Roto

No había podido dormir desde el inicio de semana. Cada vez que cerraba los ojos, los recuerdos de aquella tarde solo generaban vueltas y vueltas en la cama.

Llorar no servía de nada, se vería ridículo ante las decenas de pares de ojos azules que habían en su habitación. Tampoco había forma de contarle a alguien y desquitarse de ello, ya que su maldita timidez y falta de confianza le decían que iba a caer más en la humillación.

Decidió levantarse e ir a tomar algo para dormir, no quedaba de otra. Abrió la puerta, siendo precavido para que nadie lo viera. Llegó a la cocina, estaba aliviado de que nadie estuviera, bueno, sería raro ver a alguno de sus compañeros a altas horas de la madrugada.

Saliendo de la cocina, fue a la sala de estar con el fin de sentarse en el gran mueble y beber tranquilo su bebida alta en cafeína. Todo estaba normal, el olor de los granos combinándose con agua y azúcar hacían que se calmara un poco.

Un pequeño placer de la vida que se vio interrumpido por la intromisión de cierta pelinegra.

—Oh, Midoriya-san. —Izuku casi derramaba su café sobre el sofá por el susto repentino.

—Ya-Yaoyorozu-san. —Se dio la vuelta, conectando miradas.

—Perdón por asustarte, ¿pero qué haces aquí?

—T-tomando café. —Levantó la taza—. ¿Y tú?

—Iba a servirme un vaso de té.

—Ya veo. —Terminó el diálogo, sin ganas de seguir hablando.

Entró a la cocina sin más. Mientras preparaba su té, pensaba en lo distante que estaba siendo Midoriya en estas últimas semanas. Era como si hubieran retrocedido en el tiempo y estuviera en el primer día de clases, donde él era un chico frágil y asocial en vez de uno de los mejores de la clase en la actualidad.

Muchas incógnitas que caían sobre Izuku, quien prefirió aislarse de todo, lo cual había servido para que no le preguntarán sobre aquel porqué, pero para su mala suerte, Momo es una chica demasiado curiosa cuando algo le interesa o le llama la atención.

Y peor aún, tampoco sabía que a ella le gustaba jugar ser detective, nunca se escapaba de sus manos algún detalle, ya sean grandes o pequeños.

Así que, había algo que le llamaba la atención desde hace poco. Para ella, Midoriya es y será un chico muy cerrado, o sea, no es de socializar o dejar que ganes su confianza en un abrir y cerrar de ojos. Así que, todos en el salón se dieron cuenta de que el trío inseparable de Tenya, Izuku y Ochako se había separado.

Nadie sabía el porqué, la única pista fue dicha por Iida, quien hizo entender a varios que el problema no era con él.

«Ellos dos tienen cosas por resolver, mientras no lo hagan, yo me mantendré al margen y espero que ustedes también» —Se vio más como una amenaza, algo impropio de él.

Además, también era notorio la tensión habida por Izuku y Bakugo, que si ya era incómodo que esos dos estuvieran juntos, ahora parecía que ni siquiera querían saber la existencia del otro.

¿Pero que unía estos hechos?

Estando con su vaso en mano y ya en la sala, decidió sentarse en el otro extremo del sofá. Giró a verlo, notando cierta incomodidad en Izuku, quien parecía lamentarse de que ella estuviera en el mismo lugar.

Sé molestó en primera instancia, pero tenía que entenderlo: estaba ahí porque deseaba tomar café en la soledad. Sacudió la cabeza, basta de pensar, tenía que armarse de valor para averiguar que es lo que había pasado en su clase entre Izuku y esos dos.

—¿Te puedo preguntar algo? —Ella tenía temor de ser entrometida como lo era Mina o Toru, pero algunas veces la curiosidad vencía.

—Ya lo hiciste. —Bromeó, aunque estaba nervioso, sentía saber lo que ella iba a preguntar.

—Que gracioso. —Dijo con sarcasmo.

—Es un don.

