Capitulo 13: Ataque

Risa tras risa, se nos pasó casi dos horas. Una vez que conseguimos calmarnos, decidimos volver a hacer lo mismo que ayer:pasar el día jugando a las cartas, juegos de mesa con prendas y tonterías.
Pero luego de un tiempo riéndonos, alexy comenzó a sentirse mal. Los efectos de la droga que le habían dado aun seguían en su organismo. 
-voy a llamar a mi madre.-dijo rosa.
-exolicale los sintomas de alexy.-dijo Lysandro. Alex parecía bien, pero no pasaba de toser. Seguramente fuera por reírse mucho sumado a los efectos secundarios de su organismo. Lo observé preocupada y él me miró, negando con el rostro como queriéndole decir que todo estaba bien.
-dice que necesita un remedio que seguramente le haga bien.-dijo rosa.
-yo voy a buscárselo en el auto, creo haber visto ayer una farmacia.-dije.
-te acompaño. Vamos rápido.-dijo Castiel, se anotó en un papel el nombre del medicamento y nos fuimos rápidamente hacia el automóvil, tomando un abrigo y las llaves del mismo.
Me senté en el lugar del conductor y apenas le di tiempo a Castiel para entrar, encendí el motor y arranque marcha atrás para sacarlo del garage. Los copos de nieve cada vez eran más frecuentes, observé como se chocaban contra el parabrisas. Mire el cielo rogando que no se desatara una tormenta de nieve nuevamente.
-acelera, vas muy lento.-dijo Castiel.
-no puedo ir más rápido que esto, el suelo puede estar resbaladizo y puedo perder el control del auto si dobló con mucha velocidad, ten mi celular y ve preguntándoles cómo esta alex.-dije sacándome del bolsillo mi móvil y dándoselo. Él lo tomó y me observó, dudoso.
-la contraseña?-preguntó. Mierda, mierda, me sentí una estúpida.
-demonio.-dije. Él me observó confundido y se rió.
-venga, en serio. No estoy para bromas-dijo Castiel.
-de verdad, mi contraseña es el nombre de tu perro.-dije sonrojandome. Él largó una carcajada y corroboró lo que le decía; efectivamente lo era. Me miró algo sorprendido.-qué? No era broma que lo adoraba.
-por qué? Es un perro como cualquier otro. Es decir, eres una de las tres personas que adora, pero fuera de eso no entiendo qué le ves de especial.-dijo.
-recuerdas que hace tiempo te comenté que mi madre no me deja tener perros?-pregunté, él asintió.-bueno, porque un día mi padre estaba por... Golpearme y un perro que vivía en la calle el cual yo siempre acariciaba, jugaba con el y alimentaba en secreto saltó a defenderme. Hirió a mi padre, pero no me importó, estaba más preocupada por el cuadrúpedo. Cuando las autoridades llegaron decidieron poner a dormir al perro porque lo consideraban como peligroso, cuando lo único que hizo fue ayudarme. Era un beauceron y lo había bautizado como 'ángel' y demonio me recuerda mucho a él.-dije. Era la primera vez que contaba esto sin llorar, Castiel me daba una seguridad extraña. Él me entendió con la mirada.
-las personas son una mierda. Al final del día el único que sé que siempre está es demonio. Te entiendo porque él es igual conmigo. Así que te gustaría tener un perro?-preguntó Castiel.
-me encantaría, aunque espero que no te ofenda pero a demonio lo tomo como mi propio perro ya que lo adoro.-dije. Castiel sonrió, pareció comprender que no era el único que apreciaba tanto a los animales, en especial a los perros.
-descuida, él también te adora. De hecho cada vez que le digo tu nombre se pone ansioso y ve hacia la puerta. Y cuando te vas de casa el se queda llorando. Ah, y tranquila que yo dije que iba a convencer a tu madre para que te dejara tener un perro.-dijo Castiel guiñándome el ojo. Le Sonreí, algunas veces él era un amor.
Castiel le envió un audio a Rosalya preguntando por el estado de alex, a lo que le respondió que estaba bien pero que si podíamos fuéramos a buscar de todas formas el medicamento. Al ver la farmacia nos detuvimos y estacione el vehículo. Bajamos y notamos que no había nadie, parecía un pueblo fantasma. Entramos y nos atendió un señor que parecía el dueño del edificio.
-que desean?-preguntó. Castiel le indicó el remedio y rápidamente se fue a buscarlo, mientras lo hacía nos comenzó a hacer preguntas.-qué hacen a esta hora buscando esto?
-nos surgió un imprevisto.-dije sin dar demasiados detalles. Castiel estaba escribiéndole a rosa desde mi móvil que ya teníamos todo.
-deberían volver. se espera en breves una fuerte tormenta de nieve, vi que tienen vehículo. Si están cerca seguramente les de el tiempo, sino puedo ofrecerles quedarse aquí hasta que pase la tormenta, pero pueden ser varias horas.-dijo el hombre. Castiel elevó la mirada del aparato y la cruzó conmigo, bastante preocupado.
-mierda, debemos irnos ya.-dijo Castiel apurandome.
-gracias por la información, hasta luego.-dije pagando, tomando la compra y saliendo de inmediato hacia el auto. Castiel tomó las llaves para rápidamente encender el motor y salir pitando de allí.
Debía admitir que manejaba como un demente, agradecí que el auto fuera automático sino seria una locura para poner los cambios.
Esta vez yo tome mi celular y mientras les íbamos avisando a los chicos lo que sucedía, solo esperaba poder volver a la casa pronto. Observé el cielo y por un segundo sentí miedo ya que vi una poderosa nube encima de nosotros.

*Rosalya*
Observé a alexy. Estaba bien, es decir no parecía que estaba enfermo. De hecho parecía anímicamente mejor que todos nosotros, a pesar de que su tos se había disminuido. Él me sonrió. Lysandro estaba sumamente preocupado por mantenerlo en calor y violeta no paraba de recitar medicinas caseras, algunas veces se comportaba bastante extraña pero jamás podría decirle algo a una de mis mejores amigas.
-te sientes mejor?-pregunté. Escuché como mi móvil sonaba, era Alaska. Me estaba enviando notas de voz, así que decidí ponerlas a alto volumen para que todos escucharan. Nos decían que estaban por ir a la farmacia, Castiel hablaba bastante preocupado y constantemente le pedía que acelerara. De fondo podíamos escuchar la preocupada voz de Alaska.
-que si estoy bien, parecen mi madre. De verdad no hay nada de qué preocuparse.-dijo alexy.
-bueno, pero de todas formas ya que han salido y están cerca de la farmacia, que traigan el remedio por si se vuelve a repetir el caso de alexy.-dijo Lysandro. Se lo avisé a los chicos y ellos por el momento demoraron unos segundos en responder. Nos miramos.
-de verdad, se preocupan demasiado. vamos a respirar profundo todos y vamos a calmarnos.-dijo alex.
-el que debería estar preocupado eres tu.-dijo violeta.
-de hecho debo destacar que me impresiona lo preocupado que está Castiel de tu situación. En otro momento se hubiera reído o burlado.-dije.
-tiene razón, yo que lo conozco hace años debo reconocer que está repentinamente cambiado. Sucedió algo la noche anterior?-preguntó Lysandro.
-si, hablamos y establecimos un orden mutuo. Descubrí que Castiel me simpatiza mucho más de lo que creía. Así que llegamos a la conclusión de que tal vez seamos amigos en un futuro.-dijo alexy. Todos nos sorprendimos. Mi móvil vibró y leí el mensaje que me llegó de Alaska en voz alta.
-es un mensaje de Alaska, dice que ya tienen el medicamento, que Castiel va manejando lo más rápido que puede para allí y que un señor les dijo que se avecina una tormenta muy importante de nieve.-dije sumamente preocupada. Los chicos de inmediato sintieron el mismo pavor que yo. Cruzamos miradas preocupados.
-los vamos a buscar?-preguntó violeta.
-no, es una locura. Las tormentas de nieve pueden fácilmente tirarnos al suelo, Alaska sabe como resguardarse. En todo caso ellos están protegidos, tienen el auto. Esperemos que la señal no se vea afectada.-dijo alexy. Claro, él se había criado junto a Alaska en la nieve, sabrían que hacer.
-si, voy a seguirle enviando mensajes.-dije. En ese instante, me llegó un mensaje de mi madre. Lo leí en voz alta para todos.-"cariño, no he conseguido el descuento del 15% en el apartamento de mi amiga, sino que conseguí un 75%! Alaska no se tendrá que mudar! Hay un par de condiciones pero las hablaremos luego.
Miré a mis amigos, nos quedamos unos segundos en silencio y de la nada comenzamos a gritar de la felicidad. !si! Si, Alaska no se mudaría.
De inmediato le envié un mensaje.
"Alaska, mamá no consiguió el descuento del 15%" "consiguo el 75%!" vi que el primer mensaje le llegó pero ella no estaba conectada. Pasaron varios minutos y ella seguía sin dar señales de vida. comenzábamos a preguntarnos qué le sucedía.
"Lo siento por demorar, se nos quedó el auto en la nieve." dijo Alaska.

