Capítulo 17: Llaves.
Elevé mi vista, Castiel había pasado de tener una sonrisa imborrable por verme a estar hecho un demente. Su rostro se había transformado, ya no tenía esa hermosa sonrisa, sino que estaba conteniendo un grito de histeria. Me clavó la mirada y posteriormente caminó hacia la calle, mirando como Dakota se iba en la moto. Volvió a mirarme, suspiré y esperé como desataba su enojo en mí.
-¿Dakota te estuvo siguiendo? Me cago en todo.-dijo Castiel.
¿Qué? ¿En verdad era lo que se le había ocurrido? Realmente me esperaba lo que sucedió, que se hubiera dado cuenta que él me había traído hasta aquí. Tuve que analizar las opciones en microsegundos. Decirle la verdad y que todo se fuera por el caño o hacerme la que no me di cuenta y decirle que había venido a su casa en taxi, por lo que él no tenía forma de seguirme, tal vez fue una coincidencia, tal vez simplemente vivía cerca. Odiándome, decidí optar por la segunda opción. En ese momento me sentí sumamente aliviada de no haberle dado el justificante medico a Dakota para que se lo mostrara a mis jefes, de lo contrario Castiel obviamente habría sabido que lo había visto fuera de horario de trabajo. En realidad no lo fui a ver, simplemente coincidimos. ¡Argh! Ya no sabía ni que pensaba, sabía que estaba haciendo todo esto para intentar limpiar mi conciencia, obviamente en vano. Suspiré y hablé.
-¿En verdad era él? Llevaba casco, por lo que sería difícil saber si efectivamente se trataba de él. No creo que me haya podido seguir porque vine en taxi, decidí que era más rápido y porque en verdad quería verte cuanto antes.-dije. Sentí mis mejillas sonrojándose, observé al suelo, rogando que Castiel no se diera cuenta que mentía y de paso para que no me viera tan ridículamente sonrojada. Sin quererlo, comencé a jugar con mis manos, estaba nerviosa. No me gustaba nada hacer esto, odiaba mentir. Escuché unos suaves pasos acercándose a mí y de pronto sentí una mano colocándose suavemente en mi mentón, Castiel con apenas un dedo me elevó la mirada hasta la suya. Adoraba a este grandullón, ya de por si era enorme y al tenerlo tan cerca se me imposibilitaba no sonrojarme. Me sacaba prácticamente una cabeza y media de altura, por lo que sus ojos en ese momento parecían tan distantes a mí. Él pasó de una mirada de enojo, a una sonrisa pícara.
-Hey, ¿lo que mis ojos ven son mofletes sonrojados? Anda niña, ¿no puedes ser más adorable?-dijo Castiel. Él inclinó su rostro hasta llegar a mis labios, de pronto todo se sintió bien nuevamente, todo era correcto. Sus labios eran una adicción, sentí ese beso suave pero a la vez anhelado. Cerré mis ojos y dejé que el tacto nos guiara. Pude sentir como él sonreía y una mano comenzaba a asomarse por mi cintura, atrayéndome hacia él. Tuve que separarme de él por miedo de que alguien pudiera vernos.
-Demonios, ¿sabes que tus labios son adictivos? Pero lamento informarte que estas tomándome de la cintura en una calle que es muy transitada, tanto como de vehículos como de transeúntes, y si Peggy una vez nos siguió y descubrió que vine a tu casa, seguramente haga un excelente reporte si nos ve así.-dije. Él pareció disgustado, pero me dio la razón. Se separó de mí y me observó con ternura de todas formas.
-Odio admitirlo, pero es cierto. ¿Quieres subir a casa o vamos directamente hacia la dirección de tu apartamento?-dijo Castiel.
-¿Habría algún motivo para subir a tu casa?-dije con una sonrisa pícara. Castiel soltó una carcajada y me guiñó un ojo.- Conozco esa mirada, grandullón. Si estamos solos en el apartamento podremos quedarnos allí un tiempo, además recuerda que hoy de noche me quedaré contigo, allí tendremos un tiempo a solas. Ahora es preferible ir al departamento, no me gustaría que surgiera un imprevisto y tú terminaras llegando tarde al trabajo.-dije.
-Sí, sobre eso, ¿tienes que ir a trabajar? ¿Qué te dijo el médico?-preguntó Castiel. Comenzamos a caminar hacia la parada, una vez que llegamos allí nos sentamos a esperar el transporte. Allí le comenté brevemente lo que me dijo el médico, hasta que el sonido de un motor me distrajo, el autobús se acercaba. Ambos nos incorporamos y paramos el ómnibus, este frenó y lo tomamos. Una vez que pagamos y nos sentamos, proseguí hablando. Era extraño fingir ser amigos, sabía que era algo paranoico pero si un doctor podía reconocer a una cantante citadina de una localidad no muy importante en un país inmenso, las personas podrían fácilmente reconocer a la cantante y al guitarrista de dicha banda. Era mejor no arriesgarse. Aunque ya habíamos estado muchas veces solos y en lugares públicos, ahora era distinto, sabíamos la verdad. Y Lysandro tenía razón, debíamos controlar las miradas, las sonrisas, los deseos carnales. La voz de Castiel me sacó de mis pensamientos y me trajo a la realidad.
-¿Todavía siguen rastros de la droga? Menudos hijos de puta los que te hicieron esto. Juro que si los llego a ver... Argh, no vale la pena. Por lo menos te dieron una semana para recuperarte, lo que te da tiempo perfecto para poder mudarte. Con respecto a eso, creo que una vez que veamos cómo se encuentra el apartamento, podemos pasar por la casa de tu madre y si quieres te ayudo a llevar algunas cosas a mi casa. Sé que prefieres mudarte de una sola vez, pero el novio de tu madre ya sabe que te vas a ir de su casa, y viendo las reacciones de ese hombre, tal vez lo mejor sea que te lleves las cosas importantes antes de que... ya sepas. Esas personas suelen ser una mierda e incluso tal vez te las venda o algo similar.-dijo Castiel. No lo había pensando desde ese punto, tenía razón. Suspire y no pude evitar llevarme las manos a la cara. Estaba cansada, cansada de todo. Sabía que no debía quejarme, y hasta el momento solo lo había hecho con mi cerebro, a todos los que me rodeaban les mostré gratitud, es lo mínimo que podía hacer. Pero me estaba agotando, desde que tenía memoria tuve que huir de mi padre, y ahora debía huir del novio de mi madre. Genial. Como si fuera poco también tenía otras responsabilidades, como estudiar y trabajar. Pero el puto colmo era que ni siquiera podía divertirme con mis amigos porque sufría ataques que hacían que tuviera que faltar una semana a mis actividades. Y para ser honesta, me venía muy bien todo ello, pero preferiría no sentir una punzada en mi abdomen cada vez que me moviera, ni andar tapando mis brazos por miedo a que alguien creyera cualquier estupidez. Castiel notó que no me estaba sintiendo bien y me puso una mano en el hombro.
-Todo va a estar bien, si aguantaste 18 años, puedes aguantar menos de una semana. Ya estamos a martes, el viernes podrás mudarte. Hoy hablé con varias personas y descubrí que varios están dispuestos a ayudarte. Nathaniel, Viktor, Lysandro, Alexy y obviamente yo. Ayer le comenté a Iris que te ibas a mudar, ella no pudo mantener la boca cerrada y se lo comentó a mi madre, por lo que ella también dijo que se suma a ayudar.-dijo Castiel. No pude evitar poner mis ojos como platos. ¡¿La madre de Castiel quería ayudar a mudarme cuando ni siquiera me conocía?! Esto era extraño...
