Capitulo 37: Lealtad
La mañana en el apartamento de Carlos comenzaba de manera tranquila. El sol se filtraba por las ventanas, iluminando el salón donde Charles y Carlos disfrutaban de un desayuno tardío. Charles, aún en pijama, estaba preparando café mientras Carlos revisaba algunos documentos en la mesa del comedor. El ambiente estaba impregnado de una sensación de calma, un respiro necesario después de semanas de tensión y confrontaciones.
—¿Quieres más café? —preguntó Charles con una sonrisa suave, sosteniendo la cafetera.
—Por favor, gracias —respondió Carlos, devolviéndole la sonrisa mientras seguía revisando los papeles.
Charles se acercó con la taza recién llena y se sentó al lado de Carlos. Mientras tomaban el café, comenzaron a conversar sobre cosas cotidianas: la decoración del apartamento, los planes para el fin de semana, y alguna que otra anécdota de la vida en el circuito.
De repente, el teléfono de Carlos sonó, rompiendo la atmósfera de serenidad. Al ver el nombre del director de Ferrari en la pantalla, su expresión se volvió seria. Dudó un instante antes de responder, levantándose para tener un poco más de privacidad.
—¿Sí? —dijo Carlos con tono firme.
—Carlos, soy el director de Ferrari. Necesito hablar contigo sobre una situación urgente.
Carlos sintió un nudo en el estómago, pero mantuvo su voz neutral.
—Dime.
—Cometimos un error al despedirte. Las cosas no han sido lo mismo desde que te fuiste, y está claro que necesitamos a alguien con tu habilidad y dedicación en el equipo. Queremos que consideres volver a Ferrari una vez que termine el contrato de Charles.
Carlos apretó los dientes, sintiendo una oleada de enojo recorrer su cuerpo. No podía creer la falta de escrúpulos del director, pidiéndole regresar después de todo lo que había pasado.
—¿Después de lo que le hicieron a Charles y a mí, tienen el descaro de pedirme que vuelva? —respondió Carlos, su voz tensa con ira contenida. Hizo una pausa, tratando de mantener la calma—. No, no pienso volver. He tomado mi decisión, y no me voy a retractar. Mi lealtad está con Charles, y no voy a traicionarlo por nada ni por nadie.
Hubo un silencio al otro lado de la línea, y luego el director habló, esta vez con un tono más conciliador. —Carlos, entiendo que estés molesto, pero...
—No, no entiendes —lo interrumpió Carlos—. Esto no es solo un trabajo, es nuestra vida. Y ustedes la jugaron como si nada. Así que no, no cuentes conmigo.
Sin esperar respuesta, Carlos colgó el teléfono, sintiendo una mezcla de enojo y alivio. Se quedó unos momentos en silencio, tratando de recuperar la compostura antes de regresar al salón, donde Charles lo esperaba con una expresión de preocupación.
—¿Quién era? —preguntó Charles, notando la tensión en el rostro de su prometido.
Carlos suspiró y se sentó a su lado, tomando sus manos entre las suyas. —El director de Ferrari. Quieren que vuelva cuando termine tu contrato. Dicen que cometieron un error al despedirme.
Charles lo miró con incredulidad.
—¿Y qué les dijiste?
—Que no. No pienso volver a un lugar que nos trató así —respondió Carlos con determinación, acariciando suavemente las manos de Charles
—. Mi lugar está contigo, no con ellos. Y no hay oferta que me haga cambiar de opinión.
Después de colgar el teléfono, Carlos se quedó pensativo unos momentos, su mirada fija en la ventana, contemplando la luz del sol que inundaba la sala. Aunque había dejado clara su postura con el director de Ferrari, sentía que aún había algo más que debía hacer.
—¿Qué sucede? —preguntó Charles suavemente, percibiendo la inquietud de Carlos.
Carlos tomó una profunda respiración antes de responder.
—Hay algo que debemos hacer, Charles. No puedo permitir que se salgan con la suya después de todo lo que han hecho. Es hora de que la verdad salga a la luz.
Charles lo miró con preocupación, pero también con comprensión. Sabía lo mucho que todo lo que habían pasado en Ferrari les había afectado, y entendía la necesidad de Carlos de tomar una acción más decisiva.
—¿Qué tienes en mente? —preguntó Charles.
Carlos sacó su teléfono y envió un mensaje rápido a Luca, quien les estuvo ayudando a recabar las pruebas y sabía cómo manejar la información sensible.
—Voy a pedirle a Luca que filtre la información sobre todo lo que Ferrari ha hecho —explicó Carlos mientras enviaba el mensaje—. La gente merece saber la verdad. No podemos dejar que sigan manipulando las cosas a su antojo.
Charles asintió, aunque no sin cierta inquietud. —¿Estás seguro de esto, Carlos? Sabes que podría tener consecuencias.
Carlos lo miró con determinación. —Lo sé, pero es un riesgo que estoy dispuesto a correr. No podemos seguir guardando silencio. Ferrari ha jugado con nuestras carreras y con nuestras vidas, y es hora de que se enfrenten a las consecuencias de sus acciones.
El teléfono de Carlos vibró poco después con la respuesta de Luca. "Cuenta conmigo. Haré que la información salga a la luz de manera segura. Ferrari no verá venir esto."
Carlos sonrió, sintiendo un peso menos en sus hombros. Sabía que estaba tomando una decisión difícil, pero era la correcta.
—Ya está hecho —dijo Carlos, volviendo a mirar a Charles—. Luca se encargará de todo. Ahora, solo tenemos que esperar.
Charles se inclinó hacia él, apoyando su cabeza en el hombro de Carlos.
Carlos le dio un suave beso en la cabeza, acariciando su cabello.
Charles lo miró con ternura, sintiendo un profundo agradecimiento por la lealtad y el amor de Carlos.
—Gracias, Carlos. No sabes cuánto significa esto para mí.
Carlos sonrió y lo abrazó con fuerza, besándole la frente.
La calma volvió al apartamento, y los dos se quedaron abrazados en silencio, disfrutando de ese momento de paz en medio de la tormenta. Sabían que aún quedaba mucho por enfrentar, pero lo harían juntos, sin importar las adversidades que se presentaran en su camino.
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