Qué?? Mierda, eso podía ser muy complicado. Todos observamos a alexy, en búsqueda de una respuesta.
-sinceramente: están jodidos.-dijo sumamente Preocupado. Intenté llamarla pero su celular daba apagado, mierda.

*Alaska*
-debemos apurarnos, mira por el retrovisor... Esto se esta por poner feo.-dijo Castiel. Obedecí y por el espejo vi una nube inmensa, era de un peligroso y oscuro gris. Por más que ya sabíamos que se trataba de una poderosa tormenta, la nube ya de por si intimidaba. Pasamos por dos o tres viviendas y notamos que tenían las ventanas selladas o tapadas. Crucé una mirada de nervios con Castiel, él de inmediato subió un poco la velocidad.
-Castiel, de verdad esto es una mala idea.-le dije. Él me ignoró. Observaba el camino.
-tal vez si la ruta no fuera tan curva y repleta de lomos de burros podíamos avanzar más rápido.-dijo Castiel.
-debe estar hecho así por un motivo y éste debe ser para reducir la velocidad.-dije. Él refunfuño y habló por lo bajo. Vimos a los pocos árboles que sobrevivían al invierno moverse al ritmo del violento viento. Me sentí un insecto, tuve miedo que se desarrollara esta tormenta y que pudiera comenzar a destrozar techos de las casas, seria un peligro circular con este clima, ya de por si lo era. Como demonios no lo Notamos? Incluso el padre de violeta nos había advertido de esto antes de que partiéramos rumbo aquí. Me reprendí internamente por no obedecerlo. Pero en mi mente se cernió otra duda, si había este tipo se tormenta previsto, por qué el desgraciado que drogó a alex se arriesgaría. Es decir, si bien habían meteorólogos que estaban capacitados para prever este tipo de imprevistos, una tormenta de esta categoría era impredecible.
-Castiel... Creo que el que intentó drogar a alex vive aquí.-dije. Él me observó.
-de donde sacas esa teoría absurda?-preguntó Castiel.
-piensa, arriesgarse al intemperie de una tormenta de tal magnitud por espiarnos... No tiene lógica. solo que tuviera una resguardo rápido y pudiera huir fácilmente.-dije. Castiel pensó en silencio unos segundos.
-no tomes ideas precipitadas. Él no tenía forma de saber que nosotros o alexy se dirigía aquí.-dijo Castiel. O si... Por un segundo me sentí una autentica basura al pensar quién podría tratarse. El atacante sabía muy bien andar en nieve y como caminar para no dejar demasiadas huellas. Es decir, estaba acostumbrado al clima frío. Rebusque en mi memoria quiénes sabían a donde nos decidimos hospedar. Lo sabían iris, kim, viktor, nathaniel y tal vez Ámber.
Espera... Viktor. No, él no podía ser.
-y viktor?-dije.
-qué tiene viktor? Odio que balbucees, Alaska.
-claro. Víctor! Él sabe donde estamos, su casa en oregom no queda muy lejos, él sabe caminar muy bien en la nieve ya que se crió en la misma y va con frecuencia a oregon. Todo tiene sentido.-dije. Castiel se rió y me observo sumamente confundido.
-estás demente. Por qué viktor querría hacer algo así?-preguntó.
-no... No se. Tienes razón, Víctor no puede ser. Debe ser alguien que aun no sabemos quién es.-dije, Castiel me observo por el rabillo del ojo.
-tu sigue divagando, yo me limitaré a manejar.-dijo Castiel. Él se quedó en silencio, pero rápidamente hablo.-no, Víctor no puede ser el culpable.
pareció que se lo decía a si mismo, como si intentará convencerse de lo que estaba diciendo. Pareció recordar algo y me observó, preocupado, como si yo peligrara.
-sucede algo?-pregute.
-Víctor gusta de ti, no crees que es porque quie...?-dijo pero lo interrumpí.
-espera, qué? Víctor gusta de mi?-pregunté incrédula. Él sonrió.
-si... Tal vez hablé de más. Pero no creo que él sea, es decir no seria tan mierda para "eliminar la competencia" no?-dijo Castiel casi como intentando persuadirse.
-ya sabes que no debes confiar en mi instinto. Recuerdas meses atrás cuando creí que Lysandro era un asaltante?-pregunté riendome. Él río también.
-jaja eres tan inocente, niña. Si tuviera que apostar, apostaría a que el culpable es el depravado de la farmacia. viste como te observaba el culo?-dijo Castiel.
-qué? Y por qué no dijiste nada, idiota?-dije enojada. Él río.
-tu sueles decir que eres una chica independiente que puede cuidarse sola, además no eres mi novia como para que te esté cuidando.-dijo Castiel. Se quedó observandome unos instantes, los cuales me parecieron eternos. Sus ojos en los mios, esa sonrisa radiante, me mordí el labio para no decir alguna estupidez como "se mi novio"
Pero mi vista me llevó a que mirara adelante. Había un gran declive de nieve.
-Castiel detente!-chillé. Castiel apartó su mirada de mi rostro y se enfocó en el frente, su pie se hundió en el freno. El automóvil se sacudió como si de un juguete se tratara para finalmente estancarse en la nieve. Cuando se estancó hizo un movimiento seco qué, para Castiel que no llevaba cinturón de seguridad, le valió un golpe en el rostro contra el volante. De inmediato su nariz comenzó a sangrar. Castiel como pudo se llevó la mano a la nariz y salió hacia afuera maldiciendo. Abrí la puerta y de inmediato me impactó el frío.
-estás bien? Te lastimaste en alguna otra zona?-pregunté. El negó con la cabeza.
-maldita sea, esto es lo que me pasa por imbécil. No, estoy bien. Tienes un papel o algo con lo que detener esto?-preguntó Castiel.
-en realidad ponerse un papel está muy mal porque lo que se necesita es algo que haga presión para que la sangr...-observé el rostro de Castiel, obviamente no le importaba la explicación, simplemente necesitaba actuar rápido. Vi como una gota de sangre se le resbalaba de las manos y caía en la blanca nieve, tiñiendola.-solo pon la cabeza hacia arriba y presiona el puente de la nariz.
-así?-preguntó Castiel obedeciendo mis órdenes.
-exacto.-dije, entré al auto y rompí un poco de papel de la compra que envolvía el medicamento y me la guarde.-ten, por el momento servirá para limpiarte la sangre.
-no llego a ver qué me das.-dijo Castiel con su mirada al cielo mientras se presionaba como le había dicho. Tomé su chaqueta y tiré de ella como si fuera una niña. Castiel como pudo se puso a mi altura y allí, teniendo su rostro peligrosamente cerca le limpié la sangre sin hacer contacto con ella. Él me sonrió, y aún con toda la sangre cubriéndole el rostro, dejaba un lado oscuro de él. No me gustaba verlo así, pero debía reconocer que hasta así me atraía. Mierda, eso era amor? No. No podía ser. Me daba hasta asco pensar en esa palabra. Castiel se incorporó y elevé mi vista. Me llevaba casi una cabeza y media de diferencia de altura.
-eres toda una médica, niña. Recuerda me que para halloween debo darte un traje de enfermera. Aunque con esa falta de busto, asustas a cualquiera.-dijo con una sonrisa.
-eres un idiota.-dije intentando hacerme la enojada, él me pellizcó y salté casi sin querer.-qué demonios haces?-dije.
-odio que te hagas la enojada porque me causa... Ternura y cedo. Ya lo sabes, te lo había dicho aquel día que te hice la torta.-dijo Castiel. Por qué debía decirme estas cosas? Por qué no podía ser como Lysandro? Con él éramos amigos y todo quedaba allí. En solo un día me había enterado que alexy gustaba profundamente de mi, que viktor lo hacía y que Nath lo hacía hace tiempo. Era irónico que lo hicieran casi todos los chicos en los que estaba en seguido contacto, pero no Castiel que era con quien más horas estaba. Tenía lógica, no traicionaría a su novia.
El suspiro de Castiel me hizo volver a la realidad. Estaba observando el auto de viktor, estaba estancado en la nieve. Él entró, lo encendió e intentó que el auto se moviera pero fue en vano ya que una de las ruedas traseras no tenía un suelo firme para poder moverse.
-mierda, esto estará complicado.-dijo Castiel. Vi que tenía un mensaje de rosa pero no le di mayor atención, simplemente respondí automáticamente. Les informé que estábamos varados.
-demonios, viktor va a matarnos si no salimos de esta.-dijo Castiel.
-calmate, siendo pesimistas no lograremos nada.-dije intentando calmar a Castiel que ya se estaba tomando de la cabeza y pateando nieve. Observé a la distancia una cabaña en la cual tal vez pudiéramos refugiarnos si nos aceptaba el dueño de casa. Rogué que fuera como la mayoría de gente pueblerina e hicieran honor a la conocida hospitalidad que se tiene.
-siendo positivos tampoco lograremos nada. Oh, viktor hola. Perdimos tu auto.-dijo Castiel imitando ridículamente mi voz.
-nadie perdió nada. Además tuvimos suerte que lo único que se rompiera fuera tu nariz. Escucha, yo iré a esa cabaña a ver si pueden hospedarnos. Tu sigue intentando arrancar el auto, si puedes no se te ocurra irte sin mi.-dije.
-si sigues dandome ordenes ten por hecho que lo haré. Pero no voy a dejar que vayas sola hasta allí. Son unos 100 metros.-dijo Castiel.
-exacto, es una cuadra. Además como no hay ni arboles ni nada, se ve claramente todo. Voy a estar bien, Castiel.-dije. Él asintió, dudoso. Apenas di unos pasos, lo escuché hablarme.
-no puedo dejar irte sola. Puede que el atacante de alexy esté suelto por allí y tu sola. No puedo permitirlo. Además mira si es algún viejo verde que de tanta soledad, te hace pasar y... No. Mejor te acompaño.- dijo. Sonreí.
-hey, descuida. Sé defenderme, no hace falta tanta sobre protección-dije. él se quedó unos segundos observándome y finalmente habló.
-quedate tu en el auto, intenta arrancarlo y si viene alguien tranca. Yo iré a ver si nos puede ayudar.-dijo Castiel. Refunfuñe y accedí. Me senté e intenté reiteradas veces de mover al auto, pero no había forma. Me bajé del mismo e intenté empujarlo, pero era una locura, mis pies se hundían en la nieve y se le hacia imposible. Aunque tal vez con Castiel pudiera funcionar, definitivamente él tenía más fuerza que yo.
Me senté en el asiento del conductor, frustrada. Vi como el cabello rojo de Castiel se iba perdiendo entre la blancura. Observé como él tocaba la puerta, parecía golpear sus manos, gritaba pero no había resultado. Él volteó la cabaña y desapareció tras ella.
Esperé uno, dos...tres minutos. Diez. Comenzaba a preocuparme. ?y si mi teoría de que el atacante vivía cerca era cierto y justo dimos a parar a su casa? Después de todo, estaba bastante más alejada que las demás. Mierda.