-Castiel... ¿Iris no le dijo nada a tu madre sobre nosotros? ¿O tú?-dije. Él rio, algo nervioso.
-Por supuesto que no. Ella es así, niña. Cuando Lys y yo nos mudamos, ella estaba sumamente triste porque me iba de la casa, pero de todas formas ayudó. Iris también piensa dar una mano.-dijo Castiel. No sabía si sentirme alagada, nerviosa, confundida o qué, pero tenía mil sentimientos en la cabeza.
-Gracias, supongo. Sabes que esto es nuevo para mí y que no sé muy bien cómo reaccionar. Pero creo que con la ayuda de nuestros amigos será más que suficiente, el apartamento dudo que sea muy grande. Y yo por más que esté algo herida, no pienso quedarme de brazos cruzados.-dije. Castiel pareció enfadarse.
-Pues deberías, porque si no te vas a poner peor. Y como no me obedezcas, te ato, niñata.-dijo Castiel. Al comienzo parecía sumamente enfadado, pero luego me sonrió. Estaba de broma que me iba a atar, pero hablaba muy en serio sobre que no debería hacer fuerza. Puse mis ojos en blanco y suspiré. Observé las calles y me di cuenta que ya estábamos cerca, por lo que le avise al grandullón que debíamos ir parándonos y yendo a la puerta para bajar. Él me hizo un gesto para que bajara primero y le sonreí. Agradecí que a esa hora no hubiera muchas personas en el ómnibus, de hecho afortunadamente nadie nos reconoció. Una vez que bajamos, nos volteamos y observamos un edificio que parecía una casa normal, de dos pisos. Observé confundida la dirección, estábamos en el sitio correcto. Crucé una mirada con Castiel y nos acercamos lentamente hacia la entrada. Tocamos timbre y de inmediato escuchamos una respuesta del portero automático.
-¿Hola? ¿Sí?-dijo una voz femenina. Miré a Castiel algo confundida y él se alzó de hombros. Me hizo una seña con el rostro para que hablara.
-Hola, señora Thompson. Soy Alaska, la amiga de Crystal y la futura inquilina del apartamento 02. ¿Podría hablar con usted sobre el mismo?-pregunté. Se escuchó un silencio del otro lado y rápidamente una respuesta.
-Oh sí, sí. Alaska. Por supuesto, pasa al apartamento 02.-dijo. Escuchamos como la puerta hacía un ruido, nos había abierto desde dentro. Volví a mirar a Castiel, el cual me sonrió y espero a que abriera la puerta. En efecto hice eso y ambos entramos. Nos encontramos con un largo pasillo y una escalera. Buscamos en los números el apartamento 02, pero notamos que no había más apartamentos. Eran solo esos. Supusimos que en el piso de arriba habría más. Una vez que estuvimos frente a la puerta, Castiel la golpeó tres veces. De inmediato escuchamos pisadas y una llave en la cerradura de la puerta. Pasados unos segundos, la señora nos abrió con una sonrisa, en segundos también se la devolví.
-Hola, Alaska. ¿Tú eres? ¡Bah! No importa, adelante. Lamento el desorden.-dijo la señora, haciéndonos pasar a una habitación inmensa en la cual se podía ver un sillón sofá, una pequeña pero alegre mesa, acompañado de unos estantes donde probablemente fuera una televisión o una computadora. Se podía ver una puerta que daba a un porche y a su vez a un patio con mucho verde. Al instante mi cara se transformó en alegría. ¡¿De verdad iba a vivir aquí?! ¡Era increíble! No podía parar de mirar cada detalle, no había desorden, era increíble este lugar. Pude observar que seguida a la mesita había una pequeña cocina y detrás de esta había una puerta que supuse que dirigiría al baño. ¡Adoraba esto! No podía ser mejor, era como si todo se hubiera alineado para conseguirme la mejor habitación de todas. Observé el rostro de Castiel, estaba tan contento como yo. No parecía él, parecía que estaba conteniendo las ganas de saltar. Espera, ¿esa no era yo? ¡No lo sabía! Solo sabía que mi cerebro estaba revolucionado por vivir en un lugar tan precioso. La señora soltó una risilla ante nuestros rostros de éxtasis.
-¡Este lugar es maravilloso!-no pude evitar exclamar.
-Me alegro mucho que te guste. Todavía estoy ordenándolo, por favor tomen asiento.-dijo la señora, haciéndonos un gesto para que nos sentáramos en el sofá. Ella se sentó en un pequeño puff multicolor que había. Castiel se sentó junto a mí y ambos miramos a la dueña de la casa, expectantes.
-¿Qué les gustaría saber? Supongo que Crystal ya les comentó las reglas que debía tener para que pudieran vivir aquí. Aunque en este momento me surge una pregunta, ¿van a vivir juntos? ¿Son hermanos?-preguntó. Castiel soltó una risilla picara y me observó, si lo dejaba hablar a él seguramente diría alguna estupidez, por lo que preferí hacerlo yo.
-Oh no, señora Thompson. Él es Castiel, es mi...-hice un pequeño silencio involuntario. Una cosa era presentarles a Castiel a mis amigos como mi novio y otra muy distinta era hacerlo a un desconocido, seria formalizar de una manera increíble la relación. Pero vi la mirada del pelirrojo y me estaba asintiendo, insinuando que lo presentara como era necesario.- es mi novio. Nosotros no vamos a vivir juntos, solo lo haré yo. Crystal me comentó que debía tener una limpieza severa, debía ser prolija y muy cuidadosa con todo el ambiente. No podía tener mascotas que hicieran ruido, así que supongo que tendré un conejo, si no le molesta. Y a grandes escalas, nos reiteró una y otra vez eso: ser organizada.-dije. Ella asintió, pareció meditar mis palabras y después nos sonrió.
-Seguro, no hay problema. Oh por cierto, no me llames señora, me hace sentir vieja. Dime Sarah. Yo soy obsesiva compulsiva con la limpieza y necesito tener todo en orden. No suelo venir a revisar las casas, pero cada tanto si me doy una vuelta, avisándole al inquilino obviamente. Como verán, la casa no es muy grande pero hay algunos términos con el patio común que si debes saber. Con respecto a la mascota, Crystal lo exageró un poco. No me molesta que haya animales siempre y cuando no hagan ruido, no es por mí, sino por tus otros 3 vecinos. De joven viví por varios años junto a un molesto vecino que tenía 4 perros los cuales ninguno paraba de ladrar en todo el día por lo que entiendo lo que debe ser. Además, tu cuentas con una sorpresa que es que tienes porche, puedes cercarlo y allí mantener a un perro si es eso lo que quisieras.-dijo. De inmediato observé a Castiel con una sonrisa inmensa. ¡Sí! ¡Sí, sí, sí! Esto no podía mejorar. Sentía mi corazón latiendo fuerte, apenas podía contener mis ganas de saltar, gritar de alegría, sonreír... Era tan extraño, tan gratificante. Toda la espera, toda la mierda que había vivido antes había valido la espera, ahora iba a tener una vida que iba a ser incomparable.
