CAPÍTULO 20
8 de febrero, 2029
Está siendo un infierno, pero creo que Simon lo está manejando mejor que yo y eso, de algún modo me molesta. Me fastidia que cuando escribimos sea él quien me llame para hacerme volver, que mi mente divague en recuerdos que, al parecer, a él no le afectan más. Veo sus manos y pienso en lo bien que se sentían sobre mi cuerpo, y sus bromas de doble sentido no es que me ayuden.
Tiene la mirada puesta al frente y la mía está clavada en sus dedos, rememorando donde estuvieron hace una semana, me estremezco. Un regaño interno me hace volver la mirada a Harris que habla sobre el trabajo del cuento que dejó hace unas semanas, el que escribí en la laptop acabé descartándolo para escribir otro que, muy seguramente, no es digno de su admiración. Confirmo mis sospechas cuando llama a Jaden al frente para que lea su escrito.
Apoyo la sien en el hombro de Davis, es algo que ya hacía desde antes de San Diego así que no voy a abandonarlo. Descanso un ratito los ojos, pero los abro casi de inmediato cuando escucho unas líneas que me resultan familiares.
—¿No escribiste eso? —me pregunta Simon.
—Juraría que sí —le respondo, irguiéndome en mi asiento.
Busco el archivo y sigo la lectura conforme el traidor de Jaden lee, ni siquiera se ha dignado en cambiarles los nombres. La ira me recorre entera y mi cuerpo tiembla un poco cuando me pongo de pie para llamar la atención de Harris.
—Yo escribí eso, Señor Harris, no es autoría de Jaden.
El imbécil se sorprende y Harris sonríe con burla.
—Imposible —se regodea—. Usted no podría escribir un texto de esa calidad, ¿no me dijo que escribía romance?
—Que el romance sea el genero en el cual me desenvuelvo mejor, no quiere decir que sea incapaz de escribir misterio, señor —argumento.
—Señorita, no sea ridícula, deje al joven continuar.
Siento una presencia a mi costado y es Simon quien se pone de pie.
—Yo estuve presente cuando ella lo escribió y puedo dar fe de que es la autora del cuento que está alabando, señor Harris —interviene.
Jaden, respaldado por la confianza que le da el imbécil que tenemos como docente, niega ofendido. Harris rueda los ojos y bufa.
—Discutiremos esto después, ya me tengo que ir. Felicitaciones, señor Jaden.
¡Lo felicitó! Pedazo de mierda, ambos son unos pedazos de mierda. Creo que pondré en práctica lo que aprendí con Nick esta semana, estoy por ir en busca del imbécil, pero ya Simon se me adelantó. Está al frente con él y le increpa algo que no consigo escuchar.
—Que el hecho de tirártela no te ciegue, Davis.
Listo, lo mato. Bajo las escalerasque me quedan con rapidez, pero Simon es quien le da epuñetazo que lo hace retroceder.
—Cuida lo que dices, hijo de puta, no vuelvas a hablar de ella o no respondo.
Jaden sonríe burlón, limpiando el hilillo de sangre que le cae por la comisura de la boca.
—¿Qué me harás?
Davis está por irse contra él otra vez, pero llego para detenerlo.
—Él no te hará nada, soy yo quien va a actuar como no cierres tu asquerosa boca. Sabes que ese trabajo es mío.
—Era...
Adiós autocontrol, de algún modo debo desfogar la frustración y Jaden parece estar ofreciéndose como voluntario. Le meto un codazo en la boca que lo hace trastabillar y arrastro sus pies con una de mis piernas, consiguiendo que termine en el suelo. Lindo. Intenta levantarse, pero le clavo mi bota en el pecho, manteniéndolo ahí.
—No quieres provocarme, Jaden —advierto—. Vas a decirle a Harris que ese cuento no es tuyo y pedirás disculpas frente a todos, ¿de acuerdo?
El imbécil no responde, solo me mira asustado.
» ¿De acuerdo?
Él asiente y más vale que lo cumpla, no quiero ir por el procedimiento largo que incluye recopilación de pruebas. Tengo el correo que le envié y creo que eso basta para probar quien miente.
Retiro el peso de mi pierna para que pueda levantarse. Escucho los murmullos a mi alrededor y solo reparo el ambiente para comprobar que no se hayan tomado fotos, para mi sorpresa, no hay ningún teléfono apuntándome. Con ese alivio, me giro para ver a Simon.
