CAPÍTULO 18
Kiara
Desconozco cómo es que llegamos al ascensor, pero agradezco el hecho de que solo lo ocupemos nosotros. Simon me ha soltado solo para poner el número de piso al que íbamos y sus manos han vuelto a pasearse por mi cuerpo, dejando a su paso un calorcito que no hace más que propagarse en mi interior.
—¿Qué estamos haciendo? —pregunto cuando sus dientes se afianzan en la piel de mi clavícula.
Me aferro a sus hombros y aprieto los muslos queriendo contener el gemido que, de igual modo, escapa de mis labios.
—Cortando la maldita tensión —contesta contra mi piel.
Vale, admito que cuando me besó en ese pasillo algo dentro de mí se avivó y deseó esto, puede que aún esté ansiándolo. Pero mi parte racional ha empezado a ganar terreno y he empezado a cuestionarme lo que sucederá luego.
—Simon —suspiro—. Simon, no vamos a funcionar.
—Deja de decir eso —se queja.
Sube su boca por mi cuello, llegando a mi oído.
» Hueles delicioso, Harmony.
—Simon —me quejo—, tenemos un libro que terminar.
Sus manos estrujan mis caderas y saca el rostro de mi cuello para verme a la cara. Adiós parte racional. Tiene el cabello desordenado, las mejillas sonrosadas y los labios hinchados, eso sin contar el par de botones que le falta a su camisa, pecado mío.
—Dime que no quieres esto —pide—. Dímelo y te prometo que pararé.
No puedo, no puedo mentirle y mentirme de ese modo.
Mi cuerpo tiene una necesidad y no voy a poder satisfacerla por mí misma, al menos no teniéndolo ahí, frente a mí, con un cuerpo que quiero recorrer, conocer y memorizar, con unas manos que ansío sentir y unos labios que quiero saborear otra vez.
Sonríe, me sonríe y con esa sonrisa en los labios vuelve a besarme haciéndome perder el hilo de cualquier otro pensamiento que no lo involucre a él. Mi mente y cuerpo lo tienen como eje y probablemente sea así por las horas que vengan. Me alza, sosteniéndome por el trasero y haciéndome gemir por el contacto.
El ascensor llega a nuestro piso y, sin dejar mis labios, camina conmigo a cuestas. Tantea la puerta y pone la tarjeta para abrirla, mis sentidos solo lo sienten a él y vaya que Simon es bueno acaparándolos.
Termina de desatar mi coleta dejando mi cabello libre, yo me remuevo contra su entrepierna queriendo obtener algo de alivio, fracaso.
—Todo a su tiempo, déjame disfrutarte primero —ruega mirándome a los ojos.
Me baja, obligándome a plantar los pies en el suelo, me tambaleo apenas y él me gira para desenganchar la cremallera del vestido, dejándolo caer al suelo. Él suspira y yo me apoyo contra su pecho, sus manos suben por mis muslos, jugueteando con mis bragas y acariciando mi abdomen hasta llegar a mis pezones que se yerguen en cuanto Simon deja que sus dedos tengan contacto con ellos.
—Mierda —suspiro, él sonríe contra mi mejilla.
—Voy a hacerme adicto a esos suspiros, Harmony.
La presión entre mis piernas es demasiada, así que decido ayudarme un poco bajando una de mis manos, pero Davis me detiene, emito un quejido.
—Necesito...
—Enséñame cómo —pide, moviendo el pequeño triángulo de tela para tener acceso—. Guíame, dime cómo volverte loca, Kiara Harmony.
Ya me está volviendo loca.
El solo contacto me hace dar un respingo y liberar un gemido, en cuanto sus dedos consiguen el ritmo que me gusta, me pierdo por completo. Echo la mano hacia atrás para aferrarme a su cabello mientras veo constelaciones cada vez que mis ojos se cierran por la intensidad de los movimientos. Le di la guía, sí, pero él ha hallado una versión mejorada, un compás que me tiene delirando sin poder contener los sonidos que escapan de mi boca y que él parece disfrutar.
—Dame el primero, Harmony, déjame escucharte.