El silencio se hizo de nuevo, como la luna y el sol, ambos adolescentes mantenían la tensa paz entre ellos. Momo porque perdió la oportunidad de preguntar sobre su relación con la castaña y él por no querer que le pregunten sobre ello.

Izuku tenía en mente pasar unas cuantas horas allí, echado con su celular y volver a su habitación antes de las cuatro, pero ahora tenía que tomar rápidamente su café, a pesar de que quemara su lengua, e irse de allí.

—Midoriya-san, yo quiero sab-.

—¿Es sobre por qué me he alejado de Uraraka y mi relación con Kacchan a empeorado? —Suspiró, tal vez contarle un poco podía ayudarle a dejar de pensar en que es un perdedor más.

—Cómo sabes qué yo-. —El peliverde la interrumpió.

—No parecías tener interés en mí hasta el día de hoy. —Agachó los hombros—. Si lo piensas bien, es lo único por lo que preguntarías si se trata de mi vida personal.

¿Desde cuando Izuku era tan serio y sarcástico? Habían preguntas que Momo no podía responder por sí sola. Algo había en él que parecía fuera de lugar, como si esa actitud sea las consecuencias de su furtiva molestia hacia el tema de Bakugo y Uraraka.

—Si no quieres hablar de eso, me disculpo. —Se sentía mal al tratar de investigar en un asunto que no le correspondía.

—Ah. —Suspiró agotado—. Disculpa, Yaoyorozu-san. —Frunció el ceño, hablar del tema generaba cierta tristeza que se convertía en amargura, la cual desquitaba con su acompañante—. Eres la vicepresidenta, es obvia tu preocupación por los problemas internos de la clase.

—No, yo lo siento. —Dio un sorbo a su vaso de té—. Son temas en los que no debería meter mi nariz; sin embargo, aún me causa curiosidad que-.

—Estás volviendo a meter tu nariz. —Bromeó, riéndose de su propio chiste.

Momo frunció el ceño e infló las mejillas. Él se estaba burlando de ella, jugando con su curiosidad de saber que pasó. Eso no iba a quedarse así, algún día buscaría devolverle la jugada.

—Perdón, perdón. —Su sonrisa se ampliaba más, cosa que no hacía desde... Bueno, desde aquel día—. ¿Quieres que te cuente?

—Así evitarías que te acuse con Aizawa-sensei por haber estado fuera de tu habitación en el toque de queda.

—Tú también estás incumpliendo.

—¿Y a quién creerá? —Inflando el pecho, Momo dejó callado a Izuku.

—Hazme acordar que no debo burlarme de ti de nuevo. —Esta vez ambos rieron.

Callaron al instante, recordando la situación en la que estaban. No querían ser descubriertos incumpliendo la ley de Aizawa. Bebieron un poco más de sus respectivas bebidas. La sensación de comodidad, la cual Izuku había perdido hace poco al estar cerca de Uraraka, en el ambiente era sorprendente, hace unos minutos no existía confianza alguna entre ellos, pero ahora, debido a la soledad de Izuku y a la curiosidad de Momo, sentían que podían compartir más razas de té y café si la situación lo ameritaba.

Era raro, en pocas palabras, literalmente, ya habían congeniado, hasta compartían el mismo sentido del humor.

—Son las dos y media. —La pelinegra miró el reloj de la sala.

—Lo sé. —Cerró los ojos—. Eres la primera persona a la que le voy a decir esto. —Soltó de repente, a lo que ella quedó en silencio —. Así que promete que no le vas a contar a nadie sobre esto.

Deku posicionó la mirada en un punto muerto de la habitación, era como si no fuera consciente de que estaba perdido en el pequeño espacio. Momo, viéndolo de perfil, entendió que Midoriya no estaba bien, ya sea por las notorias ojeras o por la expresión de dolor que emitía, ¿que había pasado con la castaña y Bakugo para que Izuku esté tan melancólico?