—Gracias, pero puedo defenderme sola.
Me sonríe orgulloso, lo que, de alguna manera, me hace sonreír también.
—Ya vi que sí, pero no tienes que hacerlo siempre.
El rubor sube a mis mejillas combinándose con el color de mi falda. Debo dejar de sonrojarme cada que me mira así.
—¡Es un idiota! —llega Ayla a su costado—. Gracias por el puñetazo, Simon. Kia lo remató y ¡agh! Me daba una vibra rara, tremendo sinvergüenza era.
—Voy a darte la razón y perdón por no hacerte caso —me lamento.
—No quiero que me des la razón —se cruza de brazos y mira mal a la puerta por la que, asumo, acaba de salir Jaden—. Quiero que ese imbécil pague y te devuelva los créditos del cuento.
Sonrío, Ayla es tierna hasta cuando se molesta. Tiro de su cuerpo para abrazarla. Simon sonríe viéndonos.
—Entre ustedes dos podrían matarlo y desaparecer el cadáver sin necesidad de un tercero.
—Podríamos, sí —se ríe Ayla—. Pero no somos asesinas, solo escritoras.
Le beso la mejilla y ella me apretuja un poco más antes de que nos soltemos. Murmura algo sobre que espera que Jaden remedie su error y luego se va para ir a ver a Dylan, aunque sea por dos minutos. Yo vuelvo a mi sitio junto a Simon que se mantiene cerca de mí.
—Lamento eso —me dice, girándose un poco, sin ser consciente de que me afecta que se acerque de ese modo.
—¿El puñetazo?
Sonríe y espero que mis ojos no me delaten. ¿Cómo es que su rostro se ve más lindo cuando hace eso?
—No, hablo de lo que hizo Jaden.
Toma mi mano y el contacto alborota todo mi cuerpo. Le he dicho que deje de hacerlo y parece que la información le entra por un oído y le sale por el otro, porque no ha cesado y, para ser sincera, a veces mi parte racional no colabora, como ahora, que, en vez de retirar mi mano, la entrelazo con la suya. Ese mero gesto parece ser suficiente para que él me rodee el cuerpo, abrazándome. Suspiro.
—No es culpa tuya —señalo.
—Yo envié el documento —me recuerda.
—Ya, pero no tenías que revisarlo, solo te pedí que lo enviaras —sus dedos acarician mi hombro—. Davis, no me adormezcas.
Se ríe.
—Fue inercia, perdón, así te adormecía para que duermas en San Diego.
Me aparto y lo miro mal, él me sonríe.
» Ya decidí que te ves guapísima cuando me frunces el ceño así —suelta.
—¡Simon! —lo regaño, pero acabo sonriendo.
—Además... me recuerdas a otro momento en el cual...
Le pellizco el brazo y él se ríe mientras acaricia la zona.
—Deja de hacer eso —advierto, siento mis mejillas arder.
—¿Si sabes que estás sonrojada?
—Eres un idiota.
—Y tú eres preciosa, Harmony.
Me pongo de pie y decido salir, sé que la sonrisa se me va a escapar otra vez y dejar que él la vea es alimentar su conducta. Pero claro, Simon me sigue, intento llegar al baño de mujeres creyendo ilusamente que va a quedarse afuera. No lo hace, asoma la cabeza para asegurarse de que no haya nadie y se mete conmigo, al cubículo. Me giro, pero él me hace voltear y la sonrisa está ahí.
—Esto no es de caballeros —le informo.
—Sé cuando no serlo —responde—. Si soy quien provoca la sonrisa creo que tengo derecho a contemplarla, ¿no lo crees?
De acuerdo, voy a hiperventilar, este espacio es muy pequeño y Simon es demasiado grande.
—Estás jugando sucio —me quejo.
—Acordamos que no volvería a suceder —me recuerda—. No especificamos qué era lo que no volvería a suceder y, en todo caso, ya hemos roto acuerdos antes
—No puedes ser tan descarado, ya hasta Jaden...
Me toma de la barbilla y estoy a punto de quebrarme.
—Jaden es un imbécil, aunque puede que si sea obvio el hecho de que me gustas.
Lo dice con tanta certeza que resulta impactante, me enloquece un poco que sepa cuando empujar mis límites y que encuentre el modo de hacerme dudar.
