Un gran paso.

Especial San Valentín.

El especial de San Valentín no tendrá absolutamente nada que ver con el fic, no tendrá repercusión de ningún tipo, es simplemente una historia partiendo de mi fanfic "Entre dos amores", con lo que hubiera sucedido si es que Alaska, Kentin, Lysandro, Lucy y Louis sobreviven. Este especial es exactamente igual al de Navidad y al de Halloween, contienen personajes de mi fanfic pero no tiene repercusión de ningún tipo. De hecho, tal vez solo me sirva a mí para medir posibles parejas, como pude ser la de Rosalya y Kentin. Una vez aclarado esto, es hora de iniciar con el especial.

-Niña, despierta.-dijo Castiel. Sentí sus enormes manos rodeándome la cintura mientras me besaba furtivamente el cuello. No había mejor forma de despertar, pese a que adoraba dormir y por ende, despertar no era un momento agradable del día. Me volteé a Castiel aun con los ojos cerrados, apenas los abrí vi su hermoso e hipnótico rostro. Se encontraba sin camisa y me sonreía con evidente sueño, pero aun así era precioso. Le sonreí con cariño y me acerqué un poco más a él, me acurruqué entre sus brazos y pecho desnudo, él me abrazó con dulzura y me dio un beso en la frente. No podía entender cómo demonios él podía estar tan caliente, era un jodido horno este chico. Él me corrió mi cabello hacia detrás de mi oreja con delicadeza.

-¿Alguna vez te dije que te queda hermoso ese corte de cabello?-preguntó Castiel. Aún tenía la voz carrasposa de haberse despertado, asentí y le sonreí dándole un beso en los labios.

-Sí, me lo dices todo el tiempo. Tú sigues igual o más hermoso que hace 10 años cuando nos conocimos, ¡casi 10 años! aun no puedo creer todo lo que hemos vivido.-dije. Él sonrió, pese a que ya le había demostrado miles de veces todo lo que lo amaba, con gestos, palabras o con una simple mirada, él seguía sonrojándose. En verdad no sabía todo lo que habíamos vivido, sabía que 10 años tal vez no parecería mucho, pero para mí parecía una eternidad. Aunque no quería decir que se me había hecho largo todos estos años, de hecho apenas recordaba cuando tenía 18 años y pasaba horas ensayando con Demons, tocando canciones de rock, riéndome con mi novio y amigos... En verdad nada de eso había cambiado. La popular de Demons había aumentado a un ritmo vertiginoso, ahora contábamos con millones de fanáticos en las redes sociales, pero seguíamos siendo personas completamente normales. Yo me había unido al grupo hace años y ya no era una simple colaboradora. Sin embargo lo que sí había cambiado y mucho era las relaciones que mis amigos tenían entre ellos, todos éramos prácticamente amigos de todos. Lys y Violeta se habían casado hace unos 8 años y estaban buscando a su primer hijo, Vik y Laeti seguían tan enamorados como siempre lo habían estado. Nath y Kim ya tenían un hijo hace varios años y ahora querían el segundo, tal vez una niña esta vez, situación similar a lo que le había sucedido a Chris. Él se había enamorado de una chica que fue a verlo a un ensayo, increíblemente Chris era padre de una niña y ahora esperaban a su segundo hijo, el cual ya estaba definido que se llamaría Benjamín, sin embargo todos ya le decimos Ben. Alexy y Rosa al final nunca lograron nada, no estaban destinados y pese a que Alexy lo intentó por Rosalya, no se logró nada. Alex seguía muy empecinado en mí y realmente no podía sacarme de la cabeza. Ese tiempo honestamente fue una mierda para mí porque me partía al medio verlos así. No obstante, algo bueno salió de eso: Rosa y Kentin venían muy seguido a mi casa, por lo que entre bromas, surgió el amor. Kentin y Rosalya eran pareja hace algo más de 9 años, tenían dos niños de 8 años, una niña llamada Emma y un niño llamado Noah. Realmente habían ido rápido en el amor, pero no me resultaba mal. Aunque debía admitir que me seguía siendo extraño llamar a Rosa como "cuñada." Mi relación con Kentin no podía ser mejor, pese a que yo parecía la hermana mayor.

Con lo que respecta a Alex y Nebrask, bueno, es algo extraño. Siempre creí que Nebraska era la persona más homosexual en este planeta, pero Alex supo ganarse su duro corazón. Están por casarse en unos meses, me sigue pareciendo muy raro ver a Nebrask enamorada. Siempre creí que ninguna de las dos se casaría y que terminaríamos juntas para no ser las solteronas llenas de gatos, pero eso jamás nos importó demasiado. A alguien que nunca le importó demasiado estar soltera fue a Iris, su homosexualidad al comienzo fue algo así como mal recibida pero en cuestión de meses fue completamente aceptada con total normalidad, como debería ser. Sin embargo, un día nos declaró que había estado saliendo con Li por un tiempo y querían llevar las cosas más serias. Tras muchos años de un noviazgo serio, decidieron adoptar un niño. Debo confesar que jamás me esperaría eso de Iris, ni siquiera que saliera con Li. Pero se veían tan alegres, era todo tan sólido que simplemente no podía negar el hecho que hacían una hermosa pareja. Valerie, Louis y Castiel estaban muy orgullosos de lo que Iris había conseguido, aunque Castiel no solía admitir que se moría de amor por su sobrino. Kentin, Rosa, Iris y Li solían venir con frecuencia a nuestra casa y comúnmente nos dejaban a sus hijos para que Castiel, Demonio y Zeus jugaran con ellos. Si bien yo no era especialmente buena con los niños, a ellos los adoraba, y me encantaba ver como Cassy jugaba con ellos.

-Alask... Niña, te metiste en tu mundo nuevamente. Voy a hacer el desayuno, ¿qué quieres? ¿Puedes sacar a los perros para afuera? Es imposible cocinar con Zeus, si tan solo lo entrenaras como Dem...-dijo Castiel. Le sonreí, le acaricié el rostro y le di un beso. Cuando se levantó noté que estaba desnudo.

-Zeus está entrenado, solo que Dem ya está viejito, tiene 12 años. Zeus tiene la mitad, sigue siendo un niño. Igual que el idiota de mi novio. ¿Por qué estás desnudo, cariño? Vistete.-dije. él se rió mientras se ponía unos boxers. Se acercó a mí al tiempo que se acostaba junto a mí en la cama nuevamente, me tomó y me subió encima de él mientras me sonreía con picardía.

-Estoy desnudo porque anoche me hiciste mierda en la cama, como siempre. Deberías maquillarte ese cuello, lo tienes lleno de chupetones.-dijo Castiel. Noté que yo también estaba en ropa interior, me reí y lo besé apasionadamente en los labios, pude sentir como él también se reía y a la vez me mordía los labios. Colocó una de sus enormes manos en mis mejillas y me acarició, sonreí y le hice una caricia en el cabello.

-¿Sabes? Cuando nos conocimos creí que no eras virgen desde, no sé, ¿los 14 años? y que habías estado con miles de chicas, además creí que me ibas a romper en la cama. Ya sabes, diferencia de tamaños, de peso y que tú amigo de abajo es... Bueno, ya sabes.-dije. Él se acostó de lado mientras me miraba con una sonrisa, estaba esperando la broma.

-¿A qué quieres llegar? ¿A que la ninfómana eres tú? ¿A que soy un desastre en la cama?-dijo Castiel.

-No sé, no quiero llegar a ninguna parte. Recuerdo que Rosa y Violeta estaban muy preocupadas de que lo hiciéramos, sin embargo ambas terminaron embarazadas antes, mucho antes.-dije. Me incorporé, me puse la ropa interior y una camisa abierta de Castiel. Amaba su ropa, debía admitirlo. Él me siguió al comedor, donde Demonio dormía encima de un sofá y Zeus jugaba con sus juguetes, en el momento que nos vieron, nos movieron la cola. Era horrible admitirlo, pero ambos perros eran más altos que yo en dos patas. Les di el desayuno y los dejé en el balcón, hacia una mañana excelente. Me lave las manos y comencé a preparar un intento de desayuno hasta que sentí a Castiel acariciándome de la cintura, todas las mañanas eran lo mismo: siempre decía que él iba a hacer el desayuno y terminaba haciéndolo yo.

-¿No te resulta extraño que todos estén por casarse, estén casados y que tengan hijos? Y nosotros seguimos siendo novios.-dijo Castiel. Maldita sea, siempre era la misma conversación de mierda. Me volteé y lo miré a los ojos, sabía que Castiel moría de ganas de ser padre y casarse, todo eso. Y no dudaba nada que él fuera la persona con la que estaría siempre, solo que era extraño... Aun no sabía cómo, pero era muy extraño. Suspiré, le acaricié el rostro parándome de puntillas de pie.

-Lo sé, Cassy. Sé que mueres de ganas de casarte y formar una familia, pero no creo que sea el momento indicado. Mira nuestra casa, hay juguetes de perros tirados por doquier, hay una ouija en la mesa, esto está rodeado de ventanales y cualquier niño podría irse a la mierda. Además vamos a reconocerlo, adoro a nuestros sobrinos, pero cuando eran bebés me volvían loca. Un paso a la vez, ¿sí? Sé qué hace años quieres ser padre y me vienes esperando, pero solo... no creo que sea el tiempo correcto. Mira a Lys y Nath, se vuelven locos cuando nos vamos de gira. Nos hemos ido a lugares remotos con Demons y ellos siempre preocupados por sus hijos. Te prometo que en algún momento seremos padres, cielo.-dije. Él suspiró con pesadumbre. Abrió la heladera y sacó leche, se la sirvió en un bol y tras llenarla con cereales, comenzó a comer.

-Lo sé, Alask. Pero yo pronto cumpliré 30 años y no quiero ser un padre viejo. El rock ha sido una parte muy importante de nuestra vida, pero tampoco quiero tener 50 años cuando el niño o niña tenga 10 años. No quiero llevarlo a la escuela y que me confundan con su abuelo, no quiero. Y no digas que nuestros sobrinos te volvían loca, serías la mejor madre del mundo. Creo que tienes celos de que tengamos una niña y tengas que compartir a tu chico.-dijo Castiel. Me guiñó mientras me sonreía y no pude evitar contener la risa. Yo fui a buscar una manzana y después de lavarla, la fui comiendo mientras me reía con mi novio.

-Puff, seguro. Como si en los conciertos no te tocaran lo suficiente. He visto cómo te volaban tangas, ropa interior, pruebas de embarazo, ropa y otras cosas que no quiero ni recordar. Seguro la mayoría de fanáticas de Demons lo son por ti.-dije.

-Algunas veces me gustaría que fueras un poco más celosa, niña. A ti te han pedido matrimonio tus fanáticos, te han abrazado, tocado los senos, la cola, te han dicho que te aman, que quieren hacerte hijos, y lo único que haces es reírte cuando me pongo celoso. Algunas veces simplemente me gustaría volver a cuando teníamos unos pocos fanáticos y todo era normal.-dijo Castiel.

Le sonreí, debía admitir que tenía razón de a momentos. Adoraba dar conciertos, cantar junto a Lys enfrente de multitudes enormes, recorrer países y conocer a cada uno de nuestros fanáticos, pero con el tiempo había llegado gente muy enfermiza a nuestra vida. Fanáticos que intentaban colarse en nuestra casa, en los vehículos, que intentaban robar lo que fuera que nos perteneciera, no les importaba. Sin embargo, Demons nos había dado todo. La banda comenzó a crecer tras nuestros sencillos, Lys se mudó de la casa con la que vivía con Castiel y por un tiempo Cassy y yo vivimos allí, pero luego nos mudamos a este apartamento. Oh, claro, me olvide de contarles nuestra historia con Castiel. Cuando recién comenzábamos a ser novios, al principio ninguno de los dos estaba listo para ser algo exageradamente serio, pero luego, al ver como todos nuestros amigos sentaban cabeza, mi novio comenzó a cambiar de parecer. Yo siempre había estado enamorada de él, todas las tardes que habíamos pasado juntos, las risas, los mimos, las caricias, los besos, todo era incomparable. Era claro que había elegido bien a mi pareja. Pero Castiel comenzaba a ver cómo me desarrollaba con sus primos pequeños o con nuestros sobrinos y comenzó a querer ser padre a edades tempranas, no sé, ¿25 años? decía que me veía hermosa con los niños, amaba como les enseñaba a tocar la guitarra, cuando dejaba que me peinaran o cuando simplemente los correteaba para hacerle cosquillas. De hecho, se sigue riendo ante la expresión que tuvo Noah, el hijo de Kentin, cuando me vio por primera vez con distinto color de cabello. Me había teñido el pelo y como se habrán dado cuenta, me lo dejé crecer mucho. Noah era algo pequeño cuando me vio así y creía que Castiel me estaba engañando, se puso a llorar y le dijo que era traidor.

En fin, el punto es que mi novio quería sentar cabeza y yo no estaba lista para eso, me resultaba extraño, aun me sentía joven, tenía solo 29 años, y me resultaba muy extraño decir que me encontraba casada con tan poca edad. Sin embargo debía reconocer que Castiel tenía razón en algo: no quería dejar pasar el tiempo para ser padres, tampoco quería que me confundieran con la abuela de mi hijo o hija. Miré a Cassy, él me estaba mirando, simplemente mantenía el silencio. Con el tiempo había descubierto que él solía quedarse mirándome con amor, contemplándome.

-¿Sucede algo, grandullón?-pregunté. Hice mis ojos bizcos al tiempo que le sacaba la lengua, intentando hacer una mueca graciosa. Él se rió, me escupió un poco de leche y cereal directo al rostro.- ¡Castiel! Demonios, eres un niño. ¿Para qué quiero un crio si tú eres peor?

-¡Es tu culpa! Iba a decir algo romántico, pero arruinaste el momento.-dijo Castiel.

-Dejame adivinar, ¿tengo algo entre los dientes?-dije. Él volvió a reír, amaba su risa, podía escucharla por horas y no me cansaba. Me senté en sus piernas y lo miré, le di un beso en la mejilla mientras le acariciaba el cabello.

-Eres una idiota. Iba a decir que no podía creer la maravilla de novia que tenía, pero al parecer hacerme escupir leche es algo más divertida que escuchar al enamorado de tu novio.-dijo Castiel. Le sonreí y no pude evitar sonrojarme.

