Esperanza
Uno piensa que ser héroe es lo más genial del mundo: fama, dinero y una buena reputación a donde sea que vayas. Sin embargo, Izuku nunca pensó igual, menos ahora cuando hay algo que lo atormenta desde hace dos meses y, aun así, no se le permite dejar de sonreír a la hora de realizar el entrenamiento de rescate.
—¡Midoriya-san, delante tuyo!
Aunque, no podía evitar divagar por varios lapsos de tiempos sobre sus acciones pasadas. En un momento como este, lo anterior le jugó una mala pasada: chocar con un muro de concreto mientras cargaba un muñeco, el cual era un supuesto niño que debía ser rescatado, generando que este se partiera en cientos de pedazos e Izuku quedara tendido en el suelo.
—¡Midoriya, ven aquí en este preciso momento! —El grito de Aizawa no se hizo esperar. No era difícil pensar que estaba molesto con Izuku, ya que desde los últimos meses el peliverde se había vuelto el motivo principal de los gritos de Eraser Head.
—A-aún puedo seguir. —Se excusó.
—Y yo digo que no. —Sentenció, usando sus vendas para atraparlo y llevarlo a los asientos de la sala de entrenamiento.
Izuku, ahora sentado, comenzó a maldecir a Aizawa, quien se encontraba en frente suyo. Aunque después se arrepintió, él más que nadie sabía que la estaba jodiendo, y mucho, dejó que sus sentimientos afectaran su rendimiento como héroe en entrenamiento, ¿pero quien podía culparlo? Es un hombre con el corazón y alma echa a pedazos, un chico inexperto en conllevar aquellos sentimientos, alguien que calló todo el dolor que sintió de niño y ahora de adolescente. No podía contarle, o bueno, no tenía la suficiente confianza en sí mismo para hablar sobre ello a un adulto o a sus amigos de como se siente.
Suspiró cansado y llevó su rostro a sus piernas, escondiendo su tristeza del mundo.
—¡Yaoyorozu-san! —La voz de Midnight espantó a la mayoría del grupo reunido.
Y no era para menos, la mencionada había provocado un accidente en el área de rescate: caminó cerca de los vidrios incrustados en la pared, generando que se cortara gran parte del brazo y mano izquierda. Esta acción, a parte de darle un gran dolor a la chica, generó la preocupación y molestia de Aizawa, quien vio que la culpa la tenía solo Momo por estar distraída.
—¡Yaoyorozu, siéntate! —Bramó iracundo—. ¡Ya! —Activó su Quirk, poniendo sus ojos al rojo vivo.
Esta solo agachó la mirada, mientras apretaba su brazo afectado la cual estaba vendada, cortesía de Aizawa-sensei y su rápida reacción. El dolor cambió por molestia e incomodidad al ver la mirada seria de Izuku, quien también estaba sentado en el lugar donde el profesor la mandó.
—¡¿Qué esperas para sentarte?!
Volvió a gritar, apurando a Momo. Y eso no terminó ahí, ya que el hombre mayor se puso delante de los jóvenes con los brazos cruzados y el ceño fruncido.
—¡Midoriya, es la cuarta vez que pasa esto! ¡Maldita sea, la cuarta vez esta semana! —Todos detuvieron lo que hacían al escuchar los gritos—. ¿¡Y qué es eso de seguir visitando en secreto a Recovery Girl?! ¡Ella no es tu enfermera personal, joder! —Mordía sus labios para no decir ninguna grosería—. ¡Incluso me han contado que sigues sobreesforzándote en tus entrenamientos nocturnos! ¡Sí, sé que te escapas para entrenar en la playa, ¿crees que no me daría cuenta? ¿Me ves la cara de imbecil?! —Midnight se acercó a detener al hombre, sin embargo, este no le hizo caso—. ¡Tú no te quedas atrás, Yaoyorozu! ¡Eras la mejor académicamente y podría decir que la mente más brillante de los estudiantes de la UA, ¿qué pasó?! ¡Tus notas han bajado de forma drástica, hasta en el examen de Inglés fuiste superada por Kaminari! —Por alguna razón, el de Quirk eléctrico se sintió ofendido—. ¡Fallas en las pruebas prácticas por mucho y ahora te lástimas por un descuido infantil! ¡¿En serio?! ¡Los dos tienen potencial para ser los mejores héroes y lo desperdician de esa forma, especialmente tú, Midoriya. Si siguen de esa forma, lo que haré será expulsarlos y si el director se niega a hacerlo, haré que lo que queda de su estancia aquí sea lo más cercano a un infierno!