—Solo quieres que nos acostemos otra vez —le digo desviando la vista, sus ojos verdes me nublan el pensamiento.
—El "solo" está de más, porque si quiero, pero no solo eso, Harmony —me obliga a mirarlo—. Me gusta pasar tiempo contigo y no solo cuando estamos desnudos.
Cierro los ojos y él suelta mi rostro para bajar las manos a mi cintura, donde aprieta su agarre haciéndome juntas las piernas. Mis nervios reaccionan de inmediato y mi respiración se vuelve caótica. Apoyo las manos en sus hombros, pero no lo alejo, sigo negándome a levantar los párpados.
—Me estás confundiendo —le digo.
—Yo estoy siendo bastante claro —razona—. Te he dicho que me gustas y que no quiero respetar el acuerdo.
—Es un acuerdo por algo, Davis.
Su nariz se pasea por mi mejilla.
—Lo sé, pero en ese momento no contamos con que la tensión sería así de palpable.
—¿Contamos?
—Estás igual y es inútil que lo niegues —me informa—. Lo bueno de que a veces no uses sujetador es que consigo ver que tan afectada estás, como ahora, por ejemplo.
Sus manos suben a mis costillas y sus pulgares acarician mis pezones erguidos, malditos traidores. Gimo bajito y presiono el agarre en sus hombros.
—No voy a hacerlo en el baño de la universidad, Davis.
—¿Me dejas besarte, al menos?
Abro los ojos y es un error que me pesa porque sus ojos hambrientos me bloquean los pensamientos coherentes. Sus labios bajan a querer encontrarse con los míos, pero consigo recuperarme para voltear el rostro y evitar semejante tragedia sin sopesar que sus labios en mi cuello obtendrían un resultado peor.
Su lengua delinea el punto donde late mi pulso y vuelvo a gemir pegándome a su cuerpo, tirando de sus hombros para que se acerque más. Muerde mi piel despacio y recorre el camino hacia mi oreja lamiendo todo a su paso y dejándome las hormonas alteradas.
El asunto entre mis piernas ya es de gravedad.
—¿Kia?
Empujo a Simon y él gruñe de frustración, apoyo la mano en su boca para mantenerlo callado.
» Kia, ya sé que estás aquí. ¿Todo bien?
Es Ayla.
—Sí —intento que mi voz no suene mal—. Solo... una pequeña emergencia de chica.
—Joder, ¿tienes tampones?
La amo, ya me dio una excusa.
—No, pero tengo la copa en el auto, ¿puedes ir a traerla, por favor? Dejé mi bolso en el aula, ahí está la llave.
—Vale, ahora voy, espérame aquí.
Escucho sus pasos alejándose y Simon me muerde despacito la palma, lanzando un tirón directo a mi entrepierna.
—Basta —lo regaño.
Me toma por la cintura y se pega a la pared, llevándome con él. Mis manos acaban apoyadas en su pecho y siento su erección contra el vientre.
—Estoy perdiendo la cordura —me dice en medio de un suspiro.
—Ya lo veo —sonrío, mirando la evidencia.
—¿Entonces, Harmony?
—Entonces, ¿qué? Tienes que irte antes de que Ayla vuelva.
—¿Qué sucede con el acuerdo?
—Debemos respetarlo si queremos evitar daños futuros —le recuerdo—. Esa fue la razón por la cual lo hicimos.
Sus manos liberan mi cintura y siento la ausencia casi de inmediato. Entiendo que debo retroceder y lo hago, pero él avanza y se inclina para besar mi mejilla.
—Tu acuerdo tiene vacíos —me informa en voz baja—. Te espero en el aula.
Se va y Ayla llega con la copa cinco minutos después. Me demoro el tiempo suficiente para que crea que me la he puesto y salimos juntas. He soportado una semana y ya me está pesando el costo de mis decisiones, ¿Qué sucederá cuando ya no pueda con ello? Simon se levanta para dejarnos pasar, mi amiga cruza y se sienta, cuando entro yo, su mano se planta de manera sutil en mi cintura para darme un empujoncito, es apenas perceptible, casi un gesto casual, pero no lo es.
Simon me sonríe y solo sé que esta guerra acaba de comenzar.
10 de febrero, 2029
Simon
Ver a Ayla canturreando en mi sala ya no es novedad, pero tampoco me molesta como para emitir reclamo alguno. Lleva puesto un pijama de Dylan, lo que me informa que pasó la noche aquí, ¿Kiara durmió sola anoche?
