CAPÍTULO 9

Kiara

6 de noviembre, 2028

Número desconocido: Harmony, soy Simon, sé que fui un idiota ayer, ¿podemos volver a quedar?

Enviado el 5 de noviembre a las 20:05

Número desconocido: Vale, discúlpame, merezco el visto, pero por favor, contesta y acordemos un nuevo encuentro, necesitamos hablar de ese proyecto.

—¿Qué tanto miras ese teléfono?

—¿Uh?

Mi cuñado me mira esperando una respuesta.

—Estás así desde ayer, mirando el celular y gruñendo.

—¿Gruñendo?

Sonríe.

—Como una pequeña bestia —asegura.

Ruedo los ojos y le doy un empujoncito.

—Sigue revisando el contrato y deja de molestar.

Se ríe y vuelve la vista a su laptop, donde se halla el documento que le envié respecto al alquiler del piso que vimos con Ayla. Ya evaluamos pros y contras, los pros ganaron y lo hemos elegido, ahora solo espero la aprobación de Lois para firmar el acuerdo.

Mi teléfono vuelve a vibrar y veo la sonrisa de mi cuñado, no me dice nada y yo le echo un vistazo a la pantalla.

Número desconocido: Tuve una urgencia familiar, no es que haya olvidado ir, llegué incluso antes, pero me llamaron y no pude no ir. Fue irresponsable, sí, y no debí responderte de ese modo cuando llegué, lo admito, no volverá a suceder. Pero, por favor, contesta y solucionemos esto por el bien del proyecto.

—Y ahora sonríes —cuando alzo la vista Lois me está mirando.

—Obtuve algo que quería, es solo eso.

Murmura un «ajá» y decide dejarme en paz para seguir revisando el contrato.

Decido que es suficiente espera y estoy por responder el último mensaje de Simon, pero mi celular empieza a sonar y es su número el que adorna la pantalla. Joder.

—¿Aló? —me levanto del sofá para ir al otro extremo de la sala.

Lo escucho suspirar aliviado.

—Juraba que no me responderías.

—Puedo colgar, si gustas —señalo.

—No, no, no —se apresura.

Sonrío.

—Estoy libre por la tarde, a las dos y media.

—Lo tomo, prometo llegar temprano.

—De acuerdo.

—Discúlpame otra vez. Te veo en la tarde.

La llamada finaliza y vuelvo a mi lugar.

—No quiero pecar de chismoso...

Me rio.

—No lo hagas.

Resopla.

—Nunca nos has escondido a algún saliente.

—Ese nunca se mantiene, este —señalo mi teléfono—, no es un saliente.

—¿Aún?

—No lo es y no lo será, creo que antes podríamos matarnos el uno al otro.

Se encoge de hombros y me llama a su costado. Parece que por fin dejará ir el tema, me siento a su lado y él empieza a explicarme cada cláusula y lo que involucra. Me dice que, a su parecer, todo está bien y no ve ningún inconveniente que debamos corregir.

—Entonces firmaremos —sonrío y apoyo la sien en su hombro—. Estoy emocionada y aterrada al mismo tiempo, ¿es eso posible?

—Creo que la independencia puede definirse de ese modo —suspira.

—No es independencia por completo.

—Vivirás sola, claro que lo es, aquí aún no entra a tallar el tema económico. Ada seguirá cubriendo tus gastos, pero la administración de ese dinero estará en tus manos.

Me estremezco.

—¿Si gasto de más?

Se ríe.

—Tu hermana no va a regañarte, pero te conozco y dudo que quieras pedirle más dinero.

Es cierto. Nunca he pedido dinero de más, me las he arreglado con lo que me daba, lo cual es bastante.

—Echaré de menos a Jane.

—Y ella a ti, pero siempre estará aquí y siempre podrás venir a verla.

La puerta del departamento se abre y Finn entra seguido de Adara y Jane que viene bailando en los brazos de su mamá. Sus ojitos brillan en cuanto ve a Lois y suelta un gritito. Mi hermana suspira y se acerca a nosotros para entregársela a mi cuñado.

—¿Dónde dejo esto? —indaga Finn señalando las bolsas que trae en las manos.

—Déjalas ahí, ya yo me encargo de hacerlas entrar —le indica mi hermana—. Gracias.

—Iré abajo, me avisas si necesitas cualquier cosa.

—Vale, gracias.

Ada se desploma a mi costado y me jala para abrazarme, emito un quejido bajito, pero me dejo rodear.