-Tampoco puedo creer que me hayas soportado todos estos años... O que no te haya roto mientras hacíamos el amor.-dije. Él se mordió el labio, aguantándose la risa. Pero de pronto no soportó más, me tomó entre sus brazos y me soltó en el sofá. Allí comenzó a hacerme cosquillas como un demente, mi risa se debía escuchar por doquier, porque desgraciadamente me comenzaba a reír antes de que me tocaran. Castiel sabía perfectamente que quedaba indefensa con ese método horrible, pero a él no le importaba, era su modo de haceme reír.

-Esto se llama venganza por hacerme escupir todo.-dijo Castiel.

-¡Para, Castiel, para! Detente, ¡Cassy!-dije. Él se rió y esta vez se detuvo, estaba encima de mi sonriéndome como si fuera un niño.-Te amo, imbécil. Anda, levantate. ¿Sabes qué día es hoy?-dije. Él miro el calendario que teníamos en la heladera y se incorporó de inmediato.

-¡Mierda, me había olvidado completamente! Vistete, están por llegar, ¡vamos niña! No quiero que nos vean así.-dijo Castiel. ¿Qué? ¿Quiénes estaban por llegar? Se supone que Castiel y yo hoy nos iríamos a acampar por San Valentín, y de paso, él tendría una sorpresa que seguramente no se lo esperaría ni en un millón de años.

-¿Quiénes vienen?-dije. Miré como Castiel se fue prácticamente corriendo hacia su habitación a vestirse.

-¡Emma, Noah, Kentin y Rosalya! ¡Vamos, Alask! ¿No lo recuerdas? Eres peor que Lys.-dijera Castiel. ¿Qué? ¡Es San Valentín! Como deje solos a esos dos, van a darles un hermano más a Emma y Noah. Me llevé las manos al rostro.

-Castiel, hoy nos íbamos a acampar. ¿Recuerdas que es el día de los enamorados? ¿Recuerdas que me costó un jodido ovario conseguir ese lugar? Vamos, cielo, por favor. Sé que los adoras, yo también lo hago, pero esta fecha es realmente única. Sé que te gusta ver el cielo, las estrellas, todo eso, es una fecha muy especial.-dije. Él suspiró.

-¡Mierda! Lo había olvidado completamente. No me mates, no te regalé absolutamente nada... ¡Lo siento! Me olvidé. Lo lamento, espera que los llamaré a ver si pueden hacer algo.-dijo Castiel. Se tomó de la cabeza, algo sentimental de que se hubiera olvidado una fecha tan "importante" como esta. Él sabía que para mí esto eran puras idioteces, y de hecho fue Castiel quien me convenció hacer algo en esta fecha.

-No debes preocuparte, sabes que para mí todos los días es un día para hacerte algo especial, mimos, lo que fuere. Espera, yo llamaré a Kentin. Esperame aquí, ve preparando tus cosas porque nos iremos con o sin los niños de acampada.-dije. Castiel cerró la boca, parecía algo asustado de la que se le vendría encima a mi hermano. Me cambié de ropa, bajé las escaleras a toda prisa y apenas llegué a la entrada del edificio completamente vacía, marqué el número de celular de Kentin. Lo iba a matar, él, Lys, Violeta, Rosa, Vik, Alex y Nebrask sabían bien cuál era la sorpresa que le haría a mi novio. ¡Lo iba a matar!

Ken: ¡Hermanita! ¿Cómo estás? ¿Ya me estás extrañando? En unas horas nos vemos, descuida.

Yo: ¡Kentin Blue, eres hombre muerto!

Ken: Hey, ¿qué sucede? ¿Qué hice ahora?

Yo: ¿Qué hiciste ahora? Eres un idiota. ¡Sabes bien que el 14 de febrero lo quería disponible para irme a acampar con Castiel! ¡Sabes el motivo! No podemos cuidar a Noah y Emma, podemos cuidarlos más o menos hasta las 5 de la tarde, después de eso nos iremos a acampar. Por favor, Kentin, sabes por qué es tan especial el día de hoy.

Ken: Oh... Mierda. Me había olvidado por completo. Veré si alguien está disponible para cuidarlos. Lo siento. Si no encuentro a nadie, ¿siguen siendo una molestia? Extrañan a sus tíos.

Yo: No son molestia, ni hoy ni nunca. Solo que hoy es un día en el cual realmente me gustaría estar con Castiel, estoy muy nerviosa por su sorpresa y si de por sí siento nervios estando sola, con mis sobrinos seguro me siento mucho peor. Castiel quiere verlos de todas formas, yo también. Pero si puedes conseguir otra persona, sería genial.

Ken: Por supuesto, cuidate. Esta noche me cuentas cómo te fue.

Yo: Gracias. Te cuento, no te preocupes. Conociendo a Castiel, seguro te enteres de la felicidad que va a tener.

Ken: Me lo imagino. Cuidate, pecosa.

Sonreí y finalicé la llamada. Me sentía una mierda por no poder cuidarlos, pero realmente hoy no podía. No era un berrinche ni mucho menos, era una ocasión completamente dentro de la pareja, aunque medio mundo prácticamente ya sabía lo que sucedería esta noche. Subí las escaleras y apenas entré en mi casa, vi a Castiel con un desastre, ropa tirada por doquier, Zeus corriendo con un bikini mío, Demonio saltando arriba de la cama, demonios.

-Castiel...-dije. Él me sonrió.

-Lo sé, la casa es un asco, ¡pero nos vamos de acampada! ¡Me importa una mierda! No encuentro la pua de la guitarra, así que tomé la tuya, tu toca con tus uñas. ¿Qué te dijo Kentin?-preguntó Castiel. Cuando se cambió la remera noté que tenía arañazos míos por toda la espalda, ups, recuerdos de la noche anterior.

-Tenemos que esperar a ver qué es lo que nos dice. Sabes, tengo una idea.-dije. Le saqué el bikini que Zeus tenía en su boca y miré a Castiel con picardía.- ¿Qué tal si mientras los esperamos nos damos un chapuzón?-dije. Él se rió, miró la hora, eran las 9 de la mañana, teníamos muchísimo tiempo de espera. Se acercó a mí y me tomó de la cintura con cariño, bajando sus manos a mis glúteos. Bien, grandullón, como prefieras. Me saqué mi remera y me quedé en ropa interior, si bien a Castiel le dio gracia, se calmó cuando vio que iba en serio. Me abalancé hacia sus labios y comencé a besarlo con mucha insistencia.

-Niña, ahora no. No podemos. Piensa que si lo estamos haciendo y Kentin te llama diciéndonos que viene para aquí... será incómodo. Para ti es fácil, tú no tienes que disimular nada, pero a mí me lleva un tiempo a que el pene me vuelva a su estado normal.-dijo Castiel. Lo besé mientras él hablaba. Le quité la camisa como pude.

-No va a suceder nada, cielo. Vamos, algo rápido al menos.-dije. Él se rió.

-No, niña. No podemos, de verdad. Pero si podemos irnos a la piscina, ¿puedes ponerte malla entera? No me gusta cómo te mira la gente cuando llevas bikini.-dijo Castiel. Suspiré.

-Eres un aburrido, nunca me dejas hacerlo más de una vez al día, ¡creo que como record lo habremos hecho dos veces en mi cumpleaños! Eres un aburrido. Pero está bien, vamos a la piscina, pero iré de bikini. No sucede nada, de verdad, grandullón.-dije. Él suspiró de mala gana y de inmediato me saqué el sostén, intentando provocar algo en Castiel. ¡Era un aburrido! Nunca podíamos tener sexo. Por un segundo me pregunté qué tan distinta sería mi vida con Nebraska, con ella solíamos hacerlo varias veces. No, estaba con Castiel hacía muchos años, no debía pensar en ese tipo de cosas. Mi mente se dispersó en la sonrisa de mi novio, él se cambió listo para ir a la piscina y yo lo imité. Dejamos a los perros dentro de la casa, bajamos los celulares, el protector solar y unas toallas. Apenas llegamos a la pileta notamos que no había nadie, de inmediato quedé en bikini y Castiel se sacó la camisa. De inmediato me di un chapuzón, sin siquiera importarme nada, y de hecho lanzarme con tanta fuerza causó que mi novio se empapara.

-¡Alaska! Demonios, niña. Tengo los celulares, ven aquí que debo pasarte el protector solar.-dijo Castiel. Le sonreí con picardía, habían partes en las cuales me costaba dar pie, odiaba con todo mi ser, ser tan pequeña. Suspiré y me acerqué al borde de la piscina.

-Oh vamos, la edad te está convirtiendo en un viejito refunfuñón. Ven conmigo, esto está techado, no debería haber problemas. Vamos, Cassy.-dije. Intenté poner cara de perrito mojado, sabía que había un rostro que a Castiel le hacía morirse de ternura conmigo, pero esta vez no funcionó.

-En unos minutos voy, voy a esperar a que tu hermano nos llame y nos diga qué sucederá. Debo reconocer que adoro a los mocosos, pero un tiempo a solas no creo que nos venga mal.-dijo Castiel. Le sonreí.

-Pobre de mí, tan sola en la enorme piscina.-dije. Intenté provocar a mi novio, pero nada daba resultado, por lo que me resigné a nadar hasta el fondo de la piscina. Hacia unos 9 años que vivía con el pelo corto, de hecho hubo un tiempo en el cual mi pareja había tenido el pelo más largo que yo. Aun no me acostumbraba a tener el pelo largo, y me costaba mucho no asustarme cuando estaba nadando y sentía algo en mi espalda. Sí, sabía que sonaba estúpido pero mi pelo me había dado unos cuantos sustos. También solía trancarme las blusas con el pelo e inclusive a Castiel lo ha asustado un par de veces, en especial las primeras veces que me veía con el cabello marrón. Debía reconocer que con esta tonalidad de pelo se lucía muchísimo el parecido que tenía con Kentin. Pero no tuve tiempo de pensar en absolutamente nada más porque sentí como alguien me tomaba de la cintura y me sacaba a la superficie, era Castiel quien me tenía con fuerza.

-¿Qué demonios?-dije.

-¡Sabes bien que no me gusta que te quedes tanto tiempo en el fondo de la pileta! Niña, tienes una manía de mierda de preocuparme siempre. Quedate en la orilla, o al menos cerca de la superficie.-dijo Castiel. Se lo veía enojado, pero pese a eso me sostenía con fuerza, aproveché que lo tenía tan cerca y lo rodeé por el cuello con mis brazos, sonriéndole con picardía.

-¿O qué? Relajate, grandullón. Estoy bien, de hecho, creo que sé cómo tranquilizarte.-dije. Comencé a darle besos en las mejillas, ya que parecía inmutable con respecto a sus labios. Le corrí los cabellos que tenía en sus ojos, le sonreí intentando sacarle una sonrisa pero se veía claramente enojado. Lo rodeé con mis piernas por su cintura, mi cola quedaba muy cerca de su entrepierna. Él esta vez soltó una pequeña sonrisa.

-Pobre de mí si quisieras tener una familia numerosa, seguramente si te dejara tendríamos sexo como conejos.-dijo Castiel. Me reí y lo besé rápidamente en los labios.

-Oh no, seríamos peor.-dije. Él se rió y me abrazó mientras me besaba. Lo amaba, debía admitirlo. Ni siquiera debía asumir que lo amaba, ya se notaba con simplemente las estupideces que hacíamos. Él pasó su mano por mi trasero, adoraba mis glúteos y se notaba. Este tipo de cosas hacían que supiera que él era con quien quería estar por el resto de mi vida. Por un segundo imaginé lo que él decía, miré sus manos, me imaginé una argolla y nadando con un pequeño Castiel. Un pequeño niño pelirrojo con mis pecas, con sus hermosos ojos grises y con su hermoso carácter. Me pregunté cómo demonios podría tener un hijo de mi novio, era enorme y seguramente el bebé sería igual de grande que su padre. Pero un beso en el cuello de él me trajo a la realidad, me reí mientras sentía su lengua recorriendo mi cuello. La humedad en la que estábamos sumidos era extraño, satisfactoria, casi que excitante. Solté un pequeño gemido pero rápidamente lo retuve cuando ambos escuchamos como alguien aparecía.

-¡Hey! Alquilen una habitación, esto es un espacio público. Son unos cerdos, no sé cómo es que a esta altura no tienen como 10 hijos.-dijo Kentin. Castiel detuvo sus cariños y de inmediato nos sobresaltamos al escuchar la voz de mi hermano. Mi padre había sido una basura toda su jodida vida, pero que hubiera hecho a Kentin había sido lo único bien que había hecho en su vida. Le sonreí y le tiré un poco de agua.

-Puedes avisar, ¿sabes?-dije. Detrás de él vi como Rosa venía con sus hijos, Noah tomaba la mano de su madre y Emma simplemente nos observaba de brazos cruzados. Noah traía sus enormes gafas, con su cabello marrón y corte "hongo", me recordaba un poco al estereotipo de friki de los años 80. Emma sin embargo era muy similar a su madre, al menos en el físico, tenía un hermoso cabello blanco largo y era hermosa.

-Los llamamos, pero puedo ver que están ocupados.-dijo Kentin. Me sonrojé y me separé de Castiel, debíamos contener los mimos enfrente de los niños. Noah de inmediato corrió hacia mi novio y se detuvo justo al borde de la piscina, Emma permanecía inmutable.

-¿En serio? Tenemos los celulares ahí, no escuchamos nada. ¿Trajeron ropa de baño? Podemos ir a la playa con estos pequeños, Dem y Zeus. En casa hay raquetas de tenis, hay un tejo, pelota de vóley y todas esas cosas que saben que soy un desastre. ¿O prefieren meterse en la piscina con su tío Castiel y que les haga de caballito?-preguntó Castiel.

-¡Tíos! ¡Ambas cosas!-dijo Noah. Castiel sonrió, le mostró el puño a Noah y lo chocaron, teniendo cuidado de no mojarse. Yo salí de la piscina y salude a todos, nuevamente teniendo cuidado de no mojar a nadie. Kentin, Noah y Emma se quedaron en la piscina y al ver que Rosa casi iba a preguntar por la sorpresa que le tenía a Castiel, decidí tomarla de la mano y llevarla a rastras al patio que había en el edificio.

-¡¿Y?! ¡¿Ya le dijiste?!-preguntó rosa.

-¡Shhh! ¡Rosa! No debes decir esas cosas, menos frente de él. No, aún no sabe nada. Ni se te ocurra decir nada, ¡por esto siempre le cuento las cosas primero a Lys y a Violeta! Lys suele olvidarse de todo enseguida y Violeta es tan tímida que igual ni habla con Castiel. ¿Tu cómo estás?-dije. Noté que traía un bolso en la mano que hasta entonces no había visto.