—Lo que quiere decir Aizawa es que ambos están castigados. —Intervino Midnight, apaciguando las llamas del pelinegro.
—¡¿Y ustedes que miran?! —Todos los que observaban la escena volvieron a sus actividades—. Yaoyorozu, ve a la enfermería, luego te reunirás con Midoriya para ordenar las cajas en el almacén de primer año.
—Ese será su castigo. —Completó Nerumi—. Pueden retirarse.
Ambos hicieron caso a la primera, no querían soportar otro griterío por parte de Aizawa, que era la primera vez que gritaba de esa manera tan feroz. No era para menos, desde hace tiempo esos dos lo sacaron de sus casillas, empezando desde las reuniones nocturnas hasta las actitudes indisciplinarias.
—¿Crees que logren enmendar sus diferencias?
La mujer también se dio cuenta de la tensión que existía entre Izuku y Momo, más bien, ¿quién, hasta ahora, no percibía la mala vibra que había entre ellos?
—No lo sé. —Respondió Aizawa—. Aún son muy jóvenes para saber como amar o, bueno, lo olvidaron.
—Entonces, ¿que pasará? —Midnight volvió a preguntar.
—Tú eres más experta que yo en estos temas. —Alzó los hombros—. Dependerá de ellos.
—Solo espero que esto no influya más de forma negativa en su desempeño académico.
—No te preocupes, no lo hará. —Se despidió de la mujer con una mirada seria.
—Pásame eso.
Realizando el encargo de Aizawa, Izuku cargaba dos cajas para ponerlas en los estantes del gran almacén.
—No necesito tu ayuda. —Respondió Momo, tratando de colocar algunos objetos en las partes más altas.
—Como quieras. —No insistió más.
La relación de Izuku y Momo era lo que los matemáticos llaman asíntota. Tan cerca, pero no pueden llegar a la meta de tocarse como antes. Ni siquiera se atrevían a dirigirse la mirada.
El silencio duró hasta que el celular del pecoso empezó a vibrar. Sin duda alguna respondió, siendo escuchado por Momo, que a pesar de querer hacerlo o quererlo, siempre tenía un ojo puesto sobre él.
—¿Uraraka? —Saludó a su forma—. Sí, no te preocupes... Estoy bien.
Yaoyorozu apretó la mandíbula. Se encontraba ordenando lo que faltaba, mientras aguantaba las ganas de arrebatarle el celular y romperlo en miles de pedazos. Aunque reaccionó a tiempo con el pensamiento de que él ya no debería causarle alguna emoción, lo de ellos había terminado hace meses y esas clases de celos no podían mostrarse. Lo mejor era ignorar, fingir que el pasado no le afectaba.
—Iré, te veo el sábado. —Sin embargo, una cosa es pensar y otra es realizarlo—. Adiós.
Cuando cortó, no hizo otro sonido que el bufido que soltó. Tronó sus dedos y cuello para continuar con el trabajo. De pronto, un pequeño escalofrío recorrió la espalda de Izuku. Volteó a ver, disimuladamente, a Momo, quien no despegaba la mirada sobre él, parecía enojada y con ganas de romperle la cara. Deku la conocía bien, ella no se molestaba así por así, algo la había incomodado en sus acciones y no se dio cuenta.
—¿Algún problema?
—Nada. —Rodó los ojos—. Solo pensaba en lo feliz que eras con Uraraka.
—Es una buena amiga. —Levantó otra caja.