-Iba a proseguir con lo que deberías hacer si quisieras tener un gato, pero por tu rostro veo que no será necesario. Debo admitir que nunca vi a una persona tan alegre por mudarse. No quiero ni saber cómo te pondrás cuando veas el pórtico, la piscina, el patio compartido y la terraza.-dijo la señora. Apenas podía contener mi emoción, Crystal y Rosa tenían razón: sí que me esperaba una sorpresa aquí. Castiel me puso una mano en la pierna, intentando contenerme, obviamente fue en vano.
-No sabe la felicidad que tengo de mudarme aquí, además uno suele tener un preconcepto de un mono ambiente y muchas veces no suelen ser muy lindos. Debo admitir que este lugar parece sacado de una revista. Está inmaculado, no puede ser más perfecto. Además por el precio que accedió. Sabe, me parece que estoy robando el dinero, ¿prefiere hacer un descuento del 50%? 75% me parece muchísimo.-dije. Ella rio.
-No podría aceptarlo, al ver tu alegría siento que te lo mereces. Además, disculpa que me entrometa en tu vida pero Crystal algo me comentó de tu pasado y de la frecuencia que vas a su casa, por lo que no puedo permitírmelo. Mientas cumplas con las normas, todo estará genial. Oh, una última cosa: me dijo que eres cantante y guitarrista. Por favor no ensayes aquí, ya sabes, por el mismo motivo que no permito mascotas ruidosas.-dijo Sarah.
-Descuide, no vamos a romper las reglas.-dije.
-Siendo así y teniendo todo claro, ¿supongo que desean ver el resto de las habitaciones?-dijo Sarah.
-De hecho sí, estamos ansiosos por ello.-dijo Castiel. Vi cómo me sonreía y se incorporaba junto a Sarah, los imite de inmediato. Ella se incorporó y nos mostró la cocina, explicándonos el funcionamiento del extractor y un par de detalles. Posteriormente se dirigió a la puerta que yo creí que se trataba del baño y efectivamente, lo era. Estaba todo precioso, había muchos arreglos florales y le daba un cierto toque a hogar todo ello. No podía parar de mirar a Castiel, el cual tanto como yo estaba con una sonrisa imborrable. No quería ser insistente, pero mis emociones estaban a poco de desbordarme y debía conseguir un método rápido de descargarlas, porque seguramente me pondría a saltar y a chillar de la emoción en breves. Por lo que vi la mano de Castiel y decidí tomarla, rogué que no le molestara. Observé que me sonreía y sus mejillas tomaron un color rojizo adictivo. Me mordí el labio, intentando contenerme las ganas de saltar, tomarlo de sus cachetes y besarlo hasta que mis ganas de él se fueran saciadas, algo que por el momento parecía imposible.
Sarah finalizó de mostrarnos el baño y se dirigió nuevamente a la sala de estar, se acercó a una puerta de vidrio corrediza donde se podía ver el pasto y el porche. Ella abrió la puerta, pasó y nos hizo un gesto para que la imitáramos. Castiel me indicó que pasara y lo obedecí, escuché sus pasos detrás de mí, aún no me había soltado de la mano. Apenas pusimos un pie en el porche, descubrimos que era inmenso, es decir entraban unas 25 personas, algo apretadas pero entraban. De todas formas no tenía tantos amigos, conque entráramos 10 estaba más que perfecto. Había un sillón el cual estaba sumamente protegido por el techo, el cual parecía sumamente cómodo para leer, escribir canciones o simplemente pasar el rato mientras veía llover, aunque hoy era un día radiante. Noté que donde terminaba el suelo de madera ya estaba cercado, por lo que si en verdad pensaba conseguirme un perro, el único gasto que debería añadir sería una puerta o terminar de cercar lo que quedaba. Todo estaba increíble, podía perfectamente imaginarme en un día común y corriente, llegando a mi casa del trabajo mientras cenaba aquí afuera, en compañía de mi mascota mientras observaba el cielo estrellado de la ciudad. Oh si, deseaba eso. Noté también que tenía una reposera que parecía exageradamente cómoda, deseé poder tocar la guitarra acústica allí, pero sabía que no podía. Este recoveco de la casa iba a ser mi guarida, era lo mejor que había visto. Mis ojos fueron más allá de la cerca y descubrí que había mucho más que mis atónitos ojos no veían, ya ni siquiera escuchaba las voces de Castiel y Sarah, los cuales estaban hablando, ya no podía estar en un estado neutro, era demasiado para mí.
-¿Niña? ¿Estás bien? ¿Escuchaste a Sarah? Vamos al patio, ven.-dijo Castiel, prácticamente arrastrándome de la mano. Cruzamos el patio y allí descubrimos que había varios caminos, uno dirigía a una sección de hamacas, otro a un jardín repleto de flores y algunos árboles como manzanos. Vi un cartel que indicaba qué había en cada dirección, aunque parecía un adorno más. Pude leer que hacia la derecha había una piscina, y apenas estaba pudiendo contenerme de la curiosidad. Todo me abrumaba, ya ni siquiera eran mis emociones, sino que los sentimientos y los sentidos estaban volviendo loco a mi cerebro. Sarah se sentó en la hamaca y nos hizo una señal para que nos sentáramos junto a ella, obedecimos.
-Supongo que Crystal les comentó también el uso del patio. Es un salón comunitario y obviamente todos pueden utilizarlo a cualquier hora. Cuando te mudes debes hablar con los vecinos, que son 3 además de ti, y allí decidirán qué es lo que hacen. Por ejemplo con la señora que vivía antes aquí, ella decidía mantener el patio y los otros vecinos le pagaban lo que le correspondería por llamar a un jardinero, que es lo que solían hacer. Hubo una época en la cual todos se turnaban para una semana encargarse cada uno del jardín. Pero eso lo decidirán ahora todos juntos como comunidad.-dijo Sarah.
-Creo que lo más fácil es pagarle a un jardinero, ¿no?-preguntó Castiel.
-Sí, eso lo veremos en el momento que me mude. ¿Algo más?-pregunte. Noté que desde el columpio podía ver mi casa, o al menos la parte trasera. Se veía hermosa, aún no podía creer que esto me estuviera sucediendo a mí. Observé a Castiel, no solo no me había soltado de la mano, sino que había entrelazado sus dedos con los míos. No podía quitar la tonta sonrisa de mi rostro, no sabía si era por él, por la casa, por la dueña tan amable o por todo eso junto.
-Sí, con respecto a la piscina, también es comunitaria. Se puede hacer uso siempre de ella, aunque se recomienda no usarla en la noche porque si bien está más que permitido, al zambullirse uno hace ruido y tal vez haya gente con sueño ligero, no lo sabemos. También hay que mencionar que entiendo que sean adolescentes y que les guste salir de fiesta o festejar algo, por mí está permitido siempre y cuando hablen con los vecinos. No sé si lo notaron, pero en la entrada hay un pizarrón donde si necesitan hablar, allí pueden dejar notas. De todas formas, por ejemplo cuando es el cumpleaños de alguien, suelen usar la terraza, allí es un poco más aislado y además porque está debajo de la habitación de un vecino que casi nunca está porque por negocios vive viajando.-dijo Sarah.
-O sea que si por ejemplo, nuestra banda logra una premiación importante y queremos festejarlo, ¿podemos hacerlo en la terraza o aquí? Siempre pidiéndoles permiso a los vecinos, obviamente.-dije.
-Una premiación, un compromiso, el anunciamiento de una pareja, ya sabes, cosas típicas.-dijo Castiel sonriéndome. Le devolví la sonrisa y vi a Sarah, ella sonrió.