Su voz parece ser afrodisiaco suficiente para los nervios de mi cuerpo, porque exploto en pedacitos y vuelvo a gemir cuando mis nalgas chocan con su erección. No voy a estar nada decepcionada y eso lo estoy sintiendo.
Me giro, aún con sus brazos sosteniéndome, él tampoco confía en la estabilidad de mis piernas. Ya rompí dos botones, ¿qué son seis más? Abro la camisa y recorro ese abdomen que admiré por la mañana, dejo que mis uñas paseen por cada músculo, sintiendo y disfrutando conforme subo hasta llegar a su cuello, su boca hambrienta vuelve a buscar la mía y dejo que me arrebate el aliento otra vez, gimo cuando me muerde el labio y suelto un gritito cuando baja a mi cuello y lo lame.
—¿Tu cama o la mía? —indaga, estrujando mis nalgas—. ¿Cuál ensuciaremos primero?
Si él se vuelve adicto a mis suspiros, yo lo haré a su voz ronca, definitivamente.
Me rio cuando me empuja a la cama y mi cuerpo rebota. Lo veo desabrochar su correa y proceder con el botón. Gateo hasta él y soy yo quien se deshace del bóxer. Simon se toma a sí mismo y tengo la certeza de que la sola imagen podría causarme un orgasmo. Lo miro a los ojos pidiéndole algo, él cierra los suyos antes de alzar la vista el techo, como implorando por algo. Su mano desocupada baja a mi quijada, mi boca se abre y lo veo tragar.
—Vas a ser mi perdición, Harmony —se queja—. ¿Quieres?
Yo asiento y él pasea su pulgar por mis labios antes de darme el poder sobre su miembro que abandona su mano para ingresar a mi boca. Suspiro otra vez y él gruñe, recogiendo mi cabello, disfruto cada jodida embestida, cada gemido entrecortado con las silabas que conforman mi nombre, cada tirón en mi cuero cabelludo... Se retira y me limpia la barbilla por la saliva que escapó de mi boca, lo observo con un claro signo de interrogación en la frente.
—Me toca —sonríe besando mi boca.
Yo enredo los brazos en su cuello, queriendo que me alce y lo hace, pegándome a su cuerpo antes de dejarme en la cama con su cuerpo sobre el mío, no lo quiero soltar, quiero pasarme la eternidad con sus labios pegados a los míos.
—No —reclamo cuando siento que va a apartarse.
—Sí —me contradice.
—Un poco más —pido y él acaba cediendo.
Su lengua delinea mis labios y su mano vuelve a bajar a mi centro, encargándose de crear más humedad mientras mis gemidos se pierden en su boca. Me contoneo debajo de su cuerpo, rodeándolo con las piernas, reteniéndolo como un rehén solo para mí. Simon aprende rápido, doy fe de ello porque se mueve entre mis pliegues como todo un experto, lo suficientemente bueno como para regalarme mi segundo orgasmo en cuestión de segundos, lo que me deja rendida sobre el colchón, deshaciendo mi agarre y dándole acceso a moverse para ir hacia donde quería huir hace un momento.
Deja un camino de besos desde mi garganta hasta mi monte de venus y, sin siquiera darme tiempo para recuperarme, aprovecha lo que quedó de mi orgasmo para ayudarme a construir uno más. Su lengua explora en primera instancia, se pasea conociendo mis puntos débiles, aquellos con los cuales grito, con los que me retuerzo y con los que acabo llamando su nombre, exigiéndole que se quede allí.
Retiene el jodido botón de nervios entre sus labios, lo pellizca y hace con él cuanta cosa quiere, regalándome las mejores sensaciones que he podido experimentar nunca. La garganta me quema y mis uñas se clavan en la frazada cuando la tomo haciendo puño, queriéndome aferrar a algo donde pueda liberar cada mínima explosión de mi cuerpo.
Su lengua serpentea en mi centro haciéndome voltear los ojos y liberar un gritito, lo siento sonreír y consigo verlo cuando bajo la mirada y ahí está él con la sonrisa demoniaca, haciéndome saber que disfruta lo que ve y escucha.
—Hazlo otra vez —pido.