Volvieron a callar, Momo no soportaba hablar sobre Ochako, la persona que destrozó todas sus ilusiones con Midoriya.
—Se nota que te llevas demasiado bien con ella. —Ahí iba de nuevo, haciendo caso a la estupidez.
—Uraraka es mi mejor amiga. —E Izuku era igual. Los dos buscaban herirse de la forma más cobarde posible. Una con su orgullo y el otro con su inexpresiva indiferencia.
—¿Acaso olvidaste que ella prefirió a Bakugo en vez de a ti?
—Nos reconciliamos hablando y entendiendo los sentimientos de cada uno. —Suspiró cansado, quería irse de allí.
—No sabía que los amigos se besan. —Comenzó a ordenar las herramientas del departamento de apoyo.
—Y también follan, ¿acaso lo olvidaste?
Izuku movió a tiempo su cabeza para poder evitar el destornillador volador que tenía la suficiente velocidad y fuerza para poder estar incrustado en su frente. Momo bufó molesta, a la vez que le dedicaba mil y un palabras soeces al peliverde, las cuales paralizarían a cualquiera que las escuchase.
—Eres la más inteligente del salón, sé que sabes que eso pudo haberme matado.
—Ya sabes lo que dicen: hierba mala nunca muere.
Ambos sonrieron, aguantando las risas, como si olvidaran que hay una gran pelea entre ellos. Pasaron pocos segundos hasta darse cuenta de la situación y desviar las miradas, olvidándose del sentimiento hogareño que sentían al estar juntos.
Izuku permaneció en trance, recordando los momentos que pasó al lado de Yaoyorozu, escenas gratificantes y caricias estimulantes llegaron a su cabeza. No podía negar que la extrañaba, que hacía falta en su vida. Entonces, sacudió la cabeza, tenía que cumplir lo que había prometido en aquel momento, donde las olas querían arrastrarlo al fondo del mar y el clima ayudaba en el cometido, tenía que superar ese sentimiento que lo ataba a Momo. Lo estaba haciendo bien evitandola a cualquier costo, por eso maldijo a Aizawa y a sus siete generaciones anteriores por juntarlo con la persona que menos quiere ver.
Por otro lado, Momo aumentó la velocidad con la que trabajaba, tenía que salir de allí cuanto antes, sino, caería bajo los efectos del perfume y calor de Izuku. Adoraba estar a su lado, más bien, lo necesitaba, pero el dolor que aún sentía no era para menos, pasó noches llorando y días donde no sabía si ir a clases ya que vería de nuevo a Izuku. Tenía resentimiento, mucho, como cualquier persona normal y eso apoderó su actuar con Midoriya, al cual solo le mostraba desprecio.
—Ya acabé. —Dijo, antes de limpiar el sudor en su frente—. Te dejo el resto de trabajo, Midoriya.
Se dio la vuelta para caminar hacia la puerta e irse finalmente. Aunque, una parte de Momo rogaba por ser detenida por Izuku, por no dejar las cosas ahí y volver a la relación de antes. Cuando ya estaba por salir, echó esa idea a la basura, pensar en él de esa manera era llegar a la punta de la estupidez.
—Yaoyorozu. —La llamó con una voz tranquila.
Esta se volteó de inmediato, con una mirada brillante y llena de júbilo, ¿acaso iba a pasar... Y por qué se emocionaba?
—Te faltan esas cajas. —Señaló el rincón de la habitación—. No seas floja y hazlo.
—Idiota.
Infló más las mejillas. Esto fue escuchado por Izuku, quien evitó soltar una gran carcajada, volviendo a su actitud seria. Ambos estaban concentrados en lo suyo, por lo que lo se dieron cuenta de lo que venía.
Sin precedente alguno, otra lluvia invernal sometió a toda la ciudad a que los habitantes se resguardaran en sus hogares. Lástima para ellos que estaban castigados. Para Izuku, algo malo iba a pasar, tenía ese presentimiento, ¿sería porque casi muere una vez a causa de ella? No lo tenía bien en claro, pero, a pesar de aceptar que se acostumbró a esas sensaciones al despertar, se sentía diferente. Observó a Momo con discreción, aunque pasó poco para olvidarse de ella y convencerse que no era su problema.