—Tengo derecho a apapacharte mientras sigas aquí —establece.

—Yo creo que Lois puede desmentir eso si cita nuestra constitución —alego con la voz amortiguada por su pecho.

Su cuerpo vibra.

—Oh, Lois no dirá nada, ¿verdad, amor?

—Yo, ¿qué?

—Traidor —mascullo, mi hermana ríe.

Me acomodo para estar cómoda mientras su agarre se mantiene. Escucho a Jane balbucear, su papá le responde y ella emite risitas que me hacen sonreír también. Es precisamente esto lo que echaré de menos. Admiro como Ada ha sido capaz de iniciar una familia en la cual te sientes acogida, bastante similar a la cual tuvimos nosotras siendo pequeñas, salvo por el hecho de que papá no estaba cuando yo crecí.

—¿Ya puedes soltarme?

—Nop —me apretuja más fuerte—. Estoy recargando energías mientras pueda.

Suspiro.

—No me iré al otro extremo del mundo —le recuerdo—. Estaré a un paso de casa.

Emite un quejido lastimero.

—¿Oíste como llamo a esta su casa?

Su agarre flaquea y aprovecho para levantarme, tiene las mejillas sonrosadas y parece avecinarse una tormenta de lágrimas. Esta vez el abrazo se lo doy yo.

—Oye, tonta —me rio.

—Se siente bonito —lloriquea—, que sientas este piso como tu casa es lo que siempre quise y... solo se siente lindo.

Lois pone una mano sobre la pierna de mi hermana, Jane lo imita y la pequeña acción consigue dibujarme una sonrisa.

—Desde que llegaste deseábamos que vieras esto como tu hogar y, al parecer, lo hemos conseguido. Estamos orgullosos de ti, Kia —me sonríe mi cuñado.

—Yo no quiero que te vayas, pero no puedo detenerte, hermanita, no puedo hacerlo porque sé que este paso es necesario —suspira—. Creo que estoy haciendo más drama que mamá.

Me rio.

—Probablemente —le beso la frente antes de ponerme de pie.

—Perdón, sé que estarás bien con Ayla —se seca las mejillas—, pero sabes que puedes llamarme siempre, ¿verdad? Incluso si estoy rodando al otro extremo del planeta.

—Eso lo he sabido siempre.

—Vale, no lo olvides.

Se recompone y Jane aprovecha para captar su atención otra vez, Lois vuelve a decirme que todo está bien con el contrato y yo le hago llegar ese mensaje a Ayla para que pacte una reunión con la dueña del piso.

—Debo irme ya, mi clase inicia a las ocho.

Los dos asienten y yo voy a mi habitación a verificar que todo esté bien con la ropa que ya llevo puesta. Tomo mi mochila y vuelvo a la sala, donde Ada ya se puso cómoda, al menos mientras puede, porque Lois también está de salida, pero es malo para negarle cariño a mi hermana.

—Verdad, rubia —me dice —. Kallie acomodó los horarios de la oficina al de tus clases, te lo envío por correo y me dices si quieres alguna modificación.

—Vale, gracias, los veo en la noche —les envío besos, Jane me imita.

Reviso la hora en mi teléfono y aún tengo cuarenta minutos de ventaja, así que no me apresuro demasiado. Me despido de los guardaespaldas en el estacionamiento y conduzco al campus. Vaya día de locos será hoy.

***

Tal y como lo dijo, Davis está puntual en la cafetería, un poco demasiado puntual, si me lo preguntan. Yo voy llegando con quince minutos de antelación y él luce cómodo, como llevara aquí más de media hora. Está tecleando en su laptop cuando me acerco y retiro la silla para sentarme frente a él.

Se sobresalta un poco antes de enfocarme y hacer una mueca que, imagino, quiere ser una especie de sonrisa de disculpa.

—Pensé que no vendrías —señala.

—Te habría avisado, de ser así —lo miro mal, ¿qué insinuaba?

Suspira.

—¿Podemos hacer un trato? Por el bien de la nota.

—¿Cuál es el trato? —indago mientras saco la laptop de mi mochila—. No voy a traerte café, ni nada por el estilo.

—Ni yo te abriré las puertas para entrar a ningún lugar —replica—. En fin, el tema aquí es que no nos agradamos y ambos lo sabemos.

Asiento.

» ¿Podemos pretender que sí? —frunzo el ceño—. Lo que quiero decir es que...

