Capítulo 19: Mimos (Casi lemon)
Lo acompañé hasta abajo y en el trayecto fui hablando con Christen.
-Hey antes que me despida, te felicito por tu relación con Castiel. Esta como un imbécil por ti y eso no es algo que se vea todos los días. Esto, hoy lo noté un poco extraño por lo que si puedes ayudarlo seguro te lo agradezca.-dijo Christen.
-Muchas gracias, lo aprecio muchísimo. Y sobre Castiel, recién noté que cuando hablaba de su trabajo y que se tuvo que quedar un tiempo a hacer horas extras lo noté extraño. Seguramente sea porque hoy fue un día poco habitual para todos.-dije. El río y se tocó la mejilla.
-ya ves. Si necesitas dinero puedes trabajar como boxeadora o tal vez policía.-dijo riéndose.
-si... No es mala idea.
-sí. En fin, nos vemos, vecina.-dijo Christen. Le sonreí y vi cómo se iba, hasta que lo perdí de vista por la oscuridad. Cerré la puerta y subí por las escaleras hasta llegar al apartamento de Castiel. Allí lo encontré inspeccionando la mesa con la comida, las apagadas velas y el dibujo. Mierda, recién allí recapacite que en verdad le había mostrado mi dibujo. Sentí una repentina vergüenza, no sabía explicarla, pero allí estaba. Vi su sonrisa al elevar con su mano el retrato que le había hecho. Se acercó a mí mientras yo permanecía inmóvil, simplemente observándolo. Caminó firmemente hacia mí y una vez que me tuvo a centímetros me sonrió con picardía.
-¿quién es este chico tan hermoso?-dijo Castiel señalando el dibujo. Sonreí y lo mire directamente a los ojos.
-el narcisista idiota de mi novio.-dije sonriéndole. Me alce de puntillas de pie para besarlo, pero intentó hacerse el rudo.
-¿idiota? ¿Con esa boquita te atreves a decirme eso? Puff, ten, un correctivo.-dijo, me pellizcó en el abdomen. No me dolió, de hecho me hizo cosquillas y no pude contener una risa.
-eres el idiota que tanto quiero. Deberías sentirte orgulloso, no suelo expresar mis sentimientos tan claramente. ¿Puedes repetirme lo que me dijiste frente a Chris mientras te curaba la nariz?-pregunté con una sonrisa en mi rostro. Castiel me tomó de la cintura y me acercó a él, me elevó el mentón suavemente con sus manos y me dio un suave beso en los labios.
-sacame esa palabra a besos.-dijo Castiel. Sentí una de sus manos haciéndome caricias en mi mejilla y la otra estaba aún en mi cintura. Le mostré una sonrisa y le rodee el cuello con mis manos, para posteriormente besarlo con intensidad. Cerré mis ojos y deje que el tacto y la ansiedad por su piel me consumiera. Aun con los ojos cerrados podía sentir como Castiel sonreía mientras nos besábamos. Nada importaba cuando eso sucedía, Solo estábamos él y yo juntos y parecía que podíamos contra cualquier mierda del mundo. Una mano de Castiel bajó de mi cintura hasta mis glúteos y sentí como los apretaba, sonreí y le mordí el labio. Él separó unos segundos sus labios de los míos para reírse rápidamente.
-está bien, me rindo. Eres la mejor novia del universo, cariño.-dijo Castiel. Abrí mis ojos y vi los suyos cerca de los míos. Le sonreí y nuevamente volví a besarlo, esta vez más rápido y con mayor fuerza. Sentí como mi corazón se aceleraba al mismo tiempo que mi respiración lo acompañaba. Cada segundo que avanzaba se podía sentir un calor que brotaba de no sabía dónde, simplemente allí estaba. Castiel comenzaba a sonreír pícaramente, se separó por unos segundos de mis labios y susurró rápidamente.
-ven.-solo eso basó para que lo obedeciera. Me tomó de la mano y caminó lentamente hacia el sofá, donde se sentó y yo a su par. No pasaron ni 5 segundos cuando ya me estaba besando nuevamente, a la vez que con sus manos me hacía caricias en el pelo y en la mejilla. Le sonreí nuevamente mientras me besaba, pude sentir como sus manos descendían desde mi mejilla hasta mi cintura, para posteriormente terminar una vez más en mi trasero. No pude evitar soltar una pequeña risilla a lo que Castiel se separó de mí, observándome.
-lo siento, no estoy acostumbrada a este cariño.-dije. Él sonrió una vez más y habló, podía sentirlo tan cerca de mí.
-pues acostumbrate porque mientras estemos juntos nunca te faltarán cosas como cariño, comprensión, mimos, un novio idiota y algo de picardía.-dijo Castiel. Me tomó de la cintura y me atrajo hacia él, por lo que no pude contenerme y me subí encima de sus piernas. Era la primera vez que yo estaba más alta que él, vi sus ojos grises plasmándose en los míos y no pude soportarlo más. Comencé besándole los labios, posteriormente me alejé hacia la comisura de sus labios, seguí hacia sus mejillas y bajé lentamente hasta su cuello. Allí me detuve y me centré en besarlo lenta y fogosamente. Sentí como Castiel hacía unos sonidos extraños, parecía gustarle. No estaba acostumbrada a besar chicos, pero no se sentía mal. Le acaricié el cabello de la nuca a Castiel mientras seguía besando con entusiasmo su cuello, sabía que si sería haciéndolo le dejaría una marca y tampoco pretendía eso ya que nos dejaría más que en descubierto, o al menos a él.
Un sonido extraño me alertó, era el estómago del grandullón chillando de hambre, exigía alimento. Separé mis labios de su piel y lo observé.
-Castiel, debes comer algo. Esto puede esperar.-dije. Mi voz no sonó como lo haría normalmente, sino que fue casi un susurro. Estaba reponiendo aire de la serie de besos que habíamos tenido. Vi la mirada vivaz de Castiel, se acercó a mí y me besaba por cada palabra que salía de su boca.
-¿y si mejor te como a ti?-dijo. Su voz tampoco era su característica voz gruesa, sino que también sonó a un susurro. Apenas habló me sonroje, sentí como mis mejillas ardieron, y estaba segura que él debía de haberlo notado.
Esta vez fue Castiel quien se acercó a mí y me estampó un suave beso en el cuello, sentí mi piel erizarse y mis ojos se cerraron involuntariamente. Estaba disfrutando de esto y solo quería dejar a mis sentidos actuar. Sentía la respiración de Castiel cerca de mi oído, sus labios, su lengua... Oh demonios. ¿Cómo sabía que tengo perdición por los besos en el cuello? Tal vez simplemente lo intuyó.
Pero sus manos me distrajeron, comenzaron a subir de mi trasero hasta mi espalda, donde me acercó aún más a él. Contuve el dolor del golpe que me había dado esta mañana como pude, intenté enfocarme nuevamente en el tacto y en los besos de mi novio. Pude sentir que una de sus manos comenzaba a ingresar por debajo de mi blusa, su tacto directo contra mi piel me estremeció. Mi corazón se agitó de una forma que no me lo hubiera esperado jamás. No me sentía incomoda, al contrario, quería quitarle la camisa y llenarlo a besos, pero el dolor físico era demasiado fuerte.