—¡Ah! —Un relámpago hizo de las suyas, sacudiendo el lugar por el estrepitoso sonido emitido. Esto causó que Momo gritara y temblara del susto.
—¿Estás... —No completó su pregunta, no valía la pena meterse en los asuntos de ella de nuevo.
Aunque la idea le duró poco, ya que otro relámpago hizo que Momo tropezara con un estante, el mismo lugar donde todos los instrumentos de construcción estaban colocados. Antes de que Izuku se diera cuenta, comenzó a correr hacia ella, después de todo, era un héroe dentro y fuera de la academia.
—¡Cuidado, Momo! —Saltó hacia ella, cubriéndola con su cuerpo.
Las herramientas cayeron desde lo alto: clavos, serruchos, incluso un par de martillos impactaron contra la espalda y cabeza de Izuku, quien cerró los ojos, aguantando el dolor.
—¿Mido-, Izuku? —Por primera vez en mucho tiempo, ambos pares de ojos se habían encontrado, no de una forma natural, sino, forzada después del accidente provocada por ella—. ¿E-estás bien?
No respondió, solo se conformó con verla, observar su rostro y cada parte de ello. No podía dejar pasar esa oportunidad de tenerla cerca, por más que juró odiarla hasta olvidarla, el amor que todavía sentía por ella no era un juego de niños. Seguía enamorado de Yaoyorozu y no podía negarlo.
Otro relámpago sacudió el lugar, provocando otro salto y pequeño grito de Momo, quien de forma inconsciente, se pegó más a Izuku. Este pasó a inspeccionarla con la mirada, nada de ella había cambiado, ni siquiera, la marca de sus dientes caninos en el cuello de ella. Tragó grueso, si continuaba caería de nuevo; sin embargo, algo llamó su atención: la gran cicatriz reciente en su brazo.
—¿Q-qué ha-haces? —Preguntó tímidamente cuando Midoriya tomó su brazo con esa fea marca producida por un descuido estúpido de ella.
—Nada. —Empezó a acariciarla, como si se tratase de la más fina muñeca de porcelana. Además de darle pequeños masajes, esos que daba en aquellas noches donde lo demás no importaba u solo eran ellos.
Por su lado, Momo comenzó a dejarse llevar, deseaba que ese momento fuera eterno y si no lo era, jamás haberse separado del chico, a pesar si sufría más de lo que debía en el intento. Sacudió la cabeza, no le traería nada bueno si seguía así, pero...
—Tu mano. —No evitó darse cuenta que la mano, con la que Izuku la acariciaba, tenía nuevas marcas en ellas. Cicatrices que no estaba allí cuando ella dio por terminado su cuasi relación.
—¿Mi mano? —Se dio cuenta del detalle, así que se separó, mas no contó con que Momo la tomara.
Ahora era el turno de ella de admirarlo. Hizo que se arrodillase frente a ella, para poder estar más cómodos. Acarició las nuevas líneas, que venían desde la muñeca hasta la punta de los dedos. Entonces, captó su atención el dedo pulgar de Izuku, la cual era diferente a las demás.
—¿Có-cómo t-te hiciste eso? —Preguntó más preocupada que aterrada.
—Ni yo lo sé. —Susurró avergonzado, ya que la persona que más quería empezó a recorrer con sus manos la gruesa línea que terminaba en el cuello del peliverde—. Detengamos esto. —Ni él mismo estaba seguro de querer cumplir su orden.
Momo no hizo caso, más bien, empezó a darle pequeños besos: desde el dedo pulgar, pasando a la muñeca, llegar al antebrazo y terminar en el cuello.
—Lo causé yo. —Era más una afirmación que una pregunta, la cual Izuku trató de negar, pero no pudo al ver los ojos negros de Momo. Suspiró, pasando a acariciar su mejilla.
