CAPÍTULO 22
Simon
Pocas veces he corrido como ahora, creo que nunca antes he sentido esta clase de desesperación, pero en cuanto la voz de Kiara se quebró en esa jodida llamada, algo lo hizo dentro de mí también. La veo de lejos, está sentada y su rostro luce rojo, su mano va a su pecho y mis piernas aceleran más, sorprendiéndome la rapidez con la que llego a su lado.
—¿Dónde? —pregunto sosteniendo el pequeño autoinyector.
—Pier...na —responde y se apoya en mi hombro.
Está con una falda, con panties, pero creo que la aguja llega igual porque gime bajito por el hincón. La respiración se le escapa y yo la tomo en brazos, no me fio del todo de esa inyección.
Niega mientras yo camino lo más rápido que puedo hacia mi auto.
—Hospital... no —pide con voz queda.
—No me quedaré tranquilo si no te ve un médico.
—Hospital no —insiste.
La hago entrar al vehículo y le aseguro el cinturón, con prisa subo a mi asiento también, su mano alcanza la mía.
—No estás bien.
Tose y se presiona el pecho.
—Deja que haga efecto —pide—. Pero no al hospital.
—No seas terca, no con esto —enciendo el auto y ella se remueve inquieta.
—Simon, por favor. No quiero que mi hermana...
—Quédate quieta, estás empeorando todo, joder.
Intento pensar, no quiero que se sienta mal, pero no puedo dejarla así. La piel de su cuello sigue roja y no es que esté respirando del todo bien aún, le cuesta y tengo miedo de que la dosis no haya sido suficiente para contrarrestar la alergia.
La idea llega a mí y cambio la dirección del auto, cómo pude olvidar que tengo una hermana que es médico. Marco su número y ella me confirma que me esperará en su casa, que no tarde.
—Pero...
—Kiara, solo mantente despierta, yo me encargo del resto.
Gimotea y vuelve a toser, mantengo una mano en su muslo, moviéndola para evitar que se duerma en el trayecto. Conduzco lo más rápido que puedo y mi hermana ya está esperándome afuera con una silla de ruedas.
—¿De cuánto era la dosis que le pusiste? —me pregunta cuando hago bajar a Kiara.
—No tengo idea —respondo y yo mismo empujo la silla al interior, saludo a mi cuñado que está en la sala.
Llego a su consultorio y subo a Kiara a su camilla. En este momento agradezco que mi hermana no solo se limite al hospital. Le revisa las pupilas y yo le indico el tamaño del autoinyector, decide inyectarle otro poco de alguna medicina. Espero junto a la rubia que hace un pequeño puchero cuando siente el pinchazo.
—Duele —se queja y aprieta mi mano que está cerca de la suya.
Mi hermana ve el agarre por un par de segundos antes de volver a enfocarse en la medicina. En cuanto termina, me informa que le dará sueño y que puedo dejarla dormir, sus signos vitales están bien y está fuera de riesgo. Siento un peso menos presionando mi pecho.
—Ada —me dice Kia adormilada.
Solo se me ocurre pedirle a mi otra hermana el número de su cuñado, es el vínculo más cercano que tengo. Chloe no tarda demasiado en enviar el número y Lois tampoco en contestar.
—Aló, ¿quién habla?
Me levanto para ir a hablar a otro lado, no quiero despertar a la rubia que duerme plácidamente en la camilla, incluso cuando no parece muy cómoda.
—Hola, Lois, soy Simon.
—¿Simon? Ah, ¿el amigo de Kia?
Escucho un murmullo.
—Sí, soy yo, ¿puedo hablar con Adara?
Silencio.
—¿Qué ha sucedido? —pregunta Lois—, ¿Dónde está Kia?
—¿Qué sucedió, Simon? —esa es Adara.
Su voz suena asustada y no pretendo preocuparla, pero sé que debe saber.
—Ella está bien.
—¿Qué sucedió? —insiste, escucho movimiento detrás—. ¿Dónde están?
—Creo que comió nueces —ella maldice—. No tenía su autoinyector, llegué con uno, pero creo que pasó el tiempo suficiente para cerrarle la garganta, está mejor, mi hermana le dio medicina para que el efecto pase más rápido. Kia no quiso que la llevara al hospital.
—¿Puedes pasarme la dirección? Voy para allá.
Le confirmo que se la enviaré y ella me agradece.
—Te aviso cuando estemos afuera —me dice Lois antes de despedirse.