Vuelve a suspirar.

—¿Qué?

—Intento ser diplomático y solucionar este lío en el que nos han metido.

—Vale, pues continúa.

—No nos tomaremos los ataques en serio.

Baja la pantalla de su laptop, hago lo mismo con la mía de modo que podemos vernos sin nada que esté en medio de ambos.

—¿O sea?

—No vas a dejar de soltar comentarios sarcásticos, ni de decirme lo idiota que crees que soy.

—¿Qué creo que eres? —suelto una risa irónica.

—A eso me refiero —me señala—. Podrás hacerlo y no voy a tomarlo personal, incluso si lo es; de igual modo, yo podré decirte lo engreída que eres a veces o que te sientes superior al resto.

Me ofendo.

—Eso no es cierto.

Suspira, por tercera vez.

—Pero no vas a tomarlo personal —repite.

—Es que tú si eres un poco idiota, pero yo nunca me he sentido superior a nadie —me cruzo de brazos. No está agradándome demasiado este trato.

—Harmony, esto es por el bien del proyecto —me recuerda, su mueca/intento de sonrisa otra vez aparece.

—Vale, pero no me gusta eso de que me siento superior, porque no es así. Lo de "engreída" te lo puedo tolerar porque es percepción, pero lo otro lo dices por mi hermana...

Me mira, siento mis mejillas enrojecer, más que enojarme, siento que ello me hiere un poco y, puede que sea algo relacionado con mi ciclo menstrual, pero me arden los ojos, como si quisiese llorar.

Emite un cuarto suspiro y asiente.

—Lo decía por eso, sí, lo admito —parpadeo rápido—. Joder, Harmony, pero no llores.

Niego. He de lucir ridícula.

—No estoy llorando.

—Mi hermana dice lo mismo cuando está a punto de llorar.

—Deja de mirarme, ya me recompongo —respiro y parpadeo otra vez, esta sensibilidad es culpa de mis hormonas, no soy así, maldición.

El tema de mi hermana es terreno peligroso, detesto que siquiera sugieran que donde estoy es por ella. Ada paga la universidad, sí, pero se limita a ello. La vacante la obtuve yo, postulé desde que estuve en el colegio, mi ingreso fue limpio y mi hermana no se ha inmiscuido en nada, nunca. ¿Tengo privilegios? Los tengo, supongo que si Ada no tuviera el dinero que tiene se me habría dificultado pagar las pensiones, pero fuera de ello me he esforzado para ser la mejor y el ser hermana de Adara Harmony no ha significado nada en mis logros dentro de mi vida universitaria.

—No volveré a sugerirlo, lo lamento —asiento—. Pero si diré que eres engreída porque sigues pareciéndomelo.

Ruedo los ojos, qué me queda.

—Si es el precio que he de pagar con tal de seguir llamándote idiota, creo que puedo tomarlo.

Extiende su mano, la observo por un par de segundos.

—¿Trato?

—¿De verdad quieres sellar así el trato?

—No voy a abrazarte.

Me estremezco de forma exagerada.

—Ni siquiera lo sugerí —dejo claro—. Solo me pareció algo un poco, demasiado, diplomático, pero vale.

Dejo que mi mano se encuentre con la suya y nos damos un apretón.

—Si puedo mirarte mal fuera de este lugar, ¿verdad?

Se ríe y suelta el agarre.

—Tanto como te plazca, del mismo modo en que yo podré hacerlo. El tema es mantener la paz cuando estemos trabajando en esto, es por ello que no debemos tomarnos nada en serio.

Asiento, no creo que sea imposible mantener la "paz" así sea ficticia. En parte agradezco que él haya tenido esta iniciativa, dudo que se me hubiese ocurrido. Veo a Simon mover su laptop hasta ubicarse a mi costado, tiene un calendario y un documento abierto.

—¿Entonces...?

—Lamento informarte que deberemos vernos a diario, o lo más cercano a eso —suspira.

—Lo estuve pensando, no creo que basten videollamadas y tampoco me apetece dividirnos el trabajo, se hará muy notorio el cambio de pluma.

Asiente, cavilando las posibilidades, hago lo mismo.

Discutimos los horarios, el modo de escribir, los lugares para hacerlo, dejamos la historia para el final.

—Debes dejar que me organice, voy a trabajar y quiero hacer encajar la oficina con esto.

—Tomate tu tiempo —me responde.