-Por supuesto. Oh, mira... Allí está Laeti, ella es una adolescente que al igual que tu alquila aquí. Vive con su hermana y hermano, ¡Laeti! Hola, querida. Ellos son Alaska y Castiel, ella será tu nueva vecina y él vino a acompañarla. ¿Puedes explicarles un poco cómo funcionan las cosas aquí? Yo...-dijo Sarah, pero fue interrumpida por su celular. Nos pidió disculpas y se retiró a responder la llamada. Laeti nos observó, dudó y de pronto pareció darse cuenta de quienes éramos.
-¡No puedo creer que vaya a ser tu vecina! Bienvenida, no sé qué decirles. Admiro muchísimo a su banda, me encantan como tocan y cantan. No puedo creerlo, realmente me parece de otro mundo.-dijo ella. Estaba eufórica, no paraba de chillar y saltar. Estaba sumamente emocionada por vernos, cuando éramos igual a cualquier otra persona. Cruce una mirada con Castiel y le sonreí.
-Muchas gracias Laeti, para nosotros y hablo en nombre de toda la banda, es sumamente gratificante saber todo el cariño que le llega al público, pero ahora necesitaríamos hacerte unas pequeñas preguntas sobre la convivencia del edificio. Ya sabes, sobre las normas y eso. Si puedes informarnos sería genial, de hecho... Castiel, correte hacia allí, hacele espacio a Laeti.-dije empujando al pelirrojo. Este accedió y ella se sentó a mi par.
-Si, por supuesto. No le hagan mucho caso a Sarah con esto de las normas y eso, mi hermano y yo hace casi dos años que vivimos aquí y solo el primer mes nos adherimos a las normas, después todo funcionó con normalidad. Sobre las fiestas y eso, no tengan problemas en hacerlas porque a nadie le molesta. Yo soy tu vecina de al lado, así que si hay alguien que le molestaría sería a mí y dudo que eso pase. En el piso de arriba hay un hombre que nunca está y después está una anciana que es lo mejor del universo porque sufre de sordera, entonces cuando le avisamos que va a haber una fiesta, ella accede a apagar su audífono y no se entera de lo que pasa.-dijo Laeti.
-Oh si, este lugar es lo máximo.-dijo Castiel.
-¿Estás segura que las normas son bastante flexibles? No me gustaría que me echaran del edificio por hacer escándalo. Por más que no hago muchas fiestas, si tal vez festejemos un par de cosas con la banda. Oh, ¿y sobre las mascotas?-pregunte.
-Descuida, las normas están hechas para romperse. Sarah viene durante los primeros 5 días del mes, después de ello ni aparece. Solo procura tener todo en orden durante esos días y todo estará bien. Oh y si es por mí puedes ensayar todo lo que quieras, porque sin ofenderte, Castiel, Alaska es lo máximo con la guitarra. Debo decir que me sorprende mucho que hayan traído al rubio aquel a la banda, no recuerdo el nombre. ¿Nicolás? ¿Nathaniel? ¡Sí! Nathaniel. No tiene perfil de Demon, pero les valió para conseguir el sencillo, lo cual fue increíble...-Laeti no paraba de hablar sobre Demons, estaba sumamente identificaba con la banda y no podía contener su emoción. Dejé de prestar atención a sus halagos y me enfoqué en lo que ella me acababa de decir, no solo tenía enfrente la casa de mis sueños, con el chico de mis sueños, sino que ahora podría tener la vida de mis sueños. De hecho, jamás hubiera creído que con 18 años hubiera podido conseguir ni la mitad de lo que ahora tenía. Amigos, cariño, paz, próximamente tendría una casa propia y un novio. Observe a Castiel, me estaba haciendo caras de "por favor que se calle esta chica." No pude evitar sonreír.
-¿Y con el tema de la mascota? ¿Sarah es exigente?-preguntó Castiel, interrumpiéndola. Ella no pareció molestarse porque la interrumpieran abruptamente.
-¿Qué clase de mascotas?-preguntó.
-No lo sé, ¿un perro tal vez?-pregunté. Ella sonrió.
-¡Nerón, ven aquí!-dijo la chica. De inmediato apareció pequeño perro caminando hacia nosotros, una vez que reconoció a la dueña, aflojo su paso y nos movió la cola con simpatía. De inmediato lo toqué y me incorporé para jugar con él, Castiel rio.
-Imaginen que si mi perro está suelto como si fuera su propia casa, no debería haber mayor problema. En verdad, no se preocupen demasiado por las normas. Oh, chicos lamento decir que me tengo que ir pero espero verlos pronto en la mudanza. Solo una última pregunta antes de que me vaya. Por la forma que se miran y como sostienen sus manos, asumo que son novios. ¿Cuándo lo anunciaron?-preguntó. Castiel me miró algo preocupado y nervioso, de inmediato dejé de tontear con el perro y me senté junto a él.
-Laeti, en verdad nunca lo dijimos, apreciaríamos muchísimo que pudieras mantenerlo en secreto. No será por mucho tiempo, pero es que aún no estamos listos para que la prensa lo sepa.-dijo Castiel.
-Sí, y si no dijeras que tienes de vecina a Alaska, también sería genial. Imagina que el sencillo tiene una buena acogida en el público, no querríamos que nuestra privacidad se viera afectada o que algunos fanáticos supieran donde vivimos. Porque si bien hay buenos fanáticos como tú, también hay algunos que están bastante dementes. De hecho hasta sufrí ataques de ellos, por lo que no es una simple tontería. Espero que lo comprendas.-dije. Ella pareció sorprendida.
-¿Ataques? Demonios. Sí, sí, por supuesto. Lamento oír que te han lastimado. Espero que lo que te hicieron no sea demasiado grave y que si lo es, te recuperes pronto. Supongo que nos veremos seguido, vecina. ¡Nerón, vamos!- Laeti nos saludó con la mano y se fue con el perro. Una vez que nos quedamos solos con Castiel, lo primero que hicimos fue cruzar una mirada. Apenas me asegure que estábamos verdaderamente solos, me lacé hacia él y lo abracé chillando de alegría.
-¡Me encanta esta casa! No puedo creerlo, ¡no puedo creerlo!-dije chillando de alegría. No recordé que a Castiel le molestaba bastante el contacto físico y simplemente me lancé hacia él. En el momento que lo noté, de inmediato me solté de él y me quedé en silencio. Mire tímidamente al pelirrojo, él me sonrió y sin previo aviso me tomó de la cintura, se incorporó y me abrazó por los aires. Parecía que no era la única que estaba alegre, de hecho en ese momento no sentí vértigo. No sentí nada que no fueran las fuertes manos de él tomándome por la cintura, ni sus ojos grises mirándome, ni su sonrisa, ni la felicidad que tenía. Me bajó con suavidad y me observé.
-A mí también me encanta. Tiene todo lo que querías y mucho más. Creo que me vendré a vivir contigo. Te imagino fácilmente viviendo aquí, y por más que tu vecina es algo insoportable, al menos parece de fiar, y conociéndote seguramente termines haciéndote amiga de ella. El porche es magnífico. Seguramente podrás hacer muchísimas canciones allí, dibujar, todo lo que a ti te gusta. ¿Consideras tener mascota?-preguntó.
