Capitulo 31: La sombra de la duda
Los días siguientes al encuentro en el café fueron una prueba de paciencia y nervios para Charles. A medida que el siguiente Gran Premio se acercaba, la tensión dentro de él solo crecía. Los entrenamientos libres y las sesiones de clasificación fueron normales, pero la sombra de la duda seguía persiguiéndolo. Cada vez que su ingeniero le daba una indicación por radio, se preguntaba si realmente estaban buscando lo mejor para él o si había algo más siniestro detrás de esas decisiones.
Mientras tanto, Carlos, , había comenzado a investigar tratando de no levantar sospechas. A través de conversaciones con antiguos mecánicos, ingenieros y otros pilotos, intentaba encontrar cualquier indicio de que las sospechas de Charles pudieran ser ciertas. Sin embargo, todo lo que conseguía eran respuestas vagas y miradas esquivas. Nadie parecía dispuesto a hablar abiertamente, lo que solo aumentaba la sospecha de que algo realmente estaba ocurriendo.
La víspera de la carrera, Carlos se encontró con Fernando Alonso en la sala de descanso del paddock. Después de unas breves conversaciones sobre las condiciones de la pista y las estrategias esperadas para la carrera, Carlos decidió sondear la opinión de Fernando sobre la situación.
—Oye, Fernando, ¿has notado algo extraño en Ferrari últimamente? —preguntó Carlos, tratando de sonar casual mientras ambos bebían café.
Fernando alzó una ceja, claramente sorprendido por la pregunta. —¿A qué te refieres?
—A las estrategias, las decisiones... —Carlos bajó la voz, consciente de que otros equipos podían estar escuchando—. Charles cree que lo están saboteando.
Fernando se quedó en silencio por un momento, sus ojos se estrecharon mientras procesaba la información. —Ferrari es un equipo complicado. A veces, la política interna puede ser más peligrosa que cualquier rival en la pista. Si Charles tiene esa sensación, no debería ignorarla.
Carlos asintió, agradecido por el consejo de Fernando. —Eso mismo creo. No quiero que se convierta en una paranoia que lo consuma, pero tampoco puedo dejar que lo pasen por alto si realmente hay algo turbio.
—Mantén los ojos abiertos, Carlos —dijo Fernando con seriedad—. Y asegúrate de que Charles lo haga también. A veces, el peligro viene de donde menos lo esperas.
La conversación con Fernando no hizo más que confirmar las sospechas de Carlos. Si incluso alguien tan experimentado como Alonso creía que había razones para preocuparse, entonces estaba claro que la situación era más grave de lo que había imaginado.
Al día siguiente, en la carrera, Charles intentó mantener la calma mientras seguía las instrucciones del equipo. Su salida fue buena, y logró colocarse en la segunda posición tras la primera vuelta. Sin embargo, a medida que avanzaba la carrera, las mismas dudas que lo habían atormentado en las carreras anteriores volvieron a aparecer. Los neumáticos empezaron a perder agarre antes de lo esperado, y la estrategia de su equipo parecía desconectada de la realidad en la pista.
Cuando le indicaron que entrara en boxes, Charles sintió que su corazón se aceleraba. ¿Debería confiar en ellos? ¿O debería seguir su instinto y mantenerse en pista? Recordando la conversación con Carlos, decidió seguir la estrategia del equipo, pero con la promesa de que si las cosas salían mal, sería la última vez que lo haría sin cuestionarlos.
Salió de boxes en la quinta posición, y aunque logró recuperar un par de lugares antes del final de la carrera, el podio se le escapó nuevamente. Mientras conducía de regreso a los pits, la frustración dentro de él alcanzó un punto de ebullición. No podía seguir así. Si quería descubrir la verdad, tendría que ser más proactivo y menos confiado en un equipo que podría estar jugando en su contra.
Después de la ceremonia del podio, Carlos encontró a Charles solo en su garaje, con la mirada fija en la nada, claramente abrumado por lo que había sucedido en la pista.
—¿Cómo te sientes? —preguntó Carlos, acercándose.
—Perdido —admitió Charles, sin levantar la mirada—. No sé si puedo seguir así. Hoy fue otro desastre, y no sé si fue culpa mía o de ellos.
Carlos colocó una mano en su hombro, transmitiendo todo el apoyo que podía.
—Charles, vamos a salir de esta. Si realmente te están saboteando, lo descubriremos y lo expondremos. Pero necesitas mantenerte fuerte, porque eso es lo que ellos no esperan. No dejes que te rompan.
Charles finalmente levantó la mirada, encontrando en los ojos de Carlos la fuerza que necesitaba.
—Gracias, Carlos. Sabía que podía contar contigo.
—Siempre, amor —dijo Carlos con una leve sonrisa—. Y te prometo que vamos a llegar al fondo de esto.
Con la confianza de Carlos como su ancla, Charles se preparó para enfrentar la contienda que se acercaba a pasos agigantados. La sombra de la duda continuaría persiguiéndolo, pero ahora, sabía que tenía una oportunidad de luchar por mantener sus principios y su integridad.
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