Mi corazón se aceleró con la simple idea de que a Castiel le pudiera estar pasando cualquier cosa y yo aquí sentada. Podían estarlo golpeando, drogando, mutilando, extorsionando o incluso matándolo. Mierda. Salí del auto, tranque y por un segundo pensé. Estaba dejando volar a mi imaginación? Tal vez solo fuera una simple abuela que lo había hecho pasar y estaba hablando con él. O tal vez todo se tratara de una trampa... Debía dejar de ver series y películas de horror.
No, debía ir. No le había mentido a Castiel, sabía defenderme y no podía tener miedo de cualquier situación.

Corrí lo más rápido que mis pies, la nieve, el viento y la tormenta me permitían. Me llevé mi celular al oído una vez que había marcado el numero de Castiel y lo llamaba. Apagado. Cárajo, esto se estaba poniendo no feo, horrible. Llamé a Rosalya y también me daba que tenia el celular apagado. Intenté con todos los demás, incluso probé en llamar a vikror para que intentará llamar al pelirrojo pero todo me daba apagado. Fue allí cuando noté que era yo la del problema, yo no tenía señal. Suspire aliviada de que mi imaginación hubiera sido la responsable de estas ideas. De todas formas mis piernas aun no entendían que debía dejar de correr hacia la cabaña.
Una vez que llegué golpeé la puerta. Nadie me respondió, así que toqué una segunda vez aún más fuerte. Silencio absoluto. Comenzaba a preocuparme, mi respiración empezaba a fallarme por los nervios y mi corazón parecía querer salir de mi pecho. Toque una tercera vez, esta vez golpeaba con las manos abiertas para intentar hacer aún más ruido. Nadie respondió, ni un mísero ruido. Mierda.
-Castiel!-chillé. Nada. Mi voz ya no era la misma, ahora sonaba ahogada, preocupada, nerviosa.-Castiel abre esa jodida puerta.

Muchas veces el silencio hablaba por si solo. Me alivie de no escuchar gritos de tortura o algo similar, pero también podía significar que él estaba... Muerto. No, no, eso no era la verdad.
-CASTIEL.-dije prácticamente dejándome un pulmón en ese grito.
De pronto escuché pasos y alguien me abrió la puerta. Mi corazón se detuvo al ver ese rostro.
-qué demonios te sucede?-dijo Castiel. Apenas lo vi, no pude evitar sentir un alivio tan grande que me abalancé a él y lo abracé.
-mierda Castiel por qué demoraste tanto? Te voy a matar. me pusiste muy nerviosa.-dije lo solté y recién allí note que tenía el rostro mojado, y eso? Casi sin darme cuenta le puse ambas manos en sus mejillas. No sé ni cómo me ingenié para llegar a su rostro, tuve que ponerme de puntillas de pie y aún así él tuvo que bajar un poco el rostro. El gesto que hice con él me hizo acordar a algo así como una madre preocupada. Apenas puse mis manos en su rostro pude sentir que él estaba muy frío, pero segundos después un calor repentino lo azotó y casi que pude notar alfo de rubor en su cara.
-por qué estás mojado? Qué sucede? Te lastimaron? Qué te hicieron? Castiel me cago en todo, me tienes preocupada. Pensé que te habían hecho algo horrible.-dije. Él rió y me observó directamente a los ojos.
-no me hicieron nada, la única que está haciéndome algo eres tu: molestarme. No me gusta nada el contacto físico.-dijo Castiel. De inmediato saqué mis manos de su rostro.
-l-lo siento. Esto es algo incómodo...-dije. Él rió con picardía.
-descuida, a ti te lo permito por ser especial.-dijo Castiel sonriendo. Puff, era un idiota.
-conque especial, huh? P-pero ahora no es tiempo de eso, por qué demonios demoraste tanto?-dije Preocupada.
-ahora no es tiempo para eso, vamos a traer el auto aquí. No tenemos mucho tiempo antes que esa tormenta se nos venga encima. A ti cómo te fue con el auto?-dijo Castiel. Lo observé enojada pero el me hizo un gesto para que lo siguiera. Resople y accedí, mientras íbamos caminando con lentitud al auto, le fui explicando.
-mal, no pude hacerlo arrancar y lo único que pude hacer fue moverlo 1cm pero empujándolo. En vez de buscar algún otro medio o seguir intentando, me concentre en preguntarme si estabas bien. Eres un idiota, me preocupé.-dije. Él se rió.-te atreves a Reírte?-dije mientras le daba un suave golpe en el brazo.
-te lo dije antes, me das ternura cuando te enojas.-dijo Castiel. Suspire hastiada. Él nuevamente se río y disimuladamente vi como se frotaba el brazo, le había dolido e intentaba que no lo notara.