-Muero de la emoción porque se entere. ¡Debes contarme todo! Bueno, en verdad yo estoy bien, pero pese a eso tengo algo de culpa. No encontramos con quien dejar a los niños y... en verdad sería de gran ayuda que los cuidaras. Sé que quieres que esta noche sea perfecta, sé que quieren estar solos y eso, pero pueden dejar a los niños solos unos minutos.-dijo rosa. Suspiré.

-Descuida. ¿Les trajiste ropa y eso? A Emma le puedo prestar algo mío, pero a Noah dudo que le entre algo, lo mío le debe quedar enorme y lo de Castiel ni que hablar. Seguramente le diré cuando los niños se duerman.-dije. Ella me sonrió y me abrazó, casi sin darse cuenta que estaba empapada.

-¡Gracias! Eres la mejor amiga del mundo, bueno, tú y Violet lo son. Por supuesto, aquí tienes todo lo que necesitan. Noah tiene un poco de asma pero él sabe todo lo que puede y no puede hacer, Emma está algo insípida o rebelde, no sé qué le sucede. Pero dejala, seguramente con lo que los adoran se les pase en segundos. Hey, y ¿qué sucedió en esa piscina?-dijo rosa. Ella me dio un suave empujón y me reí fuertemente.

-No mucho, ustedes llegaron. ¿Quieres que te preste un bikini y te metes con nosotros?-pregunté. Ella asintió, le di las llaves, subió a dejar los bolsos de los niños y de paso a cambiarse. La hubiera acompañado pero estaba empapada y seguramente me llevaría un buen tiempo secarme para no hacer un desastre en la casa. Solo rogaba que los perros no le saltaran encima, conociendo a Rosa, seguramente le diera un ataque si le ensuciaban la ropa. Volví a la piscina y me senté junto a mi hermano, le apoyé la cabeza en su hombro y él me sonrió.

-¿Niños? ¿Quieren cambiarse y meterse a la piscina con mamá, Cassy y conmigo?-pregunté. Ellos asintieron, aunque Emma sin demasiada emoción.-Vayan a casa, su mamá está cambiándose. De paso saluden a nuestros perritos.

-¡Noah! ¡No corras en la zona de la piscina!-dijo Kentin.

-Tu familia es increíble.-dijo Castiel. Le sonreí, no sabía si era una indirecta para mí o porque de verdad lo pensaba, o ambas cosas. Kentin sonrió y me abrazó.

-Ustedes son parte de mi familia. Así que, ¿planes para esta noche?-preguntó Kentin. Castiel y yo cruzamos miradas, pero yo le clavé los ojos a mi hermano para que no dijera nada. Yo y mi estúpida boca, no había podido callarme. Todo empezó por decirle a Alex y Lys, quienes se habían hecho algo así como mis mejores amigos... Y bueno, Alex no se supo contener. Nunca pensé que se fuera a alegrar por eso, pero afortunadamente él me había superado.

-Nada especial, yo le tengo preparada una sorpresa pero él no sabe qué es, obviamente.-dije. Le sonreí amorosamente a Castiel, el cual se sonrojó.-Y lo de siempre, acampar, tocar canciones en una fogata, contar historias de terror, pensaba tener sexo pero supongo que el plan estará cancelado. Seguramente con los niños sea algo así como: acampar, cantar canciones lindas en la fogata, contar historias de amor y mandarlos a dormir.-dije.

-Siento que sean molestos. No podemos cancelar el vuelo y no hay más asientos, está sumamente lleno. No puedo dejarlos con nadie, todos los que conocemos tienen planes, la mayoría enviaron a sus hijos con sus padres. Ya intenté dejarlos con los padres de Rosa, pero están de viaje. Mamá no puede encargarse de ellos por tanto tiempo y ellos ya se pusieron contentos que estarán con ustedes, en especial Noah que ya saben cómo es con Castiel. Emma últimamente está extraña, está adoptando el carácter de su tía.-dijo Kentin. Le sonreí.

-¿No tendrá novio?-dijo Castiel. Kentin abrió los ojos como platos. Genial, si no bastaba con que fuera celoso de mí, no podría imaginar cómo sería con su hija.

-Castiel, callate. Si tú tuvieras una hija serías peor.-dije. Él se rió pero al ver que hablaba en serio se calló y admitió que tenía razón.

-Tienen 9 años, no debería... en fin. Muchas gracias, en verdad. Les debo una enorme.-dijo Kentin. No tuvimos mucho tiempo a nada porque Noah llegó como una estampida con su traje de baño y se metió de un chapuzón con Castiel, Rosa me hizo un gesto para que la siguiera y nos zambullimos ambas. Solo quedaban fuera Kentin y Emma, ella simplemente estaba sentada junto a su papá. Aun no me acostumbraba a llamar a Kentin "padre" y a Rosa "madre". Pero se veían felices y lo eran, era lo único que me importaba.

-¡Piensa rápido niña!-dijo Castiel. Me lanzó una pelota que casi me da en la cara, pero logré atrapar a tiempo.

-¡Estás muerto, pelirrojo!-dije. Me lancé a su espalda, intentando mojarlo, pero él era claramente mucho más fuerte que yo y me terminó sostenido aupa. Le di un suave beso en la mejilla y él se sonrojó.

-¿Tío? Quedas gracioso cuando te sonrojas, porque tus mejillas se camuflan con tu pelo.-dijo Noah. Me reí y noté como los cachetes de Castiel se sonrojaban aún más.

-¿Quieres que lo ponga más rojo? Mira, Noah. ¿Cassy? Te amo, mi vida.-dije. Castiel ahora era un jodido tomate. No podía resistirse ante esa expresión y a "amor de mi vida." Casi nunca le decía esa última porque me parecía demasiado cursi, inclusive para nosotros. Todos soltamos una risilla al ver a Castiel así, pero rápidamente intentó cambiar de tema. Noah se subió encima de Rosa y yo de mi novio, entre ambos intentamos jugar a luchas y obviamente lo dejé ganar. Entre risas, tonterías y estupideces, se nos pasó el día, de hecho ya eran casi las 12 del mediodía.

-Están invitados a almorzar, imagino que se quedan.-dijo Castiel. Rosa y Kentin se miraron y tras un intercambio de información con solo los ojos, asintieron. Iba a hablarle a mi hermano, cuando un rostro nos llamó la atención a todos, alguien entraba a la piscina. Era un vecino rubio que estaba ligeramente obsesionado conmigo. Castiel solía sentirse intimidado por su físico, porque realmente debería ser fisicoculturista, solía andar con tirantes, mostrando sus músculos. Caminaba orgulloso y con una sonrisa encantadora. Apenas ingresó al recinto de la pileta y me vio, su rosto se cambió, pero no hizo ningún comentario.

-Niña, ¿vamos arriba? Quiero que me ayudes a preparar el almuerzo.-dijo Castiel. Salió de la piscina como un demente y entre él y Kentin prácticamente me llenaron a toallas para que no se me viera nada más que los tobillos.

-¡Castiel, Ken! ¿Pueden calmarse? Demonios, son tal para cual.-dije. Mi vecino no hizo nada, simplemente se sacó la camisa y se metió al agua. Castiel me pasó una mano por la cintura y me acercó a él, Kentin por su parte me puso una mano en el hombro y me llevó prácticamente que hacia afuera. ¿Entienden a lo que me refiero con los celos? Si fuera por mi hermano y novio, viviría tapada como una monja.

-Qué asco le tengo a ese tipo. Vamos hacia arriba, niña.-dijo Castiel. Lo miré molesta mientras iba secándome y encaminándome al ascensor. Castiel notó que me encontraba molesta y no parecía entender nada.

-¿Por qué tienes esos celos histéricos?-pregunté.

-¡Porque la mierda esa te estaba mirando todo!-dijo Castiel.

-Ni siquiera entró a la piscina y ya estabas errático de celos. Calmate, Cassy. En serio.-dije. El elevador se abrió e ingresé a nuestra casa. De inmediato me lavé las manos y comencé a preparar algo rápido para el almuerzo. Castiel me siguió, algo confundido y se paró junto a mi.-Lo siento, es que no debes preocuparte. Te amo a ti, y únicamente a ti. Te conozco, sé que te intimida y te hace sentir mal que él tenga unos 40 años y tenga el físico que tiene. No me importa, Castiel. Me importas tú, me encantas con tu altura, con tu peso, con tu pelirrojo cabello, con tu gruesa voz, con tu sonrisa hipnótica y hermosa, con tu amor hacia los hijos de mi hermano, te amo con defectos y virtudes. Deja de tener celos, cariño. Por eso nunca soy celosa, sé que me amas a mí. Sé que si una chica te insinúa algo, la mandarás a la mierda. Sé que si quieres mirar algún trasero no podrás porque te acordarás del mío, además eres un buen novio y no haces esas asquerosidades.-dije. Él sonrió.

-Lo sé, niña, pero no me gusta que te miren. Eres mi pequeña, mi novia, mi todo. No quiero que te pase nada. Bastante tuve hace años con lo que te pasó con Dakota.-dijo Castiel. Suspiré, él sabía que recordar eso para mí era horrible.

-Calmate, ¿sí? Fui, soy y seguiré siendo tu novia. Confía más en mí, por favor.-dije. Él asintió y me acarició la mejilla. Se dirigió hacia el baño a sacarse todo lo mojado, secarse y volvió a ayudarme con el almuerzo. Esta vez fui yo quien fue al baño a cambiarse la prenda de ropa. Tras unos minutos todos subieron y tras secarse, nos ayudaron también. Noah jugaba con los perros, Emma simplemente se remitía a acariciarlos, Rosa, Ken y Castiel me ayudaban con la comida. Aunque honestamente termino encargándose mi hermano, tenía unas manos increíbles para la cocina.

Y tras un enérgico almuerzo, los niños se fueron a dormir una siesta y nosotros nos quedamos acomodando un poco la casa, haciendo el bolso y hablando en general. Pero al ver la hora, Rosa y Kentin tuvieron que despedirse de nosotros, se tenían que ir para también aprontar las cosas para su viaje romántico. Tras muchas recomendaciones de qué hacer y qué no, decidieron irse, dándoles un beso a sus dormidos hijos. Apenas se fueron, miré a Castiel.

-¿Nos darán tantas recomendaciones porque creerán que somos irresponsables?-pregunté. Él me tomó de la mano y sonrió.

-Para nada, cariño. Son algo paranoicos con sus hijos, es normal. Tu eres un amor, seguramente serías la mejor mamá del mundo.-dijo Castiel. Me dio un beso en el pelo y le sonreí, me corrió mi flequillo y me miró nuevamente. Esta vez lo abracé del estómago y me apreté lo más que pude contra él.- ¿Te dije que estoy enamorado de tus ojos? Siempre me llamaron la atención, tenías que ser tú.

-¿Ser yo? ¿A qué te refieres?-pregunté. Lo miré algo confundida, no entendía a qué se refería.

-Mi chica, la persona con la cual me gustaría estar para siempre.-dijo Castiel. Esta vez fue mi turno de sonrojarme.

-Oww, ¡Castiel! Eres un sol, ¿lo sabes? Yo me enamoré de todo el paquete "Castiel."-dije. Él se rió, sabía que últimamente estaba hecha una imbécil mata pasiones.

-¿Lo haces para vengarte? Siempre que tú quieres sexo yo arruino el momento diciéndote que no, entonces cuando yo digo algo tierno, tú lo arruinas haciéndome reír. ¿Esa es tu venganza? Eres malévola, Blue. Anda, vamos a despertar a los niños, seguro un poco de playa les hará bien. Cuando volvamos es solo bañarnos, juntar las cosas e irnos de campamento.-dijo Castiel. Le sonreí en tono de burla, no sabía si era mi método de venganza, pero sin duda mi cuerpo lo hacía completamente inconsciente. Subimos las escaleras y nos dirigimos hacia nuestra habitación donde nuestros sobrinos descansaban completamente agotados. Noah dormía abrazado de Demonio y Zeus estaba sentado arriba de Emma, intentando morderle los dedos de los pies, obviamente jugando. Adoraba a esos canes, pero a Zeus le tenía especial cariño porque me lo regaló Castiel. Aunque con Demonio había empezado toda mi historia con mi novio. Él se sentó junto a los niños y les habló con una suavidad hermosa, casi tan suave como me hablaba a mí por las noches que había tormenta y no podía dormirme porque tenía miedo. Le sonreí y me recosté contra el marco de la puerta, así que así lucía una familia... Podía imaginármelo.

-A despertarse, dormilones. ¡Nos vamos a la playa! A ponerse sus trajes de baño y elijan con quien quieren ponerse bloqueador solar, una vez que vea que están blancos de protector, se van a elegir con qué juguetes van a ir a la playa.-dijo Castiel. Noah se despertó hecho un terremoto, en segundos estuvo listo, Emma por el otro lado demoró más. Fue al baño y tras unos minutos salió ya con su bikini listo, me pidió a mí que le pusiera protector y le sonreí.

-¿Te encuentras bien, Em? Me encanta ese bikini.-dije. Ella me sonrió y asintió. Nunca había hablado mucho, me recordaba un poco a mí cuando era pequeña. Me pregunté cómo hubiera sido crecer con Kentin, miré a Noah y me imagine que sería algo así. Sin embargo Noah parecía tener el carácter de Rosa, completamente alegre, emocional, romanticón y dramático. Em... Era un completo misterio, de hecho parecía más la hija de Lys que de Ken. Si no fuera porque Rosa y Lys nunca se habían llevado especialmente bien, juraría que aquí había algo extraño.

-¿Quieres llevar la pelota de vóley? Tu papá me dijo que eres increíble jugando a los deportes, y necesito una rival digna, Castiel es malísimo.-dije.

-¡Te escuché, niña!-dijo Castiel. Sonreí. Emma apenas me miró.

-S-Sí, está bien.-dijo ella. Terminé de pasarle protector solar y me dirigí al baño a ponerme un bikini, esta vez era un poco más revelador que el anterior. Seguramente Castiel se muriera de un ataque de celos, pero debía entender que yo era más capaz de defenderme que todos nosotros juntos, además, mi mal carácter y mis miradas hablaban por si solas. Me puse un pareo tapándome y nos encaminamos a la playa junto a los niños y a nuestras mascotas. Yo llevaba a Demonio y a Emma de la mano, Castiel llevaba a Zeus y a Noah de la mano. Al cruzar la calle me resultó muy tierno verlo tan emocionado, se merecía una familia un poco más grande que dos perros y una novia. Suspiré.

-¿Tía? ¿Estás bien?-preguntó Emma. La miré, y asentí con una sonrisa.

