debo ensayar para mañana.-dijo Nath. Asentí y junto a él comenzaron a irse todos, salvo Arnaud, Vitoria y Alexy. Rosa me tomó de la mano antes de irse y me arrastró un poco lejos de la entrada de mi casa.

-Psss, ¿le vas a decir a Alexy lo de Castiel y tú?-preguntó Rosa.

-¡Rosa! Por fin tenemos unos momentos a solas. Sí, le tengo que decir. Necesito que ustedes por fin estén juntos. Pero cuidalo mucho, ¿sí?-dije. Ella pareció sentirse renovada. Asintió, me abrazó y se fue rápidamente hacia el auto donde la esperaban sus padres. Noté que algunas parejitas se fueron juntas caminando, como la de Lys y Violet, o Kim y Nathaniel. Recordé que a Kim le gustaba el rubio desde... que la conocí. Vi como Castiel me guiñaba disimuladamente un ojo mientras se subía al auto con sus padres, no pude evitar sentirme increíblemente bien al saber que ellos de una u otra forma estaban mejor. Me sentí casi orgullosa.

-Una vez que me despedí de todos, ingresé nuevamente a mi casa donde pude ver como Alexy estaba haciendo una de sus riquísimas pizzas. Recordé como hacía 4 meses atrás, cuando recién Alex descubrió que me mudaría cerca del Sweet Amoris, se fue a mi casa a hacernos pizzas. Recuerdo que le manché la cara con algo de masa. Mierda, en nada tendría que decirle algo que le rompería el corazón, me iba a jugar la amistad que tenía con mi mejor amigo de toda la vida por un chico. Por un segundo me pregunté si valdría la pena... Me sentí como una autentica mierda. Alexy no me merecía de mejor amiga y Castiel tampoco de novia. Suspiré, me acerqué a Alex con toda la intención de decirle, suspiré y disfruté los últimos segundos de amistad con él que tendría en mi vida. 

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