—No, yo lo causé. —Momo sabía que mentía. Aunque tampoco pudo refutar algo.
Todo era perfecto en ese momento. El amor era fuerte en ambos, tanto así que el orgullo fue dejado de lado con el resentimiento guardado por meses.
—¿Izuku?
Sin embargo, cada acción conlleva una reacción: uno de los martillos estrelló en su cabeza, logrando abrir una herida y que toda la cabeza del chico quedara inundada de sangre.
—Estás sangrando. —Ninguno de los dos se dio cuenta de ese no tan pequeño detalle, solo Momo cuando pequeñas gotas de sangre cayeron sobre ella.
Izuku reaccionó rápidamente, volvió a sí mismo. Se apartó de la pelinegra dando varios pasos hacia atrás.
—Vamos a la enfermería. —Intentó tocar su brazo.
—Yo iré, tú quédate. —Apartó la mirada.
—No p-puedes ir-. —Fue silenciada.
—¿Lo recuerdas, Yaoyorozu? —Volvió a su actitud fría, la cual había desaparecido hace poco—. No quieres saber nada de mí y por mi parte estoy en las mismas.
¿Cómo era posible que Izuku la tratara así luego de casi volver a besarla? Tal vez era solo un delirio de su cabeza afectada por el golpe. El hombre tambaleó un poco, pero se sostuvo como pudo.
—Me voy.
Él caminó ante la atenta mirada de Momo, quien apretaba los puños en busca de consuelo. Ambos tomaron una decisión y tenían que seguirla, ya no querían seguir siendo lastimados.
Otro relámpago resonó en la ciudad. Momo saltó y gritó en su mismo sitio, ganas de llorar sobraban, pero por mero orgullo no lo permitiría. Volteó a ver a Izuku, quiso despedirse, ya que este sería el último adiós que, probablemente, se darían durante mucho tiempo. Entonces, notó algo extraño en su andar, más bien, todo él era extraño.
Recordó la vez donde volvió de la playa todo mojado. Aquella vez coincidía con esta, ya que la lluvia no daba tregua alguna. Otro trueno sonó, que conllevó a que Yaoyorozu se diera cuenta de su estupidez.
—¡Espera! —Gritó, corriendo hacia él.
Midoriya parecía estar perdido, era como si se moviera porque sí. No tenía sentido ninguna de sus pisadas, ni siquiera el tambaleo extremo de izquierda a derecha de sus hombros. Para alguien como Momo, quien conocía hasta lo más íntimo de Izuku, no dejaría pasar estos detalles.
Aquella vez le había fallado, ¿existiría una segunda? Para eso debía olvidar su corazón roto e ir a su auxilio.
—¡Izuku!
Aunque él creyera con todas sus fuerzas que aquella heroina que tanto anhelaba había desparecido de su vida. Momo reaccionó a tiempo, arrastrándose con las rodillas, evitó que la cara de él se estampara contra el césped.
—¡¿Cómo está Deku-kun?! —Una Uraraka nerviosa entró a la enfermería de la UA. Aunque se ganó un golpe en la cabeza de parte del bastón de Recovery Girl—. Lo siento. —Susurró un poco avergonzada.
—Se ha desmayado producto de un golpe en la cabeza. —Frunció el ceño, ese chico siempre le causaba problemas—. Además, parece que tiene hipotermia, esto es preocupante, ya que es la misma temperatura de aquella vez. —Entonces, ambas recordaron la ocasión donde Izuku desapareció todo el día y volvió en la noche con todo el cuerpo empapado. Ese día Izuku mostró una actitud muy diferente a lo habitual, era obvio que la pelea con Yaoyorozu lo afectó mucho..
Hablando de ella, Uraraka se dio cuenta de su presencia. Momo estaba sentada al lado de la camilla, ambas se miraron con la expresión más seria que pudieron formar.
—¿Qué pasó con Deku-kun? —Preguntó. Sabía que ella era la responsable de que Izuku quedara así.
—Le cayó un martillo en la cabeza. —Respondió con simpleza.