Apenas llegamos al auto nos pusimos a empujarlo, la tormenta estaba a nada de nosotros. Nos pusimos detrás de él y a la cuenta de tres decidimos hacer toda la fuerza que teníamos para sacar al auto del pozo que se había metido.
Con mucho esfuerzo, pudimos sacarlo. Una vez que vimos que éste estaba libre, dimos ambos un suspiro de alivio. Vi que Castiel me mostraba su mano abierta... Para qué demonios...? Oh, le choqué la mano de inmediato y él pareció quedar satisfecho.
-tal vez podíamos intentar ir hacia la cabaña.-dijo Castiel
-no es recomendable, mejor vayamos a la cabaña y esperemos una hora a que se vaya. puede ser más peligroso que la tormenta tome demasiada fuerza como para poder arrancar ramas de arboles o levantar el poco ganado que haya.-dije. Él asintió.
-siendo así, sube que vamos a la cabaña.-me dijo Castiel. Me subí al asiento del acompañante, él encendió el motor y salió disparado hacia la estructura de madera. Una vez a unos metros, él salió.
-yo voy a abirir las puertas para que tu entres al granero. Toma el mando del auto.-dijo Castiel ya caminando hacia el establecimiento.
-espera... Granero?-dije dudando. Él no me escuchó y viendo que iba a toda prisa, decidí obedecer. Me cambié al asiento y dirigí el auto hacia dentro de lo que efectivamente parecía un granero. No pude evitar fruncir el ceño. Qué demonios? Una vez que estuve dentro, salí y vi a Castiel cerrando las puertas.
-y el dueño de esto?-pregunté.
-no tengo ni idea. Irrumpí en la propiedad, no había otra opción.-dijo Castiel.
-dime que es broma.-dije. Él negó con la cabeza, parecía orgulloso.-Castiel! Eso está muy mal.
-y qué se supone que iba a hacer? Por eso demoré tanto. Tenia que asegurarme que no había nadie, tomar pruebas de que de verdad era una situación muy compleja. Todo esta aquí.-señaló su celular.- además tuve que romper un candado para entrar.
-argh. A que te refieres con que necesitabas pruebas?-pregunté. Él sonrió con picardía.
-recuerda que hago derecho, niña. Afortunadamente aprendí algo y hay una ley que nos ampara en estos casos extremos. Si tenemos pruebas que hay un caso de urgencia, una tormenta por ejemplo, y que no tenemos donde quedarnos podemos entrar en algún recinto como este. Obviamente siempre y cuando no hagamos nada, como robar o eso.-dijo Castiel.
-nada mal, chico nerd. Espera un segundo, estas en la misma clase que alex?-pregunté. El asintió.-nunca me había dado cuenta de ello.
-de verdad? Puff si que eres despistada. Supongo que por eso te llevas tan bien con Lysandro y por eso ustedes dos son mis mejores amigos.-dijo Castiel, sentándose en el suelo del granero. Me impactó esa declaración de él. Mejor amiga de Castiel... Sonreí, aunque tuve que admitir que me sentí como alex se sintió por tantos años. Argh, que asco de persona que era.
-oww Castiel...-dije.
-no debería ser tierno.-Dijo. Bastante ruborizado. Sonreí.
-espera, y cómo explicas que estuvieras mojado cuando te toqué?-pregunté.
-vi agua de uno de los renos y decidí tomar un poco para limparme la sangre del rostro. Qué? Creías que me estaban atacando?-preguntó Castiel en tono de burla.
-de hecho...si.-dije. Él largó una muy honesta carcajada.
-niña, debes saber que yo puedo con todos.-dijo Castiel. Le Sonreí. me senté junto a él y dejé que el silencio nos sumiera. Rápidamente escuchamos como fuertes ráfagas de viento comenzaron a azotar el establo. El silencio no era incómodo, pero si no era del todo agradable. Vi la valija del auto, allí aun yacía su guitarra. Pensé que sería un buen momento para dársela, estábamos solos y sabia que él podría actuar con mayor naturalidad.
-sabes, tengo algo para ti que creo que me hará aun más tu mejor amiga.-dije. Me dirigí hacia el auto, abrí la valija y vi que el estuche de la guitarra se había ido al fondo de la misma, demonios. Prácticamente me metí dentro de ella, inclinandome.
-supongo que desde este plano tu trasero no está nada mal, gracias por ese regalo.-escuché la voz de castiel. Si, era un idiota. Saqué el estuche de la guitarra y lo miré con cara de pocos amigos.
-juro que si no fuera porque estoy muy ansiosa por darte el regalo, te golpearía con el estuche por lo que acabas de decir.-dije. Él sonrió.
-ven, sientate. Todos sabemos que el papel de mala no te sale, niña.-dijo. Le hice una mueca a lo que el rió. Me senté en el suelo enfrente a el. Apoyé el estuche en mis piernas y lo observé, rogué que le gustara.
-recuerdas que antes que fuéramos a la presentación para ganar la estadía en la cabaña yo tenía una sorpresa preparada para ti?-pregunté. Él asintió en silencio.- bien, ésta es tu sorpresa. Violeta me ayudó con algo y como le llevó demasiado tiempo, tuvo que postergarla. Pero espero que la espera haya valido la pena y te guste tanto como a mi.-dije entregándole el estuche. Él apoyó todo en sus piernas y me observó.
-solo espero que sea una broma porque realmente no estoy seguro de cómo podré reaccionar si es lo que creo que es.-dijo Castiel.