Mi amigo ya se encuentra preparando el desayuno, así que solo espero en un banquito a que me sirva, imagino que quiere lucirse con su novia y, de paso, estoy siendo consentido también. Ayla se sienta a mi lado y toma un pedazo de los panqueques para llevárselos a la boca.
—Kia no me contesta —forma un puchero con los labios.
—¿Está bien? —pregunto yo, puede que con mayor preocupación de la que debería.
Ayla me mira con sospecha y asiente.
—Debe estar con Nick, no la deja tomar el celular cuando está con él.
—¿Nick?
—¿El tipo grandote? —pregunta Dylan mientras continúa con la sartén.
Ayla asiente. ¿Quién carajos es Nick?
—Pobre Kia, la deja destruida cada que va con él —se lamenta ella—. La semana pasada amaneció adolorida al día siguiente.
No estoy comprendiendo y los celos me están comiendo vivo.
—¿Pero no se supone que debe cuidarla? —inquiere mi amigo.
Deja los panqueques en el medio y pone platos para cada uno.
—Es que Ada quiere que la entrene y Nick no tiene piedad —señala, tomando otro pedazo para comer.
—¿Nick es una especie de entrenador?
Ayla asiente y me mira confundida.
—¿Quién pensabas que era?
Niego.
—Nadie.
Se encoge de hombros y le da un beso a Dylan cuando él viene con su taza de café. Termina de servir y nos sentamos a comer. Ayla empieza a despotricar contra Jaden, parece estar más tocada que Kiara, incluso. En algún punto suspira y decide dejar ir el tema. Pero luego me mira, como debatiéndose y es Dylan quien le dice que hable.
—Simon, tengo una pregunta, ¿qué pasó en San Diego?
—¿Qué?
—Es que...
—Ayla cree que Kiara está rara y no sabe si debe o no enfadarse contigo —responde su novio.
—¿Conmigo? ¿Rara cómo?
—No sé —se encoge de hombros y se mete otro bocado de panqueque en la boca, parece que le encantan, con las manos le pide a Dylan que explique.
—Solo la siente rara, como si hubiese algo que no le ha dicho, Ayla piensa que pasó algo allá, no sabe qué y tampoco sabe si eres una causa, empieza a dudarlo porque Kiara sigue normal contigo.
Entonces Kiara no le ha contado a Ayla, no le ha dado siquiera una pista. No sé como me siento al respecto, ¿no se supone que las chicas se cuentan todo? Decido seguir el cuento de Harmony.
—No sucedió nada, o bueno, nada raro que pueda resaltar como para justificar la conducta que mencionas.
—Estoy loca, entonces —se encoge de hombros y toma su ultimo sorbo de café antes de agradecer y ponerse de pie—. ¿Me cambio y nos vamos?
Dylan asiente y yo me ofrezco a lavar para que él también vaya a alistarse. Cuando tocan la puerta, ya he terminado con los platos y tazas por lo que me apresuro a abrir, me hago una idea de quien es.
Mi hermana me sonríe desde el otro lado en cuanto abro y se me cuelga del cuello.
—Tú a veces olvidas que tengo hermanitis —me regaña.
Le acaricio la espalda.
—El que no hayas venido antes significa que también estuviste ocupada —señalo y ella sonríe.
—¿Es Dylan? —me pregunta mirando detrás de mí.
Asiento, creo que los presenté hace años.
—¿Tellie? —pregunta él—. Qué bueno verte.
Le sonríe y se acerca a saludarla, sin soltar la mano de Ayla que camina a su lado.
—Igual, me alegré mucho cuando Simon me dijo que vivirían juntos —gira para mirar a Ayla—. Y tú debes de ser Ayla, que preciosa.
—Un placer, ya Simon nos había hablado de ti —le dice.
Puede que en un par de ocasiones la haya mencionado.
—Si, bueno, soy su hermana favorita, no esperaba menos.
Se ríen, pero no dura mucho porque ellos ya iban de salida, hay despedidas y me quedo solo con mi hermana que se sienta en el sillón para mirarme atentamente. Es increíble lo buena que es leyéndome.
—¿Puedo intentar adivinar primero?
Ruedo los ojos.
—Adelante.
—Tiene que ver con la chica Harmony —sonríe.
