Capítulo 4

El silencio es incómodo, nunca me gustó acercarme a la fogata, pues estaba en un lugar libre, demasiado para mi gusto.

-- Hola -- digo con nervios, logrando que me voz salga seria.

-- Son de quienes te hablé -- me dice emocionado jalando mi mano.

-- ¿Sí? -- le pregunto cuando lo veo sonreírles -- ¿Y quienes son tus nuevos amigos? -- pregunto burlona, conociendo a mi pequeño hijo, ni siquiera preguntó sus nombres.

-- Ellos son... Son... ¿Como se llaman ustedes? -- dice después de dudar en su habla, que hace que suelte una carcajada al aire.

Está entre mis piernas con su cabeza apoyada en mi hombro, mientras acaricio su cabello oscuro. Su gorra está entre sus manos, sabe que cada que estoy con él adoro tocar esa cabellera azabache.

-- Soy Sarten -- dice el moreno.

-- Newt -- habla el rubio. No cambió nada desde hace tres años, sigue teniendo la misma cara de niño.

-- Soy Lee -- fruncí el ceño por sus palabras, ese no era su nombre.

¿A qué estaba jugando?

Entonces algo hizo click en mi cabeza.

Si decía su nombre, Kyong lo sabría de inmediato. ¿Cómo decirle a tu hijo de cinco años que el chico frente suyo era su padre? Además, él no nos recuerda, a ninguno de los dos.

Lo más seguro es que crea que no seamos confiables como para decir su nombre.

Pero en ese caso por qué Newt y Sarten se presentaron como es. Además un ambiente curioso se sentía. ¿Qué les dijiste, hijo?

Lo miré por unos segundos analizando sus gestos. Y él me devolvió la mirada al sentir mis ojos sobre su cuerpo.

Parecía escanear mi rostro cada segundo que pasaba, y yo hacia lo mismo.

¡Demonios quería besarlo!. Estos años a cambiado sus rasgos, son más maduros y finos.

¿¡Todo eso era mío!? Bueno... Aún no puedo reclamarlo como correctamente mío de nuevo hasta que recuerde o le haga recordar quienes somos

Tenía que hablar con él, urgentemente.

-- Vamos, Kyong, es hora de dormir --  hablé poniéndome de pie. No quería seguir entre este tira y afloje de nuestras miradas.

-- Jo~ que mala -- me dijo formando un puchero, se veía que aún queria estar en la fogata.

Pero no dejé que esa suplica me ablandara y lo tomé en brazos escuchando como agitaba su mano alegre mientras decía feliz los nombres de los chicos.

¿Ya lo sabes, Minho?.

Me dirijo a nuestra carpa, entro y coloco en el suelo a Kyong viendo cómo corre directo a la cama después de quitarse los zapatos.

-- Mamá... ¿Puedes contarme de nuevo la historia de como se conocieron tú y papá? --

-- ¿De nuevo? --

-- solo quiero escucharla... Me gusta imaginar como comenzó su historia juntos -- le sonrío conmovida por sus palabras.

-- Verás... Cuando era niña, mi madre me entregó a C.R.U.E.L, decía que ahí estaría más segura que con ella. No pude hacer nada para evitarlo -- empiezo con mi historia -- me metieron a un vagón de tren junto con otro grupo grande de niños. Ahí ví a varios niños que llamaron mi atención, había dos que nunca se separaban, eran rubios -- antes de seguir con mi historia, mi pequeño hijo me interrumpe.

-- ¡Esa es la tía Sonya! -- suelto una carcajada por su entusiasmo, sí, se sabe de memoria mis palabras.

-- Exacto, y el otro era su hermano --

-- ¿Dónde crees que este? La he visto sola todo este tiempo --

Me quedo callada ante su pregunta, Sonya no sabe que yo la conocí cuando eramos mas pequeñas, a ella y a su hermano.

Pero recordarse era asunto de ellos dos. Porque estaban más cerca de lo que creían.

-- No lo sé... -- silencio por unos segundos más para continuar con mis palabras -- yo seguí viendo al rededor, pasé por un niño castaño y me encontré con una mirada sobre mí. Ahora yo lo veía a él, pero él ya me veía desde hace rato. Sus ojos eran rasgados y el cabello lo tenía tan negro que se mezclaba con la pared del vagón -- una sonrisa atravesó mi rostro de lado a lado -- dejé de verlo para cerrar los ojos tratando de descansar... Pero durante todo ese rato sentí sus ojos sobre mí --

-- ¿Y luego se casaron? -- una carcajada fue arrancada del fondo de mi garganta.

-- Nunca me casé con él, pero te tuvimos a tí, y ese es un lazo más fuerte que el matrimonio. Yo quería que nacieras y él también, era el más emocionado de echo. Y Aunque admito que yo tenía un poco de miedo, cuando te sostuve en mis brazos todo miedo y dudas se disiparon -- beso su nariz de forma cariñosa haciendo que su risa se escuche.

-- Te amo mucho, mamá -- me llena de besos la mejilla para después acostarse rápidamente con las mantas hasta la boca -- buenas noches --

-- Buenas noches, cariño -- le doy un último beso en la frente para dejarlo descansar, sabe que necesito hacer cosas antes de dormir.

Me dirijo a un cajón que hay en nuestra “habitación” y saco un libro de ahí, repasando las hojas, tardando poco en encontrar lo que buscaba.

Observo la foto entre mis manos con detenimiento, cuidando de no pasarme ningun detalle.

Minho había cambiado mucho, demasiado si me permito.