Castiel abrió lentamente mi estuche para encontrarse con la guitarra que le había comprado. La misma tenia los mismos colores que la que Debrah le rompió. Él sacó la guitarra de la funda muy lentamente y la observó atónito, como si de pronto todos los recuerdos que él tenia se hubieran plasmado en un instrumento musical. Vi sus ojos humedecerse cuando la dio vuelta y en el mismo lugar que la original tenia tallada su inscripción, esta también la tenía. Castiel rozó las palabras con su mano, como si al acariciarlas pudiera revivirlas.
Vi como su respiración aumentó drásticamente, negaba con la cabeza y de pronto me observó.
-c-como... Estaba destruida... Alaska qué demonios Hiciste?-preguntó. Estaba incrédulo, su voz no sonaba como él. Parecía repentinamente triste, estaba apagado, decaído. Me preocupé.
-estás bien? No te gusto?-pregunté. Él negó.
-la guitarra... No entiendo. Debrah...-parecía estar en shock.
-quieres que explique lo que sucedió?-pregunté. Él asintió.-cuando Debrah rompió tu guitarra, ésta quedó en miles de pedazos pero hubo uno que me llamó particularmente la atención. Lo tomé y leí la inscripción, la misma decía lo que dice la que está ahí. Como me dio curiosidad y al comprender tu dolor, le pedí a violeta si podía inscribirlo. Yo no pude detener a Debrah de que rompiera tu guitarra, puesto que me sentí muy culpable y compré otra...-Castiel me interrumpió.
-compraste una guitarra por mi?-dijo incrédulo.
-si... Eres mi amigo, te tengo especial cariño y fue mi culpa lo que te sucedió.-dije.
-no puedo aceptar este regalo.-dijo entregandome la guitarra.
-por qué no? No te gustó?-pregunté.
-no, al contrario. Es el mejor regalo que jamas me hayan hecho, pero no puedo aceptarlo.-dijo.
-porque? Dame motivos.-dije.
-porque si, niña. No puedes gastarte 600 dolares en una guitarra. Tienes que ahorrar para mudarte, para vivir, para ser alguien. No puedes quedarte con qué, 10 dolares para 5 días que faltan para que termine el mes. No puedes. Eres una adulto y no puedes hacer este tipo de locuras por un idiota como yo. Además nada de esto fue tu culpa, conque me hubieras dado la inscripción yo era más que feliz.-dijo Castiel.
Acaso él se estaba preocupando por mi?
-lo sé, se que es costoso pero me sentía culpable. Además sé que esta guitarra tiene una historia de trasfondo contigo. Sabes, con el tiempo note que muchas personas tienen prejuicios contigo cuando tu nunca les hiciste nada. Creo que te lo mereces, que por fin alguien te reconozca que eres una excelente persona y que eres necesaria en la vida de alguien. Te mereces más que nadie esta guitarra, es tu regalo.-dije. Los ojos de Castiel estaban ahogándose en lágrimas. parecía intentar contenerse.- Castiel, los hombres también lloran. Conmigo puedes comportarte sin la máscara de chico malo que usas.-dije. Él me observó y se acercó a mi con los brazos extendidos, le Sonreí y accedí al abrazo que me tendía. Pero esta vez fue extraño, no eran simplemente cuerpos que se tocaban, ahora el abrazo contenía un mensaje. Él me presionó muy fuerte contra su pecho, apoyó su cabeza por mi hombro y escuché como largó un suspiro cargado de dolor. Parecía que nunca lo habían abrazado o que jamás había tenido un acto de compasión. Como si nunca hubiera experimentado el cariño, me sentí mal por él.
No sabía si habían pasado apenas unos segundos o si ya habían transcurrido minutos enteros, pero Castiel no me soltaba. Parecía un niño chico, a pesar de que era enorme y aparentaba ser un chico rudo.
-gracias, es el mejor regalo que alguien me ha hecho.-dijo. su voz sonó muy cerca de mi oído, él sonaba como si se hubiera quebrantado. No parecía Castiel, sino un desconocido en búsqueda de afecto.
-estás bien?-pregunté. Él me soltó y pude ver como se limpiaba con una mano sus ojos, no pude ver si se le había escapado una lágrima. Vi como asentía.-no debes sentir vergüenza conmigo, no voy a juzgarte.
-lo sé.-dijo aún visiblemente mal. Observó su nueva guitarra y la probó, pareció deleitarse con el sonido.
-por qué usas máscaras? Por qué no dejas que el mundo conozca esta maravillosa persona que conozco? Ese Castiel que no teme mostrar sus emociones, que es dulce con los niños y conmigo, esa persona que tanto quiero.-dije. La última palabra se escapó de mis labios sin que pudiera controlarla. Castiel elevó sus ojos de la guitarra para posarlos en los.mios. Ver su rostro hizo que mis cachetes se enrojecieran. Un calor los envolvió y esto hizo que su tonalidad aumentara. Él esbozó una sonrisa.
-me quieres?-pregunto, casi tímidamente. Mierda, cómo demonios era posible que no pudiera controlar mi bocaza? Me cago en todo, era obvio que ahora sabía que yo tenía sentimientos por él. Suspire.
-por supuesto... Es decir, no le regalaría algo tan costoso a Ámber. Es obvio que si te... Quiero.-dije. Él sonrió.
-estas hecha un tomate, niña.-dijo Castiel burlándose de mi. Lo observé con cara de pocos amigos.
-oh vamos, no evites mi pregunta.-dije. Él rió.
-tu estas evitando mi comentario adulador, pero está bien. Uso máscaras porque algunas personas en mi pasado me enseñaron por malos caminos que siendo un hijo de puta con el mundo, éste no sería tan cruel conmigo. Simulando que no tengo sentimientos la gente no se entrometería conmigo, yo mismo fomento a que las personas crean esos prejuicios que tienen de mi. Algunas relaciones con mis padres en mi pasado me forzaron a ser así, crear un cascaron que solo algunas personas pueden romper. Mi abuelo siempre decía que la música y el amor eran la mejor cura para un alma rota.-dijo Castiel acariciando la guitarra. Se veía la nostalgia en sus ojos, el recuerdo invadía su mente. Podía ver el dolor en sus ojos. De pronto mi celular sonó, pero no le di importancia. El ruido pareció alertar a Castiel y casi que lo trajo a la realidad, pareció agradecerlo.
-no vas a atender?-preguntó.
-no, es una falta de respeto. Tu te sientes mal y yo aquí tonteando con mi celular.-dije. Él hizo un esfuerzo por sonreír.
-vamos niña, no es el fin del mundo si eso pasa. Además, esas actitudes son propias de Lysandro, a él si le.molestaría. a mi me da igual, además puede que sean los chicos preocupados. Mi celular no tiene señal aquí.-dijo Castiel.
Tenía razón, podía ser una emergencia. Tomé mi móvil y observé que se trataba de un mensaje de rosa. Lo abrí esperando que diría un "dónde están?" pero lo único que vi allí fue un mensaje desgarrador que perdió toda mi esperanza de quedarme en florida y evitar mudarme. Castiel me observó preocupado.
-que sucede? Parece que hubieras visto a un fantasma.-dijo Castiel.
-es...-no podía hablar. Suspire y leí el mensaje en voz alta.-es rosa. "mamá no consiguió el descuento del 15%"-Castiel me observó algo confundido.
-y? Qué tiene?-preguntó.
-la madre de rosa tiene una amiga que es dueña de un edificio donde tiene monoambiemtes. Iba a ver si podía conseguirme un descuento del 15% para que a mi me dieran las cuentas y pudiera mudarme allí. Habíamos estado viendo otras opciones con rosa y violet, pero ninguna me daba resultado. Si ella no conseguía ese descuento no me quedaba otra opción que mudarme con mi madre.-dije.
-de ninguna manera. Sé suficiente de tu historia con ella como para permitir eso.-dijo Castiel.
-lo sé, pero qué otra opción tengo? Consideré un apartamento en una zona muy peligrosa y en la cual viviría con otras 5 personas, pero...-dije pero Castiel me interrumpió.
-estás demente? Pueden ser 5 hombres y hacerte cualquier cosa. Ni hablar.-dijo Castiel. Lo observé. Por un instante quise ahogarme en mis pensamientos y dejar de hablar. Observe el suelo, deseando que mis problemas dejaran de perseguirme. Era la idea original por la que quería venir a minnesota.
-sabes, si es que te vas a mudar de verdad, debo hacer algo antes de que te vayas.-dijo Castiel. Elevé mi vista y lo vi.

Se estaba acercando a mi, lentamente. Supuse que me iba a dar un abrazo, sabia bien que ese tipo de afecto a mi me reconfortaba profundamente. Pero sin embargo se acercó a mi al punto de tener su rostro a centímetros de mi cara. puso su mano en mi mejilla y me enterró la mirada, perdiéndose en mis ojos y yo en ese mar gris que tenía de ojos. Su mano estaba muy fría, pero el calor de mis cachetes pareció reconfortarlo.
-mi abuelo tenía razón, el amor y la música confortaba a cualquier alma rota.-dijo Castiel. Se sonrojó de una forma que jamás lo había visto hacerlo. Siguió acercándose a mi, aún con su mano en mi mejilla. Debía admitir que si me hubiera encontrado un poco más lúcida, hubiera notado que Castiel había cerrado sus ojos y se dirigía hacia mis labios.