Me pregunté si debía decirle que me caí de un segundo piso o si limitarme al silencio. No, no podía. Ya le había mentido con respecto a Dakota, esto no podía pasar inadvertido. Además dudaba que si pasábamos a un segundo plano, pudiera encontrarme cómoda de mantener relaciones sexuales con todos los dolores que tenía. Ni siquiera podía disfrutar el tacto de Castiel contra mi piel, menos podría disfrutar un acto tan hermoso como el que sucedería.
Las manos de mi novio me atrajeron hacia él una vez más y allí no pude evitar chillar.
-auch. Más despacio.-dije. Mi cuerpo se estremeció, pero ya no era por satisfacción, sino que fue por dolor. Castiel dejó repentinamente de besarme y se limitó a observarme. Me miró confundido, no parecía comprender qué era lo que me sucedía.
-¿qué pasó? ¿Estás bien? ¿Hice algo mal?-preguntó Castiel. Negué con la cabeza tímidamente. Castiel pareció notar en mi actitud que ya no era lo mismo. Elevó una ceja confundido, me hizo una caricia en mi espalda y sentí dolor. Allí no pude disimular mi rostro expresando mis emociones, él obviamente se dio cuenta y se puso paranoico. Supe que en su mente estaban saliendo miles de teorías porque su rostro reflejaba pánico.
-no me digas que te atacaron.-dijo Castiel. Nuevamente negué con la cabeza, me estaba arrepintiendo profundamente de haber hablado. Me senté junto a él y lo mire directamente a los ojos.
-sabes, fue una mala idea hablar. Sigamos en lo que estábamos.-dije. Me acerqué a él y lo besé, el primer beso no me lo negó, pero el segundo sí. Se apartó de mí y me observó bastante enojado.
-no utilices eso conmigo. Es un tema serio, ¿qué te sucedió? Necesito saberlo, sabes que me preocupo por ti.-dijo Castiel. No pude evitar ocultar una sonrisa al tiempo que le hacía una caricia en la mano. Le sonreí con la mayor dulzura que mis labios podían, y si bien Castiel me observaba con dulzura, su boca no demostraba lo mismo.
Deje escapar un suspiro y me volteé, dándole la espalda. Allí elevé mi remera y expuse mi espalda, en verdad no sabía si tenía alguna marca, pero por la gravedad de la caída supuse que sí. Escuche un suspiro algo asombrado por parte del pelirrojo, volví a dirigirle la mirada y descubrí que él estaba prácticamente paranoico. Vi como su mirada estaba inquieta, de pronto pareció tener ojeras y toda la lujuria de segundos anteriores se había ido al demonio. Aunque, pensándolo mejor, era una buena idea haberle dicho esto ahora y no que él lo hubiera descubierto si eventualmente, me quitaba la camisa. Sería peor porque seguramente pensara que se lo estaba ocultando.
-Alaska...-dijo. Estaba asustado, preocupado, no paraba de verme la espalda y me sentí repentinamente agotada.
-lo sé, lo siento mucho. No fue mi culpa, llegó el imbécil, la rama...-los nervios estaban haciendo que dijera cualquier tontería. No era capaz de modular una oración. Castiel me observó paciente, suspire y lo miré con tristeza.-solo... ¿Puedes pasarme la crema? Me duele muchísimo la espalda y hoy se me dificultaba al hacerlo por mi propia cuenta. En la cena te cuento bien con lujo de detalles, escuché que tenías hambre y yo también comienzo a tenerlo.-dije. Él me observó preocupado, asintió sin mover demasiado la cabeza.
Me incorporé rápidamente y le traje la crema del baño. Me senté junto a él y le di una cálida sonrisa, Castiel permanecía serio, simplemente me observaba. Me pregunté qué estaba pasando por su mente en ese momento, por un instante consideré que él estaba enojado pero cuando le entregué la crema, nuestros dedos se cruzaron y eso le bastó para darme una pequeña sonrisa. Me volteé, dándole la espalda y pude sentir como sus manos levantaban con mucho cuidado mi blusa. El mismo escalofrío que sentí cuando su piel tocó la mía, volvió. Me mordí el labio conteniéndome, escuché como Castiel hizo un sonido que no llegué a identificar. Parecía estar molesto, gire mi cabeza por encima de mi hombro y lo vi concentrado en mi espalda.
-¿sucede algo?-pregunté. Me miró y efectivamente estaba molesto.
-sí, te encuentras tan delgada que si te encorvas se comienzan a ver tus vértebras. ¿Has estado comiendo bien? Porque me preocupa.-dijo Castiel. Fruncí el ceño y caminé rápidamente hacia el baño donde hice lo que él decía: me encorve. Tenía razón, se veía mi columna vertebral como si se tratara de un esqueleto. Escuché los pasos de Castiel y vi cómo se recostaba contra el marco de la puerta del baño.
-¿ves a lo que me refiero? Debes tener cuidado. Vamos a comer de inmediato. Y ahora que se esto, estaré más pendiente de que comas bien.-dijo Castiel. Le sonreí dulcemente, pero nada parecía modificar su rostro. Era evidente que se había molestado. Observé hacia abajo, en señal de que lo sentía, pero Castiel no pareció meditar en ello ya que lo próximo que sentí fue como me tomaba de la mano y me llevaba nuevamente hacia la sala. Allí me senté y él prosiguió pasándome la crema por mi piel, mi cuerpo se agitó y sentí como el pelirrojo se disculpaba. Por más que sus manos estaban recubiertas del ungüento, se seguía sintiendo extraño, extraño bien, satisfactorio. Basta, no era momento de pensar en ello. Volví a verlo y él estaba concentrado en intentar llegar a mis omoplatos pero mi remera se lo impedía. Se me estaba ocurriendo una idea, y antes de que siquiera fuera a efectuarla ya sentí como mis mejillas se sonrojaban. Me moví lentamente, tomé mi blusa y me la quité. No podía ver a Castiel ya que le estaba dando la espalda, pero rápidamente la use para tapar lo poco que mi sostén no cubría. Sentía nervios, sabía el motivo, y es porque tenía al chico de mis sueños a centímetros de mí. ¿Qué demonios me pasaba? Ni la primera vez que me desnudé enfrente a mi ex novia me había sucedido esto.
Giré lentamente mi cabeza hacia atrás y vi a Castiel atónito, pero apenas cruzamos una mirada, pude ver como se sonrojaba y sonreía. Oh vamos, odiaba que me hiciera eso, sentía ganas de abrazarlo y besarlo. Normalmente no sería mala idea, pero estando con el torso semi desnudo, seguramente daría a segundas interpretaciones.
-Esto... Supongo que así te será más fácil para que puedas pasarme la crema.-dije. Mis mejillas ardían, fácilmente se podría cocinar una comida en ellas. Sentí una sonrisa pícara por parte de Castiel. No me atreví a observarlo, sabía que si cruzábamos una mirada yo ya no controlaría a mi cuerpo.
-Gracias, niña. Me es más fácil.-dijo Castiel. Agradecí que se encontrara molesto, por lo que mis ansias se disminuyeron en un instante. Suspiré y una vez que me calmé, lo observé.