-¿Qué si lo considero? Apenas pueda pienso traerme algún perrito de la calle que no tenga hogar. Castiel, en verdad no puedo creer la suerte que tengo. ¡No puedo creerlo! Todo parece tener sentido, todo parece salir demasiado bien, es casi irreal.-dije, estaba entusiasmada y aun no sabía cómo reaccionar. Solo veía la sonrisa del pelirrojo. Lo tome de la mano y comenzamos a caminar por el patio mientras íbamos hablando, de pronto Castiel parecía demasiado confundido por mis palabras.
-¿Irreal? ¿Por qué lo crees?-dijo.
-Ya sabes, porque por el momento las cosas buenas no parecen pasarme a mí. Y siento que si algo demasiado bueno me sucede, es porque algo demasiado malo también me pasará. Un claro ejemplo es el fin de semana, se supone que me haría bien para despejarme de toda la mierda que sucedía en mi casa y resulta que me atacaron, y no solo a mí, a mi mejor amigo.-dije. Castiel me puso mano en mi mejilla, elevó con delicadeza mi rostro hasta tenerlo cerca del suyo, se acercó hasta que nuestras narices estuvieron juntas.
-Pero pude probar por primera vez tus labios, ambos pudimos liberar todo lo que sentíamos el uno por el otro. Tú pudiste conocer algo de mi pasado y mi relación con mis padres, sabía que morías por conocer algo de mi pasado. También te sacaste las dudas de por qué actuaba como un imbécil con todos. Vamos niña, afortunadamente todos salieron bien de esta.-dijo Castiel. Aproveché que tenía su rostro cerca y lo mire directamente a los ojos. Le di una dulce sonrisa.
-Lo sé, grandullón. El problema es que tengo miedo que todo esto bueno, conlleve a algo peor. Lo que nos sucedió ese fin de semana lo voy a recordar por el resto de mi vida, sigamos o no juntos en un futuro. Pero debo admitir que tengo algo de miedo que suceda algo grave, nunca me pasan cosas buenas sin una repercusión aun peor.-dije. Él no me dio tiempo a decir nada más porque me besó, sin motivo alguno, simplemente me estampó un suave pero largo beso en los labios. No pude evitar sonrojarme y ponerle como pude las manos alrededor de su cuello.
-Nada va a suceder, estamos juntos. Y no solo hablo de nosotros, hablo que tienes amigos que te apoyan en cualquier situación. Nadie va a dejar que algo malo suced...-dijo Castiel, pero no me aguante y hablé encima de él.
-Tengo miedo que los que nos atacaron vayan a por ti. No sé, todo parece tan mágico que tengo miedo de despertarme y saber que algo trágico sucedió. Y no hablo de una muerte, hablo de un simple golpe. Debes reconocer que ambos tenemos un temperamento especial y nunca sabemos cómo reaccionar. No lo sé. Bah, descuida, son tonterías mías. Vamos a concentrarnos en la casa que es lo importante.-dije. Intente restarle importancia a mis miedos, pero en verdad nunca lo había dicho, pero sentía pavor de que ahora los atacantes fueran a por Castiel. ¿Y si cobraban venganza porque lancé a uno de ellos al suelo? ¿Y si lo golpeaban? No, no. Estaba causando un problema inexistente, debía vivir el presente y disfrutar de la casa. Castiel me observó algo preocupado pero no dijo nada. Lo volví a tomar de la mano y me encamine hacia el porche, de pronto él se detuvo en seco. Me volteé y lo mire.
-¿Sucede algo?-pregunté.
-Sí, sientate.- obedecí de inmediato.-no debes tener miedo. El miedo nos limita, el miedo fue el mismo que hizo quedarte inmóvil cuando el novio de tu madre te iba a golpear. El miedo fue el mismo que a mí no me hizo reaccionar, poner huevos y decirle a mi padre que no podía tratarme de homosexual porque me gustaran las artes como la música. No puedes tener miedo, Alaska. Sabes, nunca te lo dije, pero una de las cosas que más me llamó la atención de ti es que no tenías miedo. En el primer día de clases te afrontaste a Ámber sin miedo alguno, le dijiste lo que pensabas de ella y por más que te valió un buen tiempo en detención, lo hiciste y no te importó.
-Sí, per...-dije, pero él prosiguió. Se sentó junto a mí.
-No importa el pero. Tal vez si nunca le hubieras dicho nada, no nos hubiéramos obligados a escaparnos y por ende a hablar, tal vez si nunca nos hubieran encerrado tu estarías con otro chico o chica y yo mismo conmigo, bueno, no me gustan los hombres pero entiendes a lo que me refiero. Sé que soy pésimo hablando y dando discursos, pero tener miedo es lo peor que puedes hacer. Si mañana despiertas y yo estoy mutilado, pues nada, estaré mutilado. No puedes dormir todas las noches insegura si estaré o no. Vive el presente, niña.
Castiel parecía tan serio, tan maduro, tan... No lo sabía. Tenía razón en todo lo que decía. Le esbocé una sonrisa, pero él prosiguió hablando.
-¿Me prometes que no tendrás miedo? Sabes que a mí me gustan las chicas rudas.-dijo Castiel, ahora sonreía. Deje escapar una risilla tímida y finalmente sonreí.
-¿Chicas? ¿En plural? Mmm, debería ser singular. (Escuché como Castiel reía, pero al ver que yo me ponía nuevamente seria, el me imitó.) Gracias, grandullón. No sé qué demonios haría sin ti. Te prometo que no tendré miedo ni siquiera cuando vaya a ver a tus padres, que es algo que me aterroriza. Tienes razón, no puedo evitar lo inevitable, y quiero disfrutar de ti, de nosotros cada segundo que pueda. Así que, a vivir sin miedo.-dije acercándome lentamente a él y dándole un fogoso beso, el cual Castiel pareció algo sorprendido del nivel del mismo, pero no pareció disgustarle en absoluto. De hecho, pude ver como colocaba sus manos en mi cintura y yo le rodeé el cuello una vez más, comencé a hacerle caricias con una mano en el pelo y con la otra le acariciaba la mejilla. El mundo se detenía cuando estábamos así, juntos. Y por más que el beso era el momento de mayor fervor de nuestra relación, una caricia, una mirada, un cariño, un halago, lo que fuera bastaba para hacer que mi corazón se acelerara como un demente al estar con Castiel. Por un momento me pregunté si esto sería para siempre. Dudaba que encontrara a otra persona capaz de hacerme sentir todo lo que él hacía por mí, y esto era apenas el comienzo, faltaba mucho por vivir. Casi en un susurro hablé a Castiel.
-¿Así que soy la chica de tus sueños?-dije. Recordé el audio que Viktor me había enviado, en el cual Castiel aseguraba eso. De inmediato él despegó sus labios de los míos y me observó sonrojado.
-Anda, tú también me dijiste que yo lo era.-dijo Castiel. Estaba hecho un tomate prácticamente, se encontraba tan rojo que fácilmente podría camuflarse con su cabello. Sonreí y también me ruboricé.
-No deberías vivir con miedo de decirme esas cosas, grandullón.-dije con una sonrisa desafiante. Él soltó una risa y al ver que hablaba en serio, se quedó unos segundos en silencio.
-¿Qué? ¿Quieres que te diga esas cosas? Anda niña, que ni tu ni yo somos románticos.-dijo Castiel. Sonreí, debía admitir que tenía razón, por lo que simplemente me limité a acurrucarme en su pecho. Estábamos sentados en el sofá y todo en ese entonces parecía estar bien. No pude mantener la boca cerrada demasiado tiempo, por lo que rápidamente hablé.