—Te lo prometo. —Puso la mano en el pecho.

Sin tenerlo previsto, Izuku volteó a verla, conectando las miradas. Entonces, una nueva incógnita apareció en la cabeza de Momo: ¿como pueden brillar tanto sus ojos verdes ante la inmensa tristeza que siente?

—Me declaré a Uraraka y no terminó bien que digamos.

—Oh, lo sien-. —No alcanzó a terminar.

—Si vas a darme tu pena, será mejor que olvidemos que-.

—Continúa, Midoriya. —Ella entendió rápidamente porque era la primera en saberlo. Después de todo, era la más lista del salón.

Si él se lo contaba a alguien, lo más seguro es que hubieran terminado por consolarlo, dándole la mirada de lástima que ella dio en primera instancia y pidiendo perdón por algo que no había hecho. Entendía a Izuku de cierta forma, él solo quería contarle esto a alguien sin tener que lidiar con la lástima ajena.

—Me dijo que estaba saliendo con Kacchan desde hace un par de meses. —Apretó los puños, mientras evitaba las ganas de aventar la taza a la pared—. Y no me dijo nada porque quería mantenerlo en secreto.

Mordía sus labios. No quería llorar, ya que fue su culpa al ver algo que no era, al darse esperanzas por algo muy remoto.

—Midoriya... —Ella no se permitía hablar. En su vida de millonaria jamás tuvo que lidiar con alguien en estas circunstancias, por lo que decidió seguir callada, a pesar de tener miles de cosas por decir.

—Soy solo un idiota que confundió la amistad con el amor. —Sus manos cubrieron su rostro con desesperación—. Y por esa mierda perdí a mi mejor amiga.

El lamento fue interrumpido las manos de Yaoyorozu, que acariciaban las brazos del chico, evitando que estos sigan presionando con fuerza su cabeza. Los masajes que proporcionaba era el mejor método anti estrés que Izuku haya experimentado. Si por él fuera, pagaría por esos servicios que solo Momo podía dar.

—¿Quieres que te diga lo que pienso? —Se acomodó cerca de él.

—Por ahora no, so-solo sigue tocándome. —Pequeñas lágrimas cayeron en sus pantalones.

Izuku quería ser escuchado, Momo lo tenía en mente, pero también, necesitaba que alguien estuviese a su lado. Entendía parcialmente su situación, ya que ella pasó por algo similar hace ya varios meses, solo que no era como Izuku: alguien valiente que no calló sus sentimientos.

Los minutos pasaron y parecía que Izuku se había calmado, soltando gran parte de la carga sentimental que tenía. Deshizo el contacto con Momo, ya había aprovechado mucho de la amabilidad de la vicepresidenta.

—Gracias por escucharme, Yaoyorozu-san. —Se levantó del sillón, tomando la taza de ella para llevarla a la cocina—. Yo lavaré tu taza y me quedaré a tomar un poco más de café. Puedes irte a descansar tranquila.

—No tienes que agradecerme por nada, Midoriya-san. —Sonrió—. Buenas noches, descansa bien.

—Haré lo que pueda. —Devolvió el gesto—. Nos vemos luego.

Ella se detuvo al oír las últimas palabras de Deku, aunque sacudió su cabeza pensando en lo tonta que era al malinterpretar las anteriores palabras.

—Sí, nos vemos luego.

Me pasó algo bien crazy: pensé que había dejado de escribir durante una semana, así que me puse a revisar que historia actualizo primero y me di con la sorpresa de que hace solo dos días que no actualizo..

En pocas palabras, yo preocupándome como un loco por no escribir, siendo que ni habían pasado 72 horas desde el último capítulo.

Pero bueno, cosas de la vida...

Si llegaron hasta aquí, quiero pedirles que si sienten que algo falta a esta historia, escribanlo con todo el derecho en los comentarios. Así me dan ideas y ayudan a escribir más rápido.

Sin más que decir...

Soy DekuSama y muchas gracias.

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