-Sí, sí. Estoy pensando que podríamos hacer equipo, chicas contra chicos.-dije. Ella sonrió y pareció gustarle la idea. Apenas llegamos a la playa intentamos buscar un lugar tranquilo, apto para mascotas, afortunadamente al ser un lunes a las 4 de la tarde, no había demasiadas personas. Dejamos las cosas en el suelo mientras vimos como los dos chicos se metían directamente en el agua, Noah repleto de flotadores. No pasaron ni dos segundos cuando los perros también se metieron, sonreí mientras los veía haciendo carreras.

-¿Vamos al agua?-pregunté.

-No, no me gusta. Una vez casi me ahogo y le tomé miedo.-dijo ella. Suspiré, Kentin, eres peor que yo. Nos sentamos ambas en el pareo mientras veíamos como todos se divertían.

-¿Quieres que te cuente un secreto? Yo le tengo fobia a las tormentas y a las alturas, de verdad, me dan muchísimo miedo. ¿Sabes cómo intento superar ese miedo? Con Castiel. Tu tío me ha sacado de un montón de situaciones feas, y si bien sola me dan mucho miedo, cuando estoy con él me olvido de todo. ¿Quieres intentar ir con nosotros? Te prometo que te mantengo a flote. Además, Zeus es muy buen nadador y si te cansas él deja que te apoyes encima de él. ¿Lo intentas conmigo?-dije. Ella suspiró.

-Bueno... pero si me da miedo salimos. ¿Prometido?-preguntó ella. Asentí. Nos encaminamos hacia el agua y la tomé de la mano. Afortunadamente hoy no había demasiadas olas, en esta playa solía venir a hacer surf. Emma me tomó de la mano fuertemente, llamé a Zeus y él de inmediato se quedó junto a ella. Castiel me sonrió, lleno de amor. Tras unas pequeñas olas, Emma tomó confianza y en segundos se estaba tirando agua con su hermano, tirándoles la pelota a los perros y jugando entre ellos. Sentí como alguien me ponía una mano en el hombro, era Castiel quien sonreía con amor.

-Mirate, lograste que superara sus miedos en minutos. ¿Cómo puedes decir que serias mala madre?-dijo Castiel. Le sonreí y le di un beso en la mejilla.

-¿Así se siente tener una familia?-pregunté. Castiel asintió.-Algún día la tendremos, te lo prometo, cielo. ¿Puedes pasarme bronceador en la espalda? Estoy más blanca que un papel y quiero broncearme.-dije. Él asintió.

-¡Niños! Vengan a la orilla un segundo.-dijo Castiel. Ellos obedecieron y nos dirigimos a la arena, donde me puse boca abajo en el pareo mientras Castiel me pasaba bronceador en la espalda. Le sonreí, pero noté que había un chico mirándonos, esta vez no me miraba a mí, sino que a mi novio. No solo lo miraba, sino que lo observaba, lo estudio con la mirada, le miró cada parte de su cuerpo. Me incorporé y lo besé fuertemente mientras veía que el chico ahora miraba molesto hacia otro lado. Castiel se rió pero apenas vio que se trataba de un ataque extraño de celos, se sorprendió.

-Vaya, ¿eres Alaska Blue? ¿Tú eres mi novia, la incelable?-dijo Castiel.

-Callate, no soy celosa. No me gusta que te miren de esa forma. Vamos a divertirnos.-dije. Volvimos a meternos en el agua, donde allí hicimos equipos de lucha, Emma y Castiel, contra Noah y yo. Los niños se subieron encima de nosotros y el primero en caerse al agua, perdía. Obviamente Noah y yo perdimos, éramos un desastre. Pasamos a varios juegos, una vez que nos aburrimos de ese, jugamos a saltar las pequeñas olas, a lanzarles pelotas a los perros y hasta a guerra de agua, en donde Castiel terminó con un alga en la cabeza. Todo se veía feliz, todo se sentía correcto. Cada tanto podía ver como mi novio me sonreía con cara de "esto es lo que quiero." Me sentía mal por negárselo es solo que... Ah, demonios. Esta noche daríamos un gran paso, él no lo sabía.

-¡Alask, cuidado!-chilló Castiel. No me di cuenta que él lanzó la pelota a Zeus y sin querer se le fue hacia la arena, pero antes de pasar por la arena, se dirigía directo a mi cara. Afortunadamente llegué a esquivarla. Salí corriendo del mar en búsqueda de la pelota, antes de que terminara en el rostro de alguien, o aun peor, Zeus le saltara a alguna persona con tal de conseguir la bola. El balón se quedó a unos escasos metros del mismo pelirrojo que había visto a mi novio hacía un tiempo. Suspiré. Zeus ya se dirigía hacia él, noté que estaba junto a un pequeñín pelirrojo, supuse que serían hermanos.

-¡Zeus! ¡Ven aquí!-chillé. El perro se detuvo, no era malo, pero era demasiado bruto y no se daba cuenta de su tamaño, seguramente atropellaría a los pelirrojos para conseguir su bola. Tomé la pelota y al agacharme noté como el pelirrojo adulto me miraba descaradamente mis senos.

-¿Alaska? ¿Cantante de Demons? ¿Puedo sacarme una foto contigo?-dijo él. Suspire, algo molesta.

-Siempre y cuando no mires a mi novio o a mis senos, seguro.-dije. Lancé la pelota hacia donde estaba Castiel con los niños, así al menos me libraría de mi perro. Él pelirrojo sonrió y sacó su celular, donde le pidió a su hermano o hijo que le tomara una fotografía junto a mí, aunque no pareció comprender el término "junto". Me rodeó con una mano por la cintura, de inmediato me alejé de él con mala cara, y en segundos tuve a Castiel corriendo hacia mí.

-¡Eh, quita la manito de allí!-dijo Castiel.

-Bien, lo siento. Solo quería una fotografía. Vayan a jugar con sus hijos.-dijo el pelirrojo. Lo miré con mala cara. Tomé a los niños de la mano y me alejé de él mientras iba hablando con Castiel.

-Que alzado de mierd... De porquería. Vámonos a casa, ya es tarde de todas formas. Lamento que hayan tendió que ver eso.-dijo Castiel.

-Siempre le sucede lo mismo a la tía, ¿por qué siempre a ella? siempre que salimos los cuatro juntos hay chicos y chicas que le chiflan, le sacan fotos y le hacen cosas asquerosas.-dijo Noah.

Castiel suspiró mientras les ponía las correas a los perros y me daba a Demonio para que yo lo llevara, a su vez tomé de la mano a Noah. Castiel llevó a Zeus, a Emma y a los juguetes que habíamos traído. Se lo veía repentinamente molesto, muy celoso. Apenas llegamos a la casa, les pedí a los chicos que se fueran duchando para irnos limpios a la acampada, nos obedecieron de inmediato. En cuando corroboramos que nos quedamos relativamente solos, me acerqué a Castiel, él estaba ordenando algo de comida en una vianda para tener provisiones en el viaje. Me acerqué a él y me ignoró completamente.

-¿Cielo?-pregunté. Ni siquiera me miró.-Lo siento, no sé por qué me disculpo pero lo siento. No es algo que pueda controlar.

-¿Cuándo vas a aprender que la gente es una mierda, Alaska? ¿No te alcanzó con lo que pasó con Dakota? ¿Tienes que perder la vida por culpa de un alzado de mierda? ¿Puedes cuidarte un poco más? Sé que si fuera por ti, le darías un puñetazo, pero las cosas no son así cuando eres una figura pública. Cuidate, Alaska. Solo te pido eso. Sabes que me molesta muchísimo que muestres tu cuerpo, pero me lo aguanto, todo. Solo pido que te cuides.-dijo Castiel.

-Cassy, ese chico te estaba mirando a ti. Me... me puse celosa cuando no te sacaba los ojos de encima. No sé qué mierda pasó, pero te miraba a ti.-dije. Él se detuvo, como si el enojo se hubiera dispersado.

-Lo sé, pero no me importa. Sé que no me va a hacer nada. Solo cuidate, ¿sí? Lo que sentiste cuando ese infeliz me miró, lo siento yo todo el tiempo. De hecho, algunas veces siento que tienes un asco de novio, porque siempre te miran a ti.-dijo Castiel. Bajó la mirada y no pude evitar reírme fuertemente, él se sorprendió ligeramente.

-¿Es en serio? Castiel, las chicas y los chicos se mueren por ti, de hecho las redes sociales te definen como el rostro de Demons, lo cual no es muy normal porque suele ser el vocalista el rostro de la banda. Si buscas en google "Demons" automáticamente sale tu nombre, ¡debes estar bromeando! Eres hermoso, tanto física como emocionalmente. Te lo juro.-dije. Le acaricié la mejilla y le di un beso suave. Él soltó una pequeña sonrisa.- Mirate, quien diría que un chico tan rudo y malo estaría tan enamorado. Te amo, tontín.

-Y yo a ti, pero no cambies de tema, cuidate, ¿bien?-dijo Castiel. Suspiré y asentí. Con los años había aprendido que Castiel era una de las personas más tercas que jamás había conocido. Lo ayudé a guardar algunas cosas, ya solo faltaba bañarnos él y yo e irnos. Aun no sabía si decirle lo que tenía planeado o si guardarlo para otra época del año, otro momento o en nuestro aniversario. No me había percatado que me encontraba sumamente nerviosa y ni siquiera estábamos en ese lugar. Tragué saliva nerviosa, esto iba a ser un cambio drástico, normalmente era una persona muy confiada pero ahora... se sentía extraño. Suspiré, debía dejar de pensar en eso. Abrí la heladera y me agaché en búsqueda de los malvaviscos, pero al hacerlo, sentí como alguien me daba una palmada en mi trasero. Me reí y me volteé con mi mejor rostro de "quiero sexo ya" que pude. Castiel me sonrió y elevó las manos como si alguien le apuntara con una pistola, intentando hacerse el que no había sido el culpable de que mi cola seguramente en este momento estuviera quedando tan colorada como su cabello.

-Te estuve hablando, te metiste tanto en tus pensamientos que me pareció lo más lógico. Siempre respondes a todo lo relacionado al sexo. Algunas veces me pregunto si no me amas solo por... Bueno, ya sabes.-dijo Castiel.

-¿Por tu pene? No, amo todo el conjunto "Castiel."-dije. Él se sonrojó y me hizo un gesto en dirección al baño de la sala.-No entiendo ¿quieres hacerlo en el baño?

-¡No, niña! Están los niños bañándose, no podemos decir esas palabras. Y ni pensar de hacerlo.-dijo Castiel. Él soltó una risa, pero a mí no me importó. Le sonreí y me acerqué a él, de puntillas de pie intenté llegar a su cuello, pero él me tomó fuertemente de la cintura, sentándome en la mesada. Ahora sí, llegaba perfectamente a su cuello. Allí lo rodeé por el cuello con mis brazos mientras mi boca se ensañaba por besarlo fuertemente en esa zona. Sabía que ambos teníamos una debilidad por el cuello del otro, y era donde ataqué para conseguir algo de afecto. Las manos de Castiel se dirigieron hacia mi trasero, donde me lo apretó suavemente.

-Niña, no. En serio, no podemos. Otro día, ¿sí? Te lo prometo.-dijo Castiel.

-Y una mierda, me debes una noche fogosa de hoy de mañana, ahora me prometes otra. Se supone que hoy de noche íbamos a hacerlo y no podremos, por favor cielo. Lo necesito.-dije. Él se rió y sentí como sus mejillas se enrojecían.

-Mira, te propongo un trato, no lo hacemos hoy y a su vez te duplico todo: te debo 6 noches de amor. ¿Trato?-dijo Castiel. Sonreí y lo besé miles de veces en los labios, ¡eso sí que era un trato! No tuve que decirle mucho más a Castiel para que él supiera que eso era más que un sí. Pero una puerta abriéndose nos distrajo, era Emma. Apenas nos vio así se sonrojó y nosotros nos soltamos enseguida.

-Vaya, que rapidez. Ojalá tu tío fuera tan rápido como tú, ¿quieres bañarte tu primero?-dije. Castiel asintió y me guiñó un ojo. Noah aún seguía en el baño de invitados y Castiel se dirigía al baño de la sala. Era común en las viviendas de Estados Unidos que tuvieran dos o más baños, normalmente tenían el mismo número de habitaciones que había. Me senté junto a Emma y le guiñé un ojo.

-¿Se sintió bien nadar?-pregunté.

-Sí, gracias. Hacía mucho tiempo que no me divertía tanto. ¿Conoces al chico que causó esos celos a Castiel?-preguntó Emma. Negué con la cabeza.

-No, y realmente no me gustaría conocerlo. Pese a que Castiel es muy celoso, no me gusta nada que se ponga en ese estado y honestamente, nunca me había puesto celosa con Cassy. ¿Por qué te encontrabas tan decaída con tus papás? Sabes que puedes contarme lo que quieras. ¿Tu papá te regañó? Lo conozco, sé que puede ser un poco pesado, pero es un dulce.-dije. Ella sonrió y negó con la cabeza, iba a hablar pero Noah salió del baño, por lo que rápidamente tuve que ir yo a bañarme si es que queríamos llegar con algo de luz. Me encerré en el baño mientras pensaba, simplemente eso. Llevé mi mano al bolsillo de mi campera, donde había escondido el anillo, seguía allí. Genial. Abrí la caja que lo contenía y lo miré, posteriormente me observé al espejo, ¿debía practicar cómo pedirle casamiento a mi novio? ¿Debía ser algo espontaneo? Lys me había dicho que él lo había ensayado hasta la muerte porque Violeta merecía algo perfecto, Ken me había dicho que no me preocupara, pero que tampoco dijera alguna estupidez, y conociéndome seguramente lo haría. Nebraska apenas demostró emoción y Alex me dijo que fuera autentica, que Castiel siempre había valorado eso de mí. No sabía qué demonios hacer. Tampoco sabía cuándo decírselo. Mi novio quería pescar con los niños, tal vez mientras aprontábamos la carnada podría decírselo, pero en verdad no era nada romántico. Suspiré. Se supone que a las 12 de esa noche habría una lluvia de estrellas, por eso mi insistencia de decírselo hoy, sabía que Castiel amaba el firmamento y eso seguramente sería algo que amaría por siempre, pero los niños a esa hora estarían despiertos. Suspiré, comencé a desvestirme. No me sentiría cómoda al proponerle matrimonio a mi pareja enfrente de mis sobrinos, además conocía a Castiel y seguramente ambos lloraríamos como condenados, y no sería la misma magia con ellos. Volví a mirar el anillo, tenía bordado nuestra fecha de aniversario, para que no la olvidara. Además, había grabado mi voz en el anillo de forma que las líneas generaban un "te amo." Era algo cursi, sí, pero nosotros no éramos precisamente dos personas poco románticas. Cassy con el tiempo se había hecho mucho más romántico de lo que alguna vez me esperaría, y yo... Seguía siendo la de siempre.