-Hey, ¿sabes algo? Podría imaginarme perfectamente esto como algo cotidiano nuestro. O tal vez no tan usual, pero podría acostumbrarme a que algún día te quedes aquí después del trabajo, cenemos juntos o con amigos. Después de la cena tal vez nos quedemos solos, pongamos una película mientras simplemente estamos en la compañía el uno del otro, Demonio jugando con un cachorro, o sencillamente durmiendo en el suelo junto a nosotros. O tal vez un domingo lluvioso, quedarnos aquí, en este mismo lugar contemplando como la lluvia mancha el verde pasto mientras estamos acurrucados mientras vemos a los perros jugando.-dije. Elevé mi cabeza de su pecho y lo observé, Castiel estaba sonrojado observando hacia algún punto perdido de la naturaleza. Él me observó.
-Entiendo tu punto, niña. Posiblemente estemos escribiendo una canción, tocándola o cantándola. O como tú dices, no es necesario hacer nada más que estar juntos. ¿Sabes? Me he acostumbrado a ti al punto que si no te veo durante, no sé, ¿3 días? Ya se siente extraño. Es decir, compartimos tantas horas que es extraño no ver esos llamativos ojos, escuchar tu ruidosa risa o simplemente escucharte cantar. Algunas veces, cuando estoy dando clases, pido a todos los alumnos que hagan silencio para escuchar tu voz.-dijo Castiel.
-Aww, Castiel...-dije, me sonroje de una manera que no era ni normal. Lo llené a besos cortos por prácticamente todo el rostro, él comenzó a reírse y una vez que se calmó, lo observé.- Diría que tú también eres parte de mi rutina, pero la rutina suele ser algo horrible. Digamos que formas parte de mis necesidades. Necesito verte, sentirte o al menos escucharte. No solo que me acostumbre a ti, sino que me haces falta.-dije. Él sonrió. Me dio un beso en la frente y nuevamente nos quedamos en un cálido silencio.
-Sabes, creo que aquí quedaría muy bien el puff que tienes en tu habitación, y en la sala de estar creo que quedaría muy bien aquellos almohadones que tienes arriba de tu cama.-dijo Castiel. Observé lo que él decía y en verdad tenía razón, de inmediato me incorporé y comencé a señalar puntos de la casa donde me parece que podrían ir ciertos objetos que yo tenía en mi habitación. Castiel también se levantó y me siguió, supuse que estaría pensando que estaba loca, porque ahora recorría la habitación a toda velocidad señalando puntos y diciendo ideas. Miré como se apoyaba de brazos cruzados en el marco de la puerta que daba desde el porche a la sala de estar. Allí vi cómo me observaba con suma ternura, ya no era aquella sonrisa pícara, sino que se trataba netamente de ternura. Le devolví la sonrisa, pero rápidamente volví a lo mío. Mientras estaba lanzando como una demente ideas, escuché la puerta abriéndose y allí apareció la dueña de la casa.
-Disculpen que los hice tardar, pero era realmente urgente. Supongo que han tenido tiempo para ver detenidamente la casa y los alrededores. ¿Qué opinan?-preguntó Sarah.
-Imagina la ilusión que tiene esta niña que ya está pensando dónde pondrá sus cosas.-dijo Castiel. Lo observé y le lancé una mirada dulce. Sarah pareció dudar si hablar o no, pero finalmente lo hizo.
-Oh, ¿chicos? La inquilina que vivía antes consiguió un apartamento donde ya tenía todos los muebles, por lo que yo tengo los mobiliarios de ella. Si quieres puedo vendértelos a, obviamente un precio más bajo. Y lo que no quieras se puede permutar o vender, lo podemos ver con el tiempo.-dijo la señora. Observé a Castiel atónita. No sabía cómo reaccionar, era todo lo que se precisaba. Castiel rio y decidió hablar.
-Es el destino, niña.-dijo.
-¿En verdad? ¿No es ningún tipo de broma?-pregunté. Ella negó con la cabeza. -¿Es decir que el viernes puedo mudarme aquí sin hacer nada?
-Tienes hasta fin de mes para poder pagarme los muebles, pero de hecho me haces un favor. Pero de que puedes, obvio que puedes. Anota mi email y allí te enviaré el precio de cada artículo. Lo hablaremos luego, son pequeños detalles. Yo con los adolescentes soy bastante flexible porque comprendo que el salario que tienen muchas veces es inestable, pero debo reconocer que pareces una joven sumamente responsable, a fin de cuentas, tienes todo en orden y en breves te mudarás a tu propia casa.-dijo Sarah. Agradecí y sentí que había muerto y revivido en algún tipo de paraíso. Era increíble. Castiel y ella prosiguieron hablando de algunos detalles, hasta que al ver la hora y escuchar los gruñidos del estómago de Castiel, decidí ir despidiéndome.
-¿Tienen alguna otra pregunta?-preguntó Sarah.
-Creo que ninguna, y en caso de tenerla, te la envío al email. Muchas gracias por hacernos un tiempo para poder ver la casa. Sé que no paro de decírtelo, pero en verdad esta preciosa. Aún no creo que vaya a vivir aquí.-dije.
-Niña, lo tienes merecido. Sarah, un gusto.-dijo Castiel, dirigiéndose hacia la puerta, Sarah y yo lo seguimos. Una vez que estuvimos en la calle y ella cerró la puerta, crucé una mirada con Castiel y allí me sentí libre de chillar todo lo que quisiera.
-¡Castiel! ¿Viste esa casa? ¡No puedo creer que venga hasta con muebles! Estoy tan feliz que siento que mi corazón va a explotar.-dije. Él me sonrió, parecía feliz y orgulloso por lo que acababa de suceder. Me pasó una mano por los hombros, teniendo cuidado de que nadie nos viera y me dio un beso en el cabello.
-Te lo acabo de decir, lo tienes más que merecido. No puedo esperar para verte rondando por aquí. Recuerda que ahora deberás salir un poco más temprano hacia el trabajo y el colegio, ¿a cuánto estás de casa?-preguntó Castiel. Sonreí con picardía.
-¿Ya me estás extrañando? ¿Necesitas saber a cuanto estás de distancia de tu novia? Estamos a una media hora en ómnibus. Aunque tengo la impresión que de ahora en adelante uno de los dos pasará en la casa del otro. – De inmediato escuché la risa de Castiel. Oh si, adoraba escuchar ese hermoso sonido. Él me guiñó un ojo y nuevamente escuché el sonido de sus tripas.-Hey, será mejor que vayamos a comer. El restaurante que decía queda a unas dos cuadras de aquí.
-O mejor te doy un bocado a ti.-dijo Castiel. Él me tomó de la cintura y me atrajo a él, en microsegundos sentí los labios de él contra los míos, en un apasionado beso. Podía sentir su corazón latiendo con fuerza, al igual que el mío. Ambos sabíamos que donde algún fanático nos reconociera, estábamos más que jodidos. Pero Castiel no me gustaba por ser precisamente un santo. Sonreí y le continué el beso, sonriendo mientras tanto. Castiel cada vez me acercaba más y más a él, agradecí que la calle pareciera desierta. Él se alejó de mí con una sonrisa inmensa y luego habló, pareció satisfecho.
