Capítulo 11

-- Ten cuidado de no matarte idiota -- hablo hacia Thomas.

Él sería el que junto a Vince iría a subirse al tren

-- No moriré tan fácil -- me responde caminando a la salida.

Escucho la risa de Sarten y Newt que están a mis espaldas.

-- Ustedes cuiden que todo salga perfecto, no lo arruinen -- extraña, Pero era mi forma de decirles que se cuidaran de una forma no tan empalagosa.

Pasaron días, semanas y por final, meses.

Era tan largo el tiempo que pasamos planeado todo esto que mi cabello estaba más largo aún. Y sin lugar a duda, la forma en la que extrañaba a Minho era única, aún más fuerte que el primer día.

Estaba sentada en una camioneta, la radio estaba encendida copeando todo lo que en el tren se escuchaba.

Llegó un momento en el que algo de todas las palabras estúpidas llamó mi atención.

Escuchaba por la frecuencia de radio como pedían ayuda. Moví mis dedos lo más rápido posible sobre la computadora en mis manos y terminé por hackear el sistema, ahora estaban incomunicados. Todo estaba llendo como lo dicta el plan.

Hice a un lado el aparato,  encendiendo el auto y pisando el acelerador.

Las dunas de tierra hacían saltar el vehículo y tenía que esquivar como podía las molestas plantas salvajes que crecían.

Llegué a un prado en dónde una gran nave oscura estaba en el suelo.

Había muchas personas abajo, la mayoría guardias apuntando a los dos amigos.

Justo a tiempo. Enfrenté derrapando con las piedritas del suelo.

-- Hola, linduras -- los saludé desde mi asiento, apuntando rápido con mi arma hacía ellos.

Voltearon asustados hacía acá dando oportunidad a los demás de salir de su escondite y apuntarles.

Bien, teníamos el Berg.

-- Llevamos allá -- le pedí a Jorge que piloteaba.

-- Como órdenes -- reí por su tono, estos meses en particular, Brenda, Jorge y yo nos habíamos echo cercanos, al punto de burlarnos de las cosas juntos.

-- Más abajo -- estábamos arriba del tren, solo espero que los otros hayan echo su parte.

Sarten presionó un gran botón rojo liberando una carrucha que nos ayudaría a llevar más fácil el contenedor.

-- ¡Enganchado! -- gritaron cuando estuvieron listos.

Sonreí a mis adentros agradeciendo que todo saliera bien. Este día Dios estaba de nuestro lado.

Jorge manejó el Berg subiendo su altura, despegando el contenedor. Logré escuchar aún desde la altura los gritos felices de Thomas y Newt. Esos idiotas.

Reí ante eso. Por fin teníamos a Minho, por fin lo vería de nuevo.

Ya estabamos a las orillas del puerto destruido.

Los chicos de los tanques de gas usaban un pulidor para atravesar el acero.

El calor de las chispas que creaba la máquina me llegaba hasta las piernas, logrando quemar un poco el pantalón que llevaba.

Entré al contenedor después de que hayan roto la cerradura.

Antes mío claramente pasó Thomas y Newt.

Abracé a Sonya y después al muchacho a su lado, Aris estaba golpeado, muy golpeado, pero igual se seguía viendo lindo. Mi humilde opinión.

Seguia avanzando escuchando a Harriet abrazar a los dos.

Pero al llegar al fondo mi rostro se contrajo en confusión.

Ninguno de los rostros en los asientos era conocido para mí mente.

No estaba.

Minho... no estaba en el vagón.

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