CAPÍTULO 23
25 de febrero, 2029
Kiara
Azul es la canchita que ha preparado Ayla para ver la película que está transmitiéndose en la pantalla, ¿a qué se debe el color? Lo desconozco, creo que es uno de sus experimentos, no la critico porque está deliciosa, incluso cuando prefiero la salada antes que la dulce.
—Ese chico es lindo —observa.
—Lo es, me encanta su cabello —suspiro—, y mira cómo le agarra la mano.
Ahora somos las dos quienes suspiramos. Adoro ver películas románticas con Ayla, nuestras reacciones son tan parecidas que, en ocasiones, hasta reímos porque somos el reflejo de la otra. Vemos como la relación se va armando en pantalla, cómo el amor empieza a verse en los ojos de los actores, Ayla suelta un gritito cuando se dan su primer beso y yo lagrimeo con el primer "te amo". Qué bonito es el amor romántico, joder.
Mi teléfono vibra, llamando mi atención.
Davis: Mi almohada huele a ti y me está haciendo echarte de menos.
Sonrío y tecleo, olvidándome por un instante que mi amiga sigue junto a mí.
Kiara: Ignoraré el hecho de que no has cambiado de sábanas desde la última vez que me quedé ahí.
Davis: ¿Debo recordarte que ayer echaste una siesta en mi habitación?
Mierda.
—¿Por qué Simon dice que te echa de menos?
Bloqueo mi teléfono, pero la mirada curiosa de Ayla ya está ahí. Me lo ha preguntado y me he negado a confesar, tengo el presentimiento de que hoy aflojaré la lengua.
—Eh...
—Me he hecho una idea, pero creo que me merezco una narración decente, en vista de que soy a quien llamas mejor amiga —se cruza de brazos.
—¿Cuál es tu teoría?
—Ha sucedido algo entre ustedes en ese viaje a San Diego, noté algunas cosas desde antes, pero a partir del viaje, mis sospechas se han incrementado.
—Sí sucedió algo en San Diego —le confirmo.
—¿Se besaron?
Sonrío declarándome culpable de un delito peor, Ayla lo nota y suelta una risa.
» Joder, Kia, con razón.
—¿Con razón que?
—Se les van los ojos a los dos, a veces. Pensé que solo se tenían ganas, pero si ya probaron, es peor.
Me encojo de hombros.
—Creo que estoy manejándolo bien.
—¿No ha vuelto a suceder?
Niego.
—Hicimos un acuerdo.
Le cuento todo lo que respecta al acuerdo que tengo con Davis, Ayla me dice que es un acuerdo estúpido y agradezco la sinceridad. Termino hablando de todo un poco, de mi relación con Simon desde entonces, de sus esfuerzos por hacer que ceda.
—Incluso le ofrecí que volviéramos a acostarnos...
—Pero, Kia —forma un puchero y sonríe—. Simon ya no quiere solo eso y te lo ha dejado claro, creo que quiere una relación, ¿lo has considerado?
Suspiro.
—Sabes que no soy buena para las relaciones.
—Brendon no es igual que Simon, él era muy soso —confiesa.
—Dijiste que te caía bien.
—Ya, es que no me desagradaba, pero no sé, le faltaba algo.
—Tengo miedo de aburrirme de Simon —dejo escapar, volviéndome consciente de ese temor.
—Creo que Simon no es la clase de chico del cual te aburres.
—Lo he notado, pero el miedo sigue ahí, no quiero arruinar nuestra dinámica, no quiero que todo se vaya al diablo por mi culpa.
Ayla tira de mí.
—Creo que tu tema es con los chicos cuyo nombre inicia por la "B" y, mira, Simon empieza con S.
Me rio.
» ¿Te gusta?
Siento que mis mejillas enrojecen.
—No lo sé.
—Sí lo sabes, Kia.
Suspiro, puede que sí lo sepa y que simplemente quiera seguir ignorándolo, por el bien de ambos y por el pesar de mis hormonas que sufren ante el recuerdo de Simon.
3 de marzo, 2029
Detengo mi lectura cuando Ayla se lanza a mi cama, haciéndome rebotar, la observo. Creo que es una regla interna entre las dos la de no interrumpir a la otra cuando está leyendo, a menos que sea algo de urgencia. Imagino que no lo es, porque mi amiga me sonríe culpable.
—Perdón —me dice.
—¿Qué sucede?
—¿Ese libro te lo regaló Simon?