El jodido movimiento se repite y mis caderas ondulan contra su rostro, una de mis manos baja a su cabello y mis dedos se enredan en sus hebras tirando de ellas, queriendo mantenerlo ahí, con su lengua en ese jodido punto que me tiene delirando. Un empuje, dos, introduce un dedo y acaricia esa zona que debí haberle prohibido, una prohibición que me salvaría de la adicción a cada roce de sus yemas en la rugosa superficie de mi canal.
Gimo su nombre, incitándolo a seguir y justo cuando creo que no puedo ir más alto, Simon consigue elevarme hasta allí, dejando mi cuerpo inservible, a mis cuerdas vocales sin la habilidad de formular oraciones coherentes y a mi corazón latiendo tan rápido que, por un segundo, considero que pueda escapárseme del pecho.
Siento sus labios hacer un recorrido bastante diestro por la piel de mis costillas, dejando suaves mordiscos, se entretiene un rato en mis pechos, haciéndome liberar suaves jadeos, mis pechos no son mi zona más sensible, pero estoy disfrutando la exploración de Davis. Cuando su boca llega a mi cuello, inhala con fuerza, yo aprieto los muslos y me vuelvo consciente de la humedad bañándolos.
—¿Tienes idea de cuantas veces he fantaseado con tenerte así?
Sonrío y acaricio su cabello.
—Me hago una idea.
—Engreída —siento su sonrisa contra mi piel—. ¿Puedo...?
—Davis...
—Harmony, di mi nombre —pide.
Suelto una risita.
» ¿Voy a tener que sacarte mi nombre de otro modo?
—Tal vez...
Se arrodilla en la cama y me toma de las caderas, tirando de ellas para acercarme a la punta de su miembro. Me arqueo, pero no llega a más, emito un quejido y él vuelve a liberarme para colocarse encima de mí.
—Di mi nombre —repite.
Esta vez dos de sus dedos se introducen en mi centro sin darme algún indicio que me prepare para la invasión, vuelve al punto y lo acaricia. Gimo, pero reprimo su nombre.
—Harmony...
Clavo las uñas en sus costillas, disfrutando cada caricia y cada embestida, ansiando algo mayor, pero permitiéndome gozar de su disgusto al no oír su nombre, creo que solo lo estoy provocando y me gusta el resultado. Sus ojos desafiantes me interrogan y yo sonrío mientras me arqueo contra su cuerpo cuando el nudo de nervios se acumula en mi vientre listo para explotar, mis jadeos incrementan sin que pueda controlarlos, se me nubla la vista y aguardo, pero nunca llega.
—¿Qué carajos...?
—Mi nombre, Harmony.
Abro la boca para contestar y obtener mi orgasmo, pero el bendito nombre acaba saliendo solo cuando de golpe arremete contra mi centro y me lleva de manera precipitada al cielo.
—Simon —se me escapa en medio de un suspiro de satisfacción
Sonríe, engreído. Bajo la mirada al punto que nos une y resulta vergonzosa la cantidad de fluidos que me ha hecho liberar, mis paredes se amoldan a su longitud con más estrechez debido al orgasmo y yo enredo los brazos a sus hombros. Él se gira, dejándome encima de él.
—Quiero sentirte por completo, Kiara Harmony.
Esta vez soy yo quien sonríe, yo también quiero la experiencia entera, y la experiencia se encuentra bastante dentro de mi canal, así que debo levantarme, lo hago lento, gozando de los gestos en su rostro, de la boca entreabierta y del apretón que les da a mis caderas; decido renunciar a su mirada hambrienta para voltearme y encajarme otra vez, llegando más profundo que antes.
—Mierda —gruñe.
Siento como se levanta y baja la mano a mi centro, presionando y motivándome a moverme contra su palma para hallar algo de alivio y, en consecuencia, dárselo a él también. La posición no es la más cómoda, pero tengo la seguridad que me otorga Simon para ejecutar los movimientos sin miedo a caerme. La mano que no está ocupada dándole atención a mi centro está rodeándome el torso, manteniéndome segura. Mis caderas van de adelante hacia atrás, bombeando su miembro y regocijándome con la dureza de su palma contra mi punto débil. En cuanto siente que las piernas me empiezan a fallar, me alza deteniéndome para llevarme a la otra cama y dejarme boca arriba, lista para recibirlo.