-Lo siento, sé que no te gusta verme así. Pero creeme que no lo hice apropósito. Fue mi último recurso. Por favor no te enojes, ¿sí?-dije. Él quitó la mirada de mi espalda y la puso en mis ojos. No estaba molesto conmigo, se notaba, pero aún me resultaba muy complejo poder leer sus reacciones. Castiel suspiró y observó la tabla, ¿habría sucedido algo?- ¿quieres hablar de algo?
-No lo sé. Sucedieron varias cosas en el día que aún no sé cómo interpretar. Estoy algo desanimado, pero pretende que estoy bien. Y con respecto a tu situación, te creo. Simplemente espero que comprendas que, como tú dices, no me es fácil verte en este estado.-dijo Castiel. En su voz se podía ver que estaba mal. Me volteé aun con la blusa tapando mis pechos y lo miré. Le puse una mano en su mejilla y él recostó su rostro en la misma.
-Si te encuentras mal y necesitas un tiempo a solas, puedo ir a lo de Rosa. O simplemente puedo pasar la noche caminando por entre las call...-dije. Castiel me interrumpió.
-¿Estás demente? No. Tú eres la mejor compañía que puedo querer ahora. Además no voy a permitir que estés caminando sola. Ya bastantes mierdas te sucedieron, tú te quedas conmigo.-dijo Castiel. me rodeó con uno de sus brazos y me atrajo hacia él con extremo cuidado. Sentí el constante calor que su cuerpo irradiaba y me reconfortó, su piel era reconfortante. Aproveché que su rostro estaba cerca del mío y le di un suave beso en los labios. Me percaté que estaba entre sus brazos con prácticamente mis senos al descubierto. Castiel me besó algo más fuerte, era extraño, parecía que quería desatar el estrés en mis labios. El beso era apasionado al igual que sus manos que ahora se deslizaban lentamente hacia mi cintura.
-Eres mi único remedio al mundo de mierda en que vivimos.-dijo Castiel. Casi no podía hablar ya que apenas despegaba mis labios de los suyos. No pude resistirme y como pude me senté encima de sus piernas. Sentí sus manos recorriendo mi casi descubierta espalda. No importara las veces que me tocara, seguiría sintiendo escalofríos. No importaba cuanto me besara, cuanto me mirara o me dijera estas cosas, sabía que él era mi remedio también. No respondí, no sentía que era el momento correcto para demostrar sentimientos.
Mis manos acariciaron sus mejillas y se encaminaron lentamente hacia su cabello donde proseguí haciéndole mimos.
Sentía su respiración y su corazón, estaba tan acelerado como el mío. Él se recostó lentamente en el sillón hasta que yo estuve encima de él. Al adoptar esta posición, la blusa que protegía mis senos se me cayó y estos eran protegidos únicamente por mi ropa interior. Castiel dejó de besarme para observar mi pecho, pude ver su sonrisa pícara y le golpeé suavemente el brazo.
-eres un asco.-dije.
-eh, espera que aún no escuchaste lo que tengo para decir. Iba a decir que retiraba todo lo dicho sobre que te faltaba delantera, pero viendo como estas sonriendo, no puedo evitar tomarte el pelo. Por lo que, reafirmo que te falta busto.-dijo Castiel. Me acarició la nariz con la suya al tiempo que se aguantaba la risa. Yo al comienzo sonreí pero posteriormente sentí como mis mejillas se ruborizaban de la vergüenza y el enojo.
-cast...-iba a chillar pero él me tomó de ambos cachetes y me dio un cálido beso. No pude evitar sonreír y devolvérselo. Sentí como ambos sonreíamos hasta que nuevamente sentí las manos de Castiel entre mi espalda, se movían lentamente hasta que pude notar que procuraba desabrochar mi sostén. Mientras lo besaba hacía esfuerzos por contener mi cara de dolor, obviamente estar haciendo movimientos en mi espalda hacía que me doliera. Castiel dejó de besarme y lo observé. Estaba serio.
-lo siento, niña. No puedo.-dijo.
-oh, por eso no hay problema.-dije, Llevé mis manos a mi espalda y allí intenté sacarme el sostén, con claro dolor al hacer el movimiento hacia atrás. Él me tomó de las manos y me observó.
-No, pequeña, no me refería a ello. No puedo concentrarme sabiendo que tienes dolores. Esto es algo que debemos disfrutar ambos y eventualmente tú no estás bien. No debemos apresurarnos...-dijo Castiel. Lo interrumpí. Me senté en el sillón y lo observe.
-estoy bien, grandullón. Descuida. Además me mencionaste que te encontrabas mal, seguramente esto te anime. Gracias por preocuparte por mí.-dije. Le di un suave beso a lo que él no pudo evitar esbozar una suave sonrisa. Él tomó mi blusa, la cual se había caído al suelo y me la puso. Me dio un beso en la frente y se incorporó.
-Lo siento, niña. Simplemente con que sonrías ya me ayuda a estar bien. No voy a forzarte a que hagas esto. Además, honestamente estoy algo asqueado por algo que hoy hizo Dakota sobre ti. No malinterpretes, no estaba pensando en él mientras te besaba ni mucho menos. Solo que... Argh.-dijo. Lo observé preocupada. ¿Dakota? Rogué que no haya dicho nada que me encontré con él en el medico. Trague saliva nerviosa y vi como él también se sentaba, algo cansado. Él lanzó su vista al suelo.
-¿quieres hablarlo?-pregunté. Él me miró a los ojos. Mierda, tenía miedo que creyera que yo estaba haciendo algo con Dakota.
-en verdad sí, pero ambos estamos muy cansados. Tampoco quiero ponerte demasiado peso encima, tienes que recuperarte.-dijo Castiel. Escuché una vez más sus tripas chillar, por lo que me incorporé, le extendí la mano y lo observé esperando su respuesta.
-Ven, cuéntamelo en la cena. Yo iré a calentar un poco el pollo.-dije. Él me tomó de la mano y me sonrió. Se incorporó y caminó sumamente cansado. Tomé los platos y calenté primero el de él en el microondas mientras que servía licuado de frutilla con ron y un poco de ron. Me volteé y le ofrecí el trago a Castiel. Lo vi observando el dibujo que le había hecho. Sentí bastante vergüenza, me pregunté si debería habérselo enseñado. Él no era una persona específicamente dulce y eso era bastante romántico. Le coloqué el trago en la mesa y el sonido del vidrio contra la misma lo distrajo, captando la atención. Me mostró mi dibujo y me sonrió. Le devolví la sonrisa y me volteé ya que mis mejillas me habían traicionado, estaban tan rojas que podrían camuflarse con el cabello de Castiel. Pero antes de terminar de voltearme sentí una tomando la mía, obviamente se trataba del pelirrojo.
Él no solo me tomó de la mano, sino que en un segundo me atrajo a él, tomándome de la cintura con delicadeza. Mi vista daba hacia su pecho, al tenerlo tan cerca debía elevar bastante mi cara y él bajar la suya. Adoraba que fuera tan alto. Pero eso solo era una minúscula parte de lo que me hechizaba de él. Él dejó el papel en la mesa y con la misma mano me elevó suavemente el rostro hasta tener sus ojos en los míos. Yo tímidamente pasé mis manos por su espalda, pero apenas podía rodearlo, era enorme. Vi sus labios cerca de mí y solo sentía ganas de besarlos, pero no podía. Tenía demasiada vergüenza como para hacer algo más que no fuera ruborizarme.