Entrecierro los ojos, mirándola. Le conté eso también y, sí, es uno de los libros que Davis compró para mí, quizá debería estar leyendo los que escogí yo, pero me encuentro inmersa en el libro que él escogió, hasta ahora no me ha decepcionado.
—Uno de ellos, sí, ¿qué sucede, Ayls?
—Quiero bailar —sonríe.
—¿Quieres que ponga música? —indago.
Frunce el ceño.
—No, tonta, quiero salir a bailar.
—¿Hoy?
Asiente emocionada y me detalla todo el plan que ha armado en los cinco minutos que han transcurrido desde que se le ocurrió la brillante idea de salir esta noche. Es un buen plan, no voy a negarlo.
—Entonces, ¿vamos?
Me regala una sonrisa que me impide decirle que no a su propuesta.
—Pero tengo que escribir hoy con Simon, vuelvo para alistarnos y salimos, ¿te parece así?
Asiente.
—Solo espero que no te retenga y te convenza de quedarte a dormir allá.
Ruedo los ojos.
—Si me quedo es porque quiero hacerlo, nadie puede obligarme a hacer nada, Ayls, lo sabes.
Ella sonríe y pellizca una de mis mejillas.
—Sí, lo sé —hace un bailecito—. Bueno, hoy somos.
Me besa ruidosamente la mejilla.
» Te amo, sigue leyendo el libro de tu amado.
Sale dando saltitos, yo sonrío. Supongo que hoy saldré.
***
Llego a la casa de la abuelita de Simon, que es donde escribiremos hoy, creo que Rose, la mujer que cuida de Lichi, tenía un pendiente hoy y Davis se ofreció a quedarse. Será solo hasta las ocho de la noche, por lo que no me impide salir con Ayla.
—Te estábamos esperando —me dice Simon en cuanto me apersono en el umbral de la puerta—. Estás hermosa, cómo siempre.
Sonrío. Joder, que bonito se siente sentir su mirada recorriéndome así. Me hago pequeña frente a él y sus brazos me rodean, alzándome un poquito, como hacen todos los príncipes con sus princesas.
Esta última idea me vuelve consciente del porte de príncipe que tiene Simon, los ojos verdes que dan calma, la mandíbula marcada, la nariz recta, los hombros anchos y la altura imponente.
Suspiro, solo le falta el caballo y la armadura.
—¿Estás soñando despierta?
—Un poquito.
Sus labios bajan a mi frente, me trago la sonrisa y le doy un empujoncito para que ingrese.
—¿Cómo está? —pregunto.
—Tranquila —se encoge de hombros.
Escucho el llamado de su abuelita y ambos nos apresuramos para llegar con ella. Su "¿ya está la cena?" me hace sonreír, Simon va por su comida y trae otros dos platos para él y para mí, comemos los tres, converso con ella sobre la cirugía que, en su cabeza, tuvo hoy, le pregunto por el caso, el procedimiento que utilizó y demás.
—¿Te quedarás a dormir? —me pregunta Simon.
Niego, su mueca de decepción es evidente.
—Te estás mal acostumbrando a que durmamos juntos —señalo.
—Tú me estás malacostumbrando —me corrige.
Sonrío.
—Lo de dormir juntos es una excepción, no la regla.
Rueda los ojos.
—Gracias por hacer la precisión.
Parece enfadarse, pero no le dura mucho porque pronto vuelve a sonreírme. Creo que su error fue decirme que Rose volvería, si no lo hubiera hecho probablemente habría decidido quedarme para ayudarlo en la noche con su abuelita.
Llevo a su Lichi a lavarse antes de devolverla al sofá donde siempre está sentada, toma su tejido, que ahora parece ser un gorrito rosa, y se enfrasca en esa actividad. Simon y yo nos ubicamos cerca para poder estar atentos a ella mientras escribimos.
—¿Por qué estás tan emocionada? —me pregunta.
—Porque ya se viene una de mis escenas.
—¿Tus escenas?
Mis mejillas enrojecen, quizá no debería emocionarme tanto el hecho de narrar escenas de sexo.
—Escribiremos escenas explicitas, ¿verdad?
Una sonrisa coqueta se dibuja en sus labios.
—¿Quieres?
—¿Escribirlas? Sí.
—Admito que me da curiosidad, así que no voy a protestar, pero ¿podemos debatirlas luego? La escribes, vemos que tal queda y si se mantiene o no.
—¿O sea que quieres tener la libertad de eliminarlas?
—Con una razón justa, creo yo —se encoge de hombros—. ¿No crees que afectaría la esencia del libro?
Niego.
—Hasta las brujas tienen sexo.
Se ríe.