Mi rostro en el espejo me distrajo, me miré completamente desnuda, había ganado muchísimo peso, no me encontraba con sobrepeso, pero tampoco tenía muchos kilos de menos, como hacía 10 años atrás. Mi cuerpo había dejado de ser escuálido a tener forma, mis piernas y trasero estaban muy formadas ya que solía entrenar con Ken, Nebrask, una amiga de ella llamada Priya y la novia de ésta. Pero debía dejar de pensar en eso, debía bañarme, aunque apostaba lo que fuere a que cuando saliera, Castiel aun seguiría metido en la ducha. Abrí el pase del agua y me metí bajo esta, completamente helada. No entendía como podía demorar tanto Castiel en el baño, antes de tener el cabello largo, creía que era porque tenía el pelo largo, pero no era por eso. No entendía. Suspiré, dejé que el agua me sacara todos los nervios que tenía encima, mi largo cabello se hizo aún más largo por encontrarse mojado. Amaba bañarme con agua gélida, amaba el verano, adoraba donde vivíamos, si tan solo hubiera sabido que mi vida comenzaría el día que me mudé con mi difunta madre a Florida, me hubiera mudado mucho antes. No importaba, con algo de suerte, esta noche me transformaría en la esposa de Castiel y todo seguiría su curso.

Tras unos minutos de una corta ducha, cerré el pase de agua y comencé a secarme. Miré mi piel, tenía un tatuaje en la pierna con una calavera, nunca me había llevado muy bien con mi madre, pero ella había dado su vida para salvar la mía, así que decidí tatuarme algo; ese fue el resultado. En mi brazo tenía un tatuaje simbólico con la música, ese tatuaje nos lo habíamos hecho Castiel, Lys y yo, Lys y yo nos lo hicimos para cubrir una cicatriz que nos había dejado la lucha contra Felipe, Dakota y Debrah. Castiel se hizo ese tatuaje porque creía que la música era lo que nos había unido como pareja a él y a mí. Solté aire, algo nerviosa. Sabía que pensar en tatuajes era una estrategia de mi mente para no recordarme que estaba sumamente nerviosa por decirle a Castiel... Demonios, basta Alaska, concentrate.

Me sequé rápidamente, me vestí y peiné mi cabello. Aun con el pelo mojado, salí del baño, debía apresurarme. Escondí el anillo en mi ropa y rogué que Castiel siguiera en la ducha, en efecto: lo hacía. Solté un suspiro aliviada.

-¿Están listos?-pregunté. Los niños me asintieron.-Genial, ¿me ayudan a bajar algunas cositas al automóvil? Noah, ¿puedes llevar la caña de pescar de tu tío? Y tu Em, ¿puedes llevar la bolsa con las correas y juguetes de los perros?

-Yo puedo con algo más pesado, llevo la guitarra del tío.-dijo noah. Emma y yo cruzamos mirada de "si Castiel te ve con eso, te mata." Tomé la guitarra e hice un gesto como que pesaba mucho.

-Descuida, esto es muy pesado, lo llevo yo. Vamos abajo mientras esperamos a Castiel, ¿sí?-dije. Honestamente no sé cuánto tiempo pasamos, pero supuse que una media hora. Ellos me habían ayudado a llevar todo, solo faltaba que Castiel moviera su trasero al auto y trajera a las mascotas, aunque prácticamente eran nuestra familia esos dos canes.

-¿El tío demora mucho? Ya quiero llegar, armar las carpas, la fogata, ¡pescar! ¡Quiero pescar! Nunca pesqué.-dijo noah. Le sonreí y le removí el cabello con ternura.

-Esperen en el lobby del edificio, ya vengo, voy a buscar a Cassy.-dije. Noté que había un recepcionista y un guardia de seguridad, por lo que no habría problema de dejarlos solos unos segundos. Yo entraría al baño y traería a Castiel aunque tuviera que arrastrarlo de su entrepierna. ¡Siempre demoraba! Ingresé a la casa y noté a mi novio guardándose algo rápidamente en el bolsillo, pero me sonrió algo nervioso en el momento que me vio.

-Hola, preciosa. ¡Ya estoy listo!-dijo Castiel.

-¡¿Ya?! Querrás decir recién, vámonos, no conozco nadie que demore tanto en el baño como tú. ¿Qué haces ahí metido? ¿Contemplas el infinito y más allá? ¿Te masturbas? Seguramente sea lo segundo, ya que a mí no me quieres dar amor.-dije. Él se rió y me abrazó de la espalda, dándome un beso en el cuello.

-Histérica mía, te amo.-dijo Castiel. Le sonreí, le hice un gesto a él y a los perros para que bajaran. Los tres obedecieron y en segundos nos encontramos en el lobby donde saludamos a los empleados y nos dirigimos al auto. Los niños se subieron atrás y Castiel le puso el cinturón de seguridad mientras yo subía a los perros en la parte de la valija, obviamente no iban encerrados allí, sino que iban prácticamente que aupa con mis sobrinos. Demonio se durmió enseguida y Zeus tuvo que recibir un par de órdenes de "estate quieto" para que se calmara, se conformó con acostarse junto a Dem y masticarle la cola, tenían miles de juguetes pero aparentemente era más divertida la cola del beaucerón. Castiel se sentó junto a mí y tomó su guitarra, yo me senté en el asiento del conductor y una vez que todos estuvimos listos, con nuestros cinturones de seguridad, arrancamos. Miré por el retrovisor, Emma miraba por la ventana, no sabía si estaba aburrida o si simplemente era así, pero cada día me recordaba mucho más a mí. Noah sin embargo iba jugando con Castiel a cuantos automóviles rojos y negros podían contar.

-Em, ¿quieres jugar a algún juego?-pregunté. Ella me miró y negó silenciosamente con la cabeza.

-¡Yo conozco uno! Mamá siempre me dice que me pongo insoportable en los viajes y ese juego nos entretiene a todos. Consiste en decir una palabra y otra persona debe empezar una palabra con la última silaba o las dos últimas letras. Emma, demuestrales como es. Yo empiezo, perro.

-Rompes. Alaska, sigues tú, debes empezar una palabra con "Es"-dijo Emma.

-Estaca, sigues tú, Castiel.-dije.

-¿Es con "ca"? ¡Ya sé! Cac...-dijo Castiel. Le di un golpe en el brazo, sabía perfectamente la estupidez que iba a decir, pero se rió y cambió la palabra.-Casamiento.

Por un segundo cruzamos miradas y él me sonrió, yo tragué saliva muy nerviosa, ¿acaso se habría dado cuenta? Por favor que no lo hiciera. Escuché como Noah seguía el juego, pero yo no podía para de pensar en ello. Seguimos jugando hasta que los chicos finalmente se durmieron, estaban cansados de la playa y eso. Castiel tomó su guitarra y comenzó a tocarla suavemente, era una melodía preciosa.

-¿Estás bien? Te pusiste extraña desde que comenzamos a jugar.-dijo Castiel. Le sonreí rápidamente.

-No, no, estoy bien, cielo.-dije. Lo miré y enfaticé mi sonrisa.-Tocas hermoso.

-Gracias, niña. Pero no cambies de tema, ¿fue porque dije "casamiento"? Es solo un juego, Alask. Sé que es una estupidez, que es un papel de mierda que dice esposo o esposa de tal persona, pero para mí es importante. Algún día nos gustaría vernos casados, o verte un anillo en la mano, verme a mí un anillo en la mano. ¿Te confieso algo?-preguntó Castiel. Lo miré y rápidamente volví a enfocar mi vista en la desierta ruta llena de árboles y naturaleza.

-Dime.-dije. El suspiró.

-No te rías, te conozco y sé que lo harás. El otro día le robé por unos segundos el anillo de compromiso a Lys y me lo puse, solo para ver qué tal. Le pedí a Lys que se pusiera el de Violeta y así pretendía que su mano era la tuya. En el momento que entrelacé mis dedos con los suyos, él se tentó, terminó llorando de risa y casi se orina encima cuando se dio cuenta que no me salía su anillo y entré en pánico.-dijo Castiel. No pude ni siquiera aguantarme la risa, solté una carcajada enorme que no sé cómo no despertó a mis sobrinos, porque hice que hasta Zeus comenzara a ladrar como un demente. Miré a Castiel, se lo veía sonriente y feliz, pero no podía ni siquiera cruzar la mirada con él porque volvía a reírme. Él me puso una mano en la pierna y me acarició.

-Y eso no es lo peor, lo peor es que tomé la mano de Lys y pretendí que era la tuya. Desde ese entonces Lys me tiene agendado como "el necesitado." Y... aún tengo la marca de su anillo.-dijo Castiel. Me mostró su mano y en efecto tenía una marca enorme, no podía parar de reírme. Él me acarició suavemente la mejilla y se rió conmigo.

-Pronto podrás hacer esas estupideces conmigo, sé que no cambia nada, pero es extraño. Te prometo que de aquí a un año estaremos casados, solo un año más. ¿Sí? Te mereces el cielo, Cassy.-dijo Castiel. Se sonrojó y me sonrió, era un ángel, había aceptado todo lo que le había pedido. Sin duda tenía el mejor novio del universo.

-¿Crees que me merezco el cielo? Pues yo creo que ambos nos iremos al infierno, hemos jugado tanto a la ouija que seguramente el diablo en persona nos reciba como nuestro fan número 1.-dijo Castiel. Nuevamente volví a reírme.

-En el infierno o donde sea, pero contigo, dulzura.-dije. Ahora Castiel se sonrojó como nunca, me tomó de las mejillas y me estampó un beso en una de ellas. Le sonreí, no podía moverme demasiado porque venía manejando y debía enfocarme en el tránsito, aunque repito: no había nadie. En todo el viaje solo pasó un coche del cual juraría que en el asiento trasero estaba el chico de rulos y el pelirrojo de la playa, pero eso ya era mi mente distorsionada de tanto manejar. Le pedí hacer cambio a Castiel y en el momento que nos detuvimos, corroboramos que los niños estaban dormidos y estuvimos unos minutos besándonos suavemente. Él no sabía que sería su esposa en unas horas, sabía que estaba mal hacerle creer que no me quería casar nunca, y en verdad tampoco era una mentira, pero él se lo merecía. También aprovechamos que estábamos en el medio del campo y bajamos a los perros para que hicieran sus necesidades, me recosté en el capó de nuestra camioneta negra y observé como los perros corrían detrás de unas mariposas. Castiel me pasó su brazo por los hombros y me atrajo hacia él, dándome un beso en el cabello.

-¿Sabes? Esto se siente como una familia, pese a que tú siempre fuiste y serás mi familia.-dije. Él se sonrojó y soltó una risa, algo nervioso.

¿Quién eres y qué hiciste con la ruda de mi novia?-dijo Castiel. Sonreí y le levanté el dedo del medio de la mano, de inmediato Castiel se rió, ahí tienes tu novia ruda. Tras unos minutos de arrumacos y de tonterías, volvimos a subirnos todos al vehículo y seguimos con el camino. Esta vez fue mi turno de tocar la guitarra mientras cantaba algunos temas que teníamos con la banda, Castiel no quería cantar porque le daba vergüenza que los niños se despertaran y lo escucharan, pero a mí no me importaba; cantaba igual. Y tras una hora de música y ocasionales mimos en la pierna, finalmente llegamos a donde tenía planeado quedarnos. Cassy bajó la velocidad e ingresó por un camino de tierra, leí en un cartel de madera unas indicaciones que nos decía como llegar al lago en donde pensaba acampar. Fui despertando a los chicos, los cuales muy somnolientos se alegraron de inmediato que estuviéramos llegando. Miraron hacia fuera del auto, solo veían un extenso y oscuro follaje de los árboles, algún que otro animal como búhos, ardillas, pájaros que no tenía ni idea que existían y mariposas. Le sonreí a Castiel, el cual ya estaba completamente perdido, comencé a darle indicaciones hasta que nos encontramos con un enorme lago, en el fondo se veían unas verdes montañas, inmensas. Pudimos ver algunos ciervos tomando agua del lago, algunos patos nadaban calmos en la mitad de este.

-¡Wow! ¡Mira eso!-dijo Noah.

-¡Mira, un bambie! Un ciervito con la mamá. ¿No hay osos por aquí?-preguntó Emma.

-El único oso que hay aquí es Castiel, van a ver como ronca.-dije. Les sonreí a los emocionados niños, inclusive había logrado que Emma sonriera.

-¡Callate! Es solo una mentira para encubrir como ella ronca, y lo peor: ¡se tira pedos!-dijo Castiel. Le di un golpe en la pierna mientras los niños se reían y el niño grande pelirrojo también.

-No crean lo que dice. ¿Cassy? Estaciona por ahí, cerca del lago.-dije. Tras unas vueltas, Castiel finalmente logró estacionar el auto a la sombra, salimos y los primeros en salir como estampida fueron los perros, Zeus corrió directamente al agua a perseguir algunos pájaros y Demonio se lanzó al suelo, feliz de ver pasto. Emma comenzó a mirar la naturaleza, la fauna y en especial la flora, Noah estaba más enfocado en observar los animales que se acercaban a tomar agua o a refrescarse, de paso se reía de como Zeus le ladraba a unos pájaros. Yo comencé a bajar únicamente lo indispensable, para comenzar: la leña, las carpas y las cañas de pescar. Castiel estaba buscando un lugar cómodo para armar las dos carpas, comenzó a buscar rocas para hacer la base de la fogata y tenerla controlada. Se supone que era un lugar turístico, donde cada cual podía venir gratis y pasar el tiempo que quisiera, pero ya nadie venía a estos lugares. La mayoría de personas pasaban encerradas en la casa, en shoppings o con los celulares, era lindo salir de vez en cuando. Además, no quería sonar creída, pero Castiel y yo éramos figuras públicas y seguramente no sería buena idea pasar el día de los enamorados en un centro comercial porque llamaríamos la atención.

-¿Alask? ¿Me ayudas con la fogata? Yo voy a ir preparando la carnada y eso.-dijo Castiel. Asentí, comencé a iniciar la fogata y en unos minutos el fuego estuvo listo. Saqué las carpas y empecé a armar la estructura, Noah y Emma me ayudaron mientras veía a Castiel luchando con las cañas de pescar. No pude evitar reírme.