-¿quién es este chico hermoso? Voy a darte una segunda oportunidad porque no me respondiste de la forma que me esperaba-dijo él mirando el dibujo. Lo vi rápidamente y nuevamente me enfoqué en su mirada.
-¿Ah no? ¿Y qué era exactamente lo que te esperabas?-dije. Le sonreí pícaramente.
-Solo responde.-dijo Castiel.
-Es el chico que me gusta, el pelirrojo que hace que sonrojarme sea una tarea fácil, el tonto que hace que mi corazón de un vuelco cada vez que lo veo o me toca y mucho más cuando pruebo sus labios. Ese es un vago retrato de la hermosura que transmiten sus ojos grises, del amor que traspasa esa radiante sonrisa, de esos perfectos labios, de esas mejillas regordetas, de ese cabello hermoso que me encanta. Tú dices que yo soy tu remedio, pero tú eres mi adicción.-dije. Cada una de esas palabras las dije mirando fijamente a los ojos de Castiel. Él pareció sorprenderse pero, inmediatamente me sonrió con un cariño impresionante. La mano que tenía en mi cintura la elevó hasta mi mejilla, allí con ambas manos me besó delicadamente. Este beso era distinto, no era apasionado, no era fogoso, no había ni un rastro de pasión. Este beso era único: había amor. Mis ojos se cerraron involuntariamente y me sumí en ese adictivo cruce de labios. Castiel apenas podía contenerse, al igual que yo.
-¿recuerdas que te dije que no debías tener miedo?-preguntó Castiel. Abrí mis ojos y vi su mirada a centímetros de mí. Asentí levemente y vi como el pelirrojo se separaba de mí. Parecía estar meditando sus palabras.
-esto... Yo tengo miedo de exponer mis sentimientos, pero contigo no tengo ninguna tipo de dudas. Además, mereces saberlo: te quiero, Alaska.-dijo Castiel. Pude ver como sus mejillas se enrojecían de una forma casi brutal. Su mirada se hizo tan dulce como en la tarde cuando me dijo que yo era la indicada. Su sonrisa se camuflaba entre sus mofletes, tan rojos como el trago que sostenía.
No sabía cómo actuar, nunca nadie me había dicho nada similar. Ni siquiera me había enamorado antes, y tampoco podía asegurar si llamarle amor a lo que tuviéramos. Lo conocía hace apenas 4 meses, pero de todas formas no podía negar que había cariño. Nunca había sentido a mi corazón enloquecer al escuchar dos simples palabras. Nunca sentí ganas de saltar hacia una persona y llenarla a besos hasta quedarme sin aire, tampoco había sentido la necesidad de demostrarle mis emociones a una persona. Y eso no era nada en comparación a lo que Castiel realizaba en mí.
Me mordí el labio y lo miré con ternura, Me acerqué lentamente hacia él y lo miré profundamente hacia los ojos, procurando poder expresarle todo lo que con palabras no podía hacer. Solo rogué que lo que estaba por hacer, funcionara para demostrarle todo. Lo tomé de las mejillas y hablé con un cariño que era desconocido en mí. Sentía en mis manos su rostro, estaba ardiendo del calor provocado por la vergüenza, supuse.
-¿Recuerdas que me dijiste que yo era la indicada? Pues, en el momento que me lo dijiste me asusté y mucho. Pero ahora puedo verlo claramente: tú eras lo que faltaba en mi vida. Porque por más que mi vida fue un infierno hasta hace una semana, tu hacías que mi infierno se convirtiera en un paraíso. Inclusive siendo amigos. Por más que no puedo asegurar si esto será para siempre, siento que te necesitaría ver todos los días de mi vida para que ésta esté completa. Así que sí, tú eres mi elegido.-Dije. Vi la sonrisa de él. Esto era inigualable, tenerlo a escasos centímetros y sentirme en la libertad de besarlo cada vez que quisiera era inigualable. Y de hecho, sentí su rostro acercándose hacia el mío, me besó rápidamente para posteriormente seguir observándome en silencio.
-¿Qué sucede?-dije.
-Nada, simplemente observaba la maravilla de novia que tengo.-dijo Castiel. Me sonroje una vez más y me reí de nerviosismo. No sabía demasiado el motivo, simplemente solté una risilla a la cual Castiel respondió esbozando una sonrisa.
-¿Ves de lo que hablo? Mi vida era una mierda sin tu sonrisa. De hecho, aunque hoy me caí de un árbol por culpa del novio de mi madr...-dije. El pelirrojo de inmediato interrumpió su sonrisa para pasar a un preocupado rostro. Mierda, había hablado demás. Me mordí el labio en señal de autocastigo por haber dicho demasiado. Suspire y cerré los ojos, fue cuestión de segundos para escuchar el grito de Castiel.
-¡¿Te caíste de un puto árbol?! ¿Qué mierda hiciste? ¡Alaska! ¡¿Por qué no me contaste esto de inmediato?! Me cago en todo. Sientate y dimelo todo, con detalles como prometiste. Descuida por la cena, porque yo prepararé lo que haga falta.-dijo Castiel. Suspire y me senté. Tragué saliva, decepcionada conmigo misma. ¿Cómo había podido fastidiarla tanto? Era un momento precioso como para cagarla tan abruptamente. Genial, comenzaba a creer que tenía una habilidad para importunar todo momento con mi novio. Lo observé y rápidamente sirvió la comida que yo había preparado, él se sentó delante de mí y no pude evitar lanzarle una cálida sonrisa.
-¿Lys te dijo que esta es mi comida favorita?-preguntó Castiel. Negué con la cabeza, pero comencé a reír por lo que parecía que estaba mintiendo.
-Debes estar de broma, ¿en verdad lo es? ¡He adivinado! Es una comida que siempre me ha gustado y que nunca he podido hacer porque soy un desastre cocinando.-dije. Castiel hizo un gesto extraño con su rostro. Parecía gratamente sorprendido, como si fuera una especie de conexión que ambos compartíamos.
-Pues debe tratarse del destino, pero no cambies de tema: ¿qué sucedió?-dijo Castiel. Él se sentó y comenzó a comer. Apenas dio un bocado pude ver en su rostro que, o estaba fingiendo que estaba delicioso, o en verdad le había gustado demasiado. Le sonreí y di un bocado a la comida. A mi parecer, no estaba nada mal. De hecho, me sentía bastante orgullosa de lo que había logrado ya que desde siempre fui un desastre en la cocina.
Por un segundo mi mente voló en el tiempo y recordé como Alexy solía venir a mi casa cuando teníamos 14 años y allí el cocinaba. Suspiré, sabía que en dos días le tendría que decir la verdad y nada bueno pasaría allí. Por un instante tuve pánico de perder su amistad, eso era algo que no me perdonaría nunca. Él no se merecía eso, que su corazón se rompiera. Tampoco Rosa merecía estar con un chico que en verdad no le prestaba la atención que ella buscaba. Me cuestioné si lo mejor para él sería perder contacto conmigo, últimamente creía que yo no era una buena amiga. Elevé mi vista y vi a Castiel tomando del daiquiri, desde que estábamos juntos, mis amigos habían pasado a un segundo plano. Bueno, aunque en parte es porque estoy con la mudanza, me encuentro herida y no estoy yendo a estudiar. Supuse que, si iba al Sweet Amoris, pasaría con mis amigos.