Yo suspiro.
Ella da saltitos en su asiento.
—¿Ya te diste cuenta de lo guapa que es?
No planeo entrar en detalles, así que me limito a asentir mientras me siento a su lado.
—Me gusta.
—Eso ya lo sabía —bufa—. ¿Cómo se llamaba tu ex?
—Layla —le recuerdo.
Hace una mueca, no le agradaba mucho.
—Bueno Layla, ya pasaron casi dos años y tú eres enamoradizo, me sorprendía que no hubiese nadie avivando a tus mariposas. ¿No te ha dejado traumas, verdad?
Me rio.
—Ninguno, terminamos por lo sano, ya no sentíamos lo mismo.
—Tienes que enseñarme eso, pero volvamos, ¿no te ha gustado nadie desde entonces?
Me encojo de hombros. He conocido a chicas que me han parecido guapas, no es como si me hubiese vuelto ciego, incluso he tenido una que otra relación esporádica estando en Londres, pero lo que me pasa con Kiara es más serio que eso.
—No así —resumo.
—Lo que quiere decir que Kiara te gusta de verdad —traduce—. ¿Se lo has dicho?
Me quedo callado.
» Vale, no ha ido como esperabas y, en parte, lo entiendo. Siento que podría costarte un poco más de lo normal.
—¿De qué hablas?
—Tienes que conquistar a esa chica, Simon —suspira.
La miro como si le hubiera picado un bicho. Ella me da un empujón.
—Eres guapo —resopla—. No creo que te hayan rechazado alguna vez,
—Tú también eres guapa.
—No estamos hablando de mí, pero gracias. El tema es que a Kiara no vas a conquistarla con tu cara bonita, es un factor importante, claro, te da puntos extras, pero hay más.
Sé que el tema físico lo tengo ganado, pero no le diré eso a Tellie.
» Hazle detalles, sé caballeroso, tienes que hacer que ella vea en ti a un compañero, alguien que va a apoyar sus sueños y va a estar ahí si algo va mal.
Suspira, no conozco a persona más soñadora que mi hermana.
—¿Y si ella no quiere?
Se lo piensa.
—¿Cómo sabrías eso?
—Supongamos que me lo diga.
Frunce el ceño.
—En ese caso...
—Pero no lo está diciendo en serio.
—Simon, no cuestionas un no —me regaña.
—En el caso hipotético, ella si quiere, solo que dice que no por miedo a que algo se arruine y, ya sabes, tenemos un libro por terminar.
—Entonces tienes que hacerle ver que vale la pena correr el riesgo, de igual modo, hermanito, si consigues conquistarla, creo que ese miedo en algún momento quedará en segundo plano.
—De acuerdo, tomo nota.
Se recuesta en el sofá, dejando los pies sobre mi regazo.
—¿Puedo dormir aquí hasta que vuelvas?
—¿Estás segura de que no quieres ir?
Le dije que iría a ver a mi Lichi y ella insistió en venir hoy, le ofrecí que me acompañase y Tellie sugirió que mejor se quedaría en mi departamento hasta que yo volviera. No me responde, pero sus ojos se enlagunan y entiendo que a ella le cuesta.
—No soy tan valiente como tú, hermanito —me dice.
Dejo sus pies en el sofá y le beso la frente para despedirme, yo ya estaba cambiado así que solo tomo mis llaves para salir e ir a ver a mi abuela. La próxima semana son mis exámenes finales y se me complicará darme escapadas a verla así que decidí pasar lo que queda del día con ella, al menos hasta la noche que es cuando tengo mi reunión habitual con Kiara. Los días en los que toca escribir de noche en su departamento o el mío es cuando más trabajo cuesta, más que nada porque solemos quedarnos solos. Si estamos en su departamento, Ayla va al mío para estar con Dylan, y si estamos en el mío mi amigo hace lo mismo.
Pienso en lo que me dijo Tellie sobre conquistar a Kiara. Debo gustarle, aunque sea un poquito, pero ese mínimo puede incrementarse y voy a conseguirlo. Mi Lichi es experta en esos temas, espero que pueda solventarme un par de dudas y ayudarme a trazar un plan que me permita volver a tener a Kiara Harmony entre mis brazos.
HOLAAAA
Los celos matan, pero Simon celoso me da vida help.
Que tengan bonito día y felices lecturas <3
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