Capítulo 2


Ya en la mañana, volvemos a correr en esa camioneta vieja por la que vinimos.

Salimos de las afueras de la ciudad abandonando el desierto, dando paso a tierra seca y partida.

Yo manejaba, y de vez en cuando veía por el retrovisor al morocho en la parte de atrás. Antes de comenzar a avanzar había limpiado su rostro lleno de arena, sangre y suciedad.

Uno que otro se quejó de mi acción, alegando que no teníamos suficiente agua ni para nosotros como para que la esté desperdiciando con un muerto.

¿No pudiste mandarme con otros menos neandertales, Vince?. Pensé con enojo, cada vez luchaba más con las ganas de enchuecarles la nariz.

Conduje todo el día, y la noche nos alcanzó fácilmente. Pude ver un par de contenedores en medio del camino, algo raro ya que considerando que estamos en medio de la nada, un escombro como estos suele ser inusual.

-- Descansemos -- digo ya abajo de la camioneta -- mañana llegaremos -- ellos comienzan a acomodarse y me acerco al centro del espacio donde piedras forman un círculo algo chueco, en medio había cenizas señal de que una fogata estuvo encendida hace poco.

Me encargo de juntar madera para usarla como nuestra propia fogata, vacío un poco de gasolina que nos habia sobrado por si nos quedábamos sin ella en el camino.

Arrojo un cerillo a la madera viendo cómo se consume de inmediato gracias al combustible, pero la luz del fuego me da la oportunidad de ver el suelo, donde muchas huellas se marcan en la tierra.

Me dejo caer en el suelo recargando mi espalda en uno de los contenedores.

Vuelvo a mirar las estrellas admirando lo bellas que están, y le vuelvo a pedir a Dios que me mande alguna señal para seguir creyendo que él está bien.

Me acomodo mejor lista para dormir, recargando mi cuerpo de lado en el suelo, cayendo en algo sueve acompañado de un aroma agradable.

Me levanto apresurada para ver que era, encontrando una camisa oscura justo donde mi cabeza se apoyaba.

Esto... Llevo la camisa a mi nariz aspirando de nuevo ese aroma.

Este olor... SU OLOR.

Siento mis ojos cubiertos por una capa de agua, haciendo que vea borroso

Minho... Estás bien, estás a salvo... Tengo que encontrarte.

-- Jefa, ¿Se encuentra bien? -- al parecer ya notaron mi mirada sobre esa prenda en mis manos.

-- Estoy bien, duerman, mañana será un día pesado  -- les ordeno para verlos obedecer.

Minho, ahora sé que lograste salir del laberinto, C.R.U.E.L los busca con desespero, pero también sé que lograrás escapar de ellos.

Así que por favor, vuelve rápido... Te necesito a mi lado... Necesito que me abraces, necesito tus besos, tus “te amo”, tus caricias, tu piel, tus ojos... Te necesito a tí.

Vuelvo a llevar la ropa a mi nariz, deleitandome con su olor. En estos tres años no ha cambiado para nada su escencia, sigue siendo varonil y sueve mezclado con un poco de sudor.

Me traes mal, maldito ojos de alcancía. Pienso con diversión soltando una risa nostálgica.

Lo extraño, demasiado.

Me acosté de nuevo acurrucando la prenda entre mis brazos, llenando mis sueños de Minho.

A la mañana siguiente volvía a conducir a pesar del cansancio, no es cómodo dormir en el suelo, pero prefiero eso a seguir cargando cosas en la espalda.

A lo lejos ví algo inusual, aunque no se veía nada de fuego, un poco de humo se levantaba. Pisé el acelerador a fondo después de divisar lo que era.

Cada que me acercaba veía con más claridad.

Un edificio estaba destruido,

-- ¿Qué creen que haya pasado? -- pregunta uno de los chicos a mis espaldas.

-- lo más probable es que explotó por la forma en que el edificio cayó -- habló un chico más atrás.

Todas las piezas se conectaron en mi cabeza.

-- C.R.U.E.L forma parte de esto -- aseguré apretando mis puños -- quien sea que haya estado aquí o está muerto o en manos de esa maldita organización -- aceleré dejando atrás una polvadera por la velocidad en la que arranqué.

Estoy harta de todo esto, solo quiero matarlos.

Ava y Janson son los principales culpables.

Tomé camino ignorando la escena, no debo dejar que me afecte demasiado

Después de unas horas en silencio atravesamos el camino de una casa blanca, dónde desde afuera, incluso con el sonido del motor, se escuchaba la alta música.