Hemos acordado escribir un día a su modo y otro al mío. Los días a su modo son en un parque y de día porque Simon solo puede escribir así, los días a mi modo serán bien en mi departamento como en el suyo y de noche, porque yo fluyo más de ese modo. No sé cómo demonios haremos funcionar esto, solo sé que tenemos que hacerlo, no tenemos opción a no conseguirlo.

Abro el documento que me envió Kallie, respiro cuando veo que ha organizado bien mi horario de trabajo; es muy probable que el estrés sea una constante en los meses que vienen, pero al menos estaré, de alguna manera, preparada para que ello no afecte el desarrollo de mis actividades.

Veo de reojo a Simon y lo encuentro mirándome.

Se aclara la garganta.

—¿Terminaste?

Simon

Hay una interrogante en mi mente que se mantiene ahí mientras veo a Harmony mezclando tanto su horario de clases como el del trabajo que dice que tiene. Mi duda es si en serio tiene un trabajo o solo quiere hacerse la interesante; es decir, su hermana nada en dinero, ¿por qué necesitaría trabajar? Me pilla mirándola y me veo obligado a disimular.

—¿Terminaste? —interrogo hastiado.

—Dijiste que me tomara mi tiempo y eso estoy haciendo —replica.

Engreída.

Ruedo los ojos y vuelvo la mirada a la pantalla de mi ordenador, no me agrada mucho la idea de tener que compartir con ella horas extras, pero esa historia no va a escribirse sola y el trabajo que tenemos no es precisamente sencillo. Espero otros cinco minutos que es cuando ella me avisa que ya podemos mezclar ambos horarios para no chocar nuestras actividades. Serán tres días a mi modo y tres al suyo, descansaremos de vernos los domingos.

—¿Podemos hacerlo en tu departamento?

—¿Eh? —la sugerencia me agarra frio.

Un pequeño flashback pasa frente a mis ojos en un milisegundo.

—Hablo de escribir, imbécil.

—Ah, claro, ¿Por qué no en el tuyo?

—Eso no te incumbe —replica, me causa gracia verle las mejillas sonrojadas, apuesto a que recordó lo mismo que yo.

Podemos caernos mal, pero negar que ese momento, en el cual ignorábamos quienes éramos y solo dejamos que nuestros cuerpos actuaran, fue intenso.

—Creo que sí que me incumbe —insisto, solo por molestarla—. Después de todo tendré que tolerarte en mi espacio cuando el modo de escribir será el tuyo.

Suspira, como llenándose de paciencia. Que divertido.

—Voy a mudarme, necesito tiempo para establecerme en mi nuevo departamento, una vez listo todo podremos escribir en mi piso, no tengo inconveniente.

—Vale.

Una vez concretados los horarios, pasamos a lo más importante ¿cómo carajos juntaremos nuestras historias? Kiara, al parecer, ya lo meditó porque en cuanto se lo pregunto, se gira apenas y se acomoda para dejar salir todas las ideas que tiene en mente. Soy rápido y la grabo, en caso de que luego lo olvide.

—... entonces, podemos hacer que ¿Alayna? ¿Ese nombre le pusiste, verdad? ¿Tiene algún significado? Leí que en las novelas de fantasía solían ponerles a los personajes nombres con significado.

Niego.

—Solo se me ocurrió, podemos cambiarlo.

—Vale, pensé en Selene, está relacionado con la luna y las brujas de las que hablas tienen una fuerte conexión con ella; después de todo, canalizan la energía lunar para poder hacer su magia.

—No tengo problema.

Suspira y se cruza de brazos.

—¿Puedes ser un poco menos idiota y ayudarme con esto?

—Pero si lo llevas bien —me encojo de hombros.

—Vale, pero el trabajo no es solo mío.

—Lo sé, Harmony, solo te dejaba soltar todas tus ideas, luego acomodaremos todo eso los dos y puedo dar ahí mi aporte.

No le gusta mi actitud, lo tengo claro, pero no sé de qué otro modo puedo actuar.

—En fin, te decía lo de las brujas, todas hacen eso de usar a la luna, tendríamos que buscar nombres que signifiquen algo...

—No todas usan a la luna —la corrijo.

—¿Qué no?

—Solo las brujas descendientes del linaje lunar lo hacen, existen otros linajes. La familia de ¿Selene le pusiste? —asiente—. Vale, la familia de Selene si desciende del poder lunar, su mejor amiga canaliza del sol y su enemigo...