Vuelvo con la rubia y le pido a mi hermana una almohada para acomodarla, también una mantita para cubrirla con ella. Sostengo sus manos entre las mías y recuesto la mejilla sobre sus muslos, me mantengo atento al movimiento de su pecho al respirar, comprobando que siga haciéndolo. No sé cuando tiempo transcurre, pero Lois no me llama, Ada solo se aparece a mi costado obligándome a pararme.
—Mierda.
Tiene los ojos rojos, como si hubiese llorado en el camino y me abraza, tomándome por sorpresa.
» Gracias. De verdad, gracias, Simon.
—Descuida —le digo, ella me sonríe y me suelta para acercarse a su hermana.
Lois viene detrás con Jane en brazos.
—Gracias por avisarnos —mira detrás de mí, comprobando que todo esté bien antes de volver a verme—. ¿Tú hermana es médico?
Asiento.
—Kiara no quiso ir al hospital, por eso la traje.
—Hiciste bien, descuida, no te lo estoy reprochando —me sonríe.
Jane extiende sus bracitos y me sonríe también.
—Hola, Jane —le digo, ella suelta un gritito, yo sonrío antes de volver a hablarle a Lois—. Mi hermana dijo que Kia está bien, solo que la medicina la hace dormir.
—Puede que mi esposa necesite escuchar eso de su boca, ¿crees que puedas llamarla, por favor?
Asiento y voy por Evelyn que, al llegar, explica toda la situación, la medicina que le inyectó y los efectos que esta produce, también el hecho de que debemos darle tiempo a Kiara para que se recupere.
—Muchas gracias —le dice Adara y mi hermana niega sonriente.
—Es importante para Simon —se limita a decir—. Prepararé algo para almorzar, mientras Kiara despierta.
—No es necesario...
—Por favor —insiste mi hermana.
—De acuerdo, gracias, otra vez.
Evie le sonríe y sale, me quedo con ellos dos y con Jane que balbucea en las piernas de su papá. Vuelvo a mi sitio junto a Kiara y, de manera inconsciente, vuelvo a sostener su mano. Lois no se pierde el gesto y sonríe, yo siento que la cara se me pone roja.
—¿Asumo que ya se agradan? —indaga.
Adara le mete un codazo que me hace reír.
—No seas inoportuno —lo regaña.
—Solo es una pregunta —se defiende él.
Jane sonríe y entiendo a Kiara, yo también estaría embobado si tuviese una sobrina así de tierna. Baila en el regazo de su papá que sigue mirando el agarre en la mano de su cuñada. Me guiña un ojo, yo sonrío. Ada se pone de pie y toma a su hija en brazos.
—Iré a ver a tu hermana —me dice—. ¿Puedo?
—Sí, no hay problema, el pasadizo te llevará directo con ella.
—Manos fuera de la cocina, amor.
Ada lo remeda y le saca la lengua, recordándome a su hermana. Nos quedamos solos, él, yo y Kia que sigue durmiendo.
—¿Entonces...? —se inclina, apoyando los codos en sus rodillas.
—¿Sí?
—¿Ya son novios? Me aposté dos meses y creo que he ganado incluso antes.
—¿Dos meses para qué? —indago interesado.
—Algo relacionado a un noviazgo, no sé, me gustan juntos —se encoge de hombros.
Sonrío, no me viene mal un aliado.
—No has perdido, pero tampoco has ganado —le informo.
Frunce el ceño.
—¿Cómo así?
Kiara se remueve y ambos nos ponemos de pie, Lois se apresura a la camilla y la rubia abre apenas los ojos.
—Eres un chismoso —le dice en voz bajita haciéndome sonreír, voltea a verme—. Y tú un escandaloso, esto no era necesario.
—Al menos ya sabemos que estás bien.
—¿Vino Ada?
Asiento, le pregunto si quiere que la llame y ella me dice que sí. Dejo ir su mano para ir por su hermana.
—¿La sostienes? —me dice, refiriéndose a Jane.
No tengo chance de decir que no, porque me la entrega de igual modo. Evelyn va tras Ada y yo me quedo con la bebé, que me sonríe, joder, que intenso es el azul de sus ojitos.
—Ti, ti —me dice.
—De acuerdo, vamos con tu ti, ti.
Camino llevándola conmigo de regreso al consultorio. Sé que le gusta Taylor Swift, y la curiosidad me gana cuando tarareo una de las canciones que ella reconoce, empieza a moverse al ritmo, robándome una sonrisa, que ternurita.
—¡Ti, ti! —exclama cuando llegamos y ve a su tía.
—Hola, pequeñita.
Mi hermana ha hecho que Kia se siente, aún mantiene algo de rojez en su cuello y barbilla, pero ha bajado a comparación de antes. Jane le toca el rostro a la rubia y ella sonríe embobada, dejándome igual de embobado a mí.