-¿Por qué no ayudas al tío? Nosotros podemos hacer esto, ya está casi todo listo.-dijo Emma. Le sonreí.

-Gracias, Em. Tengan cuidado con el fuego, confío en ustedes.-dije. Caminé hacia Castiel y descubrí que había una especie de muelle endeble en donde él intentaba hacer... realmente no sabía qué con las cañas.- ¿Necesitas ayuda?

-¡Me cago en todo con estas mierdas! Ten. No puedo.-dijo Castiel. Me reí cuando vi su expresión facial, parecía un niño chico. Lo abracé por detrás y le demostré cómo hacerlo, me sorprendió que no pudiera porque no era la primera vez que pescábamos. En el momento que le indiqué, él lanzó la carnada al agua y cayó bastante lejos. Mientras seguía el hilo, note que había un automóvil del otro lado del lago. Parecía el auto en el que me había parecido ver al adolescente y al niño de la playa.

-¿Notaste que tenemos compañía?-pregunté. Señalé al auto con la mirada, pero Castiel me sonrió.

-Noté que no paras de abrazarme. ¿Tanto me amas, niña?-preguntó Castiel. Sonreí y le di un suave golpe en la panza.

-¡En serio, idiota! ¿No será el adolescente de la playa? No quiero que te vuelva a mirar ese hijo de puta.-dije. Él me abrazó y me dio un beso en la frente.

-Pequeña, las chances son una en un millón, calmate. Es común que venga gente a acampar aquí. Ven, sientate conmigo en el muelle. ¡Noah! ¡Emma! ¡Vengan! No sean aburridos.-dijo Castiel. Me senté mientras lo miraba, me saqué mis zapatos y vi como mis pies colgaban, debajo de mí vi mi reflejo y el de mi novio. Recosté mi cabeza en su hombro y él volvió a rodearme con sus brazos, acto que yo imité. Noah y Emma se nos sumaron, ellos imitaron lo que yo hice, Castiel intentó también descalzarse pero si dejaba sus piernas colgando, seguramente tocaría el agua. Demonio vino con nosotros y se echó junto a mí. Nos quedamos simplemente observando el atardecer, el sol caía lentamente detrás de las montañas. Mi novio sabía que estaban terminantemente prohibidos los celulares, pero nos indicó que nos acercáramos para una foto. Noah lo abrazó de espalda, Emma se sentó junto a mí y yo los abracé como pude, inclusive Zeus salió del agua y se sumó a la foto.

-¿Quieren jugar a la búsqueda del tesoro?-preguntó noah.

-No puedo en este momento, debo cuidar la carnada. En otro momento jugamos.-dijo Castiel.

-Yo juego.-dijo Emma.

-¡No se alejen demasiado! Está anocheciendo y no se ve un corno.-grité. Los niños me hicieron entender que habían escuchado lo que dije, al voltearme descubrí que el fuego se estaba apagando, por lo que me incorporé y me acerqué a este. Le puse un poco más de leña y descubrí que aún tenía el anillo en mi bolsillo, tenía miedo que se me cayera en el agua, así que decidí que lo mejor sería esconderlo en una de mis blusas de dentro de nuestra carpa. Apenas lo hice, me acerqué por la espalda a Castiel y le tapé los ojos. Le susurré suavemente al oído.

-¿Adivina quién soy?-dije. Le di un beso en la mejilla.

-Oh no lo sé, ¿tal vez la chica más hermosa del mundo? ¿O tal vez mi novia? ¿O tal vez el amor de mi vida? Oh espera, tú eres todo eso y más. Ven aquí, niña.-dijo Castiel. Me tomó de la mano y me hizo un gesto para que me sentara con él. Me reí y no pude evitar sonrojarme, demonios, cuanto lo amaba. Miré a los niños buscando algunas cosas, en verdad era solo Emma, Noah había escondido algo y Emma debía buscarlo con pistas falsas o reales que Noah les diera. Sentí como las manos de Castiel me rodeaban por la cintura y me besaba el cuello con delicadeza. Sonreí y sentí como mi piel se erizaba poco a poco, pero lamentablemente ese sentimiento se me fue cuando vi otra fogata: enfrente a nosotros habían otras personas acampando.

-¿Cielo? No tengo una buena vibra con esas personas.-dije. Castiel sonrió.

-Niña, es normal que vengan a pescar y acampar. Tranquila, de todas formas, tienes a tu hombre completamente rudo que te defenderá de todo.-dijo Castiel. Me reí y lo tomé de los cachetes mientras le daba suaves besos.

-¿Dónde está ese chico rudo? Porque la ruda aquí soy yo, ¿Quién es la que se levanta a cualquier hora porque tú le tienes miedo a las cucarachas? Tu novia. Te amo, idiota. Voy a poner más leña y a poner algunos malvaviscos para que se comiencen a asar. Espero que empieces a pescar algo, de otra forma comeremos pasto.-dije. Comencé a poner los dulces y noté que Noah estaba jugando con un niño, era el mismo de la playa, el pelirrojo de rizos. Emma ahora estaba junto al fuego leyendo un libro, me sorprendió un poco ese cambio de actitud, por lo que no pude evitar acercarme a los niños.

-¡Noah! ¿Quién es tu amigo? Hola, soy Alaska, la tía de Noah y Emma.-dije.

-Lo sé, él es Castiel. Mi hermano está obsesionado con su música. Además Noah dijo en la escuela que es sobrino de los de Demons y nadie les creyó, hasta ahora.-dijo el niño.

-Se llama Ryan. Va a la escuela conmigo y Em.-dijo noah. Suspiré y le sonreí.

-Un gusto, ¿el que está allí es tu hermano? ¿Ustedes están acampando?-pregunté. El niño asintió.- ¿Te gustaría quedarte a comer con nosotros? Tal vez cenemos pescado, tal vez otra cosa.

-Si no es molestia.-dijo el niño.

-¡Sí! ¡Emma! Ryan se queda a cenar con nosotros.-dijo noah. Ella se incorporó y salió casi que corriendo, se sentó junto a Castiel y se quedó allí con él.

-¿Por qué no invitan a Emma? Seguro se hacen amigos.-dije.

-No sé, me vio y dijo que se había aburrido. ¿Noah? ¿Vamos en búsqueda de ese tesoro que conseguí?-dijo Ryan. Mi sobrino asintió y se fue completamente feliz en búsqueda del "tesoro." Sonreí y me acerqué a Castiel y a Emma, quienes observaban el lago y el atardecer casi anochecer. Me senté junto a ella y le pasé un brazo por el hombro, ella se recostó contra mí y suspiró.

-¿Te sucede algo, Em? Apenas hablaste durante el camino.-preguntó Castiel.

-¿Si les cuento, prometen no decirle nada a mis padres?-preguntó Emma. Castiel y yo cruzamos una mirada, algo preocupados, le acaricié el pelo y asentí.

-Por supuesto, preciosa, puedes contarnos lo que quieras. ¿Qué sucede?-pregunté.

-¿Recuerdas que te pregunté si conocías a los chicos que vimos en la playa? Yo sí, y no quise decirte nada porque vi cómo te pusiste con el tío Castiel. El chico con el que Noah está jugando es hermano de un adolescente que creo que gusta de tu novio, porque tiene todo de él, álbumes, canciones, inclusive tiene tatuado una "c" que Ryan dice que es de "Castiel." Y en verdad no quise decir nada porque no creía que fuéramos a encontrárnoslo aquí, pero... Ryan me gusta. Si papá supiera que me gusta un compañero, seguro lo aleje porque ya saben cómo es con los celos. ¡Por favor no le digan nada!-dijo Emma. Se la veía muy nerviosa y dudosa de si contarnos o no, pero una vez que dijo todo, ya supo que no había vuelta atrás, Castiel y yo cruzamos una mirada algo nerviosos. Mi novio ya iba a hablar en tono preocupado pero afortunadamente un pescado lo distrajo, tuvo que sacarlo y aproveché para hablar.

-Descuida, Em, no diremos nada. Es normal que te guste algún chico a esa edad, a mí nunca me pasó, pero supongo que a más de una persona le pasó. ¿Puedes hablarnos un poco más del hermano de Ryan?-dije. Castiel volvió a poner carnada en el anzuelo y lo lanzó lejos.

-Gracias por entender, Alask. ¿Por qué quieren saber sobre Ethan? El hermano de Ry se llama Ethan.-preguntó Emma.

-Porque es un poco... extraño que esté tan obsesionado conmigo, Em. No es lindo estar completamente solos con un chico que tiene una obsesión conmigo, ¿comprendes? ¿Crees que pueda dañarte o algo? Alask, ¿no crees que es mejor irnos?-preguntó Castiel.

-No sé, Cassy. Me parece que es exagerar, ¿si lo invitamos a cenar también? Quiero hablar con él, quiero asegurarme que... no le hará nada a nadie.-dije.

-Parece ser un buen chico, siempre va a buscar a tiempo a Ryan, siempre saluda a Noah y a mí, no creo que sea malo. Por favor, no le digan nada, no creo que Ry piense que soy mala nena.-dijo Emma.

-Preciosa, ¿puedes dejarnos solos? Son unos minutos.-dijo Castiel. Ella asintió y se fue junto al fuego.- ¿qué hacemos? ¿Y si yo voy a hablar con él? Tú te quedas con los niños cerca del fuego así puedo verlos y yo hablo con él.

-No, prefiero ir yo. Si está obsesionado contigo es preferible que yo vaya a hablar, además, soy la única que sabe realmente hablar.-dije. Castiel soltó una risa sarcástica.

-Pues en la playa parecía que lo querías matar, bonita.-dijo Castiel. Sonreí y me sonrojé.-Mira, yo pesco dos peces más y los dejo en el fuego, mientras me llevo a Ryan, para que veas que no discutiré enfrente del niño. Tú te quedas cuidando la cena junto a la fogata, les tocas una canción a los niños, comienzas con las historias de terror, no lo sé. Pero te prometo que voy únicamente a hablar con él. Ten el celular cerca, yo cualquier cosa te envió un mensaje. También ten a Zeus junto a ti y a los niños, si hay alguien más protector que yo en nuestra familia, es ese perro.-dijo Castiel. Le sonreí y le acaricié una mejilla, debía reconocer que sonaba a buen plan.

-Seguramente sea porque tú me lo regalaste y es igual a ti, ¿Cassy? Ve ahora, yo me quedo pescando, no quiero que estés solo en la noche. Por favor, ve ahora que aún hay luz.-dije. Él suspiró algo molesto por mi sobreprotección, pero accedió. Me entregó la caña de pescar a mí y vi cómo se dirigía a los niños, tanto Noah como Ryan lo siguieron, pero al ver como correteaban pude escuchar una regañada de Castiel pidiéndole que le tomaran la mano. Dejé la caña de pescar y me acerqué al fogón donde Emma simplemente miraba como los chicos se iban. Fui a buscar mi guitarra y me senté junto a ella.

-Así que, ¿te gusta ese chico?-pregunté. Ella se sonrojó un poco pero rápidamente volteó la mirada.

-Sí, me gusta. Pero no le digas nada a papá, en serio, tía. ¿Cómo supiste que Castiel era tu chico indicado?-preguntó Emma. Suspiré, lo miré caminando junto al lago con los niños. Miré a Emma y le corrí el cabello para detrás de su oreja.

-No lo sé, hay algo en tu cuerpo que te dice "miralo, es él." No puedo explicarlo, pero hay algo que lo sientes, sientes cuando te mira y ves que puede expresarte todo el amor que sienten con una sola mirada. Sé que ustedes conocen a Cassy como un tío dulce y amigable, pero cuando lo conocí era un chico malhumorado que vivía con mala cara. Y no sé, solo supe que era él. En verdad, recuerdo que me gustaba tu tío cuando estaba hablando con Vik y sin querer pensé que me gustaba Castiel. Pero eso pasó hace mucho, hace 10 años atrás. No te preocupes, eres un poco pequeña para conocer el amor, pero ya lo sentirás, y es lo más lindo del mundo.-dije.

-Vaya, sé que soy chiquita pero quiero jugar con él y tomarlo de la mano. Tía, ¿por qué después de 10 años no te casaste con el tío?-dijo Emma. Suspiré.

-¿Quieres oír otro miedo mío? Le tengo fobia al compromiso. Siempre fui una chica muy abierta, pero me da pánico no ser lo suficientemente buena para una persona. Y no lo sé, creo que es miedo a fallarle.-dije.

-El tío te ama mucho, se nota.-dijo Emma. Le sonreí y le acaricié el cabello. Tomé mi celular y le envié un mensaje a Castiel.

Yo: Cielo, ¿estás bien?
Castiel: sí, el chico ya nos vio. Estaba sentado en una fogata. Voy a hablarle.

Yo: Cuidate.

Suspiré. Miré a Emma y le sonreí.

-Vas a ver que ya vas a conocer el amor, tal vez Ryan sea tu chico definitivo. Yo fui el primer amor de Castiel, él sin embargo fue mi segundo amor. Solo el tiempo lo dirá, pequeña.-dije. Me encontraba algo nerviosa al ver como Castiel y el adolescente mucho más pequeño que mi novio hablaban, por el momento estaba todo bien. Me incorporé al muelle, bajo la excusa de ver si habíamos pescado algo pero en verdad quería ver qué sucedía. Se me dificultaba mucho mirar qué demonios sucedía, la luz comenzaba a escasear. Afortunadamente un sonido me indicó que habíamos pescado otro pez, eso me ayudó a distraerme. Lo dejé en un balde para que Castiel hiciera todo lo que tuviera que hacer con el pobre animal y volví a poner otra carnada y lancé lo más lejos que pude. Cuando quise notar, alguien se estaba sacando una foto con el joven, ¿qué mierda?

-¿Tía? ¿Puedes venir? No me gusta la oscuridad y la soledad.-dijo Emma.

-Sí, cielo, ya voy.-dije. Caminé rápidamente hacia ella y volteé el pescado que Castiel ya había puesto para cocinar.

Yo: ¿Qué mierda fue eso? ¿Te está tomando fotos?

Castiel: Descuida, Alask. Está todo bien. En la carpa te lo explico, calmate. Por cierto, genial lanzada con la caña de pescar.

Me reí y lo dejé en visto, era un idiota. Miré Emma y comencé a tocar la guitarra, antes de enterarnos, estábamos ambas cantando al ritmo de mi música. Por un segundo me pregunté qué sería tener mi propia familia, tal vez una hija de cabello pelirrojo o un hijo con pequitas y guitarrista como su padre. Sonreí.