—¿Lo evaluamos después?
—Voy a pelear por mi escena explícita, Davis, debes saberlo.
—Lo tendré en cuenta.
Revisamos lo que nos toca escribir hoy y avanzamos cuanto podemos hasta las ocho que es cuando llega Rose, ella se lleva a la señora Lichi a dormir y nosotros continuamos escribiendo durante una hora más. Descansamos un poco cuando Rose nos trae unas galletitas para comer, Davis no me deja ingerirlas hasta que no confirma que no tienen nueces, una vez hecho eso, me deleito con el buen sabor.
—Vas a decirle que me comparta la receta —le digo a Simon.
—Las tuyas no le envidian mucho —me mira.
Estamos sentados uno junto al otro por lo que somos capaces de ver nuestras pantallas sin problema alguno, es así que Davis se percata del correo que me llega y frunce el ceño.
—¿Aún no ha acabado?
Me encojo de hombros.
—La directora me dijo que habría sanción disciplinaria, pero me notifican todo lo que sucede, imagino que porque soy parte. Harris aún debe disculparse por el trato.
—¿No pidieron las cámaras?
—No las pedí, te involucraban a ti golpeando a Jaden y no quería meterte en problemas.
Su brazo rodea mi torso, atrayéndome a su cuerpo.
—Kia, esa prueba era contundente.
—Pero tenía el audio, grabo todas las clases —señalo—. No hacía falta meterte en ese lío cuando ya tenía una prueba. Y, bueno, adjunté los audios de otras clases, me haría muy feliz que le dieran el empleo a otro docente.
Volteo el rostro para mirarlo y está sonriendo.
—Las próximas promociones van a tener que agradecerte por librarlos de Harris.
Me besa la sien y yo siento mi cuerpo derretirse.
Vuelvo la mirada a mi laptop, volviéndome consciente de la hora, ya debería irme, me tomará tiempo alistarme. Empiezo a cerrar las pestañas y Simon me libera, extrañado.
—¿Ya te vas?
Asiento.
» Pero son las nueve.
—Ya te dije que no me quedaré a dormir.
Forma un ligero puchero en los labios que me hace querer robarle un beso, me quedo con las ganas.
—Pero, Kia... ¿no escribimos otro poquito?
—El lunes, ya debo irme.
Guardo mis cosas y le beso la mejilla antes de dirigirme al pasadizo que me llevará a la puerta, Simon no tarda en llegar a mi lado.
» Me despides de Rose y Lichi, por favor —le pido.
—¿Un abrazo?
Ruedo los ojos, pero se lo doy, me retiene entre sus brazos por más tiempo del que considero normal para un abrazo entre amigos.
—¿Ya? —indago.
Él asiente antes de soltarme.
—Ve con cuidado, me avisas cuando estés en casa.
—De acuerdo, buenas noches.
—Buenas noches.
Subo a mi auto y conduzco hacia mi departamento, cuando llego, Ayla ya está dando vueltas de un lado a otro probándose ropa. Yo ya me había hecho una idea de lo que usaría por lo que no tardo demasiado eligiendo. Es un vestido rojo que me cubre hasta los muslos, tiene un escote profundo en la espalda y uno decente en el pecho, de igual modo no hay mucho que pueda salirse de su lugar.
Me maquillo apenas los ojos y pinto mis labios de rojo, lo que daría por ver el rostro de Simon ahora mismo. Sonrío para mis adentros. Me tiento a enviarle una foto, pero eso no sería jugar limpio, peor aún si soy quien pidió respeto al acuerdo.
Ayla ingresa a mi habitación y empieza a remover mi maquillaje buscando un labial un tono más oscuro que el mío y más claro que el suyo. Desconozco como, pero lo termina encontrando.
—Ya estoy, ¿pido taxi?
—Sí, porque creo que beberé y no quiero dejar el auto abandonado en medio de la ciudad.
Alisto mi bolso mientras mi amiga marca el número del taxi que siempre usamos cuando salimos las dos. Labial, el autoinyector, algo de dinero y la llave del departamento, mi teléfono lo llevo en la mano. No me pongo los tacones hasta que Ayla me avisa que el auto está abajo.
—¿Aguantaremos? —me pregunta mientras bajamos.
—Siempre lo hacemos —sonrío.
Ella suelta una risita y se engancha a mi brazo. Vaya noche loca la que vamos a tener hoy.
Buenas nochessss
Uno chiquito antes de irme a dormir
Que tengan bonita noche, las adoro <3
Nos leemos el viernesss, disfruten el cap<3
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