Hasta que lo sentí. Sus labios se chocaron con los míos, aquellos labios delgados, hermosos, hipnóticos. Esa boca que por tanto me había llamado la atención hoy me estaba besando. Al comienzo fue extraño, ya que yo no me lo esperaba, pero una vez que los segundos continuaron, comencé a mover mis labios al ritmo del beso. Cerré mis ojos y dejé que el tacto me guiara. Puse mi mano en el pelo de Castiel y no pude evitar acariciarlo, era exageradamente suave, al igual que su boca. Cada tanto podía sentir como el sonreía,e inevitablemente me contagiaba la sonrisa. No podía creer que estaba besando a Castiel, lo estaba haciendo... No había notado hasta entonces lo acelerado que tenía mi corazón, parecía querer salir de mi pecho y unirse al pelirrojo.
La suavidad de sus besos comenzaba a dar paso a un beso más fogoso y pasional, comenzaba a ser más rápido. Castiel puso su mano suavemente en mi nuca y empezaba a acercarse aún más a mi, como si quisiera a la vez estar aun más cerca de mi. parecía que hubiera anhelado ese beso prohibido tanto como yo. Prohibido? Por qué era prohibido? Mierda, iris. Me había olvidado completamente de ella. Parecía que él hiciera que por unos segundos mis problemas se disipaban.
-iris!-dije de pronto, soltándome de él. Castiel pareció confundido, pero luego se rió, creo que por incredulidad. Todavía tenía su rostro cerca y sus facciones dejaban ver que se encontraba sumamente satisfecho, aún persistía el rubor en sus mejillas.
-iris? Qué demonios dices niña?-dijo Castiel.
-no, no. Esto está muy mal. Tu novia va a matarme.-dije. Me tomé de la cabeza, mierda. La había cagado. Justo ahora se me había ocurrido tener un momento de tentación? Argh, no lo podía creer. Maldita sea! Como había podido ser tan débil ante Castiel? Me odie, estaba cagandole la relación a una amiga. Y aunque no lo fuera, estaba arruinando todo para una pareja, la confianza, los buenos momentos, la honestidad, todo.
-qué novia? Ven aquí.-dijo Castiel sonriendo, intentó besarme pero me aparté.
-cómo puedes hacerle esto? Encima ignoras que tienes novia? De iris hablo.-dije algo molesta. Castiel soltó una carcajada que no encajaba con mi rostro que ahora si estaba enojado.
-de verdad crees que iris es mi novia?-preguntó Castiel.
-no veo otra razón lógica a que ella salte encima de ti y no le digas nada, que ella se quede con tu perro, que lo compartan conociendo el cariño que le tienes a demonio, que la invites a cenar, que se digan 'te odio' con una sonrisa enorme, que ella te diga 'cariño'...-dije. Castiel me sonrió.
-eres más despistada de lo que me esperaba. Iris es mi hermana.-dijo Castiel.
-qué?!-chillé. Él sonrió y asintió.
-vaya, niña, si que estas metida en tus pensamientos. De verdad creerías que yo podría estar con alguien tan alegre como iris? Además, desgraciadamente el parecido se ve a kilómetros.-dijo Castiel.
-me estás diciendo que las dos veces que intentaste besarme y te rechacé por respeto a tu imaginaria relación con iris, de hecho pude hacerlo? Me cago en todo... Castiel! Por qué no dijiste nada? Por qué los demás no saben nada?-dije enojada. Él se rió. Oficialmente era la persona más distraída del universo, Lysandro era un ser sumamente detallista en comparacion a mi.
-Lysandro si sabia desde el inicio pero no dijo nada porque no me gusta admitir que es mi hermana. Funcionamos mejor como amigos. Así que... Si, estuviste pensando cualquier idiotez desde el comienzo sobre tu propia cuñada.-dijo Castiel.
-eres un inmaduro... Espera, cuñada?-pregunté. La sonrisa de Castiel en este momento era imborrable.
-claro, y ahora que eres mi novia puedes mudarte conmigo sin que se vea extraño. Listo, ya está solucionado el problema de la mudanza.-dijo Castiel, poniéndome un brazo por encima de mi hombro y sonriendome como un idiota. Esa palabra saliendo de los labios de Castiel hizo que mi piel se erizara. Novia... Estaban pasando demasiadas cosas juntas como para que mi cerebro lo pudiera procesar.
-así que ya soy tu novia? Tal vez si me vuelves a besar lo piense.-dije sonriendo. Él me miró y se inclinó dulcemente a mis labios, estampandome un dulce beso. Demonios, él era una adicción y sus labios eran otra droga. Tenerlo tan cerca de mi me causo un estremecimiento en todo el cuerpo, ese sentimiento exageradamente agradable nunca lo había sentido antes. Era una mezcla de felicidad, éxtasis, ansias, cariño... Era Castiel y no había ningún tipo de explicación para esto.
-demonios, si que me gustas.-dije mientras Castiel me daba algunos besos cortos y suaves. Él sonrió pero se detuvo al escuchar mis palabras. Pensó en hablar, pero se detuvo.-sucede algo?
-sabes que soy malo expresando lo que siento, pero tu también me encantas hace ya un tiempo.-dijo Castiel.
-aww eres un cielo.-dije y le acaricié la mejilla mientras le estampaba un beso en la comisura de los labios. Allí noté que él estaba prácticamente congelado, tenía el rostro muy frío, la nariz estaba helada al igual que sus cachetes. Vi como las paredes del establo sostenían como podían la tormenta, no era precisamente un lugar muy cálido y Castiel estaba padeciendolo.-y si vamos al auto?
-niña, ya quieres ir a segunda base? Puff, eres aun más picara que yo.-dijo Castiel. Le Sonreí.
-eres un tonto. Lo digo porque te estás muriendo de frío. Además es un lugar algo más romántico para dar el primer beso.-dije.
-cuando Lysandro te preguntó cómo él debía decirle a violeta que le gustaba, tu dijiste que lo romántico no era de tu estilo. Henos aquí.-dijo Castiel. Puse mis ojos en blanco y me incorporé.
-no lo decía tan literal. Ven, vamos antes de que mueras congelado.-dije incorporándome. Él me siguió dentro del auto, nos dirigimos a los asientos traseros. Nos sentamos y yo puse la calefacción como pude.
-estás mejor? Sigues sintiendo frío?-pregunté.
-estaría mejor así...-dijo Castiel abrazandome. Su rostro había quedado muy cerca del mio y aproveché para darle un besito corto en la mejilla.

No sé cuánto tiempo nos quedamos así, pero sabia que me sentía sumamente cómoda. Estar entre esos gigantes brazos, acurrucada en el pecho de Castiel, sintiendo su respiración y su corazón palpitar. Él me daba paz, no sé cómo lo hacía, pero me daba seguridad, me calmaba, por más que teníamos una inminente tormenta fuera, estando con él todo parecía una maravilla.
-Castiel?-pregunté.
-si?-dijo
-gracias, por ser como eres. Por mas que sé que tuviste tus diferencias con tu familia y que tal vez no te valoraron, para mi eres una de las mejores personas que he conocido.-dije. Sentí como su corazón se aceleraba.
-tu eres mi personita especial, hace varios meses que eso es así y espero que no cambie. De lo contrario me sentiría un imbécil al ser así de cursi.-dijo Castiel. Yo? Su personita especial?
-Castiel...-dije, no supe qué decir. Nadie me había dicho eso antes, jamás.
-tranquila, entiendo. Me quede pensando en algo que dijiste; no quiero que te hagas la idea que mi familia es igual a la tuya. No es así, solamente que no estuvieron para mi y eso obviamente me afectó.-dijo Castiel.
-quieres hablar de ello?-pregunté. Lo sentí suspirar, por lo que me incorporé de su pecho y lo observé. Él parecía debatirse entre si hablar o no.-descuida, no es el mejor momento para hablar de esto.
-al contrario, creo que es lo correcto hablarte.

*Castiel recuerdo*
Lo mejor que podía hacer era narrarle lo sucedido, ella estaba dando todo de si por mi y era lo menos que podía hacer por ella.
-mi abuelo siempre me decía que cuando iris y yo nacimos, ya desde entonces éramos muy opuestos. Iris pesaba unos 5 kilos y yo apenas 2,50. Era un niño muy pequeño y ella me llevaba casi el doble de tamaño. Así fue siempre, iris más, yo menos. En los cumpleaños siempre iban muchos amigos de ella y yo apenas tenía a mi sombra, ella siempre soplaba la vela antes que yo, e incluso desde que empezamos la escuela ella tenía mejores notas. Pero nosotros nos llevábamos bien, el problema eran los adultos que hablaban en voz baja del pobrecito Castiel. Hasta que un día conocí a Lysandro y a nathaniel. Ellos junto a la musica abrieron una nueva etapa en mi vida. Tenía amigos con los cuales podía divertirme, reír, jugar... Hacer cosas de niños. Pero un día escuché a mis padres hablando de mi, para ese entonces ya tenia unos 12 años y estaba por iniciar el secundario. Me escondí detrás de un sofá y me limité a escuchar.
-no lo entiendo, valería. Castiel no puede hacer estas cosas. Hoy me llamó la directora porque descubrió a Castiel escribiendo una canción en la mitad de la clase. Mira estas notas, son bajísimas. Y mira las de iris, son excelentes. No comprendo.-dijo mi padre.
-no exageres, sabes que a Castiel le cuesta un poco más las cosas. Dale tiempo, tal vez con ayuda de sus amigos logre algo.-dijo mi madre.
-val, yo cuando tenia su edad jugaba al fútbol con mis amigos. No me dedicaba a escribir canciones tontas, ni a tocar la guitarra o cantar. Tampoco mis amigos tenían el pelo blanco ni pasaban estudiando todo el día. Hacíamos cosas de hombres, no mostrábamos los sentimientos en ridículas canciones.-dijo mi padre. En ese momento me sentí más que ofendido, fue casi una traición. Es decir, había encontrado algo que me gustaba y mis padres lo tomaban como algo malo.
-tal vez él comience a ser más estudioso con la ayuda de Nath y más sereno y calmo con Lysandro. Después de todo con este ultimo se llevan muy bien.-dijo mi madre.
-deberíamos obligarlo a que estudie con la hermana, tal vez así lo influya.-dijo mi padre.

A medida que el tiempo pasaba, las discusiones que ellos tenían eran siempre así. Recuerdo que se lo había comentado a Lysandro y a Nath, pero ellos no supieron qué hacer.
-tal vez tus padres solo busquen lo mejor para ti, a su propia forma de hacerlo.-dijo Lysandro.
-si, mi padre por ejemplo es muy retraído y muy a la antigua. Cree que soy homosexual porque me gusta leer y toco la guitarra. A mi germana la consienten mucho, tal vez sea porque tienen un hijo hombre y otra mujer.-dijo Nath.
-no lo sé, pero es sumamente agonizante esto. Siempre dicen que todo es mi culpa, que todo es por mi... Algunas veces discuten mucho y tengo miedo que sea por mi culpa.-dije.
-cierra el pico, no tienes la culpa de nada. Tu abuelo que opina?-preguntó Nath.
-dice que esta muy mal, que cada uno es como es y punto final. Tal vez tenga que hablar con ellos.-dije.
-es lo más adecuado.-dijo Lysandro.