-¿Tía? Estás sonrojada, ¿te sucede algo? ¿Es el calor del fuego?-preguntó Emma. La miré, le iba a hablar pero de pronto ella se asustó, miró algo detrás de mí y de pronto solo pude sentir unos pasos acercándose, me incorporé rápidamente y lancé un puñetazo al aire a cualquiera que fuera la persona que estaba detrás de mí.

-¡Niña! ¡Ya sé cómo hacer para esquivar tus golpizas! Soy yo, Castiel. Calmate, ni una broma se te puede hacer.-dijo Castiel. Noté que era mi novio, con el tiempo me había hecho bromas de todo tipo, en especial de mal gusto, a lo que no solía reaccionar bien. Era un imbécil, noté que estaban los niños detrás de él, de otra forma lo hubiera insultado como nunca.

-¡Castiel! ¡Te voy a matar! Eres un... ¡Argh! Sabías que me tenías preocupada, y aun así no te importa. Eres lo peor.-dije. Él se rió y me rodeó por la cintura, sin hacer demasiado movimiento sexual. Me dio un beso el cual hizo que me callara y me sonrojara, escuché como ambos niños decían "¡diu!" y Emma soltaba un "aww." Lo miré, era un imbécil, y bien que era un imbécil del cual estaba muy enamorada. Él sonrió y me hizo un gesto para que me sentara, obedecí y los niños se sentaron cerca del fuego, Castiel verificó que no hubiéramos pescado ningún pez y tras poner más malvaviscos, me explicó todo.

-Resulta que el hermano de Ryan es un gran fanático de la banda, cuando me miró en la playa simplemente quedó algo impresionado de que fuera yo y eso, es gay por eso sus ojos se dispersaron. Nunca intentó tocarte, niña, de hecho él dice que no le parecen nada atractivas las mujeres. Por lo que nunca intentó hacer nada contigo, Noah lo reconoció, es un buen chico. Lo invité a cenar y dijo que tal vez después vendría.-dijo Castiel.

-Mi hermano gusta mucho de tu novio, pero entiende que tiene 10 años más que él y que además están ennoviados.-dijo ryan. Le sonreí.

-Lo siento, no suelo ser celosa pero no sé por qué reaccioné así. Bueno, pero basta de hablar del tema. ¿Listos para comer y para una historia de terror mientras tanto? Cassy, ¿puedes tocar la guitarra como para ambientar?-pregunté. Castiel asintió, fue a buscar la guitarra mientras los chicos comían. Mi novio se sentó junto a mí, afinó la guitarra e intentó hacer lo más tenebroso posible, me lanzó una mirada pidiéndome que la historia de terror fuera acorde a los niños. Suspiré y asentí.

-¿Qué temática quieren?-pregunté. Castiel me dio una linterna para que me la pusiera debajo del mentón, la tomé y le hice una caricia con la mano.

-¡De fantasmas!-dijo Ryan.

-¡De asesinos!-dijo Noah.

-¡De amor!-dijo Emma. Ryan la miró y se sonrojó, aunque no sabía con exactitud si se trataba del fuego o si eventualmente se había sonrojado. Suspiré, el tema de asesinos no me gustaba demasiado por todo lo que había pasado con Felipe y seguramente la temática de fantasmas a Castiel no le gustara por lo que había sucedido con su difunto abuelo. Suspiré y lo miré.

-Bien, esta es la historia de una chica llamada Arkansa y un chico llamado Kristel. Ellos habían estado muy enamorados, se habían conocido hacia 4 meses, pero con el paso del tiempo se habían hecho muy unidos hasta el punto que ellos se declararon amor mutuo. Allí decidieron hacerse novios, hasta que un día estuvieron jugando a la ouija...-dije.

-¡Alask! A un juego para adultos.-dijo Castiel.

-¿Porno?-preguntó Ryan. No pude evitar soltar una carcajada que mató todo el ambiente dramático del momento.

-No, no era porno. Era un juego con una tabla, nada divertido. Y a través de ella comenzaron a recibir mensajes de fantasmas, en estos decían que Alask... digo, que Arkansa moriría. Obviamente Kristiel se asustó muchísimo, así que comenzó a cuidarla lo más que pudo, pero ella fue demasiado terca para creerle a su novio. Unos asesinos la secuestraron y quisieron matarla, afortunadamente estaba Lysandro para ayudar a que los asesinos no terminaran con la vida de Arkansa. Kristel llegó a tiempo para salvarle la vida a su novia y vivieron felices por siempre, viendo como los malos pasaban mal en la cárcel.-dije. Emma y Ryan estaban absortos en mi historia, mientras que Noah se veía aburrido.

-¡Me encantó la historia! ¡Otra!-dijo Emma. Castiel se incorporó y me dejó la guitarra junto a mí.

-Después de que se coman todo, esta vez me toca a mí contar una historia. ¿Puedes tocar?-preguntó Castiel. Asentí mientras veía como le servía a los niños y posteriormente a mí el pescado hecho al fuego.

-¿Tío? ¿Por qué no tienen hijos? Todos tienen hijos, mamá, papá, Lys, Violeta, Chris, Dai, Nath, Kim, todos menos ustedes.-dijo noah. Yo me atoré con un pedazo de pescado y tragué agua rápidamente. Castiel me miró, casi como preguntándome lo mismo.

-Es difícil de explicar, pequeño. Simplemente no es el momento, piensa que nosotros damos conciertos muy seguido. Seguramente si tuvieran un primo, él merecería tener padres normales, que no tuvieran que llevarlo a rastras hacia todos los conciertos que damos. O que no pueda ser un niño o niña normal porque tiene algún que otro fotógrafo siempre en la mira.-dije.

-Somos normales, Alaska.-dijo Castiel. Noté algo de enojo en su voz, pero le sonreí, intentando aliviar el enojo.

-Lo sé, cielo. Es solo que... La cigüeña todavía no se ha presentado con nosotros, y seguramente demore un poco.-dije.

-A mí me gustaría tener una prima, yo la cuidaría.-dijo Emma.

-A mí un primo con quien jugar, también lo cuidaría. ¿Quieren que le escriba cartas a la cigüeña para que aparezca para ustedes?-preguntó noah. Solté una risa tierna y le negué mientras le acariciaba el cabello. Castiel fue a hablar, pero tapé lo que dijo con un sonido de la guitarra. Intenté tocarla, pero noté que no tenía pua. -¿Castiel, y la púa? ¿La perdiste otra vez?-dije. mi novio me indicó que estaba dentro de la carpa y que había tocado con las uñas, no sabía ni como porque siempre las tenía sumamente cortas, pero no pregunté, me venía genial para tomar el anillo y mirar la hora, faltaba poco para la lluvia de estrellas que quería que viéramos juntos. Me agaché para entrar a la carpa y noté que se me estaba notando toda la cola, de hecho al voltearme noté que Castiel me miraba mi trasero prácticamente enamorado, me reí, ¿envidia, cielo? Le guiñe un ojo pero rápidamente volvió a lo suyo, por lo que lo imite. Me metí dentro de la carpa y encontré de inmediato la púa roja con el logo de Demons, genial, solo me faltaba el anillo. Busque en mi campera pero no lo encontré, ¿qué? Lo había dejado ahí, estaba completamente segura que lo había dejado ahí. Comencé a revolver todo con muchísimo miedo de haber pedido el anillo, no podía ser, no podía serlo. ¡Dónde mierda lo había dejado! ¡No podía ser tan Lysandro de perder el anillo! Vamos, Alaska, piensa.

-¿Niña? ¿Te encuentras bien? Yo toco si no encuentras la pua.-dijo Castiel. Me volteé rápidamente y lo miré nerviosa, me dio un susto importante, notó que me encontraba algo estresada.- ¿Niña? ¿Estás bien? Ven, vamos al fuego. Te guarde una porción de pescado y en unos minutos se harán más.

Castiel me extendió la mano y la tomé con fuerza, me incorporé mirando que no se viera el anillo, él miró a los niños, estaban de espaldas nuestros y aprovechó para tocarme el pecho, notó que mi corazón saltaba a mil por hora. Me miró preocupado, mierda.

-Estoy bien, Cassy. Vamos a tocar la guitarra.-dije. Lo tome de la mano y lo arrastré hacia la fogata, donde nos sentamos y de inmediato comencé a tocar el instrumento con mis uñas mientras Castiel contaba la historia. Pero honestamente no podía concentrarme. No podía escuchar la grave voz de Castiel, no podía pensar en nada más que no fuera dónde mierda había dejado el anillo. Maldita sea, sentía que iba a llorar de la angustia y ansiedad, no podía ser.

-¿Tía? ¿Te encuentras bien?-preguntó Noah. Miré al niño, Castiel, Emma y Ryan me miraban preocupados.

-Sí, sí. Estoy bien, ¿puedes seguir tú? Necesito un tiempo a solas. Ya vuelvo.-dije. Le di la guitarra a Castiel y sin darle tiempo a absolutamente nada. Caminé hacia el muelle y me senté mirando el lago, no podía ser, no podía ser tan imbécil de haber perdido ese anillo. Me había salido muchísimo dinero, además tenía pensado decirle todo a Castiel en este instante, con el anillo, la lluvia de estrellas, todo, no podía ser. Sentía que quería llorar de la angustia, quería ser yo quien se lo propusiera. Demonios, no podía ser.

-¿Alaska?-dijo una voz.

-Dejame sola, por favor.-dije. Castiel no me respondió, lo próximo que sentí fue una mano en mi hombro.-Cassy, por favor. Dame mi espacio.

-Tengo algo que te pertenece.-dijo una voz.

-¡Castiel dejame en paz!-chillé. Pero noté que no era Castiel, para comenzar porque quien me había puesto la mano en el hombro tenía uñas pintadas de negro. Me incorporé de inmediato con el corazón en la garganta, al hacerlo pisé en falso y casi me caigo al lago, de no haber sido porque un pelirrojo muy similar a Castiel de 18 años. Por un segundo volví a cuando tenía 18 años y me había enamorado de mi novio. El que me estaba tomando de la mano era el mismo chico de la playa, noté que tenía algo en la mano. Él me atrajo hacia sí, evitando que cayera al agua, lo miré completamente asombrada, ¿de dónde mierda había salido?

-¡Sueltame!-chillé. Él me obedeció, miré detrás a Castiel que estaba observando algo celoso el panorama, pero parecía confiar que todo estuviera bien.- ¿Qué quieres?

-Devolverte algo que es tuyo.-dijo el chico. Miré su mano, él tenía el anillo de Castiel. ¿De dónde mierda había sacado eso? Lo miré completamente enojada, pero vi que mi novio se incorporaba y comenzaba a acercarse hacia mí, le tomé el anillo de inmediato y me lo guardé en mi bolsillo.

-¿Sucede algo? ¿Qué te pasaba, niña? Él es el hermano de Ryan.-dijo Castiel. Le sonreí como pude al chico, me encontraba algo nerviosa.

-Sí, sí. Me enteré. Él solo vino a darme... A pedirme una foto.-dije. Mi celular comenzó a sonar, esa era la alarma que me indicaba que tenía unos pocos minutos para que la lluvia de estrellas comenzara.- ¡Sí! Quería una foto, por eso saque mi cel. Le voy a pedir disculpas y sabes lo que me incomoda que me mires con cara de "te lo dije."-dije. Castiel suspiró y me miró, pero tras ver que le sonreía decidió confiar en mí y se retiró lentamente hacia la fogata. Tomé de la muñeca al hermano de Ryan y lo llevé lo más lejos que pude de mi novio, donde las voces ya no se escucharan.

-¡¿Qué demonios hacías con el anillo de mi novio?! ¿Estuviste dentro de mi carpa? Quiero explicaciones.-dije. Él se rió, se sentó en el pasto y me hizo un gesto para que lo imitara.-No tengo tiempo, necesito hablar con Castiel.

-Vaya, si tienes el mal carácter del que hablan. Hace tiempo vi una entrevista que le hacían a Nebraska, tu ex, y realmente no sé cómo podían llevarse bien porque las dos tienen un carácter pésimo. En fin, quiero que sepas que lo de la playa fue un gran malentendido. Castiel me dijo que hablaría contigo al respecto, yo soy homosexual. Y si, admito que adoro a tu pareja, pero también me gusta mucho como se ven. Además, Castiel está enamorado de ti y nunca me interpondría en su relación; sumando que él tiene 10 años más que yo. Así que me disculpo si te causé algún inconveniente, tenía entendido que no eras especialmente celosa.-dijo ethan. Suspiré algo molesta y me senté en el pasto con él.

-En verdad... No sé cómo demonios me llevaba tan bien con Nebrask. Pero no es el punto, lamento mucho haberme puesto así, tampoco sabía que era tan celosa, solo que... es mi novio. ¿Puedes explicarme lo del anillo?-pregunté. Me saqué el anillo del bolsillo y lo observé. Ethan suspiró.

-¿Tu novio? Dada la importancia de ese anillo, asumo que esta noche será algo más que un novio. Mi hermano y tu sobrino estaban jugando a buscar el tesoro, mi hermano creyó que eso era un anillo de mentira y lo utilizó como tesoro. Lo vi escondiendo algo en la tierra cerca de mi campamento y me llamó la atención, le pregunté qué era lo que estaba haciendo y me contó que se lo encontró en el suelo y pensó que podría utilizarlo. Sé que está mal, pero es un niño, entiedelo.-dijo ethan.

Suspiré aliviada, realmente comenzaba a tener las peores ideas con él, realmente pensaba que podría ser un ladrón y que quería hacernos daño o algo similar. Aunque tampoco debía confiarme demasiado en su palabra, habíamos tenido tantos buenos fanáticos y tantos otros dementes. Pero pese a todo no pude evitar soltar una sonrisa, sentí mis mejillas ardiendo y miré hacia otro lado.

-En verdad sí, esta noche quería pedirle que fuera mi esposo. Va a haber una lluvia de estrellas y él ama todo eso, me pareció linda idea.-dije. Miré el anillo, lo puse en mi dedo y me quedaba enorme. Hacia 10 años con mis huesudas manos me hubiera bailado, ahora me quedaba muy grande, pero no tanto. Ethan sonrió y habló con alegría, por un segundo me recordó a Rosa.

-¡Felicidades! Estoy seguro que dirá que sí, te ama tanto. Mira, tengo miles de capturas de pantallas de sus conciertos, de entrevistas, de videos que hacen, de todo; te mira con un amor que es incomparable. Tengo una idea, ¿quieres que me lleve a los niños cerca de aquí? Para darle intimidad. No voy a hacer nada extraño, si quisiera hacer algo con ellos, podría hacerlo porque tu hermano vive retrasado en ir a buscarlos. De hecho, he hablado con Kentin un par de veces.-dijo el chico. Suspiré, parecía ser una buena idea, pero no me confiaba del todo. Suspiré.