—¿Como así?
La pregunta hizo que Momo desviara la mirada y chistara con la lengua, no le agradaba el tono con el que hablaba.
—¡Yaoyorozu! —Gritó, siendo golpeado de nuevo por Recovery Girl, la cual había agarrado de la manga a Uraraka.
—Señorita, le recomiendo que seas un poco paciente con ella. —Susurró, dándole otro golpe.
—¡Auh! —Sobó su cabeza.
—Vino cargando a Midoriya en su espalda, rogándome con salvar su vida. —Rio un poco—. Hasta casi se arrodilla por aquello.
Uraraka volvió a verla, notando las rodillas raspadas y el rastro de llanto que había en el rostro de Momo.
—¿Estás segura que no quieres que te cure esos feos raspones? —La doctora también la miró.
—No... Creo que tengo que irme. —Viendo que Ochako llegó, no tenía más que hacer allí, su presencia ya no era necesaria.
Se paró, viendo por última vez el rostro del peliverde, quien dormía intranquilo en la camilla. Cerró los ojos, debía dejarlo ir. Ya eligió sus cartas y en ellas no estaba Izuku.
En cambio, Uraraka mantenía su expresión firme y seria. Podía tomar esa oportunidad para volver a enamorar a Izuku, pero... No era justo, ella causó todo este desastre entre los antes amantes. Sin pensarlo dos veces, detuvo el andar de la pelinegra con la mano, ante la atenta mirada de Recovery y los ojos llorosos de Momo, quien no pudo aguantar más.
—Necesitamos hablar. —La llevó afuera—. Y esta será tu última oportunidad.
Lo que una vez destruyó, quería reconstruirlo. Solo que... No dependía de ella.
Antes que nada, la canción que utilizo en esta parte fue gracias a Dashcode10, quien me inspiró, de alguna manera, a escribir esto xd.
Bueno, ustedes deciden al final: Momo permite que le cuente o no.
Recuerden, su decisión generará que se desarrolle el final de esto, que es el próximo cap. Y sí, solo haré un final, ya que quiero acabar esto xd.
Quiero agradecer a todos lo que me siguen y leen esta historia, en serio. Muchos sabrán que tenía otra cuenta, la cual por mucho tiempo se quedó estancada. Era un poco penoso para mí, por lo cual decidí abrir esta otra. Lo que logré allí durante 4 años, lo logre aquí en menos de dos meses. Esto me hizo emocionar demasiado, también que me diera cuenta que tomé una de las mejores decisiones de mi vida y preguntar a mí mismo si lo merezco. Estoy muy agradecido, lo repito y lo volveré a repetir hasta que sepan que lograron que retomara mi sueño de tener un libro mío en físico. Muchas gracias.
Dejando lo sentimental de lado, quiero contar una curiosidad: la escena donde Izuku y Momo ven sus cicatrices iba a ser la introducción de la historia de Izuku y Kendo, pero cuando estaba escribiendo esto, me di cuenta que encajaba bien esta escena con las situaciones pasadas xdxdxd. Así que, lo poco que tenía de Izuku x Kendo se transformó en nada.
Por último, quiero hacer un par de preguntas:
—¿Qué es lo que les molesta de los fics o historias de bnha? En lo personal, me da cringe que pongan emojis o emoticones... No sé, pero son las únicas historias que digo que no valen la pena.
Antes de que me digan algo, es mi opinión xdxd. No digo que no lean esas historias, solo doy mi ejemplo xdxd.
Hay otra cosa que, en verdad no me molesta, pero me descoloca mucho: es cuando Izuku suelta toda la información de repente ante una persona que recién conoció o que agarró "confianza" rápido.
—A los escritores, ¿qué historia o quien los inspiró a escribir historias de bnha? En mi caso, no lo diré xdxd. Pero hubo una persona que me gustó su narración y ortografía. Al leerlo, me dije a mí mismo que también podía hacerlo y pum, estoy acá.
Sin más que decir...
Soy DekuSama y muchas gracias por leer.
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