Capitulo 6: Llamadas nocturnas
La luz tenue de la lámpara en la mesita de noche de Carlos iluminaba apenas el cuarto, creando un ambiente cálido y relajado en medio de la oscuridad. Después de un día agotador en la pista y un intenso análisis de datos con el equipo de Williams, Carlos finalmente se encontró en un momento de tranquilidad. El reloj marcaba las 11:00 p.m., una hora en la que la soledad de la noche se hacía más presente. Sin embargo, había algo que esperaba con ansias cada noche: sus llamadas nocturnas con Charles.
Carlos tomó su teléfono móvil y, al ver el nombre de Charles en la pantalla, sintió una mezcla de alivio y anticipación. Tocó el botón para aceptar la llamada y, al instante, la voz familiar de Charles se escuchó al otro lado de la línea.
—Hola, Calos. ¿Cómo ha ido tu día?preguntó Charles, su voz calmada y reconfortante.
Carlos se recostó en la almohada, cerrando los ojos mientras escuchaba la voz de Charles.
—Ha sido un día largo. Hemos estado trabajando en algunos ajustes para el coche, y hay mucho que analizar. Pero al final, lo más importante es que estoy hablando contigo.
Charles sonrió a través del teléfono.
—Me alegra escuchar eso. Hoy ha sido un día interesante para mí también. Hemos tenido algunas reuniones importantes sobre la estrategia de la próxima carrera.
A medida que la conversación fluía, Carlos y Charles compartieron detalles de sus días, desde los aspectos técnicos de la carrera hasta las pequeñas anécdotas y observaciones personales. Aunque la distancia entre ellos era significativa, las llamadas nocturnas creaban una burbuja de intimidad que les permitía sentirse más cercanos.
—¿Recuerdas el café que probamos en Mónaco?—preguntó Charles, tratando de aligerar el ambiente. Hoy encontré un lugar que lo sirve de manera muy similar. Me hizo pensar en aquellos días.
Carlos rió suavemente, el sonido de la risa de Charles dándole un sentimiento de familiaridad.
—Sí, lo recuerdo. Era uno de esos pequeños placeres que hacían las carreras más soportables. Ojalá pudiera estar allí contigo ahora para disfrutarlo juntos.
La conversación continuó con una mezcla de temas ligeros y más profundos. Compartieron sus pensamientos sobre la temporada, sus esperanzas para el futuro, y cómo estaban manejando la presión y la distancia. Las palabras y risas se entrelazaban, creando una conexión que hacía que la distancia pareciera menos abrumadora.
—¿Alguna vez te has preguntado cómo sería si estuviéramos en el mismo equipo otra vez?—preguntó Charles en un tono contemplativo. Si pudiéramos compartir el mismo garaje y enfrentar los desafíos juntos.
Carlos suspiró, sus pensamientos volviendo a la idea de un futuro en el que pudieran estar más cerca.
—Sí, lo he pensado. Sería increíble tenerte de nuevo como compañero. Pero por ahora, estoy contento de que podamos mantenernos conectados así, aunque estemos en diferentes equipos.
Charles hizo una pausa, su voz cargada de emoción.
—Para mí también es importante, Carlos. A veces, cuando la carrera se vuelve difícil o cuando estoy solo en mi habitación, estos momentos contigo son lo que me ayuda a seguir adelante.
Carlos sonrió, sintiendo un cálido consuelo en las palabras de Charles.
—Lo mismo para mí. Estas llamadas me recuerdan que, aunque estemos lejos, todavía estamos en esto juntos.
La conversación continuó hasta bien entrada la noche, ambos disfrutando de la oportunidad de conectarse y compartir sus pensamientos más íntimos. A medida que las palabras se desvanecían y el sueño comenzaba a reclamar su atención, se despidieron con promesas de un nuevo día y un nuevo inicio.
—Buenas noches, Charles—dijo Carlos, su voz suave y reconfortante. Cuídate y sueña conmigo.
—Buenas noches, Carlos—respondió Charles, su voz igualmente cálida. Descansa bien. Hablamos mañana.
Cuando colgó la llamada, Carlos se recostó en la cama, sintiendo una paz inesperada. A pesar de la distancia y los desafíos, las llamadas nocturnas con Charles le ofrecían una sensación de cercanía y apoyo que le ayudaba a enfrentar la realidad de estar separados.
Con el teléfono apagado y el cuarto en silencio, Carlos se sumergió en un sueño más tranquilo, sabiendo que, aunque la distancia física entre él y Charles era significativa, la conexión emocional que compartían seguía siendo fuerte y duradera. Las noches solitarias se volvían más llevaderas con la certeza de que, a través de sus conversaciones, estaban construyendo un puente que les unía más allá de las limitaciones de la distancia.
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