-¿Me estás escuchando?-preguntó Castiel. Su voz me trajo rápidamente a la realidad, casi que se lo agradecí. Sabía que no iba a conseguir nada bueno pensando en cosas que probablemente, tal vez no sucedieran nunca.
-No, lo siento. Estaba pensando, ¿qué me decías?-pregunté. Escuché una risilla extraña de Castiel.
-Sé que no puedes evitar pensar en mí, pero me tienes aquí, niña.-vi su risa burlona.-En verdad te decía que tus habilidades en la cocina son mucho mejores que las mías. Y que no te quedó nada mal la cena.
-¿Nada mal?-dije. Por más que agradecía que estuviera sonriendo, no pude evitar pensar que la comida no le había gustado. No pude contener una expresión de tristeza. Castiel sonrió con maldad y me miró. Solo eso me bastó para saber que estaba haciendo una broma- ¡Serás idiota! Creí que no te había gustado. Pues, para mí está bastante bien. De hecho me esperaba que estuviera incomestible, y...-Castiel me interrumpió.
-¿Alguna vez te dije que te ves adorable cuando te pones nerviosa?-dijo. Sentí inmediatamente mis mejillas ardiendo. Me mordí el labio y le sonreí pícaramente. Proseguimos comiendo hasta que, finalmente hablé.
-Esto, creo que postergar lo impostergable, solo lo hará peor. Te contaré lo que sucedió hoy una vez que te fuiste al trabajo. Solo... No te enojes, ¿bien? Como te dije, fue la única alternativa que tuve y créeme, recurrir a tirarme por un árbol, teniendo en cuenta que sufro de vértigo, no es algo que desee hacer. Simplemente escucha. ¿Está bien?- Castiel soltó un suspiro molesto, pero finalmente accedió asintiendo. Mientras íbamos tomando y comiendo, comencé a narrarle lo sucedido. Le comenté que había ido a mi casa a tomar fotografías para vender los muebles que me pertenecían y así conseguir dinero para comprar los que estaban en el apartamento que me mudaría. El mundo, repentinamente, me pareció diminuto. Era increíble que fuera a ser vecina de Chris y Laeti, que a la vez estos fueran hermanos y que hoy hubiera golpeado a mi propio futuro vecino. Quise reírme de lo ridículo que sonaba todo ello, pero no podía ya que le estaba narrando lo que había sucedido al incrédulo Castiel que me observaba mientras devoraba la comida., odié saber que tenía hambre y por estar conmigo se estaba conteniendo.
-¿Me estás diciendo que el imbécil de Francis pensaba golpearte y tuviste que huir?-dijo Castiel. Asentí. Se veía visiblemente molesto.
-Pero hay más.-Le comenté que Lys me había ayudado y él pareció orgulloso de su amigo. Era increíble como Lysandro, aun ausente, podía ayudar a calmar a Castiel. Por un lapso pequeño de tiempo, sentí que Lysandro y Castiel no harían una mala pareja, al igual que Violeta y yo. Pero nadie podría hacerme sentir de la forma que el pelirrojo lo hacía. Lo observé, se lo veía bastante enojado, no me importó. Inclusive así él es una adicción.
-¡¿Por qué mierda no me contaste antes?! ¡Me hubieras dicho y te acompañaba! Y ahora, porque yo no fui contigo, estás más herida que nunca. ¿Eres masoquista?-preguntó Castiel. No pude evitar reír por sus últimas palabras, pero al ver que no mostraba una sonrisa, me detuve.
-No, Castiel, no lo soy. ¿Por qué habría de decirte que me acompañaras? Sé que quieres cuidarme a todo momento, pero somos adultos y debemos actuar como tal. No puedo ser paranoica y decirte que me acompañes a todas partes por si un accidente me sucede, si éste está dispuesto a acontecer, ocurrirá Y no va a haber nada que puedas hacer. Tú me lo dijiste: no vivas con miedo.-dije. Le coloqué una mano en la suya, pero no pareció calmarlo.
-Lo sé, sé que sabes que pretendo cuidarte. Y yo sé que tu carácter no me lo permite. Pero piensa que no suelo cuidar a nadie, de hecho solo un grupo reducido de personas me importan, ya sabes: Lysandro, Viktor, Iris... Tú. ¿Sabes? Tengo una idea. Mañana no pienso ir a estudiar, pienso quedarme contigo. ¿Por qué no vamos juntos a tu casa y así me aseguro de que no haya nadie queriéndote hacer nada malo?-dijo Castiel. Le sonreí dulcemente.
-Eres un cielo. Pero no faltes por mí, yo puedo ir sola, en verdad.-dije. Castiel me sonrió.
-Es que el sencillo está a pocos días de ser grabado y necesito una canción para Demons, además quiero alejarme de Nathaniel. Si bien ya no hay problemas con él, una amistad no nace de un día para el otro. Contando que hoy me persiguió por todo el instituto para que no me fuera. Además, como esté Francis en la casa, pienso tomar venganza. Sabes que no puedo resistirme a una buena pelea.-dijo Castiel. Puse mis ojos en blanco mientras escuchaba como se reía.
-La idea es pasar desapercibidos, no causar una pelea. Conociéndolo me sorprende que aún no haya hecho una denuncia o algo similar. Es decir, no tiene sentido ya que es mi casa, pero ya sabes. Ese hombre cree que el dinero lo es todo.-dije. Vi como Castiel asentía.
-No lo es todo, pero bien que ayuda.-Dijo Castiel.
-Ahí tienes razón. Con respecto a lo del sencillo, no lo sé, yo en verdad puedo ayudar. Además recuerda que el sábado nos vamos a reunir con toda la banda, incluyendo a Nathaniel, en mi nueva casa para ver si podemos hacer el sencillo o en caso que alguien tenga la idea de uno, corroborar si está bien. A lo que me refiero, es que no me voy a negar a pasar tiempo con mi novio, sin embargo, tampoco quiero ser como un chicle en un zapato.-dije. Castiel se rio con ímpetu, tanto que me sobresalté, lo que causó aún más risa en el pelirrojo.
-¿Qué sucede?-dije.
-Eres el romanticismo en persona. Una cena romántica, comida deliciosa, tragos increíbles y la frase más romántica de mi vida "chicle en un zapato." Eres lo máximo, ¿lo sabes?-dijo Castiel. Le sonreí y admití que tenía razón. Pero supuse que si él pretendía ennoviarse conmigo, debería comprender que le faltaría el romance.
-Y tú eres un experto para desviar los temas. Ahora tu cuentame qué te sucedió. Sé que el trabajo puede ser agotador, pero no sueles salir del mismo tan cansado. ¿Un mal día?-pregunté. Castiel asintió levemente. Sus ojos se desviaron de los míos y se recostó un poco en la silla mientras le daba un sorbo a su bebida. Se quedó rápidamente sin el trago, por lo que se incorporó a preparar más. Lo seguí con la mirada y me dio la espalda mientras licuaba frutillas. Adoptó una extraña actitud, tanto que apenas podía reconocerlo.