—Lo bien que se siente estar dentro de ti —murmura antes de volver a embestir, mis piernas lo rodean y tiro de su cuerpo.
Una de sus manos se mantiene en mi cadera, guiándola, y la otra se apoya junto a mi cabeza para evitar que todo su peso caiga sobre mí, su rostro baja a mi cuello y desfoga ahí cada sensación que pueda embargarlo. Sus arremetidas se vuelven más certeras conforme retoma el ritmo y pierdo el control de mi cuerpo que ya no sabe como reaccionar a la ola de placer que me recorre entera, le rasguño la espalda, el cuello y tiro de su cabello aferrándome a algo que me ayude a mantener la poca cordura que me queda.
—Si... Simon —gimo cuando empuja con fuerza en la dirección correcta—. Ahí... justo ahí.
Sus dientes tiran de la piel de mi cuello, un jadeo fuerte se me escapa y mi centro se aprieta a su alrededor. No voy a soportarlo más, no podré.
—Déjalo ir —me pide mordiendo el lóbulo de mi oreja.
Lo abrazo con más fuerza cuando todo dentro de mí se pulveriza y no lo libero ni cuando siento su tibieza llenarme, él no deja de embestir, lo hace hasta que termina y, me lleva al cielo otra vez con sus dedos, aprovechando la sensibilidad que dejó en mi centro. Un último suspiro se me escapa.
No se mueve, se queda dentro de mí, con su rostro escondido en mi cuello, donde reparte besos perezosos y mordiscos suaves. Nos gira, dejándome sobre su cuerpo y bajando ambas manos a mis nalgas para estrujarlas. Jadeo.
—¿Vas a darme otro orgasmo? —pregunto, apoyando el mentón en su pecho.
Sonríe y sube sus manos a mi cabello.
—¿Vas a soportarlo? —indaga él, retirando las hebras de mi rostro.
Me lo pienso.
—Me reservo el derecho para más rato.
Se ríe y vuelve a voltearnos, esta vez sale de mí y toma mi rostro con una de sus manos para besarme. Mis dedos se pierden en su cabello, desordenándolo más, si es que es posible. El hambre con la cual me besó por primera vez no ha disminuido, la siento en la posesividad de sus movimientos, en la necesidad de no soltarme, porque no lo hace, me retiene contra su cuerpo, como si quisiese que nos quedemos así no solo por esta noche.
—Ahora dime como olvido esto —susurro contra sus labios.
Me muerde la barbilla.
—¿Por qué habrías de olvidarlo?
—Tú me odias —le recuerdo.
Empuja su nariz contra la mía, acariciándola.
—No seas rencorosa —sonríe—. Sabes bien que eso no es cierto, tú tampoco me odias.
—Vale no, no te odio —me besa la mejilla.
—Listo, entonces no tienes que olvidarlo —me observa, comiéndome con los ojos—. Es más, quiero que lo recuerdes siempre.
—¿Sí?
Asiente y baja a mi oído.
—Quiero que recuerdes como te toqué, como te besé... Quiero que recuerdes cómo fuiste mía esta noche, Harmony.
Me remuevo inquieta, mi cuerpo no va a soportar otra ronda, pero mis hormonas quieren otro poco de las atenciones de Simon, que deja un beso en mi sien antes de volver a hablar.
» Ten la certeza de que yo tampoco olvidaré como te adueñaste de cada una de mis sensaciones y de cada latido de mi corazón.
De acuerdo, mañana me preocupo por posibles secuelas y consecuencias. Decido dejar la mente en blanco y disfrutar del contacto piel con piel. Simon me acurruca contra su pecho y nos cubre con las sabanas, convirtiéndose en la compañía perfecta para dormir libre de frio, cuando cierro los ojos, lo último que percibo son los fuertes retumbes de su corazón contra mi oído. Estoy perdida.
BUENASSSSSSSS
y sí que son buenas jjajajaja
Dejo este chiquito por aquí hoy y mañana el que sigue.
btw, AMO A SIMON DAVIS, help
nos vemos mañanita <3 las amo
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top