-Necesitaba eso, niña.-dijo Castiel. Le sonreí mientras me mordía el labio. Nos alejamos a una distancia que cualquier "amigo" estaría ya que nos acercábamos a una avenida, a una cuadra de la misma encontré el dichoso restaurante. Al entrar notamos que no había muchas personas, por lo que fue genial para almorzar como amigos, porque los medios siempre distorsionaban los hechos. Entramos y rápidamente nos sentamos uno enfrente del otro, debía admitir que me sentía como una niñita enamorada porque ver sus ojos hacía que me sonrojara. Vi como Castiel me sonreía tímidamente.
Una empleada vino y nos tomó la orden, mientras esperábamos comenzamos a hablar.
-cómo vas a hacer con los muebles? Dudo que tu madre te deje tenerlos allí mientas los vendes. O vas a conservar los tuyos?-preguntó Castiel. Negué con la cabeza.
-no, no. Seguramente me quede con mi puff y algunas decoraciones, pero lo demás es mucho mejor lo que la casa ya tiene, además me puedo ahorrar el gasto del flete. El problema es que no sé cómo haré para vender todo para jugar el dinero suficiente para quedarme con los muebles.-dije. Castiel sonrió.
-bueno... Yo puedo colaborar con 600 dolares. Tu te gastaste todo eso en mi guitarra y no puedo permitirlo. Sabías que yo solo quería la insignia y de todas formas te gastaste prácticamente todo tu sueldo en ella. Sé que es un regalo, pero no puedo aceptarlo, y no puedes mentirme diciendo que su precio era menor porque yo había estado viendo modelos y recuerdo bien el costo. De hecho, hasta seguramente haya aumentado. Y no me mires así, quiero lo mejor para ti. Dejame ayudarte con ese dinero.-dijo Castiel. De inmediato lo regañe con la mirada. Obviamente no iba a dejar que esa locura sucediera.
-estas demente? No, Castiel. Es tu regalo, no debes devolvermelo. Si no te gusta, ya te lo dije, puedes cambiarlo, pero no me lo des. Tenemos un mes entero para conseguir el dinero. De todas formas, en caso de no conseguirlo, no creo que sarah sea una persona muy estricta. Se la veía bastante flexible, en caso de que me pida el dinero y no me alcance, tal vez te lo pida, pero luego te lo devuelvo.-Dije. Castiel refunfuño, iba a hablar, pero la camarera nos trajo nuestros pedidos, una vez que los tuvimos, rápidamente comenzamos a comer. Castiel estaba visiblemente hambriento. Mientras comimos proseguimos hablando.
-sabes, aun no puedo creer que...-a Castiel le llegaron dos mensajes, por lo que rápidamente detuvo lo que fuere que fuera a decir y los observó. De inmediato sonrió pícaramente. Elevé una ceja en señal de curiosidad, pero no me parecía apropiado preguntar lo que sucedía, no era de mi incumbencia. Castiel dejó su móvil encima de la mesa y sin mas, lo miré y proseguí hablando de lo que hablábamos antes de la interrupción. Castiel soltó una risilla y me interrumpió.
-sabes que eres la mejor novia del universo?-preguntó Castiel. De pronto mi garganta se cerró y casi provoca que me atore. Rápidamente tuve que tomar de la cerveza que compartíamos. Lo observé con ojos como platos, estaba asombrada y algo asustada por esa expresión. "La mejor novia del universo."
No lo había dicho dubitativo, lo afirmaba. Trague saliva, algo nerviosa. Observaba constantemente la sonrisa de Castiel.
-¿A qué viene esto?-dije, intentaba reponerme pero solo podía escuchar como Castiel aguantaba su risa. Una vez que él se calmó, hizo una pausa y habló.
-fue un simple comentario. ¿Que? ¿acaso dudas que lo seas?-dijo Castiel. No pude evitar sonrojarme, no sabía si sentirme nerviosa, alegre, enamorada, o si regañarlo por decir esas cosas en público. Simplemente me limité a dejar que mis mejillas se sonrojaran y ver como le sonreía.
-Castiel... Tu también eres el mejor novio, pero dilo más bajo. La idea es mantenerlo en secreto por el momento. ¿Que sucedió que estás tan dulce repentinamente?-pregunté. Él se alzó de hombros.
-no lo sé, fue una especie de prueba a mi intimidad. Me llegaron dos mensajes en los cuales nos incumbe a ambos, dejé el celular allí y espere a ver qué hacías. Obviamente no lo tomaste y eso me demuestra varias cosas. Para empezar que no eres una loca demente como Debrah que vivía intentando tomar mi celular para ver qué hacía. Tampoco eres dulce por demás como le está pasando a Lysandro y violeta, lys me dice que él algunas veces se despierta, va a tomar su celular y se encuentra con que su fondo de pantalla dice que lo ama y esas tonterías. Y a lys no le molesta, hasta casi que le gusta, pero cuando me lo dijo no pude evitar poner cara de 'que demencia'. No lo sé, me pareció maduro por tu parte. Además que recuerdo que las novias de mis amigos o de otros integrantes de otras bandas también estaban algo dementes y hacían esas cosas.-dijo Castiel.
-dudo mucho que violeta haga tal cosa, más que nada porque es demasiado tímida para tal acto. Y con respecto a tu celular, dices que tengo prohibido usarlo?-pregunte. No sabia si me encontraba molesta o indiferente. Pero definitivamente algún sentimiento negativo estaba conteniendo.
-no, niña, no me refería a eso. Obviamente puedes usarlo, al igual que todo lo demás: solo que me refiero que no eres la típica novia demente que necesita saber siempre lo que hace o no hace su novio.-dijo Castiel. Allí largué una carcajada. Me lleve un bocado a la boca y una vez que trague, hablé.
-es porque confío en ti, grandullón. No necesito saber constantemente todo lo que haces, me parece algo ridículo eso. Hey, pero a qué te referías conque los mensajes que te llegaron nos involucraba a ambos?-pregunte. La curiosidad me podía, era mucho más fuerte que yo. Castiel sonrió, pero parecía incómodo o como si fuera a decir una mala noticia.
-mi padre llega mañana, iris me acaba de avisar que si quieres podemos ir. Sabes, sé que te he insistido mucho con ello, pero yo también me siento nervioso. A fin de cuentas, yo soy quien tendré que hablar muchas cosas con él.-dijo Castiel. Le coloqué una mano en la suya, pero rápidamente la quité por temor.
-sabes que estaré allí para apoyarte, y no tengo ningún tipo de miedo de entrometerme e incluso defenderte. Pero obviamente apreciaría mucho que te controles y no haya necesidad de elevar la voz. Todo va a salir bien, descuida.-dije. Él me sonrió y me miró con dulzura.
-gracias, aprecio muchísimo que estés dispuesta a hacer todo esto por mi, no sabes cuánto extraño a Demonio. Seguramente cuando vea que vamos juntos a buscarlo, le de un ataque de felicidad. Sabes, nunca te lo mencione pero cuando Debrah conoció a demonio, él la mordió y jamás hace eso. Cuando te conoció a ti, te adoró. Y suelo confiar mucho en los instintos de mi perro. Con el tiempo, noté que eras la indicada, no solo por lo que obviamente sentía, sino por lo que él me demostraba al verte.-dijo Castiel.
-es lo más romántico que me han dicho nunca.-dije riendome a carcajadas. Una vez que mi risa cesó, lo observé con la mayor ternura que mis ojos podían hacerlo.