-¿Te encuentras bien?-pregunté. Él simplemente asintió.
-Sí, es solo que fue un día de mierda, lo cual me enoja. Es decir, estoy acostumbrado a que todo sea una mierda, pero eso no es así desde que nos conocemos. Y supongo que... Argh, me cago en todo.- dijo Castiel. Me incorporé sin hacer el menor ruido y caminé lentamente hacia Castiel. Tenía ambas manos apoyadas sobre la mesada, la licuadora frente a su cara y está mirando hacia abajo. Su cabello se interponía en su mirada y le ocultaba el rostro. Por unos segundos me recorrió un sentimiento de pena. Era obvio que se lo veía mal. Me paré junto a él y lo observé.
-No tienes por qué contarme nada. Lo sabes.
-Casi me despiden. Y probablemente lo hagan.-dijo Castiel. ¿Qué? ¿Qué demonios? ¿Cómo podía ser eso posible? Es decir, no era porque él fuera mi pareja, pero era el mejor trabajador que había. Tenía un vínculo natural con la mayoría de niños, incluso aquellos que cualquier ser humano normal tomaría como insoportables. Castiel levantó la mirada de la ruidosa máquina, la detuve y lo miré fijamente. Aunque de hecho no podía ver sus ojos, un mechón de pelo seguía ocultándolo.
-Hey, tranquilo. No lo harán, eres el mejor empleado.-Castiel me interrumpió, volvió a mirar al suelo.
-Eso lo dices porque eres mi novia y me ves como una buena persona. La vida no funciona así, niña.-dijo Castiel. Seguía teniendo los brazos apoyados en la mesada, de hecho ahora podía ver que estaba dejando todo su peso en ellos. Pasé por debajo de uno de ellos y de pronto me encontré entre sus brazos, viendo como observaba al suelo. Me estiré como pude hasta llegar a su rostro, le acaricié la mejilla e hice un recorrido con la mano hasta llegar a su cabello, le quité el pelo de su vista y le sonreí dulcemente.
-Mucho mejor, extrañaba esos hermosos grises. No te van a despedir, lo sé porque veo cómo eres con tus alumnos. No lo digo porque seas mi novio, soy testigo directo de ello. ¿Quién querría despedir a un guitarrista que pronto hará un sencillo para una discográfica importante? Nadie. Además, mirate. Cualquier imbécil te juzga físicamente y cree que eres un desastre. No existe ser humano más honesto que un niño, y con su brutal honestidad, te quieren. No tienen miedo de que vistas de negro, que seas enorme, que tengas la voz muy grave o que tú pelo sea poco común de manera natural. Nada de eso les importa. Y, en un trabajo donde pasas más tiempo con tus "clientes" que con tus jefes, lo que es imprescindible es que te lleves bien con a quienes les das clases. Además, nunca van a encontrar a alguien mejor que a ti. Es increíble la forma que tocas esa guitarra.-Dije. Castiel me miró, seguía visiblemente mal.
-En verdad me importa una mierda que me despidan, no es el peor trabajo del mundo, pero tenemos unos compañeros que son una mierda. Yo nunca entable relación con la recepcionista, ni siquiera sé cómo se llama. Henry es un hipócrita de mierda que solo sonríe, Denis se cree que es el poli malo y Geraldine... Ella es buena persona. En verdad me hacen un favor si me despiden. Pero no es por ello que estoy mal.-dijo Castiel. Lo observé esperando a que dijera algo más, pero solo obtuve silencio.
-Personas mierda van a haber siempre en cualquier lugar. ¿Qué es lo que te preocupa? Si es por la casa, yo puedo ayudar. Sé que consideras a Lysandro y a Viktor como tus únicos amigos, pero Rosa, Violet y Alex también lo son.-dije.
-La casa me preocupa, sí. Pero no es mi mayor miedo: mi problema se llama Dakota. No quiero dejarte sola con él.-dijo Castiel.
-Castiel, ¿en verdad esta conversación de nuevo? Sabes qu...-Castiel me interrumpió a la vez que yo soltaba un suspiro de frustración.
-No, niña. Dejame hablar. Sé que crees que el mundo es bueno, pero no es más que una farsa. Dakota pretende que...-Castiel me contó todo, con cada detalle. La discusión con Dakota, lo que él había insinuado conmigo, la pelea entre el rubio y el pelirrojo, la charla con Denis y lo sucedido. Honestamente, no sabía qué demonios creer. Es decir, sabía que Dake era un mujeriego ya que el primer día que fui a trabajar, me tomó de la cintura sin mi permiso. También recuerdo aquella vez que nos lo encontramos con Rosalya y Violeta en el shopping y no me quitaba los ojos de encima. Pero, también recuerdo cuando me ayudó con Debrah. Y con el tiempo, me comenzaba a simpatizar. Sabía que Castiel no se inventaría algo así, además, si no le creía era tan fácil como preguntarle a la recepcionista, a Geraldine o a cualquier testigo ocular.
Sin embargo, Castiel hace meses me viene advirtiendo que me aleje del rubio, por lo que tal vez, utilizó una exageración para que me alejara de él. Es decir, dudaba que Dake hubiera hecho un gesto tan obvio para referirse a la felación, no se expondría a perder el trabajo de esa manera. ¡¿Qué demonios estaba diciendo?! ¿Acaso estaba defendiendo a Dakota? Mierda, no, todo menos eso. No, no, no. Tenía que sacar esa loca idea de la mente. Lleve una mano a la sien y me la masajeé.
-Demonios. Me cago en todo. ¿Mañana irás al trabajo?-dije. El asintió.-Genial, iré contigo y hablaré con Dakota. Esto no se va a repetir.
-Ni se te ocurra. Ese imbécil igual te rapta o, te obliga a hacer esas cosas o...-dijo Castiel. Su voz se quebró y me miró, estaba enojado y sumamente preocupado. Puse ambas manos en sus mejillas y él pareció calmarse, poco, pero algo.
-Hey, hey. Nada me va a pasar, calmate. ¿Sí? Él es un adulto, tú eres un adulto, yo soy una adulta. Sabes que tengo un carácter de mierda y que no tengo problemas en defenderme. Yo voy a ir al trabajo a hablar con él, puedes quedarte conmigo si lo deseas, pero nada va a evitar que yo hable con Dakota. Esto se va a solucionar y voy a garantizar que no te despidan. ¿Sí?-dije. Le sonreí y Castiel me observó. De pronto se le veía cansado.
Se movió rápidamente y me rodeó con sus brazos. Me estaba abrazando, y en apenas lo que duró el mimo, pude sentir que lo necesitaba. Lo abracé también, y pude sentirlo más cerca que nunca. Es decir, no me refería al contacto físico, sino a una cercanía de otro tipo. Como si una vez más, me hubiera revelado sus debilidades jamás expuestas anteriormente. Le sonreí y le di un beso en el cachete.
-Todo va a estar bien, te lo prometo.-dije. Mi voz sonó suave, cálida, llena del cariño que le tenía a Castiel. Sentí como asentía mientras me abrazaba. También podía sentir como sus brazos me presionaban más y más, era claro que necesitaba cariño.