-- Sería genial ir a ese lugar -- exclamó el chico que iba de copiloto disfrutando de la música.

-- Ellos ya están muertos -- les dije segura de mis palabras -- ¿Crees que es genial consumir droga y después que C.R.U.E.L venga y te lleve para usarte como conejillo de indias? --

Su sonrisa se borró de inmediato por mis palabras.

Pero así estaba mejor, preferiría que me odiaran o algo por mi bocota, que se metieran a ese lugar de muerte.

Y el silencio transbordó durante todo el camino hacia las montañas, dónde el viento que entraba por la ventana golpeaba mi rostro.

Pronto llegamos al retén que teníamos desde que llegamos a este lugar.

De inmediato toqué el claxon para dar a entender que no eramos enemigos. Apenas lo hice hombres comenzaron a salir del túnel para mover las camionetas. Supongo que los francotiradores lograron verme por la mira de sus armas.

Me detuve cuando el camino de la carretera estaba libre.

-- ¿Alguna novedad? -- pregunté interesada.

-- Solo un grupo que llegó, Sonya y Harriet los llevaron al campamento -- asentí ante la información.

-- Bien, gracias -- hice que la camioneta volviera a avanzar, apretando mis manos a el volante.

Será que... No... Debo estar ansiosa por qué pase eso.

Conduje por varios minutos más con los brazos cansados por tantas horas sobre el volante.

Pude divisar escondido entre las rocas, varias camionetas, y detrás de ellas múltiples carpas.

Sonreí, por fin habíamos regresado, podría ver a mi pequeño.

Una ligera carcajada salió de mi boca. Espero que se haya portado bien tras todo el tiempo que me fuí.

Y recordé a Winston, no podía haber llegado completamente a descansar hasta hacer eso.

Los demás se habían ido a descansar, pero yo no había entrado del todo al campamento.

Suspiraba sintiéndome agitada de vez en cuando, transpirando sudor y sintiendo la boca seca.

La pala que usaba dejó varios cayos en mis manos, pero al final logré hacer un pozo lo suficiente grande para él.

Regresé a la camioneta, y volví  cargando con todo mi esfuerzo el cuerpo del morocho en mis brazos

-- Si que pesabas, Winston -- Lo dejé en el suelo suspirando cansada -- vamos -- pasé mis brazos por detrás de sus piernas y espalda, dejando de forma delicada su cuerpo dentro del pozo -- no me recordabas siquiera, pero yo sí me acordaba de tí, eramos amigos y me hubiera encantado seguir siendolo... Te extrañaré, morocho --

Tomé de nuevo la pala comenzando a vaciar la tierra por encima de él, pronto su cuerpo fue cubierto por completo, siendo imposible volver a ver su rostro. Y solté varias lágrimas mientras lo hacía.

Coloqué rocas sobre la tierra suelta que quedó formando un cuadro, para después con una de esas rocas comenzar a golpear una tabla en vertical que tenía otra más grande atravesada en horizontal.

La cruz ya clavada dejaba leer el nombre “Winston” con letras mayúsculas. Dejé un beso sobre esta y me encaminé al interior del campamento. Mi amigo ahora descansaba en paz.

Caminaba entre las carpas buscando a alguien en particular, no lo encontraba, ¿Dónde estaba?.

Ignoré por completo a las personas de la fogata, a él no le gustaba nada de eso.

Un silbido a mis espaldas me interrumpió de seguir con mi caminata.

Así que volteo encontrandolo sentado en la fogata.

No dejaba de sorprenderme sus cambios de parecer.

Sonrío mostrando mis dientes.

-- Hola, mamá -- me saludó sonriente levantando un poco su cabeza pues la gorra le tapaba un poco los ojos.

Saltó del tronco corriendo a abrazarme y me agacho para que pueda alcanzar mi cuello.

Acaricio su espalda acurrucando su cuerpo pequeño con el mío.

-- Espero que te hayas portado bien --

Entonces, abrí mis ojos viendo hacia atrás, deteniendo mis manos. ¿Qué...

Mi respiración se agitó en busca de oxígeno y mis ojos se abrieron mucho más de lo normal sintiendo un revoltijo en mi estómago.

-- Conocí a personas nuevas -- dijo aún sin darse cuenta de mi estado.

Sigo viendo hacia atrás, a las tres personas que están sentadas en ese tronco.

Y ellos me observan también.

Están aquí...

Él está aquí...

Él... Minho está aquí.

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