Ese día hablé con mi madre, pero ella me dijo que todo estaba eb mi imaginación. Que cada vez que los escuchara discutir, que me pusiera a tocar música.
La conversación quedó por allí y una vez más el tiempo pasó.
Cuando conocí a Debrah mi vida como ya sabrás dio un giro. Mis padres me notaron más decaído, triste, etcétera, ya conoces la historia.
-si... Por cierto como fue tu historia con Debrah?-preguntó Alaska. Sonreí.
-acaso estas celosa, niña?-pregunté con picardía. Ella se medio sonrojó y respondió, intentando que no se le notara lo celosa pero falló.
-por pura curiosidad.-dijo. Sonreí, aun no podía creer que ella fuera mi... Novia? Sabía que había dicho en broma esa palabra y que ella me había seguido la corriente, pero que éramos algo, era obvio. Le di un beso en uno de sus regordetes cachetes y vi como estos recuperaban el calor que había perdido. Moría por besarla por horas, pero no podía. Aun no, más tarde ya me quedaría con ella un tiempo a solas.
-no puedes ocultar tus celos, huh? Realmente con Debrah no pasó demasiado, me gusto su rebeldía y salimos un par de veces. Tenía 16 años y era un idiota. Puedes quedarte tranquila.-dije. Ella asintió y yo proseguí con mi narracion.
-una vez que la historia de Debrah se terminó, yo ya no fui el mismo. Dejé de ser un chico medianamente normal y terminé siendo como soy ahora. Para mi padre eso supo un cambio enorme, deje de estudiar, comencé a usar esta mascara de la que tu hablas, me forcé a ser de esta manera. Debo reconocer que Lysandro en ese momento fue una parte muy importante de mi vida ya que me ayudó como nadie.
En ese momento mis padres, en especial mi padre me dio la espalda. Le parecía una decepción, un horror, prácticamente un delincuente. Para ese entonces ya conocía a viktor, él me dio hospedaje en su casa hasta que me di cuenta que debía mudarme. Empecé a trabajar y con Lysandro alquilamos esa casa. Mi relación con mi padre no es mala pero tampoco es buena, somos como conocidos. Mi madre se puso muy, muy mal al saber que me iba, pero voy muy seguido a mi casa. De hecho, mañana cuando volvamos a florida tengo que ir a buscar a demonio.
(en ese momento se me ocurrió una idea. Tal vez Alaska aceptara, y si lo hacía seria genial.) quieres venir conmigo?
Ella pareció dudarlo mucho. Parecía incómoda, nerviosa, de pronto no parecía ella.
-estás bien pequeña?-pregunté. ella me observó dudosa.
-si, solo que... No es ir muy rápido?-dijo. Me alce de hombros.
-no tengo por qué presentarte como la chica a la que puedo besar cuando quiero. Puedo decir que simplemente eres mi colega, ellos saben que tocas en la banda y que trabajas conmigo.-dije. Ella pareció pensarlo.
-humm. Está bien.-dijo.
-nunca conociste a los padres de alguien que te gusta?-pregunté. Ella negó con la cabeza.-oh, bueno. Supongo que siempre hay una primera vez para algo. De todas formas tampoco quiero presionarte.
-gracias... Osea que oficialmente somos novios?-preguntO.
-te vas a arriesgar a dejar este bombón a otras chicas?-dije en broma. Ella se rió, adoraba su risa.
-y tu? Vas a dejar que más empleados de la farmacia miren a tu novia?-dijo riéndose.
-ni siquiera me hables de ese viejo asqueroso.-dije enojado. Ella sonrió, cada vez que lo hacia sentía ganas de besarla.
-sabes, si mi abuelo te hubiera conocido, se hubieran simpatizado mucho.-dije. Ella pareció ligeramente sorprendida.
-por qué?-preguntó.
-porque sí. Ya viste las inscripciones que me dejaba en las guitarra. Si te presentaba como mi novia, seguramente le simpatizarías. Si él viera la forma en la que me cambiaste, te estaría muy agradecido. Seguramente te diría que tu eres mi cura.-dije. Ella se sonrojo. Me acarició la mejilla y me miró con dulzura.
-y tu la mía. Escucha, me da mucha curiosidad y seguridad conocer a tu abuelo, si quieres puedo empezar por conocerlo a él.-dijo ella. Le Sonreí con tristeza, ojalá pudiera conocerlo.
-no se puede conocer, falleció el año pasado y desde entonces comencé a fumar. No pude pasar la muerte de él muy bien y lo irónico es que fallecio de cáncer a los pulmones por fumar. Quiero dejar de hacerlo más que nada para no terminar como él. Aunque si en tema de personalidad se refiere, es un orgullo terminar siendo igual que él. Era un hombre sumamente sencillo que lo excluían por ser bastante liberal. Es decir, le parecía una estupidez juzgar a la gente en base a su vestimenta, algo que a mi me hacen con mucha frecuencia. Recuerdo que solía ir con iris a pasar veranos enteros con él, en los cuales ella llevaba sus amigas y yo los míos. Lysandro, Nath y yo pasábamos horas tocando la guitarra con él, todo se sentía bien en ese entonces.-dije.
-lo siento, Castiel. Seguramente fue tan buena persona como tu lo eres.-dijo colocándome una mano en la mía. Le Sonreí amargamente.
-gracias, niña. Hace un tiempo intenté por segunda vez comunicarme a través de una tabla ouija. Obviamente no encontré nada. Para no romper tuve que arrastrar a Lysandro a esto, el cual quedó bastante perturbado y ahora evita cualquier contacto con la misma. Es decir, no pasó nada pero si se cayó un portaretratos en el cual teníamos una foto juntos y el vidrio justo se rompió en el rostro de él en la imagen. Supongo que eso perturbaría a cualquiera. El verdadero problema es que contactamos a algo muy extraño, demonio se puso como loco, Lysandro y yo nos asustamos tanto que terminamos durmiendo ambos en el comedor.-dije
-me estuviste engañando con Lysandro? Que decepción.-dijo sonriendo. Pero rápidamente volvió a la seriedad.-si quieres podemos intentarlo. En algún momento si mi casa está sola podemos ver de intentarlo.
-buena excusa para quedarte conmigo a solas.-dije, vi como sonreía.-pero fuera de broma, si estás dispuesta a intentarlo, yo te lo agradecería.
Ella asintió. No lo sabía, pero me estaba sacando un gran peso de encima al contarle todo eso.

*Alaska*
Debía admitir que si no fuera porque aún sentía el sabor de los labios de Castiel, escuchar su historia me hubiera puesto muy mal. Mientras él lo contaba se veía particularmente decaído, lo cual era totalmente lógico.
-sabes, no te comente nada acerca de lo que creo de tu familia. Sobre tus padres y eso... Yo creo que es bastante normal, lo que no implica que esté bien. Pero hay que recordar que la generación en la que nacieron nuestros padres no es la misma en la que vivimos actualmente. En ese entonces era mal visto que los niños tocaran musica y se dedicaran al arte, hoy afortunadamente no es así. Pero piensa que tal vez si tu padre ve que dejas de fumar y le explicas que no eres un delincuente por tocar hermoso la guitarra, tal vez pueda comprender que tu eres un muy buen chico. Es decir, los rumores idiotas de ti muchas veces no te hacen justicia, pero con 18 años trabajas, tienes tu propia vivienda, tienes una banda que se está haciendo reconocida...-me interrumpió.
-gracias a la llegada de mi chica a la misma.-dijo Castiel. Le sonrei y le apreté con cariño la mano.
-gracias por la acotación, grandullón.-dije. Él me sonrió y pude proseguir con lo que decía.-en fin, eso. No le tienes rencores por lo que te hicieron, no estás metido en drogas complejas, y así una lista interminable de cagadas que podrías mandarte pero no hiciste. Tal vez si te sientas a solas con él, guardas tu mal genio y hablan de padre a hijo, las cosas se resuelvan más fácilmente que evitándolo o intentando hablar con un fantasma o la memoria de alguien.-dije. Él ahora parecía serio, perdido en sus pensamientos. Pareció meditarlo unos segundos y finalmente habló, aunque aun parecía envuelto en los recovecos de su mente.
-está bien, pero si sale mal puedes venir a casa y hablarlo? No suelo sobrellevar estas situaciones muy bien y estar solo no es lo mejor porque termino haciendo estupideces.-dijo Castiel.
-descuida, iré. Pero intenta remediar las cosas. qué clase de estupideces es a las que te refieres?-pregunté. Él dudó si hablar o no.
-fumar, tomar más de lo debido... Ya sabes.-dijo Castiel.
-argh, eres un peligro.-dije bastante molesta por esos vicios. El me observó arrepentido.
-el que está peligroso por el momento es el clima.-dijo Castiel observando a través de la ventana del auto y a su vez viendo por la ventana de la cabaña como el único árbol en pie se balanceaba al ritmo del poderoso viento.
-supongo que tendremos que quedarnos un tiempo aquí. Sabes, aún debemos planear una venganza contra Ámber.-dije. Castiel sonrió.
-ay niña, si que eres distraída. No te das cuenta que la mejor venganza es que nos besemos enfrente de ella?-dijo con una sonrisa.
-eres todo un chico nalo.-dije mirándolo con una sonrisa que revelaba segundas intenciones. Castiel de inmediato captó la referencia y me arropó entre sus brazos. Allí nos quedamos en silencio, simplemente acompañandonos. Él apoyó su cabeza en la mía y dejamos que nuestros cuerpos nos dieran calor.