-Gracias, niña.-dijo Castiel. Ahora si me soltó y pude ver que se encontraba mejor. Lo tomé de la mano y le sonreí.
-Te ves cansado, ¿por qué no vas a dormir? Yo junto y ordeno todo esto. Estoy acostumbrada a hacerlo, además no me molesta ni cuesta nada. No creo que estés de humor para jugar a la ouija, de hecho, ni yo lo estoy. Creo que necesito unos minutos para procesar toda la información que me dijiste. Lamento que el día haya terminado tan mal, porque había comenzado muy bien.-dije. Castiel sonrió levemente y me miro con dulzura.
-Oh no, hoy fue un día de mierda, por lo que tú te vienes conmigo al sillón. Eres la única capaz de resolver mi malhumor. Ayer descubrí una película que tiene muy buena pinta y quiero verla contigo.-dijo Castiel. Me mordí el labio y le sonreí.
-¿Es de terror?-pregunté. Él de inmediato asintió.- ¡Sí! Ve preparándola que yo terminaré de hacer los daiquiris y ya voy.-dije. Rápidamente vi como Castiel fue a encender la televisión a la vez que conectaba su celular a la misma, mientras yo mezclaba el alcohol con el licuado. Serví rápidamente las bebidas en dos vasos y las llevé al sillón. Allí le entregué una al pelirrojo y la otra me la quedé yo. Castiel ya se encontraba sentado en el sofá, y Me estaba esperando con el inicio de la película aun en pausa.
Antes de sentarme, decidí apagar las luces para generar un ambiente terrorífico. Apenas me senté, sentí dolor por el movimiento brusco en mi espalda, pero no me importó. Tenía a Castiel al lado de mí, y por más que ya nos habíamos encontrado en un estado más íntimo anteriormente, ahora se sentía extraño. Mi corazón se aceleró y mire con una dulce sonrisa a Castiel, el cual estaba tomando del daiquiri.
-Ven.-dijo. Me acurruqué contra su pecho, ya que él me extendía un brazo, el cual utilizó para rodearme. Le di un rápido sorbo a mi bebida, comenzaba a sentir los efectos de tomar ron. El pelirrojo le dio play al filme y por un segundo me pude olvidar de todo.
-¿Sabes? Creo que nunca te lo dije, pero considero a mi vida como un cliché. Es la típica historia donde la madre es una imbécil, el padre está ausente, por suerte. La chica tiene problemas y todo es una mierda, hasta que conoce a esa persona que le hace darse cuenta que el mundo no es tan mierda, como tú dices. Y, cualquier situación contigo se convierte en un lindo recuerdo. Me refiero a que, he visto películas con Rosa o Violeta, y si bien son un cálido recuerdo, no es lo mismo.-dije. Él me miró y se sonrojó inclusive en la oscuridad.
-Creo que tampoco te lo dije, pero hoy sentí fuertes ganas de fumar, pero decidí no hacerlo. No sé si esto durará por mucho tiempo o tal vez por poco. Pero sea lo que sea que dure, no me gustaría que tengas que besar a un tipo que huele a tabaco o que termine con un cáncer de pulmón. Oh, y por cierto, tu también eres la única persona que me aleja de toda la mierda del mundo.-dijo Castiel. Sentí mis mejillas sonrojándose, solo él podía lograr estas tonterías en mí. Le di un beso rápido en la mejilla y sentí que había demasiado ambiente a romance, por lo que tuve que cagarla, como siempre.
-¿Estás seguro que soy la única persona que puede alejarte de la porquería del mundo? Algunas veces siento celos de Lys...-dije. Sentí la risa de Castiel haciendo eco por la habitación. Me apretó más contra él, sin ser demasiado fuerte ya que era consciente de mis dolores.
-Podría decirte lo mismo sobre Demonio. Siempre que vienes a casa, pasas más tiempo con él que conmigo.-dijo Castiel. Me reí también, lo miré y sabía que este idiota podía hacer que mi vida tuviera algo de alegría.
-Ahora que lo dices, lo extraño bastante. ¿Vamos mañana a lo de tus padres? ¿O prefieres jugar a la ouija? ¿O ensayar para el sencillo? O no sé, lo que tú quieras.-dije. Castiel se terminó la bebida de un sorbo y me miró con una sonrisa.
-¿En verdad quieres ver a mis padres? Pues, se me está ocurriendo una idea genial. Este es el plan para mañana: nos despertamos, desayunamos y vamos directo a tu casa. Una vez que nos aseguremos que no hay nadie, entramos, tomamos las fotos que sean necesarias y si quieres te ayudo a traer más pertenencias. Si quieres, allí vamos y almorzamos con mis padres. Una vez que ello termine, traemos a Demonio a casa y vamos juntos al trabajo. ¿Te parece bien?-preguntó Castiel.
-¿Almorzar con tus padres? Ni loca, eso queda demasiado obvio. Vamos en plan de amigos, tu habla con tu padre y yo me quedo con Iris o Demonio. Creo que es lo mejor. Fuera de ese detalle, creo que el plan está increíble.-dije. Le sonreí para que no sonara demasiado obvio que aún me encontraba sumamente nerviosa por conocelos y por cómo se daría la charla entre el padre de Castiel y el. El pelirrojo me sonrió vagamente pero no hizo nada más, se limitó a ver la película. Por lo que me tomé el líquido que contenía el vaso y me acurruque junto a Castiel. Noté que él se incorporó y fue a buscar la botella de ron, la cual se terminó el solo. Estaba sorprendida de que aún no se hubiera emborrachado o le hubiera dado un coma etílico. Pero me limité a ver la película.
Allí nos quedamos en silencio mientras veíamos la película. Hubo un par de escenas de miedo en las cuales di un brinco. Normalmente cada vez que me asustaba, Castiel se reía, por lo que lo miré. Se encontraba profundamente dormido, nuevamente su pelo caía por sobre su mirada. Parecía un niño pequeño cansado por el largo día. Sentí ternura al verlo así, pero no podía dejarlo dormir en el sillón.
-Castiel, hey despierta.-dije. Él se movió somnoliento. Le puse su brazo alrededor de mi cuello y con esfuerzo lo levanté.
-¿qué haces?-Castiel estaba tan cansado que apenas parecía reconocerme. ¿O sería el alcohol? No importaba, lo único que quería era llevarlo a su habitación así podría descansar mejor. Lo tenía más que merecido, tuvo un auténtico día de mierda. Mientras iba caminando con él por el pasillo, me pregunté cómo demonios haría para hablar con Dakota. Es decir, creía a Castiel pero toda la situación era un tanto extraña.
Finalmente llegué al cuarto de Castiel y lo dejé suavemente en la cama, Pero al hacerlo él se enganchó a mí y caí junto al pelirrojo. Me incorporé de inmediato pero sentí una mano en la mía. Me voltee rápidamente y pude ver a un prácticamente dormido Castiel hablándome.
-¿te vas a ir?-preguntó Castiel. No estaba dormido, estaba borracho. Le sonreí y negué con la cabeza.