Evie habla en idioma médico y, si bien crecí con mi abuela que era doctora y con ella que también lo es, nunca he sido del todo capaz de entender. Ada y Kiara le siguen el ritmo sin problemas, Adara incluso hace preguntas o acotaciones a lo que mencionan respecto a la alergia de su hermana.
—¿Llevas siempre el autoinyector?
—Siempre, esta vez lo olvidé, ni siquiera sé cómo sucedió.
—El que Simon llevó parece tener una dosis menor al que usas tú, imagino que por eso no contrarrestó el efecto del mismo modo.
Kia les dice que quiere dormir otro poco y todos salen, dejándonos solos, ella me mira y mi cuerpo se mueve solo para llegar junto a ella. La abrazo con fuerza.
—Auch —se queja.
—No vuelvas a asustarme así, rubia —le pido, dejando un beso sobre su frente.
—En mi defensa... no sabía que tenía nueces.
La apretujo otro poco antes de liberarla.
» Gracias por no llevarme al hospital. No quiero llevar caos a la vida de Adara, está tranquila ahora y...
—Oye —sostengo su rostro entre mis manos—. Me apuesto lo que sea a que tu hermana prefiere algo de caos antes que perderte. No te llevé porque consideré que Evie podía tratarte, pero si no hubiese sido así, el hospital habría sido el destino.
—Es que yo sabía que no era de gravedad —alega.
—De acuerdo, no quiero discutir ahora.
Sonríe y ¡joder! Que ganas de besarla cuando sonríe así.
—Cuidado —me dice, como si supiera de mis intenciones.
Pego mi frente a la suya, resistiendo el impulso, ella suelta una risita.
—Eres imposible.
—Soy preciosa, ¿no fue eso lo que dijiste?
Esta vez sonrío yo y no beso sus labios, pero sí la punta de su nariz.
—Eres preciosa, sí, que bueno que lo tengas presente.
Me rodea el cuello, atrayéndome a su cuerpo, apoyo una mano en la camilla para no acabar sobre ella.
—Perdón por el susto y gracias por ayudarme —me dice bajito—. No volverá a suceder.
—Eso lo sé —le acaricio la cintura—. Y no hay nada que agradecer, jamás dejaría que algo malo te sucediera, rubia.
Me suelta y vuelve a recostarse.
—¿Te quedas?
Asiento.
—Duerme, yo te cuido.
Cierra los ojos y esta vez es ella quien busca mi mano, entrelaza nuestros dedos, yo le doy un apretoncito, Kia sonríe antes de rendirse al sueño que la toma dejando un rastro de esa sonrisa tan bonita que tiene. No me muevo ni cuando me llaman para almorzar, aguardo con ella hasta que despierta y es comida lo que solicita. La acompaño a comer, luego su hermana la convence de quedarse a dormir con ella hoy, Kiara acepta. Me despido de cada uno de ellos, Jane me sonríe, encandilándome otro poquito más por su ternura. Adara me agradece otra vez y Lois me guiña un ojo, imagino que tenemos una conversación pendiente.
Cuando llega el turno de Kiara ella se pone de puntillas para abrazarme otra vez, yo rodeo su cintura. Deja un beso en mi mejilla y me da una ultima mirada antes de subir al auto. Mi hermana viene por detrás y ambos vemos como se van.
—Te gusta de verdad esa chica, ¿no es así?
—¿Es muy obvio? —volteo a verla.
Ella arruga la nariz y asiente.
—Me asustó la angustia en tu voz, pero se ve buena chica.
—El tema es que ella no se siente igual.
Evie sonríe.
—No abrazas así a tus amigos —observa.
—Ya...
—Dale algo de tiempo —me aconseja—. ¿Te quedas a cenar? Aprovéchame, hoy no tengo cirugías programadas.
Acepto y, en lo que queda de la tarde, comparto con mi hermana y su familia, disfruto de mis sobrinos hasta que me colman la paciencia y decido devolverlos con su papá, mi cuñado es un hombre de perfil bajo, no dice mucho, pero es claro lo mucho que ama a su esposa y eso me consuela, Evie se merece todo el amor del mundo y sé que Joseph es el lugar seguro donde puede descansar de lo agotador que es su empleo.
Buenassssss
Hoy volví a clase y justo ahora tengo hueco para subir, pero creo que empezaré a programar los capítulos, para no complicarme mucho.
Amo mucho a Simon :')
Sin más que decir, me despido, que tengan felices lecturasss<3
Pd: este cap está chiquito así que mañana o pasado les traigo otro jeje <3
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