No podía creer que me estaba sucediendo esto. Que Castiel estaba abrazandome, que mis ganas de besarlo se habían saciado pero a la vez era como intentar alimentar a un agujero negro: cuanto más lo besaba, más ansiedad y necesidad tenía por besar nuevamente sus labios. En mi cerebro aún no entraba toda la información que debía procesar, Castiel no sólo se había visto conmovido porque definitivamente me iba a mudar, sino que me besó. Me había besado, y lo mejor es que iris definitivamente no era la novia así que... Podía aprovechar eso.
Pero en mi cabeza pululaba el pensamiento de su padre y su historia con su abuelo. Sería que nos habíamos unido por un motivo? Era sumamente irónico que ambos tuviéramos el vínculo parcial o totalmente roto con nuestros padres biológicos. Solo deseaba que el no perjudicara tanto la vida de Castiel, que realmente pudiera establecerse un orden. Tenía que reconocer que moría de ganas por conocer a la madre, según sus relatos me había simpatizado. E iris... Ya no la podría ver con los mismos ojos. Era extraño saber que era la hermana, eran tan opuestos que el parecido parecía tan lejano... De hecho si tuviera que apostar, apostaría a que rosa y Lysandro eran hermanos. Pero él e iris... Ahora que lo sabia todo era mucho más claro. Esperaba que ella aceptara que pensaba quedarme en la vida de su hermano, a pesar de que Castiel quería ir muy rápido en la relación, yo prefería tomarme mi tiempo.
Pero de pronto una pregunta se me vino a la mente, dónde demonios viviría? Mierda, no podía mudarme. Intenté moverme, allí estaba Castiel, cerca de mi, parecía dormido porque no se movía. No quería irme, mis amigos, mi trabajo, mis estudios, Castiel... Argh. Maldita sea.
-Castiel?- Susurré. No me respondió, por lo que asumí que si estaba dormido. Me moví lo más lento que pude y lo acomodé en el auto para que siguiera durmiendo cómodamente. Salí del vehículo y observé a través de la ventana, el viento y la nieve no parecía cesar. Me quede unos minutos observando el estéril panorama, hasta que, deseé estar loca: la sombra que me había seguido todo el tiempo en florida estaba aquí, pasó sumamente rápido pero pude ver que se trataba de un hombre por su físico.
-kentin, el objetivo no es alexy, hay que ir por Castiel.-dijo una voz a la lejanía. Qué demonios? No, no estaba loca. Lo había escuchado, era una voz asquerosamente conocida y pude confirmar que se trataba de un hombre. Kentin... Había escuchado ese nombre pero no recordaba de dónde.
Busqué entre las pocas ventanas que habían pero no vi nada. Escuché nuevamente la voz, se estaba alejando.
-si, trae la misma cantidad de droga que le diste a...-dijo la voz pero se perdió en la nada. Droga? !alex! Mierda, era el mismo hijo de puta que había drogado a alex. Me iba a escuchar ese desgraciado, aunque midiera dos metros me las iba a apañar para que me escuchara el infeliz.

Me dirigí hacia la puerta y puse mi mano en el pomo de la misma, me volteé a ver a Castiel. Seguramente si estuviera despierto me diría que es una mala idea, que no debía hacerlo, pero él estaba durmiendo así que mi espíritu impulsivo actuó bajo su carácter. Abrí la puerta y salí, cerrándola en sumo silencio. Al voltearme solo me encontré con viento, nieve golpeándome el rostro y frío, mucho frío. Corrí a investigar los alrededores de la casa, pero no vi nada, hasta que me encontré con huellas de un vehículo. Parecía una especie de cuatriciclos, de inmediato caminé lo más rápido que pude hacia el rastro, pero descubrí que la nieve estaba siendo demasiado poderosa. El viento en dos oportunidades me lanzó al suelo pero una tras otra vez me incorporé.
-me cago en todo. Ten huevos y enfrentate. Tienes que recurrir a una droga para tomar a tus prisioneros? Qué sucede? Tienes miedo?-dije a los gritos. Ya no veía nada más que nieve, estaba sumida en un tumulto de pequeños copos de nieve.
De pronto sentí algo que me picó directamente en el cuello. Grité y me llevé la mano de inmediato a la zona del impacto, tenía una especie de dardo metido en el cuello. Con mucho dolor, me lo saqué de un tirón. Observé el envase, estaba vacío. Demonios, estaba en problemas. Mi mente comenzó a divagar, de pronto sentí mis extremidades flojas y como mi cuerpo se adormecía. Caí de rodillas a la mullida nieve. Empecé a sentir mareos muy intensos, tanto que se me dificultaba enfocar la vista en algo. Pero era difícil hacerlo ya que lo único que había para ver era nieve. Sentí el motor de un vehículo y escuché un par de personas bajándose de allí. Uno largó una carcajada, sólo veía sombras.
-sedada no eres tan ruda, verdad?-dijo uno. Alguien estaba caminando peligrosamente junto a mi.
-va a ser una pena dañar esa bonita carira. Castiel te va a seguir queriendo si te entierro un cuchillo en una mejilla, dejándote una linda cicatriz?-dijo otra voz. Sentí pavor, pero como si de por si no fuera lo suficientemente idiota, con la poca energía que me quedaba me lancé a uno de ellos y le clavé las uñas. Éste cayó y pude ver que traía ropa militar. Demonios, mi memoria me estaba fallando pero estaba segura de haber visto esa ropa antes.
-maldita bruja.-dijo incorporándose y alli lo próximo que sentí fue un fuerte dolor en el estómago. Uno de ellos me dio una fuerte patada.
-de... A dos... Cualquera... Es...rudo.-dije. Ya casi no podía vislumbrar nada. Pude escucharlos reír.
-nunca te cansas, no?-dijo uno. Vi que su pie estaba peligrosamente cerca de mi rostro.
-mierda, viene alguien. Rápido, tomala y subela.-dijo otro.
-Alaska?-escuché una voz. Aun no sabía lo estaba creando mi mente o si de verdad había alguien que me estaba buscando.
-mierda, es él. Corre.-dijo uno de ellos.
-cerda, te salvas porque está tu noviecito.-dijo el otro, pero antes de irse me dio otro fuerte golpe en las tripas. Grité de dolor, deseando que Castiel me encontrara. Aunque por un segundo rogué que no lo lastimaran.
Escuché como los pasos se alejaban y el motor de algún vehículo también se dispersaba. Nuevos pasos se acercaron a mi, ya no podía aguantar. Intente incorporarme para así poder mantenerme despierta, pero al moverme el dolor de las patadas me hizo quedarme quieta. Vamos Castiel, por favor, encuentrame.

Escuché como una figura aparecía cerca de la nada y comenzaba a intentar levantarme. No pude aguantar un chillido de dolor.
-Alaska...-dijo Castiel, esta vez si reconocí su voz. Y a la vez no parecía el, su voz sonó muy preocupada y casi era irreconocible.
-c...a..s...-dije. Sentí su mano intentando arroparme. Pero no pude hacer más nada, la droga ya me había hecho efecto y mis ojos se cerraron.

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