-sí, voy a dormir al sillón. Tú descansa, te va a hacer bien. Si necesitas algo, avisame.-dije. Me volteé para dirigirme al sillón pero sentí nuevamente su mano en mi piel. Esta vez estaba abrazado a mi brazo, igual a un crío. No pude evitar reír mientras veía al borracho de mi novio.
-no te vayas. Quedate conmigo.-dijo Castiel. Mi corazón se derritió de la dulzura con la que me lo pedía. Pude ver que no parecía soltar mi brazo y me miraba con ojos de cachorrito. Me senté en la cama y le acaricié suavemente la mejilla.
-Castiel eres un cielo. Voy a darte alcohol más seguido.-dije. Pero pensé que podría aprovechar esta situación, pensé ver hasta dónde podía llegar su ternura.-dime, por qué quieres que me quede contigo. Estás acostumbrado a dormir solo.
-Porque una vez que tengo a mi novia aquí, quiero que duerma conmigo. Además, tendría que cederte mi cama y estoy muy ebrio como para ir a la de Lys. Y sería extraño que tú durmieras allí. Aceptalo, es más fácil que duermas aquí conmigo.-dijo Castiel. Le sonreí y le di un beso en la frente.
-lo siento, pero siento que me estoy aprovechando de ti. Tú tienes que descansar, y Rosalya dice que soy un terremoto en la cama.-dije. Castiel sonrió pícaramente. Inclusive borracho pensaba en ello. Le di un golpe suave en su brazo y él se río.-eres un asco. Solo... Descansa, mañana nos espera un largo día.-dije.
-no, no. Espera. Quedate.-dijo Castiel. Solté un suspiro y me incorporé. Me salí de su agarre, no iba a dormir oficialmente por primera vez con Castiel estando así. Debía ser algo especial y mutuo. Es decir, sabía que él estaba como loco por mí, pero también reconocía que le parezco linda y eso a un hombre borracho...
-tengo miedo de dormir solo en la oscuridad. Quedate.- dijo Castiel. Espera, ¿acaso Castiel me estaba pidiendo lo que yo creía? ¿Le tenía miedo a la oscuridad? ¿Cómo era eso posible? Bueno... Yo seguía teniendo miedo a las tormentas. Pero no me esperaría nunca jamás que justo él le tuviera miedo a la oscuridad. Me resultaría mucho más obvio que tuviera temores como al compromiso, o a las arañas. Sin embargo apenas pude contenerme, me senté junto a él y deje que mis mejillas se sonrojaran.
-¿En verdad les tienes miedo?-Castiel asintió.- ¿Y no es ningún truco para que me quede contigo? No quiero aprovecharme de que estás borracho.
-Sí, estoy acostumbrado a dormir con Demonio, pero hoy no está. No me gusta dormir con la luz prendida ya que no concilio el sueño. No te estás aprovechando, te estoy invitando a que te quedes conmigo. Si quieres grabo mi voz para que, mañana cuando me despierte puedas mostrarme que fue mi idea. De todas formas, no veo por qué no querría a mi novia junto a mí. ¿Sabes cuantas veces desee poder verte de mañana? Al comienzo solo lo quería para burlarme de ti, ya sabes, sigo siendo un cretino. Pero ahora es para verte descansada y saber que estás aquí.-dijo Castiel. Me acarició la mejilla, y en un instante, perdí el control de mi cuerpo, puesto que me abalancé hacia él a llenarlo de besos. Castiel rio mientras apenas podía ya que me encontraba encima de él, dándole besos cortos y rápidos en toda la cara.
-Te quiero, no sabes cuánto. Admite que cuando dices estas cosas, eres la persona más dulce del mundo. Y aquí entre nos, te hace más sexy decir esto que hacer algo comúnmente considerado sexy.-dije. Castiel aún seguía riéndose, era obvio que no estaba nada sobrio, pero pude sentir sus mejillas calentándose por lo que le había dicho.
-Pues, pensaba que el sencillo de la canción tendría un primer plano de mi trasero para regalártelo, como forma sexy de decirte que también te quiero, pero mejor te traigo algo más tradicional.-dijo Castiel. Me reí ante su broma, esperaba que lo fuera. De pronto él se quedó en silencio y simplemente cruzamos miradas. Le sonreí dulcemente mientras me movía de encima suyo y me quedaba acostada junto a él. Recosté mi cabeza en la almohada y lo miré. Todo parecía tan irreal que aún no comprendía como hacía para no sentir nervios. No, me había equivocado, allí estaban. Solo bastó mirar por dos segundos a la profundidad de ojos grises de Castiel para enterarme que estaba por dormir en la cama de mi novio, junto al mismo. Escuché como él suspiraba.
-¿Sabes que acabas de decirme que me quieres?-dijo. Asentí.
-Ya te lo había dicho, de hecho te abracé cuando te lo dije. Y tú también me lo dijiste, hasta me llamaste "cariño."-dije. Solté una pequeña risa cuando vi el rostro de incredulidad de Castiel.
-Vaya, nos hemos vuelto unos románticos. Y yo me quejaba de Lysandro y Violeta. Bueno, ya creo que lo sabrás, pero mi día fue una mierda, sin embargo la noche no puede haber terminado mejor porque tú estás a mi lado.-dijo Castiel. Me atrajo hacia él y me dio un beso en la frente. Le sonreí y me acurruqué en su pecho.
-Lo mismo digo, grandullón. Lo mismo digo.-dije. Me quedé en silencio, simplemente sintiendo como sus manos me daban calor, al igual que su pecho. Podía sentir cada respiro y el palpitar de su corazón, se encontraba tranquilo e internamente me pregunté si yo estaría igual si me encontrara en la misma situación que Castiel. Seguramente no, pero ahora no importaba. De pronto, sentí que él comenzaba a moverse, por lo que incorporé mi rostro del pecho de mi novio. Vi entre la oscuridad como intentaba sacarse la campera, lo hizo y me la puso por encima de mi espalda. Nuevamente se acostó y me hizo un gesto para que me acostara con él.
-Sabes que no voy a dejar que te mueras de frio por mi culpa. ¿Dónde hay una manta?-pregunté.
-En el armario, pero estoy muy embriagado como para pararme e ir a buscarla. Conociéndote, seguramente te reirías de mí por un mes.-dijo Castiel. Solté una risilla.
-¿Un mes? Te quedaste corto, seguramente me reiría por un año.-dije. Me incorporé y fui a buscar una manta donde él me indicó. De inmediato nos tapé y volví a acurrucarme junto a él. No hice más nada, ya que en cuestión de segundos vi que Castiel estaba profundamente dormido. Lo observé por última vez en esa noche, y cerré mis ojos mientras dejaba que mis pensamientos me invadieran.
Si alguien me hubiera dicho en el comienzo del año que mi vida cambiaría tanto, seguramente no le hubiera creído. No daría crédito a que encontraría a una persona tan especial como Castiel, que tendría amigos verdaderos, haciendo excepción a Alex, que podría mudarme a mi hermosa casa y que mis vecinos serían músicos. O al menos uno de ellos. Todo parecía salido de un sueño. Abrí nuevamente mis ojos y vi a Castiel durmiendo plácidamente, él era mi sueño hecho realidad.
Ya no recordaba la última vez que me había ido a dormir tan feliz, y sabía que el pelirrojo era la causa de ello.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top