Pero seguía siendo el mismo, su escencia, sus gestos, su olor, sus ojos, y sigo completamente segura que esa actitud vanidosa y sarcástica sigue igual.

Seguía siendo Mi Minho.

Sonrío con suficiencia al ver a todos los demás en esa foto. Winston, Sarten, Gally, Thomas, Chuck, Sonya, Newt, Aris, Harriet... Minho, yo.

Éramos unos mocosos apenas, pero lo suficiente inteligentes para colarnos todos y tomarnos esa foto juntos.

Cada quien debía tener una copia, pero C.R.U.E.L se las arrebató antes de perder la memoria.

Eso me entristecía algo, significa que la única que queda es está que tengo en las manos, así que la cuido con todo lo que tengo.

Salgo de la carpa, viendo a medias el paisaje del cielo.

Debo encontrar a Vince.

-- ¿No pudiste mandarme con otros menos neandertales? -- le digo cuando por fin lo encuentro.

-- ¿Eso acaso es una palabra? -- ataca con otra pregunta el hombre rubio haciéndome rodar los ojos.

-- Están bien entenados pero les falta... -- muevo mis manos tratando de dar una explicación -- experiencia... Debes hacer que no le  tengan miedo a los crancks --

Me mira con diversión sabiendo que mi paciencia tiene un límite.

Pero de pronto se pone serio, y parece que quiere hacerme una pregunta.

-- Oye... --

-- Suéltalo -- le exijo al ver tantas dudas.

-- ¿Qué opinas de los nuevos?... Te ví en la fogata con ellos -- todavía no confía en ellos por lo que veo.

-- Fue Kyong -- suelto un suspiro ante sus palabras, tengo que decirle ahora -- es su padre -- se sorprendió por mis palabras, sobre todo por ser tan directa -- el asiático que viene con ellos es su papá -- parece querer decir algo pero simplemente sus palabras no salen de su boca.

-- ¿Cómo? -- dice al fin después de segundos de silencio.

-- ¿Quieres que te diga cómo... -- lo miro burlona dispuesta a contarle -- verás, lo amo mucho, y quería que fuera todo mío asi que me lo co... -- la mano de Vince me detiene de seguir hablando.

-- Eso no idiota -- me alega completamente rojo.

Una risa se me escapa pero es interrumpida por su mano.

-- Pero sabes que escaparon de C.R.U.E.L, no recuerda nada --

-- Entonces hazlo recordar -- lo miro a los ojos por sus palabras.

Antes no estaba segura de que hacerlo recordar fuera lo correcto, quería que lo hiciera por él mismo, pero si me quedo a esperar tal vez nunca lo haga.

-- Sí que necesitaba tus consejos, viejo -- le sonrío comenzando a caminar de regreso a con mi pequeño.

Llego a su lado y lo veo dormir tranquilamente. Su respiración sube y baja lento y yo solo puedo acariciar su cabello.

Suspiro con mi vista puesta en la entrada de la carpa.

Minho, mañana te lo diré, no me importa lo que pienses de mí, tengo que decírtelo, porque si no, no podré seguir con esta angustia en mi pecho. Resistí por tres años no verte ni tocarte. No pasaré ni un día más sin hacerlo.

Me recuesto al lado de Kyong abrazando su cuerpo al mío.

Y lo único que pienso antes de caer rendida, es cómo se lo tomara él cuando le diga que Minho es su papá.

El tiempo pasa con rapidez y de nuevo, el sol se encuentra saludando a todos entre las montañas que se ven a la lejanía.

Unas manos me levantan de mi sueño y varios besos en la frente los siento.

-- Minho... -- susurro entre sueños.

-- ¡Mamá! -- me levanto sobresaltada por su grito -- ¡No soy papá! --

Me carcajeo por su puchero en los labios.

Eso pasaba más seguido de lo que quería, mi hijo me levantaba y yo susurraba el nombre de Minho, él se “enojaba” y yo tenia que darle una galleta grande para contentarlo.

Fue un trato que hicimos hace mucho. Porque Kyong se ponía celoso de que soñara con su padre.

-- Ahora no tengo galletas -- le digo con burla en mi voz.

-- Pero me la tienes que dar porque si no... me voy a enojar más contigo -- dijo despues de pensarlo mucho. 

-- ¿Estás enojado conmigo? -- comento fingiendo sorpresa.

-- No, solo quiero mis galletas -- levanto las cejas por su tono de voz del inicio

-- A mi no me hables con sarcasmo, ojitos de alcancía --

-- Bien... No me gusta que pienses en papá mientras yo estoy aquí, él me dejó a cargo de tí hasta que regresara, y no dejaré que pienses en alguien más cuando me tienes  aquí --

-- ¿Aunque en el que piense sea tu papá? --

-- Nadie más que yo -- se cruza los brazos y cierra los ojos con satisfacción.

-- saliste muy celoso --

-- solo cuido lo que es mío -- levanto de nuevo las cejas por sus palabras. Eso es algo que Minho diría tranquilamente.

-- Claro -- está vez yo uso mi sarcasmo y lo quito de encima mío para cambiarme de ropa.

Él se queja un poco pero después se voltea para comenzar a atar las cintas de sus zapatos.

-- Puedes pasar por tu galleta con la tía Sonya -- le digo de espaldas sintiendo de inmediato su cuerpo abrazando mi cuello por detrás.

-- ¡Gracias, mamá! -- sale corriendo abandonado la carpa de inmediato.

Suelto una risa y me preparo para salir también.

Sí, hoy es el día.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top