—Lo suyo si lo capté, ¿algo de elementos, verdad?

—Tierra.

—De acuerdo —teclea en su laptop, le pregunto que qué hace—. No puedo hablar de personajes sin nombre, lo tildaste de "enemigo", pero no le pusiste nombre.

Está en una página de nombres para bebés y revisa hasta que da con un nombre que imagino que le gusta.

» Harland, me gusta, ¿te parece?

La verdad me importa poco, es solo el enemigo, pero asiento.

»Vale, entonces Harland será el interés amoroso de Selene.

—¿Qué? Selene no necesita un interés amoroso.

Suspira.

—Simon, se supone que mezclamos romance y fantasía, ¿quieres que enamoremos a un par de criaturas?

—Puedo fácilmente encontrar un modo de hacerlo.

—Pues no, porque no desarrollaré la historia de amor entre una liebre y un ratón.

—¿Podrías hacerlo entre un basilisco y un hipogrifo?

Abre la boca indignada.

—Ni siquiera son especies afines —me reprocha—. No seas idiota y déjame trabajar.

Nos sumergimos en una discusión donde yo tomo partido por dejar a Selene sola, combatiendo el mal que Harland ha ocasionado y Kiara por hacer que ambos se enamoren en medio de sus altercados. ¿Cómo le llamó? Algo de enemies to losers.

—Un enemies to lovers, siempre quise escribir uno de esos.

Ah, era lovers.

—Pero, Harmony, Selene quiere combatir el mal, no enamorarse.

—Selene puede querer combatir el mal y, al mismo tiempo, desear enamorarse. No la limites a una tarea porque créeme que ella puede con más.

—¿No se supone que es mi personaje?

Niega rotunda.

—Ahora es nuestro, tu Alayna pudo haber tenido un solo objetivo, nuestra Selene puede con ambos, incluso si aún no lo ha descubierto.

Cuento en mi mente hasta diez antes de ceder.

—Solo dime que no será una estúpida niña enamorada del amor.

Me mira mal.

—Que erróneos conceptos tienes —reprocha —. ¿Es que en tu cerebro de nuez no cabe la idea de tener a una mujer fuerte y valiente con la misma capacidad de amar que de luchar?

—En la vida real sí, pero temo que reduzcas a mi guerrera a su vida amorosa.

—Jamás haría eso —asegura—. Solo confía.

Reescribimos la sinopsis, esta vez dejando en medio del conflicto el desarrollo de una relación que promete ocasionar más caos antes de ceder a la tranquilidad que anhela mi Selene. En cuanto terminamos, el cielo ha perdido claridad y, al mirar alrededor, no encuentro a las mismas personas que se encontraban antes de que nos sumerjamos en la pantalla de su ordenador. Harmony guarda sus pertenencias, hago lo mismo con las mías y salimos uno tras el otro.

—¿Te parece si escribimos un primer capítulo ambos? ¿Y mañana vemos con cual nos quedamos? De paso que vemos cómo es la pluma de cada uno —sugiere.

—Igual haremos cambios al capítulo que queda, supongo.

—Claro, no es definitivo.

—Entonces vale.

Asiente y piensa en algo antes de despedirse, parece realmente meditarlo así que me lanzo a hacerlo yo, porque la verdad es que también lo necesito.

La miro mal y Kiara me devuelve la mirada, como si tuviese frente a ella a un pedazo de mierda.

—Me gustaría decir hasta nunca, pero desgraciadamente, te veré mañana —se lamenta.

—Qué queda, jodido universo.

Se gira y yo hago lo mismo en dirección a donde dejé el auto estacionado, me giro apenas cuando estoy a una distancia prudente para asegurarme de que haya llegado bien a su vehículo. Tengo hermanas que me han repetido hasta el cansancio que, incluso si no me agrada una chica, no puedo dejarla a la deriva cuando el mundo es así de peligroso para ellas. Así que hago eso con Kiara, me quedo de pie junto a mi auto hasta que ella sube al suyo y se va, es entonces cuando lo hago yo también.

No serán semanas bonitas y tengo la certeza de que las discusiones no van a faltar porque ambos vemos las cosas desde distintas perspectivas. Hoy cedí, lo hice mucho porque aún me lamento por lo que hice en nuestra anterior reunión, pero no siempre será así y apuesto que eso a la rubia engreída no va a agradarle.

Paciencia y buen humor, ¿es así el dicho?

2/4

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