-¿Puedes contarle un cuento en la fogata? Castiel y yo nos quedaremos en el muelle, sería genial porque es un gran paso en mi vida y no me siento cómoda con otra persona que no sea mi novio, sufro de mied...-dije.

-Miedo al compromiso. Lo sé. Soy fanático de ustedes.-dijo ethan. Sonreí. El chico accedió sin ningún tipo de problemas. Nos incorporamos rápidamente y caminamos hacia donde se encontraban todos, por un segundo solo me enfoqué en mi novio, eran los últimos minutos que tendría como novio, después de ahora no habría más "novio" sino mi esposo. Suspiré, Ethan me puso una mano en el hombro.

-Tranquila, todo saldrá bien. Te desearía suerte pero no la necesitas.-dijo él. Me guiñó un ojo y se sentó junto a su hermano, el cual lo abrazó y vio como me acercaba completamente nerviosa.

-¿Cielo? ¿Podemos hablar? A solas, en el muelle.-dije. Castiel miró a Ethan y antes que pudiera hablar, yo lo interrumpí.-Ethan se quedará con los niños, son solo unos metros cariño. Por favor, apresurate.-dije.

-Por supuesto, vamos niña.-dijo Castiel. Noté que se tocó el bolsillo de la parte trasera de su vaquero negro. Lo tomé de la mano y caminé hacia el muelle, seguida de él. Noté que yo comenzaba a tener las manos sudorosas, mierda, se daría cuenta. Él se tocaba con insistencia el bolsillo, no pude evitar matar el ambiente romántico, y solté una estupidez.

-¿En búsqueda de tu trasero? Dejame ver, aun lo tienes.-dije. Lo rodee con mis brazos y le apreté sus nalgas al tiempo que le daba un suave beso en la barbilla ya que era el único lugar de su rostro que llegaba aunque me pusiera en puntillas de pie. Él rió algo nervioso y me miró con amor. Mire a los niños, ninguno estaba mirándonos, genial.

-Niña, sientate por favor.-dijo Castiel. Obedecí y él también se sentó junto a mí, se lo veía muy nervioso, algo preocupado de hecho. Aunque no sabía si se trataba de mi imaginación porque estaba muerta de nervios. Su voz se veía insípida, de hecho tenia matices de tristeza.

-¿Sucede algo, cielo?-pregunté. Castiel suspiró.

-¿Quieres tener hijos? ¿Piensas tenerlos algún día?-preguntó Castiel. Me tomó por sorpresa su pregunta. Tragué saliva, si casarme me daba miedo, tener hijos me daba pánico. Castiel notó que no me sentía cómoda y habló una vez más.

-Cassy...

-Niña, he pasado los mejores 10 años de mi vida junto a ti, te he esperado 10 años, preciosa. Sé que dije que te daría tu tiempo, y lo he hecho. Pero... No lo sé, Alask. La forma que te pusiste cuando Noah preguntó si queríamos tener hijos. Sé que no te hablaría de esto nunca, porque te da miedo y lo sé, vaya que lo sé, conozco cada cosa de ti; también sé que me conoces a la perfección. Y parte de mi pide ser esposo del amor de mi vida, pide tener un hijo con mi niña preciosa. Y he esperado, cielo, lo sabes. Solo que... Siento que no avanzamos como pareja. Siento que estamos estancados.-dijo Castiel.

-¿Qué insinuas?-pregunté. Castiel suspiró, comenzaba a sentirme preocupada. No, no, por favor, que no dijera lo que estaba pensando.

-¿Sabes? Tenía pensado preguntarte algo hoy, pero... Creo que esta vez no estoy listo yo. No sé, niña. Solo olvidalo.-dijo Castiel. Se incorporó y lo tomé de la mano, en el cielo pasó la primera estrella. Castiel me miró y vi como sus ojos se iluminaban.

-¿Cassy? Espera, quiero preguntarte algo. Escucha, ¿sí?-dije. Él asintió.-Eres el amor de mi vida, no puedo creer todo lo que hemos vivido juntos. No puedo creer que conquisté el corazón del rudo de Demons, del guitarrista más rudo del mundo, del pelirrojo que conquistó todo mi ser, del chico que hace que mi corazón se ponga así.-dije. Puse una de sus manos en mi corazón, el cual estaba completamente loco, no sabía si de amor o de nervios. Tal vez ambos.-Esta noche me arriesgaré a preguntarte algo aun temiendo a tu respuesta porque realmente me acabas de dar un susto de muerte con lo que me acabas de decir. Mira este lugar, mira el cielo. Esto es increíble, tanta vida fuera, algunas me hace pensar si es que el destino existe. Un mínimo error pudo haber hecho que nosotros no nos conociéramos, tal vez si Ámber no nos hubiera dejado encerrados en la sala de detención, nada de esto hubiera pasado. Y hoy estoy parada en la mitad de una lluvia de estrellas con el amor de mi vida. Ese chico de ojos grises que hace sonrojarme como nadie, al grandullón que me saco el miedo a las tormentas, a mi niño que me hace feliz todos los días. Solo tú sabes causar miles de emociones en mí. Estuviste para mí cuando necesite llorar, cuando tuve miedo, cuando casi muero, cuando casi me matas en nuestra primera vez, estuviste allí cuando me sentí feliz por haberte besado, estuviste siempre allí. Estas ahora conmigo, en mi primera lluvia de estrellas y en un momento tan especial como el que este San Valentín será.-dije. Castiel estaba atónito, su postura cambió. Pasó de querer irse a rodearme con una de sus manos y la otra aun en mi corazón, se encontraba tibio y algo asustado, tenía un paraíso ante sus ojos y sin embargo no me quitaba la mirada de mis labios.

-Alaska...-dijo Castiel. Le hice una seña para que se quedara en silencio.

-¿Crees que no quiero formar una familia contigo, amor de mi vida? Te equivocas, mi pequeño testarudo. Este último año me enfoque en hacerte creer que no quería casarme bajo ningún concepto para que jamás sospecharas de esto, estoy muy nerviosa, pero debo decirlo.-dije. Me arrodille y lo miré desde abajo, odiaba ser tan pequeña porque quedaba justo a la altura de la entrepierna de Castiel. Me saqué el anillo del bolsillo y noté como Castiel se llevó ambas manos a su boca, completamente sorprendido.

-Henos aquí, 10 años de pareja, de risas, de amor, de lágrimas de amor, de preocupación, de celos, de abrazos, de besos, de sexo, de mimos, arrumacos, de tonterías, de todo, y tras todo lo vivido te elijo, hoy y para siempre. Quiero seguir despertándome y verte, porque me garantiza que mi día será increíble solo porque tú estarás con él. Y quiero asegurarme que estarás siempre en mi vida, así que, Castiel Jensen, ¿te casarías conmigo?-pregunté. Vi cómo le corrió una lágrima de amor a Castiel por la mejilla. Me tomó de la mano, haciéndome que me incorporara y quedara lo más alta posible, ahora que tenía a mi novio a centímetros podía ver como sus lágrimas de felicidad recorrían sus mejillas.

-¡No puedo creerlo! Si, ¡si niña! ¡Por supuesto que sí!-dijo Castiel. Me tomó con delicadeza de la cintura y me besó mientras me elevaba unos centímetros del suelo para estar a su altura. Sonreí mientras sentía sus lágrimas de amor chocando contra mis mejillas, pero eso era lo que menos me importaba, sentía sus labios moviéndose contra los míos, en un rítmico beso, lleno de amor. Castiel separó sus labios de los míos.

-Te amo, esposa.-dijo. Me reí de los nervios puros, pero también no pude evitar responderle.

-Te amo, esposo. Dejame ponerte el anillo.-dije. Castiel me bajó y me extendió su mano, le coloqué el anillo mientras le secaba una lágrima y veía como le entraba a la perfección. Él no podía contenerse del amor y la felicidad, verlo tan feliz hizo que se me salieran un par de lagrimillas a mí también.

-¿Qué haría sin ti, mi vida? De hecho... También te quería proponer matrimonio.-dijo Castiel. Se sacó del bolsillo una cajita con un anillo precioso, delicado, fino y pequeño. Castiel se arrodilló y me tomó la mano, mi pareja apenas bajaba cuando se arrodillaba, de hecho era hasta más cómodo para besarnos.

-Castiel... me vas a hacer llorar.-dije.

-Es la idea, pequeña. Creo que ya lo has dicho todo, solo quiero agregar que te amo con todo mi ser. Gracias por dar este enorme pasó, sé que te da miedo esto, pero de la misma forma que te quite el miedo a las tormentas, también te quitaré el miedo al compromiso. Te amo, como nunca ame ni amare a nadie, no sabes lo feliz que me haces, niña. ¿Sabes? Es curioso, pero agradezco a Ámber que nos haya encerrado en esa sala de detención hace muchos años atrás.-dijo Castiel. Me reí y lo besé, él me rodeó con sus brazos de la cintura, haciéndome un mimo en mi trasero, sé que él quería hablar pero mis labios no querían separarse de él. Tenía una necesidad de besarlo, sentía que no podía más de amor, quería decirle todo lo que lo amaba, todo lo que lo necesitaba, las palabras ya no nos alcanzaban.

-Niña, dejame pedírtelo.-dijo Castiel. Despegue mis labios de los suyos, pero permanecí cerca de él.- ¿Me harías el honor de convertirte en mi esposa?

No pude aguantar las lágrimas de felicidad, me sentía una llorona, pero no me importaba. Lo llené a besos cortos mientras hablaba.

-Sí, mi amor, acepto una y mil veces más. Te amo, con todo mi ser, Cassy.-dije. Castiel me abrazó mientras me besaba con un romance que hacia muchísimo que no sentía. No sabía si era romance, normalmente nuestros besos eran más apasionados, pero ahora había un amor impresionante. Castiel interrumpió nuestro beso para ponerme el anillo, se sentía extraño, nunca había usado anillos pero ahora tendría que acostumbrarme a este.

-¿Sabes por qué lo elegí?-preguntó.

-No, cuentame.-dije. Él se sentó en el muelle y me tomó de la cintura a la vez que me tiraba hacia él, terminé sentada encima de sus piernas mientras él me rodeaba por la cintura y me besaba el cuello. Yo tenía mi espalda contra su espalda y podía sentir su corazón muy acelerado, lo acaricié como pude. Yo solía ser una persona muy fuerte, pero debía reconocer que esos abrazos me hacían sentir muy protegida. Castiel y yo miramos al cielo, las estrellas pasaban como pequeñas luces fugaces.

-Porque es pequeña, dulce, hermosa y mía, al igual que tú. ¿Sabes? La gente solía creer que al pedirle un deseo a una estrella fugaz todo se cumpliría, pero yo no tengo que pedir nada, tú eres mi deseo.-dijo Castiel. Esta vez me largué a llorar como una demente, me volteé, lo tomé de ambas mejillas y lo besé con muchísimo amor mientras mis manos se dirigían a su cabello donde lo acariciaban. Castiel sonreía cada tanto y me mordía el labio con amor mientras sus manos jugueteaban entre mi espalda y mi trasero.

-Te amo, tú eres mi deseo también. No pude haber pedido nada mejor que a ti.-dije. Castiel se rió y me miró con amor.

-Tal vez si le pediría una sola cosa, que en unos años podamos ser padres.-dijo Castiel. Le sonreí, me senté nuevamente contra él mientras sentía su inminente calor. Me quedé mirando las estrellas mientras escuchaba su lenta respiración, su corazón algo acelerado y ahora, su voz:

-Lo sient...-dijo Castiel.

-Debo contarte alg...-dije. Nos interrumpimos mutuamente, volteé mi rostro por encima del hombro a mirarlo, aproveché que tenía su mejilla cerca y le estampe un beso.-Tu primero.

-Siento si te asusté con lo de la familia. Sé que es un gran paso para ti, para ambos. Paso a paso, solo prometeme que antes de los 35 tendremos un niño o niña.-dijo Castiel.

-¿Y a los 29 años? ¿Es muy temprano?-Pregunte. Tomé las manos de Castiel y las puse en mi estómago, mi esposo me miró confundido, comenzaba a entenderlo.-No lo sé aun y no quiero hacerte falsas esperanzas, pero tengo un retraso de 3 semanas, algunas veces me siento mareada pero no sé si es por vértigo o porque si es posible que en 9 meses seamos padres.-dije. Castiel de inmediato me estrujo contra él mientras me mimaba el estómago.

-¡¿Es en serio niña?! No hagas estas bromas.-dijo Castiel.

-No, cariño. ¿Cómo te haría esto? Tú sabes cuando tengo mis periodos, lo recuerdas inclusive mejor que yo. No te emociones, puede que no sea nada, pero en caso de que lo sea... Me siento feliz. Asustada, muy nerviosa, pero feliz. Exactamente igual al primer momento que te vi, a nuestro primer beso y a nuestra primera vez. Te amo, ¿lo sabes?-pregunté. Él me besó delicadamente el cuello.

-Eres mi mundo. Ojalá estés embarazada, ¡ya muero por tener a un pequeño Castiel o una pequeña Alaska correteando por aquí y allí! Muero por tener una niña, nunca te lo dije, pero siempre tuve debilidades por las niñas. Seguro tendrá tus pequitas, tu dulzura, inmenso amor por todo y tu belleza.-dijo Castiel. Lo besé entre sonrisas.

-¡Hey, calmate! Que puede que no sea nada. Esperemos que salga a mí al menos en las posaderas.-dije. Me reí pero al ver como se hacía el ofendido, lo miré con amor.-Lo siento, tú te burlabas de mis senos, pero a mí me crecieron, sin embargo a ti se te achico la cola.

-Ignoraré tu comentario fuera de lugar, niña. Deseo mucho tener una familia contigo, pero si solo es un simple retraso, no me importa, porque te tengo a ti y tú eres todo lo que necesito. Te amo, esposa mía.

-Y yo a ti, esposo mío.-dije. Nos quedamos viendo la lluvia de estrellas hasta que esta terminó. En verdad, solo recuerdo haberme quedado dormida en los brazos de Castiel mientras me sentía con una felicidad incomparable. Sí, Castiel era el único capaz de darme ese infinito amor.

Muy feliz San Valentín para todos ustedes. Sé que no es el día de los enamorados, pero no lo subiría ese mismo día. Prefiero subirlo hoy y saber sus comentarios. Espero que les haya gustado este especial de 33 páginas.

3\t

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