-espera, acabas de decir que yo soy la indicada?-dije. Castiel se sonrojó y allí pareció un niño pequeño que acaban de descubrir de su jugarreta. Comenzó a tartamudear y esta vez era él quien parecía nervioso.
-esto... Sí. Y-ya sabes... Oh vamos niña, no me hagas decirlo.-dijo Castiel. En verdad no sabía a qué se refería, pero no pude tener otra idea que seguirle el juego.
-qué querías decir? Vamos, dime grandullón.-dije. Intenté poner ese rostro que tanto adoraba Castiel y efectivamente funcionó, el pelirrojo parecía un tomate.
-que tu eres la indicada.-dijo. En ese momento nada más me importó, me incorporé y me senté junto a él. Lo tomé de los cachetes y le estampe un sonoro beso en una de las mejillas. Sentí el calor de las mismas, y no pude contenetme al ver la sonrisa de Castiel. Su mirada valía más que mil palabras, pero necesitaba más. Observé rápidamente los rostros que estaban allí, vi una pareja de ancianos y una mujer de unos 40 años. Decidí arriesgarme porque no nos identificaran y le estampe un cálido beso en los labios, fue corto pero efectivo, porque Castiel parecía más que complacido. Pero se dio cuenta que lo que acababa de hacer era una locura, aunque eramos conscientes de ello, no pareció molestarle, al contrario. Le gustaba ese margen de peligro, pero una vez que me alejé de él, me habló algo molesto.
-niña no puedes hacer eso. Sabes que ambos tenemos debilidad por el otro, pero es arriesgarte. Debes controlarte.-dijo Castiel. Le sonrei tímidamente y él no pudo resistirse mucho más, por lo que también me cedió una sonrisa. Le di una caricia en la mejilla y me quede a su lado, finalizando el resto de mi comida.
-lo siento, es que nadie me había dicho que era la elegida y no pude contenerme.-dije. Castiel y yo nos ruborizamos y nos quedamos en un extraño silencio, por lo que decidí hablar.-qué era lo otro que debías decirme? Aquello que nos involucraba a ambos?
-oh si, recuerdas lo que te conté sobre mi abuelo? Que intente contactar con él y que no funcionó? Bueno, tu me dijiste que si quería podíamos intentarlo... Un conocido tiene una tabla ouija y me la va a prestar. Si puedes, me gustaría intentar contactarlo y que te conozca. Sé que es algo descabellado, que no suelo creer en estas cosas, que...-lo interrumpí.
-tranquilo. Podemos intentarlo, ambos conocemos las reglas y si las seguimos al pie de la letra, no debería haber problema. No perderíamos nada, de hecho ambos ganaríamos. Tu podrías establecer todo contacto, puedes descartar todas las dudas que tengas e incluso despedirte de él. Y yo, podré conocer a un miembro de tu familia que me hubiera encantado conocer en vida. Lamento haber llegado un año tarde a tu vida, pero las cosas se dieron así por un motivo, y no soy el destino para decirte por qué, pero sucedió así. Estoy segura que podrás hablar con él.-dije. Él me sonrió amargamente. No parecía estar bien.
-gracias, niña. Preferiría no hablar de esto ahora, no es un tema que me demande demasiada alegría. Como si yo fuera una persona sumamente alegre. Sabes, me alegro que me apoyes en esto. Es algo atípico de mi, pero lo agradezco mucho.-dijo Castiel.
Le sonrei y decidimos cambiar de tema, comenzamos a hablar sobre el sencillo que en unos días demons iría a grabar, obviamente sin mi. Estuvimos hablando de posibles teorías para la nueva canción, debíamos crear algo que fuera increíble y que encantara al público, pero resultaba difícil. Al observar la hora, decidimos que debíamos irnos, Castiel llegaría tarde al trabajo y aun teníamos que pasar por la casa del pelirrojo a buscar la guitarra de él para su trabajo.
Pagamos y una vez más nos encaminamos a la parada, afortunadamente era bastante fácil de llegar al apartamento y estábamos considerablemente cerca. Tomamos el ómnibus y nos sentamos juntos, esta vez estaba bastante lleno, por lo que debíamos moderar nuestras palabras.
-creo que, si sientes necesario, podíamos comunicarnos con tu abuelo hoy. Yo siento que quieres hablarlo y postergarlo no hará nada, tienes mi apoyo.-dijE. Observamos que unas personas nos miraron y comenzaron a susurrar. Castiel me miró y habló intentando en vano, sonar como un amigo.
-por supuesto. Eres la mejor amiga del mundo.-dijo Castiel. No pude evitar soltar una carcajada. ¿Amiga? Si me hubiera dicho eso hace apenas unos días, hubiera sentido éxtasis por todo mi cuerpo, ahora era casi indiferente. Por más que ahora éramos algo mucho más que eso, seguíamos siendo amigos, por lo que tampoco era una mentira muy grande. En el trayecto prosegumos hablando del sencillo, debíamos reunirnos toda la banda y entablar una idea. Lysandro, Castiel y yo estábamos muy relajados con nuestras parejas, Nath no parecía dar ningún tipo de opinión por miedo a Castiel, supongo, y vik no podía llevar a toda la banda a cuestas suyas. De inmediato decidí crear un grupo, en el cual allí podríamos discutir libremente. Por más que a la mayoría nos veíamos todos los días, vik siempre quedaba rezagado y no tenía el mismo vínculo que tal vez lys tenía con Nath. Castiel me observó algo enojado, pero debía admitir que era una buena idea. Acordamos encontrarnos en mi casa para ver las posibles ideas de la canción, por más que yo no iba a participar, sentía la necesidad de ayudar. Además, Nath tocaba genial, pero según él hacia años que no tomaba una guitarra, por lo que tal vez pudiera ayudarlo.
Castiel me sacó de mis pensamientos indicándome que debíamos bajarnos, pues ya casi llegábamos a la casa del pelirrojo. Efectivamente nos bajamos, pero en el trayecto escuchamos algunas personas comentar que íbamos juntos. Sabia que miles de veces nos habían dicho lo mismo, pero esta vez era verdad por lo que era distinto. Castiel me observó y pareció que también había captado aquel comentario, pero afortunadamente no le dimos mayor importancia ya que nos bajamos en un santiamén. Una vez que vimos al ómnibus irse, cruzamos una mirada extraña con el grandullón.
-eso fue extraño, debes admitirlo.-dijo Castiel.
-supongo que es porque ambos sabemos la verdad. A ti y a lys cuando están juntos nadie les dice nada... No lo sé, es extraño.-dije. Él asintió y de inmediato comenzamos a caminar hacia su casa, pero antes de llegar a la misma, Castiel sacó algo de su bolsillo. Era una llave, no le di mayor importancia porque estábamos a unos metros de su casa, obviamente iba a abrir la puerta, pero antes de hacerlo decidió hablar.
-ten niña, es tuya.-dijo Castiel lanzándome un par de llaves. Lo observé extrañada. Sabía lo que esto significaba, pero mi cerebro no quería asimilarlo. Castiel me estaba dando las llaves de su apartamento? Debía sentir pánico por la velocidad que esto estaba teniendo? Debía sentirme halagada? Debía sentir... Mierda, mi corazón estaba tan acelerado que fácilmente podría salir de mi pecho. Mi cerebro intentaba procesar toda la información que eso involucraba, pero parecía que comenzarían a salir chispas de mi mente.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top